Era algo alegre, eso era evidente, pero mentiría si dijese que en ese momento sentí felicidad. Ver a mi mejor amigo reaparecer tras su muerte como un zombie que se levantaba desde la tumba me produjo canguelo y cuando me fijé en sus rasgos vampíricos emití un leve chillido.
Su cuerpo era blanco como el mármol, su expresión era una mezcla entre horror e ira y con sus uñas llenas de tierra daba una imagen de infarto. Eso sí, ahora tenía aquella aura característica de los seres de la noche. Estaba enfangado, confuso y harapiento, pero era más bello y seductor de lo que ningún humano podría ser jamás.
Ni el mayor lujo humano se compara a la magnificencia de la miseria vampira.
Después, comprendí que por muy terrorífico y monstruoso que eso fuera, Kook estaba vivo. Vivo de verdad, ya no hacía falta que me lamentase por no haberme despedido. No había sido un adiós, sino un hasta pronto.
Quise saltar a sus brazos, achucharlo fuerte y hacer una guerra de cosquillas en honor a los viejos tiempos pero cuando mi cuerpo tendió de nuevo hacia el suyo YoonGi me agarró con sus fuertes manos de las caderas y me movió, obligándome a permanecer en su espalda.
Me sentía tan protegido ahí que una vez me aferré a sus hombros y me oculté tras su envergadura, me di cuenta de que Kook era una amenaza real.
Daba igual quien fuera, lo que era le tentaría a matarme.
- ¡Kim Tae-hyung!- gritó Suga con voz alta pero calmada, él siempre parecía serio y sereno, aunque sus ojos ahora brillaran con una intensa preocupación y confusión.
Yo también estaba confuso, uno no ve a su mejor amigo muerto resurgiendo de entre los espíritus todos los días. Bueno, quizá para alguien esa sí sea su rutina, pero os aseguro que ese no soy yo.
V bajó a la velocidad de un rayó y en pocos segundos estaba tras Kook. Después de eso este se volteó y tensó su cuerpo entero. Parecía furioso. Agarrotó sus manos, felxionó sus rodillas e incluso parecía estar a punto de gruñir como un animal salvaje. Iba a atacar a su pareja y creado.
Iba, porque Suga fue más rápido y lo atrapó entre sus brazos, impidiéndole que se moviera. Yo me acerqué por detrás, desconcertado y vi algo que me dejó con el cerebro todavía más frito que antes.
Vi a Tae. Llorando.
- No puede ser... no puede ser...- uno pensaría que lloraba de alegría por la forma en que sus lágrimas abandonaban sus ojos al recorrer la figura del pálido chico frente a él, como queriendo memorizar todos y cada uno de sus contornos; pero algo fallaba, una mueca dolida le atravesó el rostro y de un momento a otro pareció fastidiado- tú no deberías estar vivo.
- ¿Que?- la voz de Kookie, ahora algo más raspada por el desuso se vio envuelta en una polifonía pues todos los presentes allí reaccionamos preguntando lo mismo. ¿Acaso V se había vuelto demente? Hacía nada lloraba y se deprimía por horas pues echaba de menos a su chico y ahora que podía tenerlo por toda la eternidad, lo mandaba de vuelta a la tumba.
Al igual que cuando conocí a Suga, no entendía nada de nada.
- Prefiero que estés muerto a que seas un vampiro... Ah, debí inyectar el veneno con mis colmillos cuando bebía sin darme cuenta... Ojalá solo te hubiera matado...
- ¡¿Como puedes decir algo así?!- Kook seguramente iba a hablar, a gritarle o insultarle, pero mi voz la que se alzó entre todos y ni yo me di cuenta de que mi boca hablaba hasta que escuché mis palabras llenas de ira.- Se supone que lo amas...
No podía contenerme. ¿Quién podría ver como tratan así a su mejor amigo?
- Y lo amo, por eso lo digo. Lo mejor que le puede pasar a un humano bueno es morir joven. Toda vida es sufrir o dañar. Kookie es demasiado tierno y bueno para lo segundo así que le he condenado a una eternidad de sufrimiento- Sus explicaciones tenían sentido y eran muy pragmáticas, sí, pero de todos modos en el fondo no dejaba de desearle la muerte a su amado y el hecho de que sus pensamientos útiles hubieran aflorado antes que sus ansias amorosas al ver a Kook decía mucho de lo que él era respecto a los sentimientos humanos: Un completo ignorante.
Y un capullo. V era un jodido capullo.
- Kook, si te sientes dispuesto a ello puedo acabar con esto rápido, no dolerá y...
- ¡Oh, cállate!- grité yo dando un paso al frente para ponerme justo delante de él y mirarlo a los ojos. Su iris sangró y se volvió rojo al instante pero aunque eso me asustase mi odio por V era mucho mayor que mi miedo; y no era poco precisamente.- Eres un imbécil que no sabe valorar lo que tiene ¡No trates así a Kookie!
Le chillé apuntándolo con el dedo como si aquella acción acusadora fuera una especie de empoderamiento. Tras de mi Suga ya había soltado a mi amigo y él sólo lloraba, quieto en su sitio e incapaz de emitir palabra alguna.
Tae le había destrozado tanto que ya no podía siquiera defenderse.
- A mi no me hables así si no quieres morir- amenazó el vampiro con un aura oscura que esta vez sí logró asustarme demasiado.
Alzó una mano de afiladas uñas que parecían de cristal hacia mi cuello y solo pude tragar saliva, cerrar lo ojos y desear que mi muerte fuera rápida y mi funeral bonito. Suga actuó rápido y atrapó la muñeca de su creador, manteniendo sus huesudos dedos a solo centímetros de mi garganta.
- A él no le amenaces.- le lanzó una mirada directa a los ojos que aún en día creo que solo ambos entendieron. Ojos rasgados, rojos e incandescentes y ceño fruncido. Cuando Suga se enfada era aterrador y hermoso a partes iguales.
Un temblor recorrió mi cuerpo entero junto a chisporroteo de electricidad que danzó en mis labios, haciéndome mordérmelos.
- Entonces haz que se porte mejor.- espetó el otro antes de desaparecer, cohibido por la forma retadora en que su pupilo lo había mirado.
Una vez aquel liante hubo desaparecido de nuestras vistas ambos nos volteamos para comprobar el estado de Kook. El pobre seguía llorando desconsoladamente, tratando de secarse las lágrimas con las mangas de la sudadera mugrienta y rota que llevaba.
- Kookie...-susurré mientras me acercaba con cautela. Sin saber cómo hacerlo, Kook no ocultaba su aspecto vampírico, y aunque eso no significase nada, causaba impresión y me hacía temerle.
- Minnie- me respondió él entre hipidos, mirándome con ojos de cachorro y haciendo un puchero.
Miré entonces a Suga y me encontré con la muralla de impasibilidad que era su rostro.
- ¿Puedes dejarnos solos? JungKook necesitaría hablar ahora y tu deberías ir con V.
Un asentimiento seco y se fue. Andando. Sabía que si Suga no se marchaba desvaneciéndose cual mago era porque algo sucedía así que comprendí rápido y susurré, casi inaudiblemente:
- Sé que no eres como él... - aprecié una sonrisa dedicada a mi de soslayo antes de verlo irse prestamente.
Kook seguía sin saber cómo reaccionar a la situación y por ello, apoyando en el marco de la puerta, dejaba que las lágrimas trazasen caminos claros en su rostro lleno de tierra.
Lo tomé por los hombros para moverlo suavemente y sentarlo en la cama de YoonGi. Mientras se tranquilizaba busqué en los cajones ropa del susodicho para dársela a JungKook y que al menos estuviera aseado.
- Mira, puedes ponerte esto- le dije regalándole una de esas sonrisas que iluminan los días. Kook trató de sonreír de vuelta pero sus colmillos me escamaron. Algo en él ahora me causaba pánico.- Tranquilízate y ahora hablamos ¿Sí?
Asintió débilmente para acto seguido despojarse de sus obsoletas prendas y dejarlas en el suelo para no ensuciar nada.
Vi su cuerpo prácticamente desnudo y no porque él se hubiera desnudado cantosamente y sin pudor. Más bien se desvistió en una esquina, agazapado.
Fueron mis ojos los que pecaron. Clavé la vista en su piel desnuda como si me fuera imposible resistirme a su imagen cuando semanas atrás lo había visto en la ducha y mis ojos simplemente lo habían obviado con aborrecimiento.
Me atraía de forma extraña, sobrenatural. La culpa me escoció en el fondo de mi cerebro hasta que se puso ropa y mis pupilas fueron lícitas de apartarse de él.
Yo no quería mirarlo, lo necesitaba.
Ahí comprendí una cosa más de esos seres: Te sometían sin necesidad de fuerza o labia. Su presencia era pura seducción.
Nunca antes me había percatado de los músculos de Kook o de su harmoniosa proporcionalidad, o de lo bello que podía ser cuando sencillamente se movía con elegancia.
Él se sentó en la cama mirándome de forma extraña,seguro preguntándose porque yo me hallaba tan estupefacto.
- Eres mi único y mejor amigo- susurró con cierta aspereza ¿No eran acaso palabras bellas?- Por eso me duele decirte que aún así me siento terriblemente solo...
Había dolido, no podía ser de otra forma. Saber que mi amistad, que mi esmero por mantener vivo cada día nuestro vínculo, que los riesgos que tomaba por salvarlo de peligros desconocidos, saber que mi vida entera, para él pasaba desapercibida como una futil presencia... dolía.
Y era frustrante porque no había a nadie a quien culpar u odiar por ello. Solo un sentimiento sin rumbo, errático en mi corazón. Una espina.
Yo me había esforzado por él y sin embargo no funcionaba ¿Qué más podíamos hacer? Lamentarnos y poco más.
- Kook, un solo chico no tiene que ser todo tu mundo, y mucho menos ese... Estás mejor sin un gilipollas así- hablé alto y claro, a sabiendas de que el susodicho podría reconocer mis palabras gracias a su gran audición.
- No lo entiendes... V era lo mejor que tenía... Y aún así, ahora... Yo... ya lo sabía, lo sabía y aún así...
- ¿Saber el que?- pregunté viéndolo a los ojos. El fuego en ellos se anegó, pero parecía no querer apagarse.
- Tae siempre ha sido, siempre me lo ha dicho... que se entrega al momento y que el mañana es incierto, que me puede asegurar que me ama hoy y que dentro de un día no sabe si podrá... pero... no pensé que fuera a suceder...
- Si ahora se comporta así es que nunca te ha querido, Kookie, alguien que ama no-
- No, él sí me ha amado, pero debes entenderlo... Lleva vivo mucho tiempo, no es como nadie que hayas conocido. Él es demasiado libre para anclarse a mi y sé que no solo me ha amado, sino que aún me ama, pero lo que me duele es que incluso aunque yo sea la persona a la que más quiere en el mundo, esos sentimientos no sean suficientes para romper esa anarquía que tiene V dentro... Ese es el problema ¿Lo entiendes? Me ama pero eso es algo... algo pequeño e insignificante.
No, no podía entenderlo ¿Qué clase de amor de dejaba de lado? ¿Que clase de amor era menudo? No podía comprender nada en lo referente a ese tal V, solo sabía que era extravagante y que lo odiaba con toda mi alma por dañar a mi mejor amigo, por matarlo y por querer devolverlo a la tumba cuando se atrevía a salir de ella.
V no hacía nada bien. Kook era un chico listo y amable, entonces ¿Porque le quería a él? ¿Porque no a alguien mejor, a alguien humano?
- No vale nada- me miró con extrema lucidez unos segundos antes de sollozar y taparse el rostro al contemplar la compasión del mío- No valgo nada...
- Eso es mentira.- susurré cerrando los puños con rabia.
En ese momento solo deseaba hacer dos cosas: Golpear a Tae tan duro en la cara que se le saltaran los colmillos y abrazar a Kook tan fuerte que se le volviera a recomponer al corazón.
Hice la segunda y lo mejor que pude. Lo rodeé con mis brazos tan de golpe que ambos caímos sobre la cama y aunque él me aplastó las manos con su peso yo seguí aferrado a su cuerpo, estrechándolo tanto como mi fuerza me lo permitía.
Quería que se sintiera querido. Sé que mi amor de camarada no era lo que él andaba buscando, pero mientras sirviera para sanarlo solo un poco yo ya estaría orgulloso.
Quería cerrar sus heridas. No se si lo hice, pero sé que él abrió las mías.
Rompí el abrazo al instante y me esforcé por separarme de él pero no me fue posible; sus brazos me rodeaban la cintura con una fuerza increíble y yo, que no podía sino gritar y patalear, estaba atrapado sobre su cuerpo.
Mis movimientos histéricos sólo lo hicieron todo peor, sus colmillos me desgarraban la piel cuando yo trataba de zafarme y lo sabía, pero el dolor era tanto que mis propias carnes estaban poseídas por el terror y el instinto de supervivencia.
- ¡Kookie para, por favor para! ¡Me matarás, Kookie, por favor!
Al final sí que moriría por Kook, como una vez había creído; era paradójico y gracioso (si no lo mirabas desde mi perspectiva) pensar que no sería Suga el vil asesino sino el mismo chico galleta quien fuera a arrebatarme mi último aliento.
En cierto punto el dolor se hizo difuso, no por atenuarse, sino porque pareció deslocalizarse y viajar a todas y cada una de mis células y dejarlas sin energías. Dolor y cansancio.
Era lo único que sentía junto a una mezcla extraña de ganas de morir o de ser salvado; cualquiera de las dos me valía si terminaban con mi tormento.
De repente mis ojos cerrados con agonía se abrieron, sentí que alguien me arrancaba de los brazos de la bestia y que acto seguido mi espalda y cabeza golpeaban el suelo. La presión en mi cuello se había ido, pero la herida estaba abierta y notaba como la sangre brotaba de ella.
Agucé la vista tras escuchar gritos roncos de la boca de YoonGi y pude distinguir la escena que acontecía desde el suelo.
Kook estaba en el suelo con la boca llena de sangre y la sudadera de Suga manchada también por mi néctar vital. Lloraba y se revolvía como un gusano y Suga lo pateaba con violencia mientras chillaba algo iracundo.
V miraba tranquilamente desde el marco de la puerta.
- Nadie toca a Jimin- decía Suga tomando a Kook por el cuello antes de golpearlo contra el suelo de nuevo. Su cabeza impactó contra el suelo tan fuerte que me sorprendió que no sangrara ni nada por el estilo.- Vas a morir, pequeña molestia.
El ruido del cráneo de Kook siento golpeado una y otra vez en el piso por Suga se me metió en los oídos como un molesto silbido que jamás olvidaría. Lo golpeaba tan duro que mi cuerpo entero, en el suelo, percibía la vibración de la agresiones.
Entonces Suga colocó un pie sobre la cabeza del neófito casi inconsciente y endureció su rostro.
''Solo se mata a un vampiro si hay daño cerebral grave'' Al acordarme de eso entré en pánico y miré a Tae esperando que fuera a salvar a Kook.
Miró a Suga, después a JungKook; entonces se cruzó de brazos y asintió en silencio. Maldito hijo de perra.
Usé las que supuse eran mis últimas fuerzas para alzar la mano y tomar el tobillo de YoonGi, llamando su atención.
- P-Por favor, no lo mates, no es... su culpa.
El mundo giró a mi alrededor y no supe si había pronunciado esas palabras más que en mi mente; una negrura como el alquitrán me ahogó sumiéndome en un sueño pegajoso y delirante del que desperté un rato después
- ¡Ah!- grité incorporándome y chocando con algo córneo y frío que me hizo caer de nuevo en la cama. Abrí los ojos y observé mi entorno.
Supe con que me había golpeado la frente al ver el rostro de Tae cerca del mío.
- ¿Que ha pas-
- No te muevas.- ordenó cortando la pregunta que había comenzado a formular. - Kook está con Suga, él tiene más cercana la experiencia de ser un vampiro nuevo así que empatizará mejor con él; yo ahora debo encargarme de tu herida, así que estate quieto.- Yo iba a obedecerlo por el bien de mi salud, pero sin embargo él creyó conveniente poner sus manos en mis hombros empujarme con su colosal fuerza.
Mi corazón se aceleró y a juzgar por la sonrisa ácida en su rostro, lo escuchó.
- V...-murmuré viéndolo mojar una paño en agua con jabón. Lo escurrió un poco para que no goteara y me miró a los ojos. No pude hablar hasta pasados unos segundos- Tú... ¿Que sientes por Kook?
Me miró fijamente mientras hundía el trapo en mi herida, supuestamente higienizándola. Se demoró en responder mientras me veía con una seriedad aterradora. Apretó más de la cuenta con el paño húmedo y sentí arcadas por el dolor; mis ojos se llenaron de lágrimas y mis manos acudieron a su muñeca para detenerlo, pero su fuerza era demasiado superior.
No fue hasta que no derramé la primera lágrima que retiró la toalla manchada de sangre y me dio la espalda, comenzando a hablar.
- Mil ochocientos setenta y cinco. Yo nací en ese año ¿Sabías? Antes del ochenta ya era un pequeño caballerito ilustre educado en el arte de la batalla y la sabiduría. Viví en un hogar frío, contemplado en mis padres normas y mandamientos. Fui un hombre noble, sombrío y de una rectitud admirable. El tipo de hombre que se casa con una dama y la ama toda la vida ¿No le encantaría a Kook eso? ¿No es lo que querrías tú para tu amigo? Ah, pero dejé atrás todo eso. A los diez años yo era tan frío y virtuoso que las personas del pueblo decían que mi familia, de riqueza desmesurada con un origen incierto, había vendido mi alma al diablo por dinero. ¿Te lo puedes creer? Yo, que soy la persona más apasionada del mundo... Ah, aunque solo lo soy cuando me divierto. Sangre y sexo. Pero tu no me has visto en esas situaciones.- sonrió con grandes colmillos y mojó un algodón en alcohol.
Eso iba a dolerme y el maldito lo sabía. Igual que sabía el miedo que inducirían sus siguientes palabras en mi.
- Quizás un día tienes el honor de verme con una de mis grandes diversiones. Quien sabe, quizá con las dos a la vez. Esos placeres son tan geniales...-dejó de mirarme unos segundos, absorto en sus pensamientos, y la seriedad volvió a su rostro para cuando prosiguió:- Pero viví sin ellos, viví con elegancia, supuestamente. A los veinte vi a mi padre enfermar y durante los dos siguientes años vivió discutiendo con mi madre. Después fui un día a despertarlo y estaba muerto... Mi madre comenzó a llevar un estilo de vida muy poco ejemplar. ¡Me había creado para siguiera reglas y ella las quebrantaba! No imaginar mi rabia al verla embriagarse, escapar fuera del horario acordado y desaparecer por días.
A los veinticuatro supe la verdad. Mi familia era rica porque formaba parte de una red de aristócratas inmundos que mataban a pueblerinos para vender su sangre a clanes ocultos de vampiros por oro e inmunidad. Yo, que había sido entrenado para la virtud, el honor y la regla, hijo de asesinos, de mercenarios... ¿Alguien así puede amar bien, Jimin? ¿Puedo amar bien a Kook, acaso?
El caso es que las entidades religiosas querían desvelar a los vampiros acabando con sus socios mediante un veneno lento y horrible. Mi padre murió de él hacía años y mi madre, esa misma noche, a mis pies. Los vampiros no tardaron en llegar y yo solo podía seguir con el negocio familiar o ser condenado por herejía. Seguir las normas, enseñar las normas a mis hijos, hacer que las respetaran, morir por ellas... Aborrecía las normas. Elegía la condena. Ellos lo llamaron maldición, yo... don. Renací como mi antítesis. Renací como V y TaeHyung murió esa noche.
El amor es una cárcel, tiene normas... Y yo creo mis propias normas. No significa que no ame a Kook, pero después de todo lo sucedido... Solo puedo amarlo en la medida en que ese sentimiento acontece en mi, no puedo escapar del instante. Soy puro instinto así que si un día no lo amo no lo haré y si al día siguiente moriría por él, moriré. No espero que comprendas, pero quédate con esto: No amaré a Kook siempre.
Sus palabras eran tan crudas que aunque mi herida ardiera por las sustancias en ella no podía sentirlas. Un nudo en mi garganta me dejó sin palabras al escuchar su historia y comprender que no había culpables. No podía odiarlo, ni a sus padres, ni a los vampiros que lo convirtieron y mucho menos a Kook.
Pero sin culpable ¿De dónde venía tanto sufrimiento y a donde iría?
Todo era confuso, difícil y doloroso.
- Yo comprendo lo que sientes, pero Kookie es mi amigo... Por eso, por favor te pido que no le hagas daño. Solo quiero que esté bien.
- Jimin. JungKook es un vampiro ahora; nunca más volverá a estar bien.
De nuevo, lágrimas en mis mejillas y una espina en mi corazón. Una espina que crecía mientras yo me hacía pequeñito frente a ese mundo tan grande en el que sentía que jamás podría cambiar nada.
Se me venía encima, todo se me venía encima. El mundo entero, a mis hombros. Me arrastraría el resto de mi vida.
- ¡Vamos Kookie, yo se que tú puedes!- le animé mientras andaba a paso lento hasta mi. Se le veía feliz, incluso aunque estuviera en casa de su ex pareja y eso le causara pequeños brotes de tristeza.
No parecía ya el chico mugriento y alterado que dos semanas atrás había aparecido en la casa como un espíritu vengativo; ahora estaba más reformado y modoso y todo era gracias al entrenamiento que YoonGi le había proporcionado. También al hecho de que aunque no pudiera asistir aún a las clases yo le mantenía al día con apuntes y clases particulares.
Lo tenía cerca tras un par de pasos, tanto que su aliento y el mío se mezclaban en una nube tibia invisible que hacía de barrera entre ambos. Esos ojos rojos y saltones, esos colmillos grandes entre labios risueños... Kook era el mismo y la vez no. Era extraño.
Como aquella vez en que asistí a una de las sesiones teóricas de Suga en que este le enseñaba al recién convertido a drogar adolescentes, beber de ellos y dejarlos dispuestos de modo que alguien los encontrara a tiempo y llamase a una ambulancia. Era algo aterrador y me produjo escalofríos escuchar como YoonGi se lo explicaba a Kookie como si fuese un niño que debía aprender a sumar.
Había algo en su ternura paternal que parecía desencajar en aquella macabra situación. A veces le palmeaba la espalda y elogiaba su trabajo ¡Como si no estuviesen hablando de asesinar o herir personas!
- Kook, recuerda, piensa en cosas desagradables cuando tengas ganas.- él asintió ante el consejo de Suga y entonces una de sus manos acarició mi cuello antes de tomarme por la nuca.
Debía admitir que aquello me daba miedo, pero era la única manera de entrenar a Kook para que pudiera estar cerca de humanos y así reincorporarse a las clases.
- Si me muerdes mato a tu cactus. Estás avisado.- susurré al sentirlo olfatear mi cuello. Sus labios lo rozaron apenas un instante, pero fue tiempo más que suficiente para que Yoongi frunciera el ceño y yo gimiera bajito por el miedo.
- Matas al cactus y te vas tu a la tumba con él, pardillo.- se rió en mi oído. A pesar de las leves carcajadas, pude notar respiraciones dificultosas;- Nunca antes me habías parecido tan tentador, Minnie.- canturreó en mi oído, con sus colmillos tan cerca que sentía la frialdad de una rozar mi lóbulo.
Me estremecí en sus brazos y mi cuerpo se llenó de una tensión escalofriante.
- Cuidado con lo que dices.- Yoongi dio un paso al frente, queriendo dejar clara su autoridad.- Recuerda de quién es Jimin.
Kook se habría encogido en un rincón con los ojos llorosos y temblando de seguir siendo humano, pero ante la voz firme del vampiro, él solo respondió retador.
- Pues cuidado, que te lo robo.- bromeó. Claramente no hablaba enserio por más que una parte de él me deseara, pero a Suga no le hacía gracia alguna. Sin embargo JungKook amaba hacerlo enojar.- ¡Ay! ¡Que me como a tu humano!- jugueteó dándome un pequeño bocado en la oreja.
Mi cuerpo no pudo evitar reaccionar solo y gimoteé asustado e indefenso por aquel pequeño gesto; acto seguido vi la palidez de Suga enrojecer por la rabia.
- JungKook, se acabó.- dijo Yoongi tomando al nombrado del brazo y arrojándolo al suelo con una fuerza desmedida.
El chico se levantó con dificultad sosteniéndose el hombro y llorando mientras trataba de mantener el equilibrio.
- L-Lo has dislocado...- murmuró incrédulo, a lo que Suga solo rodó los ojos.
- Se curará en menos de diez minutos. No hagas eso de nuevo y no volverá a suceder- advirtió con un tono sombrío que incluso a mi me hizo sentir amenazado. Suga, entonces, se volteó hacia mí para verme directo a los ojos y los suyos parecieron henchidos de magma.- Y tu no seas tan fácil...
Recriminó, muerto de rabia por aquel insignificante ruidito de antes.
- ¡No me llames as- estaba indignado por lo que me había llamado Suga ¡No era mi culpa! pero aunque quisiera replicar por su tremenda falta de respeto, no pude.
Me empujó contra la pared con fuerza y grité de dolor cuando mi espalda se estampó contra ella. Kook de golpe había desaparecido, justo en el momento en que mis ojos recorrían la habitación en busca de una mano amiga.
- La próxima vez que vuelvas gemir por otro...- Yoongi me obligó a mirarlo y golpeó la pared, cerca de mi cabeza. Su rostro lucía calmado pero podía matarme en solo un movimiento, era aterrador.-... te empujaré a la cama y haré que grites tanto que no vas a tener voz como para hacer ruidos como el de antes.
- Cuando dices ese tipo de cosas muero de miedo...- admití antes de tragar saliva. La mirada de Suga contra la mía parecía desafiarme a apartarla, pero me sentía incapaz de hacer que mi cuerpo funcionara contra los deseos de mi hyung.
- Tienes motivos como para hacerlo.- aseguró antes de sonreír de lado y besar una de mis comisuras. Lo noté tan gélido y próximo a mis labios que suspiré de frustración.
Cerré los ojos para relajarme, respirar y tratar que mi corazón no se me saliera del pecho y cuando lo abrí Yoongi ya no estaba ahí. Como odiaba sus apariciones repentinas y sus desapariciones demasiado oportunas.
- ¿Cómo te sientes?- dije bajándome del tren junto a Kook. Era tarde y deberíamos ir a dormir pronto para las clases del día siguiente así que decidí aprovechar el tiempo de camino para conversar.
- Nervioso.- admitió jugando con sus dedos y mordiéndose el labio- Es como si mañana fuera mi primer día de clase.- rió- Bueno, lo es mas o menos. Ah...
- Todo saldrá bien- aseveré tomándolo de la mano y sonriendo de forma radiante. Odiaba mentir, pero solo quería ver a Kook sonreír. No lo conseguí.
- ¿Y si no?
- Pues quizá aplacen un examen y todo por el hecho de que un alumno se coma a la clase- Ahí era donde debía darle, en el humor absurdo. Kook estalló en carcajadas que me hicieron feliz hasta que de pronto su cara se tornó seria.
Sacó la llave de su bolsillo y abrió con lentitud la puerta de nuestro hogar. Me miró serio y aunque pareció querer hablar, no dijo nada.
No despegó sus labios hasta que ambos tuvimos en el lecho, arropados por la oscuridad.
- Jimin ¿Estás dormido?- no respondí. Estaba completamente despiertos aunque tuviera mis ojos cerrados pero no articulé respuesta alguna.
El porqué no reaccioné me lo sigo preguntando yo cada día de mi vida. Supongo que quien calla otorga ¿No? Quizá solo quería darle a Kook la oportunidad de confesarse que no tendría jamás con nadie.
- Soy inhumano. Cuando mato el hambre me ciega y justo después de eso me pongo tan sensible por lo que he hecho que las emociones se intensifican hasta puntos insufribles. Supongo que Suga te habrá contado ya cómo es ser vampiro y sino, da igual, no es como si me escuchases.- me quedé inmóvil en la cama sabiendo que Kook estaba llorando. No necesitaba ojos para verlo, su dolor era casi tangible.- Tae tenía razón. Ojalá me hubiera matado.
Me siento culpable desde esa noche, porque me dormí después de escuchar eso y entre sus sollozos. Uno se acostumbra al dolor, a la tragedia; y al final los lamentos te arrullan para dormir.
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