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 Noto un goteo extraño en mi cara y abro los ojos para comprobar de donde viene la molestia. Pequeñas piedrecitas se precipitan contra mi rostro; las sacudo con enfado y me incorporo, queriendo saber de dónde vienen. La habitación está vacía, salvo por que alguien ha colocado la comida sobre el buró.

Otra piedra más es lanzada, desde fuera de la ventana. Curioso, me asomo. Mis ojos se dilatan con sorpresa y agradezco traer las sábanas pegadas a mi cuerpo desnudo.

—¿Papá? —él asiente vigorosamente. Mi corazón comienza a latir demasiado rápido en mi pecho y la calma en mí se evapora de un momento a otro. Me alegro de verle, pero...—¿Cómo me has encontrado?

—Envié hace poco muchos grupos a explorar la zona y los que nunca volvieron parecían estar todos concentrados en las cercanías de esta zona. —explica, mirando a los lados en caso de que haya algún peligro— Menos mal que estás a salvo... Cariño ¿Es aquí donde viven los vampiros? —asiento frenéticamente, a sabiendas de que, por lo que he visto, este grupo de vampiros es el más grande que haya podido pensar nunca. —¿Te han hecho daño? —me preparo para asentir, pero realmente no siento que pueda hacerlo.

—N-No... —digo, a pesar de que es mentira. No sé por qué lo he hecho. A él parece sorprenderle menos que a mí la respuesta.

—¿Cuánto hay? ¿Cinco? ¿Siete?

—Creo... creo que casi veinte. —su expresión cambia radicalmente y parece cavilar algo. Mira al edificio y después a mí, de nuevo al edificio y de nuevo a mí. ¿Qué está pensando?

—De... De acuerdo. Aguanta ahí ¿Sí? ¿Por la noche están todos durmiendo? —asiento, él sonríe laureado. —De acuerdo, esta noche vendré a por ti, aguanta.

—Esp-

Se ha ido corriendo, cosa que es normal por el peligro que supone estar aquí. Siempre le dije a ese vampiro que mi padre vendría a por mí, pero en algún momento lo olvidé.

Como para ganar energías mientras pienso en lo maravilloso que es mi padre. Un hombre cuya esposa es asesinada por crueles criaturas se convierte en el líder del ejército humano y, más tarde, se arriesga a salvar a su hijo sabiendo dos cosas que echarían a cualquiera para atrás:

La primera, que, si lo atrapan ayudándome a huir, está muerto y toda la resistencia humana bajo su mandato caerá.

La segunda, que si me rescata con éxito los vampiros de este gran grupo temerán que su ubicación haya sido descubierta por el enemigo o que vaya a ser confesada a este por mí, y se trasladarán; no parece gran cosa, pero mi padre lleva más de medio año buscando una de las tres grandes madrigueras de vampiros y ahora que sabe dónde está la que aparentemente es más poderosa, va a sacrificar todo ese esfuerzo y tiempo por mí.

Estoy orgulloso de él, pero a la vez también me siento mal y no sé por qué. Decido que es mejor no pensar en ello y me voy a dormir, en unas horas anochecerá y yo me habré ido.

Escucho gritos por todas partes, golpes y madera crujiendo. Salgo de la cama de golpe y una enorme luz danza frente a mis ojos. ¿Acaso es de día y mi padre me ha abandonado durante la noche?

Aguzo mi vista entornando mis ojos y hallo una desoladora respuesta: fuego. La casa está en llamas y por la ventana veo como las figuras humanas huyen tras haber causado el caos. No puede ser.

Intento forzar los barrotes, pero obviamente jamás podré quitarlos. Corro hacia la puerta y la cadena en mi cuello me tira al suelo. Estoy perdido, voy a morir.

Todo el mundo sabe que a un vampiro se le mata cortándole la cabeza, clavándole una estaca en el pecho o con fuego, pero parece que han olvidado que los humanos también nos quemamos.

Me siento en la cama con el pecho encogido y los pulmones llenos de una extraña quemazón. Abrazo mis rodillas mientras un acceso de tos me posee y mis ojos lloran por una sensación de picor que no soporto. Todo se vuelve negro por el humo y sé que pronto inhalaré demasiado y moriré.

Las lágrimas caen por mis mejillas. No puedo hacer más, pero no quiero morir. La frustración me llena las venas y el humo los pulmones.

No quiero morir aquí, no quiero morir así.

No quiero morir solo. Siempre pensé que lo último que viese antes de morir sería a mi padre, diciéndome que luche bien y que morí con honor. Ahora lo único que veo es su cobarde sombra escapando después de prenderle fuego a su propio hijo.

La puerta cae de golpe y una figura enorme se desliza entre las llamas, toma mi cadena y la parte en un periquete. Entonces veo la figura de Dunkel andando entre el fuego, aún con parte de su piel derretida, exponiendo el músculo y dejando el resto como colgajos de carne inútil.

Las llamas saltan a su espalda y allí se alimentan y crecen, pero no parece importarle. Me toma en sus brazos con brusquedad y corre conmigo en ellos golpeando los obstáculos que el humo no deja ver.

Después noto que soy lanzado al exterior y aterrizo sobre blanda hierva. A un lado veo a Miquel, abrazado a un gran vampiro y llorando por ello. Hay cuerpos ardiendo en el suelo, inmóviles. Ni siquiera les conocía y eran vampiros, pero las lágrimas me salen solas al ver a Dunkel arrancarse la ropa y piel para liberarse de las llamas, sabiendo que él podría haber sido también una víctima.

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