- ¡Maldito Kook! ¡Maldito Tae! ¡Malditos cazadores!- entró Suga en casa, azotando la puerta y gritando como si tratase de invocar a mil demonios.
Mi primera reacción fue asustarme; eran las cinco de la madrugada y aunque yo no hubiera podido dormirme por la preocupación sí que me encontraba amodorrado, así que su intromisión me sorprendió de forma non grata.
- ¿S-Suga?- pregunté asustado, mirándolo desde la distancia.- ¿Q-Que ha...
- Sigo sin encontrar a Kook y ahora tampoco a V ¡El muy imbécil ha tenido que irse por su cuenta! Ah... menuda mierda.- realmente no había visto al vampiro así jamás.
Era cierto que la situación era estresante y aunque yo sentía la frustración en carnes propias pues ese problema nos concernía a todos, Suga parecía a un solo suspiro de perder los estribos. Él siempre era una persona de gran templanza y por eso me asustaba pensar en que pasaría cuando cruzase su límite.
Tenías las manos agarrotadas o formando puños apretados, como si estuviera a punto de demoler la maldita casa a golpes; los ojos rojos incandescentes y la pupila dilatada de una forma que me hacía que me aterrara mirarlo. Era como ver la maldita puerta al infierno ¿Que digo? Más que una puerta, parecía una entrada al averno en forma de pozo ¡Tan oscuro y profundo! Su mirar me amedrentaba como si fuera capaz de matarme solo con él.
Su piel pálida lucía grisácea y seca, bajo sus ojos pequeñas manchas oscuras surgían y en sus brazos y cuello las venas más prominentes comenzaban a sobresaltar más que de costumbre. Sus colmillos estaba totalmente fuera de control, expuestos como nunca y rozando sus labios como si fuera una especie de bestia salvaje.
Lo escuchaba respirar fuerte y rápido y si no fuera imposible creería que estaba a punto de sufrir un infarto. Quizá era eso, le iba a dar un infarto de colmillos o algo así; no se, lo que se supone que le pase a los vampiros.
- Yoongi, tranquilízate.
- No puedo, soy demasiado joven como para toda la energía que acabo de desperdiciar para nada ¡Mierda, es que todo sale mal!- golpeó el mueble de la entrada al decir eso y cuando creí que no había sido para tanto, este se desplomó en dos mitades astilladas.
Tragué saliva, lleno de terror y adrenalina. Supe que Suga podía oler ese estado en mí por la forma hambrienta en que me miró mientras se me acercaba.
- ¿P-Puedo hacer algo para que te calmes?- pregunté mientras sus manos se afirmaron en mi cintura y aunque nuestros rostros chocaron él siguió avanzando hasta tenerme contra la pared.
Siempre hacía lo mismo, pero es que tonto de mí... no podía parar de asustarme y emocionarme cada vez que pasaba.
- Hay tantas cosas que puedes hacer...- susurró sobre mi boca, mirándome los labios con una fijación hambrienta antes de mirarme a los ojos, devorándome con solo su maldita expresión facial. Amaba tanto esa mezcla de rudeza y finura en su rostro. El diablo vestido de seda.- Tantas cosas para las que no estás preparado...- se burló riendo mientras me miraba con superioridad.
- ¡Sí estoy preparado!- exclamé ofendido, aunque muy para mi desgracia ni me había parado a pensar en lo que decía.
- ¿Porque me tientas a hacerte daño? Sabes que te quiero y no pretendo herirte... Por ahora, sólo puedes hacer esto.- murmuró antes de que sus labios besasen los míos.
Serían pocos los ósculos que compartíamos, pero eran tan intensos que bastaban para dejarme temblando como una gelatina por el resto de mi maldita vida.
Demandante y rudo. Sus labios se movían con fiereza atrapando y chupando los míos como si mi boca fuera una maldita golosina, y sus dientes me mordían los labios con fuerza, tanteando con los colmillos la posibilidad de hacerme sangrar; me avergoncé al gemir cuando su lengua acarició mis labios y después se adentró para rozar la mía con obscenidad.
Su lengua estaba helada, era como hielo lujurioso recorriéndome la boca en busca de mi calor y me gustaba aquella sensación impactante y pudorosa. Sus colmillos atraparon mi lengua un segundo, consiguiendo que gritara un poco y perdiera el ritmo del beso; noté sus labios estirarse en una sonrisa burlona por ello.
Me liberó de aquel hechizo roba alientos y sus labios se alejaron de los míos, brillantes; se relamió de una forma completamente sensual y cuando vi su lengua perfilar los colmillos me sentí tan indefenso...
- Mírate, dices que estás preparado pero con un solo beso ya no puedes más.- una risa sardónica fluyó grave desde su paladar y yo fruncí el ceño ¡No era tan débil! Ese maldito me hacía lucir siempre como un mocoso, pero era su culpa por ser tan magnífico ¡A su lado todos los hombres del mundo parecerían jodido críos cobardes!
- ¡No es justo! ¡Es un beso de un vampiro! ¿Como se supone que debo reaccionar sino? Además, es un beso del vampiro más jodidamente caliente del mundo...- en ese momento fui consciente de que lo había dicho, en vez de solo pensarlo y quise lanzar mi cerebro por un precipicio, pero ya era demasiado tarde y la risa melódica del demonio me taladraba los oídos.
- Que atrevido, pequeño...-susurró acercándose a mi con elegancia gatuna, como si no estuviésemos ya bastante pegados.- Tan atrevido que deseo comerte ahora mismo por ser tan insolente.- unos besos en mi cuello me alarmaron. Eran dulces, sí, pero la intención que los subyacía era de una crueldad tan fría como los labios que se posaban sobre mi piel.
- Y-YoonGi...-su nombre escapó como un gemido entre mis labios y en el acto me avergonzé por ello. Se me olvidó lo que quería decirle con el siguiente beso, que fue más largo y supuso que sus labios se detuvieran con mayor deleite sobre mi piel expuesta.
- De verdad, Jimin, te quiero comer...- me miró a los ojos entonces, haciéndome aquella sucia y perversa proposición con ojos rojos y sonrisa de afilados colmillos.
Cuando esos rasgos asaltaban su rostro, por más bello y salvaje que me resultara, daba la impresión de no ser él y un profundo terror me atrapaba. Quería gritar cuando me miraba con esos ojos de demonio.
Parecía un desconocido y odiaba esa sensación. Suga jamás me haría daño, lo sabía, pero la bestia dentro de él salía a veces y esta no era amiga de nadie. Ni siquiera de mi. Y yo no hablaba en un sentido metafórico cuando hacía referencia al animal salvaje que subyacía en YoonGi, era algo muy real y aterrador que no podía ser negado. Algo que veía en el rojo de sus ojos o en blanco de sus colmillos.
- P-Pues que pena, no quedan Jimins, tendrás que pedir otra cosa para co-
- ¿Sabes? Tae tenía razón... Es tan problemático que sepas nuestro secreto...-suspiró fingidamente para acto seguido hacer un puchero que desentonaba con sus colmillos pero que de igual forma le hacía verse algo tierno- matarte sería la mejor opción.
- Pero no lo harás.
- ¿Porque no?
- Te gusto demasiado para eso.- Suga profirió una leve risa y yo tragué saliva, tenía razón ¿No?
- ¿Ah, sí?- preguntó él divertido mientras alzaba una ceja. Yo asentí vigorosamente y entonces él rió de nuevo.
- Pero por si acaso, por favor hyung no me mates.- supliqué mientras seguía absorto en aquellos ojos tan aterradores. Me dolía pensar que bajo aquel juego de amenazas, una parte de Suga sí deseaba matarme y no sentiría remordimientos por ello.
- Sería lo más fácil...- susurró acercándose a mí con expresión seria y ahí sí me asusté. Cerré los ojos con temor y él se detuvo justo cuando sus labios rozaron los míos.- Pero sabes que me gustan los retos.
- S-Sé que te gusto yo.- dije con las mejillas coloradas y una gran sonrisa en mi rostro. Me gustaba recordar eso. Él se peus serio de nuevo, no le gustaba demasiado que yo mencionara aquello, pero eso sólo demostraba que era cierto y me encantaba.
- Sí, tengo muy mal gusto...
- ¡Oye!- intenté golpearlo en la cabeza pero tomó mi muñeca dejándome totalmente a su merced. Era inverosímil la fuerza que tenía.
- ¿Sabes? No es justo. A Kook nos lo comimos por un año al descubrir nuestro secreto y tú... sales ileso ¿No crees que eso está mal?- preguntó de forma mordaz mientras que con una mano retiraba una hebra de cabello de mi rostro, ocultándola tras mi oreja. Dios santo, fue un roce leve pero temblé entero.
- Bueno, y-yo soy más guay que Kook ¿Eso no me salva?
- No, no. Creo que no.- dijo burlesco mientras se relamía lleno de gozo por mi expresión de puro terror.
- P-Pero tú no dejarías que V me mordiera ¿Verdad?- sentí un nudo en la garganta al ver a Yoongi sonreír. Era cierto que él jamás dejaría que nadie me lastimase enserio, pero el compartir presas era algo que Suga me había pintado muy divertido para ellos; y si no me iban matar, no creo que esa idea fuera a molestar a Suga.
- No sé, depende. Si te portas bien mientras yo lo hago no. - me desesperé al escuchar eso. Suga ya me había mencionado que eso de portarse bien significa en esencia quedarse quietecito y callado, pero cuando él me mordía yo era un huracán de gritos y golpes, como un bebé teniendo una pataleta; pero es que me era inevitable. No podía hacerme eso, no podía dejar que Tae...- Bromeo. Solo te morderé yo.
- ¿Se supone que eso es romántico?
- ¿Se supone que tendría que serlo?
- Viniendo de ti, lo dudo- reí un poco al ver la expresión molesta de Suga y aunque su rostro me aterraba cuando presentaba ese cariz demoníaco, puse los dedos en sus comisuras y estiré hacia arriba creando una extraña sonrisa.
- ¿Eso debería ser gracioso?- preguntó alzando una ceja y apartando mis manos de su boca.
- Lo sería si no fueras un amargado,- respondí haciendo un tierno puchero, o al menos eso pareció cuando los ojos de Suga brillaron al verme esbozar aquella mueca.
- ¿Sabes?- soltó de repente- Aunque seas un humano, te me haces interesante.- era estresante la forma en que sus cumplidos lo eran a medias y venían acompañados de algo ofensivo. Pero él no era el único capaz de herir.
- Y tú aunque seas un ególatra borde y matón, eres agradable a veces.
- ¿Si tan malo soy que haces ahora aquí conmigo?- sonrió lascivo y atisbé a escuchar una leve carcajada.
- ¿Perdona? Tú me has obligado a quedarme ¡Yo quiero ir a por Kook!
- Es peligroso que estés ahí afuera. Si no encuentras a Kook alguien malo puede encontrarte y si encuentras a Kook quizá te come. Aunque, pensándolo bien, no hay mucha diferencia con lo que va a suceder ahora...
- ¿A que te refi- Sus ojos brillaron con un fulgor aterrador a la par que hermoso, como un fuego que devora vidas pero del que no puedes apartar tus ojos ni un instante. Tan mortal pero morboso. Sus colmillos sobresalieron en una demoníaca sonrisa. Entonces comprendí.- Oh...
- ¿Y esa cara de decepción? No tienes porque hacerlo si no quieres, puedo salir a cazar- un cadáver. Habría un cadáver más en las calles esa noche y la elección dependía de mí.
- ¡No! No mates a nadie... No quiero que nadie muera por mi cobardía...
Sus manos entonces acunaron mi rostro y desde las llamas del infierno, sus ojos se estiraron para darme una mirada condescendiente.
- No tienes que asumir esa culpa. Lo que yo haga es mi responsabilidad. Esas muertes no son más que mías.
- ¡Pero puedo evitarlas esta noche!
- Y podrías evitarlas todas si me matases.- me dejó helado. Era verdad y eso dolía. Lo sabía, que esos actos no eran de nadie más que de Suga, pero me sentía partícipe si no me volcaba en evitarlos, aunque realmente la culpa no fuera mía. Pero pesaba en mis hombros y no podía evitarlo.
Me mordí el labio, dolorido. Suga tenía razón, era así ¡Era así! ¿Porque mi corazón no lo sentía así?
- Kook no tienes que hacerlo si no quieres.
- ¡Sí quiero! No solo por ellos... por ti.- de alguna forma me sentí culpable al decir eso, ni siquiera pude mirarle a los ojos. No era excusa, era la verdad, pero no se sentía así. No sonaba así.- No es buena idea que mates si hay cazadores.- la sola idea de Suga siendo cazado del mismo modo en que los humanos lo eran por él, me dejaba el corazón hecho trizas.
Yo no era nada, nadie que pudiera protegerlo. Me sentía impotente, por eso si había algo, por mínimo que fuese, que yo pudiera hacer con tal de que aquel chico de ojos de fuego y corazón de hielo estuviera más seguro, daría mi alma por hacerlo.
Eso si no la había dado la primera vez que besé a Suga.
Sus labios volvieron a sellarse contra los míos y afirmó sus manos en mis caderas. El beso fue fugaz como un parpadeo pero dulce y tranquilo. Era como una disculpa que sus labios pronunciaron sobre los míos.
Después vino el porqué de aquel intento de pedir perdón.
Tuve suerte si así puede llamársele a perder el conocimiento chillando como una niña a los dos segundos de tener dos dagas filosas enterradas en el cuello.
El dolor había sido el de un pinchazo al principio, pero pronto mutó a una mole de sufrimiento que mi cuerpo no podía soportar. Dolía tanto que aunque grité (y lo sé porque me levanté afónico después), no pude escuchar ese sonido venir de mi garganta. La agonía era tan grande que perdí mis sentidos. Después perdí el sentido, literalmente.
Una mano gélida apartó los cabellos de mi frente y se quedó ahí unos segundos, como comprobando que no tuviera fiebre. Un suspiro aliviado corroboró que yo estaba bien. No pensé en hablar o siquiera abrir los ojos, todo estaba oscuro y yo me hallaba tan débil que no tenía noción de estar despierto. Y no la tuve durante mucho rato, de hecho no me levanté hasta que escuché la voz de Suga susurrar un preocupado ''por favor".
No parecía él, había sonado tan quebradizo. Tan humano.
- ¿Estás bien?- preguntó con rostro apático. No necesitaba una mueca para saber que estaba angustiado por mí, el hecho de que estuviera a dos centímetros de mi cara, casi lanzándose sobre mí, cuando abrí los ojos, hablaba por sí solo.
- Me duele la cabeza, el cuello y el estómago, tengo hambre, me siento débil y quiero ir a cagar. Ser humano apesta.- rió un poco por mi tontería, pero ante la última frase endureció su rostro y la risa se tornó melancólica.
- Ser un vampiro tampoco es genial. Bueno, quizá demasiado y por eso también apesta.
- Como siempre, vuelvo a no entender nada...
- Los vampiros vemos todo a través de otro filtro, no lo comprenderás hasta que lo veas, pero de todos modos puedo explicártelo. ¿Crees que mis ojos son hermosos?- la pregunta me tomó por sorpresa y ante mi sobresaltó sus ojos me escrutaron con diversión.
Perlas negras que ardían por cada emoción. Ojos de gato prendidos por un hambre sobrehumana ¡Demonios! ¿Cómo no iban a ser preciosos?
- S-Sí.- el rió, recorriéndome como si yo no me percatara de ello.
- Obvio, lo son.- fruncí ceño ante su egocentrismo. Daba igual que tuviese razón, esa forma ufana y simple de sonreír mientras se auto proclamaba bello me ponía de los nervios.- Los ojos de los vampiros son bonitos, por eso con ellos todo lo que hay en el mundo nos lo parece. Al principio abruma y te hace sentirte devoto e interesado por la cosa más insignificante, después aburre. Si todo es precioso ¿Cual es el punto de buscar la belleza? Todo es lo mismo, todo es aborrecible.- iba a intervenir, apenado por aquellas tristes palabras, pero al abrir la boca, alzó la mano para detenerme y seguir él.- Entonces te encontré a ti. Eres diferente del resto de cosas del mundo.
- ¿Me... me estás llamando feo?- rodó los ojos ante mi ofensa y le restó importancia con una mano antes de proseguir. Ese maldito chupasangres no sabía decir nada bonito.
- Tu eres bello, pero no por mi mirada. Mis ojos no te otorgan más de lo que ya tienes. No hablo de tu físico, eres atractivo, pero no es eso lo que más me interesa de ti. Tu cara bonita son solo huesos, carne y músculos. No es nada en realidad. Pero tu alma ¡Es hilarante! Y eso que nunca río... Eres una caja de sorpresas, Minnie. Estás lleno de contradicciones y eso me encanta. Eres tan valiente como para acosarme, pero me temes más que a nada, haces tonterías como un niño de tres años, pero piensas y reflexionas tanto, eres tierno como un pequeño cachorrito, pero te pones férreo para defender a quienes aprecias.
Un trueno sonó afuera y la luz del razó iluminó nuestros rostros durante unos instantes. Rostros desapareciendo en la oscuridad y dándose a conocer con electricidad y brevedad. Sus palabras me habían calado hondo y junto a la lluvia que repiqueteaba contra las ventanas, me sentía sumido en un ambiente misterioso y melancólico. Suga tenía tanta razón. Cuando decía que notaba su mirada en clase, no bromeaba y ahí estaba la prueba: me había hurgado en el alma.
- Es... es gracioso.- mencioné al pensar en el retrato que Suga había hecho de mi. Me reconocí o mejor dicho, me conocí por primera vez.- Ese al que describes soy yo, pero yo no habría podido hablar de mi de ese modo. No se quien soy, en verdad, no puedo narrar mi identidad y eso me asusta. Me desconozco y que tu puedas definirme me hace sentir más seguro.
Me derrumbé llorando en sus brazos. Miedo a mirarse en el espejo y no reconocerse. Miedo a que pregunten quien eres y no saberlo. Miedo a la muerte del yo en vida.
- Ahí está de nuevo una contradicción.- rió arullándome con sus murmullos y con el viento que soplaba acompañando a la tormenta. Me gustaba la tempestad, era confusa y desoladora, por eso verla desde el hogar me hacía sentir la persona más segura del mundo.- Eres el chico con la personalidad más bien definida y única que he conocido jamás, sin embargo tiene miedo de mezclarte con una personalidad estándar... ¿Sabes que? Es más importante ser quien eres que saber quien eres. No necesitas conocerte, no necesitas definirte; por eso eres tu, porque no tienes que cumplir un definición o unos límites, tu solo te haces a ti mismo. Eres tu propio producto y jamás vas a estar terminado. Estar concluído es algo triste, alégrate de lo que eres.
- Yoongi, eso es tan bo- de golpe la mano del vampiro estaba contra mi boca y sus ojos se hallaban abiertos como platos. Refunfuñe contra su palma, ganándome una severa mirada.
Me silencié a regañadientes sin comprender que pasaba, pero a los cinco segundos tocaron a la puerta y Suga apretó los dientes y miró a los lados con terror.
Se acercó a mí colocando un dedo en mis labios para que no hablara y él lo hizo en mi oído con un hilo de voz. Apenas podía escucharle.
Supongo que ya era una costumbre eso de no entender que coño sucedía.
- Están llamando a la puerta. No huele a humano. Puede que sean los cazadores. Jimin, haz que se vayan, yo me ocultaré. Soy demasiado evidente. Ten cuidado.
- Esp- y ya no estaba ¡El maldito me había endilgado aquel marrón a mi!
Era cierto que de tener los sentidos tan aguzados, esos seres discernirían fácilmente a un vivo de un muerto y por lo tanto mostrarse no era una opción para Yoongi, pero yo no sabía qué hacer con todo aquello ¿Cómo debía uno distraer a dos cazadores de vampiros sobrenaturales? Prepararles un té no parecía buena idea. Un té sobrenatural tal vez ¡Pero no sabía cómo demonios hacerlo! Quizá con polvo de hadas en vez de azúcar pero no creo que eso se venda en el supermercado y ¡Y cuando estoy estresado pienso tonterías, joder!
- ¡Ya va, ya va!- grité cuando los toques pasaron de ser tímidos a agresivos. Temía que de un momento a otro echaran la puerta abajo. Corrí hacia la entrada y respiré hondo.
Conté hasta diez y me repetí, como una mantra, que debía estar tranquilo. Me dieron arcadas de lo nervioso que me encontraba.
Giré pomo, esperé no vomitarle encima a unos malditos sicarios no humano. No lo hice, era un buen comienzo. Mis ojos los analizaron con rapidez, necesitaba una imagen menta de ellos por si desgraciadamente me los volví a encontrar.
Uno de ellos tenía el pelo oscuro, habría dicho que era castaño si no fuera por la luz que emanaba el salón, la cual me permitió darme cuenta de que se trataba de un color glauco muy oscuro. Efectivamente el cabello tapaba sus orejas.
Era alto, ancho de hombros y con un porte señorial envidiable, pero eso no le hacía rudo, al contrario. Su cara blanca y fina parecía propia de una princesa. Frente agosta, cejas anchas pero bien perfiladas, ojos de gato, nariz simétrica y proporcionada y labios gruesos y brillantes. Solo le faltaba sudar purpurina para ser una div completa.
Apoyó su peso en una pierna, ladeando su cadera, y disimuladamente me miró de arriba abajo. Levantó una ceja con diversión ¿Que se había creído? Quise pegarle un puñetazo en su cincelado rostro, pero el tipo grandote que tenía al lado me heló la sangre.
Pelo blanco y levantado en una cresta desordenada, lados rapados, piel algo más morena pero con leves brillos argentados. Sus ojos eran más pequeños y rasgados, su nariz más ancha y su boca más grande. ''Para comerte mejor...'' recordé aquello del cuento de caperucita y deseé que ese lobo no llegara a sacar las garras.
Era más grande que el otro chico, más robusto, más alto y más varonil. Sus hoyuelos al sonreír me hicieron relajarme, casi parecía buena persona. ¿Quién era yo para juzgarlo?
Me reí sin querer, parecían la bella y la bestia.
- ¡Hola!- dijo el grandulón pareciendo amigable. Era como un gigante de dibujos animados.- Verás veníamos a visitar a mi primo y nos hemos perdido un poco...- rió rascándose la nuca. Parecía tan convincente que daba la sensación de que mentir estaba en su naturaleza. Sin embargo el otro me miraba con un asco mal disimulado.- Está lloviendo, es de noche y... bueno, nos preguntamos si podríamos quedarnos aquí hasta que amaine un poco.
- B-Bueno hay un hotel a cinco mi-
- Lo sabemos.- respondió el peliverde, cortándome. Después miró al otro esperando que siguiera su frase.
- Hicimos una reserva para pasar la noche y resulta que ha habido un error y ya no nos admiten... Por favor, nos iremos cuando deje de llover o cuando mi primo responda al teléfono. Él nos vendrá a buscar; no creo que tarde mucho en ver nuestros mensajes, él es muy atento.- Mentira cochina, pensé. No debía dejarles pasar pero si no lo hacía comenzarían a sospechar algo.
El chico fino y bonito ya tenía una mano en el bolsillo. Quizá era porque tenía frío. O quizá estaba empuñando un arma para abrirme la garganta y pasar a registrar la casa.
Notaba la tensión en el aire y mi mente era un batiburrillo de ideas confusas. Estaba nervioso y necesitaba a Suga.
- Si no es demasiado rato, pasad.- dije bajito. Me aparté del umbral de la puerta y ambos entraron sonriéndome.
- Gracias.- dijo el peliverde con una sonrisa hermosa y muy larga. Su cambio de actitud me sorprendía pero pensé que debía atribuirlo a que al dejarlos pasar sus sospechas así como su hostilidad se habían disipado.- Encantado, me llamo Kim Seok Jin y él es Kim Nam Joon.- Ya lo sabía. Sabía que eran ellos desde que Suga me lo había dicho y con solo verlos me había quedado aún más claro, pero escuchar sus nombres me provocó una sensación de horror inexplicable.
Sé que me puse pálido por la forma maternal y preocupada de mirarme de esos chicos.
- P-Podéis sentaron en el sofá a esperar, creo que esto va para rato...- admití mientras yo mismo me sentaba en el lugar del centro. Mala elección.
Ambos se sentaron a cada uno de mis lados y me sentí tan acorralado que quería llorar y gritar para que Suga me sacase de allí ¿Estaría Yoongi observándome y velando por mi o se habría ido lejos dejándome a mí suerte? Ahora que no podía verlo cerca pensaba no pensar en ello. Tenía miedo.
- Y dime ¿Vives solo?- preguntó Namjoon mientras me miraba desde arriba. Sonrió queriendo parecer amigable pero esos labios gruesos y dientes blancos me daban miedo. Había un lobo feroz detrás de los hoyuelos, las sonrisas y ese olor a menta que desprendía.
- S-Sí.- me quedaba sin aire antes de hablar. Estaba amedrentado. Solo quería que se fueran y me dejaran tranquilo.
- ¿No es esta un casa muy grande para uno? ¿Y no es muy cara para un adolescente?- Jin sonrió sin compasión alguna al verme tragar saliva. Vacilé antes de responder de verdad.
- Mamá me dejó esta casa antes de morir.- me sentí cruel por usar una excusa así, pero por suerte era creativo y eso sería una buena manera de explicar porque me encontraba tan nervioso por las preguntas que me hacían. Sí, era un genio. Chupate esa Suga, no soy un niño tonto.- nos la dejó a mi y a mi hermanastra pero ella prefirió irse a ver mundo con mi padre. No quiero ser impertinente pero no veo necesarias esas preguntas.- Ambos se miraron ojipláticos y Namjoon balbuceó una disculpa torpemente. Jiin solo veía avergonzado.
Yo, por dentro, estaba ente muerto y eufórico. Entonces Jin levantó su vista y ya no parecía creer en mi historia.
- Siento mucho la muerte de tu papá.
- No pasa nada- me apresuré a decir. Sonrió. Mierda. Me di cuenta de que él había hablado de mi padre mientras que en mi historia era mi madre la difunta.
Nadie dejaría pasar un error así. Intercambiaron miradas de nuevo, serios. No comentaron nada más sobre el tema, no necesitaban seguir para darse cuenta de que mentía.
- Oh...- dijo Namjoon señalando el suelo y mirándome con preocupación.- ¿Estás bien?- me puse pálido al seguir la dirección que su dedo señalaba.
Gotas de sangre en el suelo, de cuando Suga me había mordido ¿Se podía tener más mala suerte?
Eran imperceptibles prácticamente con la poca luz que había y por lo oscuro que era el suelo, pero él se había dado cuenta. El olor, había olido la sangre... Me dieron escalofríos.
- Ah, sí. Me sangra la nariz con los cambios bruscos de tiempo, pero ya estoy bien.- No dijeron nada, solo se miraron entre ellos con una seriedad sepulcral.
Daba igual que solo fueran tres gotitas en el suelo, antes había habido mucho más y Suga se había encargado de limpiarlo (no muy bien, al parecer), así que el olor de la sangre debería ser demasiado intenso como para sonar creíble. Pero ¿Qué podía hacer yo más que mentir? Mentir mal, para sernos sinceros.
Un maldito silencio incómodo después llevó a Namjoon a hablar con su melódica y ronca voz. Me asusté.
- ¿Puedo ir al baño?
- Oh, claro.- dije mientras la idea de quedarme a solas con Jin me aterró. Se levantó y me miró como si esperase algo, me estaba poniendo demasiado nervioso. Dios santo, juraría que se me iba a salir el corazón del pecho. Namjoon y Jin debían estarlo oyendo, debían estar salivando ante la idea de arrancármelo del pecho y comérselo a bocados.
- El baño... ¿Donde está?- Mierda. ¿Que donde estaba el baño? Eso desearía haber sabido yo en ese momento.
- Oh, al final del pasillo a la izqderecha- dije hablando rápido, con la esperanza de que no hubiera entendido bien y pretendiera interpretar las instrucciones como quisiera.
El chico se marchó rápido, dándome una mirada desconfiada. A los dos segundos de quedarme a solas con Jin comencé a tener sudores fríos y a respirar irregularmente.
En cualquier momento podían tirarse encima mío y matarme y a cada minuto que transcurría las posibilidades incrementaban. Si no sospecharan de mí ya habrían usado la excusa del primo imaginario para marcharse y dejarme en paz, pero parecían querer quedarse,
Él cruzó sus piernas y ladeó un poco el cuerpo para poder mirarme de forma más directa. El muy cabrón se divertía con todo aquello. Supongo que si me hubiese dado un infarto él habría estallado en macabras carcajadas.
- ¿Quieres galletas con té?- pregunté queriendo parecer hospitalario. Esperé una afirmación con todo mi ser, mi estómago rugía y me moría de hambre así que si se negaba estaba por arrancarme una pierna y comérmela.
Quizás ponerse a hornear pastas cuando tienes a dos asesinos sobrenaturales en casa no es una buena opción, pero en ese momento tenía más hambre que inteligencia.
- Oh claro- dijo con una sonrisa maligna en el rostro. ¿Cómo podía alguien con cara de ángel parecer tan jodidamente malo?
Me levanté para ir a la cocina y escuché pasos en el piso de arriba junto al sonido de puertas rechinar y de cajones abriéndose. El baño no estaba en el piso de arriba. Jin me miró e hice como si nada, sería peor si se daba cuenta de que había descubierto a su compañero trasteando en los rincones y recovecos de la casa.
- Iré haciendo la mezcla, tu prepara el horno.- pedí a Jin tratando de actuar normal mientras sacaba algunos ingredientes y utensilios. Saqué el cuchillo lo primero de todo, aunque no lo necesitase.
Agradecí que Suga hubiera comprando cosas para cocinar ahora que éramos cercanos. Escuché el sonido del horno encendiéndose ¿Y si Jin me lanzaba ahí adentro y después me comían como un pollo asado? ¡Mierda, ahora me apetecía comer pollo asado!
- ¿Prefieres galletas de coco o de chocolate?- pregunté. Yo estaba de espaldas a él y cuando escuché sus pasos acercarse a mi me tensé.
- ¿Y tú? ¿Prefieres seguir con la mentira o decir la verdad?- habló sobre mi oreja y sentía escalofríos recorrerme todos y cada uno de mis nervios. La cuchara que tenía en mis manos se cayó al suelo y quise agacharme a buscarla pero pegó su pecho a mi espalda.
Olía a frutillas y su cuerpo ardía, pero eso no me tranquilizó.
- Habla, humano; tú no tienes porqué morir.- cogí aire, cerré los ojos, apreté el mango en mi mano derecha.
Después no recuerdo bien como lo hice, pero cuando volví a abrir los ojos me encontré con la cara de Jin desfigurada por la rabia, su mano, que sostenía una daga, abriéndose y dejando caer el arma al suelo, y su hombro perforado por el cuchillo que yo empuñaba.
La adrenalina recorrió mi cuerpo y grité de emoción y horror al ver lo que había hecho. La sangre caliente humedecía mis manos e hizo que el mango del cuchillo se me resbalara. Jin avanzó torpemente hacia mi, renqueando, pero le empujé mientras lloraba ante tremenda imágen y me quedé paralizado del terror mientras lo observaba.
Tirado en el piso, sangrando a mares y aullando de dolor. Había perdido todo rastro de elegancia y parecía un ogro gruñón. Me sentí perdido ¿Que debía hacer ahora?
- ¡Hijo de perra! ¡Hijo de puta! ¡Era mi camisa nueva y las manchas de sangre no se van! ¡Namjoon ven y arráncale el cuello a esta jodida mierda humana! ¡Mátalo! ¡Hazle sufrir!
Comencé a desesperarme ¿Ahora que? ¿Me escondía? ¿Corría? ¿Lloraba en una esquina?
Me decanté por escapar, mi cuerpo aún estaba crispado de emoción y sentía tanta energía en mi interior que estaba seguro de poder correr hasta llegar a la otra punta del país si era necesario. Pero no llegué ni al final de la cocina.
Me choqué contra un pecho duro y grande y cuando alcé la vista dos hoyuelos conocidos me saludaron. Esta vez todos los dientes de la sonrisa eran afilados y amarillentos.
- A mi princesita nadie la toca, humano. Vas a pasarlo mal...- amenazó con voz distorsionada. Una mezcla entre rudeza y animalidad. Un rugido escapó de su boca y yo temblé.
Alzó la mano. Dedos carnosos y largos, dotados de grandes y obscuras garras se acercaron a mi rostro. Sollozé.
Era inevitable.
Una ventisca abismal me obligó a cerrar los ojos y una sensación de mareo me hizo creer que me desvanecería, sentí que algo tomó el control de mi cuerpo y cuando pude observar mi alrededor vi que estaba en la oscura calle, cargado estilo nupcial en los brazos de Suga.
- ¡Nunca me había alegrado tanto de verte, joder!- grité mientras me abrazaba a su cuello y cerraba los ojos.
Solo quería que me llevara a un lugar seguro y todo pasara. Me daba igual el resto, me daban igual mis lágrimas y la vergüenza de mis sollozos; solo quería estar a salvo.
- Iremos a la vila universitaria y avisaremos a V; ellos no saben que estaremos en ese lugar así que no nos encontraran por ahora.- informó Suga con voz fría, algo entrecortada por el esfuerzo que estaba haciendo. Asentí y me acurrucé en su pecho, llorando.- No dejaré que te suceda nada.- suavizó el tono y me besó en la frente.
Ahí me di cuenta de que los brazos de YoonGi eran mi lugar seguro.
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