Capítulo 8: el peor avance

 - Gracias, tío. Si tengo que seguir yo solo con ese tarado me tiraré por la ventana- exageró Dean mientras Reine y él caminaban hacia su casa.

Adam no sabía que esa noche el humano llegaría en compañía de su mejor y único amigo, que de hecho lo sabía todo y se había decidido a colaborar en la búsqueda de Mink pues de algún modo eso ayudaría a Dean, parecía importante para él.

Del mismo modo en que Adam no sabía nada sobre la llegada de Reine, este mismo no tenía ni idea de lo que amigo comenzaba a sentir por el vampiro, a parte del fastidio que le suponía.

- No vives en una azotea ¿Sabes? Si te tiras por la ventana como mucho te romperás un brazo- explicó su amigo, carente de burla aunque su habitual carácter no concordase con eso.

Que Dean viviese con un vampiro no le hacía gracia. A Dean le resultaban interesantes, pero a Reine no le causaban la más mínima simpatía.

- Y con la buena suerte que tengo seguro que sería el derecho- bromeó Dean haciendo que su amigo esbozase una ligera sonrisa.

Peinó sus cabellos chocolate tras su oreja y abrió la puerta como si se tratase de su casa, después saludó al padre de Dean, pero este solo lo miró de arriba a abajo y lo ignoró.

Si no le gustaban los hombres de pelo largo y cadenas colgando de los pantalones, aún le causaban una peor impresión acompañados del pequeño bastardo, que era como llamaba en su mente a su hijo Dean.

- ¿Has visto cómo te mira? Ese imbécil...- Con desdén dirigió una mirada llena de reproche a la puerta cerrada de la habitación de su padre.

Sintió algo de envidia de Reine, aunque fuese con odio, a él su padre lo había mirado. Dean se sentía invisible en su propia casa, sin una madre a la que querer y sin un padre que le quisiese.

- Pasa de él. Con lo gordo que esta dudo que mire bien a alguien que no sea una hamburguesa- Dean rió sinceramente y su amigo pasó uno de sus musculosos brazos por los hombros del pequeño.

A Dean no le gustaba eso, era incómodo. Siempre había considerado a Reine como a un hermano y sus acercamientos, por muy bueno que estuviese su amigo, le repugnaban de igual manera que el incesto.

- Ahora no me seas igual de chulo que con los de clase. Adam no tiene buen carácter así que no le hagas enfadar.

- Solo quiero ayudaros, y de paso conocerlo. No me fio de un chupasangre que duerme con mi mejor amigo.- alzó una ceja viendo la puerta blanca de la habitación e Dean surgir de las escalera a medida que las subían.

- Estaría bien que chupase otras cosas- Ante el ceño fruncido de Reine por la pequeña broma, Dean le sacó la lengua.

- Como te tires a un muerto pienso matarte yo a ti.

- No soy necrófilo- bromeó de nuevo Dean, aunque el comentario de su amigo le puso la piel de gallina y le robó un poco el aliento.

Él y Adam. En la cama. Y sin dormir.

Pero desgraciadamente supo que ese vampiro no sentiría nada jamás, y no pensaba ser su puta personal solo por sentir su contacto, de hecho no sabía ni si se le levantaba aún al viejo vampiro.

Sin picar a la puerta, Dean entró de golpe y pilló al vampiro tumbado en su cama hojeando de nuevo el libro de hechizos.

Aunque lo cerró con una rapidez innecesaria, Dean logró percatarse de algo extraño a lo que no le dio importancia. La página que leía con tanta atención no era la del hechizo de los hombres lobo, logró leer algo de humanos, pero apenas vio nada.

- ¿Quien es el intento de metalero?- preguntó Adam con sorna dejando el libro sobre la cama y levantándose de forma autoritaria.

- Es Reine- dijo el muchacho de mala gana mientras su amigo apretando los puños. Adam arrugó la nariz y frunció el ceño.

- Apesta a lobo, como tú.- dijo entonces- Aunque su sangre no huele bien como la tuya.- añadió con saña mientras miraba la forma en la que el chico de la camiseta de motorhead rodeaba los hombros del menor con su brazo.

Mostró un poco sus colmillos, como un perro.

- Adam, él ha venido a ayudarnos con lo de Mink- dijo el menor tras un leve carraspeó con la intención de romper un poco la incomodidad del ambiente.

- ¿Y como vas a ayudarnos?- dirigió una aguda y carmesí mirada hacia el intruso y le sorprendió que este no se asustara. Ni siquiera vaciló cuando le devolvió una mirada llena de poder.

- No solo vengo a eso. Quiero saber que Dean esta a salvo.

- Lo esta- respondió el otro de inmediato con una voz ronca.- Soy un vampiro, lo puedo proteger mejor que cualquiera.

- Me refería a si esta a salvo de ti.- Adam se sorprendió por la osadía del comentario de Reine y lo escrutó con la mirada. Ni un solo temblor en su cuerpo. Valiente hijo de puta...

- No le haré daño.- dijo como si fuese algo obvio.- Así que si has venido por eso ya puedes irte. Además, tu no le podrías proteger de mi.

Reine alzó una ceja y ahogó una carcajada que pugnaba por salir. Se contuvo apretando más sus puños ante las ofensivas del vampiro.

- He oído cosas sobre los hombres lobo- entonces fue cuando hasta Dean se sorprendió. Ni él sabía eso.

El vampiro se sentó en la cama y le lanzó a su compañero humano una mirada de autoridad que hizo que Dean le ofreciera a Reine una silla de ordenador para acomodarse y, después, fuese él a sentarse al lado del vampiro.

Adam sonrió triunfal cuando, en un acto de posesividad, pasó su brazo derecho por los hombros del pequeño de la misma forma en que había visto a Reine hacerlo. Su brazo pesaba mucho más que el de Reine, pero la sensación no era incómoda del mismo modo.

Dean se sonrojó dejándose hacer mientras veía a su mejor amigo murmurar algo en bajo, casi parecía un... ¿Gruñido?

- Dime ¿Qué cosas?- preguntó lentamente, regodeándose en la mirada de envidia de Reine.

Las pendencieras miradas se cruzaron, pero la de Adam era divertida también.

En esos momento deseó deslizar su mano hasta el mentón del chico y obligarlo a que lo mirase, mostrarle los colmillos para sentir su miedo y después besarle de forma lenta y profunda dejándolo confundido y ruborizado.

Pero no lo hizo.

De la misma manera en que no comprendía porque deseaba aquello, tampoco entendía porque se estaba comportando de ese modo posesivo con Dean frente a Reine, ni porqué consideraba a este último como un enemigo o una amenaza.

- Que los hombres lobo tienen un lugar de reuniones concreto, fuera de sus casas.- Sonrió al ver el interés en los ojos de su oponente, o así lo consideraba él desde que había visto como hacía sonrojarse a Dean.

- ¿Donde?

- En la zona sur, debe ser un lugar grande y solitario. Como una casa abandonada o algo así. Sí he oído algo sobre lugares abandonados.- comentó el muchacho cruzándose de brazos y sonriendo a notar que el vampiro alejaba el brazo de los hombros del muchacho.

Adam usó su brazo libre para rascarse la nuca, algo confundido pues no conocía el lugar. Necesitaba pensar, o un mapa.

- ¡Ya sé!- Dijo de golpe Dean mientras veía sorprenderse a ambos hombres- El curso pasado tuve que filmar una escena de la peli de clase de inglés en la zona sur. Usamos una fábrica abandonada que es enorme, seguro que es allí- Adam lo miró con cierta ilusión y movió sus labios en un agradecimiento mudo.

- Bien, entonces iré allí a por los lobos mañana. Seguramente se reúnan a media noche, es común en su raza, así que iré a esa hora- Informó Adam mientras dejaba ir un suspiro de alegría. Iba a matar a esos malditos lobos y si no podía salvar a Mink al menos desahogaría su frustración.

- Me alegro de haber ayudado- dijo Reine con una voz ligeramente sarcástica- pero tengo que irme- Misión cumplida, pensó.

Sonrió con malicia. Dean se levantó para despedirse de él y entonces lo tomó entre sus brazos estrechándolo con fuerza.

- Muchas gracias- susurró el menor dulcemente- Mañana nos vemos a primera hora- le recordó con alegría, a lo que Reine le revolvió el pelo asintiendo.

- De acuerdo, trae tu los libros, yo no los encuentro- dijo mientras se disponía a darle dos besos en la mejilla al chico.

El segundo fue casi en su comisura y Adam rugió por ello, haciendo que Dean se incomodase aún más.

Reine se fue sabiendo que si se quedaba solo un segundo más, no viviría para contarlo. Parecía que había enfurecido a ese viejo vampiro cascarrabias.

- No me cae bien ese imbécil.

- Ese imbécil es mi mejor amigo ¿Porque te portas así con él?- preguntó el muchacho cerrando la puerta con pestillo, una vieja manía. Después lo quitó, no se fiaba del todo de Adam, aunque desease que él...- Sé que no eres un pozo de bondad y amor, pero él no te ha hecho nada.

- No me gusta y punto.- Se cruzó de brazos y miró a otro lado, como un niño pequeño.- Se toma demasiadas confianzas contigo.

- Él fue el único que me ayudó tras la muerte de mi madre, incluso venía a casa a dormir cuando mi padre estaba borracho. ¿Como quieres que no se tome confianzas?- por algún motivo las palabras de Dean dolían, como si le recriminase que no hubiese llegado antes a su vida, pero Adam sabía que podía compensarlo, que quería compensarlo.

- Espera... ¿Ese capullo ha dormido contigo?- preguntó levantándose hasta quedar de pie frente al chico, cara a cara. Dean retrocedió, intimidado.

- Tú duermes conmigo y eres mil veces más capullo.- se sintió acobardado al ver al imponente vampiro mirarlo amenazantemente, pero no desistió- No hables así de Reine, es mi amigo de toda la vida y además, a ti no te importa con quien he dormido- Dean intentó empujar al vampiro lejos de él, pero solo consiguió que tras intentar echarlo para atrás, el otro respondiese acercándose un par de pasos más y acorralándolo contra la pared.

Adam puso sus manos a los lados de la cabeza del muchacho y notó su ira crecer poco a poco por el significado de lo que Dean decía.

- Quizás si que me importa- Dijo con una voz ronca y baja, acercando su rostro al chico.

Su gélido aliento cayó sobre los cálidos labios del muchacho y este solo pudo sonrojarse, deseando un beso suyo.

- ¿Porque rechazaste mi beso?- se envalentonó a preguntar Dean mirando fijamente esos rubíes que lo asustaban. Ambos recordaron aquella reciente noche.

Adam suspiró sobre sus labios y el deseo de darle un beso lo consumió, pero no hizo nada.

Estaba mal sentir cosas por un simple y estúpido humano.

Sin embargo fue esta vez también Dean quien se armó de valor para romper la distancia que tanto les molestaba. Dio un paso al frente y besó al vampiro.

Adam estaba perplejo, pero al ver que el inexperto chiquillo no se movía, puso una de sus manos en la mejilla de este y la acarició instintivamente mientras sus labios se movían solos, comiéndose al menor.

Dean se aferró con fuerza al cuello del vampiro al sentir como este movía sus grandes y carnosos labios en busca de los suyos, tomándolos de forma húmeda y tirando de ellos con ayuda de los colmillos. Todo su cuerpo tembló mientras sentía la necesidad de permanecer sumiso mientras el gran vampiro lo devoraba a besos cada vez más rápidos y exigentes, pero de pronto todo se detuvo.

Adam no podía parar de pensar una misma cosa que le aterraba. Se sentía tan imbécil como pensaba que Mink era por seguir a la chica a la que amaba, aunque Dean no era como Tania.

Aún así el sentimiento era el mismo, más fuerte quizás. Y eso no estaba bien, sentir cosas era algo erróneo y que Adam siempre había evitado, aunque nunca le había hecho falta, pero sentir cosas por un humano era cien mil veces peor.

No podía tener un punto débil y si lo tenía no debía ser uno tan débil. Pero con solo pensar en alejarse de Dean, hervía de rabia y deseaba morir.

Pero no, él no estaba enamorado. Ni loco.

Solo deseaba permanecer siempre al lado de Dean, que le perteneciera y hacerlo suyo, verlo reír, llorar. Abrazarlo y cuidarlo, protegerlo ¿Eso era amor?

No, imposible. Él era Adam, el vampiro sin corazón.

Con un brusco empujón lo alejó de él y pudo contemplar como los hermosos ojos azules se llenaban de lágrimas. Con una de sus mangas se limpió los rastros húmedos de sus labios y después enjuagó sus ojos llorosos.

- Tienes razón. No me importa con quien duermas- mintió Adam de forma hiriente. Tanto que las mariposas de su estómago murieron cuando una punzada le atravesó el pecho.

Sintió como si la afilada hoja que se instalaba en su corazón se retorciera agravando la herida cuando vio a Dean correr al baño y encerrarse en este.

Dean durmió en el baño. Adam no pudo dormir en toda la noche.

A las nueve de la noche, cuando Dean despertó, salió del baño para ir a clase, aunque no le contó a Reine nada salvo que esa noche Adam iría, como ya había dicho, a la fábrica abandonada. Hacia las once y media volvió a casa pues se le había hecho tarde paseando por el pueblo, esta vez sin la compañía de su amigo.

Como todas las noches subió las escaleras hacia su habitación mientras su padre leía el periódico sin dignarse a levantar la vista del titular para saludar a su hijo.

Vaciló al abrir la puerta, Adam estaba dentro y lo sabía.

Se quedó parado ante la opaca puerta sin atreverse del todo a mover su mano hasta el pomo, tenía miedo de que todo volviese a suceder. Era ya la segunda vez que Adam lo rechazaba y, aunque le doliera, sabía que si se volvía a dar la oportunidad, él no la desaprovecharía.

Adam abrió la puerta sorprendiéndose al encontrarse a Dean parado allí en medio.

- ¿D-Dónde vas?- preguntó el menor tímidamente. Por la forma en que Adam lo miraba supo que ambos fingirían que nada había pasado la noche anterior.

- A la fábrica abandonada, a por los lobos- dijo Adam con una voz fría. No quería mirar a Dean a los ojos y mucho menos a los labios. No debía perder el control nunca más.

- Voy contigo.

- No.

- ¿Porque?- preguntó Dean con un hilillo de voz, la respuesta de Adam había sido tan brusca y contundente que la sentía como un yunque caído del cielo para aplastarle el corazón.

- Eres humano, no podrías ayudarme y solo serías una carga.- Intentó avanzar un paso, pero Dean se le puso delante, haciendo que el vampiro no pasase del marco de la puerta.

- Tu nisiquiera sabes ir a la fábrica y si me quedo solo Nicolau podría venir a por mi.- Adam rugió a causa de los convincentes argumentos del chiquillo y asintió de mala gana.

Dean se sintió feliz una vez ambos salieron juntos a la calle y se preguntó cómo se verían si en lugar de estar yendo a cazar licántropos, fuesen a pasear cogidos de la mano.

Adam siguió a Dean dejando que este se adelantara pues conocía el camino, aunque a causa de esto su mente se liberó de toda preocupación al contemplar desde atrás como el cuerpo opaco del humano dejaba ver sus contornos hermosos gracias a la luz de las farolas que lo perfilaban con líneas de luz.

Su estatura era baja, su complexión delgada, y su culo perfecto. Sí, se lo habría follado ya de no ser porque no lo veía como a un simple objeto.

Dean le hacía sentir extraño y hubo un momento en que se giró para comprobar que Adam lo siguiese, encontrándose con una mirada carmesí fijamente clavada en él. Como era lógico Dean se sonrojó y se giró de nuevo siguiendo su camino, pero Adam no entendió el porque del alboroto que había causado su corazón cuando Dean lo había pillado mirándolo así. Se sentía algo avergonzado.

- Es aquí, pero no se muy bien cómo entrar. - Dean se paró ante un enorme edificio cochambroso que se caía a cachos y estaba rodeado por una neblina de polvo que le hacía estornudar.

Las puertas no existían, pero los escombros tapiaban las salidas y entradas, aunque en la segunda planta del lugar se podía distinguir una ventana sin la mitad del cristal por donde, de tener una escalera, Dean habría podido entrar.

Adam y Dean miraron a la ventana rota y después cruzaron sus miradas, aunque el vampiro parecía convencido de que esa era una oportunidad válida. Cuando Dean quiso replicar notó como una brazo se colocaba en la parte baja de su espalda y otro tras sus rodillas, doblándoselas hasta hacerlo caer sobre los dos musculosos brazos que le servían de soporte.

Dean se avergonzó cuando se dio cuenta de que Adam lo había tomado entre sus enormes brazos como a una damisela en apuros, pero solo ocultó su cara en el pecho del vampiro y respiró profundamente su varonil aroma. Deseó estar siempre en esa fría y firme prisión que lo hacía sentir protegido y acompañado.

Tomó aire impresionado cuando de un salto Adam despegó del suelo hasta acabar posándose silenciosamente sobre la ventana llena de cristales rotos.

- No hagas ruido- susurró roncamente en su oreja, rozándola con sus labios y deseando besar gentilmente ese cuello tan precioso.

Dean asintió y Adam se asomó a la planta baja con el menor entre sus brazos para ver cuantos lobos había ahí reunidos. No habían hecho ruido y miraban desde arriba, así que no era posible que los hubiesen detectado, de hecho Adam se había posado en el marco de la ventana con un silencio grácil propio de un águila.

Ahí abajo no había nada.

- ¿Pero que...- Adam se extrañó al ver el lugar completamente vacío. No tenía sentido, ni siquiera había pisadas entre el polvo del suelo, como si nadie hubiese entrado ahí jamás.

Un aullido resonó y para cuando Adam lo escuchó e identificó que se hallaba justo a su lado era demasiado tarde.

Un enorme lobo negro se hallaba en la repisa de la ventana contigua a la de Adam y este le lanzó contra el vampiro.

Adam reaccionó rápidamente y, tal y como el lobo quería, saltó de la ventana hacia dentro del edificio, donde no había ninguna posible salida.

El lobo negro saltó desde la ventana hacia el mismo lugar donde Adam se hallaba y este dejó a Dean en el suelo, aunque alejado de la escena.

Siguiendo al alpha, tres lobos blancos y uno marrón chocolate bajaron también a la primera planta sin salida de la fábrica abandonada.

- Una puta emboscada...- susurró Adam lo suficientemente alto como para que Dean lo escuchase y comprendiese la situación, pero ¿Como sabían los lobos que ellos vendrían ahí esa noche?

El lobo negro rugió y los demás se alertaron, comenzando a moverse hasta crear un círculo alrededor de Adam y Dean.

Uno de los lobos blancos saltó hacia el indefenso humano sorprendiendo al vampiro pues este creía que le atacarían a él por la amenaza que suponía.

Adam se movió con rapidez usando su brazo para defender al pequeño del mordisco, aunque los dientes del animal se encajaron con fuerza hasta convertir su antebrazo en un asqueroso colgajo de carne sangrante.

Golpeó con su puño la cabeza del animal tan fuerte que sintió algunos dientes partirse dentro de la herida de su brazo, pero al menos consiguió dejar al lobo blanco inconsciente.

Los otros licántropos aullaron con lástima y el negro gruñó rabioso.

Dean gritó al ver el brazo desgarrado del vampiro y pensó que ese mordisco del que le había salvado iba en dirección a su cuello. Adam le había salvado la vida.

Con el brazo sano tomó al menor de la muñeca y lo pegó a su cuerpo para cubrirle las espaldas.

Los otros dos lobos blancos atacaron a la vez desobedeciendo la calmada mirada del lobo negro y queriendo cobrar venganza por su beta herido.

Adam miró que ambos lo atacaban desde diferentes lugares. Uno le mordió el tobillo y el otro se le lanzó de cara, dispuesto a arrancarle el cuello y a clavar sus garras en el pequeño Dean.

Adam ignoró al lobo que se ensañaba con su pierna, desgarrando el gemelo y el tobillo, y se ocupó del otro lobo lanzando su puño a la mandíbula que en poco alcanzaría su cuello. Mandó al chucho lejos por el golpe, pero de pronto vio al lobo marrón acercándose sigilosamente por la espalda de este para morderle el brazo a Dean.

Actuó rápido y empujó al humano haciéndolo caer a unos metros y consiguió convertirse en el nuevo objetivo del lobo marrón que, furioso por la manera en la que había perdido a su presa, arañó el pecho de Adam rompiendo la ropa y arrastrando sus garras dentro de la piel del vampiro hasta marcar cuatro profundas líneas rojas desde su cuello hasta su cintura.

Adam pateó al lobo una vez le hubo arañado y entonces cayó al suelo pues no había atacó aún al que le mordía los tobillos hasta hacerle perder la fuerza en las piernas.

Dean tomó una piedra del suelo y la lanzó acertando en la cabeza del lobo blanco que había hecho caer a Adam al suelo, ganándose la atención del animal.

Cuando los ojos azules y fieros se clavaron en él intentó huir, pero la sombra del gran animal sobre su cuerpo le hizo temer lo peor y vio como el licántropo le saltaba encima.

Cerró los ojos pero después sintió un aullido lastimero y los abrió para encontrarse a Adam en pie de nuevo golpeando las costillas del lobo blanco que quería matarlo mientras llevaba en una mano al enorme animal negro, cogido con fuerza por el pescuezo mientras este se retorcía.

Mientras un lobo yacía inconsciente y el que había atacado a Dean se estampaba contra la pared por la fuerza del puñetazo, el marrón y uno de los blancos se recobraron y avanzaron hasta Adam, pero este usó al lobo negro como arma y lo lanzó con fuerza contra los de su manada, derrumbándolos y haciendo que ante el panorama, los heridos lobos se escabulleran como comadrejas por los huecos de las paredes medio derruidas.

Dean se quedó impresionado por la fuerza del vampiro y por el empeño que había puesto en protegerlo por encima de su propia seguridad, entonces se percató de que Adam estaba lleno de heridas que, para un humano, habrían sido mortales.

- ¡Adam!- Dean gritó asustado cuando el enorme e imponente vampiro cayó de bruces en el suelo como un árbol recién talado.- ¿Estas bien? ¿Puedes curarte?- preguntó Dean alertado por la forma en la que el nombrado sangraba y jadeaba.

- N-No he tomado mucha sangre últimamente, tardaré una hora o más en cu...rarme- habló con dificultad, apenas pudiéndose mover.

Dean tomó el brazo del vampiro y tiró de él consiguiendo darse cuenta de lo mucho que pesaba.

Con mucho esfuerzo y cooperación por parte del vampiro, logró levantarlo y hacer que se apoyase en él, aunque la diferencia de tamaños era tan grande que pese a los esfuerzos de Adam por no aplastar al pequeño, este sentía que se caería y sería sepultado por el vampiro en cualquier momento.

- Adam, no puedo llevarte así a casa, si mi padre te ve... lo siento- el menor habló dolido mientras caminaba junto al herido hacia una de las zonas exteriores del pueblo, parecidas a pequeños bosques- esperaremos a que te cures ¿Vale?

Adam asintió ante la voz bondadosa de Dean y se sintió derretirse al tener al cálido humano tan cerca.

Dean dejó a Adam sobre un suelo rocoso y escarpado y este se extrañó al sentir como el menor se alejaba unos pasos de él y se volvía a acercar, como si estuviese dubitativo.

- V-Voy a lavar las heridas, así se curarán antes- anunció lleno de vergüenza.

Adam abrió los ojos y vio que estaba justo al lado de la orilla de un pequeño lago frente al que Dean se agacho y comenzó a remangarse.

- Gracias...- musitó el vampiro de mala gana mientras se arrancaba la camiseta desecha en girones de ropa húmeda de sangre.

- Gracias por salvarme la vida, otra vez- le respondió Dean. Sintió náuseas al ver al vampiro descamisado mostrando un cuerpo que apenas se reconocía, cruzado por heridas tan profundas que alcanzó a ver un par de costillas empapadas en sangre.

Dean se arrodillo junto a Adam y le remangó los pantalones hasta las rodillas, observando como la carne se había desprendido del hueso, aunque si prestaba atención podía ver la fibras unirse lentamente gracias a su débil regeneración.

Giró un poco el enorme cuerpo hasta conseguir que las piernas del vampiro se hundiesen un poco en al agua dulce, haciendo así que sus heridas entrasen en contacto con el lago para que se limpiasen un poco.

Tomó uno de los cachos de la camisa de Adam y lo sumergió en agua como si se tratase de un trapo mojado y vio las heridas del pecho y el abdomen del vampiro mientras este se sacaba del brazo algunos trozos de colmillos partidos.

Por lo menos sus brazos sí se habían curado y sus piernas iban por buen camino, pero el enorme arañazo del pecho no pintaba nada bien.

Se armó de valor y se puso de pie pudiendo observar al enorme vampiro que yacía en el suelo abatido como un tigre majestuoso herido por el escopetazo de un cazador. Puso cada uno de sus pies a los lados de las caderas del vampiro y lo miró desde arriba con ganas de llorar.

Solo quería ayudarlo, curarle ¿Estaba mal aprovecharse para tenerlo cerca? Se sentía asqueroso por buscar su contacto de una forma tan ruin.

Bajó lentamente hasta sentarse sobre las caderas del vampiro, más arriba de su regazo y este abrió los ojos, que ya no eran rojos, sino marrón oscuro. Parecían tan humano al resplandecer gràcias al reflejo de las luminosas aguas de lago. Un lago que se volvía rojo por la forma en la que sus heridas chorreaban sangre.

Sintió de nuevo un revoloteo en su interior al ver como el humano se sentaba dócilmente sobre él y escurría el trozo de tela mojado sobre su torso, limpiando sus heridas.

Adam movió su brazo derecho hasta que mano alcanzó la cintura del pequeño, quien se detuvo en su tarea de sanar al vampiro. Tomó aire sorprendido cuando notó los fuertes dedos del inmortal en su piel y vio que Adam le miraba a los ojos con cariño y ternura.

Lentamente acarició al chico con su mano, pasando sus dedos por la cadera del humano hasta que este se sintió lo suficientemente relajado como para continuar limpiando sus heridas con el trozo de tal mojado.

Dean solo deseó que ese momento no acabase nunca, pero ya había terminado de lavar las heridas y el trapo estaba tan manchado de sangre que era inservible. Intentó levantarse de su regazo, pero la mano del vampiro no le dejó y Dean agradeció aquel acto en su mente a todos los dioses habidos y por haber.

Adam lo miró de nuevo desde el suelo y emitió un pequeño quejido ronco mientras se daba cuenta de que las heridas de sus piernas ya no existían y que ahora su torso ya comenzaba a regenerarse.

Dean se quedó sobre el vampiro, sintiéndose incómodo y nervioso, aunque estaba tan gusto, sintiéndose completo.

Simplemente se quedaron ahí, mirándose. Ninguno de los dos hizo nada en un largo rato.

Dean tenía miedo de sentir de nuevo el rechazo de Adam.

Adam simplemente tenía miedo a sentir.

- Ya te has curado...- murmuró Dean asombrado al ver el torso descamisado de Adam, era mucho más hermoso de lo que jamás imaginó.

Sus músculos marcados, tanto abdominales como pectorales, y su dura y suave piel pálida... Oh, Dios, era como estar en presencia de una divinidad.

Se mordió el labio al notar a Adam incorporarse.

- Sí...- le dijo este- Deberíamos volver a tu casa.- Dean asintió saliendo de encima de Adam.

- ¿Qué le diré a mi padre?- preguntó señalando al vampiro, ese solo tenía su chaqueta y sus pantalones para cubrirse. Y todo estaba lleno de sangre.

- Di que has venido a buscarme porque tardaba en volver de clase.- propuso Adam con una voz ya más sonora y animada.

- Eso explica que lleguemos tarde, pero tienes la ropa rota y llena de sangre.- se burló ligeramente Dean mientras señalaba al vampiro.

- Diré que me atracaron e intenté enfrentarme con los atracadores.

- Anda, puedes tener buenas ideas y todo- dijo Dean sarcástico, logrando molestar a Adam, quien lo miró con los ojos rojos de nuevo.

- No como tu ¿A quien se le ocurre molestar a un vampiro?- preguntó amenazantes.

El resto del camino hablaron, no mucho, pero hablaron, cosa que era rara en ellos dos. Se sentían a gusto, sí, pero siempre estaba esa maldita tensión sin resolver ahí en medio. Quizás en el lago debería haber pasado algo más, algo que ambos deseaban.

- Papá- dijo Dean a llegar a casa abriendo rápidamente la puerta.

Su padre le echó un rápido vistazo a las ropas rotas de Adam y a la sangre que ambos tenían encima.

- Han... nos han atracado- explicó el menor, nervioso y saltándose toda la falsa explicación que se había inventado para parecer más creíble.

- Laba eso y no manchas nada de casa- ordenó fríamente, dejando a Dean boquiabierto mientras subía las escaleras junto a Adam en busca de la intimidad de su habitación.

- ¡No me lo puedo creer! ¡Es que no me lo puedo creer!- Dean entró colérico a su habitación, pateando con ira los libros que tenía en el suelo.

Adam entró tras él y cerró la puerta, con pestillo.

- Joder, sé que siempre pasa de mi pero ¡Es mi maldito padre! Me acaba de ver lleno de sangre y... y ... y le da igual ¡Será cabrón!- Adam se apoyó en la pared esperando a que Dean se tranquilizase, pero este no hacía más que ir de un lado para otro agitándose nerviosamente y gritando.

- ¡Hijo de puta! Soy su maldito hijo, debería al menos importarle si me muero ¡pero seguro que le da igual! Joder, yo también necesito a alguien que se preocupe por mi ¡Hijo de puta!- Se tapó el rostro mientras seguía despotricando sobre ese insensible hombre que era su padre, pero aún así no pudo impedir que sus lágrimas cayesen, a la vista de Adam.

De pronto unos grandes y fríos brazos lo envolvieron, reconfortándolo.

Dejó de llorar de inmediato tranquilizandose en el deseado y conocido abrazo, sintiendo como una mano le acariciaba la mejilla bondadosamente.

- Ya esta Dean, tranquilo- La voz de Adam se le antojaba dulce y humana por primera vez a Dean, y pensó que no podía ser tan hermosa.

Se sentía demasiado bien, pero no... Lo que él quería no podía ser. La cosa se quedaría en un simple y tierno abrazo y debería dar gracias por ello, pero Adam no le daría nada más.

- ¡¿Una trampa?!- Reine por poco escupió el zumo de naranja que estaba bebiendo cuando escuchó las palabras de la boca de Dean- Oh Dios ¿Estas bien?

- Sí, Adam me protegió. Si no fuese por él estaría muerto- comentó en voz baja, recordando todo lo sucedido la noche anterior.

- Los hombres lobo deben estar distribuyendo rumores falsos para tenderles trampas a los humanos y hacerlos sus presas- comentó Reine abatido- Lo siento tío, yo no sabía que era un rumor falso, es lo que escuché y pensé que os ayudaría para encontrar a Mink y...

- Tranquilo, no pasa nada. Por suerte eran pocos lobos y Adam pudo con ellos.

- Si, que suerte- comentó Reine en un tono extraño.


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