Capítulo 2: gatos nocturnos

 - ¿Me das un nacho?

-¿Mi dis in nichi?- le imite mientras hacía caras raras- ¡No!- respondí efectivamente ofendido mientras me llevaba uno a la boca y lo mascaba con intenso dramatismo. Kookie rió intentando alcanzar uno, pero le mordí el dedo defendiendo mi comida- ¿Me das tu un pulmón?

- ¡Por favor! No es equiparable.- dijo rodando los ojos mientras yo me llenaba la boca de comida con tal de que no me la hurtase.

- ¡Para mi sí, la comida es amor, la comida es vida! Si me quieres quitar la comida, me quieres matar. Fin.

- Guau, y después se supone que sacas buena nota en lógica.- reí y le golpeé el hombro bromeando.

- Hablando de lógica, vamos a llegar tarde, mueve el culo- exclamé levantándome.

- Ya lo muevo, por eso es tan hermoso- bromeó, de nuevo guiñandome un ojo. Yo negué con la cabeza, divertido.

Kookie era absurdo, pero no más que yo supongo, por eso hacíamos un buen duo.

La primera clase sucedió con normalidad y con normalidad me refiero a que aunque la materia fuera genial y cada parte de mi ser clamase por atender y absorber conocimientos, habia otra parte de mi que escuchaba las tonterías de Kookie y quería reírse como una foca en medio de la lección y otra parte que sentía los ojos de Suga en la nuca y quería largarse corriendo hasta México.

- Hoy Lauren no vendrá, está en el hospital por una infección estomacal, así que tienen la segunda hora libre.- habló el maestro antes de salir del aula.

Sinceramente me alivié al saber que obtendría mi deseado descanso, pero en cierto modo también me sentía culpable. Esperaba que la profesora se pusiera bien. No parecía ser una mala persona, así que no merecía enfermarse.

- ¿Quieres ir a la cama a ver una peli?- preguntó Kookie mientras recogía sus cosas y yo simplemente me quedaba distraído pensando en Lauren.

Tenía el tatuaje de una flor mal dibujada en su pantorrilla. Parecía calcado de un garabato infantil, probablemente sería de su hija. No sabía porque recordaba aquello, pero esperaba que se mejorase.

- ¿Intentas llevarme a tu cama? Kookie, no vayas tan rápido.

- Oh, pero si eres un facilón- bromeó mientras pasaba por mi lado haciéndose el coqueto.

Reí mirándolo mientras guardaba mis apuntes, pero al no prestarle atención a mi tarea solo conseguí arrugar un poco la hoja y hacer un pequeño corte en un dedo.

- Auch, no se como coño duelen tanto- murmuré.

Suga se levantó violentamente de su silla y aún con sus cosas a medio recoger, lo dejó todo ahí y se fue tan rápido que apenas pude ver aquella última e intensa mirada que me dedicó.

Aquel había sido un comportamiento raro. Él siempre estaba calmado y se movía de forma ágil, pasando desapercibido, pero en esta ocasión su huída había sido como el paso de un huracán.

Kook me esperaba ya en la puerta de salida y con un gesto de cabeza le dije que fuera tirando pues Suga, al marcharse con vehemencia, había tirado al suelo mi estuche, desperdigando mis bolígrafos.

Recogiendo mis cosas y una vez me quedé completamente solo en clase vi algo muy tentador: El móvil de Yoongi sobre la mesa.

El miedo a tocarlo y la curiosidad por verlo me estaban matando, pero por mucho que fuera Yoongi, tocar ese tipo de cosas ajenas era una violación a la intimidad de la otra persona, así que desheché la idea.

Entonces vibró y la pantalla se iluminó mostrando un mensaje de Whatsapp. No era cotillear si mis manos no tocaban el móvil ¿No? Es decir, el mensaje estaba brillando en medio de la pantalla y mis ojos se iban a topar casualmente con él, de manera que me sería inevitable leerlo, así que técnicamente no tenía porqué sentirme culpable.

Leí el mensaje.

'' Durante unos meses no te acerques a Sweat and Sex, he tenido un problema de autocontrol hace unos días. Ya te contaré.''

Lo enviaba un tal ''V'' y el contenido del mensaje de texto era tan o más misterioso que el mismo Yoongi. Le intenté dar vueltas al asunto pero mi estómago rugió y pensé que quizás Kookie habría hecho palomitas para la películas así que corrí a comprobarlo con la cabeza tan vacía como el estómago.

Al final Kookie me había decepcionado con un bol de snacks saludables que sabían a comida de conejo (no es como si la hubiese probado ¿Vale? es solo ¿Intuición? Sí, eso).

Me tuve que resignar a ver la películas de ese modo y aunque me comí todo, estuve hasta el final quejándome del sabor de la comida que mi compañero me había dado.

Habíamos visto ya toneladas de películas de miedo y aunque debía admitir que me había divertido sumamente al ver a Jungkook saltar y gritar, yo me sentía algo decepcionado por el hecho de que ninguna de ellas me había conseguido asustar de verdad.

Finalmente se hizo tarde y Kookie se quedó dormido sobre el portatil, en mi cama. Decidí hacer un acto de caridad y dejarle, solo por esa noche, dormir ahí, así que le quité el ordenador para que no lo babeara y me fui a su cama, que resultó realmente mucho menos mullida que la mía.

Antes de cerrar el ordenador y acostarme decidí hacer una búsqueda que me venía a la cabeza después de tantas horas.

Sweat and sex. Le di a buscar. Cuando vi los resultados de me cayó el alma a los pies y de verdad sentí que quería llorar ¿A qué clase de maldito monstruo tenía sentado detrás de mí, a diez jodidos centímetros de tocarme?

El primer resultado de búsqueda fue la página oficial del local de moda entre jovencitos. El segundo resultado, la noticia de la muerte de dos jóvenes. Se hablaba de un brutal asesinato sin robo, pero no había detalles del homicidio, ni fotos. No sabía si agradecerlo o no, pero se me heló la sangre de las venas y creo que estuve a punto de tener una crisis nervios.

Cerré el laptop de golpe, como si aún pudiera detener el flujo de información, de realidad, llegándome para darme de lleno en el cerebro y hacer que una migraña horrendo me doblegase. Sentí náuseas pero tal cual me levanté para ir al baño caí al suelo de rodillas. Mis piernas no respondían y mi cuerpo entero temblaba de pavor.

Un asesino. Mi imaginación, por primera vez, había tenido la razón. Y lo odiaba.

No sabía que hacer, me encontraba perdido, ahogándome con el aire que respiraba en el suelo de la habitación y el corazón me latía tan fuerte que lo notaba en la garganta y en los oídos, presionando, bombeando como un tambor enorme, haciendo que espasmos de nerviosismo azotaran mis extremidades violentamente.

Estaba llorando, necesitaba sosegarme, pedir ayuda. Me enrosqué en mí mismo, haciéndome una bolita en el suelo y abrazando mis rodillas hasta que me calmé y sentí que con cada bocanada de aire mis pulmones sí se llenaban.

- ¡Jungkook! ¡Jungkook!- lo llamé y zarandeé, consiguiendo que una somnolienta versión de él me mirara extrañado.

- ¿Qué pasa?- preguntó tallándose los ojos y luchando por taparse con la manta.

- Ho-hoy leí un mensaje en el móvil de Suga donde alguien le decía que se había excedido en ''Sweat and sex'' y busqué eso y ¡Mira!- chillé entregándole el dispositivo con la ventana del navegador abierta.

No había tenido el valor de pulsar en el aspa roja, de dejar que esos jóvenes siguieran muertos y yo me fuera a dormir tranquilamente mientras se descomponían. Me parecía demasiado atroz.

La luz de la pantalla le dio de lleno en el rostro y reaccionó como si se trata de un puñetazo. Poco después se acostumbró y leyó el titular. Lo vi en su expresión, en ese visaje espantado, él pensaba igual que yo, estaba tan o incluso más conmocionado. Por esos sus palabras me dejaron ojiplático.

- Suga no es un asesino, solo algo excéntrico. Y l-lo del mensaje... pura coincidencia.- cerró la pestaña de google y apagó el aparato sin inmutarse, manteniendo el rostro firme de una forma tensa, engañosa.

De nuevo me mentía, pero ¿Porqué?

- Pero...

- Jimin, ve a la cama- dijo monótono, tapándose por completo y dejándome solo en la oscuridad

No pude pegar ojo.

Algo estaba pasando con Min Yoon Gi y yo pensaba averiguarlo, aunque me costase la vida.

Al día siguiente fue Kookie quien tuvo que despertarme a la hora de la comida porque cuando conseguí dormirme eran ya las siete de la mañana y parece se que aproveche para recuperar energías. Llamándome perezoso y burlándose de mí, como de costumbre, me guió hacia el aula que tocaba.

- Pinchame con un bolígrafo cuando veas que me duerma- le pedí, no muy seguro de estar bromeando. Escuchaba la voz del maestro pero los párpados me pesaban demasiado.

Cerré los ojos hasta que algo arañó mi mejilla.

- ¡Ay! ¡Pero en la cara no cerebro de pasa, que arruinas mi belleza!- le dije, robándole el bolígrafo y intentando pintarle un bigote como venganza. Afortunadamente el profesor estaba de espaldas a nosotros, apuntando una fecha lejana en la pizarra.

- Muy bien chicos, este es el día en que debéis entregar el trabajo. Puede ser en parejas o grupos de cuatro como máximo y deberá tratar sobre vuestras opiniones respecto a la Genealogía de la moral. Ahora les dejaré cinco minutos para que formen los grupos y después apuntarán su nombre en un papel común.

Los murmullos iniciaron tan pronto como el señor se calló y yo me topé con los ojitos de rodeos de Kookie mirándome con atención.

- ¿Vamos juntos?- preguntó mientras ya comenzaba a apuntar nuestros nombres en la hoja, sin esperar a mi respuesta.- Vamos juntos.- afirmó entonces.

- Eso parece- me reí, pero de repente la seriedad me invadió al igual que una idea temeraria cruzaba mi mente.

Me volteé y vi a Kook mirarme alarmado.

- ¿Que hac- Kookie se vio interrumpido cuando llamé la atención de Yoongi y hablé:

- ¿Quieres ir con nosotros para hacer el trabajo?- pregunté simplón y tratando de tragarme todos los nervios que tenía dentro.

Aunque no hubiera sospechado que Suga estuviera relacionado con un asesino su presencia me escama de igual forma, no se si era por su atractivo por su aura de peligro (además, ambas se retroalimentaban).

Suga, por primera vez desde que lo conocí, pareció desconcertado por mi atrevimiento, pero pronto me mostró esa complacida y maligna sonrisa que me desarmaba. Tragué saliva y él miró fijamente como mi cuello se movía fútilmente. Me sentía aterrorizado.

Después de eso miró directo hacia Jungkook, que estaba pálido como el papel de calcar, y le robó la lista de las manos para inscribirse con nosotros.

- Será divertido tenerte en casa de nuevo, Kookie.

Creo que mientras ese hombre se relamía los labios de una manera endemoniadamente sexual, mi cerebro estalló. ¿Qué leches estaba pasando?

Cuando parecía que avanzaba en mi investigación (¿Se le puede llamar así a acosar a Suga? Bueno, ¿Qué más da?) todo se volvía más abstruso y resultaba que en verdad no tenía ni idea de nada en absoluto.

Oh, Sócrates, en situaciones así te comprendo.

- ¡Pero dime de que lo conoces! ¿Que más te da?

- ¡Que no Jimin, no seas pesado y déjame dormir! ¡No es para tanto!- era inaudito, llevaba la mitad del día afectadísimo, evitándome y con cara de haber visto un fantasma, pero encima creía que yo era imbécil y que podía hacerme pensar que todo estaba bien.

En serio, a veces dudaba de que las neuronas de Jungkook fueran más de dos.

- ¿Como que no? ¡Llevas todo el día comportándote más raro que un pez en el desierto y además has estado en casa de Suga! ¡Que alguien me explique algo, por Yahveh!

- Jimin... Agh... Créeme no hay nada que explicar, por favor... Solo déjalo.- pidió con una inmensa tristeza alojada en sus ojos. Se sentó en la cama y escondió el rostro entre las manos, suspirando pesadamente.

- Pero Kookie, somos amigos y ya no es solo mi curiosidad... Sea lo que sea, también te afecta a ti...- comenté sentándome a su lado y posando mi pequeña mano en su hombro.

No me habló más, estaba llorando y lloró hasta dormirse y solo pude brindarle apoyo y preguntarme qué estaba sucediendo.

No comprendía el porqué de los secretos, de la ansiedad de Kook, de su dolor, de sus iris café gritándome que querían contarme la verdad y no podían. No entendía que sucedía con Yoongi.

Esa noche Kook tuvo tantas pesadillas que yo tampoco dormí. Lloraba en sueños, suplicaba y gritaba. Palabras y sollozos cargadas de un miedo terrible, desconocido para casi cualquier humano, un terror atroz. Solo pude distinguir algo; hablaba de un tal Tae.

En la madrugada pensé en escribir pero el sonido de mi amigo sufriendo entre las sábanas, rodando en la cama y gimoteando por la imágenes oníricas que le atormentaban con, quien sabe, recuerdos quizá, no me dejaban concentrarme; así que tomé mi pequeña libreta y un bolígrafo negro (la tinta azul me parecía, por algún motivo, poco seria) y salí a pasear al campus mientras la luna estaba alta en el cielo y me alumbraba lo suficiente como para mostrarle el camino a la zona más verde y tranquila del lugar.

Al final me senté delante de una fuente modesta pero agradable y me puse a plasmar en papel mis reflexiones, no sobre mi vida en concreto o lo que acontecía en ella, sino sobre la vida en sí. Preguntar en vez de afirmar era un buen ejercicio, me ayudaba a desfocalizar y separarme de la porción de la realidad en la que me encontraba.

Además, algo que siempre me había sido muy útil para volcarme en la deliberación y dejar de lado el conocimiento de que soy un cuerpo físico que existe, era un sonido de fondo, repetitivo y calmado. En este caso el agua de la fuente cumplió dicha función mántrica y me olvidé a los pocos segundos de que estaba en la universidad.

Sin embargo una voz a mi espalda me arrancó rápido de las profundidades de mi mente.

- ¿Qué haces aquí a estas horas?

Grité, no al escuchar su grave voz, tan serena y a la par rasposa, sino un segundo después cuando me volteé y vi cuan cerca estaba de mi.

Suga estaba agachado a mis espaldas,a punto de rozarme, con sus fuertes piernas flexionadas y sus brazos grandes y trabajados desnudos. El rostro, ecuánime y viril, frente al mío, mirándome con sus ojos oscuros y misteriosos como galaxias.

- No grites, no muerdo- se burló él. Realmente tampoco era una frase graciosa y a decir verdad él era totalmente inmune al humor de todo tipo, pero sin embargo en aquella ocasión lo vi aguantarse una carcajada que pugnaba por salir.

- Me has asustado, no te había escuchado venir. Dios, es como si me espiases.- exhalé con molestia. Podría haberme avisado de su presencia de otro modo, o al menos no haberme asaltado por la espalda. Era obvio que lo hacía para molestarme.

- Me parece que eso sería más propio de ti. Fuiste tu quien el primer día contestaste que te parecía interesante ¿No es así?- esa maldita media sonrisa y la forma de ladear la cabeza al mirarme me ponían de los nervios. De una forma u otra parecía como si me tratase igual que a un niño pequeño o a un animal menudo e inofensivo.

- L-La gente es interesante, en general.- me intenté excusar. Peligro, todas mis células lo gritaban y mi corazón sufría a cada segundo que pasaba y yo no me marchaba corriendo, pero algo en él atraía.

Podía ser un asesino o solo un chico raro de mi curso, pero fuera lo que fuera, me sentía tan curioso respecto a él que creo que eso vencía incluso mis más poderosos temores.

- ¿Entonces por qué mencionar mi nombre en concreto?- no supe qué responder, tenía razón y aunque quisiera hablar mis mejillas rojas ya le estaban otorgando una respuesta clara a su pregunta.- No te averguenzes. Tu también me resultas interesante.- Su boca sonreía pero eso no me tranquilizaba, para nada, daba tanto miedo. Quizás era porque sus ojos parecían hambrientos.

Aunque cada fibra de él permaneciera estática algo había atrapado en su mirada que rugía, arañaba y clamaba por salir a fuera o destrozarme, podía sentirlo.

- Y dime ¿Qué haces aquí tan solito?- No me gustó nada el tono en que lo dijo. Socarrón, como si hubiese caído en una especie de trampa.

Se aproximó más a mi, sentándose a mi lado y haciéndome sentir minúsculo.

- Lo mismo podría preguntarte yo.- mantuve la posición para no ser demasiado transparente alejándome de él, pero mis músculos estaban tensos y mi voz salió tan irregular que deseé no haber hablado.

- Es de mala educación responder una pregunta con otra, aunque es ingenioso.

- Es de mala educación espiar a alguien. Y no, eso no es ingenioso.- Lo miré de arriba abajo notoriamente y con el ceño fruncido, transmitiéndole el rechazo que producía en mí (aunque solo parcialmente). Él estaba tan relajado, como si lo tuviese todo bajo control.

- No te estaba espiando. Quizás eso te gustaría- insinuó, inclinándose levemente hacia mí con esa cara hermosa suya y ese aura de superioridad que se cargaba.

Se acercó tanto que esta vez no pude evitar retroceder, asustado. No sabía que quería Yoongi de mi exactamente, pero en ese momento parece ser que solo me usaba para tener un motivo por el que sonreír con burla.

- Lo que me gustaría es que fueras a otro lado. El campus es enorme ¿Sabes?

- ¿Y dejarte aquí solito? ¿Quien te protegería?- de nuevo, ahí estaba, molestándome con su tono juguetón y esa sonrisa ufana.

- Ahora mismo siento que tu eres mi mayor amenaza.- se me escapó, realmente era un bocazas.

Y ahí cambió todo. Suga solo tenía, por lo que a mi respetaba, dos estados de ánimo: Serio y burlón.

No se cual me daba más miedo pero esa noche, con su rostro pálido levemente iluminado por la luna, acentuando su mentón, sus labios cerrados y su ceño levemente fruncido, tuve claro que su seriedad me aterraba.

- Eres un jodido insolente- su rostro seguía plácido, pero podía apreciar pequeñas arrugas que denotaban un enfado que subyacía a su belleza lisa. Comencé a asustarme- ¿Se puede saber porqué me has pedido que haga el trabajo contigo y tu amigo si tan mal te caigo?

- Ya lo has dicho tú antes ¿No? Me das curiosidad.

- La curiosidad mató al gato.- con eso volvió a acercarse a mi, pero esta vez mi cuerpo no respondió, estaba como anestesiado, aunque sentía el corazón aporreando mi pecho.

- B-Bueno, yo no soy un gato.- Aseveré con un hilillo de voz. Él sonrió y se acercó un poco más a mi.

A escasos centímetros pude sentir su aliento gélido y mentolado. Su respiración acariciaba mis belfos y una de sus manos se levantó para acercarse a mi rostro.

- Pues a mi sí me lo pareces.- susurró mientras seguía aproximándose. Mis ojos en los suyos. No vi más que deseo. Mis ojos en sus labios. No vi más que una sonrisa- Un pequeño y lindo gatito.- Y sucedió: Nuestras pieles entraron en contacto.

Sus dedos largos rozaron casi imperceptiblemente la piel de mi frente y noté como mi calor y su frío de fundian de forma electrizante. Sentí esa caricia como una descarga que se expandió por toda mi piel, mandando calor a todo mi rostro y un frío helado al interior de mis huesos.

Después dirigió sus dedos a su destino y atrapó un pequeño mechón anaranjado que caía sobre mi rostro, haciéndome cosquillas en la punta de la nariz. Acarició esas hebras de cabello y con suma delicadez las movió, colocándolas tras mi oreja.

Sentí el movimiento viajar a través de mi pelo hasta alcanzar el cuero cabelludo, liberando una sensación de hormigueo en toda mi cabeza.

Recogió mi pelo y abandonó el contracto con una leve e inintencionada caricia de sus nudillos en mi oreja, pero hasta ese toque baladí sigue aún a día de hoy ardiendo en mi dermis.

Después, se alejó lentamente. Aprovechó mi despiste y la forma en que me había quedado embobado admirándolo para arrancar de mis manos mi precios libreta. ¡Ahí escribía mis reflexiones más profundas! Eso era incluso más sagrado que la comida para mi.

Alarmado intente avalanzar sobre él pero de un segundo a otro ya estaba de pie. Me incorporé también y me encontraba mareado y tembloroso, mientras él era estable como un pilar de mármol. No tenía oportunidad de quitársela.

- ¿Que escribes aquí? ¿Puedo ver?- preguntó sin malicia alguna esta vez, solo una sosegada hesitación.

- ¡N-No! ¡Devuélvemela! Por favor...- me fui quedando sin voz a medida que lo veía abrir la tapa y deslizar sus dedos sobre las páginas, hojeando mi intimidad como si fuese una revista.

Sus ojos se movían rápido escrutando las líneas hechas con letra pequeña y apelotonada y sus labios se fruncían con concentración. Estaba leyendo, me estaba leyendo.

Mis orbes roble se empañaron, me sentía tan vulnerable. El leía en murmullos y me horrorizó escuchar articulados por su lengua mis propios pensamientos.

- ... si tengo una identidad o si son miles, una por cada segundo, un fluir o un tono en múltiples expresiones...- Pasó de página cruelmente, finalizando el texto de forma sorda. Yo solo quería llorar.- ... la culpa es quizá instintiva y tal vez el ser humano no es tan humano, sino animal...- Solo quería que se detuviese, que se callase. Se reiría de mí y no quería que eso sucediera.- Lo que escribes es muy profundo. - Confesó, acercándose un par de pasos a mí y observando con compasión mi lucha por retener el llanto.- Ahora me pareces incluso más interesante. Si alguna vez escribieras un libro te leería. A mi también me gusta escribir, por eso se que no es fácil. El arte duele cuanto más bello es, creo que tu sufriste mucho escribiendo esto entonces.

Dios santo y bendito, estaba siendo tan agradable y adulador, sin una pizca de engaño en su actuar, que no podía creer que él fuera el mismo chico que tenía sospechas de que era un asesino.

¿Acaso Dios y el diablo habían tenido un hijo bastardo?

Mis ojos volvieron a la normalidad nuevamente y ya no sentía ganas de llorar. Era la primera vez que alguien leía mi producción y aquella respuesta me había hecho sentir gratificado.

- Oooh- dijo él entre la risa y la ternura, observando una hoja en sucio que estaba al final de la libreta- Has apuntado mi nombre, que mono.- soltó una vigorosa carcajada y yo me morí de vergüenza, pero no fue el pudor lo que me lanzó a tratar, en vano, de quitarle el bloc de notas de las manos.

Sabía lo que había escrito en esa hoja y, si no me equivocaba (y por desgracia yo siempre tenía la razón) su nombre no venía solo, había un pequeño apunte a su lado.

Cuando casi toqué el cartón de la portada Suga estaba a dos metros de mí y yo tenía cara de incrédulo ¿Cómo podía moverse tan rápido sin siquiera mover un dedo?

Entonces sucedió el desastre: sus ojos se fijaron en aquella nota y su semblante cambió de nuevo.

Inexpresivo otra vez, pero se notaba su mandíbula tensa. No era buena señal.

Me lanzó la libreta desde lejos sin importarle mucho si la tomaba o no. Me dio en medio del pecho con ella y debo decir que no exageré al soltar un jadeo de dolor, él apenas había movido el brazo para arrojármela, pero os aseguro que impactó contra mi con una fuerza impensable.

Me reequilibré de nuevo y vi al hombre aproximándose hacia mí de forma decidida, furiosa y obscura. No fui capaz de mirarle a la cara, tenía tanto miedo que incluso aunque cerré mis ojos todo lo fuerte que pude, sentía su enojo atravesarme la piel, sus ojos clavándose en mi como afiladas dagas e incluso podía intuir la fuerza abismal con la que él estaba cerrando los puños a los lados de su cuerpo, debatiendo seguramente entre romperme la cara o no.

Por suerte ganó la segunda opción.

- Jiminie -susurró ronco. Creo que incluso la brisa se detuvo, congelada en medio de la nada y suspendida entre nosotros, al escuchar su voz- No te metas en cosas que no te incumben. No seas crío, porqué yo no estoy jugando.

Abrí los ojos y no lo ví por ninguna parte, solo bajé la mirada al papel y divisé el nombre de Yoongi junto aquello que él no debía haber leído ''Sweat and sex''.

No dormí esa noche.

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