- Y entonces vino otro vampiro, pero que daba mil malditas veces más miedo y le dijo algo al otro para que se largase, no recuerdo bien el que- dijo el muchacho entre susurros mientras su profesor daba una explicación tres filas más adelante.
- ¿Un vampiro te salvó de otro?- le preguntó su mejor amigo, suyo ondulado pelo castaño tapó su visión del rostro enfadado del profesor de matemáticas. Sus ojos avellana se fijaron en la expresión sorprendida de su amigo.
- Sí, pero lo fuerte es que después me hizo una especie de interrogatorio sobre los hombres lobo del pueblo y se largó. Eso así, antes de irse me soltó un par de burlas, el muy imbécil- alzó la vista del los ojos chocolate de su amigo y él si vio al profesor.
- Fuera.
Con solo esa palabra ambos obedecieron, salir de clase les iría mejor para seguir la charla y, además, ambos iban bien en matemáticas así que tampoco les supondría un sacrilegio.
- ¿Es decir, ayer intentó cenarte un vampiro, otro te salvó y te preguntó sobre los licántropos y , después de vacilarte como un imbécil, se largó sin más?- El repetidor alzó una ceja mientras hacía la pregunta y se inclinaba un poco. Para tener diecisiete años parecía más mayor que su amigo, y claramente era mucho más alto que él.
También era más musculoso y había sido nombrado por las chicas de la clase como ''el chico más varonil y sexy de todo el curso''. Quizá tenía que ver que como él, su amigo fuese un año más mayor que el resto de sus compañeros de clase; ambos habían repetido curso juntos así que tener diecisiete entre alumnos de diecisés para muchos era un escándolo y para otros llamativo, aunque de forma atrayente.
- Si, y casi me meo del puto miedo, es que encima me había bebido tres batidos antes- dijo el muchacho riéndose un poco y consiguiendo que su amigo le diera un codazo bromista.- Auch, Reine tío controla la fuerza.- dijo sobándose el brazo adolorido.
- Perdón- le dijo regalándole una aduladora y blanca sonrisa. Su amigo no era guapo, era jodidamente precioso. Pero era eso, su amigo.- Sabes que yo no quiero hacerte daño- dijo después, disculpándose mientras hacía un puchero y abrazaba a su amigo por la espalda.
- Ya, ya, deja de sobarme- le riñó el muchacho, divertido, mientras trataba de zafarse del abrazo del gran jugador de rugby que tenía como amigo.
- Es que eres tan abrazable Dean- dijo mientras lo apretaba más contra él, ganándose que su pequeño amigo le mordiese un brazo para liberarse- Muy bonito- le dijo su amigo mirando la marca roja que había dejado el mordisco.- ¿Tenias que morderme?
- Quizás anoche me convirtieron en vampiro- bromeó pasándose un brazo ante la cara como si ocultase su rostro tras la capa de drácula.
-No deberías bromear sobre vampiros.
- Creo que si debería. Ayer lo pasé tan mal que ni dormí, así que es mejor tomarlo con humor- dijo soltando un suspiro.
- Tienes razón, pero hoy te acompaño yo a casa, no quiero que le pase nada a mi mejor y más adorable amigo- dijo Reina mientras pasaba uno de sus musculoso brazos alrededor del cuello del muchacho- Por cierto ¿Qué tipo de cosas te preguntó el segundo vampiro?
- Básicamente me preguntó si conocía a un hombre lobo. Decía que olía mucho a licántropo. ¿Apesto a perro? Reine dímelo en serio, porque entonces me compro otro perfume- Reine no mostró ninguna de sus típicas sonrisas, sino que enarcó una ceja.
- ¿Y tu qué le respondiste para que te dejase en paz?- frunció un poco el ceño pero la expresión amigable de Dean lo hizo relajarse.
- La verdad, que no conocía a ninguno, que yo supiese- dijo mientras, calmado, miraba el reloj del pasillo.
Las diez en punto, hora de acabar las clases del turno de tarde y de comenzar las del turno de noche. El timbre sonó y una sonrisa se dibujó en las caras de ambos alumnos, que entraron a clase a por sus cosas y después se fueron.
- Ahora sin bromas ¿Tienes miedo?- preguntó Reine mientras pisaban la calle. El cielo estaba oscuro y las farolas no iban muy bien que digamos.
- No creo que pueda dormir esta noche- dijo Dean bajando la cabeza con pesar.
- ¿Y las pastillas de dormir de tu padre?
- No me las quiere dar nunca. Es un imbécil.
- Sí, lo és.
- Si mamá le viese él-
- No, Dean no hables de ella, sabes que no te hace bien- Dijo acariciando con cariño el rostro de su amigo y dejando un tierno beso en su frente, pero Dean se sintió incómodo.
- Tienes razón. Para variar.- una traviesa sonrisa escapó de sus labios. Molestar a su amigo siempre le ayudaba.
Realmente siempre tenían temas de conversación, pero esa noche Dean estaba tan asustado que pasó todo el camino callado, pensando que en cualquier esquina un vampiro esperaría que él fuese directo a su colmilluda boca. Los vampiros le daban miedo, los hombres lobo asco, y tenía sus motivos.
Una vez llegó a su casa se despidió de Reine y este fue a darle dos besos. Aunque su alto amigo siempre intentaba que los besos en las mejillas fuesen en la boca, pero Dean lo acusaba con sus ojos, haciéndole disculparse.
- Hola ¿Qué hay de cenar?- preguntó dejando su mochila apoyada en la entrada.
- Yo ya he cenado, prepárate tu algo.
- Vale. Hoy he sacado un ocho y medio en historia, era un examen difícil.
- Ajá.
- Aunque he suspendido uno de biología.
- Bien.
- Ayer casi me mataron unos vampiros hambrientos.
- Vaya.
- Gracias por escucharme- le dijo con retintín a su padre, quien obviamente no se había enterado de una sola palabra de las que el chico le había dicho. Mejor, no quería que el viejo le jodiera por el suspenso de biología. Lo de historia y los vampiros le daría exactamente igual, así que no importaba si no escuchaba.
Sacó un par de trozos de pan del armario y un par de lonchas de jamón dulce de la nevera y, con un poco de aceite, se hizo un bocadillo. Su padre se fue de la cocina dejando un café a medio tomar y Dean lo miró de reojo.
Subió las escaleras hasta su cuarto con cara de pocos amigos. Realmente tenía pocos amigos, es más, solo tenía Reine.
Tomó el pomo de la puerta de su habitación y abrió la puerta, después la cerró tras él con la vista en el suelo.
Suspiró sabiendo que esa noche le tocaría estar en habitación leyendo o jugando a algo en el ordenador para dormir por el día y despertarse por la tarde listo para su estúpido horario de tarde. No le gustaba eso, pasaba despierto las horas nocturnas, y dormía las diurnas, como un vampiro. Vampiro. Le dio un escalofrío.
Subió la vista.
- ¡Joder! ¿Q-Qué coño haces aquí?
- No levantes la voz- ordenó Adam, porque sí, ahí estaba Adam, en la cama de Dean tumbado cómodamente y leyendo uno de sus libros como si estuviese en su propia casa.
- ¿Qué haces aquí?- preguntó ahora susurrando. El vampiro rió.
- Bueno, ahora vivo aquí- sonrió con malicia sin apartar sus ojos del libro.
- ¡¿QUE?!- dijo Dean con los ojos desorbitados y dejando el plato con su comida sobre su escritorio. Creía que le fallarían las piernas.
- No grites- le repitió el vampiro con un gesto de mano.
- ¿Qué es eso de que vivirás aquí?- preguntó asustado y mordiéndose el labio, ese enorme hombre sobre su pequeña cama se veía tan sexy y peligroso.
- No tengo donde quedarme ni mucho dinero y tu me debes la vida, así que esta es la forma en que me devolverás el favor.
- No.
- ¿Tu quieres morir?- preguntó Adam levantándose de la cama mientras mostraba sus colmillos.
- ¿Cu-cuanto tiempo te quedarás?- preguntó con miedo, haciendo sonreír al vampiro por la facilidad con la que había aceptado su trato injusto.
- El que sea necesario- dijo quedándose corto con su explicación- Y además tu me ayudarás.
- ¿A que?- preguntó el muchacho confuso sentándose en el suelo. No, su cuerpo no podía procesar tanta información de golpe.
- Me informarás sobre el pueblo y me ayudarás a encontrar al hombre lobo. Hueles a licántropo así que no me costará mucho, es alguien de tu entorno- Cerró el libro que leía y se levantó para acercarse al chico, que se levantó del suelo con rapidez y se apegó a la pared buscando una salida. El vampiro sonrió- Tranquilo miedosín.
- No conozco a ningún hombre lobo, y si lo conociese te lo diría. Los odio.- dijo de forma firme mientras el vampiro se le acercaba y lo acorralaba lentamente por la simple diversión de intimidarlo.
- Conoces a uno, pero no sabes que lo és. Ese es el punto. ¿Porque los odias?- olió con lentitud el cuello del muchacho rozando con su nariz la fina piel.
- N-No es tu asunto.- jadeó cuando el vampiro se separó bruscamente de él. Aquello había sido extraño. Se tocó el cuello sintiéndose vulnerable.
- Bueno, hablando seriamente, el hombre lobo al que conoces es de tu entorno así que ¿Con que tipo de personas te relacionas?- Dean tragó saliva avergonzado.
- Solo con los del instituto y con mi padre. Pero él no lo es, odia a los hombres lobo también- Miró al suelo avergonzado por lo penosa que sonaba su vida así dicha.
- ¿Solo con los del instituto? No eres un chico demasiado popular ¿No?- sonrió con maldad.
- Habló el vampiro sin vida social- murmuró el otro arrugando la nariz.
- ¿En qué te basas para decir que no tengo vida social?
- En que tienes que ocupar mi maldita casa porque no tienes amigos que te dejen hacer eso.- De nuevo el maldito mostró su filosa sonrisa ante el asustado y enfadado adolescente y este soltó un bufido.
- Entonces el hombre lobo es de tu instituto. Averiguaré quién es- dijo mientras se dirigía a la cama para reposar un rato más.
- Espera ¿Y si mi padre te ve aquí? No puedes atrincherarte en mi habitación sin más- dijo con cierta preocupación.
- ¿Qué propones entonces?
-Papá- Dean sí se ganó esta vez la atención de su padre, más que nada por el enorme y varonil hombre que lo acompañaba y que le sacaba, por lo menos 9 años.- Este es emm...
-Adam- aclaró el malhumorado vampiro.
- Eso. Bueno, pues es un estudiante de intercambio de uno de los ciclos formativos del insti y, bueno, me he ofrecido a que se quede en casa. No te preocupes, yo me encargaré de todo.- se mordió el labio mientras su padre tomaba sus gafas y escrutaba al hombre ante él.
- Mientras no moleste- dijo el viejo mientras, sin muchas ganas, se acercaba a darle un apretón de manos al vampiro, quien trató de controlar su fuerza.
-Ah, y tiene un horario de noche así que por el día dormirá como yo y cuando yo llegue de clase por la noche él quizás salga- El hombre panzón solo lo miró extrañado y asintió.
No había sido tan difícil.
- ¿Tu viejo es un poco tonto, no?- preguntó el vampiro cuando estuvieron de vuelta en la habitación.- ¿No le parezco algo mayor para ser estudiante?
- Si tienes relación conmigo no le importa. Así de fácil- dijo el chico mientras se tumbaba en su mullida cama dejando al vampiro de pie.
- ¿Y eso porqué?- preguntó Adam intrigado mientras se sentaba en la junto al humano.
- No te importa- dijo en un tono bajo- ¿P-Puedes alejarte un poco?- preguntó arrinconándose en una esquina de la cama.
- ¿Me tienes miedo, pequeño?- preguntó el vampiro tomando el tobillo del muchacho y acercándolo hacia él de un fuerte tirón.
- Sería imbécil si no le tuviese miedo a alguien que me puede cenar- murmuró el menor intentando mantenerle la mirada al vampiro, pero este se lamió los colmillos y el menor desvió sus azules temblando como una hoja.
- Vaya, has dicho algo inteligente- se burló Adam empujando al menor fuera de la cama violentamente y ocupando él toda la mullida superficie.
- Sí, no como tu- le retó el rebelde menor mientras se levantaba y se sacudía.
De golpe fue derrumbado de nuevo, esta vez sobre la cama y con el enorme vampiro encima inmobilizándole las muñecas.
- No vayas de listo conmigo, niño- dijo descendiendo a su cuello lentamente y dando una lamida aguda sobre su yugular. El menor se retorció temeroso, dándose cuenta de la pose sexual en la que el vampiro se hallaba dominándolo y de pronto sus mejillas enrojecieron.
Era tan sexy y terrorífico. Pero el miedo lo invadió de nuevo a la par que la lengua se deslizaba sobre su expuesta piel.
- ¿Q-Que haces?- preguntó el menor mientras seguía revolviéndose bajo el gran cuerpo. Seguro que ese vampiro pesaba unas dos o tres veces más que él.
- Asustarte, a ver si así dejas de ser tan insolente- el muchacho solo cerró la boca, no quería provocarlo más.
Adam sonrió haciéndole un pequeño lugar en la cama al chico y dándole la espalda, dispuesto a dormir.
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