Capítulo 6: todos los muertos vivieron una vez

 El domingo por la noche dormí mal si es que llegué a dormir. Todo por culpa del maldito Kook, que había comprado un cactus nuevo con el que, claramente, me había tropezado haciéndome menudas y dolorosas heridas; aunque el motivo principal de mi insomnio fue otra cosa. Ya lo había hablado con Kook el Domingo por la tarde y me había dicho que él a veces se sentía igual pero que sus sentimientos eran muy claros y le dirigían en una sola y muy marcada dirección.

Los míos, quiero pensar, también lo eran, pero de todos modos una pregunta muy grande me rondaba la cabeza dando pábulo a mi dilema. ¿A cuánta gente salvaría si contaba el secreto de Yoongi a las autoridades? La cifra en sí daba igual; era obvio que cuanto más grande fuera mayor mi malestar era, pero mientras fuese, al menos, una única persona, la respuesta me causaría remordimientos de por vida.

No es como si me plantearía delatar al vampiro, no lo haría por nada del mundo. Pero aunque ya había tomado mi decisión las consecuencias morales conseguían hacer estragos en mi. Me sentí un asesino

No un cómplice, ni un testigo ni algo así. Un asesino en todo el sentido de la palabra.

Quien calla, otorga, dicen; pues mi silencio mataba.

No lo superaría jamás. Esa culpa no abandonaría mi cuerpo y yo lo tenía asumido, me preparaba para soportar ese peso a mis hombros porque el camino ya lo había escogido tiempo atrás.

-¿Vas a comerte eso?

- Jimin, literalmente hace dos segundos que acabo de pagar por ello, claro que me lo voy a comer.

- Eso, mantenme desnutrido.

- Llevas dos porciones grandes. No pienso dejar que me robes la comida, otra vez.- JungKook tomó su plato y lentamente lo alejó de mí mientras me miraba con desconfianza.

- ¡Pero tengo que crecer!- rechisté, con la boca llena de migajas.

- Pues como te crezca el trasero necesitarás dos sillas- rió bajito, esperándose un golpe que llegó de mi parte a los pocos segundos.

- Envidioso…-murmuré comenzando a comer mientras lo miraba de reojo tratando de parecer amenazante.- ¿Que clase toca ahora?

- Agh, historia otra vez… Si tanto le gusta al profesor hablar de gente que se ha muerto que se vaya con ellos… Por Dios, que horror de clase. Además hoy tengo que tomar apuntes para Yoongi.- se quejó Kookie mientras masticaba un trozo de lechuga con más furia de la necesaria.

- ¿No viene?- él negó suavemente y mi intriga comenzó a crecer- ¿Que le sucede?

- Es el hambre. Él y Tae están alimentándose muy poco porque sino comenzarán a llamar la atención, además hace poco pasó un grupo por aquí… ya no están cerca pero eran muy agresivos y dejaron a las autoridades muy alertadas.

-Oh…- me sentí algo afectado al escuchar eso y también culpable por haber aumentado el apetito de Suga al estar cerca suyo el fin de semana. Me dolía imaginarlo famélico y flaqueando- ¿Y que van a hacer?

- No lo sé. Tae tiene mucho aguante y aún así bebe de mi, pero Suga está realmente mal.- me informó con cierta preocupación. Para Kook Suga no era nadie especial, así que verlo consternado por su estado era algo que requería inmediata atención. El pobre vampiro debía encontrarse realmente horrible.

- ¿Y Suga no tiene a nadie que le de sangre como tú a V?- Kook negó pegando un sorbo a su batido y me miró con compasión. Supongo que al verme con el ceño fruncido y mordiéndome los labios ya se figuraría que era lo que yo me estaba planteando- ¿Cómo se siente cu-cuanto te muerden?

- ¿De verdad quieres una respuesta? No va a ser bonita- dijo en tono serio- será tan fea como tu cara.

- Entonces será hermosa- le seguí la broma, riendo suavemente junto a él- Dímelo.- pedí con tono cansado. Ya estaba algo asustado por todo así que un poco más de historias de miedo no me podría hacer estar peor.

- Es como si te cazaran. Ellos son muy fuertes y cuando comen se ponen ansiosos. Te sientes impotente porque duele mucho y aunque tengan cuidado piensas que morirás. Además… Suga… él muerde muy duro y es cruel…- Se pasó la mano por el cuello, frotándolo compulsivamente tal y como si tratara de deshacerse de una sensación que aún se mantenía pegada en su dermis.

Recordé entonces que durante aquel plazo de un año del que YoonGi me había hablado, Kook también había sido su presa. Algo en la imagen de Kookie siendo mordido por ese vampiro en específico me causaba mucho malestar y, sin entenderlo, sentía ira contra Kook aunque el pobre solo hubiese sido una víctima. Me sentí desconcertado por aquellos sentimientos encontrados pero lo dejé pasar.

- Creo que… le diré a Suga que él también puede morderme- confesé tras deliberarlo unos segundos. La idea me horrorizaba, me quitaba el sueño y parecía ser una pesadilla, pero Suga lo necesitaba.

Me necesitaba.

- Jimin, respeto eso pero aún no sabes nada. Yo llevo unos años conociendo de la existencia de los vampiros y aún me es ese un mundo desconocido… Por eso, te advierto que no es tan sencillo. Hay un riesgo que asumir ¿Entiendes lo que digo?

- Por supuesto.- Por supuesto que malditamente no, quería decir en ese momento. Pensé que simplemente se refería a lo básico y no por ello baladí: El peligro de muerte.

Pero había mas cosas que a uno le podían pasar si miraba largo rato al abismo. Ya sabéis lo que dicen, ¿No? Que cuando lo haces él también te mira a ti. En mi caso lo hacía con unos ojos almendra en los caía cada vez más y más.

-¿Estás seguro de esto?- la voz de Suga era alta, clara y contundente, pero no la escuché sino como un eco ulterior a su pronunciación.

Me hallaba tan ensimismado y preocupado que apenas podía atender a lo que me decía. Mis manos se sacudían con terror y todo mi cuerpo temblaba de una forma que era incapaz de controlar. Me sentía débil, a punto de desvanecerme.

- S-Si.- logré responder con apenas un hilillo de voz. No pude mirar a Suga a los ojos cuando acepté, estaban rojos y me aterraba demasiado.

- No sabes lo que me pides.- respondió con saña mientras se inclinaba un poco hacia mi. Yo estaba apoyado contra la puerta de su habitación y él miraba mis labios y mi cuello salteadamente mientras hablaba.

No importaba que se mostrarse reacio a la idea, sus colmillos estaban fuera. El cuerpo de YoonGi ya había tomado una decisión.

- Sí lo sé- aseveré poco convencido de mis palabras. Él tomó el cuello abierto de mi camiseta y lo hizo a un lado, descubriendo más de mi piel, en concreto mi clavícula.

Vio el hueso marcado y aunque no sonrió sus ojos brillaron y pasó un dedo por encima, acariciándolo gustosamente.

- No- musitó- no lo sabes.- se burló negando con la cabeza a la par que una mirada dolida y deseosa escrutaba el recorrido de la yugular.

- ¡Que sí lo sé!- reprendí infantilmente.- ¿Por qué no simplemente lo haces de una vez? ¿Tengo que seducirte como en las películas o que?-bufé mirando a un lado. Volví mis ojos a su rostro y me apalizé mentalmente al ver como se iluminaba.

Sí, le había dado una idea.

- Hazlo.- Sonrió durante una milésima de segundo antes de alejarse de mí unos pasos hasta que la distancia que nos separó fue ridícula.

Vi su condenada sonrisa ladeada en su fugaz existencia y me pareció la cosa más condenadamente cruel que había visto. Cruel y jodidamente hermosa.

- ¿Que se supone que tengo que hacer?- pregunté indignado mientras me recolocaba el jersey que Suga había torcido.- ¿Me desnudo y me echo ketchup por el cuerpo o algo así?

- Eso solo haría que me dieras asco. Podrías suplicarme que te muerda.

- Podrías irte a la mierda. ¿Sabes que? Que soy yo quien se va. Además de que vengo a hacerte un favor no pienso humillarme.- fruncí el ceño con furia y giré sobre mis talones par marcharme. 

¿Quien se había creído ese chico que era? Sí, vale, su fuerza y habilidades eran casi las de un semidios, pero eso no implicaba que yo fuera a hacerle reverencias y sacrificios como su peregrino más devoto.

Abrí la puerta para marcharme y, como ya era costumbre, él se encontraba ahí delante mirándome con sus ojos de demonio. Me asusté, mi cerebro aún no se habituaba a esa clase de apariciones y por eso causaban ese efecto en mi.

-No. Tú no te vas. Ya me has ofrecido algo y he aceptado.

- Realmente no has aceptado.- indiqué, Apoyé mi peso en una pierna y puse mis manos en una cadera mientras sonreía con triunfo.

Jaque Mate.

-Pues acepto.- dijo entre dientes, mirándome de forma profunda y muy agresiva.

- Ya es demasiado tard-

Se había lanzado a mi con tanta que fuerza que ambos acabamos derribados en el suelo, yo abajo y él encima mío, aplastándome con su peso.

Me quejé al golpearme la cabeza por la caída y esperando una disculpa por parte de mi agresor lo miré. Y no le vi.

Ese rostro, esa piel, los músculos que cubrían y los huesos que lo sostenían todo no eran de Suga. Un émulo suyo, una máscara compleja, lo que fuera, se parecía a él, pero no era él.

Ahí entendí de qué hablaba Kook. No me iba a morder YoonGi si a él pretendía alimentar. Lo haría la bestia en él y por eso era tan peligroso.

El negro de sus ojos parecía más oscuro y más plano, como si no tuviera alma. El rojo más brillante, más lleno de furia, de rabia, de unas emociones ancestrales que a su portador no pertenecían.

Su cara no expresaba emoción alguna y sonará ya a algo que he dicho mil veces, pero esta es terriblemente cierta. Yoongi no era muy expresivo normalmente, la persona más seria que jamás es conocido, pero en ese momento realmente expresaba una calma propia de un muerto. Estaba muerto, todo él.

Menos esos terribles ojos del infierno y sus dientes que crecían. Su parte humana estaba muerta. ¿Y el vampiro? Muerto de hambre.

Me sujetó los brazos contra el suelo con ambas manos y no necesitó esforzarse para dejarme inmóvil.

Le había resultado tan fácil que por primera vez comprendí el poder que ellos tenían sobre nosotros. Era absoluto. Y si no querían revelar su existencia era por comodidad, no por miedo.

Me hacía pequeños bajo sus brazos musculosos y su cuerpo pesado, me encogía hasta volverme polvo a sus malditos pies.

- ¡Suga para, para ya! ¡PARA!- no podía parar de gritar y revolverme como un gusano atrapado bajo una bota, pero era inútil y me desesperaba- ¡Tae, ayuda, ayuda! ¡Tae!

Mis pulmones no dieron abasto para poder gritar todo el terror que yo sentía con cada bocanada de aire nuevo y mi garganta dolía para entonces demasiado como para seguir implorando.

Pensé que era un milagro cuando vi a Tae asomarse desde el marco de la puerta y mirarnos. Pero, no, era un hijo de puta.

Posó el índice en sus labios para pedirme silencio y cerró la puerta del cuarto lentamente.

Después vino a mi el dolor más enorme que mi cuerpo podría haber soportado en toda la eternidad. Me mordió de forma tan violenta y veloz que no fui capaz ni de gritar.

Solo me quedé quieto llorando como si mi existencia no fuera digna de una lucha, una resistencia que la salvase.

Pero ese era el efecto que ellos provocaban: Una indefensión pavorosa, vertiginosa.

No es algo que se pueda expresar con palabras, es de una magnitud inenarrable. Mirar a la muerte a la cara y saber que con todas tus fuerzas le harás, a lo sumo, cosquillas.

Es el último insulto a la valentía humana y a todo tipo de virtud, la materialización del poder igualador de la muerte.

Sus colmillos se hundieron en mi como cuchillos en mantequilla tibia, mi piel no los pudo soportar ni un instante así que se rasgó y el músculo y el vaso sanguíneo fueron perforados en el camino.

Mordió tan hondo que pese al dolor de sus dos caninos rasgándome la piel como papel, el del resto de sus dientes normales apretando la carne también fue un dolor a considerar.

Pensaba que me moriría mientras esas dos cosas horribles me rompían el cuello agónicamente, pero aquello estaba por empezar.

La sangre brotó desde el primer instante de forma copiosa y la sentía arder mientras acariciaba mi piel para chorrear hasta el suelo. Pensé que me desangraría durante los cinco primeros segundos, pero cuando Suga cernió sus labios carnosos sobre la herida palpitante y succionó, maldición, ahí creí que me quedaría seco, que las venas se me harían papel de lijar y la piel se arrugaría y los ojos se me deshincharían y quedarían como pedazos de gelatina en las cuencas hondas.

Fue una sensación tan horrible que deseé morirme de una vez por todas. Podía notar la sangre acudir a su boca. Sentía como arrastraba con rapidez desde los capilares de las puntas de los dedos hasta ese lugar horrible donde solo había dolor y colmillos que se apretaban para romperme.

Era como si la fuerza de me escapara de las manos, corriendo entre los dedos y dejándome débil y apagado.

Mis patadas pasaron a ser leves espasmos en mis piernas, mis intentos por apartar sus manos de mis brazos se opacaron cuando de tanta fuerza que usaba para retenerme creí que me rompería los huesos.

No podía llorar, se habían agotado mis lágrimas y los ojos me dolían muchísimo. Me pesaban los párpados pero si los cerraba ya sabía lo que sucedería. La oscuridad solo significa una cosa.

No podía más. Mientras chupaba con vehemencia parecía hacerse más grande y fuerte y yo… yo no pude ni mantenerme consciente.

- Perdón.- la voz de Suga fue lo primero que escuché al levantarme. Abrí mis ojos dificultosamente, se sentían pesados, pegados y hasta los párpados dolían.

Intenté incorporarme pues me hallaba tumbado y sentí una punzada tan desgarradora en el cuello que caí de nuevo sobre el colchón, gritando.

- No intentes moverte. - dijo ahora otra voz que me resultaba un poco familiar. Mi cuerpo se estremeció de ira y miedo cuando me percaté de que era Tae.

Todo estaba iluminado en exceso y borroso, lo que veía eran manchurrones difusos. Me froté los ojos con las manos mientras jadeaba de dolor. Dolía incluso respirar.

- ¿Ahora que?- preguntó Suga mirando a Tae, quien estaba sentado en la orilla de la cama, observándome.

- Déjame ver- dijo acercando sus manos a mi rostro, como un manto de oscuridad que me devoraría.

Me removí para evitarlo y me quejé con un par de ruidos infantiles. Tae me asesinó con la mirada y retiró sus manos de mi, por lo que me sentía profundamente agradecido.

- Si está bien para resistirse, es buena señal. Ahora que repose. Cúrale las heridas con un par de gotas, no más, y que solucione la falta de sangre comiendo mucho.- de todo lo que dijo solo escuché lo último, la parte en que hablaba de comida, y aunque no pillé el contexto me alegré al saber que podría consumir algo. Me moría de hambre.

Tae se levantó para irse pero mi mano se aferró a su sudadera casi por acto reflejo.

- ¿Por qué… no ayudaste?- logré articular mientras lo miraba lleno de hesitación y miedo.

- Tienes que aprender tú solo de qué va esto. Si Suga te hubiera herido de gravedad sí habría intervenido, pero no pienso salvarte si realmente no es necesario.- esa respuesta me dejó bastante más tranquilo por diferentes razones y así pude permitirme relajar mi cuerpo.

- Perdón.- repitió YoonGi una vez nos hubimos quedado solos.

- Me pagarás la comida durante un semestre.- exigí. Lo vi en sus ojos, no lo haría. Pero de todos modos sabía que su disculpa era sincera.

- Quiero sentirme culpable. Y me siento horrible por haberte hecho tanto daño y no reaccionar.

- ¿A qué te refieres?- cuestioné sintiéndome desubicado.

- Cuando un humano es convertido en vampiro se nos sustrae algo importante. No se nos roba solo la vida. Dejamos de sentir culpa por lo que nuestra parte vampir hace. Algunos vampiro como Tae lo llevan bien, es un sueño hecho realidad, otros como yo… No. No siento culpa por lo que te he hecho, no sentiría culpa aunque te hubiera matado. Pero siento dolor y desesperación por no sentir esa culpa. Eso debería compensarlo, pero siento que no lo hace. Aún así me duele hacer lo que hecho. Mis disculpas son de verdad.

- Te creo…- musité. Le creí la primera vez que me pidió perdón y lo seguía haciendo, pero estaba ausente, pensando en la bomba de información que acababa de soltarme.

Un cambio mental junto al cambio físico que implica ser vampiro. Quizá era algo relacionado con neurotransmisores o algo así, pero la idea de no sentir culpa parecía algo de otro mundo, demoníaco.

No culpaba a Suga, después de todo no era él quien decidía y hasta en cierto modo tenía sentido. El depredador, por naturaleza, es el ser más inocente que hay respeto a la masacre de sus presas, así que si lo pensabas bien era lógico que los vampiros fueran en esencia, seres sin culpa por sus homicidios.

- ¿Crees que yo sigo siendo humano?- Volteé para ver su rostro apático y esta vez, en su cara inexpresiva, sí vi los pequeños matices propios de una cara articulada por sus sentimientos. De una cara humana.

Parecía tan descompuesto y profundamente triste que una pena animal asoló mi corazón, haciéndome querer llorar. Y atribuyo al shock emocional que me supuso eso el hecho de que no derramé ni una lagrimas cuando vi a Suga hacerlo.

Lo tomé de las manos. Estaban tibias, como las de una persona. Me rompía el corazón saber que era por mi sangre y sufrimiento que él ahora parecía más mortal.

- Estás llorando y no tienes herida alguna ¿Acaso hay algo más humano que eso?

- Jimin…-susurró conmovido. Y no siguió, no supo qué decir.


- ¡Suga, Suga, Suga! ¡Donde vas!-grité mientras tenía la intención de tomarlo de los brazos para detenerlo, pero no fui capaz, estaba demasiado asustado para tocarlo y él demasiado alterado como para no herirme.

Kook salió corriendo detrás mío cuando en medio de la clase de historia vio a Suga irse con los ojos totalmente rojos y los labios apretados para no sacar los colmillos frente al resto de estudiantes. El chico cerró la puerta del baño detrás de mí y después me miró alertado y yo le respondí con un rostro lleno de desconcierto.

Suga no estaba violento, cualquiera habría pensando que se hallaba en total calma, pero yo veía sus ojos y colmillos y sabía que algo pasaba.

- ¿Que pasa?- preguntó Kook aterrado, ocultándose detrás de mí.

- No es suficiente, tu sangre no es suficiente... -  me dijo mientras apretaba la mandíbula, pareciendo tenso y más masculino.

- Pero la de Kook lo es para Tae, entonces…

- No es lo mismo. Él es muchos cientos de años mayor que yo.- No comprendí en qué afectaba esa diferencia. Me volteé para ver como Kook se mordía el labio preocupado, confirmándome que obviamente aquello quería decir algo malo.- El solo necesita cazar cada dos semanas o así.

- ¿Y tú?- Mi corazón latía fuerte, queriendo eclipsar el sonido de la respuesta.

- Casi cada día.- Kook tragó saliva a mis espaldas. Yo me sentí flaquear.

- ¿En...entonces qué hacemos? No te puedes comer a toda la población mundial- con mi sangre había aguantado casi cinco días sin beber, pero si tenía que volver a morderme mi cuerpo no podría soportar ese ritmo y moriría.- No me mires así, no puedes.

- Me tienes que ayudar, esta noche.- me dijo con la voz apresurada, parecía quedarse sin aliento.- En un club o algo, necesito hacerlo una vez. Solo una y aguantaré una semana más, lo juro.- No podía pedirme eso. No podía pedirme ser cómplice de algo así.

Mi corazón no aguantaría una culpa tan grande, reventaría. Por eso él no sentía culpa, porque si lo hiciera ya estaría arrancándose la piel a tiras con las uñas.

- ¿Pero porque tengo que ayudarte?

- Si voy solo, en un lugar con tanta gente… No me podré contener.- su mirada afilada y oscura sobre la mía me heló la sangre. Hablaba enserio, para mi desgracia.- ¿Lo harás o no?- No, Dios santísimo, no podía.


- ¿Ves algo que te guste?- pregunté a un chico alto y atractivo. Me deslicé lento contoneando mis piernas gruesas y embutidas en unas mallas apretadas que, además, se transparentaban en mis zonas más pomposas.

No solía fijarme demasiado en los hombres de color, a mi la palidez me resultaba un atributo muy atractivo, pero sin embargo debía admitir que sus ojos menta eran hermosos y resaltaban sobre la piel oscura.

Además, era un tipo enorme y eso era exactamente lo que necesitaba.

Lo vi mirarme con más interés que antes, devorándome con la mirada sin decoro alguno. Me sentí asqueado cuando pasó una mano por mi muslo, asintiendo.  Quizá si pensaba que ese tipo era cerdo sobón todo sería más fácil. O quizá no ¿A quién pretendía engañar?

- Veo algo que me encanta, algo que me querría llevar a casa.- me dijo con una sonrisa radiante. Labios gruesos y muy pigmentados me besaron la mano.

Sonreí, nadie hacía ya eso en las discotecas. Me había resultado lindo aquel gesto.

Me rompía el corazón ver que el chico era un tipo agradable.

- Una pena, no estoy en venta.- respondí coqueto, sentándome sobre su regazo. Sus manos se afirmaron en mis caderas y se mordió un labio mirándome con los ojos colmados de deseo.- ¿Tu lo estás?

- Para ti soy gratis mi amor.- respondió con un marcado acento que me resultaba amable. Quise llorar pero solo me mordí la lengua y le sonreí lo mejor que pude.

- ¿Entonces puedo llevarte a casa?

- Cuando quieras- respondió casi sin dejarme terminar mi anterior proposición. Salí de su regazo con dificultad pues sus manos seguían pegadas a mi cintura como con ventosas y entonces le tomé suavemente de una de las manos.

- Sígueme.- susurré mientras me deslizaba entre los montones de gente bailando.

El ambiente no estaba demasiado cargado ni había ruido en abundancia. No era una gran discoteca, pero el pub aunque alejado y no muy conocido era un lugar perfecto para aquello.

Estaba tan centrado mirándome el trasero que no rechistó cuando me salté la entrada para salir por la puerta trasera.

La cruzamos y en el exterior lo primero que había era un callejón sucio, infestado de ratas y vacío.

Me giré para mirarlo a los ojos y él miró los míos. Me tomó del cuello y acarició mi nuca con dulzura. Lo sentí inclinarse hacia mi, cerraba los ojos despacio y abultaba sus labios.

Esa noche nadie le daría un último beso.

- Lo siento…- susurré con los ojos llenos de lágrimas.

Después Suga lo tomó por detrás con una fuerza abismal y lo empujó contra la pared. No tuvo consideración alguna con él.

Le arrancó un trozo de carne viscosa y reluciente con los dientes antes siquiera de beber. Se veían hebras de tejido muscular y pequeñas venas ensangrentadas, además de jirones de piel violentamente estirada. Después mordió en medio de aquella tan roja herida que ocupaba la mitad de su ancho cuello y succionó tan fuerte que no cayó ni una sola gota de sangre al suelo.

El tipo era tan alto que Suga le llegaba a los hombros, pero eso dio igual. De rodillas, como estaba ahora, Yoongi tenía total acceso a su oscura garganta, o a lo que de ella quedaba.

No miré, no pude mirar, todo lo que sé lo intuí a  partir de sonidos. Como el sonido amortiguado y seco de los huesos al romperse, o el chirriante sonar de un grito de auxilio que muere antes de alcanzar los labios.

Me atreví a mirar, un segundo, solo uno. Y desde entonces no duermo con normalidad.

Los ojos secos, abiertos con horror y terriblemente blancos en ese rostro moreno, me miraban hundidos en sus cuencas. Me miraban con súplica. Lo veía en la expresión rígida del cadáver. Me preguntaba porque no le había salvado.

Y Suga, a su lado, lo soltó dejando que su cabeza apagada golpeara el cemento con un horroroso ruido de chapoteo. Oh, había caído sobre un charco de su propia sangre.

YoonGi me observó con sangre cayéndole desde el labio inferior hacia el pecho, manchándole el mentón, la ropa, los zapatos, el pelo.

Un vampiro visto de lejos es hermoso, es seductor, es magia luminosa en medio de una noche oscura, pero es todo fachada.

¿Que había de bello en un adolescente muerto, con el cuello desgarrado? ¿Donde estaba el glamour en toda esa sangre, esa carne muerta, en ese cadáver horrible que tenía los ojos abiertos como si aún pudiera ver un mundo al que ya no pertenece? ¿A donde se va la magia cuando los ves matar? ¿Dónde está lo hermoso? ¿Dónde?

Suga se acercó a mí tan rápido como de costumbre y tomó mi rostro sorprendido entre sus manos. Asqueroso, la sangre de sus dedos dejó rastro húmedo y asquerosamente cálido en mi cara.

- ¿Y yo, YoonGi? ¿Soy humano, después de esto?- me atreví a preguntarle con recriminación en los ojos. Me había convertido en un asesino.

Había matado a un hombre y ni siquiera sabía su nombre como para visitar alguna vez su tumba.

- Te amo… Y solo me enamoro de lo que es humano…- susurró despacio, antes de besarme.

Sus labios eran grandes y tiernos, pero se movieron vorazmente sobre los míos haciéndome suspirar entre sus pequeños pero demandantes besos.

Calientes, estaban calientes y atrapaban los míos para abrasarlos y abrazarlos con una pasión ardiente y prohibida. Se movían despacio al principio pero pronto se intensificó, sus labios apretando los míos, chupándolos, apresándolos. Sus colmillos mordiéndome, hiriéndome y soltándome para poder probar la sangre de mis besos.

Y pronto su lengua se apoderó de mi boca junto al sabor metálico de la sangre.

Besos llenos de amor, sangre y lágrimas se mezclaban entre nosotros.

Y yo, con el corazón roto pero latiendo por él, no sabía qué sentir.

Basta Suga, pensaba, romperás algo en mí, romperás lo poco que queda de mi. Pero aún así no te detengas y bésame siempre.

Besos del infierno que sabían a cielo. Sangre y muerte en el acto más propio de la vida: Un beso erótico y desenfrenado, un beso lleno de vitalidad y amor a la vida.

- Jimin, espera- La voz de Suga me hacía querer darme la vuelta y lanzarme a sus brazos para que me tomara entre ellos y no me soltara jamás. Pero a la vez partía lo poco que quedaba de mi alma.

Otra maldita vez, apareciendo delante mío como un mago sin truco. No se podía escapar de él. Para bien o para mal.

- Tengo que hacer deberes.

- Llevas una semana diciendo lo mismo. Y no tenemos deberes.- me acusó. Me tomó por un brazo y no parecía querer soltarme. Su agarre me hería.

- Pues tengo que hacer cosas. Déjame ir.

- ¿Porque me evitas?- Dolía, dolía tanto. Era morir lentamente sin él o quedarme y dejar que  me matara o que me hiciera matarme.

- Porque duele.

- ¿Duele demasiado? Dejaré de morderte entonces.

- No es eso. Duele todo. No lo haces queriendo, tú también sufres, pero…

- ¿Es por lo que soy?- preguntó con una nota de decepción en sus labios. Kook había estado muy preocupado por mi comportamiento errático esos días, pero ni a él  fui capaz de confesarle el porqué de mi declive.

- Es por en lo que me estás convirtiendo…- salió de mis pulmones como una ráfaga de flechas que rasgaron mi caja torácica y mis labios para dar de lleno en Yoongi.

¿Cómo podía haber tanto dolor en un rostro pétreo como el suyo?

- Sigues siendo el mismo…

- He matado un hombre. A un buen hombre, o quizá uno malo ¡Dios santo, ni siquiera lo sé! ¡No sé nada de él y ya no hay nada que saber! ¡Está muerto! Esta muerto porque yo lo maté…

- No, Minnie, le maté yo. Soy un monstruo y lo acepto, pero no quiero que tu te sientas así.

Lo vi en su mirada, no me comprendía. No comprendía mi culpa, mi dolor, mi agonía. No lo había hecho deliberadamente, pero YoonGi me arrastraba a un agujero de penas de las que no me podía salvar por qué no estaban en su paradigma.

- No. Suga, lo que a ti te fue sustraído cuando te volviste vampiro yo aún lo sigo teniendo. Y me está matando, me está matando porque yo no estoy hecho para eso… yo-

- Lo entiendo si te alejas.- me interrumpió mirando  al suelo y después a mis ojos. Se veían tan desvaídos, tan muertos. El horrible rostro del cadáver y su mirada suplicante se plasmaron sobre su cara. Un muerto, Suga era, pese a todo, un muerto- Siento amarte siendo lo que soy.

Me dio un beso y yo no comprendí… ¿Como alguien cuyo corazón no late puede hacer que el tuyo se desborde?


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