-¡Argh! ¡Joder, puto niño imbécil! ¡Esta camiseta cuesta cien euros!- grité tirado en aquel hortero suelo de cocina. Ardía como el infierno tener un cuchillo de cocina atravesándome el hombro, pero más me dolía la reputación ¿Como iba a ir por ahí con la ropa agujereada y manchada de sangre? Las heridas se curan, la ropa cara no.
- ¡Mi amor! ¿Estás bien? Déjame int-
- ¡Ah! ¡Duele, no lo toques! ¡Y no soy tu amor, chucho pulgoso sin glamour!- la faunesca cara de Namjoon no se tornó una mueca iracunda, como de costumbre, sino que me miró con preocupación desde arriba.
Ya había comenzado a transformarse en lobo para comerse a esa pequeña escoria humana, así que tenía orejas de lobo en su rostro y verlas bajarse por la tristeza que mi herida le provocaba me pareció, cuanto menos, curioso.
Y adorable. Pero no admitiría eso en voz alta jamás de los jamases.
- ¿Jin, estás bien?
- Si me compras una crema rejuvenecedora sí, tanto arriesgar mi vida va a acabar pasándome factura.- Sabía que en el fondo mentía con mis palabras. Yo siempre me veía genial, por favor.
Dejé que Namjoon se agachase a mi lado y acariciara mi pelo mientras ponía mis manos sobre el mango del cuchillo. Cerré los ojos e intenté pensar en cosas bonitas. Pensé en mi y sin deliberarlo arranqué ese filo de mi hombro.
El primer segundo no dolió. Después mi cuerpo asimiló lo sucedido y...
- ¡AAAAAAAAAAAAAHHH! ¡VOY A MATAR A ESE JODIDO NIÑO, COMO DUELE, COMO DUELE, COMO DUELE!.- Y no mentí, dolía más que aquella vez que tratando de cazar a un jodido neófito me rompí una uña contra uno de sus colmillos. Por suerte Namjoon me salvó antes de que algo peor sucediera, de no ser por él habría acabado muerto. O peor: Con dos uñas rotas.
- ¡Mi princesita!- gritó el otro tomándome entre sus brazos. No opuse resistencia porque el cuerpo me dolía horriblemente y sentía la carne palpitar y sangrar en mi hombro. Me miró afligido y tratando de no mostrar una mueca descompuesta por el dolor yo le lancé una fría mirada.
- No me lla-llames así.
- Pero eres una princesa- dijo él alzando su dedo índice y tocándome con él la punta de la nariz, como si fuese alguna especie de niño pequeño.
-Eso lo sé, pero no soy tu princesa.- añadí antes de girar el rostro y acomodarme en sus cálidos y fuertes brazos. Por suerte Namjoon era veloz y yo resistente.
El licántropo se pasó todo el camino de vuelta al centro gruñendo y rugiendo y haciendo cosas de perro enfadado mientras refunfuñaba y decía sandeces como que nadie podía tocarme y que haría pagar a ese humano. Era un tipo extraño, siempre se mostraba hostil con todo el mundo pero conmigo parecía ser un osito de peluche que sacaba los colmillos si alguien se atrevía a ponerme un dedo encima.
Cruzamos el oscuro y demasiado ostentoso umbral y los largos y decorados pasillos hasta la sala destinada al trato de los enfermos, que no era más que una habitacioncita con un vampiro que daba su sangre por dinero. Bueno, para mi y para Namjoon era gratis. Beneficios de ser los protegidos del líder.
- ¡SeokJin, menuda herida!- gritó Kris al verme. Se llevó las manos a la cabeza con sorpresa y tirándolas hacia atrás peinó sin quererlo su rubia melena de forma desordenada.
- No es nada, nada que no me puedas solucionar ¿No?- pregunté sonriéndole. En efecto el asintió y aunque sus colmillos ya estaban fuera por la excitación, no fue a mi a quien mordió.
Se hincó los colmillos en el dedo índice, creándose pequeñas heridas de las que su sangre oscura y no demasiado apetecible brotaba.
- Vamos.- insistió, acercando su dedo a mi boca- antes de que cierren.- las heridas ya habían comenzado a curarse y debía apresurarme si deseaba que el desgarro de mi hombro hiciera lo mismo.
Kris torció la cabeza sonriéndome cuando su dedo acarició mi belfo. Sangre caliente goteando sobre él y deslizándose hasta mi comisura.
Noté algo chocar contra mi espalda y vibrar tras ella. Supe que era el pecho de Namjoon cuando sus manos grandes me tomaron de las caderas. Se ponía tan protector con esta clase de cosas que eso solo hacía que quisiera molestarlo más.
Por ese motivo entre abrí mis labios y saqué mi fina lengua para lamer la longitud del dedo de Kris lenta y detenidamente. Con una gota de sangre era suficiente, ya no hacía falta más, pero tener al lobo rugiendo detrás mío era divertido así que mis labios besaron la yema herida del dedo y poco a poco me lo metí en la boca para succionar la sangre que quedaba.
Tenía un sabor repugnante, pero era obvio. Yo no era un vampiro, no bebía sangre.
El dedo de Kris se movió en mi boca, acariciando mi lengua, y ahí puse punto y final a aquel asunto. Esa sanguijuela no me interesaba, solo estaba comportándome así por Namjoon, así que era mejor detenerse antes de que se le subieran los humos. Retiré el dedo de mi boca bruscamente, sin insinuar nada sexual entonces, agradecí apenas moviendo mis labios y me marché rápido. La mirada lasciva del vampiro no me gustaba y la forma en que Namjoon comenzaba a exaltarse tampoco. No quería una pelea ahí en medio, no conmigo presente al menos.
Cuando me hube recuperado de la pérdida de sangre gracias a un delicioso ramen que yo me había cocinado (debía hacerlo Namjoon, pero temía que, no sé... ¿Rompiera el ramen? viniendo de él no me extrañaría) el líder del consejo me citó en lo que él llamaba su despacho, aunque no es como si fuéramos una institución real para la sociedad opulenta, con despachos reales y cosas así, pero ¿Qué más daba? Aquello era verdadero para nosotros, para mi; y de hecho, nosotros no éramos reales para el resto del mundo, así que ¡Al cuerno con ellos!
Abrí levemente la puerta de cristal de colores, pasé elegantemente mientras él me examinaba con la mirada y me senté en una de las sillas cuando él asintió, dándole el visto bueno a mi estado después del incidente.
- Muy bien, cuéntame lo sucedido.
- Fuimos al pueblo a investigar lo de los dos vampiros y de golpe yo y Namjoon olimos a sangre en una casa, era un aroma muy intenso así que inventamos algo para entrar. Solo había un humano pero era muy sospechoso. Al final me atacó y el vampiro le salvó tan deprisa que ninguno de los dos lo pudimos ver. Ah... ese maldito humano estropeó mi ropa, esto es grave...
- Sí, sí que lo es. Que ese vampiro tenga un aliado humano significa que necesitamos exterminarlos ya. A ambos. Contar nuestro secreto es una falta muy grave y que debe ser castigada con la muerte. Quien sabe si le habrán revelado esto a más mortales, o si el chico habrá hablado con las autoridades del lugar o... ah. Jin, tienes que matarlos cuando antes. Esto nos pone en peligro a todos.
- Como mande, padre.- el vampiro me miró fijamente con sus ojos grandes unos segundos y entonces mostró sus prominentes pero blancos dientes en una sonrisa provista de colmillos. Era gracioso, parecía el híbrido entre un caballo y un vampiro, pero no se lo diría, a él no debía faltarle al respeto.
- Padre...- repitió incrédulo, con restos de aquella risa espontánea salpicando sus palabras.- Yo te considero un hijo, pero ¿Como puedes llamarme así después de que yo matara a tu verdadero padre?
-Verás...- susurré acercándome a él, hincando los codos sobre la mesa.- Un padre es quien cría, quien enseña y quien alienta a sus hijos. Y tú has hecho eso.- su rostro complacido me gustó de veras. El líder era hermoso, no lo dudaba, pero había algo en su sonrisa orgullosa que me henchía el pecho de alegría.
Sonrió así la primera vez que pateé un saco de boxeo, la primera vez que acerté en el centro de una diana y la primera vez que di muerte a un vampiro que le desobedecía. ¿Una máquina de matar? Quizás sí me había convertido en eso, pero jamás me quejaría. Él me había dado un camino y yo lo había seguido por voluntad propia, ahora mi alma pertenecía a ese sendero y mi vida sería sacrificada en su nombre si así lo requería.
- Además- añadí- mi viejo se lo merecía ¿No? Se puso con toda la aldea a cazar vampiros ¿Que ibas a hacer tú sino acabar con todos por tu bien? De hecho, te agradezco que me dejaras a mi con vida.
- No hay nada que agradecer. Maté los culpables de la caza de vampiros, solo a ellos. Tu eras un bebé, no tenías esa responsabilidad sobre tí, así que decidí hacerme cargo. Cualquiera lo habría hecho.
- No, no cualquiera. Padre, tú eres un rarito, pero es genial.- me levanté de la silla y andé hasta la puerta mientras hablaba. Sabía que el líder no era de muchas palabras y que mi parloteo incesante ya estaba comenzando a ponerlo nervioso, así que debía ser pragmático e irme a trabajar.
- No me llames padre, y menos cuando tú te comportas como la mamá de toda la organización.- se burló antes de comenzar a ordenar papeleo con sus grandes manos.
- Oh, cállate, Hoseok.- dije mientras rodaba los ojos y cerraba la puerta con dramatismo. Ese maldito sabía cómo pincharme.
- ¡Jin!- escuché su voz a través de la puerta y asomé la cabeza por ella, queriendo saber el motivo por el que Hoseok reclamaba mi presencia de nuevo.- ¿Qué hay de Namjoon?
- Sigue siendo un chucho, pero no va a buscar palos si se los tiro. Se enoja conmigo.- fingí un puchero recordando la forma en que el susodicho se me tiraba encima como un animal rabioso cada vez que le hacía bromas por el estilo.
Una vez le regalé un hueso de goma en su cumpleaños. Me reí tan fuerte que me dolieron las mejillas. Después el maldito Namjoon me golpeó con él en el trasero hasta que me dolió sentarme y le dijo a todo el mundo que era porque habíamos tenido sexo ¡Ja! Ya quisiera él.
-Oh, sabes que no me refiero a eso. ¿Cómo está contigo? Cuando resultas herido él se pone muy irritable y ahora debe estar que echa humo.
- Antes le ha rugido a Kris.- dije riendo. Hoseok intentó no sonreír también, pero falló.- Pero no te apures, calmaré a Rap Monster.
- ¿Rap... Monster?
- Oh, sí, es su apodo. Lo llamábamos monster antes porque es un licántropo, pero los humanos se extrañaban por ese mote si lo oían, así que si lo llamo Rap Monster nadie hace preguntas. Al final me he acostumbrado a llamarlo así.
- Ah... tonterías de críos-musitó Hoseok mirando los papeles de su mesa de nuevo. Negando con la cabeza, suspiró.- ¿Sabes que va detrás tuyo, verdad?
- Sí, que intente lo que quiera; incluso es divertido verlo menear el rabo como a un cachorro- reí. Hoseok me miró desafiante y alzó una ceja.
- Te haces el inalcanzable pero algo me dice que ya estás en sus redes.
- ¡Oh, cállate!- Cada vez que alguien insinuaba algo así me sacaba de quicio ¡Quería golpear algo! pero jamás comprendí el porqué una emoción tan fuerte afloraba por semejante tontería. Me hacían burlas peores y sin embargo no sentía nada con ellas.
- De acuerdo.- dije repasando las evidencias mentalmente.- el chico era jovencito y seguramente debe ir a la universidad. No puede estudiar muy lejos de la casa donde estaba así que tenemos tres campus universitarios que investigar a fondo. Si no surte efecto buscaremos en los ciclos superiores y sino iremos a sitios de comida rápida o supermercados de cerca de esa casa, ahí es donde suelen trabajar los adolescentes sin experiencia. ¿Si?- RapMon asintió y aunque no paraba de mirarme los labios por la velocidad con la que yo hablaba, supuse que me estaba prestando atención.- Vale, dos de las universidades son igual de cercanas, tú irás a por la de norte y yo a por la del sur. A la tercera iremos juntos si no tenemos suerte en las otras.
- ¿Y no podemos ir juntitos a todas?- Lo asesiné con la mirada por ese maldito comentario. No era gracioso, estábamos en una situación seria- ¡No voy de broma! ¿Qué harás si no está tu gran hombre ahí para protegerte?
- Estar lejos de ti me hace estar más seguro, de hecho.- comenté pensativo.
- ¡Oh, vamos, solo soy un poco torpe! No es mi culpa, no controlo bien la fuerza de licántropo...
- Arrancaste la puerta del baño de cuajo ¡Ahora todos me ven cuando hago mis... mis residuos de diva!- vale, aquel no era el mejor eufemismo a usar, pero al menos no había dicho la palabra que empieza por ''c''.
-¡Eso ahora da igual! Enserio, ¿Y si te atacan cuando vas solo? En un combate directo eres tan débil...- murmuró con sus ojos clavados en el cuello.
- Por eso me he compraaaaaaadoooo...- dije prolongando la palabra para poder ir al armario y rebuscar allí mi nueva prenda- ¡Esto!- exclamé con orgullo.
- ¿Una fea chaqueta de lentejuelas rosas?
- ¡No es fea! Y tiene un montón de bolsillos ocultos e interiores para que guarde armas por si me atacan de cerca. Estaré bien.
- Más vale. Porque si alguien te hace daño, ya puede ir rezando...- su mirada sombría y la forma ronca en la que habló me erizaron el vello de la piel.
A veces Namjoon podía ser un lobo muy feroz.
- ¿Seguro que no quieres que te invite a nada más?- preguntó un muchacho alto y fuerte, de ojos oscuros, pelo moreno y piel muy tostada. No era un vampiro, era obvio. No era mi tipo, también obvio.
Miré la bandeja frente a mí, con una comida deliciosa, un postre con tanto azúcar que podría empalagar hasta a un elefante y algún que otro refresco caro y exótico de los que vendían en el campus.
- Quizás luego.- dije alejándome del chico mientras le guiñaba un ojo. Cuando me volteé y supe que me estaba mirando el trasero pero que no veía mi rostro, hice una mueca total de asco. Pasé al lado de la papelera y empujé con el meñique la pequeña servilleta donde el coqueto universitario había apuntado su número. Cayó entre los escombros y restos de comida indigerible y podrida y sonreí ¿Quién se creía él para ligar conmigo?
Era el decimoquinto chico que trataba de seducirme en lo que llegaba de dia y aunque eso me molestaba, debía admitir que gracias a mi atractivo había conseguido mucha información y una comida completa gratis. Pese a ello, no había logrado dar con señales de vampiro o del humano estúpido que me apuñaló, en ese campus, así que después de comer debería ir a ver que tal le iba a RapMon en su universidad.
Sonreí. Quizás le contase que en una mañana había conseguido tantos números de teléfono que si sumaba sus dígitos podía medir su nivel de celos y todo. Me gustaba sentir su pecho temblar antes de emitir aquellos rugidos roncos y, aunque a veces rompía alguna que otra cosa (la mesa del té, las tazas de té, mi ropa nueva, mi ropa vieja, las cortinas, los armarios, las puertas, el suelo, la cara de alguien,... Bueno, creo que la idea está clara ¿No?), también amaba cuando rasgaba su ropa para hacer aquellas transformaciones parciales en las que su cuerpo se volvía más grande, faunesco, peludo y peligroso. Namjoon era alguien interesante cuanto menos.
No me fue difícil localizar a RapMon cuando visité su campus para irlo a buscar; y eso que él se hallaba en una zona totalmente oculta y para nada transitada. Estaba detrás de la parte prácticamente abandonada del edificio donde se hacían antiguamente las prácticas de ciencias. Las instalaciones eran horrorosas ahí puesto que ese lugar fue construído demasiado tiempo atrás y las erratas del lugar eran irreparables, por lo que ese gigante de hormigón había quedado obsoleto y era, en el campus, algo tabú ¡incluso habían inventado leyendas como si se tratase de una casa abandonada! No se me había ocurrido mirar en dicho lugar, pero gracias a mi afiladísimo oído pude escuchar la inconfundible voz de Namjoon maldiciendo.
Estaba muy enfadado, eso estaba claro; tal cosa me dio esperanzas de que hubiera encontrado al vampiro así que corrí hacia su posición y sin revelarme en la escena observé desde un lugar seguro para efectuar un ataque sorpresa si era necesario.
Fue enorme la decepción que me llevé al ver a Namjoon gritándole a un adolescente cliché y zarandeándolo contra la pared.
Era un chico pálido, ojeroso, flaco y con la cara salpicada de las típicas espinillas de la edad. Aunque pareciera un zombie puedo asegurar que de vampiro, tenía poco.
- ¿Se puede saber qué haces?- pregunté a Namjoon cuando tomó al chico por la camisa y lo levantó hasta hacerlo quedar frente contra frente con él. El licántropo, sin apartar su mirada de él me respondió entre gruñidos:
- Este tipo sabe algo de vampiros ¡Y no me lo quiere decir!- lo azotó contra la pared de nuevo y cachos de pintura rala cayeron al suelo. Una nube hedionda de yeso se desplegó por el golpe.
El tipo no gritaba por el dolor de los golpes (que debía ser mucho, Monnie era muy fuerte), su mirada parecía perdida y además su cuerpo no parecía reaccionar a nada: no esquivaba ni se defendía. Bueno, al menos había encontrado a alguien más tonto que Namjoon.
- ¿Y si no te quiere decir como sabes que él sabe de vampiros?- pregunté alzando una ceja, Namjoon me miró con sus ojos a punto de destellar en un amarillo cobrizo que bien conocía y puse una mano en su hombro para calmarlo.
- Estaba preocupado por ti.- confesó. Eso explicaba porque estaba tan nervioso enfrentándose a un simple humano.
- Lo sé, pero estoy bien.- intenté sonreírle con dulzura y creo que lo conseguí porque él se mordió el labio.- Pero, responde a mi pregunta.
- Su brazo, tiene marcas, son como de colmillos pequeños o de mordidas casi curadas...
Dejé de escucharle unos instantes para tomar la muñeca grisácea y escuálida del chico. Hueso y pellejo contra mi mano, me dio asco tocarle.
Volteé su brazo y examiné la zona. Piel seca y escamosa llena de puntos rojos y profundos junto a un conjunto de cicatrices circulares.
- ¡Imbécil! Son marcas de pincharse ¿No sabes reconocer a la presa de un vampiro de un drogadicto?
- ¿Va-vampiros? Joder, esa mierda si que me está haciendo alucinar- Habló el imbécil.
Dios, sería una día largo.
- De acuerdo- dije suspirando con cansancio y masajeándome la sien- esta es la última universidad ¿Como nos dividimos?
- ¿Ciencias y letras?- preguntó Namjoon con desgana, en un día habíamos rastreado dos campus enteros, por fuerza debíamos estar taciturnos.
- Me pido letras, así escribiré un poema sobre lo fabuloso que soy- sonreí.
- O podrías escribirme una carta de amor, princesita.- dijo el licántropo apretando una mano en mi cintura. Lo miré con asco pero de todos modos no lo aparté, no sentía esa necesidad.
Tal vez y solo tal vez sus dedos se sentían grandes, cálidos y tranquilizadores cuando se movían sobre mi piel.
- Podría escribir un manual de como diferenciar sospechosos de cocainómanos.- me burlé son saña, sonriendo triunfal.
Namjoon me mostró el dedo del medio por la ofensa y comenzó a caminar lejos de mi.
- ¡Que te jodan, princesa descerebrada!
- ¡No me llames así!- antes de echar a correr su sonrisa se amplió en proporción a lo que mi ceño se fruncía. Y eso era mucho. Muchísimo.
Investigué las carreras de antropología, historia y filologías varias durante unas cuantas horas y entonces, mientras yo estaba en el pasillo dispuesto a dirigirme a literatura o quizás filosofía, una avalancha de estudiantes me arrolló. Comprendí que se trataba de la hora de la comida y que en ese momento todos debían correr como desesperados hacia la cafetería central para tomar algo, así que decidí seguir a la multitud con la intención de que me llevaran al lugar. Con tanta gente ahí era casi seguro que si el humano se encontraba en la universidad, esa sería su ubicación al mediodía. Y si estaba en la cafetería yo no lo pensaba dejar escapar fácilmente.
Bingo.
La gente pasaba delante mío y algunos me empujaban al verme parado tan cerca de la entrada, donde el flujo de transeúntes era importante, pero no me importaba. Me quedé ahí, de piedra, plantado en el suelo como un pasmarote mientras una sonrisa ladeada cruzaba mi rostros y mis ojos se clavaban en una cabecita anaranjada que yo conocía muy bien.
El chico se giró riendo y sus pequeños ojos avellana chocaron con los míos, aniquilando todo rastro de felicidad en su rostro. Lucía tan asustado que realmente disfruté con aquello. Un tipo grandote pasó justo entre nosotros, tapándome la vista de mi presa y viceversa; aproveché la oportunidad para desaparecer con presteza, haciendo que el pobre humano quedase confuso y preocupado.
Miró a los lados con nerviosismo, se rascó la nuca, se mordió las uñas... y su mirada no logró encontrarme. Entonces intentó calmarse con respiraciones profundas y corrió al baño, como si eso fuera a protegerle. Namjoon y Hobi me tenían dicho que evitase los espacios reducidos porque el combate directo se me daba de pena, que yo era más de sigilo y distancia. No se equivocaban, pero ese chiquillo era un humano ¡Vamos! Mis habilidades no estaban tan desgastadas como para temerle. Fui a paso ligero hasta el aseo y crucé la puerta casi sin hacer ruido.
La imagen que me encontré nada más entrar fue perfecta: el humano estaba agachado a la altura del grifo, echándose agua fría en su hermoso y tierno rostro y por ello tenía los ojos cerrados y no podía verme. Iba a ser tan sencillo que me sentía cruel, como un vampiro. Quizás de tanto trabajar para ellos se me estaba pegando algo, aunque a ellos no se les pegase mi glamour.
Acerqué mi mano a mis caderas, lentamente deslizándola bajo la tela suave y prieta del pantalón, y con los dedos decidios rodeé el puñal que llevaba allí oculto. Lo moví con deleite hasta desenvainar su hoja y entonces el humano se irguió, mirando al espejo que tenía en frente.
El reflejo de mi cara de satisfacción se sustituyó por el de la suya, colmada de horror. Entonces se volteó con intenciones de defenderse, pero el filo del cuchillo silbó en el aire y acaricié con delicadeza su nuez. Un poco más de presión y sangraría.
Su manzana de adán se acercó al cuchillo cuando tragó saliva y entonce sus ojos se clavaron justo detrás mío con inmensa sorpresa.
Pensé en mirar en el espejo que es lo que tenía a mis espaldas, pero mis ojos no tuvieron tiempo de moverse, se cerraron de golpe. Sentí un dolor en mi nuca y mi cerebro pareció desconectar.
- ¡Kookie!- grité lanzándome para abrazarlo. Acababa de dejar inconsciente a un hombre de un golpe y sus colmillos prominentes y ojos rojos no le hacían pareces muy amistoso, pero me alegraba demasiado de verlo sano y salvo como para no achucharlo cual oso de peluche.- ¿Como...
- Tae me encontró hace unas horas...-admitió mirando al suelo con vergüenza, sus mofletes colorados y los ojos brillosos.- Sigo enfadado con él, pero me contaron lo que pasó y pensé que debía venir a protegerte. Por lo visto he acertado.- murmuró señalando el cuerpo del suelo. Inerte, aquel asesino daba lástima y todo.
- ¿Qué hacemos con él?
- Hazle una perdida a Suga para que venga. Nos ocuparemos de él. Es arriesgado matarlo porque es alguien importante pero sí podemos secuestrarlo y usarlo para llegar al compañero. Si los tenemos a ambos podremos negociar con el líder para conseguir su amnistía y así to-un quejido vino del suelo y Kook clavó su mirada en el hombrecillo de orejas puntiagudas que se retorcía sobre las baldosas como un gusano.
Marqué el número rápidamente en mi teléfono, sintiendo mis dedos temblar. Tenía miedo, necesitaba a Suga ahí conmigo.
- por-por favor, no me hagáis daño...-lloriqueó el chico a mis pies. Se veía tan perfecto y frágil que me sentí un monstruo por ser la causa de su estado.- tengo miedo... yo no... yo...
- Cállate, ibas a matar a Jimin ¿Pretendes irte de rositas?- Kook habló en tono serio y tomó del pelo al muchacho para alzarlo a su altura. Gritó por lo brusco que mi amigo estaba siendo y cuando lo tuvo frente a su rostro comenzó a llorar.
Mire a Kook a la cara, esperando que la compasión que yo sentía se reflejase en sus ojos, pero solo vi una expresión apática. Una máscara. Era el rostro de Suga, pura frialdad.
- Kookie, no le hagas daño, debe estar aterrorizado...- susurré interponiéndome entre ambos. El vampiro me miró con tanta ira que pensé que sería atacado y por un momento no reconocía a mi amigo. El asesino cayó contra el lavamanos penosamente y como pudo se apoyó en él.
- n-no le dejes matarme, por favor, por favor- susurró con la voz temblorosa y sus brazos en mi hombro, ocultándose detrás de mi cuerpo como un cachorrito inerme y asustado.
Sé que el tipo había estado a punto de abrirme la garganta hacía ¿Que? ¿Cinco minutos? pero daban iguales las acciones, porque la gente está hecha de lo que se oculta tras ellas, no de ellas; y yo, en ese momento, detrás de su casi asesinato, veía un terror profundo y una desorientación de las que mi corazón debía compadecerse.
-Tranquilo, tú haznos caso. Todo saldrá bien ¿Cierto, Kook?- pregunté mirándolo de forma suplicante. No quería heridos, ni muertos. Solo hacer las cosas bien sin tener después imágenes horribles en mi cabeza.
Kook asintió de mala gana y después noté el brazo del chico de pelo verde rodearme la cintura con una firmeza que no creía propia de él. Me volteé preocupado y vi de soslayo una sonrisa maligna y el brillo del puñal bruñido destellar hacia mi cuello de nuevo.
Una puñalada por la espalda. En ese momento aprendí que eso es lo que uno recibía por confiar.
Esperé el dolor enterrarse en mi tráquea pero de nuevo Kook me salvó la vida. Le debía tanto. Su mano tapó la cara de Jin como si fuera una garra clavada en su rostro y entonces empujó tan fuerte hacia atrás que rompió el espejo del baño. Lo rompió con el cráneo de Jin. ¿Habría roto también su cabeza? Algo de sangre caía de su coronilla y ahora sí que estaba inconsciente. O muerto.
Deseé con fuerza que estuviera vivo porque, aunque no lo quería cerca mío por su obvia inclinación a acuchillarme, la vida es algo demasiado valioso.
- Dios santo, te debo una. Bueno, dos. O más, ya no lo sé.- confesé mientras apoyaba mi espalda en la pared y me deslizaba hasta sentarme en el suelo. Estaba mareado y yo no quería ver los trozos de cristal salpicados de sangre.- No se como pagarte.- escondí mi cara entre mis manos y respiré lento y hondo, dejando que el calor no escapar entre mis dedos.
- Con tu cuerpo- aparté las manos de mi cara y lo miré sorprendido. Había sonado tan serio que me asustaba.
Por suerte tan pronto como nuestras miradas colisionaron estalló en carcajadas hasta ponerse rojo.
- Te he oído. Una broma más y mueres- Suga nos hizo dar un respingo a ambos. Me levanté emocionado por su llegada y sin pensarlo ni una sola vez, lo abrazé cálidamente.
Noté la sorpresa en él al sentir sus músculos tensarse por mi acto, pero después se relajó y una pequeña risa escapó de sus labios. Me separé avergonzado, no sabía porqué había actuado de ese modo pero con todos los nervios y el miedo de la situación mi cuerpo reaccionó solo, buscando el de Yoongi. Mi corazón se aceleraba por mil cosas, pero solo se sosegaba por él.
Una vez estuve a un par de pasos de distancia vi sus manos y lo que llevaba en ellas, alarmándome. Cuerdas y pañuelos.
Tragué saliva y observé desde la pared (es decir, desde lo más lejos que podía) como Yoongi y Jungkook ataban de pies y manos al pobre e inconsciente chico, le vendaban los ojos y lo amordazaban.
Fueron solo diez segundos, siete quizá, y aquel peliverde menudo y ligero ya se encontraba indefenso y totalmente expuesto. Durante una fracción de segundo, después de acabar de inmovilizar al chico, Yoongi y Jungkook, cuyos ojos tenían color vino y cuyos colmillos sobresalían de sus bocas, se miraron intensamente a los ojos aguantando la respiración. Brillaron al unísono en una tono escarlata que no me gustó nada, entonces entre el silencio escuché el leve goteo y vi como entre las separaciones de las baldosas impolutas del suelo, el color rojo avanzaba marcado las fronteras.
La herida de Jin no era grave, pero solo un instante fue necesario para que los depredadores se mirasen con hambre, casi pactando cenarse al chico. Kook siguió con esa mirada obsesa cuando Suga sacudió su cabeza, negándose tan tentadora posibilidad.
- Ves a la vila, nosotros ya hemos llegado- dijo Suga con una leve sonrisa. No entendí hasta que cuando iba a replicarle algo, desaparecieron los tres de mi vista.
Yoongi no mentía, seguro que con la velocidad que tenían ya estaban en la habitación con aquella víctima atada y asustada. No me agradaba Jin en absoluto, pero me daba tanta lástima verlo a él, con sentimientos (aunque fueran ira y odio, los que veía en sus ojos cuando sostenía el puñal), atacado por dos seres cuyos ojos se habían vaciado de humanidad y compasión simplemente por el olor de la sangre.
A veces sentía que de un momento a otro podía perder a Yoongi o a Kook. Temía que aquello que corría por mis venas les arrebatara la humanidad; y era aterrador pensar en lo simple que se me antojaba: una gota de sangre o algo más (si se trataba de Suga) y vería una cara vacía, ya no un rostro conocido.
Fui con prisas a la vila temiendo por Jin ya que el apetito de Kook me parecía demasiado peligroso. Bueno, el mío también lo era así que me compré una caja de galletitas de chocolate para el camino y aunque me hizo perder seriedad, estaba realmente angustiado.
Escuché gritos ahogados viniendo del otro lado de la puerta y asumí que Jin había despertado y luchaba por vencer la oposición de su mordaza. Tragué saliva y entré de golpe, no quería retrasar más el momento de ver lo que fuera que iba a encontrarme. Afortunadamente el pequeño elfo solo se quejaba por estar secuestrado y no por ningún tipo de tortura; intacto, se hallaba atado a una silla en medio del salón y junto a los de todos, sus ojos se clavaron en mí nada más entrar. Todos menos los de Kook.
Él miraba la cabeza de Jin, donde la sangre seca se había adherido a un mechón de pelo hasta hacerlo quedar endurecido y enmarañado; para mi eso lucía repulsivo, pero yo veía en sus ojos un hambre y fijación que me indicaban lo contrario.
- Suga ¿Puedo...-preguntó acercándose un paso al chico atado, que de golpe dejó de armar escándalo y lo miró horrorizado.
- ¡No!- respondió Tae en su lugar.- Ves a tu habitación, si te quedas aquí mientras lo hacemos te descontrolarás.- Mi sangre se heló ¿Hacer qué?
- No pienso obedecer a alguien que ni siquiera me quiere vivo, bastardo-masculló Kookie entre dientes. Ceño fruncido y ojos brillantes. Esperaba una reacción explosiva por parte de V, no toleraba las faltas de respeto; de hecho una vez presencié una pelea entre él y Suga y fue cruda y salvaje, iniciada por algo mucho menor que eso.
Sin embargo V solo lo miró a los ojos y después miró el suelo. Como si no tuviera la mayor importancia. O tal vez tenía demasiada.
- Kookie, por favor... Sino, será más difícil- dijo entonces Yoongi con una voz tranquila.
El aludido arrugó la nariz con enfado pero finalmente obedeció entrando a nuestra habitación. Me pregunté si yo debería ir tras él para preguntarle por todo lo sucedido y por su desaparición, pero entonces alguien se me adelantó:
- Iré a vigilarlo, para que no escape otra vez- No iba a escapar, ni mientras hubiese semejante peligro en la ciudad y sobretodo cerca mío. Y todos en esa sala lo sabíamos. Fruncí el ceño y apreté mis puños. Lo sabíamos.
- Vaya excusa más mala.- dije con voz neutral. V girándose hacia mí y mirándome con los ojos bien abiertos. A Kook le había perdonado una ofensa, pero yo no era Kook.
Tensó la mandíbula y yo tensé mi cuerpo entero. Oh, no. De golpe el vampiro volvió su cuerpo hasta nuestra habitación y entró con prisas, como si algo le hubiera llamado la atención. Algo que yo no podía escuchar.
- Gracias por salvarme el culo, Kookie.- susurré apenas audible, pero sabía que me había escuchado.
- Minnie, no le mataré ni le haré demasiado daño porque estás delante.- dijo Suga sacándome de mi ensimismamiento. Oh, iban a hacerle hablar. O gritar, mejor dicho.
Asentí y me dejé caer en el suelo. Aún no sucedía nada pero sentía mis piernas fallar y mi rostro frío, así que prefería estar sentado sobre suelo firme mientras todo sucedía.
- Bien.- dijo Yoongi suspirando. Entonces se acercó a Jin y le arrancó la mordaza. No, no se la quitó, no deshizo el nudo de tela y retiró el pañuelo de su boca. Literalmente tomó un extremo de la banda y tiró tan fuerte que se rompió contra la piel de Jin, dejándola roja y con un aspecto muy doloroso.
- Ah, jo-joder duele.- se quejó el pobre chico, mordiéndose uno de sus rosados labios para forzarse a no llorar delante de Yoongi. Delante nuestro. Me sentí en ese momento parte de algo que me aterraba, parte de la crueldad, la violencia y el odio de la enemistad. Tragué duro y aguanté; no era agradable, pero sí inevitable.
- ¿Quieres que duela más, uh?- La voz de Suga en ese momento sonaba la poderosa y oscura que me apegué a la pared y abrazé mis rodillas. Jin negó en respuesta, mirándolo a los ojos con desafío. ¿Así de patético lucía yo cuando enfrentaba a Suga aunque no tuviera oportunidad alguna?- Entonces dime ¿Dónde está tu compañero?- pareció francamente sorprendido cuando Suga preguntó eso y simplemente miró al suelo.
No hablaría, lo veía en sus ojos. La mirada de alguien cabezón que moriría antes de renunciar a sus ideales. Me recordó a mi y por eso dolía tanto. Lugares diferentes para personas iguales, eso creaba la enemistad; odiaba a veces ser tan reflexivo porque los pensamientos me torturaban. Así era la guerra ¿no? personas iguales luchando por lo mismo, solo que eran imágenes especulares.
Cómo humanos y vampiros. Dos caras de la misma moneda.
- Oh, no me hagas hacerlo por las malas chico. Yo puedo ser muy malo.- Suga tomó el pelo del muchacho entre sus dedos y tiró de las hebras con una violencia innecesaria, haciéndolo gritar y arqueando su cabeza.
El chico no se quejó cuando los colmillos se clavaron en su cuello. Solo se quedó quieto, llorando y mordiéndose el labio, como si aún pudiera detenerse. Suga se despegó de su garganta dejando dos grandes hoyos que lamió, recogiendo el goteo de sangre.
- Ah...que bueno, joder- farfulló el vampiro con el rostro entre sus manos. Hizo un amago de voltearse hacia mi pero se detuvo. Supuse que ahora que su instinto estaba mostrándose no querría atacarme.- Dime dónde está tu compañero, no te haré más daño si lo haces.
Sentí una arcada al ver a Suga lamiendo la sangre de sus dedos. Si, era terriblemente sexy, pero toda aquella situación me destrozaba por algún motivo. Era casi como si yo estuviese en esa silla.
- Pues hazme más daño. Me da igual. Quizás tú, jodida sanguijuela incapaz de apreciar el valor de una vida, no lo entiendes, pero prefiero morir si es por salvar a Namjoon. Así que estás perdiendo tu tiempo. Aunque dudo que lo entiendas.
Mis ojos se llenaron de lágrimas ¿Acaso no haría Suga lo mismo por mi y viceversa? ¿Acaso no nos sacrificaríamos el uno por el otro como ese chico hacía? Éramos lo mismo, todos lo éramos en el fondo. Por eso dolía ver que el mundo hacía necesario que nos matamos entre hermanos.
-No soy como tú crees, yo daría mi vida por Jimin. Y si es por protegerlo, daré la tuya y la de tu compañero también.- Mi corazón dolía, dolía porque todo era cruel y horrible y, entre toda esa maldad inmunda, Suga solo deseaba amarme y que todo saliera bien. Pero las cosas no eran así.- Por última vez ¿Dónde está?
- Estoy aquí, grandísimo capullo.
Todo pasó a una velocidad que mi pobre cerebro de almendra apenas pudo procesar. La puerta se abrió violentamente, los ojos de Jin brillaron de emoción y sus mofletes se sonrojaron, Suga frunció el ceño, miró el umbral y después me miró a mi, en el suelo justo a unos centímetros de la entrada y en un par de segundos me había alejado del lugar.
Mareado y confuso me tambaleé pero apoyé mis manos en la fuerte espalda de Suga y miré por encima de su hombro para encontrarme al furioso hombre lobo entrando por la puerta.
Dio un paso y tanto Kook como V tuvieron tiempo suficiente para salir de la habitación y atender aquel asunto.
Asustado apreté uno de los brazos de Suga y él solo volvió la cara hacia mí, me miró con fastidio por la molestia que le suponía mi miedo y me dio un rápido beso en la frente; eso sí, sin quitar en ningún momento su expresión de rancio sin sentimientos.
V, por su lado, se interpuso entre el malherido rehén y su tal vez más que compañero y Kook simplemente se quedó cerca de esos tres, dispuesto a actuar si hacía falta pero algo desubicado de todos modos.
Namjoon era más alto que las última vez, más fuerte, su cabello lucía más largo, sus uñas más puntiagudas, sus dientes más afilados y sus ojos más dorados. No estaba transformándose en lobo, pero ya pisaba el límite. Analizó a Tae con su vista para gruñir con desagrado y después posar su atención de Suga y hacer lo mismo. Parecía estar analizando sus posibilidades; escasas si se comparaba a sí mismo, un joven licántropo, contra dos vampiros bien formados, en especial Tae. Pero Kook...
Lo pensé demasiado tarde y cuando la idea vino a mi mente él y había efectuado su rápido movimiento para atraparlo entre sus brazos con fuerza, como si quisiera ahogarlo.
Suga había hecho una amago de ir a por él, pero miró atrás y al verme volvió a ser mi escudo protector. Amaba ser su prioridad, pero Kook estaba en peligro.
Tae no se movió. Jin saltó feliz en la silla.
- Dame a mi novio o lo mataré.- Kook se revolvió en sus brazos y sacó los colmillos pero poco le duró su audacia: Namjoon presionó largas y negras uñas contra su garganta. Un movimiento y lo decapitaría.
- ¡No soy su novio!- gritó el prisionero revolviéndose en la silla con la cara roja como un tomate. Con la resistencia que opuso logró, sin darse él cuenta, debilitar sus ataduras. Ahora solo quedaba un nudo separándolo de su libertad, pero se calmó a tiempo.
- Mátalo si te place, no pienso darte a ese chico.- Si el corazón de Kook estaba curado, ese hijo de puta de V había arruinado todo por segunda vez.
Kookie se mordió el labio inferior haciéndose sangre en un gesto igual al de Jin minutos atrás. Con la misma intención: No llorar. No lo consiguió.
El lobo frunció el ceño y aproximó sus garras al cuello de mi amigo y, con una voz gutural y temible, dijo:
- Como quieras...
- ¡No!- grité lanzándome lo más rápido que pude hacia Jin, cayendo sobre las cuerdas y liberándolo del último nudo que lo hacía prisionero en el acto. Se zafó de las ataduras hábilmente y, con presteza, esquivó a Tae y se lanzó al hombre lobo.
Namjoon abrió los ojos como platos y arrojó al pobre neófito al suelo para hacerle lugar al chico de pelo verde. El elfo estaba demasiado malherido como para que cualquiera de los dos pensase en luchar contra nosotros (mejor dicho, contra ellos, por qué un humano como yo poco podía hacer contra un licántropo) así que simplemente se olvidaron de nuestra existencia y tan pronto como se fundieron en un abrazo conciliador, desaparecieron.
Tae se acercó hacia mí, sin darme tiempo a levantarme del suelo y sin miedo alguno lo miré a los ojos. Un rojo lleno de furia, un blanco vacío de emoción y un negro abismal, sin nada que ofrecer.
Recordé aquello que había estado pensando toda la tarde, sobre que todos éramos iguales pues Jin moriría por su compañero igual que Suga y yo lo haríamos, igual que Kook lo haría; y pensé otra cosa más: Todos éramos iguales, todos menos V.
Si había un enemigo real, era él. El ser que no moriría por su amado, el único incapaz de dar valor a nada.
Los vampiros no eran monstruos, pero él sí.
Me arrancaron el aliento de repente y el suelo bajo mis pies se volvió aire y ausencia. Tae me tomó del cuello con fuerza, alzándome. Podía ver sus colmillos, su brazo recto hacia mi. Estaba ahogándome y no sentiría remordimientos por ello.
Kook, en el suelo, alzó una mano hacia nosotros, sin fuerzas y con demasiadas lágrimas; no podría salvarme. Nadie podría...
- Suéltalo. Ahora mismo.- La voz de Suga venía de detrás mío, pero con solo escucharla tan ruda pude imaginarme su rostro furibundo- No eres mi creador o mi amigo mientras toques a Jimin, eres mi enemigo. Y aunque me puedas matar yo puedo patear tu pálido trasero antes, así que suéltalo.
- Sois todos imbéciles.- La gravedad volvió a actuar sobre mí con fuerza y me precipité hacia el suelo. Me habría protegido la cabeza con las manos o algo así para evitar un golpe pero había estado tanto rato sin aire que apenas podía pensar. De no ser porque soy tonto de nacimiento, creería que esos segundos sin oxígeno habían causado daños cerebrales o algo así.
No llegué a golpearme realmente, sólo aparecí en los brazos de Yoongi y el golpe más duro que recibí fue el de ver la rabia comprimida en sus ojos.
- Humano estúpidos que necesitáis respirar...- murmuró de mala gana antes de estrecharme más fuerte. Era un abrazo, aunque mantuviese su cara de tipo duro y sin sentimientos.
En el fondo Suga sí era dulce.
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