Lui llevaba un día sin hablarme. Tenía los ojos rojos y la nariz perpetuamente congestionada, las manos temblorosas y la mirada esquiva. Cuando esos dos se hubieron marchado me preguntó si mentían.
No tuve el valor suficiente para mirarle la cara mientras le confesaba que no. Traté de excusarme pero no me dejó hablar, solo se disculpó. Él, se disculpó él cuando no hacía más que aguantar y recibir odio y dolor por todos lados. Dijo que sentía haberme confundido con una persona que no soy.
Pasé ese día entero pensando en ello. Pensando en quien era. Un fracaso, diría mi padre, un error, mi madre. Un matón, los compañeros y un pasota los profesores. Pero si me lo preguntaba a mi mismo, no lo sabía.
Solo sabía que fuese quien fuese, quería ser bueno para Lui; lo suficiente como para permanecer a su lado.
La noche era silenciosa y fría. Insomne, me volteé hacia Lui y en la penumbra vi que me daba la espalda. Pensé que seguramente él tampoco podía dormir y mis sospechas se hicieron ciertas cuando me habló con voz monótona.
- ¿Lo harás?
- ¿El que?
- Darme una paliza. Cuando empiecen las clases.- No le escuché respirar después de decir aquello. No pude responder, tenía un nudo en la garganta. ¿Como podía dudar sobre eso?- D-Da igual, prefiero no oírte decirlo, de todos modos ya estoy acostumbrado.
- ¡Lui!- exclamé dolido, mi voz salió temblorosa y en contraste con la suya, tan apagada y segura de sus palabras, pareció débil. Tiempo atrás habíamos sonado de forma contraria- Yo nunca haría e-
- ¿Tú nunca harías eso?- me cortó. No respondí por el obvio tono que usaba. Rió con sarcasmo y se llevó las manos a la cara- Claro, y por eso te has pasado un año golpeándome hasta hacer que tuviera que despertarme dos horas antes cada maña para tapar las putas marcas con el maquillaje de mamá. Por qué tú jamás me darías una paliza. Prefiero que dejes ya este paripé, te seguiré dando clases para que apruebes si quieres, pero si me vas a seguir jodiendo al menos no me mientas.
- Lui, yo ya no quiero hacerte daño. No sé si me crees o no, pero te lo demostraré.
El siguiente día no fue muy diferente al anterior, pero logré que Lui sonriera un par de veces y, por la noche, cuando me creyó dormido, susurró que tal vez sí me creía.
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