Capítulo 14: problemático

 Suga, aunque me pareciera grande, realmente era un tipo de mediana estatura y tamaño completamente normal, por eso no le encontraba explicación al porqué pesaba malditamente tanto. Su brazo estaba tras mi cuello, rodeando mis hombros, y aunque no apoyó todo el peso de su cuerpo contra el mío, sí que dejó que yo cargara con mucho porcentaje de este.

El pobre apenas podía andar y no paraba de jadear, desesperado y lleno de angustia. Tras la noche anterior el veneno que había consumido en la sangre de ese maldito Jin había penetrado en su sistema, enfermándolo.

V había dicho que ese estado de debilidad absoluto apenas duraría un día, pero esa mañana lo veía realmente mal y estaba preocupado por él. No quería perder a alguien importante, no otra vez.

Solo de recordarlo tenía ganas de tirarme al suelo y llorar hasta que se me saliera el alma disuelta en lágrimas y ya no pudiera sentir más nada; pero debía ser fuerte ahora que mi ángel protector con aspecto de diablo se hallaba tan vulnerable. No sabía ni si era capaz de protegerme a mí mismo, pero algo tenía claro: nadie tocaría a Yoongi.

Con cuidado, lo dejé en la cama y me senté a su lado, preocupado al escuchar sus quejidos mientras se acomodaba entre las cobijas. En pocas horas las clases comenzarían y, como era obvio, él no podría asistir y yo no podría prestar atención porque mi mente estaría en dos lugares distintos: en un espacio de congoja donde me preguntaría cómo estaba Yoongi y en otro de depresión, donde rememoraría como estaba Kook. Muerto.

- Jimin, no podré protegerte hoy mientras estás en clase... pero no te dejaré solo.

-¿Que? No puedes venir, Yoongi, no seas tont-Antes de poder seguir con mi insulto, el muy maleducado me cortó, como siempre hacía.

- No iré yo, apenas me puedo mover. He dicho a V que te acompañe todo el día.- Solo con ese escuchar ese nombre sentí la ira formando un nudo de plomo en mi garganta, obligándome a tragar saliva y con ella mis palabras malhumoradas. ¿Cómo alguien podía sentir tanto odio al escuchar una letra? Esa maldita V, v de vil asesino y mentiroso.

No quería oír hablar de él, verle o siquiera estar en la misma habitación que ese ser del averno. No después de saber que había observado a cámara lenta como de un disparo asesinaban a su supuesto amado y mi mejor amigo. Si tan poco valía la vida para él, que se muriera. Lo odiaba con todo mi corazón, o mejor dicho, con todos los pedazos punzantes de él.

No, no iba a pasar un día entero con un ser cínico y deshonesto que solo servía para causar dolor. Nunca había tenido, hasta entonces, ganas de abofetear a Suga (ni valor como para pensar en ello), pero cuando soltó eso tan a la ligera, como diciéndome que debía estar conforme sí o sí, pensé que le rompería la cara si no bromeaba.

- Me está vaciando. No tiene ninguna gracia.

- Te jodes, Minnie. Aquí mando yo y vas a pasar un lindo día con V si no quieres tener problemas conmigo después.- dijo con su característica sonrisa ladina en el rostro. Sí, lucía pálido, desvaído y ojeroso, estaba hecho mierda por el veneno, pero de todos modos su sonrisa fue radiante y sus finos labios rosados parecían tan deleitosos como siempre, solo que un poco más níveos. Ah, odiaba su forma de reír con superioridad. Sí, vale, era superior, pero ¡Odiaba admitirlo!- Sé que lo odias por lo que sucedió, pero no voy a dejar que seas un blanco fácil para esos capullos. Así que pórtate bien hoy con Tae.

- Te odio Yoongi, voy a patear tu culo después de esto.- dije rodando los ojos, aceptando aquella horrorosa condena a regañadientes.

Volvió a sonreír, pero no satisfecho sino malicioso, y esta vez sus ojos brillaron de forma lasciva-

- Y yo romperé el tuyo.

Maldito sea Min Yoon Gi por hacer que mi corazón se pare con frases como esa y por causar sonrojos tan violentos en mi que a veces creo que me desmayaré. Lo odiaba, aunque internamente debo decir aquella frase logró, junto a su rostro diabólico y sensual, hacerme estremecer.

- ¡Cállate, te odio!- dije para salir de allí corriendo y con una enorme sonrisa en la cara que esperé que no viera. Me volvería demente por culpa suya.

Comí algo antes de ir a clase y no llegué al postre, tuve que correr al baño a llorar. El motivo de ello era que sentía mi estómago lleno, algo que parecerá muy normal, pero a decir verdad yo no estaba acostumbrado; siempre me quedaba con hambre en las comidas porque un chico molesto y de ojos café me pedía a cada instante bocados de mi plato y al yo negárselos aprovechaba la mínima oportunidad para tomar pedazos de mi comida y engullirlos cual serpiente. Siempre le había dicho a Kook que odiaba que me quitasen la comida y que él me enojaba mucho al hacerlo, pero en ese momento lo habría dado todo por tenerlo ahí luchando por meter su tenedor en mi plato para robarme algo de sushi.

Solo de pensar que debía estar en clase con el hombre que le había dejado morir, mi corazón se encogía.

Fui rápido a la primera clase, sin esperar a Tae y deseando no verlo aparecer. Un sitio vacío detrás mío y otro a mi izquierda. Me mordí el labio, no podía llorar en clase. Como si de los truenos de ese tormentosos día se tratase, V apareció en el salón y se sentó a mi lado sin mediar palabra. No me miró siquiera.

Maravilloso, la profesora de la primera clase llegaría tarde así que me tocaba aguantar una media hora (como mínimo) de silencio incómodo con aquel hombre avieso y repugnante.

- No hace falta que me cuides. Le diré a Suga que lo has hecho aunque te vayas-traté de convencerlo, aunque hablé con voz leve y lo hice mirando al frente por temor, así que no soné demasiado persuasivo.

- No. No quiero decepcionar a Suga.- dijo simplón, mirándome a los ojos con una intensidad que dolía.

- Ah, claro, pero a Kook no te importaba decepcionarlo.- sugerí con un tono mordaz, apretando la mandíbula. Su expresión de hielo se endureció, parecía molesto y no podía importarme menos.

Si mis palabras le molestaban le acribillaría con ellas, merecía sufrir.

- No hables de lo que no sabes. Los humanos creéis que sabéis demasiado, pero no tenéis ni idea.

- Tú sí que no tienes ni idea de nada ¿Qué clase de persona eres dejando morir a Kook?

- Prefiero que muera a que sufra por la eternidad.- de nuevo volvía a parecer una estatua de piedra cuya faz se hacía más y más intimidante mientras mi rostro era una explosión de emociones y expresividad. Odiaba demasiado que pareciera llevar una máscara, siempre me han gustado las incógnitas, pero esa ya era cansina.

- Tal vez el motivo de su sufrimiento era la forma en que lo tratabas.

- O no. No sabes, humano, de lo que hablas. No puedes comprender.

- No. No puedo comprender como dices que amas a alguien pero le deseas la muerte- exclamé con ironía- Da igual que sea humano o vampiro, mi opinión es la misma: eres una persona asquerosa. Lo que le has hecho a Kook es asqueroso. Ojalá él jamás te hubiera conocido, tenía tanta vida por delante y tanto potencial, has arruinado todo y ¿Por qué? Por nada, ni siquiera sacas nada de todo esto. ¿Qué es? ¿Sangre? ¿Sexo? Ambas supongo, pero podías buscar eso en otro lado, no en Kookie, en alguien como él... en, joder, en alguien tan estúpido como para amarte. Tú, simplement-

- Oh, cierra la boca si no quieres que te mande a la tumba con él.- hablaba en un tono exaltado pero su cara estaba tan seria y sus ojos ojos tan muertos que no parecía ser el dueño de su voz. Tae era raro, en el peor de los sentidos.- Solo eres un estúpido mortal, no puedes entender más allá de tu pequeño paradigma, es lastimoso. Es una lástima que Yoongi se haya fijado en ti, con todo lo que él es y podría llegar a ser. Hablas de arruinar ¿No? Kook era humano y nacéis para morir, él ha muerto, todo sigue su curso, Suga sin embargo tiene la eternidad por delante pero tú sí lo has arruinado a él. No digo esto porque te odie, no lo hago, pero es verdad: Lo mejor que le podría pasar a Yoongi es que te murieras.

Un tirón en mis entrañas me dio ganas de vomitar, sentí el pecho vacío y los ojos arder. No iba a llorar delante de V, eso estaba claro, pero no me faltaban ganas y lágrimas (ahora agrupadas en mis pequeños ojos); dolía tanto escucharle decir eso, escucharle hablar de la muerte de Kook como un triunfo de algo, de un destino o una naturaleza inequívoca. Si algo estaba claro en mi corazón es que Jeon merecía vivir y debía vivir.

Y lo que dijo de Yoongi me dejó hecho trizas de igual manera. Quería pensar que no tenía razón, sentía que no la tenía; pero de un modo u otro la sensación de que Tae era más sabio y más intímo de Suga que yo me superaba, el tenía más posibilidades de estar en lo cierto. Y si lo estaba, yo estaría acabado.

Miró con desprecio la forma en que mis ojos se humedecían poco a poco, inundándome en dolor y malos presagios y chasqueó la lengua. Me sentía tan herido e impotente.

- No pienso malgastar mi tiempo cuidado de niños llorones como tú. Iré yo solo a acabar con los cazadores.

Sé que verlo irse era como perder mi escudo y protección, mi garantía de supervivencia, pero por más que aquello fuera real, en mi pecho solo sentí alivio cuando de nuevo el sitio a mi lado estuvo vacío.

El día pasó lento y mi preocupación disminuyó al ver como los minutos transcurrían y ni Tae ni nuestros enemigos cruzaban esa puerta para masacrarme.

Ahora solo debía aguantar una última clase e irme la vila a ver a Yoongi para calmar mis nervios. Maldición, nunca antes había deseado tanto unas manos sobre las mías, reconfortándome como solo él hacía.

El profesor comenzó a pasar lista y me fijé en que había llegado veinte minutos tarde así que la clase sería más escueta de lo común, cosa que agradecia enormemente. Quizá ese sería al final un dia no tan malo.

- Jeon Jungkook ¿No ha venido?- nadie dijo nada y a mi sin embargo se me cayó el alma a los pies. Sí, ese era un mal día, definitivamente.

No aguanté oír su nombres seguido de un interrogante silencio sin desmoronarme y a la segunda vez que lo nombró salí corriendo de clase, apresurándome para que la llorera no me alcanzara aún dentro del aula.

Me mojé la cara con agua helada y logré que esa sensación punzante y desagradable sobre mi dermis me anestesiara por momentos del dolor que sentía. Suspiré vencido y aunque me había recompuesto de mi bajón emocional y supe que ese día ya no lloraría más, no me veía con ánimos suficientes como para incorporarme a la clase de nuevo.

Pensé que algo de comida dulce e industrial me animaría, como siempre solía pasar, así que aproveché que en horario de clase el resto de lugares estaban vacío para ir a la cafetería sin necesidad de soportar tediosas colas. Sabía que Suga me mataría si se enteraba de que iba por ahí merodeando por el campus sin protección adecuada, pero Jin tardaría días en recuperarse y el hombre lobo, según el mismo Suga había dicho, estaría indispuesto durante todo ese día (no era tan fuerte como aparentaba, entonces).

La lógica de todo lo que había pensado durante el día se fue a la mierda cuando al poner un pie en la cafetería la intimidate y masculina voz de Namjoon llegó hasta mi, paralizandome del miedo. Si me encontraba cara a cara con él me haría pedazos sin apenas mover un dedo, resultaba aterrador. Salí de mi momento de sorpresa cuando al escuchar su voz melódica durante unos segundos más me di cuenta de que hablaba por teléfono y que, afortunadamente, me estaba dando la espalda.

Me escondí tras una columna muy próxima a las cocinas, aprovechando que la polifonía de aromas de la comida del lugar disimularía mi olor particular, haciéndome pasar inadvertido a su olfato.

Escuché atentamente, después de obligar a mi corazón a calmarse un poco. No era tarea fácil sabiendo lo miedoso que podía llegar a ser, pero si mi cuerpo era capaz de soportar los fríos ojos de Suga clavándose en los míos y sus labios devorándome sin sufrir un infarto, yo ya podía con todo.

- Jinnie, no me grites, te harás más daño en el cuello y aún tienes que recuperarte ¡Ya sé, ya sé! No te volveré a llamar ''Mi princesa'', aunque lo seas ¡Ah, vale, no grites, no, no lo eres! ¡No, no es ironía! Agh, vale, sí lo era, no te enfades. Mira, necesitas descansar así que ahora ve a dormir y cuando despiertes verás que yo ya habré matado al vampiro más envenenado o sino al niño que estropeó tu camiseta. Sí, sí, seré malo con él, pequeña diva vengativa...- rió antes de colgar y sentí escalofríos recorrerme. Hablaba de mi y de Yoongi, de matarnos, y lo hacía con la naturalidad con la que uno se expresa cuando le cuenta un chisme a sus amigos. Era grotesco y casi caricaturesco.

Lo vi irse por un pasillo donde la gran mayoría de aulas estaba obsoletas y pensé en seguirlo. Sí, yo no era rival para él, pero tenía el factor sorpresa y solo necesitaba un arma para tener todas las de ganar. Por mucho que fuera un hombre lobo, una puñalada por la espalda, si era certera, me aseguraría una victoria aplastante. No debía hacerme el héroe, al fin y al cabo yo solo era un humano, pero con solo pensar en lo fácil que le sería a ese peliblanco acabar con Yoongi en su estado actual, mi cuerpo se movía solo hacia la cocina, en busca de un cuchillo.

Removí cacerolas y cucharones hasta que mis ojos se toparon con un gran filo que me venía de lujo, lo tomé y lo escondía bajo mi ropa con presteza al escuchar pasos muy ruidosos acercándose.

- ¿Qué haces aquí?- preguntó de mala gana una mujer mayor, regordeta y con redecilla y delantal. Me alivié al ver que era la cocinera, pero mi mente no era muy ágil pensando excusas.

- Y-Yo estoy eh.... ¡Haciendo un trabajo de gastronomía! Sí, por eso estoy en la cocina.

- ¿Y porque te cuelas, eh? Podías haber solicitado acceso.- dijo frunciendo el ceño, haciendo que su redondo rostro se llenase de surcos profundas y arrugas marcadas.

- Es que... es, es un trabajo de espionaje también ¡Sí! E-Em... es que estudios para ser, uh... ¿Chef del FBI?

Con solo ver la horrenda cara de incredulidad y enojo que puso la señora mientras apretaba el cucharón de madera en su mano supe que más me valía correr si no quería ser golpeado y llevado al despacho del rector de la facultad, así que aproveché mi ventaja física sobre ella y me marché tan rápido como pude.

No necesité correr mucho para despistarla y tuve suerte de acabar en el pasillo donde Namjoon había entrado minutos atrás. Solo debía buscarle silenciosamente y efectuar mi ataque cuando no se diese cuenta.

Anduve sigilosamente por el pasillo asomando mi cabeza al interior de las aulas vacías, esperando encontrarme con mi supuesta víctima (se me hacía raro formular algo así en mi cabeza considerando mi nivel de indefensión) hasta que me topé con una puerta entreabierta que dejaba ver, entre los pupitres, la figura que yo andaba buscando.

Miraba por la ventana, dándome la espalda por segunda vez en aquel día (parecía tener la suerte de mi lado, si es que no era muy pronto como para decir aquello) así que me acerqué empuñando el arma, pero mi corazón iba muy rápido. Demasiado.

Se volteó y pensé que me caería al suelo en ese mismo momento, más no me rendí. Ya no podía huir, estábamos demasiado cerca.. Lo apunté con el cuchillo, me tragué mi temor y reuní todo el valor posible para hablarle con tono duro.

- No quiero tener que matarte, así que por favor tú y tu compañero dejadnos en paz. No causaremos más problemas. Si dejáis de intentar matarnos yo no tendré que acabar contigo ahora.- me sentí orgulloso de la extraordinaria firmeza de mis palabras hasta que el hombre lobo estalló en carcajadas y andó hacia mi lentamente. Amenazante y casi seductor.

Iba armado pero de todos modos retrocedí hasta que mi espalda baja chocó contra la gran mesa del profesor, él se colocó delante mío, aún sonriendo con cinismo y tocó con la yema de su índice, la punta de mi cuchillo de cocina.

La hoja metálica temblaba como papel en un tornado por mi culpa y él solo parecía divertirse con ello.

Cerró los ojos y se quedó quieto y tranquilo unos segundos. Yo me sentí bloqueado, no podía atacar o defenderme, simplemente no era capaz de moverme.

Abrió los ojos y vi el color ámbar en ellos, después me fijé en sus garras y grandes colmillos y él avanzó un paso y colocó sus dos manos apoyadas en la mesa, a pocos centímetros de mis caderas. Me odie por ello, pero estaba tan asustado que el cuchillo se me resbaló de las sudorosas manos. Iba a morir.

Namjoon lo pateó lejos, dejándome todavía más a su merced y me recorrió con la mirada llena de deleite. Esperaba unos ojos llenos de odio, pero encontré en ellos algo más, algo que me amedrentó.

- ¿Sabes que sería divertido?- preguntó risueño, mostrándome afilados dientes detrás de sus labios carnosos. Se acercó a mi oreja mientras yo negaba y junto a su voz, su aliento golpeó mi piel.- Imaginar la cara que pondría ese vampiro posesivo tuyo si se enterase de que antes de matarte te he hecho mío.

Sus manos en mis caderas se unieron con aquellas aterradoras palabras y no pensé siquiera en tratar de zafarme: No era una posibilidad. Hice lo único que en mi posición podía hacer: llorar en silencio.

- Oh, pero que cosa más tierna- rió aquel monstruo al percatarse de las lágrimas que goteaban desde mi mentón. Sus manos se aferraron a mi cintura con una fuerza brutal y sin cuidado alguno me sentó sobre aquel pupitre, haciéndome quedar solo un poco por debajo de su altura.

Se acercó a mi, situándose entre mis piernas y acariciando con su zurda mi costado y con su diestra el interior de mi muslo derecho. Su toque, aunque fuera a través de la ropa, ardía en el mal sentido, parecía corrosivo y me llenaba de una sensación de terror e incertidumbre que apenas me dejaba respirar.

- S-Siento lo que le hice a Jin, y-yo solo me defendí y... y- Una sensación punzante y fría me obligó a abrir los ojos y cerrar la boca. En mi pómulo la afilada garra negruzca de Namjoon comenzó a clavarse y tragué saliva, no quería resultar herido.

Un ardor y dolor insufribles me recorrieron cuando con su uña presionando mi piel trazó una línea en mi mejilla, cortando la carne hasta hacerla sangrar.

Maravillado se fijó en mi herida mientras yo luchaba en vano por no jadear de dolor. Era un corte fino, pero tremendamente profundo y la sangre brotaba copiosamente.

-Esto es una venganza, no seré gentil, niño- murmuró sobre mi cuello con diversión y un tono ronco que me escamó.

Los labios candentes de aquel hombre se toparon con mi clavícula y engañó besándola con una suavidad que me confundió, después de eso los belfos húmedos y ardientes viajaron a mi cuello y dejaron ahí un pequeño beso. Sentí su boca estirarse en una sonrisa pegada a mi pie; después, me mordió fuerte y arrastró los dientes, haciéndome sentir débil y devorado, pero sobretodo, haciéndome sentir dolor.

- ¡No! ¡Ayuda!- grité desesperado, comenzando a removerme con violencia, cosa que molestó notoriamente a mi agresor.

Me tomó del pelo con fuerza, haciéndome chillar de nuevo, y me obligó a mirarlo mientras se separaba de mi. Ojos amarillos brillando de lujuria y coraje, iba a hacerlo y yo no podría evitarlo. Dios mío, tenía tanto miedo.

Entonces algo más brilló en él, desde su torso, y no era precisamente su corazón de oro. Distinguí un destello metalizado abriéndose paso desde dentro de su costado para salir la fuera en forma de filo ensangrentado y entonces lo entendí. La punta de mi cuchillo señalaba hacia mi ahora y el mango debía estar al otro lado, pero ¿Empuñado por quien?

Namjoon, ojiplático, trató de balbucear algo mientras la boca se le llenaba de sangre y después cayó desplomado a un lado emitiendo pequeños ruidos roncos de agonía. Aunque me sentí aliviado no pude evitar sentir pena también ¿Por qué demonios tenía que ser tan bueno?

Delante de mí la figura de un V sonriente y con el rostro salpicado de carmesí me tranquilizó, cosa que jamás creí que pasaría. Namjoon, aún así, no estaba muerto, la herida era enorme y brillaba por la sangre y vísceras, pero no estaba en un punto vital, así que podía seguir dando pelea. O más bien podría haber seguido dando pelea de no ser por la manera en que Tae comenzó a golpearlo y patearlo sin dejar siquiera que se levantase del suelo o tratase de hacerlo.

Namjoon era malvado, sí. Era el enemigo, también. Pero uno ve en los demás su verdadera alma cuando esta está a punto de escapársele de las manos, y yo vi la de Namjoon, o más bien la escuché cuando en un murmullo dijo ''Jin''. Un ser capaz de preocuparse por su amado cuando vida corre peligro no puede ser tan atroz, y no lo era.

Solo era un hombre haciendo su trabajo ¿Qué diferencia había pues entre el lobo queriendo matarme y los vampiros pretendiendo beber la vida de sus presas?

Yo estaba francamente aterrado, pero de igual forma no podía dejar de lado ese conflicto moral. No, no podía. Y es que en el fondo todos somos humanos; colmillos, garras... son sólo partes de un cuerpo, solo carne y hueso, apariencia pura. Y después de esas capas todos tenemos lo mismo, ese atisbo de humanidad que brillaba en los ojos anegados del licántropo mientras sus huesos se partían por los ataques de V.

- ¡V! ¡Espera, no lo mates!- me quedé estático cuando él se detuvo, no había contemplado siquiera la posibilidad de que me hiciese caso. Rió, desquiciado.

- Tan blando como el maldito de Suga... Al final quizá sí le conviene que estés vivo- soltó con una sonrisa sagaz antes de agacharse a la altura del malherido hombre y rebuscar en los bolsillos de su chaqueta.

Namjoon se quejaba por la forma brusca en que el otro lo inspeccionaba, pero él le ignoró hasta que logró encontrar su teléfono. Buscó entre los contactos del enemigo y entonces hizo una llamada, no vi el nombre o número, pero los ojos preocupados de Namjoon me dijeron a quien había llamado V.

-¿Monnie?- preguntó una voz elegante y algo aguda al otro lado de la línea. Casi podía imaginar el rostro preocupado del chico de pelo verde con escuchar su tono entre adormecido y sobresaltado.

-Me has quitado todo lo que quería. Ahora yo te quitaré lo mismo.- Su voz era tan fría que hasta el mismo Suga se hubiese helado en tales palabras; después de pronunciarlas apretó el aparato en su mano y lo hizo añicos, en vez de colgar.

El mensaje estaba claro, pero aún así yo no era capaz de imaginar lo que sucedería. Se paró frente a Namjoon, la punta de sus zapatos rozando la sien morena del licántropo. Parecía calmado, puede que solo fuera un farol.

Fui a decirle algo como que nos fuéramos ya del lugar, pero entonces sucedió.

Dio un pisotón en el suelo y la grita que formó en el suelo fue tal, que se extendió hasta el azulejo que yo estaba pisando, a unos cinco metros de él. Después, me puse a gritar y mi menté pareció apagarse; estaba en blanco, era como desmayarse pero de una forma histérica donde tu cuerpo no duerme, sino que agoniza.

Me revuelve las tripas cada vez que recuerdo la cabeza de Namjoon aplastada contra las baldosas, aplastada con las botas de Tae, como si fuera solo un insecto. Éramos como moscas que caían para él, nuestras vidas valían tan poco, pero ¿Por qué entonces vengaba la de Kook?

Confuso, terrorífico y asqueroso. Todo era así, no había lugar seguro. El globo ocular medio reventado del hombre lobo me miraría, salpicado con sesos y sangre y venoso, desde cada esquina, el sonido que hizo V al acercarse a mi, pisando pedazos de cráneo y dientes haciéndolos crujir, no me dejaría dormir jamás.

V me tapó la boca para hacerme callar y su presencia me resultó tan terrible que sentí ganas de orinarme en los pantalones. Sus dedos contra mis labios, deseé que fueran mis ojos porque la vista no se me apartaba de la mancha del suelo y eso me estaba matando. La sangre se colaba entre las separaciones simétricas de los azulejos, avanzando, expandiéndose, como si reptara para llegar a algún lugar o simplemente para huir de él.

Era horrible ¡Horrible! la vida de una persona reducida a algo grumoso que podría pasar por una enorme mancha de pintura. No podía aguantar aquello, jamás podré aguantar algo cuyo recuerdo me desvela por horas.

- ¡Cállate!- me gritó V, tomándome con fuerza por la cintura. Sus dedos dejarían hematomas grandes y oscuros, pero consiguió su objetivo.

Cerré la boca; y los ojos. La inconsciencia era un sueño al lado de aquel infierno.

Cuando me desperté los gritos no habían cesado, pero esta vez no eran míos; se escuchaban al otro lado de la pared, pero eran tan furiosos que los sentía nítidos como si me los chillaran a la oreja.

Estaba en mi habitación de la vila, en mi cama, lugar donde Kook me despertaba a veces a medianoche para atacarme con sus cosquillas a modo de venganza o donde ambos veíamos películas de terror tapados con el edredón en un mullido bunker contra pesadillas y monstruos.

Tantos recuerdos acabarían por reventar mi corazón, pero debía superarlo. Sacudí mi cabeza como si eso sirviera para expulsar las buenas memorias y me centré en los gritos del salón, queriendo descifrar que decían.

- ¡Casi lo matan, joder! ¡Te dije que no lo dejases solo ni un segundo, ni un puto segundo!- Ese tono era de Yoongi, nadie podía farfullar con una voz tan terrorífica y hermosa a la vez.

- Está vivo ¿No? Pues ya está. Además, es un humano, te puedes conseguir otro en cualquier lado. Es muy lindo, sí, pero seguro que encuentras otro si...

- ¡Y una mierda! ¡Yo le quiero a él y solo a él! Si se hubiera muerto... V, si se hubiera muerto jamás te lo perdonaría, es lo que más amo en esta vida.- Jamás en mi vida había escuchado a Yoongi tan alterado y con solo pensar que era por mi una sonrisa se pintaba en mi rostro y mi corazón se aceleraba. Puede que Suga fuese frío y nuestra relación pareciera obstinada y distante, pero ese bloque de hielo sabía cuando fundirse para ahogar mis penas.

- Amar es destruir, Yoongi. Dejarlo morir a él es salvarte a ti.

- V tú... has cambiado ¿Desde cuando piensas esas cosas horribles? ¿Desde cuando tienes convicciones?- su voz se mostraba angustiada, temblorosa. Me atreví a plantearme si Yoongi iba a llorar.

- Claro que he cambiado, Suga. Esto es lo que nos hace el amor; piénsalo antes de seguir con ese humano.- La voz de Tae sonaba cerca de mi puerta y después de soltar esa frase con voz baja y melancólica, escuché un golpe contr esta.

Casi podía visualizar a Yoongi acorralando a su propio maestro. Temible. Temblé en la cama mientras intentaba sosegarme.

- Yo se amar, Taehyung, no acabaré como tú.- pasos alejándose y una respiración furiosa, casi animal.

El pomo cedió y di un grito ahogado al ver a Yoongi furioso, dirigiéndose con pasos sonoros hacia mi. Lo amaba, sí, pero era muy aterrador de todos modos.

Se sentó en la cama, a mi lado, y me vio contemplar atemorizado su ceño fruncido.

-¿Has oído todo, verdad?- preguntó de mala gana y cuando asentí se sujetó el puente de la nariz y suspiró- No soy de decir cosas bonitas, así que no esperes escuchármelas decir más. Y ni se te ocurra recordarme lo que he dicho.

Instantáneamente sonreí por aquello. En el fondo él era tan tierno que deseaba abrazarlo siempre y hacerlo enojar para que fuera como mi osito de peluche gruñón.

- ¿Sigues débil por el veneno?- pregunté al notar que estaba, todavía, más pálido de lo normal. En alguien de piel tan lechosa como él la palidez enfermiza era algo difícil de ver, de hecho yo solo me percataba de que estaba más blanquecino de lo normal por el color desvaído de sus labios y poco más.

Me miró a los ojos y asintió lentamente mientras se humedecía los labios con la lengua. La sinhueso asomó lo justo entre los belfos para que aquella escena fuera insinuante pero no del todo obscena y eso logró encenderme, como cada cosa que hacía Yoongi. Yo ya sabía lo que quería y como de costumbre quise dárselo, pero en ese momento deseé también apreciar el deseo en sus ojos y recrearme en él.

Tomé el cuello de mi camisa, bajándolo para dejar la vista la piel de mi cuello y hombro, la clavícula también se mostró, haciendo que Yoongi se mordiera los labios, dejándolos de un color más natural y rosado.

Acaricié con mis propios dedos el trayecto de la yugular mientras hacía la cabeza a un lado, dejando más espacio. Por instinto, Suga se acercó y vi sus ojos volverse rojos de nuevo.

- Bueno, yo puedo ayudarte con eso ¿No?- pregunté con voz seductora mientras mi mano tomaba la suya y la dirigía hasta mi hombro. Lo apretó fuerte al principio, conteniéndose, y después comenzó a acariciar acercándose a mi garganta, rodeándola con los dedos, sintiendo mi pulso desbocado.

Estaba tan nervioso, pero ver a Yoongi desearme me hacía sumamente feliz.

- ¿Desde cuándo eres tan atrevido, uh?- me encogí de hombros e incliné mi cuerpo en dirección al suyo.- Ah, pero si estás temblando. Tan contradictorio y lindo...-susurró sobre mi piel erizada.

Labios fríos en mi cuello, el presagio de un gran dolor.

Esa vez no me desmayé mientras bebía mi sangre, pero me dejó tan débil y dolorido que caí dormido sobre su regazo unos minutos después, mientras me acariciaba la cabeza.

Me desperté al notar algo en mi regazo, abrí mis ojos para inspeccionar el objeto antes de apartarlo pero aquella pequeña molestia, justo cuando la vi, se transformó en lo que más feliz me hacía en la vida, el motivo de mi sonrisa muchas veces. Sí, era comida.

Me percaté de que estaba realmente hambriento y débil así que no lo pensé dos veces antes de ponerme a engullir los alimentos como si fuera a morir ese mismo día (aunque siempre cabía la posibilidad). Suga se sentó a mi lado mientras comía y me miró en silencio.

Cuando acabé me acarició la cabeza un poco, mirándome con lástima ¿Por qué me veía así? Aún mi desconcierto me sentí feliz porque beber sangre había causado una evidente mejoría en Suga, estaba tan hermoso y radiante que quería llorar. Sentía que si miraba su bella cara muy seguido me quedaría ciego.

Noté mucho frío cuando suspiró sobre mi rostro, como si lo tuviera empapado en agua; se me hizo extraña esa sensación y llevé mis dedos a mi cara. Oh, comprendí porque se apenaba Suga. Lágrimas en mis mejillas, había llorado mientras dormía.

- Jimin, sé que estás atravesando por momento difíciles que alguien de tu edad no debería soportar y se que estás viendo y viviendo cosas que no os corresponden a los humanos, que no podéis soportar... lo que quiero decir es que entiendo que debes estar hecho un lío y si quieres hablar yo estoy aquí. Siempre lo estaré.

Su mano barrió mi mejilla secándome las lágrimas y cuando lo hubo hecho volvió ahí para acariciarme con dulzura. Yoongi era tan tierno a veces, en especial después de morderme. Me dolía pensar que quizá era así porque se sentía mal por herirme.

- Tengo muchas cosas que decir, supongo, pero no hay palabras, no hay...- me mordí el labio. Miles de imágenes me bombardearon la cabeza y sollozé. No, otra vez no...- Este es como...como el momento más feliz y triste de mi vida a la vez, porque están pasando estas cosas horribles pero sin embargo estás tú. Te quiero, te quiero y no sé porqué; eso es lo bonito de amar a alguien, supongo, no tener razones, que la persona misma sea tu razón- no pude evitarlo pero entre lágrimas, reí por lo cursi y ridículo que estaba sonando. Pero si mis sentimientos eran así, así los desnudaría- Pero aunque sienta mariposas contigo, tengo el corazón roto... Me duele tanto todo, saber qué matáis, que nos quieren matar, que deben morir o que yo podría morir, que todo acabará mal para alguien y... Kook, eso me está matando. Es tan injusto, siento que no tenía que ser así, es como si alguien hubiera hecho trampas en el juego y las cosas hubieran ido por otro camino y ... y es tan frustrante y... solo quiero un segundo paz. No quiero tener miedo todo el día, ni estar triste, ni preocupado, ni enojado ¡Ni que cada vez que vea un maldito cactus piense que a mi mejor amigo le han volado la cabeza! Me gustaría tanto... no sé, descansar. A veces pienso que soy demasiado blando y que no estoy hecho para este mundo; pero es el único que hay y aunque sea un infierno, estaré contigo en él pase lo que pase.- me tapé el rostro con las manos. Tan vergonzoso, me sentía humillado llorando a lágrima viva y diciendo cosas empalagosas, pero mi corazón parecía ser eso.

- A veces creo que comprendes cosas que otros necesitamos una eternidad para asimilar. Jimin, nunca te he dicho esto pero aunque seas inocente, joven y pequeño; aunque te pongas rojo si te hago insinuaciones y temas que te muerda; aunque seas aún un niño mortal, eres tan inteligente que siento que tu eres menos humano que yo. Quizás yo pueda romperte con mis manos, pero sé que tú puedes romperme con palabras. Jimminie, nunca en mi vida humano o inmortal me he enamorado, hasta ahora. No es tu sangre, ni tu piel suave, ni tu voz dulce, ni siquiera son tus ojitos que brillan cuando ves algo bonito, ni tus gestos. Eres tu, simplemente eso.

No tuve tiempo a llorar por lo bello de sus palabras, si un lamento o quejido planeaba escaparse de mis labios, Suga lo tomaría con los suyos. Nuestras bocas se unieron sensual y lentamente mientras él me rodeaba la cintura con un brazo y, con el otro, burlaba la barrera de la ropa para acariciar mi abdomen levemente marcado, que no tenía punto de comparación con el suyo. El tacto de sus yemas en mi tripa fue explosivo. Hielo y fuego estallando como pura dinamita en una sensación dolorosamente placentera; y solo se trataba de una inocente caricia.

La puerta de la habitación se abrió entonces, asustándonos y pausando tan espléndido beso; pero habían cosas más importantes que lo que mis hormonas me gritaban.

V tenía cara de preocupación y, sosteniendo su teléfono móvil, reprodujo un mensaje de voz que le había llegado. La voz de Jin sonó más ruda de lo común.

- Nunca he amado a nadie como a Namjoon, aunque no me guste reconocerlo. Y tampoco he odiado a nadie como a tí. Me da igual masacrar a medio campus y desobedecer las órdenes de mis jefes. Esto ya no es trabajo, es una venganza. Prepárate, voy a por ti y tus amigos.

Mierda, ahora sí estábamos en serios problemas.


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