7

 Louis se despierta pronto, a las nueve de la mañana ya que no hay universidad y puede permitirse dormir más; ha pasado la noche en la cama de la habitación de invitados por orden de Harry y gracias al mullido colchón ha tenido sus ansiadas horas de descanso.

Louis se levanta de la cama enérgicamente, emocionado por la idea de prepararle el desayuno a su amo, que es como debe llamarle de ahora en adelante, y de usar las ropas que ha dejado para él en el armario; no sabe cómo son, pero está deseando descubrirlo. Al abrir las puertecitas de madera se sonroja viendo una bata de satén blanco junto a unas braguitas de encaje negro perfectamente dobladas en la parte inferior del armario.

Pudoroso, se quita su pijama infantil y su bóxer y toma con delicadeza las braguitas. Son muy pequeñas, pero presupone que la idea es que le queden ajustadas. Cuando las coloca en sus partes nota como tapan perfectamente por delante, pero dejan las nalgas al descubierto, coronando la tela del lugar con un elegante lacito. Las bragas hacen que sus piernas parezcan más largas y su trasero más redondo, así como acentúan sus caderas al abrazarse a ellas. Cuando se coloca la bata de satín y la anuda a su cintura, los colores suben a su rostro de nuevo una vez se ve reflejado en el espejo. Sus pezones se transparentan a través de la delgada tela, así como su ropa interior oscura; la forma de la prenda hace ver su cintura diminuta y su figura esbelta, así que se siente bien con su cuerpo y eso lo anima a salir y prepararle un delicioso desayuno a Harry.

Puesto que Harry se ejercita y necesita muchas proteínas, Louis cocina tostadas con crema de cacahuete y un huevo frito; también hace un café porque los besos de Harry la noche anterior sabían a café y lo mantuvieron despierto gran parte de la noche.

Escucha el crujido de los últimos escalones y corre para tener la mesa servida para cuando Harry haya llegado. Cuando Harry entra por la puerta principal ve su desayuno humeante recién colocado y Louis sosteniendo el sándwich vegetal que ha hecho para él y sonríe. Louis ha estado esperándole y ha preparado todo a tiempo.

Él ama la puntualidad en los sumisos, los hace tan complacientes. Se acerca a él y lo toma de la nuca para atraerlo y darle un corto beso en los labios. Louis quiere desayunar siempre eso.

Harry se sienta en la silla y cuando Louis va a imitarle es detenido por la voz del dominante.

—De rodillas. Podrás usar sillas a veces, pero no ahora. Recuerda que ayer rompiste un plato, así que esto es parte del castigo.

—Sí, amo. —musita él postrándose a su lado. Espera a que Harry dé el primer bocado y haga un ruido de aprobación para que él pueda comer. —Amo... —lo llama, Harry se voltea masticando el pan con una completa mueca de gusto. —¿Cuál será mi castigo?

—Lo sabrás tan pronto como termines tu desayuno. Eres nuevo, pero eso no significa que vaya a ser suave contigo, espero que lo sepas. —Louis asiente, tomando otro bocado. No tiene mucho apetito tras oír eso, pero sabe que debe comer bien para hacer a Harry feliz.

En el momento en que los cubiertos tintinean contra el plato, Louis traga saliva. Harry ha acabado de comer.

—Retira los platos y ven a mi dormitorio, obtendrás tu primer castigo. Te aconsejo que no tardes demasiado.

Y no lo hace. Louis va tan rápido como puede dejando la mesa limpia y subiendo a toda prisa por las escaleras.

Cuando abre la puerta de la habitación se encuentra a Harry sentado en la cama, con las piernas cruzadas, una sonrisa cruel y un objeto extraño en las manos. Es metálico, tiene una base plana y circular, después un pequeño tronco delgado y termina por una especie de zona gruesa que termina en una punta redondeada.

—Cierra la puerta y ponte de rodillas delante de mí.

Su voz poderosa lo atraviesa como un rayo y no se demora ni un segundo en obedecer. Cuando hincado en el suelo siente que sus rodillas duelen, pero lo ama cuando piensa que por Harry. El hombre apoya sus codos en las rodillas para inclinarse y ver a Louis a la cara.

Rizos de chocolate caen frente a su rostro de forma graciosa y realmente desea acariciar el cabello de Harry, pero él le dijo que no tenía permiso para tocarle a menos que quisiera empezar una escena. Louis sabe que aún no está preparado para provocar a Harry y asumir las consecuencias.

—¿Sabes lo que es? —pregunta mostrándole el objeto. Lo coge por la base con la punta de los dedos, haciendo que la estructura con forma de gota mira hacia arriba. Louis lo examina, viéndose reflejado en él, y niega. —Es un butt-plug. —explica Harry, el nombre es suficientemente explícito y Louis capta la idea de inmediato. Abre sus ojos, horrorizado. —No me mires así, he tomado el más pequeño porque sé que eres virgen.

Louis enrojece, él nunca le ha dado la información, así que presupone que él es demasiado obvio y eso es bochornoso; no quiere parecer un novato, pero lo es.

—Amo, no creo que pueda...

—A la cama, ahora. —sus palabras se cortan de golpe. Louis siempre ama el tono autoritario de Harry, pero ahora le asusta un poco; piensa que su primer castigo es demasiado. De todos modos, sube a la cama y queda sentado en el centro de esta. —Estás siendo un buen chico, Louis. Ahora quiero te pongas a cuatro patas, prometo no ser más rudo de lo que puedas soportar.

—Confío en ti. —murmura Louis tímidamente y eso hace sonreír a Harry; él sabe que obedecer es sencillo, que el miedo, el interés y mil motivos horribles más puedes conseguir eso, pero la confianza genuina es algo que se gana y no puede ser reemplazada por algo mejor.

Louis termina en la cama sobre sus manos y rodillas y Harry se endurece solo de verlo así; encuentra divertido ver que, por su parte, su sumiso ya está totalmente duro. Se postra tras él y lo toma de las caderas, dejando el plug a un lado. Lo atrae hacia su pelvis y lo escucha gemir cuando presiona su erección contra el trasero del sumiso.

Cuando lo suelta, acaricia gentilmente un muslo y sube la mano por su trasero, bajo la tela fina, alzándola. Deja reposar el satén sobre la espalda del chico, descubriendo su provocativa ropa interior.

—¿Sabes que te ves jodidamente caliente con esto? —Louis ni siquiera sabe su propio nombre en este momento, pero trata de gimotear un agradecimiento por el cumplido.

Nunca se había sentido tan bonito; ni tan nervioso, cuando Harry toma el extremo de las braguitas y comienza a bajarlas lentamente hasta la mitad de sus muslos. Louis se siente tan expuesto, tan vulnerable y su indefensión de le hace deliciosa a Harry.

—Sumiso ¿Cuál es tu palabra de seguridad?

—Cajón. —murmura Louis, sintiéndose más tranquilo por la pregunta. Harry se está preocupando de que ambos la recuerden por si sucede algo.

—Bien, ahora quiero que mantengas la boca cerrada mientras meto el plug en tu culo; estás siendo castigado, así que no tienes el privilegio de gritar. —Louis se retuerce por esas palabras, su polla comenzando a chorrear líquido pre-seminal por la idea de Harry siendo duro con él y penetrándolo.

No creyó que le gustasen los castigos y sigue sin creer que pueda disfrutarlos en sí mismos, pero la voz dura de Harry, su mandíbula tensa y ojos serios coronados por un ceño fruncido valen la pena y si debe ser castigado lo soportará; o eso piensa al menos.

El hombre se aleja un poco y toma un pequeño botecito de encima del buró. Louis se siente inocente hasta el límite de ser estúpido al percatarse de que no es crema de manos, como él creyó en un principio. Una sensación lábil y refrescante se extiende entre las mejillas de su culo y Harry embarra su entrada con un par de dedos mientras traza círculos, tratando de relajar el anillo muscular.

Aplica un poco más de lubricante y Louis sabe que es porque va a entrar. Mete un dedo de golpe y un chillido se le escapa de la boca al notar el ardor en el trasero. Su nalga es azotada y debe morderse el labio para no gritar de nuevo; la quemazón carcomiéndole la piel.

—¿Qué te he dicho sobre gritar? ¿Acaso quieres un plug más grande?

—N-No, señor, lo siento... no lo volveré a hacer... —impetra con un hilillo de voz. Harry asiente satisfecho.

El dedo empieza a moverse dentro suyo y siente como todo su interior quema. Es una sensación incómoda el tener algo acoplado en tan angosto espacio, además de ser doloroso. Pero Louis toma una enorme bocanada de aire y se esfuerza por respirar profundo y aguantar.

Después de unos minutos, el dolor no es tan malo. Otro dedo presiona sobre su entrada y aprieta la mandíbula; cuando lo siente entrar lentamente suelta un largo y agudo gemido que hace que Harry se apriete contra sus pantalones de forma necesitada. Mueve los dedos lentamente y el chico profiere débiles quejidos, sin acostumbrarse aún.

Saca los dedos de golpe y Louis hace un enorme esfuerzo para no gritar por la sensación de vacío. Una mano le toma de la cadera, clavándolo en el lugar. Otra empuja el frío y grueso objeto dentro de su culo.

Louis no lo aguanta y grita hasta que su voz sale rota y lastimosa y se le llenan los ojos de lágrimas. El plug está a la mitad, justo en la parte más ancha, y puede sentir su entra dividiéndose bruscamente en dos.

—Lo estás haciendo bien, bebé. —solo bastan las palabras dulces de Harry para que Louis sonría entre lamentos y se deje penetrar por completo.

Cuando el objeto llega hacia el final, su culo lo absorbe rápidamente y es embestido por la lisa circunferencia dentro de él. Descubre el cielo en su cuerpo cuando el plug roza algo que la quita la estabilidad de las piernas y el pudor de entre los labios.

—¡Joder! —muerde las sábanas con toda la fuera que tiene, tratando de resistir a las tremendas oleadas de calor que amenazan con ahogar su cuerpo en un enorme orgasmo.

La parte plana del objeto queda sobre su entrada dilata, impidiendo que lo tome todo, y Harry la presiona un poco simulando una embestida. Louis grita de nuevo.

—¡Por favor! ¡Por favor, amo! —sus lágrimas caer sobre la cama deshecha y sus manos se aferran a las sábanas con toda la fuerza que tienen. Louis es solo una maraña de gemidos y estremecimientos, a disposición de su amo.

—¿Por favor qué? ¿Quieres que siga? —pregunta, dando otro pequeño embate con sus dedos sobre la parte exterior del plug.

A Louis se le ponen los ojos en blanco del placer y nota como toda su maldita piel está ardiendo y goteando sudor y llenándose de sensaciones que desconoce pero no quiere abandonar.

—¡Sí! ¡Por favor, mi señor! —el movimiento para en seco, Louis se siente desesperado, caliente y realmente confuso.

Solo quiere más de esa deliciosa sensación envolviéndolo hasta mandar su raciocino al infierno y su cuerpo al cielo.

—Levántate, deberías hacer la comida.

—¿Q-Qué? —pregunta Louis, con las manos agarrotadas y escalofríos recorriéndolo de pies a cabeza.

—Haz tus tareas, que lleves esto —dice señalando el plug anal. —no te exime de ellas. Vas a llevarlo hasta que a mí me apetezca, ese es tu castigo.

—Pero... —Harry lo corta tomándolo de las caderas y tirando de él. Lo sienta de golpe en su regazo y Louis gime alto, el objeto enterrándose profundamente en su trasero.

—¿Decías?

—N-Nada, señor.

—Buen chico. —Harry le acaricia el cabello y lo besa la frente, haciéndole sentir orgulloso de sí mismo por aguantar tantas emociones. —Ahora, iré a seguir trabajando en algo.

Lo deja solo en la habitación, con el trasero dilatado y un plug en él estimulándolo hasta hacerle perder la cabeza; ah, y con mil tareas que hacer y ninguna pista de cómo va a siquiera poder levantarse de la cama con eso ahí metido.

Finalmente lo descubre. Debe apoyarse en la pared y dar pasos de pingüino si quiere andar sin caer de cara al suelo y aunque luce ridículo, tiene la esperanza de poder llegar a la cocina; todo su mundo se desmorona cuando, al avanzar, recuerda que está en el segundo piso y que debe bajar las infernales escaleras.

Su trasero da violentos tirones cada vez que mueve una pierna mínimamente y el objeto en su interior de mueve molestamente, rozando a veces ese lugar que le arrebata las fuerzas y el aliento. Situado en el más alto escalón, mira hacia abajo y respira hondo. No son demasiados escalones, así que debe poder hacerlo antes de que su cuerpo entero tiemble de placer y acabe rodando por los escalones. Extiende la primera pierna y se inclina para bajar. Cuando el pie toca el escalón más bajo y manda una vibración a todo su cuerpo, Louis siente el aparato temblar dentro de él tocando la próstata.

Un gemido involuntario sale de sus labios y trata de bajar al siguiente escalón rápidamente para que el amargo —o más dulce— trago acabe pronto. Mala idea. Su cuerpo convulsiona levemente y los músculos se tensan, si vuelve a hacer eso se correrá y realmente no quiere hacerlo, sería tan humillante.

Decide bajar lentamente los escalones que quedan, aunque gime con cada uno de ellos y se toma un cuarto de hora para tan sencilla labor; un cuarto de hora en el que Harry es incapaz de concentrarse en su trabajo porque puede oír la fina voz desde el salón.

Cuando Louis llega a la cocina, siente que eso es lo más duro que ha hecho nunca e incluso las lágrimas acuden a sus ojos. Apoya su torso y cabeza sobre el mármol y deja que el frío le bese la piel, apagando las llamas en él. Cada bocanada de aire le llena los pulmones de brasas y sale por su boca acompañada de un ruido suave y obsceno.

Se incorpora con lentitud, enjugándose el sudor de la frente y recordando que debe hacer la comida y que, en su estado, va a necesitar mucho tiempo para ello. Obviamente quiere complacer a Harry con un plato delicioso, pero decantarse por algo sencillo le parece algo mejor para su salud mental. Finalmente se decanta por un poco de udón con verduras salteadas. Solo tiene que trocear algunas cosas, echarlo todo a la sartén y cuidarse de que no se queme.

Es sencillo, se dice, mientras empieza a sacar todo de la nevera y dejarlo sobre el mármol. Lo tiene todo fuera y contempla los alimentos con orgullo, él puede hacerlo. Entonces siente suaves manos deslizarse silenciosamente por sus caderas como serpientes, atrapándolo en un abrazo mortal. El cuerpo grande se prensa contra el suyo y Harry empuja sus caderas, haciendo que su endurecida entrepierna empuje el plug más adentro.

Louis da un pequeño chillido de sorpresa al notar el objeto moverse dentro de su culo hasta rozar el punto que logra tenerlo arrodillado. Se sostiene fuerte al mármol y aprieta los dientes para aguantar.

—¿A qué esperas? La comida no se hará sola.

Quiere replicar, pero un nuevo embate le arranca las palabras en forma de gemido.

Harry lo sostiene de las caderas con la fuerza necesaria como para dejar las improntas de sus dedos en la piel por semanas, y embiste lenta y profundamente haciendo que su erección profundice el objeto que Louis tiene dentro. El chico alcanza las verduras y el cuchillo con manos temblorosas y Harry, al ver eso, aumenta el ritmo y le quita el cuchillo de las manos.

Por seguridad, corta él los pimientos, cebollas y zanahorias mientras Louis se esfuerza por mantenerlos quietos sobre la tabla. Entierra los dedos en los alimentos y muerde su labio con fuerza. Tiene las rodillas contra el mueble para evitar resbalarse hasta acabar en el suelo. Oleadas de placer incontrolable lo recorren dejando su piel ardiente y lejos de su control.

Harry va más deprisa, empuja más fuerte y eso significa más hondo. El placer se intensifica, los gritos no pueden ser retenidos. Suelta lo poco que queda de comida por picar empuja su culo hacia Harry deseando sentirlo más profundo. Se aferra al mármol y sus piernas tiemblan.

—Más... más, por favor. —suplica mientras empieza a molerse imitando el ritmo del otro. Se imagina desnudo, con la posiblemente enorme polla de Harry dentro de su culo bombeando hasta llevarlo al límite.

Sus testículos se contraen y siente un tirón en la ingle. Va correrse y gime desesperadamente porque sabe, a unos minutos de él, que el orgasmo será demoledor. Pero Harry se separa y se aleja, Louis volviendo la cabeza con los ojos llorosos hacia él.

—No vas a disfrutarlo, pequeño, es un castigo. Ahora, termina la comida.

El chico realmente tiene ganas de llorar, arrojar la comida al suelo y golpear la casa entera con la sartén. Se siente como un niño con una pataleta porque le han quitado su juguete favorito.

Pero Louis logra respirar, calmarse, cocinar y tener todo listo y preparado para la hora. Incluso logra comer junto a Harry, con su polla dura apretándole en las braguitas y marcándose de una forma humillante a través del fino pijama. Harry no habla durante la comida, solo lo mira, sonríe y lo alimenta de algunos pedazos de su comida porque le parece tierno tenerlo vulnerable; Louis se siente bien y mal, al estar de ese modo. Le gusta la idea de ser vulnerable para Harry, de darle el control, pero ¿Quién le dice que no lo usará en su contra?

Cuando todo está terminado y los platos están en el lavavajillas, Harry demanda a Louis en el comedor. El chico solo llega y se arrodilla frente a su amo, sentado en el sofá, por orden de este. Harry puede ver en sus ojos llorosos todo el placer contenido y la anticipación; y una cantidad de miedo que sabe que va a tener que disminuir de un modo u otro.

—Has sido un buen chico ¿No es así? —pregunta Harry, acaricia la cabeza del chico como si de un pequeño cachorro se tratase. Louis se mueve, acurrucándose contra la palma de su amo.

—Sí, amo. ¿Podría correrme? —Harry ríe por su comentario. Louis aparta la vista, algo avergonzado. ¿Se ríe de mí?

—Claro, pero aquí tengo una norma para eso. Yo siempre voy primero.

—Oh... —las mejillas de Louis se colorean y bate sus largas pestañas mientras desvía la mirada. Harry no puede pensar en algo más bello que Louis siendo sumiso pero inocente.

—Dime Louis ¿Cuándo me seguías a donde yo te dijera de la universidad y obedecías todas y cada una de mis órdenes estremeciéndote por mi voz... algunas de esas veces pensaste en lo mucho que me deseabas? —Harry tiene la barbilla apoyada en su mano y su codo en la punta de la rodilla, está inclinado hacia Louis y el muchacho se siente observado con tanta intensidad que piensa que esos ojos verdes pueden atravesar su piel y clavarse directos en el corazón.

Louis no puede más que susurrar un débil ''Sí, señor.'' Y bajar la vista con un pudor infinito.

—¿Alguna vez pensaste en cuanto deseabas que te follase la boca? —Louis suelta una exclamación y acto seguido tapa su boca, mirando a Harry con los ojos abiertos como platos. —Oh, niño lindo ¿Ni siquiera eres capaz de pensar en cosas así? Será más divertido entonces hacerlas... —susurra, bajándose la cremallera de su pantalón.

La polla de Harry salta directamente hacia afuera y Louis siente que tiene demasiadas cosas de las que sorprenderse a la vez. La primera, que Harry le haya pedido eso y así; la segunda, que no lleve ropa interior. La tercera... Oh, joder. Harry es grande, muy grande.

Louis se queda paralizado frente a la venosa e imponente erección de su amo y no puede más que contemplarla con una mezcla de admiración y miedo. El hombre se reclina hacia él y toma sus cabellos en un puño, sin ser demasiado brusco.

—Ahora voy a meter mi polla hasta el fondo de tu garganta y la follaré tan fuerte como quiera. Vas a tener la boca llena de mí, no podrás gritar, suplicar, gemir y siquiera decir tu palabra segura, así que si algo anda mal quiero que uses tus dedos y me pellizques fuerte en el brazo ¿Entiendes?

La piel se Louis se eriza por esa voz ronca, cavernosa y rugiente. La voz de un alfa antes de establecer su voluntad de forma dominante, poderosa. Un pequeño río de satisfacción le recorre las venas al ver lo atento que es su amo; él ni siquiera había pensado en que no podría decir su palabra mientras le hacía una felación, pero Harry se ha preocupado por ello. Es tan lindo, tan lindo y jodidamente sexy y varonil. Louis suspira, asiente y es conducido hasta la cabeza húmeda. Se lame los labios y cuando los tiene enfrente, el terror lo inunda. Tan grande.

—No creo poder con toda, señor; nunca he hecho esto y tú eres... eres enorme. —Harry deja ir una risita agradable y la vista de sus hoyuelos hace sonreír a Louis también.

—Me halagas, pequeño, pero eso no te va a librar de nada. Voy ser comprensivo e iré despacio, pero hoy tú vas a aprender a tomarla toda y aguantar una buena follada. Más adelante te enseñaré a aguantar una de verdad. —Louis se estremece por lo último, susurrado malévolamente en su oído.

Sus cabellos son agarrados con más firmeza y Harry hace que los belfos del chico entren en contacto con la punta de su pene. Louis saca la lengua, probando el gusto salado y fuerte de otro hombre; no es para nada desagradable, pero es intenso, como su aroma, y siente que lo marcará como si se tratase de una presa.

Sin más dilación, Harry empieza a empujarse dentro de su boca y Louis se asusta. No ha tenido oportunidad siquiera de habituarse a la sensación de tener una polla entre los labios; ahora se desliza sobre su lengua, sin rozar los dientes. Louis abre la boca grande, notando como no queda espacio en él para más, Harry lo llena con su hombría, aún sin entrar ni a la mitad. Se siente borracho de su amo, pero quiere tomar más y más y ver sus ojos turbulentos de placer y brillosos de orgullo por su menudo esclavo.

Sus deseos se suprimen durante un instante, el instante en que su campanilla es golpeada y su cuerpo se dobla sobre sí mismo a causa de la arcada que lo sobreviene. Sin embargo, Harry ruge y toma su cabello más fuerte, dejando su polla donde está, causando que el estómago de Louis se revuelva y que la picazón de su garganta haga llenarse sus ojos de lágrimas. El brazo del sumiso siente la tentación de alzarse y empuñar un pellizco, pero se contiene.

—No voy a retroceder, así que respira y prepárate. Puedes hacerlo. —Louis niega, nervioso, puede ver sus labios hinchados y el resto de la enorme polla de Harry sobresaliendo de entre ellos; es demasiado, no podrá tomarlo. —Sí, sí puedes. —le advierte Harry, apretando el agarre en su pelo; Louis gime y acto seguido nota la erección crecer en su boca. —Respira.

Louis decide tomar la orden de Harry ahora que las arcadas están remitiendo y las lágrimas han dejado de brotar. Toma aire por la nariz e intenta relajarse; parece que funciona, así que inhala profundamente de nuevo. Entonces Harry toma fuerte su cabeza y se empuja hasta el fondo.

Louis entra en pánico, no puede respirar y la enorme polla está ensanchando su garganta, la nota protuberar en su cuello, ahogarlo, hundirse en él con una vehemencia demandante. Su nariz enterrada en una pequeña mata de vello púbico, sus ojos llorosos y las mandíbulas tensas. Tan indefenso, está tan indefenso. Quiere que Harry siga teniéndolo así, pero está asustado; ahora mismo podría matarlo con solo mantenerse clavado en su cuello, barrándole el paso al oxígeno.

Harry retira su miembro de la boca de Louis y este toma bocanadas de aire como si fuera a terminarse; las lágrimas nerviosas caen de sus ojos y pequeños hipidos escapan de su garganta.

—¿Estás bien, pequeño? —pregunta Harry sin abandonar su tono duro.

—Solo... solo asustado, amo. —reconoce, enjugándose las lágrimas y sonriéndole al ser consciente de que ha podido, de que realmente ha podido tomar a su amo por completo.

Se siente válido, orgulloso.

—Ahora, abre la boca de nuevo. —Louis obedece sin vacilaciones esta vez y cuando la siente entrar respira hondo por voluntad propia.

Aguanta las arcadas, retiene las lágrimas; Harry está orgulloso, y caliente. Empieza a follar su boca bombeando adentro y afuera, hundiéndose hasta enterrar la cara del chico en su pubis y después saliendo hasta que la punta enrojecida queda vinculada a los labios de Louis por un hilillo transparente.

Entra y sale gran velocidad, golpeando con fuerza la garganta del muchacho y recreándose en su calor y humedad, en los gemidos de Louis y sus desesperados intentos por respirar. Lo toma fuerte del pelo, sin poder aguantarlo más, y da una última embestida llegando al fondo de su garganta. Con un gruñido furioso escupe su semilla dentro de él, obligándolo a tragarla toda.

Cuando mira abajo los ojos de Louis están cerrados, las pestañas salpicadas de lágrimas y su polla flácida, con el vientre manchado de hilos blancos. Le parece tan sumamente tierno que su sumiso se haya corrido con solo darle una mamada. Louis, por su lado, se siente débil, asustado y humillando; Harry posiblemente se burle al ver que se ha corrido sin siquiera tocarse ahí abajo.

Se sorprende cuando el hombre le da un tierno beso en la frente lo levante y lo deja tumbado sobre el sofá.

—Iré a por algo para limpiarte. —le informa con voz dulce, como si segundos antes no hubiese estado tirándole el pelo para poder meter mejor su enorme hombría hasta sus intestinos.

Harry separa un poco su bata antes de irse, para que no se manche, y da otro pequeño beso sobre la frente de Louis. Vuelve en menos de un minuto con una toalla húmeda y humeante; se sienta al lado de Louis y mientras este le observa con admiración, la pasa cuidadosamente por su tripa hasta limpiarla y dejarla cálida y agradable. Después deja la toalla sobre la mesa, mira al chico a los ojos y se inclina.

Louis se pone nervioso y cierra los ojos sin saber qué esperar; un tierno beso es depositado sobre sus labios y después fuertes brazos lo levantan.

—Ven, quitaremos esto ya que tu castigo ha terminado. —explica Harry, moviéndolo con gentileza para tumbarlo en su regazo.

El gran hombre acaricia su espalda y después su mano se desliza sutilmente entre sus nalgas y tira del tapón anal. Louis aspira aire por el dolor; su entrada ensanchándose de nuevo y el cuerpo ardiendo por el fulminante orgasmo de antes. Cuando lo arranca bruscamente, Louis grita de dolor.

—Sh, ya pasó. Ahora voy a envolverte en mantas y haré pizzas y palomitas para ver alguna película contigo y poder darte abrazos durante ella ¿Sí?

Louis asiente con los ojos brillosos. Nunca habría podido decir que no a algo así, deseó desde el primer momento en que vio a Harry sus abrazos, caricias y cariñitos casi más que sus labios o su pasión; pensó que solo podía tomar una de las dos cosas, ahora siente que está en el cielo: no debe elegir entre un hombre tierno y uno rudo, Harry es los dos y es perfecto en cada uno de ellos.

—Louis... —explica, sentándose a su lado y acomodándolo en su regazo, preso entre sus brazos fuertes. —El BDSM es mucho más que ser dominante, castigador y agresivo; esto trata mucho más de cuidar lo que es tuyo, que de usarlo.

Louis asiente, todas sus preocupaciones volando lejos de los hoyuelos de Harry.

Comentarios