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¿Entonces sustituyo el valor por la equis en la derivada y… es la pendiente de la recta tangente en ese punto?

—¡Exacto! —Lui sonrió por primera vez en el día y no sé por qué, pero me pareció la cosa más bella que había visto en toda mi vida.

A veces, cuando le golpeaba y me miraba llorando me parecía adorablemente bonito, pero esa sonrisa me dejó de piedra y solo pude preguntarme ¿Por qué?

Llevaba media tarde tratando de hacerme comprender las matemáticas y por fin comenzaba a pillarlo. No era fácil, eso lo aseguro, pero tampoco era un conocimiento inaccesible para mí.

Comencé a ver los números del libro como algo más que jeroglíficos incomprensibles, eran algo que con esfuerzo yo podía dominar. Solo necesitaba seguir así.

Extrañamente una sensación de júbilo y calidez me invadió.

Más que cuando todos me miraban aterrorizados, más que cuando golpeaba a los frikis. Me sentí casi tan orgulloso como cuando ganaba en el ring y me daban el primer puesto en los concursos.

Levanté la palma de la mano, sonriendo yo también y Lui chocó su palma contra la mía, ahora sin sonrisa alguna. Solo nervios y miedo. Me sentí mal por ser el culpable de esa reacción en él.

—Podríamos mirar el ejercicio veintidós entonces. No te pide eso exactamente, pero tiene que ver y así podremos pasar el siguiente apartado y…

—Nah, mejor hacemos un descanso ¿No crees?

—Oh, sí… —accedió haciendo una mueca avergonzada—Perdón, e-es que no suelo hacer descansos.

—Tienes que dejar de ser un poco tan empollón y relajarte un rato, tío. —él solo me miró raro y asintió cortésmente, dándome la razón para evitarse problemas, como si acaso no la tuviera.

Me desperecé en la silla y me alejé un poco del escritorio, Lui simplemente me observaba callado.

—Oye, hay algo que no me respondiste una de las veces que te pregunté… Y eso me molesta mucho.

—¿E-El que? —preguntó él alarmado, empujando su pelo liso de emo a un lado.

Bueno, realmente no parecía seguir esa estética, pero su cabello si coincidía con ello.

—Si de verdad eres maricón o solo era un rumor.

Tragó saliva, lo vi y prácticamente la escuché bajar por su garganta. No había previsto esa pregunta y estaba notoriamente nervioso.

—¿M-Me pegarás dependiendo de la respuesta?

Me sentó mal. Horriblemente mal esa pregunta. Tenía miedo de mostrarme su inclinación sexual por temor a ser golpeado por ella y, aunque quise decirle que eso era una tontería, no pude: Ya le había pegado anteriormente por ser o creer que era gay.

Yo no era homofóbico, ni mucho menos, pero prefería alejarme de ese tipo de gente. No podía comprenderlos y además aquel crío era totalmente un bicho raro. Pero no quise golpearlo en ese momento.

—Te pegaré si no me respondes.

Bromeaba, pero mi tono pareció no coincidir con mis intenciones y solo lo incomodé más.

—S-Sí.

No me sorprendí, era una respuesta de esperar y aunque el rumor no se hubiese extendido su cuerpo de chica, su fragilidad femenina y su comportamiento delicado daban una clara respuesta a esa pregunta. Además, ninguna chica saldría jamás con un hombrecito tan pequeño, patético, infantilmente lindo y andrógino.

—¿Y cómo te diste cuenta?

Las palabras salieron de mi boca por si solas, aunque no me arrepentí. Fue de forma natural así que soné más amable de lo común y me enorgullecí de ello. Ahí dentro, con ese pequeño chico afable y altruista no tenía por qué comportarme como un completo capullo, no tenía ninguna reputación que mantener, además, me estaba ayudado mucho y era paciente y bueno conmigo.

Me hacía sentir gratificado y además, aunque yo sé que lo era, él jamás me hizo sentir tonto (cosa que le habría sido fácil y contra la cual no habría actuado, pues era prácticamente necesaria).

—Yo, em… UM, bu-bueno… Cuando había besado a chicas jamás me gustó demasiado, solo era… ¿Raro?, lo que sea. Solo, em… u-un día me sentí atraído por un chico y supe que era eso lo que me gustaba.

—Para el carro ¿Tú te has besado con chicas? Eres un nerd, friki, empollón y canijo ¿Cómo va a ser eso posible?

Eso sí que me sorprendió. Aquel niño debía ser más virgen que el aceite y con virgen me refiero a todos los ámbitos sexuales, de hecho, apenas me lo imaginaba haciéndose pajas como otro cualquiera, cosa que realmente era obvia que hacía ¿Porque si no iba a tener pañuelos de papel al lado de la cama? Jamás lo había visto resfriado. Pero recordé algo.

No solo tendría esos pañuelos para desfogarse sexualmente sin dejar rastro, sino para sus llantos diarios. Llantos provocados por un capullo que hacía de la vida de una persona tierna y maravillosa un infierno. Exacto, yo.

Tremendo imbécil era.

—Voy a un camping cada verano, unas semanas. A-Allí tengo algunos compañeros y ellos me presentaron a conocidas borrachas y… bueno, yo no quería, pero lo hice por presión. Aunque ellas me pedían hacer otras cosas y yo solo las dejé en casa… no quería aprovecharme.

—Menudo pardillo.

Espeté con furia. Algo en la idea de que aquel mocoso se hubiera besado me alarmaba y hacía que mi sangre hirviera, como aquella vez que vi a otro maricón ligando con él y le di una paliza de muerte. Lo mandé al hospital y después se mudó a otra zona.

Me enloquecía ese tipo de cosas y no sabía por qué.

—Yo me las follo estén sobrias o ebrias. Dejarlas en su casa es de maricones. Bueno, he acertado en este caso.

—Bueno yo… aunque fuera heterosexual no haría eso. Esta mal, es aprovecharse de los demás.

—¿Lo es? Vamos, todas las putas a las que me tirado, con o sin alcohol en sangre, venían detrás de mi gran polla como perras hambrientas. Solo les di lo que buscaban.

Él solo asintió poco convencido y al oír mis propias palabras creo que soné chulesco y bravucón. Me gustaba mostrarme hostil y presumir de que siempre conseguía lo que quería y de que todas me querían conseguir a mí.

Esa capacidad de alcanzar mis metas gracias a mi carisma y atributos y ese deseo que mi cuerpo generaba me hacían sentir superior. Como un producto de mejor calidad y, por tanto, más demandado.

—¿Y quién fue el tío que te la puso tan dura como para pasarte a la otra acera, mariconcito?

—No me gusta hablar de eso. Soy algo más que mi orientación sexual.

Esta vez habló sin titubear y sorpresivamente me miró a los ojos. Ese azul pálido me resultó hermoso, profundo y lleno de convicción.

Un mar, sus ojos eran un mar y yo solo nadaba en la superficie. Sentí que quería hundirme en él hasta quedarme sin respiración.

—Sí. — afirmé yo comenzando a burlarme —Un montón de libros y nada de vida social. Eso eres.

—Hago más cosas a parte de estudiar. Soy aplicado, no un obseso. Tengo más tiempo libre que de estudio en total. —informó orgulloso y dolido, como si hubiera menospreciado el valor de su persona al creer que su vida se basaba únicamente en el aprendizaje.

—Pues sí que eres listo como para sacar esas notas y seguir teniendo tiempo libre.

—¡Gra-gracias! —enrojeció y chilló sorprendido. Ese halago salió de forma sincera de mis labios y no pensaba retractarme.

Era la pura verdad y por ella le había escogido como mi profesor particular. Aunque a veces algo de envidia afloraba en mí.

—¿Y en qué empleas tu tiempo libre?

—En mis hobbies.

—¿Y tus amigos?

—Los únicos que tengo son del camping y solo voy con ellos porque mamá me obliga. Me caen mal, pero tengo que ‘’socializar’’. —respondió fastidiado, casi tan asqueado del humano promedio como yo lo estaba del empollón ejemplar —Así que supongo que no tengo amigos.

—¿Y porque no intentas hablar en clase con la gente? Todos creen que eres un bicho raro asocial.

—Supongo que lo soy… —respondió desalentado. Pero era mentira, él era capaz de ofrecerme más conversación que cualquiera de mis mejores amigos, a los cuales les parecía un logro articular más de tres palabras seguidas con sentido y normalmente incluían tacos —Además la gente tiene miedo de hablar conmigo.

Recibí de su parte una mirada acusadora que ni comprendí ni me gustó nada.

—¿Qué? Eres el enclenque más inofensivo que conozco. Hasta una chica podría contigo ¿Por qué iban a tener miedo a hablarte?

—Por ti.

Sonó tan dolido y cortante.

El resto de la tarde fue estudio, una silenciosa cena y un sueño largo y reparador para mí.

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