- Estoy triste reconoció mientras llevaba un puñado de espaguetis a su boca. Hizo un mohín y después los sorbió rápidamente, con la mala suerte de que estos golpearon su cara, manchándola de salsa de tomate. - ¡Ah, mierda, mi comida me ataca!
Reí cuando dramáticamente alzó una mano al cielo antes de hacerse el muerto. Tomó una servilleta de papel y la pasó por su rostro eliminando la mayor parte de las manchas en él; aún con una sonrisa en mis labios me recliné sobre la mesa para llegar a alcanzarlo y pasé el pulgar cerca de su comisura, donde aún quedaba un poco de comida.
Lentamente volví a mi sitio y aunque él evitó el contacto visual presupongo por su sonrojo, que vio de soslayo como yo lamía mi dedo con normalidad. Mierda, era demasiado tierno.
- ¿Por qué lo estás?- pregunté rompiendo el momento, a sabiendas de que no sacaría nada de un silencio incómodo ni de una tensión no resuelta.
- No quiero volver mañana a clases, además... te... eso, ¿Sabes?... te echaré de menos...- esa última parte apenas la murmuró mientras casi se atragantaba con su comida para terminarla rápido. No me dejó responder ya que se levantó con prisas recogiendo su plato y cubiertos para llevarlo todo hacia la cocina y escapar de la escena.
Lo seguí con el corazón todavía dando botes de alegría y después de dejar las cosas en el fregadero vi como se quedaba apoyado en el mármol, esperando a tranquilizarse antes de volver a aparecer.
Puse mis manos en sus caderas después de acercarme silenciosamente y aunque dio un respingo no se volteó.
- No estés nervioso por decirme esas cosas...- susurré en su cuello. Estaba siendo un jodido hipócrita al decir eso mientras mi corazón martilleaba tan fuerte contra mi pecho que creí que Lui lo escucharía también.- Es muy lindo.- esperé su reacción pero solo y abrió y cerró la boca, como un tierno pececito.
No sabía qué hacer, qué sería lo correcto. Si por mi deseo fuera solo debía apretar más su cintura y hacerlo jodidamente mío sobre el mármol, pero Lui valía más que una simple noche de sexo y no pensaba arruinar lo que fuera que teníamos por una simple calentura.
- Yo no te echaré de menos...- dije acercándome un paso. No reaccionaba, parecía haber enmudecido y aunque estaba tan petrificado como una estatua no paraba de temblar. Con mis últimas palabras pareció sentirse cohibido pues bajó la mirada.-... porque pienso seguir viéndote. ¿Tú quieres?- asintió con lentitud pero sin embargo noté su anticipación, ya había empezado a responder antes de que concluyera mi pregunta.
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