Capítulo 5: interés

 Todo iba peor que mal, ¡Fatal! Era peor que la vez en que mamá me envió a ese maldito campamento donde no había dulces ni comida grasienta ¡El infierno! Lo que sucedía entonces era que había perdido a Jungkook, por así decirlo. No sabía en qué momento se había ido de la vila pero el caso era que no respondía a mis llamadas ni mensajes, no se pasaba por nuestra residencia para dormir o comer y no había dejado ninguna especie de nota o aviso en que me explicara dónde estaba o si al menos estaría bien.

Mi amigo había desaparecido durante el sábado, seguramente por la mañana pues apenas le vi pero sí que me desperté con él en la habitación (lo recuerdo porque poco después de amanecer me chilló durante media hora, acusándome de haberme tirado un pedo tan sonoro que lo había despertado). Ese mediodía noté su ausencia y la preocupación surgió por la noche, se intensificó a lo largo del domingo y el lunes llegó a la cúspide.

Ese día me levanté temprano y comí deprisa y pronto con tal de llegar antes a clase y poder encontrarme con mi amigo para preguntarle dónde había estado.

Mi temor creció cuando pasó media hora y Kook aún no había aparecido. Lo asumí, no asistiría a clase, realmente le había sucedido algo. ¿El que? La respuesta estaba detrás mío y, como no, me miraba de arriba abajo de forma aterradora.

Aproveché el primer cambio de clase para voltearme y encararlo.

- ¿Que le has hecho a Kook?

- Me lo he comido.- respondió sin dudarlo y aunque la inexpresividad de su cara le hizo sonar verosímil, sabía que bromeaba. Al menos en parte.

- En serio. ¿Dónde está?

- Ah ¿Porque debería saber yo eso?- levantó una ceja inquisitivamente. Estaba airado y se le notaba, pero aunque le temiera no iba a parar.

-Porque no ha aparecido. Porque haces algo ilegal en lo que has implicado al pobre Kook. Porque amenazaste con matarlo si yo seguía husmeando a sabiendas de que lo haría. Porqu-

- Cállate, lo pillo. No estoy de buen humor como para que me andes jodiendo. No se donde esta Kook, punto. No te metas en mi vida o habrá repercusiones, fin de la discusión.

- ¡Mentiroso!- me tapé la boca cuando la mitad de la clase se giró para mirarme, casi olvidaba que seguía en el aula. La otra mitad de los alumnos ya nos miraban desde antes, de todos modos, no era normal ver a alguien conversar con Suga así que supongo que estarían más sorprendidos que yo mismo de todo aquello.

Aún así, con mil ojos sobre la piel, solo los de Yoongi quemaban tanto.

- Soy capaz de hacer mucho por un amigo, así que dime donde esta Kook. Solo lo quiero sano y salvo, no hay porqué crear problemas- inquirí ahora más tranquilo. El me escrutó antes de lanzar una breve risa cruel.

- No serías capaz de causarme un problema aunque quisieras.

- Ponme a prueba- amenazé seguro de mi mismo. Si tenía que llamar al puto FBI para que le sonsacaran la información, lo haría. Por mi solo no era gran cosa, pero removería cielo y tierra con tal de encontrar un medio de vencer a Yoongi.

- Ya lo hago, mocoso.

- ¡Deja de jugar! Te hablo en serio ¿Dónde está mi amigo?- exigí ya altamente molesto. Me importaba un pimiento estar gritando en medio de un núcleo de estudiantes, me daba igual ser el centro de atención. Quería respuestas y las quería ya.

- Si me tomara las cosas en serio...- susurró, quedándose casi pensativo-... que Kook haya desaparecido sería el menor de tus problemas.

El profesor entró y lo agradecí: esa respuesta me había dejado sin palabras. Estaba helado.

Durante una fracción de segundo Suga me miró a los ojos, me miró en serio, sin burlas ni hastío, aceptando mi reto. Y quise tener pañales puestos en ese maldito momento ¡Era aterrador!

Corrí tan rápido que creí que se me caerían las piernas de tanto esfuerzo. Estaba desesperado y debía admitir que mi repentina idea no había sido muy inteligente, no si pretendía conservar mi vida, pero ya no quedaban muchas opciones. Crucé la primera puerta que vi con el móvil de Suga en mis manos, aún sin creerme que yo mismo había sido capaz de robárselo frente a sus narices y salir pitando de la clase como alma que lleva el diablo.

Me encontré dentro del aseo de hombre y un profundo miedo me invadió al ver que no tenía salida y que el pomo de la puerta de entrada cedía a las manos de Suga. Cuando lo vi atravesar la puerta me escondí velozmente en un cubículo y eché el cierre.

Un par de porrazos hicieron tambalearse la estructura del lugar y me estrujé contra la pared, buscando sentirme seguro.

- Jimin, devuélvemo ahora mismo.

- ¡No hasta que me digas donde está Kookie!- le pedí tratando de sonar seguro aunque mis ojos estuvieran a punto de llenarse de lágrimas.

La puerta tembló con fuerza y el seguro de metal rechinó resistiéndose a dejarme inerme frente a aquella máquina de matar.

- Estará bajo tierra contigo como no me des eso.- Gruñó. Literalmente, fue como un rugido animal. Su voz iracunda sonaba tan gutural, tan salvaje, que estuve a punto de derretirme en el lugar.

Un golpe más y un ruido metálico repiqueteó sobre el suelo. Mire abajo y vislumbre el pestillo arrancado, después la puerta se abrió de golpe. Suga ni siquiera parecía acalorado o sudoroso después de haber reventado la puerta y eso me hace pensar que quizá guardaba fuerzas para matarme o algo así. Con miedo me apreté más contra el muro a mi espalda y estrujé el cacharro en mis manos.

- ¡Si te acercas lo romperé!

- Yo si que te voy a romper a ti- su voz retumbó en mis oídos haciéndome palidecer.

Durante unos segundos no importó nada; ni Kook, ni el celular de Suga ni que estuviera en un baño de universidad. En ese instante solo importaban las palabras roncas de Suga en mi cabeza y su respiración sobre mis párpados. Con mis ojos cerrados sentía su figura, la sombra atroz y quieta que proyectaba sobre mi, que me atrapaba y me sumía en una obscuridad eterna. Y su aroma penetrante era como una invasión a mi ser, como una caricia física forzada. Olía bien, una mezcla entre algo masculino y dulce, pero ese tufo maravilloso parecía avanzar densamente hasta mis pulmones para asentarse en ellos y robarme la respiración.

Abrí mis ojos lentamente y lo observé contando por lo bajo hasta diez, para tranquilizarse y no hacer ninguna locura supongo. Lentamente acercó su manos la mía y no me resistí; aflojé la presión en mis dedos dejándolo recuperar su móvil y rozarme casualmente, causándome un escalofrío.

- Así me gusta...- musitó una vez lo hubo guardado en su bolsillo, sin quitarme el ojo de encima.

- S-Sigo queriendo saber dónde está Jungkook. Le has hecho algo y lo sé.

- ¿A sí? ¿Y que le he hecho?- preguntó burlón apoyándose en una de las paredes débiles del cubículo, de esa forma yo tenía espacio suficiente para irme, pero no sin rozar mi cuerpo contra el suyo. La idea me provocaba muchas cosas y prefería no arriesgarme.

- Espero que nada malo aún. Si no aparece te juro que llamaré a la policía y les contaré lo sucedido.- avanzó un paso con el ceño fruncido y aunque abrió la boca dispuesto a proferir cualquier tipo de amenaza que me aterrara, se calló de golpe y sonrió.

- Creo que ya se donde esta tu amigo.- dijo señalando a mi bolsillo, donde la pantalla de mi propio teléfono se iluminaba por una llamada entrante y mostraba la foto de Jungkook como identidad de quien me quería contactar.

Cogí el teléfono a toda prisa mientras Suga se marchaba riéndose por la forma en que me había ruborizado.

Me sentí ridículo ¿Llevaba acosando a Suga todo el día por simple paranoia mía?

- ¡Kookie!

- Minnie ¿Que tal? Siento no haber respondido... Estoy de bajón y he regresado unos días a mi antigua casa, en poco volveré, siento si te he preocupado. Te llamo solo para informar, ahora tengo algo pendiente así que me voy ¡Adiós!

- Pero...

- ¡Tengo que colgar, lo siento!

- ¡Espera! Al menos mándame una foto tuya para que vea que estás bien- pedí ante la insistente urgencia de mi igual por cortar la conexión. No tenía sentido, hablaba de que estaba deprimido, pero a la vez sonaba enérgico e impaciente y ¿Desde cuando Kook se preocupaba por las cosas que tenía que hacer antes que por los amigos?

Algo allí no encajaba, pero se me olvidó por la alegría de escuchar su voz de nuevo.

- Er¡Claro! Luego te la paso, chao.- Eso había sido rápido, pero al menos ahora ya me sentía tranquilo. Algo solo y decepcionado quizá, pero más tranquilo.

Más tarde ese día merendé un helado mientras hacía los aburridos deberes de historia y me sentía un completo inútil por todo lo sucedido durante el día. La próxima vez que mirase a los ojos a Yoongi me moriría de vergüenza. Tal vez había exagerado todo, pero mis accione no tenían excusa y supe que Suga me vería con burla siempre por ello. Una vibración en mi bolsillo me indicó que el mensaje de Kookie había llegado.

Me mandó una foto de él sentado en la cama y un emoji con forma de moai, simplemente porque le hacía gracia. Lucía bien, quizás un poco blanco (supuse que era por la iluminación) y ojeroso, pero nada fuera de lo normal. Llevaba un jersey verde cuello alto y mangas largas y aunque hacía frío pensé que Kook era tal vez demasiado excesivo, pero tampoco le di importancia.

Algo había que me dejó un rato pensativo pero no pude identificar que era, así que seguí trabajando hasta que se hizo totalmente de noche.

Llevaba horas con el portátil buscando, seleccionando y resumiendo información y apenas llevaba una décima parte de la tarea así que antes de que se me sobrecalentarse el cerebro y sufriese una especie de cortocircuito, decidí desconectar y tumbarme en la cama.

Ahí fue donde la inspiración me alcanzó como un rayo y busqué corriendo la foto que Kookie me había enviado en la galería.

Las piezas encajaron y advertí algo que pasó desapercibido la primera vez: El tono desvaído de las sábanas, la palidez aburrida las paredes y el mueble que se veía de fondo eran cosas que yo ya había visto. En la habitación de Suga.

No lo pensé dos veces, tal vez ni siquiera una. Tomé el primer tren que pude con mi trimestral (Dios bendiga esas malditas tarjetas) y fui directo a una casa que había visitado más veces de las que me gustaría.

Mis dedos ya se dirigieron como autómatas hacia el timbre antes de que mis ojos lo ubicaran y, como siempre, Suga me abrió la puerta en tan poco tiempo que juro que nadie le había dado tiempo a llegar al umbral a menos que ya estuviera allí.

- Que pesado, joder...- exhaló antes de intentar cerrarme la puerta en la narices.

Me interpuse en la trayectoria de esta y entré en la casa impidiendo que la puerta siguiera su avance.- ¿Que quieres?

- ¡A Kook!

- Pensaba que ya habíamos superado esa parte, pero veo que el cerebro no te da para más...

- ¡Déjate de tonterías!- lo sorprendí gritando con vehemencia. No se asustó ni nada por el estilo, pero me miró extraño por lo enserio que yo iba con mis berridos y gritos histéricos- Lo he visto en la foto que Kook me ha mandado, está en tu casa ¡Está en tu habitación!

Sin prestarle atención le di la espalda dirigiéndome a toda prisa hacia el lugar citado, ya no me importaba razonar con Suga si es que era posible, solo pensaba en sacar a Kookie de ese jodido infierno.

Puede que mi amigo, aún siendo sensible como yo, fuera grande y fuerte, pero sabía que él no podía salir de algo así solo.

A mi espalda escuché las pisadas rudas de Suga. El jamás hacía ruido al caminar, era como un felino, así que si ahora podía escucharle era una muy mala señal.

Agarre el pomo y entonces una fuerza descomunal me lanzó a la pared de la derecha hasta hacerme jadear por el impacto. Suga era fuerte y musculoso, eso jamás lo había puesto en duda, pero lo que acababa de pasar era simplemente surrealista.

- Niñato entrometido, vas a ver...

Lo vi aproximarse hacia mi con una mirada felina que desconocía en él, era aterrador. Hambre en sus pupilas y algo rojizo en su iris comenzaba a aflorar.

Cerré los ojos, era el fin. Un forcejeo lejano me obligó a abrirlos para topar ni más ni menos que con una escena de lo más peculiar.

V, aquel hombre horripilante que yo deseaba que no existiera y al que tenía (y seguía teniendo) por un vil asesino, sujetaba a Suga lejos de mí con todas sus fuerzas, y se veía la dificultad de ello en su rostro.

- Suéltame- susurró tratando de zafarme y con su mirada aún fija en mi. Estaba lejos y su pelo caía delante de sus ojos, pero sé que había algo raro en ellos, una maldad que comenzaba a encenderse- Voy a...

- No, no vas a hacerlo porque quieres conservarlo. Ahora ya sabes lo que tienes que hacer, así que ve y cálmate- ordenó. Y realmente fue eso, una órden que fue atendida como el mandato que era, aunque a regañadientes.

Suga se calmó mirando a V como si él fuera su superior y noté como apretaba los puños. Sin saber de donde provenía, había ahí una autoridad notoria incluso para mi.

La puerta del cuarto de Yoongi se abrió lentamente dejando asomar una cabeza castaña que yo conocía.

- ¡Kookie! ¡¿Estás bien?!- Exclamé acercándome a él para abrazarlo. Lo hice efusivamente y aunque lo noté incómodo y asustado él me estrechó entre sus brazos con la misma ilusión.

Después de eso mantuvo las distancias, nervioso, y aún así los ojos le brillaron al verme.

- ¿Estás bien tu?- asentí rápidamente, queriendo largarme ya del lugar. Ya habría tiempo de conversar afuera.

- Vamos, galleto, tenemos que irnos y-

- Jimin... No voy a irme. No es lo que crees, no me han secuestrado o algo así, solo... quiero quedarme.- jugaba con sus manos, miraba el suelo y se mordía los labios con ese energético nerviosismo que tanto me estresaba.

No podía estar hablando enserio. Sus palabras caían en mi como el cemento, aplastaban mis esperanzas totalmente. No podía ser, Kook no podía ser un cómplice voluntario de aberraciones así.

- ¿Que... que dices?- pregunté mirándolo con rechazo. Me asqueaba imaginar que Kook aceptaba a un par de criminales, no había motivos para ello. Él no era así. No lo era. Simplemente, no.- ¿Estas de su puto bando o que?

- Jimin... enserio, no son tan malos, no puedes comprender pero... de veras, no son malos. Solo, no te preocupes. Las cosas estan bien, ellos no son como...

- ¡Oh, claro! ¡Porque Suga no te hizo casi cagarte en los pantalones de miedo la primera maldita vez que lo viste este curso! ¡Ni te amenazo de muerte! ¡Ni tiene relación con unos chicos muertos en un bar! - exclamé colmado de ironía y con las venas comenzando a henchirse de odio. Mi rostro sudaba y me dolía la boca de tanto apretar mi mandíbula- ¡Ahora resulta que son ángeles, no te jode! No se que si te han lavado el cerebro o que leches han hecho, pero esto... esto no puede ser...

- Jimin, lo siento. De veras que no espero que lo entiendas, pero te prometo que no son malas personas y que estaré bien.

Lo último que vi antes de marcharme corriendo y con los ojos llenos de lágrimas fue una enorme sonrisa de satisfacción pintada en el macabro y bello rostro de V.

No tomé demasiados apuntes en la clase especial de identificación de fallos de traducción (una clase bastante innecesaria considerando que aunque la filología distaba de mi carrera por una letra, en su contenido eran totalmente distintas) en parte porque estaba triste y distraído y en parte porque no soportaba tener a Suga detrás mío y a Kook al lado porque ahora debía ignorarlos a ambos y eso me partía el corazón.

Tenía que alejarme de ellos a toda costa, pero es que cada vez que Yoongi posaba sus ojos sobre mí como delicadas pero mortíferas mariposas sentía miedo y un anhelo de él increíbles; y cada cosas que Kookie me comentaba o preguntaba hacía en mi un agujero profundo donde me hundía. No debía permitirme escuchar su voz, él era el enemigo ahora.

- Durante la siguiente media hora prescindiremos de hacer clase.- anunció el profesor, ganándose hasta piropos por parte de la clase.- Los estudiantes de segundo año de la facultad de medicina han solicitado venir a hacer una exposición sobre las enfermedades de la sangre. Dicha presentación consta de una parte práctica, es decir, traerán muestras, por eso ruego que si alguien es aprensivo salga del aula inme-

El profesor se vio interrumpido por el ruido de la silla de Suga arrastrándose violentamente sobre el suelo. Los ojos de todos los presentes estaban fijos en él y lo siguieron mientras se marchaba del aula tan deprisa que no le importó golpear con su robusto cuerpo a más de un estudiante de medicina que esperaba en el pasillo. Kook lo miraba sudoroso y mordiéndose el labio, realmente preocupado por algo que yo no podía adivinar.

Me resultó extraña aquella reacción tan impulsiva por parte de Suga, alguien completamente juicioso y sensato (o al menos eso aparentaba). Lució transparente, incluso vulnerable me atrevería a decir, y yo necesitaba saber que detonaba esa clase de conducta. Solo si tenía algo así podría usarlo en su contra, como un arma.

La bombillita de mi cabeza se prendió de repente: Le tenía pavor la sangre. Solo un fobia explicaría tal anomalía en su comportamiento y si bien esa afirmación no parecía muy adecuada a mi idea de que era un asesino (y al hecho de que un día tenía una mancha sospechosa en la camisa de ''salsa de tomate''), era por el momento lo mejor que tenía.

Solo debía ahora comprobar la veracidad de mi premisa.

Tenía un plan fácil: hacerme una pequeña herida, voltearme como de casualidad, dejando expuesta dicha úlcera,y observar su reacción.

Esperé a la última hora de clase, o mejor dicho al cambio de clase previo a esta. Tenía al sujeto, como siempre, sentado detrás de mí como una estatua incapaz de ser despegada de su sitio. Comencé a sacar mis hojas de apuntes de la asignatura que tocaba y, a propósito y con mucha angustia en mi interior, me corté en la yema del índice con el papel que sostenía.

Salió una pequeña gota de sangre, si Suga era aprensivo con esas cosas no necesitaría mucho más, me dispuse a girarme cuando lo vi pasar a mi lado como un rayo.

Era como si hubiera advertido la presencia de la sangre antes siquiera de verla. Supe que no era una coincidencia cuando reparé en dos cosas: la primera era que hacía ruido al andar, como si pisara el suelo con rabia; y la segunda se trataba de que se había dejado el teléfono en la mesa.

Kook había ido al baño antes así que aprovechando la ausencia de ambos me volteé y sin ser capaz de realmente desbloquear el móvil el Suga, pude leer el último mensaje que había recibido. Sentí un deja vu al espiar una fracción de su conversación con el tal V de nuevo.

Sucedió como la primera vez: el mensaje me heló la sangre de las venas.

''Si tu no quieres matar a ese niñato se como yo con Kook y atente a las consecuencias. Mantenlo tranquilo, está comenzando a llamarte la atención al otro grupo y no tolerarán a un bocazas. Haz lo que quieras con Jimin, pero que nos sea un impedimento porque bastantes problemas tenemos ya''

Como si ardiera en mis manos dejé corriendo el móvil de vuelta en el pupitre, pero ya era demasiado tarde y lo supe al alzar la vista y contemplar a un furioso Suga observándome desde el marco de la puerta. Sus poderosos brazos cruzados, su mirada parda y su ceño levemente fruncido. Sus facciones parecían ahora menos tiernas, su rostro tenso era incluso más viril que antes y cuando pasó por lado pude sentir el peligro desprendiéndose de su piel para ahogarme.

- Odio que husmees mis cosas... Después de clase tenemos un par de cosas de qué hablar.- sentenció arrebatándome el aparato de las manos de un brusco tirón. Pensé que me rompería los dedos, dolían mucho.

Durante la siguiente hora y media lo único que hacía era sudar y mirar el reloj de pared del aula. Cada vez que la aguja caía, mostrando el avance del tiempo, yo sentía que el maldito minutero se me clavaba en el cuerpo entero como una espina venenosa y me paralizaba. No presté atención alguna al profesor pero deseé aún así que su explicación se extendiera hasta el infinito y no me dejase solo en aquella clase con un asesino enfadado y un puñado de alumnos tan fumados que no me socorrerían aunque gritase.

La ansiedad me haría hiperventilar si no me controlaba y en esos momentos lo que menos necesitaba era que además el profesor me tuviera que llamar la atención por ser tan dramático. La ropa la sentía apretada, empequeñeciéndose a cada momento hasta cortarme la circulación de la sangre, claro que todo era sugestión, pero esa sensación de ahogo y reclusión que a la vez me hacía pensar que las paredes del aula que solo veía de reojo se acercaban a mi limitando el espacio, me hacía desear arrancarme la piel, el músculo y el hueso hasta no ser nada más que un etéreo ser de luz capaz de escapar todo simplemente flotando.

Era prisionero de mi propio cuerpo: Cuando Suga quisiera atacarme mis piernas no responderían para correr, si me trataba defender mis puños jamás golpearían tan duro como yo deseaba y, en el peor de los casos, mi estúpido corazón sufriría un infarto antes de que el otro me pusiera un dedo encima.

Ensimismándome, dejé de hacer caso a todo lo que acontecía a mi alrededor hasta que una conocida polifonía me trajo de vuelta, como un ancla.

Hojas rozándose, cremallera cerrándose y abriéndose, gomas elásticas de carpetas siendo tensadas y destensadas, choques entre lápices y bolígrafos, libretas cerrándose... El ruido del fin de la clase.

Miré bien a mi alrededor, los alumnos comenzaban a levantarse de los pupitres, la puerta principal estaba abierta y el profesor no se veía por ningún lado. Ya pasaban tres minutos del fin de clase y no me sentía preparado.

Apenas quedaba ya gente en clase y sabía que quedarme a solas con Suga era la peor de las opciones. Tomé mi mochila ignorando el hecho de que no había guardado aún en ella mi hoja de ejercicios ni el bolígrafo azul, y salí de la clase deprisa viendo como Yoongi me seguía de cerca.

Intenté infiltrarme en algún grupo grande de personas para poder andar mínimamente escoltado hasta mi residencia de la vila universitaria pero a medida que avanzaba por los pasillos el flujo de estudiantes flaqueaba.

Veía la gran y ancha hilera de personas separarse en pequeños grupos que desaparecían tras puertas aleatorias y cuando quise darme cuenta ya no quedaba nadie más en el pasillo.

Al segundo de quedarme solo anduve a paso ligero hacia la salida de la facultad, angustiándome porque afuera ya había anochecido y el campus se hallaba prácticamente desierto. Entonces escuché una voz a mis espaldas.

- Será mejor que vengas aquí ahora mismo.

Y me puse a correr como un loco por el jodido campus.

Miré atrás un par de veces, avanzando a trompicones y saltos poco agraciados en mi carrera pues no paraba de tropezarme con mis pies. Cada vez que me volteaba él estaba ahí, siguiéndome sin siquiera esforzarse como yo lo hacía. Y es que no me entraba en la cabeza como podía suceder eso. Yo estaba corriendo y puede que no fuera el más veloz del mundo, pero ¡Joder! ¡Se suponía que debía ir más rápido que un tipo que solo anda con toda la calma del mundo! Pero no, las leyes de la lógica parecían amar a Suga y ponerse a su favor para que, de alguna forma, sucediera que cada vez que me volteaba me lo encontrase cerca mío, casi tanto como para atraparme.

Parecía que estuviese atrapado en cada esquina, que lo llevaba enganchado a la suela del zapato o algo así, porque no había forma humana de despistarle.

Correr a campo abierto sabiendo mi poco aguante físico tampoco había sido la opción más inteligente, pero sí la más rápida para escapar, aunque tras unos de minutos comencé a sentir las consecuencias. Los pies me dolían terriblemente, las piernas comenzaron a flaquearme y corría de forma ortopédica y cada vez más lenta y además me costaba tanto respirar que ya sentía un pitido desde el fondo de mi garganta.

Empapado en sudor y con el corazón retumbando tan fuerte que creí que lo escupiría, hice un cambio de dirección repentino y me metí en el gimnasio de la facultad. De nuevo una tonta decisión, yo solo hacía dos abdominales al día (uno al levantarme de la cama y el otro al tumbarme en ella) así que no conocía para nada el lugar; sin embargo Suga debía pasar largas horas haciendo ejercicio allí.

Nada más meterme me choqué contra una máquina ya que las luces estaban apagadas. Me desestabilicé, pero me recuperé rápido también así que ahora que Suga se había quedado fuera aproveché la oportunidad de profundizar en aquel lugar y esconderme en el primer sitio que pillé.

El hombro me ardía y palpitaba por el golpe anteriormente recibido y me lo tuve que sostener con la mano contraria mientras decidía sentarme tras las pesas para ocultarme.

El soporte que sostenía aquella pila de pesas sobre mí parecía lo suficientemente alto y abultado como tapar a alguien, sobretodo si se trataba de un sujeto pequeño como yo, así que de momento me sentí a salvo.

Todo mi cuerpo estaba temblando por el tremendo esfuerzo físico y sentía mis extremidades como enormes sacos de piedra que podría volver a articular o siquiera levantar nunca jamás.

Un golpe se escuchó en la entrada y vi la puerta golpear contra la pared furiosamente. Segundos después las luces se encendieron y la figura de Yoongi se presentó en medio de la vacía sala como un agujero negro que devoraba todas mis esperanzas.

Cabello azabache y ojos de carbón. Iba, también, vestido de negro y en el exterior la noche lo cubría todo con un manto de su color. Parecía amo y señor de todas las sombras del mundo, quizá por eso brotaba de la oscuridad como si nada cuando yo trataba de huir de él.

- Jimin, eres un chico interesante y me gustaría conocerte mejor- anunció con voz tibia, desconcertándome- pero que te metas en mis asuntos no tiene perdón. Sal ahora mismo.- Me tapé la boca con las manos y me esforcé por no sollozar o tener un maldito ataque de nervios.

Lo observé desde el hueco angosto y casi imperceptible que dejaba la separación entre dos pesas sobre el soporte y su cabeza se giró bruscamente hacia mi. Si no fuera porque es imposible que alguien vea algo a tanta distancia y a través de una rendija tan minúscula, juraría que me miró a los ojos.

- Sal de detrás de las pesas, niño tonto-dijo con burla.

Dios mío, me había visto. ¿Como...?

Me asuste tanto cuando dio un paso hacia mi que aunque él estuviera a más de treinta metros hice un movimiento brusco, logrando que la estructura donde estaban las enormes pesas se tambaleara débilmente.

Escuché algo rodar sobre la gran pila y cuando miré arriba pude ver como una de esas barras de metal con cuantioso peso en sus extremos se precipitaba hacia mi cabeza.

No iba a salir de esa. Pues sí que es verdad que la curiosidad mató al gato.

Cerré los ojos cuando me percaté de que mi cuerpo no respondía y por el rabillo del ojo, antes de unir mis párpados, pude ver la figura de Suga literalmente esfumándose.

Pero este gato tenía siete vidas.

No sucedió nada, solo una brisa extraña en mi rostro, así que abrí los ojos desconcertado para contemplar a Suga, agachado frente a mi y sosteniendo una pesa de por los menos cincuenta kilogramos con una sola mano, como si fuera un lápiz.

Era no improbable sino imposible. No había forma humana de que Yoongi hubiera llegado hasta mi posición en un parpadeo y aunque el maldito supiera teletransportarse, no había tampoco una explicación de cómo podía soportar todo ese peso sin estar ya con la cara roja y las venas hinchadas.

Y tampoco comprendí porque me había salvado. Con un movimiento rápido dejó las pesas en su lugar, golpeándolas contra este y obligándome a jadear de miedo.

- No te quiero hacer daño...- murmuró triste, apartándome la mirada por primera vez. Algo rojo centelleó en ella antes de alejarse de mí y pensé en lo bello que era Suga con esa expresión preocupada y tierna.

Se veía tan humano y tan hombre. Y yo seguramente debía parecer un mono estúpido con cara de no entender nada.

- ¿C-Cómo has...

- Jimin, no quiero hacer nada malo, así que te contaré mi secreto, pero tienes que estar callado y no decírselo a nadie ¿Si?

Me sentí abrumado. ¡Demonios! Necesitaba tanto saber qué era, no por las ganas de proteger a Kook o a mi mismo o por denunciar las iniquidades que Suga y V deberían estar cometiendo, sino por algo que se apartaba de mi fuerte sentido del deber. Algo que había echado raíces dentro mío mucho tiempo atrás. Deseo.

Desde que vi el aura misteriosa de Yoongi desee saber qué se ocultaba tras ella, o tras sus ojos fríos. Desde que me sorprendía por las noches deseando su piel en la mía con leves caricias, deseé saber qué había subyaciendo aquella escultura divina de carne y hueso.

- ¿Y qué pasa si hablo? Soy un bocazas.- Una gran prueba de ello fue ese mismo momento, no se me podía haber ocurrido algo peor que decir.

- Entonces te mataremos.- Sonrió, pero no bromeaba, eso estaba claro.

Tragué saliva y proferí un débil:

- Q-Quiero saberlo.

Suga se levantó, dejándome verlo desde abajo como una especie de sensual y cruel dios que me tendía la mano para alzarme a su reino. Lo tomé de la mano y usó su fuerza colosal para ponerme en pie. Nunca pude olvidar el frío y la electricidad que sentía cuando sus dedos me tocaban.

- Aquí no, hablemos en un lugar más íntimo, vamos a tu habitación.

- Aquí no, hablemos en un lugar más íntimo, vamos a tu habitación.- dijo con un tono rudo mientras echaba a andar. Inseguro levanté una ceja y me propuse seguirlo.- Oh, vamos, no me mires así ¿Que te crees que voy a hacer?

- Violarme, asesinarme, cortarme en pedazos y enlatarlos como comida para gatos.

- Los gatos no querrían comerte.

- ¿Insinúas que no estoy bueno? ¿Has visto mi cara? ¿HAS VISTO MI TRASERO?- Pregunté ofendido y bromeando a medias, ahora más aliviado que antes. Mi cuerpo ya no temblaba de terror al estar cerca de ese sujeto, aunque el miedo seguía presente.

- Sí, lo he visto.- admitió con descaro y sin cambiar en lo más mínimo su fría expresión. Yo fruncí el ceño aún más molesto que antes y el le restó importancia con un gesto de mano- Es grande y te pasas toda la clase levantándote de la silla para ver la pizarra. Tendría que estar ciego para no verlo.

- Eres un pervertido. Como te pille mirándome en clase una sola vez más te...

- ¿Te esconderás detrás de una pila de pesas para que tenga que venir yo a salvarte? No te hagas el rudo, no me hagas reír.- me interrumpió airado y con una leve sonrisa en su rostro. Mi cara se puso roja cual tomate y ya no fui capaz de seguir con el tema. ¡Siempre me dejaba en ridículo!

- Eres un borde.

- Y tu un miedoso ¿Porqué has salido corriendo así a última hora?- vi en su cara y en la forma en que apretaba su mandíbula que trataba de ahogar una carcajada. De nuevo, me había humillado a mi mismo con mi exageración de absolutamente todo.

- Pensé que me harías daño... No se que pasó en tu casa pero fue raro y casi creí que me querías matar.

- Quería.- admitió sin gran dificultad, dejándome boquiabierto- Pero fue por toda esa situación, en verdad no planeo hacerte daño. Me caes bien, solo... has sido demasiado insistente respecto a mi secreto. Por eso he decidido contártelo, cuando alguien de los tuyos comienza a acosar a uno de los míos otros se hacen preguntas y se ponen en plan dramáticos y extremistas y hay sangre y muerte y uno tiene que mudarse... Ahora lo entenderás todo. Pero que sepas que te cuento las cosas para evitar problemas, así que partir de ahora debes ser discreto.

La zozobra había vuelto a mi con esas últimas frases. Tenía la boca seca y me temblaban las manos. Ya llegábamos a nuestro destino y me estremecí con anticipación, deseoso y también temeroso de que se me revelara la tan ansiada verdad.

Saqué las llaves de mi bolsillo e intenté abrir la puerta. Intenté, porque mi cuerpo tiritaba tanto que la llave no hacía más que chocarse contra la cerradura sin ser capaz de acertar en la ranura. Sentí el aliento de Yoongi en mi nuca erizándome el vello de todo el cuerpo y de pronto su pecho contra mi hombros. Estaba detrás mío, levemente reclinado hacia mi posición. Su mano se alzó, paralela a mi brazo, y rodeó la mía con una ternura extraña. Parecía temeroso de romperme.

- Tranquilo- susurró lento. Sus labios rozaron por un segundo mi cuello y fue como si mi cuerpo ya no fuera mío. Me sentí tan poseído. Yoongi probablemente podía robarme el alma con un beso.- Después de lo que te contaré estarás alterado así que tranquilízate ahora.

Lo intenté, de veras, pero su voz ronca, su proximidad y su mano moviendo la mía con gentileza hasta hacerme abrir la puerta no ayudaban. Simplemente temblé como una gelatina hasta que se alejó de mí, dejándome respirar.

No es que no me gustara tenerlo cerca, es que me mataba.

- Siéntate- ordenó con voz serena mientras cerraba la puerta. Con llave.

Tenía miedo pero aun así todo aquel protocolo me estaba poniendo de los nervios, quería saberlo todo ya.

- Prepárate una infusión o algo, estás muy nervioso y lo que te voy a de-

- ¡Yoongi! ¡Dimelo ya! Déjate de tanto secretismo, por dios- grité exasperado mientras lo tomaba por la camisa, arrugándola en mis puños, y zarandeándolo sin conseguir el menor efecto en él.

Él se encogió de hombros y abrió la boca para dejarme todavía más estupefacto:

- Soy un vampiro.

- No, eres imbécil ¿Quieres hablarme en serio o que?

Grité cuando Yoongi, que estaba sentado a un par de palmos de mi apareció repentinamente de pie justo delante mío. Vale, eso no tenía explicación, ni tampoco su fuerza descomunal ni el hecho de que no comiera. Y si usábamos la versión de ''soy un vampiro'' todo eso cobraba sentido ¡Y además ese sería el motivo de sus repentinas huidas ante la presencia de sangre!

Pero no, no me había vuelto tan loco como para creerme semejante animalada. Aún.

Puso su mano bajo mi barbilla y me obligó a mirarlo. Su rostro hermoso y sospechosamente perfecto tenía ahora también una explicación. Una belleza que te hacía desear llorar por horas no podía ser natural.

Una evidencia más se mostró: Sus ojos oscuros comenzaron a aclararse hacia un color ladrillo desvaído que más tarde se tornó rojo incandescente. No había truco, los había visto cambiar de color gradualmente y brillar. Rojo sangre ¿Quien en el mundo tenía los ojos de ese color?

No podía ser, no...

Algo comenzó a abultar bajo sus labios y dos pequeñas puntas pálidas sobresalieron. Corrió la cortina de sus labios, sonriendo, y mostrando dos enorme y bruñidos colmillos. Ojos rojos y caninos afilados. Piel pálida y fría como el hielo. Asesinatos y fuertes reacciones a la sangre. No podía ser. Pero era, lo era.

- Aléjate...- murmuré con un hilillo de voz y sintiendo el calor abandonar mi cuerpo. Las manos se me helaron y comenzaron a sudar incómodamente, mis ojos no eran capaces de despegarse del suelo.

Necesitaba respirar. Respirar y que todo estuviera bien. Y que no hubiese un vampiro real en mi jodida habitación.

Él retrocedió un par de pasos, pero no parecía enfadado o consternado, supongo que fue capaz de comprender la tremenda impresión que acababa de causar en mi.

- Tú... tú de verdad eres... Oh, Dios mío... - escondí mi cara entre mis manos cuando noté que se sentó a mi lado de nuevo. No podía pedirle de nuevo que se alejara, algo en él me atraía, me hacía querer beber más y más de la fuente del conocimiento.

No solo quería saber sobre vampiros, también quería saber sobre él. Pero hablar de un ser así implicaba asuntos mayores y aquella idea me podía.

Me puso una mano en la espalda y me sobresalté. Lo miré al rostro con el mio colmado de temor y pensé que era tan bello y aterrador que quería gritar.

- No temas, no voy a hacerte daño mientras guardes mi secreto. Pregunta lo que quieras.

- ¿Kook y V, ellos...

- V es el vampiro que me transformó. Se llama Tae en verdad, pero bueno, V de Vampiro, le queda mejor, es todo lo que él es ahora... Y sobre Kook, no te preocupes. Ahora no le haremos daño, es el protegido de Tae, es extraño pero le quiere a su modo.

- ¿C-Cómo sabía Kook lo vuestro?- Yoongi me miró y soltó una leve risa que no me gustó para nada. Su mano en mi espalda comenzó a describir un suave y mántrico movimiento circular, relajándome.

Me sentí algo más cómodo.

- Él vivió en una casa unos años después de la muerte de su abuela, antes de entrar a la universidad. Yo, para aquel entonces, era un recién convertido y necesité un proceso de dos años antes de poder reintegrarme en la sociedad humana. Yo y Tae nos mudamos a nuestra actual casa y Kook era nuestro vecino de enfrente. Durante un año se mostró curioso y preocupado como tú, pero con más razones. Fui muy descuidado por mi inexperiencia y un día él vio lo que éramos. No podíamos matarle, ya había mucho caos a nuestro alrededor y algo tan sospechoso nos habría metido en aprietos así que... Pasó un año siendo nuestra presa. Así nos aseguramos de tener sangre siempre y de que no hablara. No fuimos excesivamente crueles con él, al fin y al cabo era solo pobre chico asustado, pero ya puedes imaginarte lo que supuso para él. Por eso cuando me vio estaba tan asustado.

Mi mano derecha se dirigió a mi cuello y lo acaricié instintivamente al imaginar lo que Kook había tenido que vivir durante un año entero. Mordiscos profundos. Esa idea me hacía querer esconderme bajo las cobijas cual chiquillo asustado. Kook había sido cómplice de los vampiros todo este tiempo, y no le culpaba. Solo pensar en su situación hacía acudir lágrimas a mis ojos. Ahí decidí que la próxima vez que lo viera lo abrazaría tan fuerte como mis brazos pudieran.

- ¿Pero porqué está ahora él de vuestro lado después de todo eso?

- Tae y Kook tenían una relación algo extraña antes, durante ese año para mi fue solo un chico al que podía morder cuando quisiera, pero las cosas entre V y él eran extrañas. Después de ese tiempo V se alejó de él y pensé que todo quedaría en nada, pero ahora que han vuelto a encontrarse supongo que las cosas han ido más lejos. V es extraño, pero quiere a Kook.

- Oh...- dije extrañado. Toda aquella situación e historia previa me parecían de lo más rebuscadas y confusas posibles. Y saber que yo estaba ahora en medio de todo eso me hacía sentir mareado.- No te quemas al sol...- murmuré pensativo, con recuerdos de películas de vampiros que ni sabía que había visto bombardeándome la cabeza.

-Ni me asquean los ajos, ni duermo en un ataúd. Además me reflejo en los espejos. Todos los mitos de vampiros son falsos, solo hay una cosa cierta: No envejecemos y para vivir necesitamos sangre humana. Lo de las estacas también es una farsa. Solo morimos si hay daños irreversibles en el cerebro.- de todo aquel cúmulo de cosas interesantísimas que Suga me relataba, mi mente se detuvo en la parte de la sangre. De todo aquel mundo de fantasía en el que ahora me metía, aquello era lo que más escabroso me resultaba.

Simplemente no estaba en mi paradigma esa idea tan sencilla de ''Matar para vivir''. Suga era un buen chico ¿Entonces cómo podía morder a las personas? ¿Cómo podía tener víctimas? Era atractivo, inteligente, gentil. Perfecto pero ¿A qué precio? Y no era el pago de este sino una antítesis de lo que le otorgaba.

Macabro era el único concepto con el que podía englobar esas ideas.

- ¿V-Vosotros matáis?

- Sí.- respondió seco, comprendiendo la gravedad de mi pregunta. No había perturbación en sus ojos, para él aquello no era la gran cosa, pero sin embargo yo era incapaz de concebir algo así.

Un asesino, estaba hablando con un jodido asesino.

- Minnie, si no hablas todo estará bien. No quiero matarte.- aseguró con voz dulce. Voz dulce como la miel en los labios de un asesino que con ellos había besado y matado.

- ¡Vete!- grité tapándome las orejas. No quería escuchar más. No quería ver más esa cruda verdad- ¡Vete, vete!- chillé de nuevo, horrorizado.

Seguí gritándolo incluso cuando él ya había dejado la estancia, pues sus palabras no me abandonarían jamás.

Pasé una semana mala, malísima. Para empezar, las clases me iban fatal pues al estar sentado al fondo de la clase no veía nada y apenas oía las mortecinas palabras del profesor. Por eso los asientos del final estaban vacíos siempre y por eso yo había decidido cambiar mi anterior lugar privilegiado por ese, para estar alejado de todo. Y de todos. De Suga en particular.

Con Kook apenas hablaba y eso me entristecía, las cosas se habían vuelto tensas y apenas coincidíamos, como mucho intercambiábamos un par de oraciones banales y vacías antes de irnos a dormir o durante la cena.

Con Yoongi era diferente: Lo sentía todo el rato siguiéndome, mirándome, acechándome, y yo solo quería escapar de él. Cuando más lejos lo tuviera, mejor. No me causaba odio, ni repulsa, pero debería y ahí residía el problema ¡Me hacía sentir muy confuso! Además ese interés por él, esa predilección a él que estaba en mi seguía latente y temía que su presencia la detonase como una bomba de atracción. Podía ser peligroso y aún no estaba seguro de querer implicarme demasiado en todo aquello, o de si podría siquiera soportarlo.

Durante la extensa y homogénea explicación del profesor me llegó un mensaje y rápidamente corrí a desactivar la vibración del móvil con tal de no interrumpir la lección. De todos modos llamé la atención de mis compañeros más cercanos y al ver sus rostros molestos vueltos hacia mí enrojecí de vergüenza e impotencia.

Miré la pantalla queriendo saber quien era el maldito que me molestaba en medio de clase y vi el nombre de Yoongi. Gemí bajito por la impresión y, de soslayo, lo vi girarse hacia mí. No pude verlo tan bien, pero estoy seguro de que sonreía.

''¿Porque me evitas?''

Porque. Había tantos porqués que no sabía ni por donde empezar, pero ni todos ellos podían apenas vencer mis ganas de acercarme al misterioso muchacho y hablarle. No sabía si era por las hormonas, el no dormir bien o por estar rodeado de chupasangres, pero mi cabeza estaba llena de preguntas sin respuesta, cabos sueltos y dudas extrañas.

Necesitaba despejarme.

Como no me estaba enterando de la clase pensé que no me perjudicaría más perderme la que quedaba así que salí para ir al baño y lavarme la cara con agua fría. 

Mis manos frotaron mi rostro refrescándolo, cerré los ojos mientras el grifo escupía aquella agua fresca que tanto necesitaba y después me erguí de nuevo para mirarme en el espejo y preguntarme que me estaba sucediendo.

Grité al ver a Yoongi reflejado tras de mí y me giré bruscamente.

- ¿Vas a evitarme ahora también, eh?- preguntó de mala gana. Miré a los lados, el lugar estaba vacío y él había cerrado la puerta que daba a la salida. Tuve miedo- ¿Porque lo haces?

- No tengo porqué responderte...- musité pasando por su lado, con intención de marcharme.

Mis dedos apenas tocaron el pomo cuando sentí sus manos en mi cintura, agarrándome con fuerza y volteándome para empujarme contra la puerta y mantenerla cerrada.

Mi espalda se quejó por estar contra la dura madera, pero al sentir aquellas manos divinas apretando en mis costados de forma dominante, nada más importó en el mundo. Era una sensación tan extraña que solo pude pensar en ella durante los primeros segundos. Era algo empequeñecedor, sus manos fuertes te dejaban inerme pero a la vez eran firmes y eso daba cierta tranquilidad. Era antitético, como todo lo que sentía por Suga, quizá por eso pensé que me volvería loco.

- Vas a responder...

- ¿Que más te da? Me contaste tu secreto únicamente para que dejara de insistir ¿No? Pues lo has conseguido. No hablaré, así que aléjate de mi.- Como ácido. Las palabras quemaban tanto, dejaron un gusto acre en mi paladar y en mi corazón.

Yo no pensaba eso, yo no sentía eso ¿Porque mi lengua era el verdugo de una sentencia falsa? Estaba estresado, asustado y confuso, pero nada excusaba mis hirientes palabras y lo supe cuando vi la decepción y tristeza en la cara de Suga.

Quizá su expresión era impasible, pero yo podía verlo en sus ojos, en sus gestos y en sus suspiros. Le había hecho daño.

- Me gustas Jimin, pensé que cuando ya no estuviera ese secretismo de por medio podría conocerte mejor y me había hecho ilusiones. Ya te lo dije, me pareces curioso. Pero yo no soy como tu, yo no insistiré.

- Esp- se había esfumado, como siempre. Cada vez que hacía eso en mi rango de visión me mareaba. Se marchaba tan rápido que mi cabeza no era capaz de procesarlo y me castigaba con un profundo vértigo.

Si Yoongi supiera cuánto correspondía yo sus palabras no se habría ido ese día en el baño. Y si yo no fuera un gilipollas él lo habría sabido.

Pero cada cual es como es.

- ¡Jimin! ¿Qué sucede?- traté de tapar mi rostro con las manos cuando Kook entró en la habitación, pero poco importaba si mis sollozos se filtraban entre mis dedos y mis lágrimas rodaban hasta mi mentón para caer como lluvia sobre las sábanas.

Ya daba igual, no me oculté y dejé que viera mi desvaído y triste rostro junto a mis enrojecidos ojos. Hizo una terrible mueca de disgusto al verme y rápidamente se sentó a mi lado y me abrazó realmente fuerte.

- Minnie, te echo de menos... No se que sucede pero puedes contármelo. Estaré ahí...

- Todo Kook, todo sucede... - lloriqueé notando sus manos deslizarse suave entre las hebras de mi pelo anaranjado. Ese toque amistoso y lento logró calmarme en gran parte y me sentí en suficiente confianza como para apoyar mi rostro en su hombro ancho.

Yo también le había echado de menos y ahora notaba cuán bien me hacía tenerlo cerca, de nuevo en mi corazón y en mi vida.

- Suga me dijo que te contó las cosas... ¿Es por eso que estás así?

- Sí... Yo no se como lidiar con todo esto. Me gusta Yoongi pero por otro lado no se si estoy preparado para acercarme tanto a lo que es.- confesé sintiéndome liberado. El dolor seguía fustigándome, pero soltar todos mis pensamientos de mierda me aliviaba notoriamente.

- Nadie estará nunca preparado como para estar con un vampiro, son tan extraños... Pero si quieres algo debes ser capaz de arriesgarte.

- No se si vale la pena ¿Y si Suga solo me hace daño? ¿Y si solo me ve como comida o algo así?- pregunté tirándome del pelo. Él me sonrió con una dulzura maternal y me acarició el cabello como si fuera un pequeño niño.

- Claro que te hará daño, es un vampiro, es inevitable, pero no es solo dolor lo que traen. Suga es frío, temible y no tiene demasiado escrúpulos y a pesar de ello es un ángel al lado de Tae, pero te puedo asegurar que no son malos. Pero están por encima de nosotros y eso algo que no se puede ignorar y ellos no pueden ignorar su instinto. Tienen una vida muy dura, el vampirismo es una maldición en el fondo y ellos son quienes más la sufren, creeme.

<<¿Que si nos ven como comida? Obviamente, pero ellos no lo deciden así. Sucede del mismo modo en que tu los ves como depredadores, aunque no sepas que lo son, pero así como tu puedes ignorar eso y arriesgarte al acercarte a ellos, ellos pueden hacer lo mismo.

Si te gusta Yoongi y te gusta de verdad, ves a por él, pero te advierto: no todo son rosas.

No me dolió escuchar aquello, supongo porque muy en el fondo yo ya lo sabía, sino que aquellas palabras me sirvieron como una especie de confirmación de una decisión que me llevó toda la tarde tomar. Me sentí seguro.

- Gracias Kook, eres el mejor... No te cambiaría por nada excepto por comida.- le dije con media sonrisa mientras volvía a abrazarle.

- Bueno, supongo que eso es bonito.- rió apachurrándome contra él.

- Kookie, tú... Tú y Tae... ¿Como son las cosas?

- Es una relación extraña. Pero se que en el fondo me ama, las cosas son difíciles para él. Los sentimientos humanos se le han ''enfriado'' ya, es muy viejo, pero de todos modos sé lo que siento por él y viceversa.

- ¿Te muerde? Me refiero, después de lo de aquel año- susurré, temiendo meterme en un terreno sensible para Kook, pero por suerte él trataba de responder con la mayor naturalidad posible.

- Solo a veces, pero puedo aguantar. No diré que me acostumbré, porque mentiría, pero... por él puedo soportar.

- ¿Y Suga, también lo hace?

- Suga tiene los ojos demasiado puestos en ti como para pensar en mi sangre- la frase brotó de sus labios sin vergüenza alguna y tan pronto como la escuché me sonrojé violentamente- Oh, a veces puedes llegar a ser mono- se burló Kook al ver mi cara.

- Solo cuando no estás tú para contagiarme la fealdad

Y esa, amigos, fue la frase que desencadenó la segunda gran guerra de las cosquillas.

- ¿Quien coño e- Suga cerró la boca al abrir la puerta y verme. Supuse que estaría durmiendo a esas horas del día al verlo tan despeinado y soñoliento.

Ropa holgada que caía por su cuerpo, marcando el contorno de grandes músculos. Hebras de cabello ondeando por su rostro, dándole a su belleza un toque salvaje e indomable.

- Jimin...- susurró al verme, totalmente estupefacto. Su humor de perros pareció mejorar en solo una milésima de segundo.

- Iba a pensar en una excusa para venir a verte y lo hice, pero se me ha olvidado la excusa.- confesé de forma pueril y con los mofletes colorados. No se me daba bien mentir, pero decir la verdad a veces era un sacrilégio- Lo siento por lo del otro día. Y también quiero conocerte...

Sus ojos se tornaron color vino de repente y pronto eran de un rojo chillón y luminoso que me asustó.

- Perdón- se excusó, aún siendo incapaz de cambiar monstruoso aspecto- no lo controlo bien a veces.

- ¿Porque sucede?- le pregunté yo entrando a su casa, aún con cierta desconfianza y con el temible brillar rojo de sus orbes asustándome.

- Se ponen así por las emociones fuertes.- Mi corazón dio un vuelco al escuchar eso y aunque mis ojos no fueran capaces de ponerse rojos cuando sentía mariposas en el estómago, mis mejillas sí podían hacer eso.

- Ves a mi habitación, avisaré a Tae de que estás aquí.

- ¿Para que?- cuestioné recordando que las veces anteriores no había hecho falta alertar al otro vampiro. Sinceramente no quería tener que saludarlo. Él sí me provocaba un profundo rechazo.

- Desde que sabe que te conté esto él no está muy feliz contigo. Si estás aquí sin avisar podría enfadarse repentinamente y no me apetece tener problemas.

Tragué saliva por sus frías palabras y mientras él iba en dirección contraria yo fui a su cuarto.

Me senté en la cama y respiré hondo, quería sosegarme y pasar un rato agradable con Suga. Quería tener tiempo suficiente como para preguntarle todo lo que la última vez yo no le había dejado explicarme.

- Ah, ya está. - dijo Suga sentándose a mi lado en la cama, prácticamente apareciendo de la nada en medio de la habitación.- Es bueno que hayas venido a disculparte. Estaba algo enfadado y creo que no habría podido contenerme la próxima vez que te viera.

- ¿Eso es una amenaza?

- No, ya no.- rectificó el otro con tono serio. Me asustaba pensar que hablaba con tanta naturalidad de hacerme daño, aunque fuera poco.

- No quería enfadarte...- miré sus ojos de bestia y no pude ver misericordia en ellos, solo hambre y ansia. Prefería verle cuando estaba normal, cuando tenía el iris marrón y lleno de humanidad.

- No estaba enfadado solo por eso- aclaró en un tono ronco y sombrío.

- ¿Entonces por que más?

- Tengo hambre, todo el maldito día. Me alimento con normalidad y no me puedo exceder porque sino hay problemas, pero el hambre me mata. Es tu culpa, que lo sepas.

- ¿M-Mi culpa?

- Tengo ganas de comerte.- Dejé de respirar en ese jodido momento.

¿Cómo podía Suga decir algo malditamente así y seguir serio y tranquilo? Me desesperaba.

Esas malditas palabras y su evidente doble sentido hicieron que toda mi piel ardiera como lava. Chispas en mi interior me mandaban a decirle a Suga que me diera una probada, pero como era obvio, el miedo a ser tomado de forma literal y la timidez pudieron conmigo.

- Y-Yo tengo ganas de comerme una pizza- dije para eliminar la tensión en el ambiente.

- Repugnante- rebuznó el otro, saliéndose por completo del marco erótico que su anterior intervención había creado.- Bueno, quizá si fuera humano no me daría asco, pero ahora eso me resulta repulsivo.

- Eres humano- aseveré yo. Su cara de incredulidad no tenía precio.- Me refiero, eres una persona y lo serás siempre, quizá mucho más completa y experimentada de lo que ningún mortal será jamás. El ser persona, para mi, es la esencia de lo humano, y no su cuerpo. Tu única diferencia con un hombre normal es tu organismo, no tu mente o tu alma o como quieras llamarlo, así que eres humano.

- Seré humano eternamente- se burló- Menuda condena entonces. Aunque, no siempre soy una persona. El instinto es tan fuerte a veces...

- Igual que en los humanos, el instinto e-

- No. No lo entiendes. La sed de sangre no tiene comparación con nada. Opaca la personalidad, el yo, y todo. Soy humano ahora, mientras hablo contigo, soy humano cuando sufro y cuando río, pero no cuando tengo hambre de verdad. Soy humano mientras no exterorioze lo que realmente soy. Así que no soy humano realmente, solo lo finjo, supongo.

- Lo dudo mucho- dije con tono amable, queriendo agasajarlo al ver el tono melancólico en sus palabras.

- Ojalá fuera humano. No como tú o como los demás, con vidas finitas, sino como ahora. Ojalá siguiera siendo una persona, temo dejar eso de lado.- Puse una de mis manos en su hombro y moví el pulgar, acariciando. Deseaba reconfortarlo y que su alma rota y fría se fundiera en el calor de mis manos para formar una nueva y llena de una maravillosa pulsión de vida.

- No estaría teniendo esta conversación con alguien que no es humano.

Me sonrió mostrando los grandes colmillos que le acababan de brotar de su perfecta dentadura. Eran afilados y daban miedo, pero aún así era la sonrisa más linda que había visto nunca.

Yo le sonreí de vuelta, esperando ser tan deslumbrante y hermoso como él, aunque sabía que jamás le llegaría a los talones, y sin embargo sus ojos centellearon al verme sonreír, como si mi belleza fuera acaso equiparable a la suya.

Hablamos con calma durante un rato más, divagando sobre el tema, contándonos nuestras teorías sobre el ser humano y discutiéndolas sin llegar a un fin mayor que el de pasarlo bien juntos.

Para cuando me quise dar cuenta había anochecido aunque eso no me preocupó demasiado pues al día siguiente no había clases.

- El último tren pasará a las once, debería irme.- dije levantándome algo bruscamente de su cama al ver la hora.

Él se interpuso en mi camino y me paralizó con su seductora mirada de felino. Se relamió los labios lentamente y pude apreciar la rosada y larga lengua humedecerlos y repasar con carisma y cuidado los afilados colmillos.

- Puedes quedarte a dormir- sugirió sin mostrar emoción alguna, como de costumbre.

- Oh, bueno...- dije lleno de una ilusión que trate de encubrir y de un nerviosismo que se hacía presente en la vacilación de mis palabras- Tendría que cenar algo, me muero de hambre.

El hombre frente a mí siguió serio e inmutable mientras se acercaba a pequeños pasos a mi cuerpo, que tras retroceder a penas dos pisadas ya se hallaba entre la pared y Yoongi.

- Yo también...- musitó con voz ronca estirando levemente una de sus comisuras en lo que pretendía ser media sonrisa, aunque de todos modos lucía serio y ecuánime, cosa que me aterraba.

Me asusté por el significado de lo que decía. Sentí que sería devorado cuando puso sus manos apoyadas en la pared, a los lados de mi cuerpo y se inclinó hacia mi cuello. Su nariz pasó por encima de mi dermis, acariciando la piel mientras inspiraba fuerte causándome una sensación de hormigueo por la curvatura de mi cuello.

Estaba en un extraño lugar entre el maldito cielo y el infierno con Yoongi olisqueándome de forma provocadora pero cuidadosamente dulce a la par que seguramente deseaba arrancarme la yugular a bocados.

Dejó un pequeño beso en mi cuello y sentir sus tiernos y tibios labios sobre mi piel me hizo suspirar. Eran tan suaves y carnosos... Pese a aquel deleitoso beso yo seguía temblando de pavor y él, efectivamente, lo notó.

- ¿Acaso piensas que te voy a comer?- preguntó entonces burlándose de mí.

- Sabiendo lo mucho que quieres, no lo dudaría- me atreví a contestar, seductor, pero por culpa de los nervios la voz me salió temblorosa y Suga solo rió enternecido.

Más tarde pedí una pizza y la comí solo en la cocina pues Suga alegaba sentirse profundamente asqueado por el hedor de la comida y la imagen de alguien consumiéndola. En un inicio me sentí escéptico cuando le escuché decir eso. Cuando, desde el paradigma humano (y glotón, como es mi caso), alguien te dice que las hamburguesas y las patatas fritas con salsa le dan arcadas, eso suena casi irónico. Pero solo tuve que hacer un cambio de planos e imaginarme a mi viéndolo a él alimentarse para comprender el asco que Suga debía sentir (si es que para él una pizza con queso equivalía a un asesinato).

Mientras cenaba Tae entró en la cocina con el único propósito de quedarse en una esquina mirándome fatal (¿Que otra cosa sino iba a hacer un vampiro en la cocina?).

- No te conozco, pero Kook dice que podemos confiar en ti. Suga igual.- no habló tranquilizadoramente, sinó que torcía su boca con desagrado tan pronto como de ella salían sus palabras- Tendremos muchos problemas si hablas.

- No hablaré. -Dije seco y comiendo más rápido, solo quería alejarme de ese tipejo amenazante.

- Espero que no. Me gusta Kook, no quiero tener que hacerle daño para que tu aprendas la lección.- No podía creer sus palabras. Iba a levantarme para amenazarle de muerte (o de doble muerte, si eso existía, pues él ya no estaba vivo) como le tocara un solo pelo a mi amigo, pero ya no se encontraba presente.

No estaba seguro de que clase de persona era Tae, pero si amaba a Kook no lo acababa de demostrar y deseé que mi amigo se alejara ulteriormente de él.

Volví a la habitación para encontrarme a Suga en la cama, envuelto en mantas, esperándome. Me acerqué con pasos lentos y tragué saliva. La idea de compartir una cama individual con él se me hacía tan tentadora como peligrosa y no sabía como reaccionar a ello.

Suga al menos parecía sensato y tranquilo. Aunque hubiera declarado que yo le gustaba los acercamientos eran mínimos y agradecí cautela; no deseaba despertar su instinto.

Lentamente me adentré en la montaña de cobijas que me había preparado y cuando la luz se apagó me sentí calentito y soñoliento. La cama, ahora que estaba acostado en ella, era más grande de lo que parecía y de hecho no había necesidad de que yo tocase a Suga para dormir. Eso me hacía sentir menos inquieto pero ciertamente desesperado.

Sentí la nariz de Yoongi en la coronilla de mi cabeza, olisqueando como un animal curioso. Entre las hebras de mi pelo la sensación débil de aquel contacto se intensificó haciéndome estremecer.

- Hueles bien- susurró junto a un pequeño ruido ronco de gusto. Me hervía la sangre de solo sentir su habla tan varonil adormecida por el sueño. Sonaba viril pero tranquilo, una mezcla tan extraña como reconfortante.

Después de aquel futil contacto él se removió en su lugar y noté su brazo ceñirse a mí cintura. Pronto me atrajo hacia él con aquella fuerza suya tan descomunal y que me hacía sentir impotente.

Apoyó su pecho y abdomen contra mi espalda y sentí sus tonificados y marcados músculos contraerse y relajarse. Doblé mis piernas ocupando menos y dejándome abrazar por aquella bestia de cara de ángel y sentí cómo a medida que el sueño lo invadía su enorme mano perdía fuerza y quedaba simplemente reposando sobre mi piel como un manto más, uno que en vez de darme calor me lo robaba.

Nunca antes había caído tan rápido en un sueño tan profundo. Y es que lo estaba viviendo antes de quedarme dormido.

- ¡AAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH!- grité como nunca antes al levantarme de mi tan plácido sueño y ver delante mío a un Suga con los ojos como cerezas, los colmillos sobresaliendo de sus carnosos labios y sangre chorreándole desde la boc hasta el mentón.

- ¡AAAAAAAAHHHH!- Gritó él saltando hacia atrás al verse sorprendido por mi inesperada reacción.- ¿¡Imbécil porque gritas!?

- ¡¿IMBÉCIL PORQUE ME DESPIERTAS MIRÁNDOME FIJAMENTE COMO UN VIOLADOR CUBIERTO DE MALDITA SANGRE?!- Respondí yo saliendo de la cama de un brinco para apuntarlo con el dedo acusadoramente y exigirle de inmediato una explicación.

- Ahg, la sangre es de Tae, no pasa nada. Eres una reina del drama.- soltó fastidiado y con cara de pocos amigos.

- ¿Has mordido a tu creador?

- Me ha dado un ataque de hambre esta madrugada y como es muy arriesgado cazar sin un plan Tae me ha dado de su sangre. No sirve como alimento real pero produce una especie de efecto de saciedad.- Suga pasó la lengua por su labios arrastrando pequeñas gotas hacia ella, moviendo la sinhueso de una forma seductora que humedeció aquellos labios pálidos tan deleitosos.- Ha sido arriesgado dormir contigo. Supongo que por eso me he puesto así.

- ¿Por mi sangre?- pregunté inocentemente. Asintió.

Ahora que era plenamente consciente de que aquel líquido carmesí que caía por sus comisuras no era producto de un homicidio, me dediqué a analizar la imagen que tenía frente a mí y descubrí, para mi horror y deleite, que con ese matiz color vino Yoongi parecía más salvaje y mucho más sensual.

Había algo que desde su más profunda animalidad, me atraía. No solo me gustaba su personalidad y su aspecto, además de que me intrigaba lo que era, sino que existía algo más. Una fuerza mística y superior a mi que me hacía desear verlo tan de cerca que él pudiera morderme si así lo deseaba. Ese instinto, esa pulsión curiosa, era inherente de mi, pero con Yoongi alcanzaba su máximo exponente y a su vez también se manifestaba débilmente cerca de Tae.

La atracción vampírica era algo muy real, casi palpable.

-Ah... La sangre de vampiro sabe tan mal...- se quejó haciendo una mueca extraña- Aunque bueno, todos la probamos alguna vez.

- ¿Y eso?

- Siempre viajamos en grupos o parejas. Es mejor así para controlarnos y no matar demasiado. Si nuestras actividades de caza llaman la atención de las autoridades humanas el Consejo de Orden y Discreción actúa y eso no es precisamente bueno.

- ¿El consejo de... que?- ladeé la cabeza confundido. Los últimos días, aunque disfrutara mis actuales charlas con Suga, estaba recibiendo tantísima información que no sabía cómo procesarla. No era capaz de aprenderme la diferencia entre un modus ponens y un modus tollens ¿Como leches iba a convertirme en un experto de los vampiros del día a la mañana?

- Es un organismo fundado por vampiros. Su creación fue paralela al surgimiento de la especie así que sus integrantes son de los más viejos y poderosos. Su líder es el vampiro más viejo que queda, puesto que los primeros ya murieron. Lo que hace esa organización es mantenernos en secreto. Tienen una especie de ejército sobrenatural que extermina a los vampiros que destacan demasiado. Por eso muchos nos alimentamos de otros compañeros en situaciones de emergencia.

- Vaya... Incluso las situación política de unas sanguijuelas es más estable que la de este país- reí. Suga negó con la cabeza y después de una leve risa se puso serio de nuevo.

- ¿Entiendes lo que significa lo que te he contado, verdad? Lo que significa.... para ti.

- ¿Para mi?- pregunté asustado al ver la forma lenta y preocupada en que había añadido esa última parte.

- Si el consejo falla y algún humano descubre lo que somos, lo eliminan brutalmente. Por eso, nadie debe saber que tu sabes lo que soy. Kook disimula bien, dentro de lo que cabe, pero tu...- algo en mi se contrajo al escuchar eso. Pensar en un ejército colmilludo dispuesto a darme muerte me hacía sentir pequeñito.

- Nadie lo sabrá ¡Te lo prometo! ¡Promesa de meñique!- Yoongi claramente no entendió a lo que me refería así que simplemente puso una cara extraña y asintió.

Daba miedo saber que el conocimiento podía matarte. Pero las grandes armas tenían grandes precios.

- Jimin, sabes, yo solo tengo dos años como vampiro y es-

- ¡Ah! ¡Que mono, eres como un bebé!-Me acuerdo que en ese momento grité realmente agudo e imaginándome a un pequeño y aún así serio Suga deseé pellizcar sus mejillas.

- Un bebé te va a asesinar como no te calles- advirtió matándome con la mirada. Cuando los almendrados ojos de Suga se entrecerraban casi imperceptiblemente y brillaban de ira se volvían tan hermosos que incluso parecía que doliera mirarlos- A lo que me refiero es que no tengo mucho control sobre mi vampirismo y no quiero llamar la atención de los de arriba, así que necesitaré tu ayuda para pasar desapercibido.-Accedí automáticamente, aunque no sabía de qué iba la cosa.

Quizá me arrepentiría después, pero si era por YoonGi valía la pena.

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