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 El juego fue bien. Demasiado bien en realidad. Yo no había bebido suficiente como para embriagarme pero me sentía borracho de la sonrisa de Lui y el ambiente que se formaba entre ambos comenzaba a ser peligroso. No estaba completamente seguro de para cuál de los dos era el peligro pero en esos momento poco me importó.

Las afirmaciones con las que bebíamos hacía rato que habían dejado de ser chistosas o cotidianas y, por obra únicamente mía, habían comenzado a ser ciertamente comprometedoras.

Con media botella de Vodka negro descubrí que cuando Lui bebía perdía la verguenza, reía como un loco y tenía un gracioso y adorable hipo.

- Yo nunca...- alargué la última vocal y relamí mis labios con la anonada mirada de Lui fija en ellos. Pensé en una posibilidad y cuando se me ocurrió sonreí con malicia.- he tenido una erección en clase.

- ¡Ah, que malo!- Lui bebió un minúsculo trago y se rió por ello- ¡No es mi culpa, la lección de matemáticas era muy fácil y me puse a pensar en otras cosas!

- Incluso para ponerte palote eres empollón- me burlé, ganándome un torpe golpe por su parte.- Te toca.- indique apuntándolo con el dedo.

- Yo nunca he tenido sexo con la profesora de biología.- maldito criajo, me hizo enrojecer al recordar aquello. Bebí con una mueca de enfado pintada en mi cara.

- ¡Venga ya! ¿Como lo sabes?

- Era un rumor de clase ¡No creí que fuera cierto, iugh! ¡Es un fósil!

- ¡Cállate, no me lo recuerdes!- las imágenes de uns labios agrietados y pechos flácidos con demasiadas arrugas me hizo sentir una arcada. No sé en que momento me pareció buena idea follarme a la estirada señorita- Con que esas tenemos, eh... Yo nunca me he masturbado pensando en alguien de clase.

Se puso serio de golpe, bebió atropelladamente apenas unas gotas y se apresuró a hablar. Bingo.

- ¡Yo nunca he dudado de mi orientación sexual!

Dijo lo primero que le había venido a la cabeza, pero esa frase rondó la mía por un largo rato.

Lo miré a los ojos sin saber que hacer y cuando vi la forma candorosa y bella en que brillaban, a la par que sus húmedos labios, estuve libre de dudas. Me acerqué un poco y sin risas esta vez, solo un silencio que gritaba verdades, acerqué la botella a mi boca y bebí.

- Yo nunca he querido besar a la persona que tengo delante.- dije con mis labios aún acariciando el frío cristal. Cuando acabe de hablar terminé la botella del trago más sediento que jamás había dado y la dejé caer al suelo, esperando su respuesta.

Coloqué una mano en su suave mejilla y noté la forma en que su piel ardía. No supe si era el deseo, la vergüenza o el alcohol, pero lo único que importaba es que ese calor venía de él.

Acaricié con el pulgar, acercándome un poco más a él y dejando que su aliento entrecortado se fusionara con la dulzura del mío. Apegué nuestras frentes y apoyé mi mano libre en su muslo. La tensión podía cortarme la respiración, el ambiente era demasiado pesado y la espera de su respuesta agónica. Jamás me había sentido tan impaciente por un gesto tan simple.

En ese momento una mirada suya significaría mil veces más que cualquier beso de otra persona. Estaba tenso, asustado y nervioso y yo solo quería arroparlo en mis brazos y sentir su aroma. Pegarme a él y dejarme quererlo, pero aunque alzó la botella unos instantes, la bajó rápido y me miró a los ojos con hesitación.

- ¿No bebes?- pregunté con voz ronca. Dos letras eran lo único necesario para darme la vida o arrebatarmela en esos momentos.

- Esto está mal...- dijo con los ojos brillantes, lágrimas acumulándose sobre su línea de agua- Q-Quiero beber pero... ese el problema.- miró la botella medio llena, dejándola en el suelo al lado de la mía, donde no quedaba ya ni una gota de ese nectar.- Hemos bebido, no quiero que sea así. Yo sé lo que quiero, ebrio o sobrio. Pero no sé si tu solo actuas así porque estás borracho.

- No es por eso, lo prometo.- soné endemoniadamente desesperado pero lo estaba y me importaba una mierda gritarlo a los cuatro vientos. Necesitaba un sí, un beso o una caricia.

Necesitaba de él como un náufrago de tierra firme, de lo contrario, me ahogaría en la duda y no sé si sería capaz de salir a flote nunca jamás.

- Los borrachos a veces mienten. - declaró con tristeza.- Jackson... he sido tu víctima demasiado tiempo. Ahora no quiero dejar de serlo para convertirme en tu error ¿De acuerdo? Las cosas están bien así, no quiero que se estropeen porque te arrepientas de esto...

- ¡No me arrepentiré, lo prometo!

- Si... si de verdad quieres que esto suceda, sucederá, pero no así.- se levantó entonces, dejándome solo en aquel sofá mal iluminado e incómodo y sentí la furia en mi sangre. Jamás me había rechazado nadie.- Jackson, buenas noches.- sonrió con dulzura.

¿Como? ¿Cómo podía sonreír de esa forma tan perfecta y después negarme un beso? Él me había enamorado, él se haría responsable.

Una vorágine de sentimientos y alcohol se arremolinó en mis venas y me hizo mover el brazo hasta que lo agarré de la camiseta.

Lo empujé a la pared y lo sentí quejarse. Miró a los lados asustado pero antes de que pudiera escapar mis dos manos ya estaban a sus costados. Él ya debía estar acostumbrado, no era la primera vez que lo acorralaba para hacer cosas malas.

- Jackson ¿Q-Que haces? Por favor, ¿P-podemos irnos a dormir? Es-estoy cansado...

Lo tomé del pelo con rudeza, obligándolo a mirarme a los ojos. Solo quería más de esa huidiza y hermosa mirada llena de pudor y sentimientos relacionados con mariposas en el estómago.

Pero solo vi miedo y lágrimas. Es como si todo volviese a ser como antes.

- J-Jackson, me asustas...- murmuró temblando. Tenía los puños pegados al pecho y tiritaba de temor como cuando lo interceptaba en los pasillos entre clases. Mierda ¿Que estaba haciendo?

Lo solté de inmediato y tomé el pequeño cuerpo entre mis brazos.

- Lo siento Lui...- murmuré contra su cuello pálido, deseando dejar un beso ahí o quizá una marca grande y violácea.- Vámonos a dormir.

Asintió sumisamente y en nada ya estábamos en la negrura de la cama, envueltos en sábanas.

- Sigues temblando...- le dije, notando las vibraciones en el colchón y acercándome un poco, preocupado.

- Estoy asustado...aún.

- ¿Puedo hacer algo para ayudar?

- Cuando me obligaste a ver aquella película de terror me sentí seguro cuando me abrazaste...- Mierda, era tan tierno y bueno que solo quise llorar por no saber hacer nada más que cagarla cada vez que estaba cerca suyo.

- ¿Puedo?- pero no era siquiera una pregunta, mis brazos ya estaban envolviendo su cuerpo y fundiendo nuestras tórridas temperaturas.

No recuerdo haber dormido tan bien como esa noche en todo lo que llevaba de vida.


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