Salí del exámen de matemáticas sin ganas de pegarme un tiro por primera vez en mi vida. No podía asegurar que tuviese buena nota, porque no creía en los milagros, pero estaba seguro de que había alguna posibilidad de que hubiese aprobado.
Me tuve que quedar durante una parte del recreo rellenando la última pregunta y salí el último de la clase pero aún así era un buen día. Jeremy, Till y Mark no se habían presentado a las clases ni a la prueba así que no debería enfrentarme a ellos, además aún me quedaba suficiente rato de recreo como para poder ir a ver Lui y quizá tomar algo con él.
Fui a la cafetería a buscarlo, era el lugar donde habíamos acordado vernos (yo ya sabía que él terminaría mucho antes que yo, el primero de la clase para ser exacto) pero cuando eché un primer vistazo no le vi.
Pasé cerca de una mesa donde los estudiantes estaban sentados de forma rala. Era un área callada y allí solían encontrarse los estudiosos devorando obras literarias o haciendo deberes.
La gran mayoría se escondieron detrás de sus libros y cuadernos esperando pasar desapercibidos; muchos se apartaron para dejarme paso e incluso alguno que otro dejó su libreta con la tarea del día a un lado, creyendo que se la quitaría y me iría.
Me pareció cómico el miedo con el que reaccionaban a mi pero entristecí al recordar que Lui también lo hacía y que todos tenían motivos para ello.
Me acerqué a un enclenque pelirojo con el que una vez que otra Lui se había emparejado para hacer trabajos. No creí que fueran amigos, el chico era un cretino pedante y no encajarían bien, pero de todos modos debía probar.
Coloqué una mano en su hombro y tan pronto como lo hice sucedieron dos cosas: todos apartaron la vista hacia otro lado y él volvió sus ojos a los demás, esperando encontrar una mirada amiga.
- Tú.- lo llamé al ver que no se volvía hacia mi.- Te estoy hablando, niñato.- tembló como una hoja y finalmente se atrevió a hablarme.
- J-Jackson, por favor, no me hagas daño... Ho-hoy no he traído nada de dinero, lo siento, te lo puedo dar mañana pero no me hag-
- Cierra la boca, me irritas- ese tono de voz chillón me hacía sentir airado y la presuposición de que solo me dirigía a él para golpearlo o extorsionarlo todavía más.-¿Sabes dónde está Lui?
Pareció desconcertado unos segundos pero después se calmó. Su mirada entonces se volvió triste y culpable.
- Se... se lo han llevado tus amigos al gimnasio.- se escucharon murmullos a mi alrededor. Todo el mundo hablaba ya de que seguramente habían arrastrado al pobre muchacho ahí para hacer de él una víctima más de mis golpizas.
No sabía lo que ellos planeaban hacer, pero yo sí sabía que iba a hacer: salvarle.
- Esos no son mis amigos. Lui sí lo es.- dije, aunque no me diría al pelirrojo. Hablé suficientemente alto para que toda la sección me escuchase.
El rumor saltó tan rápido de mesa en mesa que cuando llegué a la salida del comedor escuché a unas chicas chismorrear y señalarme mientras comentaban lo sucedido.
Corrí por los pasillos en busca del gimnasio. Me sentí aterrado, yo mismo había llevado a Lui ahí muchas veces. Era sencillo: un lugar espacioso, alejado y casi insonorizado. No hay que usar mucho la imaginación para saber que pueden hacer unos matones ahí con su presa.
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