- ¿Y qué pasa cuando haces la integral?- preguntó apuntando con el lápiz a un ejemplo que supuestamente debía parecer esclarecedor. Podría haber tenido en frente las instrucciones del champú en chino mandarín y probablemente habrían sido igual de útiles.
- Que suspendo.- Me lanzó una mirada desaprobatoria, alzando una ceja. Suspiré.- Estoy hasta las pelotas, así no me funciona el cerebro. Hacemos un descanso y después seguimos.
- Vale, pero primero respondes la pregunta, que es importante.
- Joder, déjame. No me apetece pensar.- dije comenzando a sentir un pinchazo en la sien. Me sentía frustrado cuando Lui me presionaba y no quería que siguiera, tenía miedo de que como muchas otras veces mi estupidez permutara en ira.
- Vamos.- insistió con su voz angelical. No podía parecerme tan oneroso si usaba ese tono- Además es fácil.
- Es fácil para ti porque eres un cerebrito.-admití frotándome los ojos y reclinándome hacia atrás en la silla.
- No lo soy- dijo austero, dándose por vencido; cerró el libro.
- Sí lo eres. Eres la persona más lista que conozco. Sé que no es muy difícil porque mis amigos son tan gilipollas como yo, pero igualmente lo eres.- negó sonriendo mientras se apeaba de la silla para acomodarse en la cama.
- No eres gilipollas. No mucho.- Sonreí medio ofendido por sus palabras y me llevé una mano al pecho, simulando dolor. Me gustaba escucharle bromear de ese modo conmigo, aunque sabía, por su mirada después de hablar, que temía que lo golpeara; además admito que de haberme dicho algo así, cualquier otro ya debería estar llamando a una ambulancia.
- ¿Gracias?
- ¿Que? Los amigos son sinceros- se mofó.- Por eso, emmm...- su actitud cambió rápido cuando saltó de un tema a otro. Me senté a su lado en la cama, escuchándolo con atención.- Quería preguntarte algo... incómodo.-admitió, no se atrevió a mirarme y parecía temblar.
Me recordó tanto a cuando lo acorralaba para burlarme y molerlo a golpes y él solo esperaba sumiso y aterrado. Ya no quería herirlo, pero en cierto modo me gusta verlo así de nuevo. Tan lindo e inerme; desnudo en cierto modo.
- Dí.- lo acucié, esperando sus palabras.
- Bueno... ayer...- una punzada volvió a golpearme el pecho. De todas las sensaciones que mi cuerpo experimentaba y mi cabeza no comprendía esa era la que más me desagradaba.- Te dije lo de que pensaba que eras... eso... como yo... y tú solo dijiste ''Quien sabe'' ¿Que... que querías decir con eso?
Sentí los colores subir a mi rostro y la bilis por mi esófago. No podía estar insinuando aquello, simplemente era inaceptable. Lo único de lo que estaba orgulloso yo y lo único de lo que no se avergonzaban mis padres y ese niño se atrevía a presuponer lo contrario. Mi hombría no era algo que yo permitiese poner en entredicho; a nadie, absolutamente nadie.
Parece ser que la fuerza llegó a mis manos antes que a mi pensamiento y lo agarré del cuello de la camisa con los puños apretados y el ceño fruncido con furia.
Lo acerqué a mi bruscamente, dándole una primera fila para contemplar mi visaje furibundo.
Y antes de terminar de actuar me arrepentí de tratarlo con tanta violencia, de nuevo. No le había golpeado, todavía, pero él ya estaba amedrentado y con los ojos llorosos.
Alzó una mano para cubrirse el rostro y suplicó. Pidió perdón a voces por aquella pregunta sin malicia y yo me sentí como una absoluta mierda.
- Lo siento... - dije atónito de mi mismo, soltándole- Estoy... estoy acostumbrado a ser brusco con mis amigos.- me excuse rastreramente. Busqué un perdón que no merecía en sus ojos y vi la duda junto al miedo.
Él sabía que mi yo de antes, que tan bien conocía, había estado apunto de aflorar de nuevo para pegarle.
- No hace falta que respondas a l-lo que te he preguntado si te hace sentir incómodo, s-solo era curios-
- ¡No, no! No es eso, es solo que... yo no soy un maric- por primera vez en mi vida reflexioné; no antes de hablar, por desgracia, pero sí lo suficientemente pronto como para rectificar.- no soy gay. Solo es eso.
El chico asintió, jugando con sus manos y con la vista fija en sus dedos. Sus ojos seguían húmedos pero no vibraban con la expectación aterrada de hacía unos minutos, sino que parecían cavilar en la quietud de su mente. ¿Por qué ahora estaba triste?
Me lastimaba verlo así y no poder hacer nada.
- Re-respecto a eso... ¿Me sigues queriendo pegar por ser gay?
Esa pregunta me la hice a mi mismo también y advertí una cosa: jamás le quise pegar por ser gay. Tampoco por ser listo o por sacar buenas notas, ni siquiera porque fuese débil y eso facilitase las cosas. Le gritaba los motivos de mis golpes cada día, sin embargo eran mentiras.
- Ni siquiera sé porque te pegaba.- admití dejando escapar una risa nerviosa. Mi mano desordenó mi pelo y secó mi frente. Estaba nervioso, me daba miedo lo desconocido y cuando sucedían esas cosas me percataba de algo: yo me desconocía.- A parte de porque soy un gilipollas.
- Pero no comprendo... ¿Por qué lo hacías?- su voz sonaba tan rota ahora, con lágrimas bajando por sus mejillas. La misma desesperación que arañaba mi mente besaba ahora sus labios al salir como hipidos de un llanto frustrado.- Casi me cuesta la vida. Y tú ni siquiera sabes por qué. ¿No valgo ni siquiera una explicación?
Nervioso, seguía mirando a sus manos con los ojos borrosos por las lágrimas, solo que ahora no jugaba con ellas con el candor de antes; arañaba sus dedos en una especie de movimiento autómata que me dejó helado. No podía soportar tanto dolor dentro y trataba de sacarlo afuera.
Era tan triste verlo así. Solo quería que se detuviera. No lo pensé y por primera vez eso resultó en algo bueno; tomé su pequeña mano entra la mía y la sostuve fuerte, acaricié los dedos con ternura.
- No es eso. Me gustaría poder dártela, pero supongo que la última neurona que me queda no vale para eso.- me lamenté, pero Lui no pareció escucharme.
Miraba atónito nuestros dedos entrelazados y sus mejillas se colorearon cuando comenzé a acariciar sus diminutos nudillos con la yema del pulgar.
No hablamos más esa tarde pero aun así sentía que me había confesado. Quizá no con Lui, pero sí conmigo mismo.
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