Estaba tan preocupado que no estaba disfrutando de mi magdalena gigante de postre. Y llevaba chocolate fundido dentro. Sí, para no disfrutar algo así uno debe estar muy consternado. El motivo de mi gran angustia era ni más ni menos que el lelo con nombre de galleta que tenía por compañero de habitación en la vila universitaria.
Kookie ya estaba estupendo y su recuperación había sido gradual pero relativamente temprana, así que me alegraba mucho por él, aún así se había comportado de forma inusual.
En vez de seguirme hasta la cafetería de la plaza central me había pedido que me adelantase pues él llegaría algo más tarde. En un inicio creí que lo decía pues quería quedarse admirando el cactus nuevo que había comprado y sobre el cual había estado toda la mañana insistiéndome para que le pusiéramos un nombre ( ''Ay'' había sido el ganador, pues era lo que yo chillaba cada vez que pisaba el suelo y olvidaba que el pequeño cabrón estaba allí plantado).
Quedaban veinte minutos para que empezasen las clases y el maldito niño galleta no se había presentado. Le había prometido que le esperaría ¡Pero odio llegar tarde!
Al final acabé comiéndome la magdalena con pesar y opté por ir al baño justo antes de marcharme para las clases. Por si acaso le mandé un mensaje a Kookie avisándole y preguntándole si estaba bien.
Nada más abrir la puerta del aseo de hombres un fuerte olor a lejía subió como hielo por mi nariz y me provocó un intenso mareo y un pinchazo doloroso en el cerebro y los pulmones.
Un químico tan fuerte concentrado en un espacio tan angosto no podía ser bueno y lo averigüé de golpe tal cual entré ahí. Mis ojos estaban llorosos, respirar era molesto, incluso la garganta había comenzado a dolerme y estaba perdiendo el equilibrio.
No era la primera vez que me sucedía algo así, pero eso no le quitaba lo desagradable, por suerte sabía que con sentarme un rato y respirar calmado (evitando inhalar ese hedor, si era posible) se me pasaría.
Entré en el tercer cubículo, que era siempre el primero en ser limpiado y por tanto el menos apestoso, y me senté sobre el inodoro esperando que mi malestar me abandonara.
Respiré profundo y a la cuarta exhalación comencé a sentirme mucho mejor, pero algo me impidió que saliera. Oh, sí, algo sucedió y mi curiosidad de gato sacó mi lado fisgón.
Alguien había abierto la puerta con una violencia digna de ser admirada, de hecho yo mismo había pegado un bote desde mi posición al escuchar tal estruendo.
Los pasos eran dispares y podía dividirlos en dos conjuntos homólogos: Había pies decididos y elegantes que parecían poder romper el suelo y , junto a ellos, unos torpes y temblorosos.
Dos personas, una muy asustada, la otra, decidida. No sabía qué estaba sucediendo ahí dentro pero puedo asegurar que nada bueno, sobretodo porque después de que el sujeto atemorizante empujara al sujeto atemorizado contra la pared, comenzó a hablar y reconocí su voz.
- No te pasaré ni una más, ni una- nunca había observado esa falta de compostura en su voz. Cualquiera diría que hablaba calmado, pero para ser de Suga, su voz sonaba alterada, en sus palabras subyacía un rugido gutural de pura rabia.- Mantenlo alejado de mí, alejado de mi secreto. O volveremos a lo que pasó el año pasado. ¿Tu no quieres eso, cierto? V, disfrutaría tanto...- Yoongi había vuelto a su usual tono burlón, pero uno podía distinguir el sadismo en sus palabras ahora.
Su acompañante estaba al parecer tan aterrado que no articuló palabra, solo se le escuchaba sollozar y sorber. No le culpo, de ser yo quien tuviese que enfrentar a un cabreado Suga (o incluso sin que estuviese necesariamente enfadado) ya estaría orinándome en mis pantalones.
-Hoy a segunda hora va a suceder, en clase de filosofía sobre el arte me iré a la parte posterior del edificio con una chica de história. No le quiero merodeando por ahí o lo pagarás tú. No me mires así, tengo que hacerlo, no aguanto más... A ella no le sucederá nada grave. Sin embargo a ti sí como vea a ese maldito siguiéndome.
No escuché mucho más. El chico lloró más fuerte y Suga no volvió a amenazarle de nuevo, de hecho creo que con semejantes burradas ya lo había amedrentado más de lo necesario (yo estaba temblando), y simplemente dio un golpe en la pared, cerca de donde suponía que estaba la cabeza de su pobre víctima, y se marchó dando un portazo casi tan estruendoso como el primero.
Escuché el grifo antes de que el lloroso estudiante se fuese también, supuse que estaría enjugándose la cara para no aparecer en clase como si hubiera salido de un entierro.
Después de aquella escenita las cosas me parecían aún más confusas y mi desconfianza en Suga había aumentado, pero tenía algo más que claro: Iba a ver qué haría Yoongi a segunda hora.
Pensé realmente que solo se trataba de un estudiante que quería tener un momento caliente con otra chica de la facultad, pero las amenazas y la forma en que hablaba de aquello que fuese que iba a hacer, no me inspiraban confianza alguna y me hacían creer que se trataba de algo obscuro, indecente y peligroso.
Salí del cubículo para dirigirme a clase pues estaba a punto de llegar tarde cuando reparé en algo que verdaderamente llamó mi atención. Una de las racholas de la pared del baño se estaba cayendo a cachos.
Cuando yo había entrado todos los azulejos estaban en perfecto estado, bruñidos y reproduciendo un mosaico azul y blanco, pero ahora uno de ellos estaba hecho añicos y la única respuesta que encontraba a eso era el golpe que Suga había dado en esa pared
Y eso no me tranquilizaba en lo más mínimo.
Intentaba concentrarme para identificar al mismo muchacho hermoso y cálido que la noche anterior me había hecho derretirme por un amago de caricia con el hombre hosco que minutos atrás parecía una bestia que solo sabía de iniquidad y violencia, y es que realmente me costaba creer que eran la misma persona del mismo modo que me costó creer lo que mis ojos vieron el primer día que lo conocí y me percaté de que sus ojos fueron rojos por breves instantes.
Llegué a clase por los pelos, pero por suerte logré sentarme en mi sitio justo antes de que el profesor atravesara el umbral de la puerta y comenzase a pasar lista. Suga, como era de esperarse, estaba detrás mío sentado y parecía tan perfecto en su posición, tan fundido con su silla, que daba la impresión de que alguien lo había esculpido de tal modo y que llevaba toda la vida ahí.
Jungkook sin embargo no tuvo tanta suerte y llegó diez minutos tarde, sudando y con las manos temblorosas. No le pedía explicaciones pues la lección había comenzado y quería atender a la clase, pero deseaba escuchar que le había sucedido para poder ayudarle. Lucía tan mal que incluso tenía más cara de espanto que cuando veíamos películas de horror juntos y él no resistía los sustos.
- ¿Qué te pasa Kookie? Ni que hubieras visto un muerto...- logré susurrar en un momento de distracción del profesor.
- Peor, te he visto la cara- bromeó sacándome la lengua.
No había obtenido respuesta, pero al menos su sentido del humor (y el mío) permanecía intacto y eso era buena señal.
La primera clase del día acabó y me mantuve atento durante el cambio de clase, en cuanto viese a Suga salir por la puerta yo iría tras él como un rayo. Obviamente no le diría a Jungkook nada sobre mi plan porque ya tenía más que claro que aborrecía que hablase del susodicho y que intentaría frenarme por todos los medios.
El profesor de la segunda clase entró al aula y yo me pregunté porque Yoongi se demoraba tanto en escabullirse. Me llevé una sorpresa al girarme y ver su asiento vacío ¿Cuando había salido ese desgraciado?
No había quitado los ojos de la salida ni un instante, además ni siquiera lo había oído levantarse.
¡Maldito chico misterioso y supersonico!
- Ugh- inicié mi plan con un visaje de desagrado y dirigiendo mi mano derecha a mi estómago, como si realmente doliese.-, Kookie, me duele la barriga, si el profe pregunta dile que es una urgencia y que ahora volveré- traté de sonar lo más convincente que pude, entrecortando las palabras, tosiendo y arrugando el rostro.
Vale, quizá fui tan dramático que el engaño resultaba obvio, pero es que mentir no es lo mío. No esperé la respuesta de mi compañero y salí corriendo del aula; para mi desgracia escuché palabras ininteligibles de Jungkook a mis espaldas y cuando ya estaba por los pasillos, el eco de sus pisadas siguiendo las mías.
- ¡Jimin, espera! ¿A dónde vas? ¡Eh, Jimin! ¡Caraculo te has saltado los baños! ¡¿A-A DÓNDE PRETENDES IR?!- escuché los gritos desesperados de mi amigo a mi espalda, cada vez más cercanos e histéricos y aunque fingiese que estaba sordo, era evidente que lo escuchaba: toda la maldita facultad escucharía su voz chillona e irritante reclamándome como si se tratase de una novia celosa; una que cómo me alcanzase podría partirme la cara.
- Vale... vale...- dije yo sin aliento, deteniendo la persecución en seco porque mis pulmones no daban más de si y Jungkook, con sus piernas largas y fuertes, estaba medio paso de alcanzarme ya- me rindo...- susurré mientras esbozaba una sonrisilla.
- ¡Esto no es un juego Jimin! ¿A-A donde ibas?- preguntó tragando saliva, como si conociera y temiera la respuesta a partes iguales.
- A seguir a Suga, sé a dónde a ido así que voy a ver que hace- le dije alegremente, viendo en su cara como un cortocircuito se producía dentro de su cerebro, cirspándole los nervios. A decir verdad, creo que le causé un tick en el ojo durante un ratito.
- ¿C-Como sabes a donde... ¡Ah, da igual! Tu no vas a ninguna parte, te vuelves a clase y dejas a ese rarito en paz- sentenció, tomándome de la muñeca y presionando demasiado con sus dedos.
Ya comenzaba a tirar en mi dirección contraria cuando yo aún no había ni expuesto mi punto, pero por suerte yo era tozudo y él pese a ser más fuerte que yo estaba extrañamente débil ese día, así que le di un jalón, haciendo que él reculara hasta nuestra posición originaria.
- ¡Oh, venga! Esa clase es fácil y ya se que temario daremos, además solo quiero ver lo que Yoongi va a hacer a hurtadillas.
- Probablemente va a tener sexo con algún otro alumno o alumna, es solo eso.- él, que no había escuchado aquella extraña conversación (o más bien monólogo) en el baño, parecía incluso menos convencido que yo en lo que él mismo aseveraba yla forma en que apartaba su vista de mis ojos y torcía la boca era una evidente prueba de ello.
- ¿Y si es solo eso por qué no dejas que vaya, lo confirme y vuelva a clase? Perderías menos tiempo dejándome ir que conversando conmigo ahora- Él tomó una bocanada de aire, indignado, pero simplemente se quedó mirándome sin palabras para rebatir mi defensa.
En un momento de despiste aproveché para soltarme de su fláccido agarre y aproximarme a la zona llena de vegetación donde el grandulón había dicho que se encontraría con una chica.
- ¡Jimin espera! ¡Deja a Suga y ven conmigo a clase!
- ¡Oh, vamos¡ ¿Porque te molesta tanto que me interese sobre Yoongi?- pregunté a una distancia prudencial de él, no chillando pero si hablando lo suficientemente fuerte como para que escuchase.
Ramas secas crujieron bajo mis pies y me dispuse a adentrarme en la tupida maleza apartando ramas, hojas y enredaderas con mis manos desnudas.
- ¡Jimin ven! ¡P-Por favor, si vienes te diré porqué me molesta!
Aseguró hiperventilando; comenzaba a sonar realmente nervioso e incluso se tropezó antes de llegar a los arbustos entre los cuales yo me estaba escabullendo.
Di unos cuantos pasos hacia delante y sin el impedimento de la voz de Kook contaminando mis oídos pude percibir algo. Eran leves sonidos femeninos, no podría decir si tristes o excitados, pero de una forma u otra se sentían ahogados y rebosantes de una fuerte emoción.
Me acerqué al álveo de dicha polifonía de jadeos y gemidos y casi a mi lado la voz de Kookie me llenaba la cabeza de ruido inútil en mi investigación.
- ¡Jimin espera, te lo diré¡ ¡Ven porfavor, tengo que decirte una cosa!
- Shhh- lo mandé a callar, frustrándolo al parecer por el jadeo de horror que lanzó cuando vio que me aproximaba al origen de dichos sonidos.
Podía ver la luz más intensa brillar a través de unas hojas verdes y livianas, indicando la presencia de un claro donde seguramente Suga estaría haciendo quien sabe qué con la jovencita.
Solo tenía que dar dos pasos y apartar las ramas vestidas de un amplio follaje con mis manos para hacerme camino hacia la verdad. Su secreto brillaría ante mis ojos con la intensidad del sol de aquella tarde.
Un paso.
La voz de Kook estaba tan cerca que casi sentía su estridencia rasgarme el oído. Mis dedos estaban a un centímetro de las ramas que me cegaban de la visión que tanto ansiaba.
Dos pasos.
Toque la corteza áspera de aquellas extensiones de árbol y las hice a un lado, el brillar de aquel lugar me cegó unos instantes, no veía más que borrones y siluetas confusas. Mi vista estaba a punto de acostumbrarse a la luminiscencia y revelar lo que acontecía ahí mismo.
La realidad estaba a un parpadeo de mi.
Cerré los ojos dejando que mis pestañas como abanicos se rozaran en una efímera caricia y cuando los volvía a abrir Kookie me había tirado del jersey, volteandome para que mirara su rostro rojo con atención.
- ¡Me gustas y estoy celoso de Suga!- chilló tan fuerte que incluso ese mensaje idiota e inverosímil se grabó a fuego en mi cerebro.
Abrí los ojos como platos y él estampó sus labios contra los míos tan fuerte que me dolieron los dientes.
Aquello no era un beso, maldita sea, era un intento de homicidio.
- ¡¿Que?!- pregunté desconcertado. Eso tendría sentido, pero... Pero no. No lo tenía y punto.
- ¡¿QUE?!- Me imitó, tan incrédulo de sus acciones como yo mismo.
- ¡Has dicho que te gusto!- vociferé lleno de hesitación y enojo. ¿Porque no era capaz de comprender nada de lo que sucedía a mi alrededor?
- ¿Q-Que? Y-yo, he, um... ¡ES MENTIRA!.- concluyó a voces, y después se fue corriendo como si aquello no fuera lo más raro que me había pasado en mi vida.
Me volteé patidifuso y el lugar donde Suga iba a estar supuestamente estaba más vacío que la cabeza de Jungkook.
Ese día fue extraño y muy abstruso para mi. Los acontecimientos en mi mente formaban una disposición de constelación pero sin nexos lógicos. Era algo confuso pero a la vez sentía que estaba cerca de la verdad, como cuando uno tiene algo que desea decir en la punta de la lengua y es consciente de que las herramientas para articular lo que quiere están en él, pero a la vez sabe que faltan conexiones que les den sentido.
Durante el resto de clases me senté solo en primera fila y por más que le mandara mensajes a Jungkook exigiéndole explicaciones o simplemente preguntándole si estaba bien, él los leía, escribía y dejaba pasar el rato sin concederme respuesta alguna. Era exasperante.
Suga, sin embargo, sí vino al resto de clases y, sentado detrás mío, seguía teniendo sus ojos fijos en mí figura. A veces me volteaba y lo pillaba recorriéndome, lo curioso (y molesto) era que no pretendía tener disimulo alguno y por cada ocasión en que yo lo atrapaba viéndome él solo dirigía sus iris a los míos y se mantenía serio y sereno, casi como si fuera yo quien debía darle una explicación.
Pensé que se trataba de una tontería mía, pero ese día, después de segunda hora, Yoongi comenzó a lucir más perfecto, más lleno y más vivo. Sus ojos brillaban más, sus músculos parecían más ejercitados, sus labios más pigmentados y húmedos, su piel más brillante y tersa, etc.
Cuando la última clase finalizó fui corriendo a la vila universitaria, esperando encontrarme en mi residencia a Kookie para poder hablar con él de lo sucedido y además para asegurarme de que nada malo le pasaba. Si yo le gustaba o si él estaba celoso era algo que me incomodaba, pero era un tema secundario frente a la posibilidad de que mi amado amigo estuviera en una mala situación.
Abrí la puerta con desesperación solo para encontrármelo con ojos llorosos sentado en el medio del salón y mirando a ese maldito cactus (posiblemente porque observar plantas le relajaba).
- Kookie...- susurré con desesperanza. Tenía una mala corazonada y la angustia de no poder ayudarlo por no ser capaz de comprenderlo me estaba matando- Lo que me dijiste antes... tu...
- Oh... Lo siento si te he roto el corazón o te hecho esperanzas, n-no me gustas solo...
- ¿Como que roto el corazón? Oh, por favor, que egocéntrico ¡No me gustas!- respondí ofendido ¡Era yo quien se preocupaba por no corresponderle! Ese maldito galleto narcisista, triste y dramático me sacaba de mis casillas incluso en mis momentos de caridad.
- ¿Que? ¡Pero si soy hermoso y carismático, todos deberían amarme!
- ¡Agh! ¡Serás...! ¡Ah, da igual, da igual! Si no te gusto ¿Porque me dijiste esas cosas?- cambie de tema, ya más sosegado.
Me acerqué a él despacio y me senté a su lado. Su faceta risueña y prepotente se deshinchó como un globo y lo pude ver en su cara. Párpados caídos, sonrisa sombría y ojos enrojecidos. Miró al cactus y con un dedo acarició el dorso de sus púas mientras me hablaba. Cuando gritaba estupideces sonaba como una bocina, pero ahora apenas era audible y parecía que la melancolía agravaba su voz.
- Jimin, yo confío en ti, pero hay cosas que no está a mi alcance contarte. Lo comprendo si no me quieres ayudar o escuchar pero solo puede decirte qué está pasando algo que no te puedo contar. Algo muy estresante que me hace hacer más gilipolleces de lo normal. Como besar a mi amigo escuchimizado y con cabeza de mandarina sin motivo alguno.
Quizá suene romántico, cursi o como si realmente yo sí sintiera algo por Kook, pero en ese momento me lancé a él y lo abracé tan fuerte como pude.
Mis brazos eran débiles y delgados pero quería rodearlo con mi compasión y que la fuerza con la que lo estrechaba fuera síntesis de mi lealtad como amigo verdadero. Él no dijo nada, supongo que a esas alturas debía ya comprender que yo era un hombre cariñoso y un amigo efusivo, así que simplemente correspondió abrazándome de vuelta, eso sí, con más ternura y gentileza, como si pensara que él podía quebrarme.
Mi calor lo envolvió entonces y cuando me miró a los ojos no necesité palabras para ver en ellos el terror más sincero que jamás había observado. Como cuando uno mira a los ojos de un niño que cree que debajo de su cama se oculta el coco y descubre que bajo esa pueril farsa, hay un temor más tangible que cualquier bestia.
- Kookie.- susurré despacio.- No se lo que te pasa pero estás sufriendo y no quiero que sigas así. Pídeme el apoyo que necesites, no te quiero ver triste más tiempo, eres alguien bueno. No mereces algo así.
Se le escaparon un par de lágrimas y tuve el decoro de hacer como si fueran puro aire y mi ojo no las hubiera captado jamás.
Esa fue, a partir de ese momento, una noche calmada. Él y yo dormimos en el mismo suelo del salón víctimas de un agotamiento propio de los universitarios novatos y desprovistos de mantas o almohadas nos abrazamos como dos hermanos amorosos y dormimos de esa forma dulcemente.
Esa noche sentí que Jungkook era el hermano que siempre había deseado, mi compañero de juegos y locuras, mi confidente, mi protector y también mi consentido, la persona a la que defendería. Lo sentía como de mi sangre porque en mis venas latía esa voluntad de cambiar sus lágrimas por sonrisas.
Ninguno de los dos había tenido antes un mejor amigo y apuesto que en esos momentos seríamos incapaces de definir ese concepto con palabras, pero también sé que ante la pregunta de qué es una verdadera amistad ambos nos habríamos señalado el uno al otro como niños pequeños con sonrisillas de complicidad.
- ¡ME CAGO EN TI Y EN TU AMOR POR LA NATURALEZA JEON JUNG KOOK!- Grité deseándole con mucho amor los buenos días a mi compañero y a su hermoso cactus que había deseado besar mi culo poco después de la salida del sol.
- ¡Jimin, vas a dejar sin púas a mi bebé!- me replicó el maldito tomando el tiesto y acunándolo como si fuera un crío humano.
- ¡Ha empezado él!
Kookie solo me asesinó con la mirada mientras se preocupaba por las zonas ''calvas'' de su planta. Como compensación preparó el desayuno mientras yo estaba en el baño empleando sus pinzas de las cejas para arrancarme los malditos pinchos que parecían pegados a mis redondas y hermosas nalgas. Por suerte no dejaron marcas permanentes, solo heridas que en un par de días no se verían más.
- Listo, he salvado mi trasero.
- Pero no estará jamás a salvo de mí mirada.- dijo Kookie guiñándome el ojo de forma intencionada y cómicamente torpe mientras fundía chocolate.
- Se mira pero no se toca, chato.
Ambos nos reímos cuando intenté emular una especie de pose divina típica de las mujeres; como era obvio fallé en mi intentó y la postura de mi cuerpo parecía querer recrear una escultura de arte moderno o algo por el estilo.
- Por cierto algo ha vibrado en la habitación. Espero que sea tu móbil.
- Si es tu consolador lo apago, tranquilo.
- ¡Agh! Yo no tengo de eso.- dijo poniéndose rojo como un tomate. Era evidente que ambos nos mostrábamos tímidos ante la sexualidad y aunque yo hubiera reaccionado igual, me divertía molestar a Kookie.
Tomé el teléfono de encima de mi cama mientras Kookie servía los tazones de chocolate caliente junto a las galletas integrales en la mesa. Leí el mensaje mientras me sentaba y engullía una de esas galletas sin sabor y cuando acabé de procesar la información me sorprendí tanto que me atraganté con aquel alimento que parecía de cartón.
Comencé a toser violentamente cuando noté la obstrucción en mi garganta y Kook ayudó golpeándome en la espalda. Noté mi rostro arder y entumecerse pero afortunadamente y aunque las cosas comenzaban a disiparse en una extraña niebla que pertenecía a mis ojos, no me desmayé. Al contrario, me recuperé de golpe a escupir la galleta y tomar una bocanada de aire.
Después reí con todas mi ganas al ver la comida semisasticada y ensalivada que había expulsado con fuerza pegada a la mejilla de Kook, quien me miraba con una mueca entre el asco y el odio.
- Eres un cerdo.- escupió de mala gana restregándose con vehemencia una servilleta por la cara con tal de eliminar todo rastro de mi adn- ¿Que te ha pasado?
Aunque la situación era hilarante, el recuerdo de la causa me dejó el rostro deformado por la sorpresa y el desconcierto.
- E-Es Suga. Me ha mandado un mensaje diciéndome que como es viernes y no hay clase que vayamos a su casa esta tarde a hacer el trabajo. Me ha mandado su dirección y todo.
Pero... no sé cómo ha conseguido mi teléfono.- olvidándome de mi propia pregunta me centré en el rostro de Kook. Lucía de nuevo entre triste y asustado.
- B-Bueno, esta tarde iremos.- murmuró, más para él que para mi- No... no tengo hambre. Voy al baño.
Se retiró de la mesa mirando al suelo y dejó su taza humeante intacta. La cubrí con papel y la guardé en la cocina, yo ya sabía que tardaría horas en reaparecer.
Mientras esperaba que Kook se calmase en el baño, fuera cual fuera la naturaleza de su agitación, yo me dediqué a mensajearme con Suga. Saqué todo el coraje que pude de mi cuerpo para hablarle a ese hombre porque aunque no tuviera foto de perfil podía sentir sus ojos perforándome.
Mientras esperaba que Kook se calmase en el baño, fuera cual fuera la naturaleza de su agitación, yo me dediqué a mensajearme con Suga. Saqué todo el coraje que pude de mi cuerpo para hablarle a ese hombre porque aunque no tuviera foto de perfil podía sentir sus ojos perforandome.
''¿Cómo sabes mi número?''
'' Sé muchas cosas.''
''Sabes ir de misterioso por lo que veo''
''Se parecer un villano atractivo ¿No?''
''Para tu información: solo bromeaba cuando dije eso''
''¿Y cuando te sonrojaste también bromeabas?''
''Tenía calor, no me sonrojé''
''¿Te da calor cuando estoy cerca o que?''
''No se como tomarme eso''
''¡No quería decir eso! Solo tenía calor en ese momento''
''¿Y también lo tenías en la fuente del campus hace unas noches?''
''Porque recuerdo tu carita bien roja''
''Pues si, fue una noche muy calurosa''
''Entonces ¿Porque temblabas?''
''Temblaba de ira, estabas siendo realmente molesto''
''Me parece lindo cuando alguien no sabe mentir''
''Dices tonterías. Hablo enserio''
'' Ahora en serio ¿Cómo sabes mi número?''
''Intuición''
''Muy gracioso. Es ironía, por si no lo pillas.''
''No pretendo ser gracioso. Solo evito responder a tu pregunta.''
''No me gustan las preguntas''
'' ¿Es porque no tienes buenas respuestas?''
''Es porque después tengo que ocuparme de la gente que me pregunta demasiado.''
''Tú preguntas demasiado''
''Oh. ¿Intentas darme miedo o que?''
''No necesito intentarlo, sé que te lo doy''
''Bájate de la nube donde estás montado porque eso es mentira''
''Si es mentira se capaz de mirarme a los ojos por más de dos segundos seguidos, pequeño gatito asustadizo''
''Ni se te ocurra llamarme así más. Además sí que soy capaz de hacerlo. Te lo he dicho, no me das ningún miedo''
''¿Ni un poquito?''
''Exacto, ni una pizca''
''Bueno, esta tarde lo veremos, chico valiente''
''Pues vale''
''Seguro que ya estás temblando''
''De rabia''
''Sigue siendo lindo que mientas mal ''
''¡Miento bien!''
''AAAAA, pero no''
''No miento, ahora digo la verdad, solo me he confundido ¿Vale?''
''¿Que te has puesto nervioso?''
''Me estresas''
''Y te asusto''
''Ni de lejos''
''Pues tendré que probar de cerca''
'' ;) ''
Fue en ese momento en que supe que la había cagado enormemente. Me tiré a la cama con el rostro rojo de pudor y frustración y lo tapé con mi almohada, para a su vez ahora un grito. Suga me hacía enojar tanto que me moriría de tanto odio si decidía responderle a su último mensaje, así que decidí no hacerlo.
Tan secretista, tan prepotente ¡Lo odiaba! Y lo que más detestaba de él era lo interesante que se me hacía.
A las cinco de la tarde Kook y yo ya estábamos cogiendo el tren para llegar al pueblo de Yoongi e ir a su casa a hacer el trabajo. Mi amigo se había mostrado muy preocupado durante el viaje, pero queriendo levantarle los ánimos lo llevé a ojear una floristería de camino a nuestro destino. Llegamos casi media hora tarde por eso, pero también llegamos con una sonrisa en nuestros rostros y polen en la punta de nuestras narices y esas cosas merecían la pena.
Me había hecho prometerle que la vuelta le prestaría dinero para comprarle un compañero al malditísimo cactus de la vila y para hacerse con un bonsai. Sí, el bonsái era para hacerme compañía a mi solidarizándose con mi altura (lo sabemos, Jungkook es muy gracioso).
Parados frente al portón de la casa de Yoongi vi el rostro de Kook volverse blanco y llenarse de arrugas de expresión. Estaba intentando contraer una mueca de terror y hacerla invisible, pero yo podía notar la tensión en sus cejas, en sus párpados y en su mandíbula.
- ¿Pu-puedes picar tu?
Me preguntó mirando al suelo con desdicha. No respondí, simplemente hice lo que se me pidió sin cuestionar el porqué. Sabía que Kook me contaría que le sucedía en su debido momento y que por ahora no debía ser insistente para no agobiarlo. Pero eso no me impedía acosar a Suga para desvelar su horrible secreto.
Un segundo después de que mis nudillos dieran con la madera de la puerta esta ya se estaba abriendo, mostrándonos a un Suga sombrío y cómodo en su hogar.
- Pasad- nos invitó- Id a mi habitación. Kook, tu ya sabes donde está.- tocó el hombro del chico cuando pasó por su lado y sonrió viendo como Kook bajaba la cabeza por su afirmación.
No entendía nada pero una cosa sí estaba ya más que clara, cristalina: Kookie sufría por culpa de Yoongi.
La casa de Suga era extraña, como él. Como era de esperarse por el elegante adar del chico, vivía bien acomodado, en un hogar amplio (tenía dos plantas y las habitaciones derrochaban metros cuadrados por doquier) pero de decoración austera. Era simple: había mucho espacio y poca cosa. Provocaba en mí una extraña sensación de frialdad.
Su casa no tenía calor, no tenía personalidad. Los muebles eran genéricos, los que vienen en un piso nuevo por defecto y que son útiles pero no corresponden jamás a un gusto o un estilo concreto. Era una casa prefabricada, un paradigma de plasticidad.
No tenía vida. De habérmelo preguntado no sabría discernir entre si allí vivía mucha o poca gente, joven o vieja, ricos o pobres, góticos o pijos. La identidad de su dueño no parecía plasmada ni en su construcción arquitectónica ni en sus matices interiores.
Parecía de catálogo y la sensación constante de que algo faltaba me ponía nervioso. ¿Y las fotos de família y amigos, o los souvenirs, o los posters o las mascotas o aunque fuera la maldita ropa sucia tirada por el suelo? ¿Donde estaba la cotidianidad humana ahí?
Kook me dirigió a su habitación y no me sorprendió que en esta hubiera apenas una cama, un armario y un escritorio con su correspondiente ordenador (el cual no tenía ni siquiera un fondo de pantalla personalizado).
Desde que habíamos entrado por la puerta Kookie parecía haber sido embrujado con alguna especie de maldición que implicaba sus labios cosidos. No había hablado en todo el rato y seguía a Suga como un cachorrito temeroso de su amo. Miraba a sus pies todo el rato, jugaba con sus manos y exhalaba pequeños suspiros.
Mi mejor amigo había pasado de ser una especie de ardilla hiperactiva a un perro sumiso y apaleado en segundos.
Suga, que nos había guiado hasta su habitación para desaparecer en el acto, entró por la puerta y nos observó a ambos sentados en su cama. Kook con la cabeza gacha y el rabo entre las patas y yo muerto de vergüenza e incomodidad además de ser incapaz de mirarlo a los ojos.
- Como si estuviéseis en vuestra casa, chicos.- dijo con educación mientras se dirigía a la puerta y la cerraba, aumentando la tensión del ambiente- No tengáis miedo.- Por la conversación de whatsapp que él y yo habíamos tenido horas atrás veía muy claro que ese tono socarrón iba para mi, pero en cierto modo la forma en que sonrió mirándonos a ambos con detenimiento me hacía pensar que también hablaba para Jungkook.
- Tranquilo, no lo tenemos.- le reté con tono ufano. Que se enterara que no era él quien mandaba allí solo por ser mayor y más aterrador que nosotros.
Miré a Kookie en busca de apoyo y lo ví cerrando los ojos con fuerza.
- ¿No? Estás muy calladito para no tenerme miedo- se burló acercándose un par de pasos.
- Es porque tengo la garganta seca.- murmuré como excusa. Me di pena a mi mismo de lo estúpido que eso había sonado, pero sin embargo al oírme a Yoongi se le iluminó el rostro.
- Ves a la cocina a por agua entonces, está a mano derecha desde la entrada- indicó abriéndome la puerta de la habitación, invitándome a dejarle a solas con Kookie.
Esa idea no me gustaba nada, pero tenía que disimular.
Me levanté y caminé hasta dejar atrás la puerta. Después la escuché cerrarse a mis espaldas. Un escalofrío me recorrió el cuerpo entero y tragué saliva.
Quizás un vaso de agua fría si me iría bien para despejarme.
Entré en la cocina y como cabía esperarse era blanca, luminosa y moderna hasta ciertos límites. Abrí la nevera para coger una botella de agua y mientras bebía del pequeño recipiente pensé que había algo inusual que se me escapaba, pero no supe el qué hasta que guardé de nuevo la botellita.
No había nada en el refrigerador. Solo un par de botellas de agua y cientos de compartimentos vacíos. Podía entender los pisos de estudiantes donde solo había medio limón, dos bebidas energéticas y pasta, pero aquello era exagerado. No había comida y todo estaba tan limpio que creo que no había habido alimentos sólidos allí antes.
Desconcertado volví a la habitación. Aunque mis más oscuros malos presagios fueran ciertos y Suga conociera a un asesino o lo fuera él mismo, había aún cabos sueltos (la nevera más decorativa que funcional, sus ojos rojos, etc.) que no me daban más que dolor de cabeza. Daba igual cuánto lo intentara, simplemente no tenía sentido.
Volví a la habitación y nada más verme entrar Suga desdibujó una sonrisa maligna de su rostro y Kook esculpió una de alivio en el suyo.
Me senté de nuevo a su lado y Yoongi me miró apoyándose en la pared. Yo estaba, como no, perdido en mis mil dudas y dentro de mi cabeza un hervidero de teorías disparatadas llamó mi atención robándome toda noción del tiempo y la realidad.
Hasta que Suga habló con su ronca y gutural voz.
- ¿Empezamos el trabajo o que?- En ese preciso instante desconecté por completo de mis angustias y me puse inmediatamente a deliberar sobre mis quehaceres. Yo era un chico responsable.
Sí, quizás era temerario, alocado y despreocupado en general, pero los estudios eran importantes y yo sabía priorizar perfectamente, así que me solía ocupar de ellos con presteza y esmero.
- Tienes razón. Es sobre nuestra opinión respecto la genealogía de la moral ¿Decimos nuestras opiniones y escribimos sobre la que compartamos la mayoría?
Ambos asintieron con movimientos leves de cabeza, no estaba precisamente emocionados y no me sorprendía. El trabajo era interesante pero cuando se trata de opinar no es buena idea hacer grupos ¿Como expresar algo tan íntimo como el pensamiento propio si no son solo tus manos las que escriben? Era una ridiculez. Pero una ridiculez donde quería sacar una buena calificación.
- Empieza tú, que las divas siempre van primero- le dije a Kookie dándole un codazo en el costado. Él me respondió con otro y con una risilla divertida. Volvía a estar algo feliz.
- Yo sinceramente estoy totalmente en contra de su opinión en ese libro. Sí que comparto su idea de la religión como un método de mentiras que hace favorable al débil, pero dudo mucho de su concepción de fuerte. Además, tampoco veo justa la idea de que, como según él la naturaleza así lo dicta, el vigoroso tiene derecho a esclavizar al...- habló vehementemente, incluso levantó la mirada y frunció el ceño a medida que sus palabras brotaban como una poderosa fuerza que daba pábulo a su valentía. Pero entonces su mirada y la del misterioso chico se encontraron y Kook dudó- a-al más flojo. S-Solo era eso...
Su coraje pareció irse por el desagüe y de nuevo había vuelto el tímido y manso Kook que miraba hacia abajo y tenía sus ojos húmedos.
- Pues yo estoy de acuerdo contigo Kookie- lo animé respaldándolo. Entonces sentí algo en el pecho, un latido doloroso. Mi corazón se había retraído dentro de mi pecho por la mirada hostil que Suga me lanzaba- El poder es una capacidad, no actividad pura, como dice Nietzsche, así que su exteriorización, aunque sea o no voluntaria, no tiene porqué ser perjudicial para los demás. La voluntad de poder, el poder y el querer estar por encima los cuenta como sinónimos de desear destruir, de necesitar dominar, pero en los matices que los diferencia creo yo que está la diferencia entre un líder justo y carismático y un tirano brutal.
- Discrepo de ambos, chicos. El poder no es una capacidad, es una forma de ser porque no existe por sí solo, sino como ''atributo'' de los poderosos. Un hombre fuerte necesita del débil para sustentarse, pero no puede evitar dañarlo, está en su naturaleza. Del mismo modo que lo está no sentirse culpable por ello. Pero supongo que desde vuestras perspectivas de presas las cosas son diferentes.
¡¿Cómo podía decir tales cosas?! Hablaba como si se creyese el rey del mundo, literalmente. Apoyado contra la pared, con las piernas cruzadas y los brazos de igual modo, exponiendo así el tamaño y dureza de sus músculos, mirándonos desde arriba con una seriedad poco pacífica, casi acusadora. Tan engreído.
Me levanté de golpe al escucharle decir eso y lo encaré con más miedo del que había tenido jamás.
- ¿Y tu que eres, eh? ¿El depredador?
- Oh, te aseguro que sí.- Avanzó un paso hacia mi y aunque nuestras alturas eran casi iguales su figura me dio tanto vértigo como si se estuviera erigiendo ante mí una estatua magnificente de un dios griego.
Retrocedí instintivamente y noté una mano cálida y pequeña en mi hombro presionando hacia abajo para que volviera a sentarme en el colchón. Me volteé hacia su propietario y vi en los ojos de Kook una muda petición de paz.
No se si por miedo o por compañerismo, pero me senté y cerré la boca aún sabiendo que mi mutismo le otorgaba la victoria al conde Chulería.
Pasaron un par de horas más y era como si Kook y yo trabajásemos solos porque a fin de cuentas el trabajo versaría sobre una opinión que el tercer miembro rechazaba. Él simplemente se quedaba ahí, corrigiéndonos y haciendo pequeñas anotaciones para mejorar la nota gracias a una estructura formal impecable.
Suga era listo, me atrevería a decir que más inteligente que la media, pero aún así se mostraba esquivo a mis preguntas sobre su opinión y sus aportaciones eran escuetas. Parecía que mantenía su virtud bajo llave y yo no me estaba ganando muestras de ella.
Esa tontería, aunque no parezca merecedora de ello, aumentó aún más mi interés.
-Ugh... Yoongi ¿Puedo ir al baño?- mi voz sonó tímida y es que a decir verdad me daba respeto pronunciar su nombre. Entre mis labios rosados sonaba tosco y parecía poder herirme los belfos mientras lo articulaba.
Un nombre que daba la sensación de que te mordería al decirlo, muy propio de Suga.
Al escucharme llamarle la atención de ese modo sonrió por breves instantes antes de responder. El modo sádico y complacido en que me miró por una fracción de segundo aún ronda mi mente y hace que me desvele durante noches de pesadillas.
- Por supuesto- respondió con normalidad.- Está a la derecha, es la tercera puerta.
No escuché sus indicaciones, realmente me daba igual la ubicación del aseo, pero necesitaba una excusa para salir de la habitación y resolver algunas dudas que me rondaban la cabeza.
Abrí la puerta para salir y cuando me giré para cerrarla vi por el rabillo del ojo como Kookie me miraba con urgencia y miedo. Como suplicándome que me quedase, pero ya me había ido.
Ya estaba en la cocina de nuevo, con el frío de la nevera congelándome el rostro. Sí, la había vuelto a abrir para asegurarme de que mis ojos no mentían y sí, seguía tan vacía como antes.
Después de eso comencé a registrar la despensa, los cajones y los armarios. Estaban completamente desolados excepto por la presencia de un vaso, un plato, un tenedor y un cuchillo. Nada más, ni siquiera había polvo en aquellos compartimentos deshabitados.
Eso, junto al hecho de que Suga jamás tomaba nada en la cafetería del campus me dejaron desconcertado. Algo sucedía con su alimentación, o más bien con la ausencia de ella, pero no lograba averiguar el qué o qué clase de relación tenía con mis sospechas de que estaba metido en algo ilegal.
- ¿Que haces husmeando?
No reconocía esa voz grave que se erigía detrás de mí y nada más escucharla salir de la nada me sobresalté gritando y cayendo de culo al suelo.
- ¿Q-Quien eres tu?- logré articular desde el piso mientras alzaba mi vista.
Me sonaba muy vagamente de algo y no sabía de qué. Ese recuerdo bloqueado era lejano, diminuto, pero muy persistente y comenzaba a obsesionarme.
Una figura alta, fuerte y tenebrosa ¿Dónde había visto yo eso?
- Vivo aquí, no creo que seas nadie como para preguntarme eso. Soy pariente de Yoongi, si es lo que te interesa.- Sus ojos oscuros me despreciaron al verme en el suelo con una mirada casi indulgente.
Lo que decía tenía bastante sentido, no solo por el hecho de que era obvio que si estaba ahí era porque vivía ahí, sino porque lograba identificar alrededor de ese sujeto la misma aura mística que tenía Yoongi y que me ponía los pelos de punta.
- Ahora.- dijo una vez salí de mi ataque de estupidez y logré ponerme en pie.- ¿Qué hacías hurgando en cosas que no son tuyas?
- Y-Yo... buscaba el baño.- respondí casi orgulloso, parecía una coartada bastante convincente.
- Buscabas el baño... ¿En mi despensa?- Tragué saliva y él levantó una ceja. Vale, quizás no fuera una tan buena excusa.- Mira, no se que hacías pero eres problema de Yoongi, así que no seas molesto o tendré que pedirle que se encargue de ti.
- ¿Q-Qué quieres decir con eso?- el grandullón de pelo y ojos oscuros se encogió de hombros y se esfumó tan rápido como había aparecido.
No tenía ni idea de que significaba lo que me había dicho, pero no sonaba bien en absoluto e implicaba a Suga, así que no podía ser nada bueno. Nada legal, para ser exactos.
Mis ansias por comprender todo solo iban en aumento, pero después del pequeño escarmiento que aquel hombre me había hecho prefería no arriesgarme más y dejar mi curiosidad sin saciar por un día. Me dirigí de nuevo a la habitación de Suga y tan pronto como abrí la puerta Kook se levantó de la cama y me miró con los ojos como platos.
- ¡J-Jimin, me tengo que ir! ¡Me ha surgido algo! Tengo prisa, vámonos, acompáñame- farfulló tomándome del brazo y andando a grandes zancadas lejos del cuarto.
Mi otro brazo fue tomado también por una mano más firme y fuerte y vi entonces la sonrisa pícara de Suga. Kook le correspondió con una mueca de terror y su cara sudorosa.
- Ves, Jimin no tiene prisa, así que puede quedarse haciendo el trabajo conmigo ¿No?
- Eh... S-Supongo.- respondí algo inseguro. Kook parecía preocupantemente interesado en sacarme de allí a toda costa, eso no hacía más que empujarme a querer saber que era aquello de lo que deseaba alejarme.
- ¿Lo ves? No pasa nada, puedes irte- añadió Suga, aún sin soltarme.
- ¿Estarás bien?- me preguntó mirándome directo a los ojos. Asentí con la cabeza y él no pareció satisfecho en lo absoluto, su rostro seguía denotando miedo y desconfianza.- No llegues muy tarde...- añadió bajito antes de cerrar la puerta y marcharse.
Me senté en la cama de nuevo e intenté concentrarme de nuevo en la tarea, aunque estando a solas con ese sujeto se me hacía difícil. Me recorría el cuerpo una mezcla entre emoción y miedo.
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