19

 —De ninguna manera. —exclama Miquel cruzándose de brazos y mirando con furia mi plato medio lleno. —Dunkel me dijo que te mordió hace unas horas, tienes que comer más o si no te vas a poner anémico o algo así.

Suspiro y levanto las manos en signo de rendición. Tomo el tenedor y me llevo un pedazo más de hígado a la boca, intentando no hacer muecas por el sabor férreo de este.

—Así me gusta. En una hora o dos hay que ir a la cama, así que me quedo un rato más para asegurarme de que te termines la comida.

—Vale, papá. —me burlo yo, llevándome otro pedazo a la boca y recibiendo por parte de Miquel un amago de lanzarme su tenedor directo al ojo. Hago como que lo esquivo y después alzo una ceja. Él ríe. —¿Podré ver a mi hermano antes de ir a la cama?

—Sul dice que está histérico, Dunkel me ha dicho que ha intentado hablar con él para decirle que estás a salvo y que no te harán daño, pero dice que no les cree en absoluto. Está muy agresivo y todavía en shook, verte podría ser un impacto emocional muy grande para él así que han dicho que es mejor esperar a que pase la noche y duerma para que su mente se recomponga un poco y asimile lo que está sucediendo.

Asiento decepcionado, aunque sé que es de esperarse que esté demasiado alterado todavía. Yo aún me siento extraño cuando me levanto y veo este lugar.

—Tú también tienes que descansar esta noche. —dice en tono más bajo, mirándome a los ojos con esa preocupación fraternal que tanto he echado en falta.

—No voy a dormir esta noche, no creo que sea capaz de hacerlo. Estoy demasiado preocupado por todo. —confieso, Miquel suspira y aparta un poco su plato. Se pone en pie.

—Iré a preguntarle a mi amo si puedo pasar la noche contigo, así no estarás solo y podremos hablar de algo para que no pases una noche aburrida.

Asiento fervoroso y lo miro con una enorme sonrisa, me hace tan feliz ver que Miquel se preocupa por mí de ese modo, ver que se acerca a mí por más que interés o soledad. Me gusta sentirme escogido.

Cuando vuelve a la habitación trae consigo una enorme almohada y una sonrisa casi más grande aún. Tira la almohada al suelo y después se sienta sobre ella cruzando sus piernas para estar cómodo.

—¿Gerald no se enfadará por esto?

—No, él es muy permisivo cuando soy obediente y además le gusta que pase tiempo contigo. —sus palabras me suenan extrañas, de Gerald solo recuerdo haber tenido una interacción y muy vergonzosa cuando fui castigado.

—¿Le gusta? ¿Por qué? Él ni siquiera parece que sepa quién soy. Me castigó una vez y después de eso no he vuelto a hablar con él. Pensaba que no le caía bien.

—Le agradas, Dunkel es más feliz desde que te tiene así que si eres bueno para él, Gerald te va adorar. También dice que has mejorado mi humor, lo otros humanos que conocí no me caían bien así que tenerte aquí me alegra. Además, Gerald y Dunkel siempre supervisan y aprueban a los esclavos del otro, por eso sé que a Dunkel le agrado. Al fin y al cabo, siempre los terminan compartiendo en algún momento.

—¿C-compartiendo? —pregunto alterado, mi sangre fluye rápido en busca de la salvación del corazón y mi respiración se acelera. ¿Seré esclavo de Gerald también? Servirle, ser castigado o recompensado por él no me importa, pero no soy suyo.

—Sí, suelen hacerlo bastante. No me mires con esa cara de susto, somos de nuestros amos y de nadie más, pero a veces un amo desea ver a su esclavo en manos de otro y el esclavo desea ver al amo dominando a otro, como cuando Gerald te castigó. Antes lo hacíamos mucho, pero últimamente los esclavos de Dunkel duraban tan poco que no teníamos la oportunidad; él no es muy paciente, por eso estaba tan preocupado por ti al principio, estaba tan seguro de que morirías...

Me sobresalto al pensar en Dunkel, matándome por culpa de la rebeldía con la que otrora llegué aquí. Realmente podría haber sucedido y todo sería tan diferente a como es ahora.

—¿Cómo era Dunkel con sus otros esclavos?

—No era como contigo, si eso es lo que quieres saber. Eran prisioneros de guerra que tan siquiera capturaba él, eran regalos: tú eres el primero al que escogió él mismo. —un beso tórrido hace que mi corazón duela de alegría. Soy diferente, desde el principio. —Además él jamás ha sido injusto con los demás, pero no los trataba como a ti. Para él eran solo juguetes sexuales o bolsas de sangre de las que beber, poco más. Siempre se portaban fatal y terminaban muertos por ello o se convertían en excelentes sumisos y Dunkel se hartaba, así que los daba a otros vampiros.

Me siento maravillado por lo que Miquel dice, aunque me apeno por los hombres y mujeres que antaño cayeron en sus manos, no puedo evitar que el orgullo hinche mi pecho al pensar en mi rebeldía y mi sumisión y no ver en ellas un solo ápice de hastío por parte de Dunkel.

Dejo que Miquel siga hablando, lleno de ilusión, y yo le escucho del mismo modo.

Poco a poco su voz se va apagando y suena más incoherente, pero no me doy mucha cuenta. Se me cierran los ojos y a él también, el sopor nos envuelve como la oscuridad de la noche y en unas horas ya no queda rastro de la conversación.

—Despierta, despierta joder. —noto algo sacudiéndome torpemente y una voz ronca y familiar susurrando.

Ruedo en el suelo, la dureza de la piedra y su frialdad no me sorprenden, sí lo hace su tacto lábil y húmedo. Levanto la mano y oigo un goteo ¿Por qué está mojado el suelo?

Alguien me toma de la muñeca y me arrastra fuera; yo, confuso, le sigo. Algo apesta y estoy mareado, así que ando torpemente mientras esa persona me ayuda a moverme. Pone una mano en mi cintura, la otra no está.

—¿Bruce? —pregunto al reconocer su voz con retardo y al ver el vendaje sobre el lugar donde su mano derecha una vez estuvo. —Bruce ¿Qué haces? —él sigue cargando mi peso, mis pies renquean tanto que simplemente los arrastro por el suelo mientras él me lleva.

—Sacarte de este infierno. —murmura mirando a los lados, nos encontramos en el salón y él se acerca con cautela a la puerta de salida. Mi corazón se dispara viendo lo que está por suceder.

Va a huir y me llevará con él.

Tomo su agarre con mi mano e intento deshacerlo, pero mis dedos resbalan ¿Con qué me he mojado? ¿Había agua en el suelo? No, es más denso.

—Bruce, espera, no... ¿Cómo... cómo has...

—He matado al vampiro que me quería esclavizar. Lo he hecho mientras dormía y he robado la llave del collar que me puso, gracias a Dios que tú no tienes uno también, sino no podía haberte ido a salvar. Ha sido difícil, me he hecho el inconsciente después de que ese tío me golpeara para que se confiase durmiendo a mi lado, pero le he matado, joder, se lo merecía. —me quedo sin palabras y mi cuerpo se queda también sin fuerzas.

Sul nunca me gustó, pero era uno de los pocos vampiros que Dunkel le quedaban para defender a su raza. Mi hermano lo ha matado y sé la enorme repercusión que eso tendrá. Ahora solo quedan cinco vampiros en esta casa y mi hermano no estoy seguro de a cuantos podrá matar si sigue así. Debo detenerlo.

Cruzamos el umbral y ver el exterior me alarma. La luz de la luna da de lleno en mí y en él y veo como avanzamos por el campo, cada vez más lejos de mi hogar.

—Esp... —advierto algo que no querría haber visto. Mis manos están manchadas de sangre. —Bruce. —lo llamo, serio y pálido. Él me mira esperando que hable. —El chico humano que estaba conmigo en la habitación, ese chico... tú...

—Hice lo que tenía que hacer. Si está con el enemigo, es el enemigo.

Lo aparto de un empujón, mi estómago se revuelve con solo pensarlo, con solo imaginar sus ojos abiertos sin brillo o su pelo pegado al suelo, empapado se rojo. Gerald, cuando Gerald se entere. Casi puedo sentir en mi pecho el dolor de su corazón roto. La bilis sube por mi garganta abrasándome el cuello y un espasmo me dobla mientras vomito sobre el césped.

Su sangre, su sangre en mis manos y él muerto en mi habitación. Si tan solo él no se hubiese quedado por mí, si tan solo yo no hubiese propuesto ir a por mi hermano.

Si tan solo Dunkel jamás me hubiese conocido.

—Él era bueno, era bueno... —murmuro mientras las lágrimas salen de mis ojos y yo solo puedo arrodillarme frente a la mancha de sangre y vómito, presa de un mareo que siento que me quitará la vida.

Duele tanto, tantísimo. Esta noche he perdido a un hermano, al único que jamás he tenido.

—No lo era, le habían lavado el cerebro, era tarde para él, pero no para ti. Tenemos que irnos, si nos damos prisa llegaremos antes del amanecer y papá podrá enviar a alguien para que mate a los vampiros ahora que sabemos dónde están.

Me levanto del suelo, tambaleándome, y le miro con la mayor seriedad del mundo. Jamás me había detenido a ver sus ojos verdes, tan opacos, tan escurridizos como un pez que gira y gira en su pecera de cristal creyendo estar en mar abierto. Tan locos, tan equivocados.

Me lanzo sobre él con un grito furioso y caigo sobre su cuerpo, a horcajadas. Dirige instintivamente su mano derecha a la cintura, pero solo logra darse un golpe en el vendaje que cubre la pérdida, yo, sin embargo, sí logro coger el arma que tiene ahí guardada.

Tomo el pequeño puñal entre mis manos y lo veo, reluciente. No tiene una sola gota de sangre y si alguna vez la tiene, ahora que está en mis manos, será por mi culpa.

Bruce es mi hermano, no tiene culpa, pero ha dicho que mataría a los vampiros. Ha dicho que mataría a Dunkel.

Mis manos se alzan, el puñal apuntando a su pecho y mis ojos a los suyos; me asusto al ver en su reflejo unas pupilas sin un ápice de arrepentimiento.

Acabo de darme cuenta de algo demasiado importante.

Mataría por Dunkel.

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