Dean estaba a las diez y cuarto en la puerta del instituto, helándose de frío y maldiciendo al profesor de ciencias de Reine por haberle puesto un examen tan tarde y a última hora ¡No podía pasarte toda la noche esperando!
Estar recostado en la pared, solo e inundado en la oscuridad nocturna le dio la calma que necesitaba para reflexionar y recapacitar. Aquella noche le habían regañado seis profesores distintos por no prestar atención a sus clases, pero la cabecita de Dean seguía en la noche anterior, recordando el mordisco y la indiferencia del vampiro, mientras sus manos se aferraban al pañuelo de su cuello, ocultando las heridas que por suerte eran bastante pequeñas.
Dean comprendió, por la poca gravedad de las dos incisiones, que Adam apenas había clavado la punta de sus colmillos y le había mordido con gentileza. Eran esas acciones cariñosas, por no mencionar los besos, las que cofundían a Dean hasta el punto de exasperarlo y hacerlo llorar.
Se había saltado un cacho de la clase de mates, el patio y el inicio de la clase de catalán por eso mismo, sus sentimientos confusos e hirientes le habían hecho dar la excusa de que se encontraba mal, aunque realmente no era una mentira completa, simplemente no le dolía el estómago, como había dicho, sino el corazón. Se había pasado esas clases en el baño, encerrado y llorando.
El dolor de saber que Adam no le amaba y que jamás le amaría, por muchos besos que le diese o muchas miradas lascivas con las que lo devorase, era apabullante y abrumador, lo hacía sentir a punto de desplomarse y, de no haber sido un cobarde, Dean supo que ya estaría saltando de lo alto de un edificio, pero al fin y al cabo ya estaba muerto.
Pero esta vez el muerto estaba en pie, andando y fingiendo que vivía.
Todas sus vanas esperanzas teñidas de un optimismo soñador se habían desvanecido ante la prueba física e irrefutable de su desamor: Adam no había sentido nada especial en su sangre y la sangre jamás mentía.
Quizás el deseo era egoísta, pero sentía que si Adam no le amaba moriría de tristeza, aún así supo que jamás lo tendría y eso solo lo hundía más en la miseria.
Se sentía solo siempre y desde que ese irritante y chulesco vampiro había entrado en su vida, algo en su pecho comenzó a florecer para marchitarse lentamente dejando que los pétalos color sangre se destiñiesen.
Era un sentimiento de ahogo lo que hacía su pecho doler, de asfixia, como si no pudiera soportar el peso de la vida pero sin embargo siguiese en ella, deseando salir, aunque en él aún quedaba un llamita, una muy pequeña llamita de esperanza que le decía que quizás y solo quizás, Adam le quería.
Una mano amiga se cernió sobre su hombro apretando levemente y Dean observó la gran y fuerte figura de Reine, su amigo y compañero.
- ¿De qué querías hablar?- preguntó el chico con la intriga martilleándole la única zona de la cabeza donde el nombre ''ADAM'' no se había marcado tan a fuego.
- Sígueme, quiero llevarte a un sitio. No preguntes, solo ven- dijo el otro animado, aunque algo raro había en sus ojos. Desconfianza.
Reine lo tomó de la muñeca, guiándolo por las calles del lugar mientras ambos hablaban y, como era lógico, el tema esperado que Dean quería evitar, salió a flote.
- Sobre Adam...- Reine no tuvo apenas que mirar a su compañero para captar una mirada dolida y fija en el suelo. Escuchó un suspiro y supo que lo que se temía podía ser cierto: Dean comenzaba a estar interesado en el vampiro- Verás Dean, deja que te explique las cosas, quizás tu ahora no lo entiendas, pero yo tengo una mejor perspectiva de la situación. Por favor, déjame hablar hasta que termine- le dijo cuando advirtió que el otro quería replicar- Es normal que te sientas atraído por ciertas cosas, sobretodo sabiendo que tu eres un muchacho curioso y que además estás en la edad de la rebeldía. Ahora seguro que lo que tu más deseas es experimentar y hacer locuras, arriesgarte.
<< Un ser sobrenatural es algo muy interesante y apuesto a que muchos pagarían por conocer a un vampiro y salir vivos de la experiencia, no te culpo por tu interés. Son seres de la noche que se alimentan de sangre, es normal que lo desconocido te atraiga y ¿Para qué negarlo? Son muy seductores, con sus años de experiencia, su elegancia, su oscuridad y todas esas cosas que no llegas entender pero que deseas. Todo parece mágico cuando estás con él ¿No? Es lo que tiene ser un ser sobrenatural, símbolo de lo prohibido y la rebeldía contra las normas, no solo las sociales, sino las de la vida y la muerte ¿A quien no le atraería un ser así? Además Adam es un hombre mayor y muy experto, masculino y muy atractivo, de eso seguro que ya te has dado cuenta, pero ¿Sabes realmente cómo es como persona? Todas sus características pueden resultarte atrayentes, eso es lo que tienen los vampiro y los hombre como Adam, pero cuando un hombre tan carismático y guapo como Adam se convierte en vampiro, entonces es capaz de llevarte a la perdición con solo una mirada. Ese tipo de personas despiertan un interés exagerado en gente curiosa e inocente, ansiosa por aprender más allá de los límites terrenales, pero, Dean, él no te ve a tí como tu crees.
<<Para un ser que bebe sangre y que a lo largo de los años ha aprendido a no amar, y si lo hace solo ama a los de especie, no te ve como un potencial alumno al que enseñar cosas para satisfacer su sed de conocimientos y mermar su curiosidad. Para él eres fácilmente manipulable, un pez pequeño que en nada puede caer en las redes de su seducción. Porque eso hacen los vampiro, son expertos manipuladores y, de los humanos, consiguen lo quieren porque son simples, inferiores para ellos. Ningún humano sabe tanto de los hombre como un vampiro, ellos llevan más tiempo observando y conocen nuestras debilidades.
<<Tú eres débil ante los encantos de alguien como él, fuerte, eterno, misterioso e inalcanzable, pero con tal de conseguir de ti lo que sea hasta exprimirte la última gota de sangre y consciencia, un vampiro es capaz de fingir que lo tienes comiendo de la palma de tu mano.
<<Entiéndelo ¿Porque te deja con vida? Él mismo lo dijo, te necesita porque te esta usando. Eres solo una herramienta para llegar a un fin y si en el camino hacia ese objetivo puede conseguir algo más lo hará ¿No se te ha insinuado? ¿No te ha pedido que te dejes morder? Sangre y sexo. Esas dos cosas son fáciles de conseguir de alguien ingenuo e inocente como tu, así que hazme caso, no te dejes engañar.
Solo te esta utilizando y si crees que no es así, dime una cosa ¿Que podría encontrar él en ti que fuese especial? Es un vampiro y tu humano, entiende que él ya tiene asumido su rol de depredador. Da igual que te devore a bocados o comiéndote la cabeza hasta hacerte pensar cosas que no son, el caso es que te esta usando y manipulando para sus turbios propósitos.
<<Jamás olvides que es una sanguijuela.>>
Ya llevaban un buen trecho caminando y Dean no se había fijado ni en que dirección andaban sus pies, estaba absorto en las palabras de Reine pues con ellas todo lo sucedido tenía sentido.
Las señales confusas que Adam le mandaba, las miradas lascivas tras los gestos de cariño y el mordisco tras darle aquel bello beso ¿Se había estado aprovechando de él desde el inicio? Con esa explicación ya no había nada confuso, todo estaba claro como el agua.
Adam se había estado trabajando poco a poco al menor, ganándoselo y camelándoselo de una forma sutil para conseguir su ayuda, su sangre y si era posible su cuerpo.
Y no lo había hecho tan mal pues había conseguido dos de esas cosas, pero de la tercera solo una parte: Su corazón.
Se sentía repugnado y traicionado, tanto que la rabia y la pena se apoderaron de él, y también la vergüenza, se daba lástima por haber sido tan tonto, pero ¿De verdad para Adam no había significado nada todo aquello? ¿Realmente había estado fingiendo?
Dean quería negarlo, pero si no lo hacía, si admitía esa cruda confesión que Reine proclamaba como verdad, las piezas encajaban con una silenciosa perfección.
Y lo peor de todo es que no podía odiar a Adam. Dudaba, pero había algo seguro: La pequeña llama de esperanza comenzaba a consumirse, apenas quedaban destellos en su luz.
- Quizás... quizás tienes razón-musitó el chico. Su cabeza estaba hecha un lío pero por ahora no le llevaría la contraria a Reine, sus neuronas necesitaban un descanso así que otro discurso argumentativo lo dejaría frito.
- Se que duele aceptarlo pero un lobo solo puede querer una sola cosa de la oveja. Los vampiros son malos por naturaleza así que si el tipo encuentra al tal Mink rompe toda relación con él antes de que intente cenarte al ver que ya no le sirves- ¿Romper lazos con él? Dean pensó que prefería ser devorado mientras su vida se fuese entre esos carnosos y hermosos labios, aunque tampoco quería morir.
- Reine ¿Qué hacemos aquí? Es peligroso- Dean preguntó inquieto al percatarse de que poco a poco se habían adentrado en el barrio Highstar.
Comenzó a temblar algo nervioso y asustado, mirando en todas direcciones e inquietándose. Reine por su lado parecía natural y calmado, como si no le diese importancia a su ubicación.
- Pronto lo entenderás, no te preocupes- le dijo con una amable sonrisa que fundió todo su miedo con calidez.
El desconcierto y la preocupación se apoderaron de él llenándole la boca de miles de preguntas que sabía que Reine, su testarudo amigo, no respondería hasta su debido momento.
No comprendía qué hacían allí ni porque el mayor se encontraba tan tranquilo, pero eso solo hacía que el muchacho se pusiese todavía más nervioso.
Reine rebuscó en su bolsillo hasta que sacó una llave plateada y de un tamaño considerable con la que abrió la alta verja de la propiedad número trece del lugar.
- ¿Una casa? ¿Tienes una maldita casa aquí?- preguntó el menor sorprendido. Él había ido muchas veces a la casa de alquiler del chico, pues sus padres se hallaban en paradero desconocido y Reine jamás supo siquiera cuál era su casa, pero aquello era sorprendente.
Jamás le había hablado de algo así y Dean tenía claro que no podía permitírselo ¿Que había pasado con el cochambroso piso de estudiante que usaba hacía solo un año? ¿O con la casa de la hermandad a la que se unió meses atrás?
Aquello era mil veces más lujoso y estaba fuera de su alcance ¿Como podía ser?
- No es mía.
- ¿Entonces de quien?
- Shhhh. Ya lo sabrás- sentenció rudamente, parecía preocupado e irritado mientras caminaba sobre las losas de piedra del jardín.
En una gran placa Dean alcanzó a leer una reconfortante inscripción: Sweet Home.
Se acercaron a la gran puerta y tan pronto como Reine la abrió, este empujó al menor dentro de forma violenta y cerró de inmediato, encerrándolo y a Dean no le extrañó nada pues al ver lo que había en esa no tan humilde morada quiso huir hasta que sus piernas no respondiesen.
Dos chicos jóvenes, delgaduchos y de pelo blanco como la nieve sostenían unos señoriales bastones de madera que parecían humildes cetros, pero en sus extremos unas chispas azules y violáceas resplandecían de forma mágica dándole vueltas como si estuvieran atrapadas en una bola de cristal sobre el extremo de madera.
Pero los dos hechiceros apenas sorprendieron a Dean, lo que realmente le dejó perplejo fue el resto del panorama.
Mitad hombres mitad bestias lo observaban con ansiosos ojos faunescos y colmillos afilados asomando por lo que lejos de ser bocas tampoco eran hocicos bien formados. Un grupo de casi treinta hombres lobo a medio transformarse lo observaba con voracidad, esperando una sentencia que cumplir.
Todos ellos conservaban, por suerte, una figura humanoide que aún pareciéndose a los contornos de un cuerpo humano, no lograban serlo por tal de no ser reconocibles como persona ante Dean, quien podía identificarlos si lograba salir de allí. Sus rasgos eran realmente perturbadores, piel peluda y ojos enorme, boca alargada y llena de grandes dientes que protuberaba hacia afuera queriendo convertirse en un morro de lobo, orejas puntiagudas, dedos sangrantes que dejaban salir desde dentro de las yemas unas grandes garras negruzcas, brazos y piernas demasiado largos, doblados de forma que parecían perros intentando andar a dos patas.
Ante la mueca de terror del muchacho y su grito de sorpresa, muchos de ellos decidieron convertirse por completo, logrando llegar a su forma final de lobo negro, marrón o blanco, que eran los colores más comunes en esa manda. Aunque algunos lobos eran algo más excéntricos, sus proporciones eran más grandes, sus patas más musculadas, con el pelaje más largo, los ojos más rasgados y las uñas y colmillos de un tamaño desmesurado y afilado a más no poder. Esos debían ser los más poderosos.
Estaba delante de la gran manada e irónicamente no era Adam quien le había llevado hasta allí ni viceversa, sino que había sido Reine.
Dean se giró bruscamente buscando la ayuda de su mejor amigo, que era persona en la que más confiaba por el momento, pero la imagen que se encontró le hizo cuestionarse muchas cosas.
Reine mostraba ligeramente parte de sus características lobunas (las orejas largas, los ojos de animal salvaje y los colmillos y garras) sin convertir su apariencia en una deformación grotesca de pesadilla, siendo solo algo espeluznante. Esa imagen valió más que cualquiera de las explicaciones que pudo haberle dado al chico, pero sin dejarle hacer ni una sola pregunta, habló.
- Dean, yo soy parte de la manada que ha secuestrado a Mink, el maestro de Adam. Deja que te explique las cosas- De golpe comprendió muchas cosas. Ya sabía porque olía tantísimo a lobo y porque les habían tendido aquella trampa en la fábrica abandonada.
Se sintió ofendido y su confianza se desmoronó con rapidez.
- No le he revelado ni tu ubicación ni la de Adam a nadie porque sabía que en el momento en que lo hiciese mi manda os mataría y debía esperar a este momento, quería traerte aquí para proponerte algo. Quiero que seas uno de los nuestros, un lobo y tras el ritual, un lobo inmortal ¿Qué te parece? Lo hago para salvarte la vida, Dean, confía en mí- El muchacho lo miró exasperado y cerró los ojos con fuerza soltando un gran suspiro.
- ¿Y si no quiero ser un hombre lobo, que? ¿Me matareis?- preguntó con una voz dolida mientras veía a algunos chuchos rugir y aullar.- Sab-sabes que no me gustan los hombres lobo... Además, habéis secuestrado a Mink ¡Él no os ha hecho nada! ¡Es injusto!
Un lobo ladró como si de un gran perro se tratase y el muchacho se calló al instante, Reine lo calmó con una fuerza mirada y decidió contarle un poco más a Dean.
- Peque, deja que te explique porque esta es la mejor opción. Primero, los vampiros son seres del mal que solo quieren aprovecharse de los humanos, matar a esas sanguijuelas sería un favor para la humanidad. Y segundo, si no te unes a nosotros no sobrevivirás- dijo el chico apenado. Dean dejó el tema de los vampiros, él no opinaba así ni de cerca, pero no era un buen momento para iniciar un debate.
Resolver sus dudas era, después de huir, su prioridad.
- ¿Sobrevivir a que?- preguntó imaginándose un terrible juicio divino, una guerra de seres fantásticos o una gran catástrofe. Había sonado demasiado apocalíptico.
- Verás, los hombres lobo somos la raza perfecta sobre la tierra, con las fortalezas de los lobos y las de los humanos, pero sin las debilidades. Si conseguimos la inmortalidad, la fuerza, la velocidad y la regeneración de los vampiros, sin tener su sed de sangre, seremos insuperables. Mejores que los licántropos comunes, que los vampiros y que los humanos, así que hemos tomado una decisión. Este pueblo será el nido de algo grande, llamaremos a todas las manadas del mundo y poco a poco creceremos y haremos a todos los licántropos inmortales. Eliminaremos del mundo a la raza carroñera amenazante de los vampiros y a la inútil e inservible de los humanos. El primer paso es hacer el ritual y aniquilar al pueblo entero, pero mi alpha me ha concedido la posibilidad de convertir a un humano en parte de la manada y quiero que ese seas tu.- Reine le sonrió de esa forma tierna que siempre hacía pensar que todo saldría bien. Esa misma sonrisa que le dedicaba cada vez que lo veía llorar o suspirar con pesar.
- ¡Estas loco! No puedes matar a los vampiros, ellos no te han hecho nada, además aunque se alimenten de sangre no quiere decir que sean malos ¡Lo necesitan! Y lo que vosotros quereis hacer eso peor ¡Queréis aniquilar a la maldita raza humana! No tiene sentido ¿Porque? Se puede convivir, no hace falta que tu raza sea la única ¡Soy humano Reine! ¿Me mataría si me negase?- Reine solo apartó la mirada y se cruzó de brazos
Una expresión de seriedad invadió su rostro. Se estaba cansando de esperar un sí por parte de su mejor amigo.
- Espera... Dios... no, no, no... no me jodas ¿El lobo que mató a mi madre? No me digas que... oh, por Dios no me digas que era uno de los tuyos- las lágrimas de Dean comenzaron a bajar por sus ojos, tanto dolor necesitaba salir de su cuerpo fuese como fuese, pero la rabia y los recuerdos hirientes parecían aferrarse a su corazón hasta reventarlo.
Su madre era lo único que había tenido jamás en su vida y cuando se fue llegó Reine. No podía ser todo así, él no podía ser consciente de ello, no podía ser cómplice.
- Dean, si un lobo desea más que nada unirse a la manada del lugar y no ser un omega solitario debe pasar una difícil prueba. Si un lobo quiere demostrar que lo más importante es su raza debe hacerle daño a quien más quiera en el mundo o matarle. Tú eres lo que más quiero y te hice daño para no matarte, compréndelo, sentía la necesidad instintiva de pertenecer a una manda- Su voz no tembló ni vaciló, tan malditamente tranquila y melódica como siempre, pero su rostro mostraba una seriedad sobria que parecía demasiado insensible.
¡Oh Dios, Reine le había consolado tan bien después de la muerte de su madre! Tantos años secándole las lágrimas, fingiendo ¿Como no podía sentir culpa? Sus manos jamás temblaron y nunca había confesado. Él era el único mentiroso, fingiendo tanto tiempo.
- ¡Hijo de puta! ¡Mataste a mi madre hijo de puta!- Dean se había levantado del suelo, abalanzándose contra su mejor amigo con los puños tan cerrados que se clavaba sus propias uñas.
Si pudiera le arrancaría todos los colmillos a puñetazos y le molería los huesos a patadas para que no pudiesen convertirse en los de un lobo. Con sus uñas logró hacerle un arañazo en el rostro hasta que docenas de manos le retuvieron.
- ¡Te voy a arrancar la piel a tiras hijo de perra despreciable! ¡Y no quiero ser un lobo asqueroso como tu! ¡Mataste a mi madre solo para pertenecer a una puta manada de mierda! ¡Tendrías que haberte podrido solo, cabrón! ¡TE ODIO, TE ODIO, TE ODIO!- se revolvió entre las manos y garras que lo apresaban haciéndose profundes cortes que no servían.
Intentaba liberarse y atacar a Reine, quien no parecía reaccionar, con tanta furia y vivez que casi le costó a los licántropos no retenerlo.
- No ha aceptado ¿Le matamos?- uno de los malditos habló. Reine asintió fríamente.- Ve si no quieres verlo- dijo el hombrecito colocando una mano en los hombros de Reine.
El vampiro se sentía traicionado ¿Como alguien tan importante para él podía negarse a la manada? Si no aceptaba sus ideas no había discusión alguna, no merecía vivir.
- No, yo le mataré- sentenció cambiando la expresión en su rostro. Una sonrisa de satisfacción, siempre era divertido desgarrar a los que no aceptaban la verdad, su verdad.-Te amo, pero lo primero es la manada. Antes que tu amigo o tu chico, soy un licántropo- sentenció arrancándose la ropa y comenzando la monstruosa transformación
Si su padre le odiaba.
Si su madre estaba muerta.
Si su mejor amigo lo mataría.
Si su vampiro solo estaba usándolo.
Si todo eso era real y no un sueño, Dean estaba solo. Completamente solo. Siempre lo había estado.
Durante unos segundos dejó de llorar, de gritar y de forcejear y solo quiso morir, pero algo le devolvió de nuevo a la realidad y sintió el aire en sus pulmones escapar con un grito de agonía.
Las mandíbulas robustas, enormes y largas de Reine encajadas en su estómago, como decenas de puñaladas que se apretaban y se hundían en su carne desgarrándose hasta sentir que la sangre que chorreaba de él era ácido quemándole las venas.
Se sentía como una trampa para osos le hubiese mordido un costado y, de hecho, la realidad era más o menos así. Sintió la piel de su estómago herida y en carne viva palpitar como si tuviese vida propia y dolía tanto como un lluvia de agujas prendidas en fuego, como el hierro hirviendo contra su piel, como una cascada de agua oxigenada sobre piel quemada...
Cayó al suelo y cerró los puños, quería aferrarse a la vida. Él quería vivir, aunque no tuviese nada por lo que luchar.
El dulce olor de sus sangre manando hasta hacerlo convulsionar de dolor llegó hasta Mink, encerrado en esa casa, y se preguntó qué estaría pasando.
Pero ese aroma se lo llevó el viento, lejos de ahí, hasta alcanzar a otra persona, a alguien que jamás olvidaría el sabor de su sangre y la sensación de tenerlo entre sus brazos.
Reine se preparó de nuevo, lamiéndose el negro pelaje y probando la sangre su hocico. La posición de ataque del lobo daba a entender su nuevo objetivo: El cuello.
La vista de Dean comenzaba a ponerse borrosa y sentía su cuerpo tan pesado que solo podía retorcerse en el suelo como una cerilla consumiéndose.
Con sus ojos ya casi cerrados vio una gran mancha negra volar por los aires ante una gran figura y sintió el lamento de un perro ¿Reine?
Sintió el sonido de fragmentos de madera caer al suelo y sintió el leve repiqueteo de astillas de madera, ahora la puerta caía a trozos a su alrededor.
Unos brazos grandes lo acogieron, levantándolo y haciéndolo volar. Vio la casa detrás suyo, estaba huyendo y a las puertas decenas de lobos les seguían, pero iba muy rápido y los fue dejando atrás.
Ellos se hacían pequeños y él se hacía ligero y el mundo se hacía borroso y todo se hacía oscuro, oscuro, oscuro...
Adam seguía cargando al chico y el viento que azotaba su rostro limpiaba sus vergonzosas lágrimas.
Ya habían dejado a la manada atrás, pero Dean murmuró algo sobre que no quería ir a casa porque Reine quería matarle y habría revelado su ubicación a los lobos. El vampiro le hizo caso y se adentró en el bosque hasta llegar a un pequeño lago donde una vez Dean le había lavado las heridas tras una emboscada de los lobos.
Cayó sobre la tierra húmeda y agarrando al menor por los brazos metió la mitad de su cuerpo en el agua fría intentando hacerlo despertar.
Había leído algo en el libro de hechizos, algo sobre eso. Era un hechizo que le había llamado la atención, solo debía pasar una cosa: Que un humano bebiese sangre de vampiro. La finalidad era otra pero una de las consecuencias de aquel hechizo era que el humano obtenía el poder de regeneración durante un tiempo, dependiendo de la sangre que bebiese.
Podía funcionar, sí, funcionaría.
Se rasgó la muñeca y se percató de que Dean estaba frío, pálido y con los ojos cerrados, pero aún así le abrió la boca a la fuerza, lo incorporó y dejó que un generoso chorro de su sangre cayese por su garganta.
Pasaron dos horas. Tres. Después fueron cuatro y solo se veía a Adam en el bosque llorando con Dean en sus brazos. Sus heridas estaban curadas y sus ojos seguían cerrados.
De un momento a otro comenzó a murmurar cosas inentendibles y a moverse muy ligeramente, tenía espasmos.
- Dean, Dean no te me vayas, quédate- dijo lentamente apretándolo contra su pecho mientras su rostro helado se empapaba en lágrimas- Escúchame y no te mueras, por favor- dijo mientras la angustia trastocaba el tono de sus palabras. Se acercó a su oreja y habló con leves susurros- Te mentí. Cuando bebí tu sangre si que sentí algo, de hecho comencé a sentir cosas por ti mucho antes de eso. Te amo, por favor no me dejes. He sido un cobarde por no decírtelo pero por favor, te necesito. Daría mi vida por la tuya...- Dean solo siguió removiéndose y gimoteando como un animalito herido.
Escuchaba todo lo que Adam decía, todo. Por eso empezó a llorar, eran lágrimas de felicidad, pero no podía decírselo, estaba tan débil que no tenía fuerzas ni para abrir la boca.
- Ad-Adam...- musitó. El otro dio un bote y lo abrazó, aplastándolo al ver que había recobrado el sentido. Y las lágrimas de ambos fueron de alegría esta vez- es...toy debil...- Adam le entendio y le dio un tierno beso para callarlo.
- De acuerdo, iremos a un hotel por un tiempo para ocultarnos. Tu ahora descansa, no te preocupes.-Lo besó otra vez, consiguiendo que el menor asintiese levemente y se relajase en sus brazos.
Dean solo cerró sus ojos, los párpados parecían estar hechos de plomo, pesaban tanto que apenas podía mantenerlos abiertos, además, llevaba noches, mejor dicho días, sin pegar ojo pensando en Adam y ahora que él se había declarado se sentía fatigado y dolorido, como si le hubiesen quitado de la espalda una pesada mochila y ahora solo necesitase descansar ante ese alivio.
Adam recordó el hotel, situado algo a la afueras del pueblo pero lo suficientemente cerca, en el que pasó los primeros días al llegar ahí. Justo donde todo había comenzado con mal pie.
No era la mejor o más segura opción, pero tampoco conocía más lugares y el tiempo se le escapaba entre los dedos como la arena de un reloj.
Dean despertó de golpe y sintió un peso sobre sus piernas. Con los ojos cerrados palpó a su alrededor tocando una suave y caliente manta que lo cubría e impedía que pasase frío, quizás por ello estuviera sudando. Una blanda almohada era el lecho de sus cabellos desordenado y cuando se sintió más animado y menos desorientado, abrió los ojos viendo sobre su regazo una bandeja llena de comida.
Se frotó los ojos ante esa visión borrosa y se extrañó por las sábanas rojas y las paredes color crema ¿Donde estaba? ¿Qué leches había pasado? Ni recordaba ni que mierdas era lo único que recordaba y, sin cuestionarse nada pues la cabeza le dolía horriblemente, comenzó a comer de esa sabrosa comida.
No sabía qué día era, donde estaba, porque o quien le había dado comida ni el motivo de que sintiese tan jodidamente débil.
Jadeó intensamente y su cuerpo se estremeció cuando los recuerdos le golpearon como una balde de agua helada que lo dejó congelado en su sitio. Lo recordó todo, absolutamente todo.
El dolor físico y emocional de ser casi asesinado por su mejor amigo volvió, haciéndole derramar algunas lágrimas de entre lástima, autocompasión y rabia. Si pudiera tomaría el plato en el que le habían servido una macedonia y se lo partiría a Reine en la cabeza.
El dolor de tener una relación fría con su padre y de saber que la culpa por la muerte de la persona que más amaba, su madre, siempre recaería sobre él, era algo que lo asfixiaba hasta hacerlo sentir ahogándose en un mar de desgracias, pero el recordar como el único que le ayudó a pasar esos amargos momentos era en verdad el más asqueroso traidor y causante de todos aquellos problemas, eso simplemente acabó de destrozarlo.
Porque si la desgracia le había molido el corazón a golpes, Reine lo había echado la hoguera y había prendido hasta los cimientos de todo lo bueno que podía haber en él.
Ya se había acabado toda la comida, porque aunque fuese un chico de poco comer, estaba famélico. Si le hubiesen puesto un cerdo delante lo había degollado con sus propias manos y se lo habría comido a bocados.
Alguien retiró la bandeja vacía de sus piernas y lo miró con unos ojos casi negros llenos de lástima y compasión.
Adam dejó la bandeja en el buró y una de sus manos pasó por la mejilla de Dean, recogiendo el producto de su doloroso y solitario llanto, la otra mano acarició con suavidad los nudillos tensos del punto de Dean y este se dio cuenta de que estaba sujetando con más fuerza de la que creía tener un cuchillo manchado de mermelada. El deseo de empuñarlo y abrirse el cuello se apoderó de él unos segundos, pero cuando sintió las dulces caricias del vampiro creyó que no tendría perdón si abandonaba una vida donde ese hombre pudiera permanecer eternamente.
Relajó el agarre y, algo preocupado, el vampiro le arrebató el cuchillo dejándolo sobre un plato lleno de migajas.
Se sentó junto a él y sin pronunciar palabra le besó lentamente en los labios, moviéndose despacio y comprendiendo que a Dean había que cuidarle, el pobre estaba tan roto que temía que si no lo acariciaba gentilmente se rompería.
Y lo hizo. Rompió a llorar.
- Escucha, sé que ayer fue una noche muy dura para ti. Llora todo lo que quieras- Adam entonces destapó al menor descubriendo su pequeño, frágil y dulce cuerpo y se puso sobre él de forma dominante y protectora. Abrazándolo, cubriéndolo.
¿Ayer? Entonces Dean cayó en la cuenta, desde que Adam lo había curado había dormido esa noche y un día entero, debió perder mucha sangre.
Adam besó el cuello blanquecino del menor mientras notaba sus saladas lágrimas embadurnarlo con pena.
- Reine es un hijo de puta... ¡Él mató a mi madre! Y s-solo lo hizo para entrar a la puta ma-manada y quiere matar a los vampiros y los humanos, y, y- Adam lo calmó con su melodiosa voz. Dean hablaba tan rápido que le faltaba el aire y el mayor solo se enterneció por ello.
- Lo se. Esta mañana lo dijiste en sueños.- Acarició con dulzura su cabello y el menor miró sus profundos ojos, apreciando que no eran negros, sino marrón oscuro. Jamás había estado tan cerca suyo y con tanta calma como para apreciar todos sus detalles.
Adam tenía una ligera barba y sus ojos eran más expresivos de lo que parecía, pero su oscuridad lo enmascaraba, cuando sonreía se le formaban hoyuelos y no solo sus colmillos estaban afilados, también los dientes de detrás de estos, pero menos, sus labios eran gruesos y carnosos y se los mordía mucho cuando le miraba, su boca olía a menta y su pelo a avellanas.
Dean se fijó en todo lo que no podía apreciar cuando Adam se acercaba a él, desesperado, y después huía, desconcertado.
Cerró los ojos y siguió llorando, le daba vergüenza que Adam también pudiera observalo con precisión. Vería sus imperfecciones y sus vergonzosas lágrimas.
Sobre sus belfos un tierno y paciente beso, al que no correspondió por culpa del llanto, le calmó. Sintió que pesar del dolor todo valía la pena si Adam estaba a su lado.
- Se que no has tenido una vida fácil, pequeño. Y se que las únicas personas a las que has tenido te han abandonado- Dean solo desvió la mirada, sus palabras eran hirientes, pero ese tono tan endemoniadamente dulce restaba amargura a sus recuerdos- Pero juro que yo me quedaré para siempre.
- ¿En-entonces dijiste enserio que amabas?- Las dudas siempre asaltaban al pequeño y, sabiendo que su amor era incondicional, era consciente de que Adam, con solo mentirle sobre que lo amaba, lo tendría tras él todo el día, como su esclavo personal.
De haberlo querido el vampiro se habría podido aprovechar de Dean hasta la saciedad, dejándolo literalmente seco.
Adam lo miró con los ojos tiñéndose de rojo y frunció el ceño. Aprovechando que el muchacho seguía débil y era más vulnerable que de costumbre, lo empujó contra el colchón haciéndole gemir de dolor y lo acercó su rostro al del niño de forma más que amenazante.
- ¿Eres tonto o qué mocoso?- preguntó mostrando sus colmillos, imponente. A él nadie le negaría su amor por Dean. Nadie.
El leve temblor en el cuerpo del otro y el exquisito aroma de su miedo hicieron que Adam sintiese una punzada de compasión, pero no debía olvidar que el maldito enano adorable a más no poder acababa de cuestionar su amor por él ¡Eso no lo permitiría!
Le mostró los colmillos con enfado, amenazante y el chico le sorprendió su reacción.
Asustado y sumiso solo ladeó la cabeza, ofreciéndole el cuello. Moriría por él, dejaría que él lo matase si así lo pedía, porque sin Adam, Dean no tenía nada
-Niño tonto, la próxima vez que me preguntes algo así pienso comerte-susurró en su oído tan lentamente que a cada letra se estremeció y cada palabra los escalofríos recorrían su cuerpo haciéndole sentir más vivo que nunca- Te amo, niñato idiota- le dio un cariñoso beso en el cuello y le llenó de ternura vez a su humano llorar de nuevo, ahora riendo y tapándose la cara por el sonrojo.
- Gracias, gracias...- musitó mientras secaba sus lágrimas con el dorso de la mano y sentía al mayo besarle el cuello y las mejillas con amor y delicadeza.
De la nada Adam frunció el ceño de nuevo y apartó las manos del chico de su cara deleitándose con sus ojos húmedos, su pelo alborotado y sus mejillas carmesí. Sujetó las muñecas en su puño y le inmovilizó los brazos, sosteniéndole las manos sobre su cabeza.
- A mi no me agradezcas nada. He sido un maldito cobarde al no aceptarlo hasta ahora, es vergonzoso. Tu has sido muy valiente, todas esas veces en que me has intentado besar sin saber siquiera cómo hacerlo. Me sacas de quicio y me vuelves loco.- dijo con una gran sonrisa en su rostro, aprovechando la posición en la que tenía a su pequeño para besarlo.
Besarlo de verdad.
Sus labios actuaban con rapidez instruyendo a los del menos y castigándolo con pequeños mordiscos por ser tan irresistiblemente tierno con sus gemiditos y suspiros ahogado. La lengua del mayor lamía sus belfos con delicadeza mientras su barba de tres días le hacía cosquillas la menor, haciendo que un cúmulo de sensaciones le hicieran sentirse tan feliz que se colapsaba.
La lengua del mayor penetró en su boca sin previo aviso haciéndose paso húmedamente entre los dulces y tiernos labios y Dean se asustó al sentir la intromisión, pero las relajantes caricias de esa experta y larga lengua sobre su la suya le relajaron y dejó que el vampiro recorriese su boca entera hurgando con perversión mientras sus labios lo devolvían a la realidad con movimientos lentos e intensos.
- Te amo...- murmuró Dean, algo avergonzado pero totalmente sincero, en medio de ese húmedo beso en el que el sonido de sus bocas buscándose y encontrándose, se hacía más chicloso sobre el silencio nocturno.- Te amo aunque seas un vampiro cabezón y cascarrabias- rió ligeramente.
Adam sonrió sobre su boca y sus manos tomaron con rudeza las caderas del menor bajo él.
Deseaba más que nada en el mundo tener a Dean a su lado para siempre, sentir su aroma, marcarlo como suyo y confesarle al mundo entero que él era también del humano, poseerlo, hacerlo suyo en todos los sentidos.
Quería probar su cuerpo y gozarlo, robarle su tan delicada flor y ser él el primero, ansiaba que el alma del menor se mezclase con la suya hasta fundirlas en el calor de su amor, haciéndolas una sola.
Inseparables.
Quería sentir el calor de Dean alrededor suyo y necesitaba escucharlo gritar su nombre, quería verlo sonrojarse cuando le rugiese, como una bestia salvaje, que lo amaba más que a nada en el mundo, ansiaba robarle su inocencia y su pureza y sabía que lo colmaría de amor ahora y siempre.
Sus manos cruzaron los límites físicos de la ropa y se adentraron bajo la camisa del chico, tocando la cálida, blanquecina y cremosa piel que se estremeció ante el contacto. Notó los vellos del menor levantarse, alerta, por la caricia y sintió su corazón latir desbocado junto a unas respiraciones entrecortadas.
Dios, Dean estaba tan nervioso que no podía esperar a hacerlo suyo. Se había reprimido tanto negando un amor que, por alguna razón que ahora no comprendía y que quedaba ya muy lejana, no quiso aceptar, que ahora parecía ansioso, como un animal salvaje.
La boca de Adam bajó al blanquecino y curado cuello del menor y lo mordió con pasión, pasando después la lengua por las ligeras marcas rojas del mordisco de amor.
Sus manos apretaron la desnuda piel del chico y pasando una de ella por encima de su plano y delgado pecho, la otra acarició la espalda con lentitud, relajándolo.
Dean entonces no pudo reprimir sus lágrimas que largo rato atrás habían dejado de brotar y Adam se detuvo en seco, sosteniendo con preocupación el rostro del chico y besándole los labios rápida y tiernamente.
- He ido demasiado rápido ¿Verdad? Lo siento.- dijo cabizbajo y sintiendo remordimientos por su comportamiento.- No pretendía asustarte...
Él había llegado a ser todo un hombre de veinticinco años experimentado y que había pasado por la cama de muchos y muchas a lo largo de su vida, y ahora era un ser sobrenatural mucho más mayor con más perversidad, experiencia, fuerza y poder que un humano común ¿Como se le había ocurrido ir así de rápido con alguien como Dean?
Él era un muchacho adolescente, virgen hasta el extremo, adorable y tierno. Tímido, asustadizo, frágil y que apenas tenía 16 años. Estaba débil y asustado, confuso por todo lo que estaba pasando en su vida y además triste porque había pasado un vida llena de soledad y traición. Además, estaba descubriendo por primera vez como era el amor, paso a paso, aunque no había comenzado con buen pie.
Se sintió mal, como si corrompiera al chaval, durante unos segundos y creyó que el adjetivo que mejor le definiría en esos momentos sería asaltacunas. Cayó en la cuenta en que además, considerando la diferencia de tamaños entre él y el renacuajo aquel, debería ser mucho más cuidadoso, además, no quería asustar a su pequeño más.
- No, yo... Es que llevaba tanto tiempo esperando que me dieras un beso y después no me apartases que... que...- las lágrimas volvieron a surgir de él, emanaba como ríos y Adam las limpiaba observándolo con ternura.
No había palabras para describir ese sentimiento de satisfacción tras la larga y agónica espera. Por fin, por fin su amor era correspondido.
- Jamás volveré hacer eso, jamás... Cada vez que te besaba tenía tantas ganas de permanecer a tu lado que me asustaba sentir algo tan intenso, lo siento- dijo Adam acariciando el rostro pálido del menor, notando la cremosa y tersa piel bañada en lágrimas relajarse ante su toque.
- Dios...- murmuró Dean dejando caer su cabeza sobre la almohada y suspiró- Han pasado tantas cosas en tan poco tiempo... y aún tenemos que salvar a Mink, no podemos dejar que se muera, no quiero perderte- la preocupación volvió de nuevo a los ojos del menor, junto a la lágrimas.
No, el destino no podía ser tan cruel de arrebatarle a Adam de entre sus brazos ahora que lo tenía bien agarrado a su corazón.
- No pienso morirme y dejarte solo- dijo Adam mientras sonreía fingidamente besando de nuevo a Dean.- Hoy estás muy débil, de Mink nos encargaremos mañana por la noche. No pienso dejarte solo y en este estado así que esta noche es imposible. No te preocupes pequeñajo- le dijo al ver como el otro le lanzaba una mirada insegura- no me voy a morir.
Si él moría no solo debería soportar el dolor de separarse de Dean para siempre, sino el gran cargo de conciencia de saber que había dejado a ese débil humano solo ante una manada de lobos inmortales sedientos de sangre y un mundo cruel. Quizás solo tuviese que soportar esa agonía durante los segundos en que perdiese su inmortalidad y viese la franja que dividía la la vida y la muerte acercársele vertiginosamente, pero aún así sería un infierno para él.
No dejaría a Dean solo y Dean no dejaría a Adam morir. Los dos tenían muy claro su propósito pero el destino era incierto y su suerte no apuntaba muy alto.
- Si lo haces te reviviré y patearé el culo- amenazó Dean abrazándose a Adam con fuerza y dejando una pequeña y esperanzada risa de burla escapar de sus labios.
- Dudo que seas capaz- rió Adam devolviéndole el abrazo al pequeño chico y sonriéndole con ternura.
De nuevo sus miradas se cruzaron y un suspiro salió de ambas bocas al contemplar la belleza del otro y de su unión, sucediendo en un momento tan catastrófico como era aquel.
Ambos se besaron de nuevo y cuando Adam se intentaba contener, agarrando la menuda cinturita del menor entre sus manos y comiéndole los labios a besos bruscos y salvajes y mordiscos o succiones dominantes, Dean actuó con desesperación.
Sus manos pequeñas y finas se dirigieron a la camisa negra del vampiro y nerviosamente intentaron desabotonarla, pero sus manos temblaban y con los nervios que sentía por la situación, fue totalmente incapaz de vencer el obstáculo del primer botón blanco.
- ¿Necesitas unas instrucciones o que?- se burló Adam consiguiendo que el menos se cruzase de brazos, rojo de la vergüenza, y le girara el rostro mientras inflaba los mofletes.
Parecía un criajo enfadado y el vampiro solo pudo reír por su reacción, se le veía tan vulnerable y adorable.
- Necesito a alguien más amable en mi cama- el menor respondió alzándole una ceja y consiguiendo que el otro le sonriese socarronamente.
- ¿Entonces quieres que me vaya?- preguntó Adam socarrón, haciendo un puchero en que sus colmillos dejaban de verse amenazantes para parecer cómicos.
Dicho eso salió de la cama con fingida tristeza pero Dean lo tomó desesperadamente del brazo y tiró de él con las pocas fuerzas que le quedaban, haciéndole sonreír satisfecho.
- Era broma ¡No te vayas!- pidió con su preciosa e inocente vocecilla de cachorrito. Adam sintió el calor subir por todo su cuerpo y vio como la calidez del humano se concentraba en sus ruborizadas mejillas.
Adam se volteó mostrando en sus ojos un intenso color carmesí que durante unos segundos aterró al menor, pero este se relajó cuando el vampiro se abalanzó sobre él y dio un pequeño mordisco a su labio inferior, consiguiendo que su corazón latiera desbocado.
- ¿Quieres intentarlo otra vez?- preguntó con tono sátiro en su voz mientras señalaba los botones de su camisa.
Dean asintió con su cara al rojo vivo y se mordió el labio inferior por los nervios, por acto reflejo el vampiro lo imitó y es que la inocencia de ese muchacho lo encendía demasiado.
- Dean- susurró lenta y pausadamente en su oreja consiguiendo que todo su cuerpo se estremeciese sin siquiera poder controlar el temblor de sus manos que volvía a hacerle perder contra los inofensivos botones blancos.- ¿Hasta donde quieres llegar?- la pregunta recorrió su cuerpo entero y el temor mezclado con la lujuria lo hicieron jadear mientras el vampiro mordía con picardía su lóbulo.
- Todo, haré todo lo que tu quieras- jadeó el muchacho tomando con fuerza los brazos del vampiro, agarrándose con desesperación a los duros y enormes bíceps mientras el hombre se desabotonaba él solo ante la torpeza del menor.
- Se trata de lo que tu quieras también. No quiero hacerte nada malo, no quiero hacerte daño- murmuró en su oído, venciendo ya la mitad de los botones con facilidad. Sus dedos ágiles y largos ya habían dejado al descubierto parte de su pecho.
La clavícula marcada bajo unos hombros y un cuello anchos, esos pectorales abultados y duros, la piel blanca, la frialdad electrizante... Dean se volvería loco.
- Nada de lo que me hagas estará mal, te quiero... por favor, si eres tu el que me hace daño no pasa nada, todo lo que me hagas estará bien- gimió el muchacho, ansioso, asustado y nervioso mientras sentía unos tiernos besos en su cuello y unas manos sobre su cintura, palpando su piel bajo la ropa y acariciándolo con cuidado.
- Te amo pequeño mocoso- musitó Adam dándole pequeños mordiscos en el cuello, probando su dulce sabor y sintiendo la impaciencia del joven, que esperaba a que Adam acabase desabotonarse la camisa por completo para verlo en todo su esplendor.- pero si hay algo que te duele o que no quieres hacer, solo dímelo. Te trataré con cuidado- el menor no pudo evitar gemir por esas dulces y cálidas palabras y todo su cuerpo cayó en un estado de sumisión que le sorprendió, pero con solo escuchar eso de los labios de su amado supo que esa noche sería suyo, completamente.
Adam sabía que esa noche debería tener un especial cuidado y tratar al chico con más delicadeza que nunca. No podía empotrarlo como si fuese su puta personal o una de sus presas. En primera instancia, Dean era la persona a la que amaba y no se perdonaría hacerle daño, además de que era un simple humano que ni llegaba a la mayoría de edad. Por si no fuese poco Dean no era un tipo grande, ni mucho menos, más bien parecía un pequeño angelito virgen. Y su último impedimento ya era el colmo, por la pérdida de sangre de la noche anterior, el menudo adolescente apenas tenía fuerzas para ponerse en pie así que tendría que aprender a ir poco a poco y paso a paso.
Adam se separó un poco del chico para poder liberarse de su estorbosa camisa de una vez por todas y, aunque estuviese igual o más ansioso que el otro, no lo hizo con prisas, sino que la desabotonó con una tortuosa lentitud, recreándose en la mirada del menor, clavada en su enorme y fuerte cuerpo de guerrero.
Tras una larga espera la prenda negra voló hacia el suelo mientras Dean creía morir al contemplar a tan hermoso ser. Su piel pálida y perfecta parecía pintada en el más caro lienzo de todos. Su abdomen estaba lleno de músculos que sobresalían de la tersa piel formando duras y trabajadas montañas de forma cuadrada y su abdomen no era lo único fuerte y ejercitado en él. Los enormes bíceps parecían tan enormes y poderosos que le daba la sensación de que eran más grandes que su cabeza.
Cada vez que Adam se movía y sus músculos se contraían y relajaban alzándose y después reposando de nuevo, Dean moría de placer. Estaba seguro de que si Adam fuese humano y tuviese su fuerza humana correspondiente a ese cuerpo, sería capaz de ganarle a un pulso con el dedos meñique o que si él le daba un puñetazo en la barriga que parecía hecha de abdominales de acero, sus nudillos se destrozarían mientras Adam no sentiría más que un leve cosquilleo.
La línea azabache de vello que iba desde el ombligo de Adam hasta su cinturón, continuando un provocativo recorrido bajo la ropa, se sintió como una tentadora invitación para Dean, quien solo se quedó mirando al otro, maravillado por lo que tenía delante y jadeando solo por lo que sus ojos tenía el placer de contemplar.
El vampiro rió al ver como el pequeño se quedaba parado y sorprendido por su enorme cuerpo de guerrero y entonces Dean se enrojeció violentamente. Aún su timidez, el pequeño se aventuró a probar lo que era suyo y comprobar que sus ojos no le engañaban mostrándole un espejismo.
Su boca se lanzó contra el ancho y áspero cuello del vampiro, besándolo con una torpeza adorable. Adam solo jadeó de forma ronca y erótica al notar cómo el muchacho intentaba complacerle de la misma forma en que él le hacía gemir con sus besos.
Las manos de Adam tomaron a su pequeño humano por el cabello y la nuca con cuidado, acariciando la suavidad de su cuero cabelludo castaño y notando el delicioso aroma a champú del menor. Enredó sus enorme dedos en los lisos cabellos reconfortando al menor con sus apremiantes caricias que le indicaban que lo estaba haciendo bien.
Una carcajada escapó de la boca de Adam cuando en un arranque de posesividad Dean mordió su cuello tímidamente. El menor se sonrojó pero no por ello se detuvo, aunque se apenó al contemplar cómo los poderes de regeneración del vampiro haciendo que la smarcas de sus dientes desapareciesen al instante.
Aún así sabía que Adam era suyo y que se lo merecía, había luchado mucho por él y la espera había sido larga y llena de un amargo pesimismo. Ahora que el vampiro se había confesado como suyo y como su propietario a la vez, no dejaría que la situación cambiase.
Él era de Adam y Adam era suyo.
Siguió su recorrido besando el cuello del vampiro y después sus clavículas, avergonzandose por ser él quien gemía a pesar de ser quien en ese momento llevaba el control.
Adam se limitaba a morderse el labio por el placer que le causaban la inocencia y torpeza de los besos o mordiscos de su pequeño amante, mientras con las mano acariciaba la cabeza del menor y notaba sus suaves cabellos. Ocasionalmente dejaba escapar de su boca pequeñas jadeos de satisfacción, rudos y grabes que más que humanos, parecían rugidos animales y a Dean se le antojaba tan dominante y salvaje que solo podía temblar de excitación y miedo mientras seguía besando al gran hombre.
Su rosada y pequeña lengua lamió los pectorales de Adam y este se sorprendió gratamente al notar como la lengua del menor era cálida y hacía que su piel helada se sintiese de nuevo caliente. Sus pequeñas manos se afirmaban a los costados duros y anchos del vampiro o a su marcada espalda, acariciándolo y consiguiendo así que los estremecimientos recorrieran su pequeño cuerpo mortal.
Con un rápido camino de besos Dean, sonrojado a más no poder y hundido en sus deseos de complacer a quien más quería en el mundo, bajó por su abdomen saboreando la piel salada y helada del vampiro hasta que notó la férrea hebilla del cinturón contra su boca y sintió los nervios corroerlo.
Se quedó estático y ante su inocente duda Adam actuó tomándolo por los hombros y golpeándolo con fiereza contra el colchón.
- Mi turno- sentenció con su tosca voz mientras se ponía a cuatro patas sobre el indefenso y nervioso muchacho.
Su áspera voz resonó en los oídos del más pequeño y este se entregó por completo a su vampiro, dejando que este lo disfrutase a su antojo.
Adam ya había dejado al menor disfrutar de su momento de gloria, mientras lo besaba y acariciaba, pero ahora era su turno de gozar al humano.
Colocó sus manos en la orilla de la camiseta del chico y tiró hacia arriba mientras lo devoraba con la mirada. Dean contribuyó subiendo los brazos para que el otro pudiera desnudarlo con más facilidad y cuando se quedó sin su prenda superior un montón de complejos e inseguridades lo azotaron violentamente haciéndole sentir escalofríos temerosos.
Quizás él era muy poca cosa para un hombre como Adam.
Los pensamientos negativos abandonaron con rapidez la mente de Dean cuando este vio al vampiro morderse el labio con deseo y suspirar fogosamente antes de comenzar a besar su vientre plano y su piel cremosa y dulce.
El delgado chico solo se aferró con fuerza a las sábanas de la cama mientras sentía la enorme boca del vampiro lamer desde su ombligo hasta sus clavículas y después mordía estas con delicadeza pero dejando clara la amenazante presencia de los colmillos.
De otro lametón más desde las marcadas y amoratas clavículas, el vampiro llegó al mentón del chico y después después le dio un lento y tierno beso para volver a su cuello, haciendo marcas moradas mediante a una tortuosa y dolorosa succión que hizo a Dean jadear.
Pasó sus manos por las caderas el chico y lo acarició para tranquilizarlo mientras seguía besando su pecho y ahora rodeaba con sus labios uno de los pezones del menor, comenzando a succionar la sensible piel hasta hacerle gemir entre el placer y el dolor.
Las manos de Dean se aferraron con fuerza a los musculosos brazos mientras estos lo sostenían con firmeza y fuerza por la cadera. La larga y fresca legua del vampiro trazó pequeño círculos alrededor de la rosada y sensible aureola derecha del menor, quien gemía al sentir como el vampiro chupaba y mordisqueaba sus sensibles pezones.
Con fuerza y fiereza tomó las muñecas del menor en una de sus manos y las azotó sobre su cabeza de forma dominante mientras veía en los ojos del menor algo de miedo y un rojo brillo de excitación reflejando el tono carmesí que sus ojos habían adquirido.
Dean intentó hablar, quizás para hacer algún comentario preocupado por el enorme tamaño de los colmillos del vampiro, pero este lo calló rápidamente de un beso.
Sus labios tomaron los del menor con violencia mordiendo su labio inferior, chupándolo, succionándolo y jalándolo mientras su lengua animaba a la del humano temeroso.
-Te quiero- susurró contra su boca haciéndolo soltar una exclamación mezclada con un gemido de sorpresa al ver como el vampiro depositaba parte de su peso sobre él, uniendo sus cuerpos sin aplastarle.
Él apenas podía ocupar la mitad del cuerpo del vampiro pero aún así le transmitió parte de su calor mientras recibía del más mayor un electrizante frío que se volvía más turbio por la mezcla de sus temperaturas y respiraciones.
- Te amo.- susurró de nuevo en la oreja del menor antes de lamer su tierno lóbulo y morderlo con cuidado para hacerlo estremecerse y sentir así como el pequeño cuerpo se movía bajo el suyo producto de sus caricias y mordiscos maliciosos.
Sus enormes manos pasaron a tomar la cinturilla elástica del pantalón de Dean y su boca bajó en un rápido camino de besos hasta el vientre bajo del menor. Besó el límite en que el pantalón dejaba ver una pequeña parte de lo había debajo de su vientre plano y sintió a Dean suspirar, recreándose, mordió su costado con dulzura y algo de dureza.
Después mordió el extremo del pantalón y, destruyendo la frágil tela con su afilados colmillos, lo hizo añicos y se lo arrancó al menos a tirones, partiendo lo que quedaba de pantalón contra su sensible piel, consiguiendo que un grito de sorpresa y temor por parte de Dean calentara a Adam.
una vez en ropa interior, Dean se sonrojó a más no poder y notó las frías manos del vampiro en sus muslos, acariciándolo con lentitud mientras se acercaban a sus ingles y la boca del vampiro lamía la piel de sus caderas, dejando que la tela de los bóxers sirviese de restricción para sus golosos labios.
La excitación de Dean palpitaba notoriamente contra los bóxers y cuando quiso ver si Adam estaba en el mismo estado se topó con una pantalones tejanos que, ante sus ojos, estaban a punto de reventar. ¡Menudo bulto! Pensó Dean sintiendo una mezcla de terror y lujuria recorrerle el cuerpo al ver el tamaño que se cargaba Adam, notorio e imponente incluso a través de la ropa interior y los pantalones.
Una de las manos del vampiro se coló por dentro de los bóxers y acarició su ingle, consiguiendo que los nervios del menor aumentaran y que este se moviese alejándose por acto reflejo.
El vampiro tomó al menos por la cintura y mirándolo directamente a los ojos, con lo suyos rojos y bien amenazantes, lo arrastró sobre la cama hasta hacerlo quedar totalmente bajo él y a su merced.
Los labios de Adam besaron sobre el bóxer y sus manos tomaron los extremos de este comenzando a bajarlo.
Dean acabó desnudo en unos segundos, mostrando ante su amante como su excitado miembro latía por atención y se erguía más ante las caricias que recibía.
Las manos de Adam tomaron la parte interior de las rodillas del menor y lo abrió de piernas abruptamente, haciéndole mostrar toda su intimidad de forma plena.
Se relamió ante la vista y situándose entre la piernas del chico lamió desde la base hasta la punta de su pene, escuchando un enorme y agudo gemido como recompensa.
Sin dificultad alguna se metió todo el miembro en la boca y cuidando de no usar sus colmillos succionó envolviendo el pequeño miembro con la cara interna de sus mejillas y lamiéndolo lentamente dentro de la calidez turbia de su boca.
Dean gimió sin control mientras el vampiro sacaba y metía su miembro dentro de su boca como si se tratase de un juguete que podía manejar a su antojo y, antes de que el menor pudiera llegar a su límite, paró en seco.
La mirada lasciva del vampiro le dio a entender que el juego acababa de empezar y no le daría un segundo de descanso o una oportunidad para correrse hasta que el final fuese glorioso.
El ritmo acelerado al que iba el vampiro con él lo asustaba un poco, pero no iba a quedarse atrás y no complacer a su gran y demandante amante.
Dean decidió solucionar la desigualdad en la que ambos se encontraban y sus manos atacaron el cinturón del vampiro, quien rió por su osadía e iniciativa y se sacó los pantalones con rapidez antes de que la torpeza de Dean volviera a hacerle reír.
El chico miró a los bóxers del vampiro y después le miró a él a la cara tragando saliva.
Adam rió inevitablemente por los ojos de cachorrito asustado de su chico, comprendiendo que el pobre se hallase sorprendido.
Dean era un muchacho pequeño y Adam, incluso para su enorme tamaño, estaba bastante bien dotado.
Pulsando contra la tela del bóxer e irguiéndose en un enorme bulto, el más grande que Dean hubiese visto jamás, la erección de Adam pedía a grito las atenciones del pequeño muchacho.
- No tienes que hacerlo si no quie- Adam se calló de golpe al observar la erótica visión del asustado chico tomando sus bóxers con decisión y bajándoselos rapida y desesperadamente.
- Q-Quiero complacerte- susurró mientras ambos quedaban completamente desnudos y la ropa interior de su amante caía ya al suelo.
Al ver el enorme tamaño de Adam tragó saliva indeciso y sin saber muy bien que hacer y, desde allí abajo miró a Adam y lo vio tan alto e imponente que le pareció que preguntarle cómo o qué debía hacer sería una falta de respeto. Parecían tan superior y dominante que Dean solo gimió ante la visión.
Tomó el gran miembro entre sus manos y se sorprendió por su tamaño, incluso llegó a pensar que una sola de sus manos no sería suficiente para sostener un miembro de tal magnitud. Le resultó sorprendente la forma en la que latía contra su pálida piel pero lo que más le chocó fue que esa parte de él también estaba fría, aunque a los pocos segundos notó que el calor de su mano fue robado por el cuerpo del otro, tornándose más cálido que se costumbre, casi como un humano.
Lo mastubó lentamente y gimió sintiendo como aquella enorme excitación se endurecía y crecía aún más en su mano.
Cierta vergüenza lo recorrió al recordar que mientras él apenas llegaba a los trece centímetros, Adam ya pasaba los veinte y con creces. El vampiro era grotescamente superior incluso en ese aspecto físico y eso lograba intimidar la más joven.
Con algo de inseguridad intentó introducirse ese enorme miembro en la boca de la misma manera en que el vampiro lo había hecho con el suyo, quería hacerle sentir así de bien.
Aunque solo fue un intento pues al llegar a menos de la mitad de ese largo falo, el menor sintió como se asfixiaba al intentar tomarlo, llegándole hasta la garganta.
Se sacó el enorme falo de la boca tosiendo y sintiendo arcadas por la profundidad a la que la mitad de este había llegado en su garganta y sintió como el vampiro le acariciaba el pelo y besaba su frente.
- Tómatelo con calma, novato- le dijo con cierta burla, consiguiendo que el rostro del menor se enrojeciera por la pequeña humillación.
De nuevo volvió a tomar la virilidad de Adam entre sus manos y esta vez solo adentró la punta en su boca, quizás no podría abarcar toda su longitud, pero si se centraba en la zona más sensible podría llegar a complacerlo.
Afirmó sus manos a las anchas y fuertes piernas del vampiro y este lo tomó por el pelo acariciándolo de forma tranquilizadora y apremiante.
El menor al principio solo succionaba la húmeda y salada punta haciéndola entrar y salir de entre sus tiernos y dulces labios, pero después comenzó a lamerla con la aguda punta de su lengua, trazando círculos alrededor de su contorno y después pasando su rosada lengua por entre la hendidura de ese miembro, sintiéndolo palpitar en su boca.
Aunque era inexperto no era idiota y sabía aprovechar sus oportunidades para satisfacer al vampiro, quien ahora jadeaba de una forma ruda y tosca, tan varonil que Dean temió correrse por el simple hecho de escuchar una voz tan masculina colmada de placer.
Adam hacía pequeños vaivenes con la cabeza viendo como solo unos poco centímetros se adentraban en la boca del chico, que ahora estaba algo asustado por no llevar el control de la mamada.
Lo tomó del pelo con más fuerza, haciéndole solo un poco de daño para obligarlo a no mover su boca mientras adentraba poco más que la punta, imaginando que esa noche no solo desvirgaría la boca del chico. Cerró los ojos imaginándose como de maravillosa sería la otra cálida y húmeda cavidad del menor, pues su boca ya era de por sí bastante buena. Pero una excitación aún mayor se apoderó de él cuando al abrir los ojos y mirar directo a la caliente escena vio al menor mirándolo con una sumisa devoción.
Los ojos algo acuosos y enormes del muchacho lo miraban, al azul turquesa de su iris, iluminado por la vaga luz de la habitación de hotel tenía un claro destello, como la luna reflejada en un tranquilo mar nocturno donde Adam desearía ahogarse una y mil veces. La boca abierta, acogiendo con esfuerso parte de su gran tamaña y gimiendo contra él, esa mirada eléctrica llena de inocencia, amor, lujuria, miedo y sumisión.
Adam creyó que se correría en ese mismo instante si no hacía algo. Apartó al menor de su miembro tirándole del pelo con cuidado de no hacerle daño y le beso en los labios de una forma pausada y placentera, sintiendo como el menor dejaba que la experta lengua penetrara en él y lo recorriese entero.
Tras eso al mayor tomó de la cintura al chiquillo y lo giró rápidamente, tirándolo de forma violenta contra la mullida superficie hasta hacerlo quedar bocabajo.
Dean dio un pequeño grito al sentir el ardor en uno de sus redondos y tiernos cachetitos. El vampiro lo azotó de nuevo, esta vez con más ganas y consiguiendo escuchar otro de los deliciosos chillidos de su presa.
En sus nalgas blanquecinas pronto se dibujó la marca de la mano del vampiro con tonos rojizos, cosa que solo consiguió calentar más a Adam, quien lo volvió a azotar, esta vez más flojo para no asustarle, consiguiendo teñir totalmente las redondas y perfectas nalgas del humano.
Su cuerpo era hermoso y ver como esas cortas y finas piernas terminaban en ese maravilloso culo desnudo le pareció lo más sexy del mundo.
Adam subió sobre el chico y comenzó a besar su nuca, descendiendo por su espaldas mientras sus manos acariciaban la cara interior de los muslos y subían a su trasero para apretarlo con un descaro impudoroso.
Abrió sus piernas, situándose entre estas, mientras lo besos descendían más y más, llegando a su espalda baja y haciéndole sentir realmente caliente.
Una vez el camino de ósculos hubo terminado, Adam se mordió el labio mientras se alzaba para contemplar la gloriosa vista y con sus dos manos tomó las nalgas del menor con intensidad, logrando que sus dedos se clavasen hasta dejar marcas de posesión y pasión, entonces abrió sus redondos cachetes dejando al descubierto la parte más íntima del lampiño muchacho.
Observó como entre el valle de sus dos nalgas se le presentaba su vírgen hoyo y las ganas de hacerlo suyo lo volvieron loco. Deseaba hacerlo de una vez por todas, pero la espera era deliciosamente tortuosa, sabía lo que haría y necesitaba saborear el placer de tener al vírgen Dean tan entregado a él.
curvó su espalda bajando hasta el trasero del menor y comenzó a besar la pálida piel, arrancando del pequeño unos gemidos tan suaves y livianos que lo encendieron consiguiendo que el ambiente fuese mil veces más erótico. Sus labios exploraron la hendidura de su trasero hasta llegar a la rosada entrada que lo esperaba y allí su lengua tomó el control del limpio y perfecto cuerpo.
Un gemido de sorpresa y placer escapó de los avergonzados y húmedos labios del humano cuando la lengua se deslizó, lenta, húmeda y tierna sobre la superficie de su ano consiguiendo que la sensible zona cediese hasta dejarle paso a un dedo que vino después y presionó con suavidad.
Su agujero lubricado con saliva se contrajo con miedo y después se relajó para volver a cerrarse al sentir el largo dedos masajeando y presionando para poder entrar, tarea que no sería fácil.
- Relájate- susurró Adam poniéndose de nuevo sobre el menor, apoyando su peso en un brazo mientras el otro estaba en su trasero.
Sentir el pecho y abdomen musculoso y duro de Adam chocar contra su espalda menuda fue el paraíso para Dean, quien soltó un sonoro gemido cuando el vampiro se le echó encima susurrándole que se relajase.
- No tengas miedo- dijo al notar cuán tenso estaba el menor, besó su nuca lentamente y después mordió su lóbulo y lo chupó con fuerza, haciendo que su pequeño se estremeciera y jadease de placer.
El menor sintió los lentos besos tornarse más largos y placenteros mientras el depredador deslizaba cuidadosamente su lengua sobre la nuca del chiquillo, saboreando su salada y tersa piel.
Relajándose en manos del que esa noche era su amo, dejó entrar el primer dedo un grito de dolor resonó en la habitación, preocupando un poco al vampiro que, creyendo que lo mejor sería pasar el mal rato rápido, enterró su dedo por completo en el trasero del contrario con rapidez.
El menor chilló de nuevo al sentir hasta el fondo aquella larga falange y poco a poco se acostumbró hasta sentir solo una pequeña y curiosa molestia, entonces comenzó a moverse dentro suyo y la sensación de tornó extraña. Se sentía totalmente en manos del vampiro, que solo hacía movimientos lentos y suaves para no herirle demasiado.
Sus quejas bajaron de volumen cuando se hubo dilatado lo suficiente como para admitir dentro de él un segundo dedo que ayudó al primero a alcanzar aquel lugar especial que le otorgó al menor la primera y más leve oleada de nuevo placer esa noche.
Gimió alto y sin vergüenza sintiendo la punta de los dedos deslizarse en su húmedo interior hasta llegar a ese sitio especial que le hizo probar un muerdo de las frutas más sabrosas del edén.
Rojos como la sangre, sus labios se abrieron dejando escapar quejas y ruidos de placer tan obscenos que consiguieron que la paciencia de Adam se comase gota a gota.
Arrancó sus dedos del cálido interior del chico y lo volvió a girar bruscamente para buscar sus labios mientras sus manos tomaban los tiernos y menudos muslos separándolos y colocándolos en su caderas, haciendo que el pequeño se abriese a él, entregándole su cuerpo.
Las lenguas se encontraron y la fricción de los dos cuerpo calientes los hizo explotar en jadeos de excitación mientras el sexo de Adam se frotaba con énfasis contra la entrada que deseaba poseer, deslizando toda su extensa y mojada longitud por la superficie vírgen que se lubricaba ante el paso de ese gran miembro.
El menor gimió al sentir los roces y una mano acarició su cuerpo mientras otra lo tomaba por la cintura y la boca del vampiro acallaba la suya impidiéndole gemir.
Sus uñas se enterraron con rapidez en los omóplatos del vampiro hasta hacerlo sangrar cuando los nervios lo pusieron alerta al notar como la húmeda punta del pene de su amante se alineaba con su virgen agujero, presionando para entrar y abrirse paso entre sus entrañas.
Antes de siquiera intentar entrar, Adam dejó de besar al menor y lo miró fijamente, muy de cerca, mientras sus dos manos tomaban el rostro del menor acariciando y enfocando la mirada turquesa hacia la suya, haciendo chocar el azul de hielo con el rojo de fuego mientras los cuerpo cálidos y fríos por la temperatura inicial de Adam se volvían más cercanos hasta extinguir las distancias.
Adam miró profundamente a los ojos cristalizados por el temor y la lujuria del menor, amando su expresión de preocupación e inocente excitación, y entonces presionó un poco más haciendo que su miembro todavía no entrase pero estuviese un paso más cerca de hacerlo.
Quería verlo todo y en primero plano, deseaba observar los cambios en el rostro del menor cuando le penetrase, necesitaba ver su expresión mientras lo desvirgaba lentamente y recordar para siempre todos los posibles cambios en ese hermoso rostro mientras lo sentía adentrándose y haciéndole suyo.
Quería mirarle a la cara mientras le hacía el amor por primera vez y deseaba ver como los claros ojos miraban a los suyos con súplica, ansiaba sentir como en un suspiro que golpease su boca la inocencia del chiquillo se escapaba.
La punta se adentró en el cálido y estrecho muchacho y este soltó un pequeño grito de dolor mientras se mordía el labio y cerraba los ojos con temor y sorpresa, dejando escapar un par de lágrimas y gimoteando cuando sintió el resto del miembro abrirse paso entre sus nalgas dentro de su tan cerrada y acogedora intimidad.
Con el ceño fruncido y los ojos aún cerrados, dejando escapar decenas de lágrimas cristalinas, Dean dejó que sus labios se abrieran para soltar un lento y alto gemido.
La mitad ya estaba dentro de su pequeño y Adam pensaba que no había nada más hermoso que su chico en esos momentos, por eso grabó a fuego esa imagen su mente y , revolviéndole el cabello con dulzura, besó a su pequeño humano y se adentró en él por completo disfrutando como el chiquillo gemía y chillaba dentro de su boca por el dolor, el placer y la sorpresa fruto de su inexperiencia.
El demandante y salvaje beso del dominante se tornó en un montón de ligeros besitos y mordiscos sobre los labios de su compañero cuando ya estuvo dentro de él completamente.
Con una mano acarició su cintura dulcemente, haciéndolo estremecerse al tacto y con la otra retiró de sus abultadas mejillas las lágrimas que caían junto a los quejidos de dolor.
Una parte de Adam se sentía mal al ver a su niño tan sumiso bajo él llorando por el dolor de que lo penetrara en su primera vez, era tan joven e inexperto. Pero su otra parte encontraba eso mismo muy sexy.
Ver a su chico tan entregado, dejándose herir y dejándose poseer por él mientras lloraba a causa de su gran tamaño sumado a la inexperiencia del humano, era hermoso y hacía que Adam tuviese una fuerte sensación de posesión y autoridad. Le gustaba.
Y aunque sentía como las cálidas, angostas y vírgenes paredes apretaban sobre su miembro ciñéndose a él con fuerza y facilitándolo todo con su humedad, Adam no se movió ni un pelo, debía esperar a que su humano se acostumbrase.
Las piernas de Dean estaban rodeando su cintura con fuerza y su cuerpecito temblaba por el dolor y el miedo, el pequeño apretaba tanto su agujero, contrayéndose con miedo, que Adam notaba la presión abrumadora del otro contra su sensible falo, sumergido en sus entrañas y siendo presionado y comprimido por las cálidas paredes del recto del humano.
Notó un par de suspiros y tras eso el menor aflojó un poco la presión que sus piernas ejercían al agarrarse a las caderas del vampiro y relajó su cuerpo entero, dejando de ejercer esa enorme presión, haciendo que su cuerpo se tornase acogedor y su estrechez fuese deliciosa en vez de algo dolorosa para el vampiro que se hallaba en su interior pugnando por arremeter contra él brutalmente.
- ¿Estás bien?- preguntó el vampiro sintiendo los jadeos del otro. Apenas había comenzado a moverse y el menor ya se retorcía gimoteando bajo su magno cuerpo.
Dean solo asintió con la cabeza, respirando hondo y relajándose del todo. El vampiro le sonrió al sentir como la tensión de su cuerpo era liberada y bajó un poco su cuerpo, flexionando los brazos, para poder comenzar a comerle el cuello a besos a su chico, relajándolo y estimulado esa zona erógena que tantos gemidos le arrancaba.
Las manitas de Dean se clavaron en las anchas y marcadas espaldas del vampiro y este entonces sacó unos centímetros de su miembro de dentro del pequeño, escuchando su respiración pausarse. Volvió a meterse en él de forma lenta, placentera y suave, escuchando un largo murmullo de placer y un alto gemido.
Repitió el proceso de forma ininterrumpida, dejando sin aliento al menor cada vez que salía de él y haciéndole gritar con dulzura y lujuria cada vez que se hundía de nuevo, enterrándose dentro suyo hasta tocar algo que lo volvía loco poco a poco.
Los altos jadeos de dolor fueron opacándose lentamente mientras salían a la luz unos dulces y livianos gemidos por parte de Dean que solo hacían que su hombre quisiera poseerlo más dura y fuertemente.
El vampiro solo se dedicaba a besar toda la desnuda piel que tuviese a su alcance, mordiendo y chupando con fuerza para dejar notorias marcas de propiedad que le recordarían cuán suyo era ese pequeñajo, mientras con sus manos palpaba el pálido y cálido cuerpo bajo él, estrujando con rudeza su piel y acariciando tan bruscamente como podía, memorizando hasta el último poro de la piel de su compañero, dejando que sus manos se impregnaran de la suavidad que esa piel tenía y de su inocente aroma a juventud y amor.
Mientras Dean se sentía deliciosamente poseído, deleitándose por el placer de ser profanado por otro hombre, este comenzó a arremeter con más fuerza y rapidez, logrando que el menor sintiese que iba a morir si todo seguía así, sintiendo que la intensidad de todas esas emociones le haría estallar en mil pedazos.
Se quedaba sin aire por cada vez que sentía el vacío del vampiro abandonado su interior, pero sin embargo sus pulmones no daban a basto para gritar una vez volvía a arremeter deliciosamente contra su trasero, llenándolo.
Sentía el enorme y masculino pene controlando todas y cada una de las sensaciones de su cuerpo con asalvajadas arremetidas y embestidas rápidas y profundas. Entraba tan adentro que el menor no sabía ni que podía sentir placer y calidez en tan hondas zonas de su cuerpo, se estaba descubriendo esa noche y le estaba encantando a pesar del miedo inicial a todo aquel mundillo nuevo.
Dentro suyo, Adam crecía cada vez más haciéndole sentir como él mismo se estiraba, dilatándose para él, y su enormidad de calentaba haciéndole hervir la sangre mientras palpitaba placenteramente contra su interior, mostrándole cuánto podía destrozarle la garganta haciéndole gritar de placer y, solo a veces, de dolor.
Las embestidas, cada vez más veloces y hondas lograban que a cada fuerte arremetida ambos jadeasen entre el placer y el cansancio por tan fogosa sesión de sexo. El sonido de su pelvis y sus testículos chocar con violenta furia contra el trasero del chaval solo encendían más al vampiro mientras sus caderas movían en acompasado vaivén de ritmo rápido.
Y cada vez que sentía el ardiente aliento del humano contra su frío cuello, toda su piel se erizaba y daba estocadas aún más vigorosas deseando destrozar al pequeño bajo él y queriendo darle tanto placer como le fuese posible y más.
Los gritos de Dean se mezclaron con los gemidos roncos y viriles del vampiro cuando sus uñas se hundieron en la ancha espalda y producto de tan bestiales embestidas, el chico las deslizó por la piel haciendo que la negruzca sangre chorreara por los costados del vampiro hasta gotear por su abdomen, haciéndole parecer aún más sexy y salvaje, uniéndose las gotas de su sangre con las del sudor del humano y sus lágrimas de plenitud, placer y dolor.
Adam arrancó con rapidez una de las almohadas que Dean mordía intentando acallar sus sonidos, se la arrebató con fiereza dejándole claro que deseaba escuchar todos y cada uno de sus gritos. Después fue rápido colocando la casi desplumada almohada tras la cabeza del menor evitando que su cabeza chocara contra el cabecero de madera, pues a cada uno de sus placenteros golpes de cadera, el vampiro desplazaba el cuerpo el menor haciéndole sentir su excitado compás, como si no pesase nada, resbalando sobre la cama y derritiéndose bajo él.
Con fuerza el vampiro tomó los tobillo del menor y lo elevó todavía más, abriéndolo a su vez para poder entrar mejor y deleitarse con el pequeño muchacho al que se estaba follando con salvajismo y, a su vez, cuidado. Jamás le haría daño y por mucho que tu tuviese que contenerse, no pensaba partir por la mitad al pequeño. Bueno, no mucho.
Sin pudor, el menor comenzó a rogar por más mientras sentía su cuerpo hormiguear y calentarse hasta hacerle sentir en el mismísimo infierno, saboreando el más dulce y primitivo pecado de todos.
Adam solo le miró con picardía y sus ojos rojos se entrecerraron agudizando su vista para contemplar todos y cada uno de los detalles de la presa a la que jamás se cansaría de devorar.
Su cabello pegado a su frente empapada de sudor, sus ojos enrojecidos por las lágrimas y sus labios hinchados llenos de mordiscos, sus mejillas rojo cereza y su cuello lleno de marcas moradas con la forma de su boca, las lágrimas deslizándose de forma cosquilleante contra su piel y sus gemidos delirante. Sus súplicas y ruegos, sus declaraciones demenciales de amor que le derretían el corazón a Adam y que lo volvían loco a cada segundo.
El cuerpo del pequeño chico comenzó a moverse también por si mismo, buscando aún más placer, pero se quedó inmóvil cuando el vampiro le beso robándole el aliento a su pequeño e inocente niño que acababa de descubrir que significaba hacer el amor.
Con solo probar la húmeda y chiclosa dulzura de los labios del humano, Adam dio una última embestida en el menor, clavándose en lo más hondo de él y derramándose lentamente mientras rugía en la pequeña boca y llevaba a su amor hasta su primer orgasmo, haciéndolo correrse entre gemidos, escupiendo su semen sobre los dos cuerpos sudorosos y dejando la habitación en calma tras llegar a esa extasiante cima que los hizo jadear un buen rato después mientras sus cuerpos temblaban y sus pieles re erizaban tratando de recobrarse de los mejores orgasmos que jamás habían tenido.
Dean cerró los ojos y se acurrucó junto al gran cuerpo, deseando que ese momento no se acabase nunca.
Poco a poco fue quedándose dormido como un niño, aunque eso no le impidió sentir el agua fresca y el resbaloso jabón sobre su piel y su espalda contra el pecho del vampiro cuando este lo había lavado después de follarlo.
Y tampoco le impidió sentir como el suave algodón del pijama que Adam había encargado y pagado a la chica del hotel, se rozaba contra su piel mientras el vampiro le vestía.
Y mucho menos le impidió notar los grandes labios sobre los suyos y la rasposa barba haciéndole cosquillas cuando el vampiro estaba dándole su beso de buenas noches.
Adam bajó las persianas huyendo de la luz del sol y se acomodó con su pequeño en la cama, abrazándolo.
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