El muchacho corría tropezándose con sus propios pies por las calles que aunque estaban llenas horas atrás ahora parecían pertinentes a un pueblo fantasma, sobretodo sin sus amigos.
Jadeando logró sacudirse y levantarse tras una de sus patosas caídas, pero las lágrimas en su rostro no le dejaban ver por dónde iba y la escasa luz de las farolas a medio fundir no ayudaba precisamente. Había escogido un mal camino para huir, una mala noche para salir.
Su rostro se contrajo con dolor tras chocar contra una pared que no había visto.
- Tu no te me escapas- una sonrisa dotada de colmillos surgió del muro, que resultó ser el amplio y fuerte pecho de la bestia que había matado a sus amigos.
Lamió la sangre de sus labios, pero su quijada y su cuello seguían empapados por tan dulce néctar.
Ahogó un grito cuando, al intentar darse la vuelta, el hombre lo tomó tan fuerte del brazo que, de hacer solo un poco más de presión, se lo habría partido. Sus ojos marrones eran tan oscuros e intimidantes que, durante un segundo, cayó rendido a ellos y dejó de resistirse.
- Eres el postre, chico, no puedes irte- aquella varonil y monstruosa voz lo sacó de su estupor y volvió a forcejear con su agresor. Lloró aún más.
No había nada que hacer contra un vampiro.
Tomó bruscamente al chico de la cintura y este logró que el pelo negro que estaba atado en la cola que descendía hasta el final de la espalda del vampiro, se soltase por el violento forcejeo.
Adam sonrió cuando la calidez del humano chocó contra su cuerpo y, con la mano que estaba dejando el brazo del menor morado, hizo un rápido movimiento y apresó sus muñecas. Con la mano libre sostuvo el rostro del menor y lo dirigió al suyo. Le gustaba que le mirasen antes de morir.
Apartó el pelo del cuello del menor lo sintió temblar como una hoja, con una sutil caricia apartó las saladas lágrimas de su cuello, no quería condimentos en su comida.
- Adam...- La molesta voz de Rose le hizo darse la vuelta para encontrarse con su fina y estirada figura, ajustándose las gafas sin cristal que llevaba, ridículo. Pero más ridícula era la forma en que sus ojos azules miraban al suelo con miedo, Adam le intimidaba.
- Ahora no, estoy comiendo- dijo dando un fuerte tirón de las muñecas del chico para hacerle chillar y recalcar así su presencia.
- Es importante...
- ¡Ahora no!- le rugió, consiguiendo que la muchacha se tapase los oídos y se desvaneciera con miedo. Siempre inoportuna.
- Por favor...- la dulce vocecita del chico logró cautivar una parte en el fondo de su mente. Aún era humano.
- Cállate.-Un humano algo hijo de puta.
- P-Pero- un bofetón le giró el rostro enseñándole a no molestar a su superior. No le gustaba que su comida le hablase tanto, pero en cierto modo le divertía el insistente miedo del chiquillo.- no quiero morir- murmuró cerrando los ojos asustado, pensando que se había ganado otro golpe.
- Eres tan inocente- susurró acariciando su rostro enrojecido por el golpe con gentileza. El menor solo se tranquilizó, su agarre ya no existía.
De golpe un cambio drástico lo hizo retener la respiración. Adam lo agarró con fuerza del pelo, frunció el ceño y sintió sus enormes, largos y afilados colmillos hundirse en la tierna y fresca piel.
La sangre goteaba por su barbilla mientras hundía el rostro en la fuente de vida, bebiendo hasta sentirse borracho. Con solo un chillido y un par de convulsiones el chiquillo perdió el conocimiento y, después, la vida. Aunque no tocó el suelo de nuevo hasta que el vampiro apartó las manos del cadáver dejándolo caer, antes de sacudirse la ropa.
Gimió una vez hubo acabado sintiendo un anhelo, esos segundos en los que se enterraba en el cuello de su víctima para robarle a vida eran rápido, pero eran, de entre todas, la razón de mayor peso para seguir viviendo. Su cuerpo se volvió a enfriar rápidamente y también la sangre que se escurría por sus comisuras rehuyendo al repaso que la lengua le daba a sus labios.
- Adam...
- Joder ¿Que? No te puedes esperar un maldito minuto, ¿No?- dijo con la voz ronca, interrumpido en sus momento de éxtasis.
Con el dorso de la mano se limpió los rastros de sangre del rostro, dejando sus gruesos y masculinos labios algo rojos y su amplia quijada manchada ligeramente.
- Es importante, escúchame- dijo ella apretando los puños y mirando a todas direcciones nerviosamente.
- A ver, dime qué es eso tan importante que tiene Mink que decirme- dijo con una voz molesta y puso los ojos en blanco alzando una ceja y cruzándose de brazos mientras apoyaba todo su peso en una pierna, ladeando la cadera.
- Tu sabes que el día cinco de cada mes es puntual y siempre viene a darme noticias para ti pero... esta vez no ha venido y no logro ponerme en contacto con él. Su teléfono esta apagado y no esta en los lugares que frecuentaba de la última zona- la demandante y sexy pose del vampiro cambió a una vulnerable y sorprendida, entonces miró con autoridad los ojos azules de la joven, que se mordió el labio con sus colmillitos, exigiendo una explicación.
- Mierda... ¡Mierda!- gritó más fuerte pateando el cadáver de su presa y mandándolo a unos cuantos metros pues chocó con la pared de un bar que frenó su vuelo. La pintura ocre se manchó de rojo.- Él nunca hace esas cosas, le ha tenido que pasar algo grave- se mordió el labio hasta hacerse sangrar.
Si algo le pasaba a Mink perdería a su creador y mejor amigo, al que llamó padre durante mucho tiempo, pero además eso supondría algo peor para él mismo, el fin.
- Lo se, por eso... yo solo soy buena rastreando, no luchando y si esta en problemas tú si que podrías ayudarlo de ese modo...- escondió sus manos tras su espalda y se balanceó nerviosa.- Por Dios, no puedes permitir que le pase nada, a él no- pidió casi al borde del llanto mirando al intimidante vampiro.
- ¡Ya lo se, joder! Es mi maestro y sigo vinculado, así que créeme cuando te digo que es más importante para mi salvarlo que para ti, niñata- rugió de impotencia. No sabía ni por donde empezar a buscar.
- Yo... solo quiero que Mink este bien- susurró abatida. Que el amor de su vid muriese sería una desgracia, pero sería aún peor que lo hiciese yendo en busca del amor de su vida.
- Estoy jodido... ¿Sabes donde esta al menos?- su ceño se relajó y su cuerpo se permitió un descanso cuando Rose asintió.
- Fue a Brokeback en busca de Tara, esa chica solo le hace daño, yo jamás le pondría en peligro ni huiría de él, no entiendo porqué él no me-
- Porque tu no eres Tara y no te quiere, mételo en la cabeza. ¿Donde esta Brokeback?- preguntó frío e interesado mientras ella tragaba saliva ahogando el ácido nudo de su garganta ante las crueles e hirientes palabras.
Adam era siempre tan desconsiderado, aunque Rose siempre pensaba que su belleza era demasiado deslumbrante para tan horrible personalidad.
- Es un pueblo perdido por ahí, te costará llegar si no te llevo yo así que ven y sube al coche. Por favor- añadió cuando Adam le miró con sus rebeldes ojos oscuros.
Aunque no tenía ganas de soportar un viaje en coche que no sabía ni cuánto duraría con esa chica impertinente y molesta (demasiado humana, se decía Adam) se subió al coche sin rechistar ocupando el asiento de copiloto, ahora lo importante no era tener un trayecto tranquilo, sino encontrar a Mink cuando antes.
Y cuando lo hiciese le tiraría de su pelirroja barba y le ordenaría que lo desvinculase ¡No tenía derecho a poner en peligro su vida si con ello la de Adam también peligraba! Y después le daría un puñetazo en la cara a Tara para que dejase ya de marear al viejo vampiro, sí, le quitaría las ganas de huir como una estúpida liebre rubia.
Aunque al escuchar la insistente charla, que más bien era un monólogo, de Rose, Adam quiso morir.
- ¿No crees? Porque es cierto que tengo defectos, pero tengo un buen corazón ¡Mink debería apreciar lo que hago por él! Sin embargo ¿qué hace esa zorra rubia? NADA. Y a ella le va detrás como un perro ¿Es porque tiene más curvas? Porque te digo yo que ella no es para tanto, es decir, esta bien pero yo también ¿No?- dirigió su intensa mirada inocente y clara a los opacos ojos del vampiro.
- ¿Eh? Ah, sí. Yo pienso lo mismo.
- ¿Me estas escuchando?
- ¿Crees que alguien lo hace alguna vez?
- Imbécil.- y se calló sustituyendo su palabrería por un silencio que hizo sonreír a Adam triunfalmente.
- Por Satan... ¿Es aquí?- preguntó Adam abriendo los ojos como platos y arrugando la nariz- Apesta a perro ¿Que coño es esto?
- Esto es Brokeback, baja y empieza a buscar. Adiós- dijo prácticamente echando al vampiro a patadas y consiguiendo que este saliera del coche y se quedase asqueado en las calles.
¡El olor a hombre lobo era tanto que se sentía como si estuviese esnifando pelo de perro!
- Que asco, coño...- dijo tapándose la nariz y deseando no tener el olfato superdesarrollado que ahora le parecía una carga.
Las luces brillantes de un motel a las afueras llamaron la atención del vampiro, que se alejó un poco del asqueroso olor y metió las manos en sus bolsillos encontrando apenas veinte euros, lo que había logrado quitarse a su última víctima.
Entró en el lugar y pagó una habitación para pasar el día y dormir sin ser molestado. Al menos ahí no olía tan mal, solo a humedad, moho y sexo. Le entraron ganas de echar un buen polvo, pero recordó sus problemas y, tajantemente, se le cortó todo el líbido.
El pueblo no era tan grande como una gran ciudad, pero no podía estar revisando milímetro por milímetro en busca de Mink, además de que no sabía las circunstancias de su desaparición. No tenía ni idea de qué hacer ¿Colgar carteles con su cara y el texto de ''vampiro perdido, si lo encuentra llame a este número'' era una idea tan terrible? Sí, pero al menos era graciosa.
Intentó dormir cuando notó que amanecía, claramente corrió las rotas cortinas beige (que seguro que en verdad eran blancas pero estaban sucias) antes de nada, pero no pudo. Los de la habitación de al lado estaban follando como animales así que sintió el impulso de ir ahí y aplastarles la cabeza, aunque por suerte pararon a la media hora.
Por fin se durmió, y soñó. Soñó con un recuerdo de su infancia, donde estaba en su río bañándose y jugando como el crío que era junto a un montón de perros callejeros. Después eso se llevó una buena zurra de su madre, pero el sueño se basaba casi completamente en el olor a perro mojado.
Ese pueblo apestaba tanto que le perseguía hasta en los sueños.
Despertó hacia el atardecer, donde el sol estaba asomándose por el horizonte antes de despedirse. No le molestaba tanto como cuando era de día y toda esa cálida luz lo debilitaba haciéndole sentir humano, pero igualmente le irritaba sentir la energía que le irradiaba, aunque a esas horas fuese escasa.
Se levantó de la cama y se dio cuenta de que el asqueroso hedor del lugar ya se le hacía más comín, casi podía decir que se había acostumbrado, pero seguía siendo enfermizo y Adam estaba seguro que, de ser humano, habría vomitado.
El problema de eso no era la peste, sino el hecho de que el pueblo estaba infestado de licántropos. Él podría matar a tres o cuatro sin problema en un combate cuerpo a cuerpo, pero ahí habían muchos más de tres o cuatro y eso si tenía relación con la desaparición de su creador, sería una gran putada.
Además, él a veces podía oler la presencia de otros vampiros, como Mink, aunque el olor era muy tenue, pero con semejante nube de aromas perrunos no podía oler apenas la sangre de los humanos que tenía a tan solo unos metros.
Salió del motel contemplando las múltiples direcciones en las que las calles se bifurcaban ¿Por donde debía ir primero?
No sabía donde buscar y encima estaba hambriento ¡Perfecto! Pero se le ocurrió una idea, podría matar a dos pájaros de un tiro, solo necesitaba encontrar a alguien de la zona así que se adentró más en el pueblo hasta llegar al centro, que estaba casi vacío y a lo lejos contempló una buena arboleda. Ese bosque le vendría bien más tarde.
- ¡Oh, disculpe!- dijo un chico de no más de dieciocho años chocando con el vampiro y tirando por los suelos un montón de libros de clase. Olía bien. Perfecto.
- Tranquilo, ha sido solo un accidente- dijo mientras se agachaba con gentileza ayudándole a recoger sus libros de biología y matemáticas.- ¿Sales de clase a estas horas?- preguntó alzando una ceja. Si más humanos hacían eso tendría la cena asegurada muchas noches.
- Em, sí. Soy del horario de tardes- dijo sonriendo incómodamente mientras intentaba apartar la mirada de la del gran hombre.- Gracias- dijo tomando los libros que Adam le daba.
- ¿Eres de aquí?
- Sí- sonrió con malicia, teniendo cuidado de no mostrar sus enormes colmillos.
- Oh, entonces ¿Podrías hacerme un favor?
- Esto... yo...- el vampiro ladeó la cabeza como un perro y le dedicó una sonrisa dulce en la que sus labios no se separaron. Si su tono amable no le convencía, su belleza haría el trabajo- B-Bueno, vale.
- Solo quiero hacer unas preguntas sobre el pueblo.- el chico pareció relajarse al ver que no era nada complicado o peligroso.- No quiero que tardes en llegar a casa así que te acompañaré.- se tensó de nuevo. Tan inocente y pequeño.
- D-De acuerdo.
Comenzaron a andar dirección a casa del chiquillo y parecía que era el día de suerte del vampiro pues el lugar parecía ser cercano al bosque.
- ¿En este pueblo ha habido algún vampiro últimamente? Es que estoy haciendo un trabajo sobre los seres sobrenaturales- se excusó mientras sacaba su teléfono móvil y accionaba la grabadora de voz para dar más veracidad a su mentira.
- No que yo sepa, lo que si que hay son hombres lobo- Bingo.
- Y ¿Puedes hablarme de ellos? ¿Sabes en qué lugar viven las manadas?- mantuvo su falsa y amigable sonrisa.
- No, yo... solo me han hablado de ellos pero no tengo ni idea. Sinceramente no si ni si es verdad que aquí hay- se paró en seco ante una casa y rebuscó unas llaves en su bolsillo. Adam no se iba así que el chico comenzó a incomodarse- ¿Ha-hay más preguntas? Es que esta es mi casa...
- Solo una más y te dejo tranquilo- dijo provocando una sincera sonrisilla en el chico. Le ponía enfermo comportarse así- ¿Podrías acompañarme a ese bosque de ahí?
- ¿E-Eh? No, yo.- se calló de inmediato al sentir el enorme peso de un brazo sobre sus hombros, rodeándolo.
- Venga, no creo que quiera problemas- le dijo sonriendo de nuevo. Ahora abría cómodamente la boca, mostrando los grandes y afilados colmillos que consiguieron hacer que el chico gimiese de terror.
- ¡Por favor no me hagas daño! - gritó sin moverse ni un centímetro, estaba petrificado.
- Si cierras la boca quizás te mate rápido
- No...-un fuerte empujón lo hizo comenzar a moverse, caminando hacia el temido bosque.
Derechito a la boca del lobo.
- Bien- dijo andando con prisas mientras acariciaba el cuellecito del menor con una de sus manos- Ahora que estas muerto de miedo ¿Hay algo sobre los hombres lobo de aquí que no me hayas dicho?
- ¡No! ¡No! Te juro que te he dicho todo lo que se, p-por favor déjeme ir.- Adam solo lo calló poniendo uno de sus dedos contra los finos y besables labios del menor y le sonrió con sorna.
- Aún hay más preguntas ¿Ha llegado alguien nuevo al pueblo? Un hombre pelirrojo, misterioso- el menor solo sollozó al ver la entrada del bosque tan cerca suyo que parecía que le fuese a engullir.
- ¡No lo se! No lo sé, de veras que no lo sé...- inútil, todo aquello le había resultado sumamente inútil a Adam.- Por favor señor déjeme ir, yo solo tengo años y jamás hago nada malo yo... por favor...- su llanto aumentó mientras el vampiro ignoraba sus palabras y manejaba su cuerpo con facilidad apoyándolo contra un árbol y ladeándole la cabeza para le fuese más fácil morder.
- Eres un chico bueno y no mereces esto ¿No?- preguntó Adam fingiendo amabilidad de nuevo y riéndose del chico discretamente. Este intentó sonreír y asintió cuando el vampiro lo miró fijamente- Qué tierno- confesó con una pícara sonrisa.
Y lo mordió tan fuerte que el grito de la presa hizo un amago de conseguir un dolor de cabeza por parte de Adam, quien apretó tan fuerte los brazitos que le manoteaban con poca fuerza que los partió.
Las lágrimas del menor bajaron por su cuello haciendo que la sangre tuviese un punto salado y repulsivo que al vampiro ni notó. Tan dulce, tan inocente. Los adolescentes adorables eran siempre los más deliciosos y llenos de vida.
El cadáver golpeó el suelo con un sonido sordo y su éxtasis se acabó. Duraba tan poco que al principio, cuando Adam era solo un neófito, lloraba al matar por la poca duración del placer.
Algo lo hizo alejarse de los pensamientos melancólicos que tenía. Un olor. Sangre muerta ¡La sangre de Mink!
Era una cantidad muy pequeña y para nada reciente. Más o menos era la cantidad que desprendía un vampiro si se le golpeaba con contundencia en algún punto humano vital, como la cabeza.
Alguien le había golpeado y ahora había desaparecido. Adam lo vio claro, un secuestro, pero ¿Quien secuestra a un vampiro?
Un posible respuesta pasó por su mente y su cuerpo la confirmó. Con el pie derecha barrió las hojas secas del suelo encontrando en este los rastros deformes de pisadas de lobo hechas en la tierra húmeda.
No, no era reciente. Quizás de unos días atrás, coincidiendo con la misteriosa desaparición de Mink. Sus sospechas y temores eran ciertos: Los lobos habían raptado a su maestro. Y no eran solo los lobos, eran muchos lobos.
Al menos tenía muchos datos en poco tiempo. Sabías que Mink había sido raptado por una manada de lobos ¿Cuantos? ni idea ¿Porque? era también un misterio, pero al menos la zona de investigación se limitaba al pequeño pueblo de Brokeback.
Fuese cual fuese el motivo por el que lo habían secuestrado tenía algo claro. Era raro que siguiese con vida, así que si no lo habían matado ya significaba que quedaría poco para que eso sucediese, así que no solo no sabía cómo hacer las cosas, sino que su tiempo y sus posibilidades eran limitadas.
Él no era de investigar, sino de ir al problema, partirle la cara y volver satisfecho por haberlo solucionado. pero esta vez tenía que encontrar al problema y, aún así, este tenía una muy dura cara que partir.
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