Capítulo 15: dulce

 Jin era una amenaza real además de un tipo inestable por la pérdida de un ser amado, algo así como un versión mía pero con capacidades verdaderamente aterradoras de matar. Pese a ello no podíamos vivir con miedo, recluidos todo el día o planificando todos nuestros pasos milímetro a milímetro. Teníamos un plan, sí, pero todo se ejecutaba sobre la marcha y había mil factores que podían jugar en nuestra contra, pero así eran las cosas y así teníamos que apañarnos.

La idea principal era la misma que hacía solo una semana, cuando Namjoon aún conservaba una cabeza definida sobre los hombros: pasar desapercibidos en grandes grupos de gente, cuanto más homogéneos mejor. No obstante Jin había dicho que mataría a todo el campus si con eso nos lograba dejar inermes y a su disposición, pero si esa sentencia era verdadera, estábamos perdidos, no tendríamos lugar a donde huir; por ello actuábamos presuponiendo que era un farol, una técnica de intimidación. Él era una persona seria y profesional, desde que tenía edad de gatear y babear habçia sido entrenado bajo estrictas normas que debía cumplir, así que sería muy demente que las enviara ahora todas al garete por nosotros. El consejo de vampiros, que tanto velaba por el anonimato y el órden de su raza, no dejaría jamás que alguien hiciera semejante locura. Las pruebas apuntaban a ello y debía ser cierto: Si nos rodeábamos de humanos estaríamos a salvo.

De todas formas y aunque habían transcurrido siete días enteros sin incidencias de ningún tipo, V se mostraba alerta, casi deseoso de enfrentarse al elfo y arrebatarle la vida y Yoongi parecía pegado a mi nuca; siempre me abrazaba por detrás y gruñía como un perro cuando un desconocido me miraba y, cuando sus manos no podían aferrarse a mi cuerpo, me miraba con una intensidad que ardía dentro de mí. Por esas cosas yo había tratado de pasar el día entero molestándolo con cosas como que era un celoso o cosas así; pero a él las bromitas no le hacían ni una pizca de gracia.

A última hora no había clase sino que la actividad docente de nuestro profesor se suplía por una conferencia en la sala de actos. Era obligatoria pero sin embargo medio clase lo mandó todo al diablo y se fueron a sus casas a dormir. El auditorio era un lugar espacioso, demasiado para los pocos que éramos y eso nos hacía ver como una clase ridícula, pero de todos modos no era como si las apariencias le importasen a nadie. La charla fue tan aburrida que las palabras se quedan cortas si uno intenta expresar el hastío que producía, pero pese a eso habría preferido escuchar la monótona voz del hombre panzudo que relataba temas baladí durante una hora más en vez de que sucediera lo que sucedió.

La puerta se abrió con un chirrido, nadie miró hacia ella, sería algún alumno que llegaba tarde u otro perdido que se había equivocado. Nuestras cabezas se volvieron hasta la puerta después, cuando un portazo seguido de ruido de la cerradura de la puerta nos alarmó a todos. Esa sala debía permanecer abierta durante el horario de clases y estaba estrictamente prohibido cerrarla, además de que solo algunos trabajadores (muy escasos y muy específicos) poseían la llave. Era algo inusual.

El primero en ver la escena (un alumno cuyo nombre no recuerdo) gritó con horror. Yo hice lo mismo al ver a Jin con rostro manchado de sangre cerrando nuestra única vía de escape.

Llevaba dos dagas en las manos y perdió la primera al arrojarla desde la distancia. A través del micrófono del orador un suspiro se escuchó y fue horrible; como si alma de aquel hombre se escapa de su boca y se metiera en nosotros a través de las orejas, poseyéndonos. La mole que era su cuerpo se derrumbó mientras cuando la daga alcanzó su pecho, incrustándose en él, y cayó redondo al suelo.

Ahí comenzó la locura. El terror de los casi veinte alumnos que éramos se desató, todos comenzaron a gritar, llorar y forzarse contra la puerta como si pudieran abrirla, pero era inútil. Jin, en su posición, solo lanzaba ataques desinteresados hacia quien se le acercaba más de la cuenta o gritaba demasiado fuerte, pero con sus ojos siempre clavados en V.

Seok mataba sin compasión alguna y era aterrador ver el desapasionamiento con el que lo hacía, como si los cuerpos que lo rodeaban, cubiertos de congoja y lágrimas, fueran meros trozos de carne que le estorbaban al andar. ¿Que iba a decirle a los padres de esos chicos? ¿Había siquiera algo que decir, un motivo? ¿No muere acaso todo el mundo en vano?

Yoongi me puso bruscamente detrás de su espalda y V se quedó estático, de pie algo más adelante que nosotros. Ninguno de los dos vampiros movía un músculo por salvar a los pobres e inocentes humanos siendo degollados y brutalmente asesinados, ellos habían aprendido a luchar egoístamente; no diré que toda vida vale y debe ser protegida por sobre todas las cosas, pero siempre lo he pensado, sin embargo es obvio que uno se salvará a sí mismo antes que a nadie. Y eso es lo que Suga y V hacían.

Noté que los colmilludos se tensaban. El olor de la sangre era poderoso, incluso yo lo percibía; hedor férreo, como a óxido ¿Como podía excitarlos tanto a ellos?

Los pobres y únicos humanos que quedaban con vida, ya apenas los que podía contar con los dedos de una mano se ocultaron bajo las mesas o tras los estantes, temblando de pavor y sollozando. Sus ojos mortales, como los míos, inyectados en sangre y temblorosos miraban al elfo con temor, pero a Suga y Tae, cuando enseñaron los colmillos la primera vez, los vieron con una mezcla extraña de pavor y adoración que superó cualquier estado al que Jin los pudiera inducir.

Eso hacían: dar miedo y morbo; los vampiros eran maestros del arte de causar estremecimientos.

- No - dijo Tae cuando Suga avanzó un paso, dispuesto a acabar con la amenaza- Déjamelo a mí...- gruñó acercándose a él con los puños apretados y los ojos de un color escarlata tan brillante que me sentí arder. Uno podía ver en su mirada los años que V se cargaba detrás.

El rencor, la locura y la desesperación de siglos, todos encerrados en un cuerpo joven y mentiroso. Se aproximó despacio y el chico de pelo verde y hombros anchos no retrocedió, solo dio un paso al frente y pasó sus manos a su cinturón, desenvainando otras dos dagas. Era largas, pero finas y muy livianas, algo que le aventajaría en el combate cuerpo a cuerpo y sustituiría su falta de fuerza por su anormal agilidad.

- ¡Has matado a la persona a la que más quería!- sorprendentemente, fue Jin el primero en atacar. Se lanzó a por V en un movimiento tan rápido, tan repentino entre tanta calma, que aunque no logró apuñalarlo en el pecho tal y como deseaba, sí lo rasguñó.

Su camisa se rajó en el acto, mostrando una línea roja y goteando en medio de dos trabajados pectorales. Poco después de ser trazado, el corte se borró solo de su piel. V rió un loco por unos segundos, desconcertando a un jadeante Jin, y después lo tomó por los brazos impidiendo que los moviera bien y lo empujó con su cuerpo contra la puerta.

- ¡¿Acaso no me hiciste tú lo mismo, pequeña mierda?!- Lo separó de la puerta para volverlo a golpear contra esta, obligándolo a gemir de dolor, y entonces V gruñó, escrutando el rostro suplicante pero furibundo de Jin.- ¿Acaso no me quitaste tú a quien yo amaba? Me lo arrebataste para siempre y... ahora... - musitó, acercándose más y más a él. Prensando su cuerpo musculoso contra el delgado pero robusto del peliverde. Jin lo miró a los ojos y cuando el agarre en sus brazos se hizo insoportable, se mordió el labio y dejó caer sus armas al suelo.- ahora ¿Quien me lo va a devolver, eh? ¿Tú?

preguntó sardónico mientras sus dedos se contraían más entorno al bíceps pequeño de Jin, dejándolo blanco por la presión. Podría haberlo matado en ese mismo momento de haberlo querido, pero ¿Porque se tomaba tantas molestias? ¿Porque el rojo de su iris se había vuelto durante una fracción de segundo, deseoso como la manzana del pecado?

Suga seguía manteniéndome detrás suyo, pero se le notaba nervioso pues era evidente que no comprendía lo que estaba pasando; los supervivientes seguían escondidos, lamentándose, rogando por no ser ruidosos y no molestar al extraño dúo sobrenatural que podía hacerlos pedazos en cualquier instante.

- ¿Puedes darme tú lo mismo que me has quitado, eh?- entonces lo vi, la forma en que los opuestos son solo expresiones del mismo dolor.

Sus ojos se volvieron una misma mirada; una roja de tanto llorar la perdido de un ser amado, de tanto amar y anhelar. Una mirada sola, vacía, desesperada y tan desgarrada que si los ojos son la puerta del alma, aseguro que ellos no tenían alma alguna. Orbes que buscan algo extinto, que desean lo que ya no encontrarán y se fijan en sus semejantes porque están tan solas y dolidas que no pueden más que llorar o contemplar en vano.

Sucedió lo que sus miradas presagiaban. V saltó a sus labios y golpeándolo de nuevo contra la puerta, lo besó con rabia. No era un beso bonito o siquiera libidinoso. Ni sexo ni amor: solo odio y desesperación. Le rasgó los labios mientras rugía y dejó que su lengua recorriera entera la boca carmesí de aquel hombrecillo que se resistía con todas sus fuerzas, que arañaba, berreaba y pateaba pero que de todos modos no se atrevió a romper tan sucio ósculo.

En un momento de guardia baja Jin logró patear a V y hacerlo retroceder. El vampiro, borracho de sangre, se tambaleó mientras sus pies buscaban el suelo y Jin se lanzó sobre él gritando, haciéndolo caer de bruces.

Con el elfo sobre su cintura, Tae gruñó y su oponente solo atinó a tomar una de sus dagas del piso y a empuñarla contra él. El más mayor, aturdido, alzó la mano parando el ataque de una forma un tanto peculiar que hizo que mi estómago diera un vuelco.

A centímetros escasos de su cabeza, la punta del puñal oscilaba y mientras eso sucedía una gota de sangre lamía la hoja. V había parado la puñala con su mano, dejando que su palma fuera atravesada.

- ¡Acaso tú puedes devolver todas las vidas que has robado, jodido asesino! ¡Te alimentas de personas, cada vez que lo haces rompes el corazón de alguien y aún así tienes valor de replicar cuando pruebas tu propia medicina! ¡Hijo de puta! ¡No tenía que ser así! ¡Namjoon no tenía que morir, tenía que estar siempre ahí siendo un capullo molesto hasta que se hiciera viejo y entonces fuera un capullo molesto y arrugado que fuese a pasar toda su jodida vida conmigo! ¡Mierda, joder!

Con los ojos chorreando lágrimas apretó el puñal más fuerte, apoyando todo su peso en la empuñadura, pero Tae era más fuerte y lo empujó lejos, haciéndole sufrir un horrible golpe en la cabeza. Con sangre cayéndole desde la sien y la mirada lleno de impotencia y algo desenfocada, miró como V se levantaba y arrancaba el filo de su mano. Andó despacio y cuando llegó hasta Jin su diestra ya se había curado a la perfección.

Lo vi en sus ojos llorosos: la frustración de no poder hacerles daño, de que sanen aunque tú tengas el corazón hecho trizas. ¿Cómo te vengas de alguien indestructible, de alguien que ya no tiene nada, de alguien a quien no le late el corazón por nadie?

La puerta se abrió con vehemencia y un crujido, trozos de madera volaron por los aires y algunos estudiantes hicieron amagos de levantarse para huir hasta que vieron la figura imponente de otro vampiro. Cabello rojizo y simétrico, ojos grandes, nariz larga y labios voluminosos coronado por hoyuelos.

Yo no había visto al tipo en la vida, pero el hecho de que incluso Tae retrocediera con miedo me dejó claro que era alguien peligroso.

- J-Hope...-susurró Suga, su cuerpo casi temblando de miedo mientras me intentaba ocultar lo máximo posible detrás de su cuerpo.

Todo el mundo se quedó paralizado, entonces habló:

- Me han informado rápido de lo que sucedía, cariño.- dijo dulcemente mirando a Jin y tendiéndole la mano para que se levantara del suelo, cosa que hizo mirándolo con sorpresa- Nuestra órden aniquila a quienes son un peligro para nuestra posición de inexistencia frente al mundo humano, sin excepciones. Tú, SeokJin, has enloquecido con todo lo que ha pasado y te has convertido en un riesgo para nuestro propósito...- parecía triste, pero sonreía con sus grandes y hermosos dientes mientras acariciaba la cabeza del elfo con un amor paternal extraño.- Siento que las cosas tengan que acabar así, te quiero mucho mi pequeño guerrero.

Sonrió grande y besó su frente con ternura. Después hizo un movimiento tan rápido que cuando parpadeé Jin ya tenía el cuello roto y su cuerpo sin vida se precipitaba hacia el suelo. J-Hope suspiró y la cabeza extrañamente torcida del chico golpeó el piso con un sonido absoluto y horrible; los dos ruidos se fusionaron en una abismal mezcla que me erizó los vellos del cuerpo entero.

El vampiro más poderoso (aparentemente) se aclaró la voz con un fuerte carraspeó y anunció lo siguiente:

-Caballeros, no vengo ya a acabar con ustedes por ser una molestia, por matar humanos en cantidades no lícitas o siquiera por revelar nuestro tan preciado secreto a alguien que debería ser solo una presa- bajó el tono de voz, mirándome mientras saboreaba esa última frase-. Vengo a acabar vuestras estúpidas vidas por romperle el corazón a quien considero mi hijo y por obligarme a matarlo en aras de la paz entre razas. Así que ¿Unas últimas palabras?

- Huíd, yo le entretengo- dijo Tae, voltenándose hacia nosotros con cara de desesperación y los ojos a punto de salírsele de las cuencas. J-Hope rió por su comentario.- ¡Vamos!

- Pero te matará...- suplicó Suga alternando su mirada de cachorro entre mi y V. Quería protegerme, pero dejar atrás a Tae le habría destruído por completo. Él le había acompañado desde su muerte y no solo era su mentor: era su mejor amigo.

Pensé que para él sería como para mí la pérdida de Kook y se me rompió el corazón.

-No creas que no lo se. Solo deseo darte a ti la oportunidad de amar bien que yo desperdicié- dijo con una sonrisa melancólica.

Me di cuenta de que estaba equivocado: en el fondo todos somos humanos. Incluso V, sobretodo Tae.

Lo siguiente que sentí fueron los brazos de Suga rodearme y el viento contra mi cara, obligándome a cerrar los ojos. Apenas alcancé a ver como V se lanzaba contra J-Hope cuando de repente me hallaba rodeado de árboles y construcciones rurales y austeras.

- J-Joder...-murmuré mareado, apoyándome en Suga para no tambalearme más. Afortunadamente el vampiro era tan firme como un poste.- Pareces Houdini...-murmuré gracioso, pero él no rió, solo miraba hacia los lados, serio pero notoriamente preocupado- ¿D-Donde...

- En un pueblo de mala muerte a horas de la civilización. Era el plan Z de V por si alguna vez necesitábamos...- se calló rápido, mirándome con pena. ''Arrasar con un pueblo entero para saciar el apetito'' terminé en mi mente. No quise preguntar si era aquello, la verdad se intuía.- Jimin, sé que eres un niño bueno que no ha quebrantado la ley en su vida pero ahora vamos a allanar una morada, secuestrar a quien viva en ella y ocultarnos ahí de la autoridad vampira hasta que se me ocurra algo ¿Sí?

- Si digo que es mala idea me ignorarás ¿Verdad?- El besó mi frente y asintió felizmente, conocía demasiado bien a ese cabrón.- Solo no mates a nadie.

- No puedo prometerte nada.

- ¡Yoongi! ¡Yoongi así no, lo asustas!- grité estresado. Habíamos entrado en la casa más aislada del pequeño lugar y en ella daba la casualidad de que vivía solo un adorable asustadizo pelirrosa que para nada esperaba dicha intromisión.

De hecho, el jovencito estaba preparando una tarta de fresa cuando nos vio entrar y se le cayó al suelo cuando Suga comenzó a amenazarlo para que no hiciera ruido. El pastel olía tan bien, pero se había estropeado. De todos modos lo comería.

- ¡Pero no se calla!- dijo mientras mantenía su mano amordazando al chico lloroso. El pobre solo temblaba y balbuceaba súplicas contra sus dedos. Estaba tan aterrado que jamás habría hecho ningún acto de rebeldía contra nosotros, no era necesario que Suga fuera tan rudo con él.

- Min YoonGi...-dije con tono estricto y las manos en mis caderas. Alcé una ceja y lo miré airado. El bufó con molestia y soltó al chico, que simplemente cayó al suelo sollozando.

Me recordó a mi en un inicio: una pequeña cosita blanda y asustada lloriqueando. Con su cabeza que parecía un algodón de azúcar y carita de ángel no podía explicarme porqué el vampiro no se compadecía.

- N-No me comáis, por favor, por favor... Haré lo que m-me digáis pero por favor...

- Bien, eso es lo que quería oír- habló Suga con la voz ronca. Cuando parecía tan maligno y dominante juraba no reconocerlo y aunque mi cuerpo entero moría de miedo, me sentía ardiente y sumiso ante sus órdenes; daba igual que no se dirigiera a mí- Vamos a quedarnos aquí un tiempo y vas a ser bueno y no dirás nada. Estamos en apuros así que necesitamos discreción. Y sangre.- el chico se alarmó, levantándose deprisa y alejándose instintivamente.- Sh, pequeño, tú no vas a ninguna parte- murmuró Suga algo irritado tomándolo del brazo para retenerlo. Aunque odiaba la resistencia, algo en su forma melosa de hablar y en el brillo de sus ojos al ver a la criaturita me decía que divertía. Estaba cazando.

- Por favor, p-por favor- tan débiles, sus palabras parecían eco.

- No lo hagas difícil. No te beberé entero, solo será un poco de sangre, después podrás irte a descansar ¿Sí?- le hablaba como a un niño pequeño, recreándose en su temor. Tan abominable. Pero tan caliente.

Maldito Suga, sádico engreído y hermoso.

- V-V-Vale.- dijo el chico mordiéndose el labio, llorando a lágrima viva. Parecía un bebé y mi corazón se rompía de verlo así.

- ¿Cual es tu nombre?- pregunté atrayendo su atención. Me escaneó con la mirada y al ver mi indefensión, tan igual a la suya, pareció relajarse.

- Z-Zelo, b-bueno, en realidad Choi J-Jun Hong, p-pero nadie me llama así...- admitió antes de morderse la lengua y volver su vista al rostro inexpresivo de Yoongi. Los nervios volvieron a atacarle cuando este le devolvió la mirada sin el más mínimo indicio de humanidad.

Suga era un alma bondadosa, pero estaba recubierto de un aspecto demasiado temible como para penetrar hasta su corazón de oro con una simple primera impresión.

-De acuerdo, Zelo, tú no te preocupes. Si haces lo que él dice no sucederá nada malo. - Asintió tragando saliva.

- Bien- dijo Suga con voz fuerte, llamando nuestra atención.- Entonces ladea la cabeza y estate muy quieto.- Zelo rompió a llorar de nuevo y me sentí fatal; pero Suga necesitaba sangre y ya había bebido de mi no hacía tanto así que él era la mejor opción.

- Oh, e-espera, espera, p-por favor, solo déjame ca-calmarme y entonces t-tú podrás...

- No, tengo hambre joder.-farfulló el hombre empujando al pelirosa contra el mármol de la cocina. El chico aulló de dolor al golpearse la parte baja de la espalda y Yoongi solo lo obvio mientras tomaba sus muñecas para retenerlo.

- ¡Por favor, espera!- gritó con voz aguda y ojos enormes y enrojecidos.

Me acerqué por detrás, preocupado por el cinismo y violencia de Suga; él no era un ángel, pero tampoco era así. El chico solo le pedía unos minutos para sosegarse, no era gran cosa.

Apoyé una mano en su hombro y se volteó hacia mí con los nervios crispados y los ojos ardiendo de rabia y frustración.

- Yoongi nunca te había visto tan nervioso y... asustado. No lo pagues con el chico-rogué. Me miró con ternura y vergüenza y soltó el agarre de Zelo, pero él fue incapaz de moverse, aprisionado por el cuerpo del vampiro, y solo se quedó mudo mientras hablábamos- ¿Porqué estás así?- acaricié su rostro mientras preguntaba, sintiendo su mandíbula tensarse.

-Porque mi creador está muerto. Porque todo lo que tenía como referente está muerto.

-Me tienes a mí- susurré regalándole una sonrisa pequeña pero radiante. No me apetecía sonreír después de todo lo sucedido, pero Suga merecía mis mejores esfuerzos. Él sin embargo no me devolvió el gesto, solo chasqueó la lengua.

-Ese es el problema.- admitió con rudeza. Mi mano se alejó de su rostro, cayendo con pena a un lado de mi cuerpo. Noté como Yoongi se tensaba y sus ojos brillaban con una convicción extraña-Te tengo a ti, te tengo que proteger y no tengo a nadie para asegurarme de que si yo muero tú puedas salir con vida.- se mordió el labio con fuerza.

Una gota de sangre emergió desde su belfo y acarició la barbilla para perderse en su nuez. Dios santo, ¿cómo podía ser algo así atractivo?

Mi corazón se aceleró cuando me di cuenta de que era por eso por lo que el impasible Suga había perdido la calma: Por mi.

-Suga, solo mírame y respira. No sabemos si nada saldrá bien, pero tienes que ser el de siempre, el chico frío y borde que me asusta pero que lo resuelve todo de una forma tan guay que ni me lo explico- él sonrió por mi comentario, dejando después un corto beso en mis labios.

-'Oh, nunca voy a dejar de ser tu depredador, bebé- habló sobre mi labios y sus palabras parecieron un beso feroz, porque me robaron el aliento y me hicieron jadear. Sonrió en mi boca, dejando que sus belfos se rozaran con los míos y que sus colmillos me tocaran la piel; el frío creó una oleada de escalofríos en mi. Me recorrían todo el cuerpo, sus palabras parecían bajo mi piel. Pronto sus efectos acabaron bajo mi cintura. Oh, santísimo infierno.

- Tú ¿Has tenido suficiente tiempo?- Zelo negó inseguro y temblando, era obvio que no pero seguro que enfadar a Suga le aterraba tanto que era incapaz de ser sincero.- Bien, quédate quieto.

Me alejé un par de pasos y pensé en marcharme. No lo hice por alguna razón y, fuese cual fuese, estoy eternamente agradecido. El recuerdo de esa escena siempre me provoca dolor en dos partes del cuerpo: La cabeza y la entrepierna.

Ver a Yoongi tan imponente y masculino mientras devora a un pobre y asustado chico indefenso como si fuera literalmente su presa, es algo que aunque me apene y me haga sentir compasión por los gritos y quejas de Zelo, siempre consigue que los pantalones me aprieten demasiado. Está mal sentir esto por algo así pero ¡Demonios! Suga se ve tan sexy con sangre en sus labios y mentón y sometiendo a otro con semejante facilidad y altanería que de se no ser por el dolor, desearía siempre ser su maldita comida. De hecho, desde que contemplé esa escena me siento agradecido cada vez que me muerde como una bestia y mi cuerpo queda inerme bajo el suyo. Yoongi siempre tiene el control; una mirada y mi cuerpo le responde más a él que a mi.

Todos dormíamos en una cama grande de aquella casa, era cómoda y los brazos de Suga envolviéndome en mi sueño se me antojaban reconfortantes, pero de todos modos no podía pegar ojo. Echaba de menos no el hogar, sino la tranquilidad de él; el ir a dormir sabiendo que cuando despiertes no habrá nadie apuntándote con un arma a la cabeza; el ir a dormir y pensar en tus amigos, en verlos al día siguiente en vez de desear que haya paz para llevar rosas a su tumba.

Sé que aquel no era mi hogar, pero a sabiendas de lo que acontecía me sentí suficientemente libre como para desvelarme y recorrerlo en busca de la cocina. Un poco de agua y algún aperitivo me ayudarian a dormir; o a ser más feliz, la comida siempre me hacía sonreír.

Entré en el comedor y me sorprendí por el hecho de que las luces estuvieran encendidas, pero comprendí el porqué cuando me di cuenta de la presencia de Zelo, quien casi gritó al verme. Vi sus ojos aguarse cuando le pedí silencio colocando el índice frente a mi labios; se llevó la mano al vendaje de su cuello mientras mordía su labio para evitar llorar como antes. Me senté a su lado en el sofá y escuché el primer sollozo. Mi pecho dolió.

Vi en la mesa pañuelos usados y al observar sus mejillas empapadas y ojos rojos supe que llevaba ya un rato llorando.

- No debes tenerme miedo- dije amistoso- Soy Park Jimin- me presenté, alargando mi mano hacia él. Se encogió en su sitio, mirándola con recelo y temor- No soy un vampiro, si eso es lo que te asusta. Y no voy a hacerte daño.

De repente me miró con ojos nuevos y abiertos como platos. Parecía como si estuviera viendo a su familia perdida o algo por estilo y de repente se lanzó a abrazarme con efusividad.

- Estaba tan asustado...- lloriqueó mientras escondía su rostro en mi mullido pijama (que realmente debía ser suyo) y trataba de disimular las lágrimas- ¿Q-Que es lo que me pasará?- preguntó despegándose de mi, nervioso y ciertamente sonrojado. Era un chico tierno y bueno, no se merecía pasar por nada de eso. Pero yo tampoco.

- Um, nada. Verás yo y Yoongi estamos pasando por una situación desesperada, debemos huír de otro vampiro, por eso estamos aquí. No queremos hacerte daño, siento que estemos ocupando tu casa pero de veras, no hay más opción.

- En-entiendo pero ¿Me pasará algo?- de nuevo su mano rascó la parte oscurecida de la venda y entonces absorbió aire ruidosamente por el dolor.

- No, solo haznos caso ¿Sí? Suga es enojón pero le he pedido que no te haga daño.

- ¿Porqué... porqué estás con ese vampiro?

- Le quiero- respondí simplón. Sin Yoongi delante no había razones para mentir o vergüenza alguna en admitir mis sentimientos.

- Pero... pero ¿Porqué? Tú pareces dulce y bueno y él, él...

- Él es así, aunque no lo aparente.- me miró con lástima e incredulidad y le sonreí dolido. ¿Acaso nadie podía ver que todos éramos iguales? Que no había monstruos más que los que inventábamos a partir de estúpidas diferencias.

- Pero tú pareces... un ángel-murmuró con sus manos alrededor de mi cara. Estábamos demasiado cerca, pero no me sentía en una situación íntima.

Zelo solo acunaba mis mejillas en sus manos con cuidado y me observaba como a arte. No había algo sucio como atracción sexual ahí, solo adulación.

- ¿Acaso quieres marcas nuevas en tu cuello?

La voz de Suga nos sobresaltó a ambos y aunque mi sorpresa duró apenas un segundo él comenzó a temblar y asustarse cuando mi corazón ya se había sosegado.

- Suga, no es...- comenzé a hablar yo, pero dio un paso al frente y Zelo me cortó las palabras.

- ¡Lo siento! ¡Lo s-siento no volverá a pasar! yo...

- A mi no me valen las disculpas...- susurró tenuemente y con un aura oscura mientras se acercaba al histérico chico. Me interpuse entre ambos y el vampiro me asesinó con la mirada.

- ¡Z-Zelo sal un rato a pasear! Y-Yo me quedaré hablando con Yoongi.

Como alma que lleva el diablo, salió disparado por la puerta dejándonos completamente a solas. Suga estaba realmente furioso y yo asustado; no tenía idea de cómo calmarlo hasta que su boca estampó en mis labios y me dejé hacer.

Si sus colmillos mordían y dolía como el infierno, su lengua besaba como el jodido cielo.

Me temblaban las piernas tanto que caí de rodillas nada más salir de la casa; no es como si fuera extremadamente débil (tenía una buena condición física) o hubiese corrido una gran distancia, simplemente era que con ver los ojos escarlata de aquel hombre perfecto y aterrador todo mi cuerpo parecía controlado por el miedo y el azar. Por fortuna aquel chico, Jimin se llamaba, me había salvado el pescuezo aquella vez. No sabía cuánto tiempo debía mantenerme fuera de casa pero me alejaría del lugar lo máximo posible ahora que mi hogar era de pesadilla.

Un suspiró escapó de mis labios mientras pateaba una piedrecita camino a la zona que más amaba de ese pueblo; Jimin era bello y sus ojos con forma de media luna, al igual que su sonrisa, eran de una ternura y amabilidad inenarrables. Sin embargo su sonrisa se alargaba y sus ojos se ponían brillosos al hablar de aquel ser sin alma y con grandes colmillos ¿Como podía ser?

Era evidente que una belleza atrozmente inexorable recubría a Yoongi como una especie de manto de seducción que te atrapaba cual trampa, haciendo que tus ojos se quedasen adheridos a su figura imponente, pero tras eso parecía solo haber sangre, oscuridad y maldad; una cara bonita (¡Y más que eso!) para un alma podrida.

Mis pies se detuvieron cuando vi el agua. Un lago apacible en el claro del bosque. Un lugar mágico, casi de película; era como mi santuario. Ahí podía pasar horas mirando cada hoja de cada árbol, cada gota de agua, cada flor y cada pisada en el suelo sin hartarme jamás. Y si mis ojos se cansaban solo debía cerrarlos y dejar el trinar de los pájaros me llenara los oídos; que el polen impregnara mis pulmones y que la tierra fresca y grumosa se escurriera entre mis dedos.

La naturaleza es tan bella que abruma. Como los vampiros, pero con un toque pueril e inocente que ellos jamás tendrán. Una rosa y unos ojos rojos: ambos descollan por su belleza; uno de ellos salpicado de rocío, el otro, de sangre.

El agua del lago estaba tibia y era cristalina así que sumergí mis manos y después toqué mi cuello. Gemí de dolor, pero el líquido en mi herida logró aliviarme un poco, la venda presionaba demasiado así que me la quité y poco a poco retiré los rastros de sangre seca.

El lago se llevó el color carmesí y, entre nenúfares, desapareció como siendo purificado. Inspiré y expiré, relajándome. La película de agua reflejó la luna y algo más: Una mancha pálida y borrosa.

Una mancha que habló detrás de mí.

- Veo que alguien te ha probado, niño.- Casi caí al agua al escuchar una extraña y grave voz. Me volteé de inmediato y me encontré de nuevo con mi pesadilla, solo que con otro rostro.

- ¿Q-Quien...- no me dejó terminar, me alzó tomándome de la camiseta y se mordió los labios al ver mi cuello. De entre su dentadura perfecta emergieron un par de colmillos que me hicieron estremecer.

No quería morir.

- Verás, estoy buscando al vampiro que te mordió así que si me dices donde está o dónde ha ido quizás te dejo vivir, chico lindo.- aquel cumplido me erizó la piel, lo había pronunciado con una melosidad nada agradable. Parecía incluso una insinuación peligrosa y prohibida. Dulce, pero muy muy erróneo.

- N-No lo sé, de veras que no lo sé.-mentí. Si confesaba la verdad Jimin ya podía ir cavando mi tumba. Suga me había dejado bien claro lo que sucedería si les traicionaba, sin embargo quizá con aquel sujeto podía negociar.

Yo le había parecido bonito así que si era necesario flirtear con un no-muerto por mantenerme con vida lo haría. De hecho si ese tipo no fuera una vampiro, ligaría de todos modos con él. Esos hoyuelos me traían loco y solo con verle tan cerca mío el corazón se me aceleraba y no solo por el miedo.

- Que mal mientes- rió mientras sus manos pasaban a mis caderas para moverme y acorralarme con presteza contra un árbol. Ni siquiera había árboles cerca en aquel momento ¿Cómo...?

- Pequeña cosita rosa y asustada ¿No vas a decir la verdad?- se burló picándome la nariz como si fuera un pequeño niño, cosa que me hizo sentir todavía más indefenso. Negué con la cabeza y cerré los ojos.

No quería morir pero si así iba a suceder no me resistiría contra alguien que podía destrozarme con el dedo meñique. Sería bueno y tal vez de ese modo todo acabase rápida e indoloramente.

Secó las lágrimas de mis mejillas con una sonrisa maliciosa. Yo ni me había dado cuenta de que había comenzado a llorar nuevamente, pero poco importaba ya. Agarró mi pelo y lo jaloneó un lado, haciéndose espacio en mi cuello.

Lamió las heridas y jadeé por el ardor. Su lengua se sentía extrañamente punzante y áspera, como la de un gato, y mi piel enrojecida pulsaba dolorosamente.

No podría soportar el dolor si pretendía comerme. No podría, yo...

Una mano pasó por dentro de mi camisa y acarició mi vientre plano. Escalofríos extraños sacudieron mi cuerpo y dedos fríos apretaron mi piel ¿Qué demonios?

-Mmm...- olisqueó mi cuello y nada más aspirar pareció tan complacido que me clavó sus uñas en el costado, casi como si no pudiera contenerse.- Chico bonito, no seas malo. Eres mi única pista por ahora así que no te mataré ¿Sí? Pero no me hartes. En cinco días te buscaré y espero que estés más dispuesto a hablar, porque estaré más hambriento...

Cuando se marchó fue como si la gravedad volviera de nuevo, como si un huracán me arrasara el pecho y una inundación la cabeza. Me había parado al corazón, dejado la mente en blanco y hecho retener la respiración y, ahora, sin él, todo volvía de golpe; era como parar el tiempo para zambullirse de nuevo en él.

- Ah, es extraño que Hoseok no te haya matado ni torturado- dijo Yoongi mientras el chico con cara de ángel permanecía sentado en su regazo. Se le veía nervioso y no era de extrañar, pero en el fondo parecían hacer una linda pareja.- ¿Sabes? Él...él no es como nosotros. Los vampiros comunes nos alimentamos de humanos comunes, y sabes, cazamos. Pero él es poderoso, está aislado. Aborrece a los vampiros y le asquean los humanos, por eso casi nunca tiene interacción; de hecho sus víctimas le vienen por encargo y siempre están drogadas o sedadas así que hará años que no habla con un ser humano plenamente consciente. Supongo que tú le has gustado, al fin y al cabo eres algo nuevo para él. Quizás debamos usarlo a nuestro favor... Podrías seducirlo, hacerlo quedar vulnerable, podrías...

Era buena idea, sí. Solucionaría nuestros problemas, entonces ¿Porque me sentía mal al pensar en engañar de ese modo a Hoseok?


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