Epílogo

 El bosque esa noche tenía un tono oscuro que llenaba el ambiente de misterio, aunque los ojos de Adam lo adornaban con un trémulo color carmesí lleno de pasión y el turquesa Dean desprendía un profundo amor lleno de inocencia.

Ese bosque ya lo habían recorrido una y mil veces y aunque era muy diferente de aquel que había en Brokeback , hacía que Dean se sintiese en casa de nuevo, aunque las luces de la gran ciudad, que se elevaban sobre el cielo nocturno como estrellas de neón, indicaban que se hallaba muy, muy lejo de Brokeback.

Hacía doscientos veintitrés años que Dean no había estado en su lugar de origen, puesto que ahora su hogar era otro.

Un hogar, un dulce hogar, sería cualquier sitio siempre que Adam estuviera cerca. Aunque la verdad es que la casa que ambos habían comprado, algo vieja y alejada del resto de la ruidosa y transitada ciudad, no les tenía muy contentos.

Se podía decir que era una casa con personalidad, quizás demasiada. O que no estaban solos completamente. Bueno, el caso es que aquello había alcanzado unos límites de rareza que Dean jamás se llegó a imaginar, pero tras todo lo que había vivido, en el fondo no le sorprendía tanto.

Andando bajo el manto de los árboles, Dean creía que no había nada mejor que pasear tomado de la mano de su novio, el vampiro gruñón.

- ¿Qué miras?- preguntó Dean risueño al sentir la penetrante mirada de Adam sobre él sin descanso.

- Al tonto más adorable del mundo- le respondió el otro consiguiendo que el humano frunciese el ceño disimulando que su comentario le había enternecido.

El vampiro tomó al menor entre sus brazos con rapidez y de un salto lo alzó hasta una rama camuflada por el follaje de un árbol para esquivar el foco intenso de la luz de una linterna.

El vigilante que alumbraba aquella zona se rascó la nuca confuso, juraría que había oído voces. Tras eso se marchó a inspeccionar la zona en busca de jóvenes revoltosos o borrachos que hubiesen entrado en el bosque aún sabiendo que de noche estaba prohibido.

Dean estalló en carcajadas una vez aquel hombre se marchó y Adam hizo lo mismo.

- ¿Has visto la cara que se le ha quedado? ¡Casi nos pilla!

Adam escuchó los pasos del hombre acercarse, debía haber oído las risas de su novio, así que lo besó para callarlo.

Bajo ellos la oscuridad del suelo y los negros troncos de los árboles se disiparon ante la iluminación artificial y el hombre entrecerró los ojos, agudizando la vista sin encontrar a nadie.

Dean, estando sentado sobre Adam, dejó que el vampiro lo callase con tranquilidad, tomándolo del cuello para acercárselo y comiéndole la boca con sus dulces besos y mordiscos.

Los labios de Dean sabían dulces por el batido de fresa y canela que Adam le había comprado esa noche y los de Adam eran fríos y sabían igual por los besos anteriores en los que habían compartido sus salivas.

Dean posó sus manos en el pecho del vampiro y lo sintió, duro, frío e imponente, mientras su vampiro pasaba sus manos de los hombros del chico a sus caderas y más tarde a su trasero, notando el cálido, pequeño y frágil cuerpo que gimoteaba por la forma en la que movía la lengua educando a la del menor.

- Ahora si que casi nos pilla- dijo Adam riendo una vez la oscuridad retornó y sus manos pasaron a sostener la cara del chiquillo para acercarlo de nuevo y presionar sus gruesos labios contra los finos y rosados del menor.

- Deberías tener más cuidado, ya van cinco veces esta semana. Al final acabará dejando el trabajo- rió Dean mientras se asomaba para comprobar de nuevo que estaban solos.

Adam aprovechó para morderse el labio por la travesura y empujar al menor, haciéndolo soltar un chillido al ver que se caía de la alta rama del árbol.

Cerró los ojos y en vez de sentir un fuerte impacto contra el suelo notó los fuertes brazos acogiéndolo.

- Deja de darme sustos ¡Capullo!- le dijo el menor mirándolo con rabia y soltándole una cachetada que hizo reír al vampiro. Amaba como su chiquillo se enfadaba y le pegaba nerviosamente tratando de herirle- Tú ríete, que ya me vengaré.

- Venga, no seas malo.- dijo Adam imitando el tono del menor y haciendo un puchero.

- Muy bien, sin sexo una semana.

- ¡¿Que?! No te lo crees ni tu.

- Pues serán dos semanas.

-Tendré que violarte- bromeó Adam consiguiendo que el menor le acuchillase con la mirada.

Hacía no menos de dos semanas el vampiro había dicho lo mismo ante uno de los castigos que el menor le había impuesto, y había cumplido su amenaza, aunque claro, Dean había disfrutado como un loco.

- Te tendré que castrar, eres como un perro en celo...- dijo Dean soltando una risa y acomodándose en sus brazos.-...pero te quiero - sonrió dándole un corto beso a Adam, beso que este alargó.

- Yo también te amo, humano quejica- respondió mordiéndose el labio por la manera cariñosa en que su chico lo miraba entre sus fuertes brazos.

- ¡¿Quien anda ahí?! ¡Llamaré a la policía!- la voz del vigilante apareció como el sonido irritante de un despertador y los hizo alejarse de su bello sueño, reaccionando.

Adam tomó al menor con más fuerza y se marchó hasta las afueras del bosque evitando problemas.

- Vaya mierda- murmuró Dean una vez el vampiro lo dejó en el suelo a las puertas de ese paraje natural- Ese tío siempre nos está jodiendo.

- Tienes razón ¿Crees que debería hacerle una visita mañana cuando salga a cazar?- preguntó Adam abrazando a su chico por detrás y besando ligeramente su cuello.

- No, él solo hace su trabajo. Mata a alguien que se lo merezca- dijo Dean mirando a su vampiro con los ojos en calma y los labios listos para el beso que instantáneamente recibió.

Adam mataba a quien quería, cuando quería y porque quería. Pero Dean le había cambiado un poco en ese aspecto. Muchas veces le recompensaba con el placer de dejarle beber su deliciosa y única sangre y eso lo saciaba durante semanas, pero cuando el instinto asesino, más sediento de muerte que de sangre, afloraba, Adam cazaba al primero que se le ponía en el camino, aunque Dean le aconsejaba en ese aspecto, consiguiendo unos resultados que le parecían óptimos.

Tiempo atrás, hablando sobre como Dean aceptaba que su novio fuese un asesino sin escrúpulos, este tuvo una idea: que Adam cazase en barrios peligrosos. Si sus presas no importaban ¿Porque no limitar el área de caza a un terreno específico?

Y así lo hicieron, ahora Adam cazaba en lugares donde además de matar a gente que apenas tenía conocidos y que desaparecían del mapa de la nada, sin nadie que los buscase, mataba a gente indeseable, corrupta, ilegal.

Asesinos, camello, ladrones y mafiosos. Había de todo en su menú, aunque Dean aceptaba que muchas veces el vampiro se inclinase hacia los inocentes, al fin y al cabo era su naturaleza y sus gustos eran variados así que de vez en cuando prefería tanto a los sinvergüenzas como a los ciudadanos honrados.

Adam sintió una perfecta calma esa noche y acorraló a su chico contra la valla metálica que delimitaba el controlado bosque, y lo besó lentamente recorriendo su cuerpo.

Sintió la perfección de su cuerpo, el deseo, el amor y un ligero temblor.

- ¿Tienes frío, pequeño?- preguntó en un susurro, preocupado y arrepentido de no haberse percatado antes.

- Sí ¿Volvemos a casa?- Adam bufó asintiendo y rodó los ojos.- Se que no te gusta, pero ya lo solucionaremos.

- Es molesto y no te deja en paz, eso me jode mucho, hace que me hierva la sangre.

- No seas celoso, no puede hacerme nada, además tu también le estás cogiendo cariño. En el fondo te cae bien.

- Es irritante, como...

-¿Como yo?

- No tanto, pero a ti te amo.- dijo el vampiro dándole un corto beso a su chico en los labios.

Dean solo se sonrojó y tomó al gran vampiro de la mano dispuestos a irse a casa.

- De verdad, no lo soporto- dijo Adam cuando tocó el pomo de la puerta.

- ¡Que no pueda salir de esta puta casa no significa que no pueda oírte si estas fuera, vampiro imbécil!- una voz grave e histérica se escuchó desde dentro de la casa e hizo al vampiro suspirar.

- A mi me cae bien. Te hace enfadar casi tanto como yo- dijo el menor abrazando al vampiro y consiguiendo ponerse de puntillas para que el otro lo besara.

- Si tu me haces enfadar no me importa, pero ese imbécil es insufrible. Si estuviese vivo lo mataría.

- ¡Te he oído chupasangres de mierda!

- ¡Ya lo se fantasma idiota!- Adam abrió de un portazo consiguiendo que la figura borrosa de un hombre alto y esbelto se transformase en humo, huyendo de su cara de pocos amigos y sus colmillos amenazantes.- Y tu deja de reírte- le dijo a Dean abrazándolo con fuerza para mordisquear a modo de broma su cuello.

Sí, tenían a un fantasma en casa.

De hecho se habían comprado la casa meses atrás pues era barata y estaba alejada del ruido y estrés que sufrían al vivir en un apartamente en el centro de la ciudad, aquello era más tranquilo y sobretodo Dean necesitaba esa calma al estar acostumbrado a vivir en un pueblo poco transitado.

A primera vista el lugar era maravilloso y muy barato, sospechosamente barato, pero el primer día tras haberlo comprado descubrieron que no estaban solos. Un hombre difuso y translúcido se presentó ante ellos contándoles que se había acostado con el hijo de un hechicero y que como ese chico estaba ya comprometido por orden el padre, este se enfadó y lo mató y, no contento con eso, lo embrujó para que su alma se quedase atada a la casa en la que se había acostado con el pequeño hechicero hasta que esta fuese destruida.

No tenían mucho dinero así que no podían derrocar la casa (para que el fantasma pudiera irse al ''otro lado'') e irse a otro sitio, pero el alma en pena hacía que Adam se tirara del pelo y se rompiese la garganta a gritos insultantes.

- Si yo pudiese aparecer y desaparecer así estaría todo el día molestándote- confesó Dean mientras caminaban hacia su habitación cogidos de la mano.

- Ya lo haces, mocoso- respondió el vampiro tomándolo con rudeza de las caderas para lanzarlo a cama una vez pasaron dentro del oscuro dormitorio.

El menor soltó una exclamación al aterrizar sobre la mullida cama pero el vampiro lo calló de un beso saltando sobre él como el animal hambriento que era.

-Te pasas el día molestándome, mocoso- repitió tomando las manos del menor con suavidad para después apresar rudamente sus muñecas- creo que debería castigarte- susurró lento contra su cuello antes de lamerlo y besarlo sintiendo un jadeo de excitación por parte de su presa.

Cuando Adam actuaba de esa forma dominante, Dean no podía evitar derretirse de placer al ver cuán a su merced estaba.

- Niño malo...-musitó Adam besando el cuello del adolescente para después comenzar con una intensa succión dejando ahí violentas marcas moradas.

Dean gimió sintiendo los chupetones de su novio contra su cuello y agarró los fuertes bíceps del vampiro cuando este comenzó a desabotonar lentamente su camisa descubriendo su cremosa piel.

- ¿Que? ¿Hoy lo azotarás otra vez?- Preguntó la voz divertida del espíritu.

Adam se sobresaltó mirando con rabia a todos lados sin hallar al ente incorpóreo.

- Déjanos follar tranquilos. Si estuvieses vivo...

-Sí, sí, ya lo se ''Si estuvieses vivo te mataría yo mismo'' ¿No tienes más frases?- preguntó la voz omnipresente que resonaba por las paredes sin mostrarse físicamente.

- Que te jodan, lárgate y déjanos tranquilos. Quiero hacerle el amor a mi chico.

- Sí, yo también querría hacerle el amor a Dean.

- ¡Hijo de puta!- gritó el vampiro apretando las pequeñas caderas del humano entre sus largos dedos y haciéndolo gemir adolorido por la sorpresa.

- Adam, no pasa nada.- dijo el pequeño mientras alargaba su mano hacia el rostro de su vampiro quien con afilados colmillos y ojos rojos miraba a su alrededor maldiciendo.- No estés celoso, esta muerto ¿Que crees que puede hacer?- preguntó risueño el menor mientras el vampiro soltaba su agarre y le acariciaba el cuello con ternura.

- No me gusta que otros se fijen en tí, soy muy celoso. Eres mío.- dijo Adam mientras besaba el cuello del chico, pasando con suavidad los labios entorno a sus chupetones morados que tan dolorosos parecían. Perfectas marcas de propiedad- Tu también eres celoso, deberías entenderme.

- Pero yo lo soy con personas vivas. Aquella zorra de anoche te dio su teléfono. Aunque en el fondo te vino bien, no tenías cena hasta que la estúpida se te ofreció así.- Adam rió por el cruel comentario del chico pero este solo se quedó serio.

- Que malo puedes llegar a ser a veces- comentó el vampiro besuqueando con ternura mientras sus manos pasaban bajo la camiseta a medio desabotonar del chico, acariciando el plano abdomen.- pero sabes bien que yo soy peor...

Susurró con un tono ronco e imponente en su oreja haciéndole temblar antes de morder su lóbulo.

Dean gimió ante la imponente dominancia del vampiro y este se arrancó la camisa en respuesta dejando ver su fuerte cuerpo, bien formado y duro, lleno de músculos y frío como el hielo.

- Dejate de romper camisetas y desnuda al chiquillo- exigió la molesta voz.

- ¡Cállate!

- Lo haré cuando el peque este desnudo, no tengo ningún interés en verte a ti- se chuleó el espíritu y, de haberlos tenido, Adam estaba seguro de que este estaría relamiéndose los labios.

- Ni yo en escucharte. Lárgate y no mires, entrometido de mierda- rugió mientras el pequeño bajo él solo intentaba distraer su atención acariciándole los bíceps, que lo volvían loco, y mirándolo con ternura.

Dean se lo había dicho mil veces a Adam, ese espíritu era como un niño y si lo ignoraban acabaría por dejar de joderlos en sus momentos especiales, pero el maldito muerto sabía darle ahí donde dolía al vampiro.

- Tío, por favor- dijo Dean en un tono cansado. Aquel fantasma seguía ahí, seguro, y la idea de que viese la bella perfección del torso desnudo de su amante, lo enfurecía en cierto modo.

- Oh, venga ¿Que mas te da que mire? Fóllatelo y punto.- dijo la voz ya algo irritada por tanta espera- Aunque no seas tan duro como la otra vez, que luego no puede sentarse.

- El único que puede decirme como hacerle el amor es él, así que cállate.

- ¿Si me callo lo haréis?

- Solo si no le miras demasiado, él es mío.- dijo Adam mientras tomaba al menor del cuello para acercárselo y besarlo con voracidad y demanda.

Metiendo la lengua en la boca del menor consiguió distraerlo para acabar de desabotonar su camisita y dejarlo sin ella, exponiendo la perfecta delgadez del menudo y lampiño cuerpecillo.

- Adam...-Jadeó el pequeño, excitado y sintiendo que sus pantalones eran ya innecesarios, molestos.

Sin pudor alguno y una prisa de mil demonios, el vampiro desgarró usando sus poderosos colmillos la ropa de ambos y la arrancó con cuidado del blanquecino y débil cuerpo, descubriendo su figura favorita y viendo como el sonrojado rostro de Dean lo miraba de arriba abajo mordiéndose el labio deseoso de algo de acción esa noche.

- Ven aquí- rugió el vampiro con una voz ronca mientras tomaba al menor de la muñeca y lo levantaba, haciendo que de estar reposando bajo él con miedo y excitación, terminase de rodillas en el suelo a una gran velocidad.

Apoyó sus manos en la orilla de la cama y Adam se sentó en esta orientando su cuerpo hacia su chiquillo y lo miró con malicia, sonriéndole libidinosamente.

Dean sabía lo que tenía que hacer y no dudó un solo segundo, aunque su sonrojo fuese violento y sintiese el corazón estallarle en el pecho.

Tomó el enorme miembro de Adam en su mano, fina y cálida, y jadeó por su frialdad y dureza. Contradictorio pero excitante.

Adam lo tomó del pelo y antes de dirigir la cabecita del menor a su enorme virilidad pegó un pequeño tirón alzándole el rostro para que sus miradas chocasen, pudiendo así descender para besarlo con amor y ternura, calmándolo.

Dean suspiró entrecortadamente con cierto miedo y nerviosismo pero pronto sus labios tomaron la sensible punta enrojecida de Adam y succionó con lentitud el salado y viscoso néctar para después descubrir su lengua, presentándose lenta y puntiaguda sobre la hendidura del miembro contrario, lamiendo y acariciando húmedamente con tal de escuchar los gemidos roncos de pura masculinidad y deleite del otro.

El vampiro se relajó y su mano también, acariciando los cabellos que antes había tomado con rudeza y murmurando sandeces mientras su chico movía la mano de arriba abajo con cierta lentitud y una presión tortuosa haciendo que las sensaciones de calidez le invadieran mientras el extremo de su pene se veía envuelto en los tiernos, rojos y besables labios de su más que novio.

Con brusquedad, el vampiro se levantó, arrebatándole al menor aquello en lo volcaba sus esfuerzos casi adoradores con tal de satisfacer y agachándose, lo tomó por las caderas dispuesto a levantarlo y lanzarlo a la cama, a besarlo, lamerlo y darle una buena follada.

Lo dejó caer sobre el colchón y, sin que ninguno extrañase los habituales preliminares pues llevaban un tiempo en sequía por culpa de cierto fantasma y eso había agotado sus paciencias, Adam escupió sobre su virilidad y Dean se tumbó boca abajo elevando sus caderas y ofreciéndole al vampiro su rosada intimidad.

Un azote le dejó claro que si se movía, Adam lo follaría aún más duro, con rabia, y otro fuerte azote le hizo tensarse, mostrándose menos receptivo y cerrando sus delgadas piernas.

Mientras el vampiro veía aparecer la silueta de sus manos, coloreadas de rojo, en las nalgas perfectas, redondas y firmes del menor, su situó entre las piernas de su amado y, abriendo las suyas, separó todo lo que puedo las del chico, dejándolo expuesto y vulnerable ante su poderío.

Dean jadeaba deseoso y asustado, pero así era como le gustaba y jamás negaría que su miedo a Adam, aún siendo enorme en esos violentos y rudos momentos, no llegaba a ser ni una millonésima parte del amor e inclinación que sentía hacia él.

- ¿Voy muy rápido, pequeño?- preguntó el vampiro enterneciendose por las lágrimas que salían de los ojos del menor, colmado de sensaciones que se derramaban, saladas, por sus ojos.

- Sí, p-pero da igual, me gusta. Todo lo que tu me hagas y como tu me lo hagas estará bien- Adam sonrió por las devotas palabras del menor y acarició con cuidado su espalda, dejando que las toscas y pesadas manos descubrieran de nuevo la piel joven y caliente causando en ella escalofríos, y besó su nuca con amor varias veces hasta que Dean volteó el rostro y fue besado en sus labios, devorados lenta y fogosamente.

Una de las manos del vampiro se metió entre las nalgas del humano y delineó con el dedo lentamente la separación de sus hermosos cachetes rozando la intimidad cerrada que lo aguardaba, mientras la otra mano iba hacia el vientre bajo del menor y sujetando al chiquillo ya rendido, acariciaba su piel con dulzura.

Dean dejó que su cabeza se apoyase en la almohada que ahora Adam ponía bajo sus brazos para que estuviese cómodo y mientras notaba como un fuerte brazo lo tomaba sujetándolo con rudeza. El dedo entre sus nalgas lo acarició circularmente y él gimió pudorosamente en respuesta, sonrojándose y mordiéndose el labio mientras sentía la enorme excitación del vampiro, ahora más cálida, dura contra una de sus nalgas, palpitando de deseo.

Un dedo se abrió paso por el angosto chico y este mordió la almohada.

- Me encanta cuando gimes, maldito mocoso- susurró el vampiro cerca de su oreja desparramando un aliento cálido y sensual que hizo que el calor se extendiese por ambos cuerpos en una oleada de placer.

El efecto masivo causado por su voz ronca y masculina fue tal que Dean apenas gritó de dolor cuando un segundo dedo lo invadió convirtiéndolo en un manejable y sumiso chico.

Alargó una de sus manos para masturbar su necesitado y goteante miembro que estaba desatendido, pero antes de siquiera llegar a rozarlo, el vampiro le dio un manotazo de advertencia, nada doloroso, pero sorpresivo, que le hizo alejar la mano de su pene.

- No.-rugió en su oreja embistiendo al menor más duramente con sus falanges y penetrando más a fondo. Un grito le interrumpió- Solo yo puedo tocarte.- Dean aceptó las exigencias del vampiro, sintiendo como ante su dominancia y posesividad su entrepierna crecía aún más.

Los dedos abandonaron su cuerpo y él suspiro entre el alivio y la queja.

- ¿Estás preparado?- El menor no pudo articular siquiera una afirmación, pero sí gimió el nombre de su amante.

Sin aviso previo la cabeza del miembro se adentró en él dilatándose de golpe y haciéndolo gritar, pero el vampiro tomó sus caderas y lo acarició mientras besaba su espalda de forma tranquilizadora.

Gimió adolorido mientras sentía la calidez palpitante y rígida adentrarse en él sin que pudiera resistirse, estando completamente a la merced del vampiro. Sentía su trasero arder y las enormes manos del vampiro controlado su cuerpo y moviéndolo a su voluntad y deseo.

Su estrechez acogía con fuerza el miembro ajeno presionando con sus dilatadas y profanadas paredes. Amaba ese sensación de inocencia cuando el pequeño contraía su esfínter con miedo abrazándose a su masculinidad y brindándole más placer y por su lado Dean adoraba ser usado por su amado vampiro, tan expuesto y rendido a él, tan manipulado entre sus manos y tan suyo y sumiso.

Poco a poco entró de lleno y cuando lo hizo Dean sintió la cabeza húmeda de la polla de su amante golpear con rudeza aquel lugar tan placentero dentro suyo y sus gritos de puro éxtasis fueron la premisa que Adam necesitaba para agarrarlo de las caderas y follarlo duramente con fuertes y brutales embestidas.

Doloroso y placentero, el tacto del vampiro y el trato que este le daba era deleitoso y atroz, pero adictivo.

Empujaba toda su longitud a fondo mientras el menor chillaba aferrándose a las sábanas y rompiéndolas con sus uñas no tan largas.

Los colmillos del vampiro, atrevido y fríos, delineaban las espalda en suaves caricias junto a los besos que este dejaba en su pequeño.

Agarrándolo fuertemente con una mano, dirigía las caderas del menor empujando contra sus estocadas, entrando más rápida y profundamente en él y escuchando el sonido obsceno y lubricado de su miembro al deslizarse dentro del menor y el sonido seco y morbosos de sus testículos chocar con el perfecto culo de Dean.

Aumentó el ritmo mientras una de sus manos azotaba sin parar el maltratado y rojo culo del menor, las gotas de sudor caían sobre el cuerpo del chico y las lágrimas de este y su saliva sobre la cama mientras su cuerpo entero dolía por el trato violento y se calentaba por las proximidad del orgasmo.

Maravilloso y brutal. Era como una melodía salvaje y las notas más altas, entre suaves gritos y gimoteos, estaban a punto de ser tocadas en el punto culminante.

Los movimientos pélvicos de Adam se tornaron más rápidos y fuertes y sus estocadas,por ende, eran más violentas y profundas, satisfactorias y dolorosas a su vez.

Su mano dejó de golpear el trasero del chico y se dirigió a su entrepierna mientras lo follaba con desenfreno, masturbándolo con rapideza y maestría, apretando la calidez del chiquillo entre sus dedos y girándole el rostro para ver sus azules ojos inyectados en sangre por el llanto dolorido y placentero y para degustar sus dulces labios como el néctar de la vida.

Y lo besó con fuerza y pasión, dejando que la lengua del humano acariciase húmeda y suplicante la suya mientras el ritmo hacía que los gritos del menor salieran desbocados perdiéndose entre los carnosos labios del vampiro.

Adam mordió el pequeño y este gimió y, notando el extasiente sabor de la sangre de amado, Adam sintió que se desvanecía de placer pues al mismo tiempo que su lengua probó ese trozo de edén, su mano logró hacer que Dean se corriese, gimiendo deleitosamente y contrayendo su intimidad de forma excitante.

Y Adam explotó dentro del menor en una última estocada que hizo que el punto G de Dean deslizase descargas de placer por todo su cuerpo hasta llegar a su sonrojado rostro haciéndole gemir el nombre del contrario tan fuerte que luna, en el cielo, de poder escuchar, se estaría tapando los oídos.

Dean se derrumbó en la cama exhausto y sudoroso mientras ante la calma del vampiro intentaba regular su respiración.

- ¿Y bien?- preguntó Adam socarrón y desnudo sin vergüenza, alzando una ceja y voltando al menor.

- Maravilloso...- musitó el menor entre jadeos.

- Sí, has estado maravilloso- le dijo el mayor causando en él una tierna sonrisa y después lo recogió entre sus brazos, frágil y pequeño, y le besó la frente con cariño.

- Yo me lo habría follado mejor.- Adam rodó los ojos al sentir la impertinente voz, pero se relajó sabiendo que con el menor entre sus brazos debía ser cuidadoso.

- Tu estas muerto, puto imbécil. Y no me habrías llegado ni a la suela.

- Tu también estás muerto, gilipollas.

- Pero al menos yo follo. Ahora Cállate.

- Me callo si te lo vuelves a follar- dijo, con una sonrisa maligna que no existió pero todos pudieron imaginar.

- Adam...yo no...- musitó el menor asustado y temblando por su debilidad, cansado y sin poder aún respirar bien.

- Tranquilo, se que estas cansado, Humano débil.- se burló el vampiro mientras lo llevaba al baño para darle una relajante ducha de agua caliente y jabón con aroma a arándanos, el favorito de ambos.

Adam disfrutaba tanto cuando el pequeño agotado flotaba entre sus brazos que se demoraba en bañarlo tras la dura sesión de sexo y, sinceramente, era una de las cosas que más le gustaba hacer en el mundo. Cuidar a su niñito humano e impertinente.

- Hey, quítale el jabón, que no le veo el cuerpo- se quejó el molesto muerto.

- Cállate, se ha dormido y no quiero que un tocacojones como tu le despierte- amenazó el vampiro- Además, es solo mío. No le mires más.- rugió mientras hundía al chico en el agua dejando que su pequeña cabeza reposara en su enorme y varonil pecho descubierto.

- ¿Tuyo? Como aprenda cómo poseer humanos, si es que se puede, voy a tirármelo una y mil veces.

- Te despedazaré antes siquiera de que lo intentes. Te arrancaría los ojos si pudiese- Una carcajada grave resonó como respuesta.

- Si tanto te molesto acaba con esta casa, joder. Estoy harto de estar aquí encerrado sin saber ni lo que hay al otro puto lado ¡Soy un muerto en el mundo de los vivos! Ayúdame y dejaré de joder.- Un figura algo difusa del hombre que trataba de verse en el espejo tristemente se presentó ante Adam, quien solo suspiró.

- No puedo, no tenemos a donde ir.- confesó el vampiro, agotado de tantas discusiones.

Entre la blanca y endomorfa neblina pudo distinguir unos ojos verdes como manzanas y por un segundo se le antojaron tristes y sinceros. Después desapareció.

-Dean, despierta- dijo el vampiro antes de observar como los ojos turquesa de su amado se abrían con pereza. Sonrió y lo besó, despertándolo del todo.

-Adam...-ronroneó el menor acurrucándose contra el enorme y varonil pecho de su vampiro.

En la planta baja de la casa se escucharon algunos ruidos que rompieron el romántico ambiente tornándolo en uno de sorpresa y después fastidio.

- ¿Pero que...

Adam rodó los ojos mientras su pequeño lo miraba confundido.

- Debe ser el espíritu, hace un rato estaba rompiendo platos así que supongo que ahora ha empezado con los vasos.- El ruido del cristal rompiéndose prosiguió de forma ininterrumpida y estridente, arrancando de la boca de Adam un suspiro desganado- A ver de donde coño saco yo ahora una vajilla nueva- gruñó haciendo que Dean sonriese ligeramente.- ¿Qué es tan gracioso?

- Siempre pones esa voz de oso gruñón, me encanta- musitó con una tierna sonrisa pintada en sus labios, pero pronto se esfumó- Tenemos que hacer algo ya ¿No? Cada día está más molesto y solo logra hacernos la vida más difícil.

- Ojalá pudiera matarlo...

- No digas eso, él lo hace porque quiere ser libre e irse a donde le pertenezca, no es su culpa ser un capullo al igual que no es tu culpa ser un vampiro gruñón, celoso y violento- dijo el menor acariciando la mejilla de su amado, topándose con su áspera barba bajo sus dedos y notando como esta pinchaba la suavidad de sus manos.

- Como sea- dijo el vampiro restándole importancia a las palabras del menor- El caso es que tenemos que hacer algo. No es que tengamos mucho dinero, pero podemos largarnos y mandar a la mierda esta maldita casa encantada- comentó mientras se mordía el labio muriendo por escuchar un asentimiento en vez de una réplica.

Adam ya estaba harto, si no era de Dean no soportaba la compañía, y mucho menos por parte de alguien más irritante aún que Rose la inoportuna y Dean el impertinente juntos.

- No sé... ¿A dónde iríamos? ¿Y qué podríamos comprar con el poco dinero que tenemos? Es decir, si matas a alguien para robarle se notará en caso de que sea mucho dinero y en cuanto a mi... Tengo técnicamente 16 años, no puedo ponerme a trabajar porque un vampiro inconsciente me dio la juventud eterna demasiado pronto como para que pudiera siquiera sacarme el carnet de conducir- Adam resopló y frunció el ceño mientras el menor de ojos melancólicos sonreía por sus pullas y burlas, ganándose un gruñido y un beso de su amante- Aunque la verdad es que puedo prostituirme.

Dean apenas tuvo tiempo de reírse por su bromita cuando Adam ya lo tenía en su boca, comiéndole los labios con violentos mordiscos y rugiendo lleno de celos y salvajismo.

- En ese caso yo seré tu único cliente ¿Queda claro?- preguntó apretando las caderas del menor mientras jalaba de su labio inferior con los colmillos, intimidándolo y haciéndolo jadear de dolor.

Dean solo asintió temblando para verse liberado de los condenados mordiscos y ser llenado de dulces besos por parte del vampiro.

- A donde quiera que vayamos te prometo que no dejaré que lo pases mal, aunque no tengamos dinero y deba matar a pueblos enteros para asegurar tu comodidad.- dijo Adam mientras abrazaba al pequeño y aspiraba con fuerza en su cuello, deleitándose con su tranquilizador aroma- Pero no podemos seguir aquí...

- Lo sé. Bueno, aún podemos volver a... ya sabes. De todos modos heredé la casa de papá y...

- ¡No! Se que Brokeback te trae malos recuerdos y esa casa también, no quiero que lo pases mal.

- Es el único sitio al que podemos ir sin vernos en problemas ¿Que me dices? Además, todo lo que pasó allí ya esta olvidado y sanado, gracias a ti-Adam sonrió como un bobo enamorado cuando el menor pronunció esas palabras acercándose a sus labios para besarlo con ternura e inocencia.

- Entonces haré que tengas los mejores recuerdos del mundo en esa casa. Comenzaré por hacerte el amor en todas las habitaciones, en todos los rincones- murmuró suavemente y con voz ronca sobre los belfos húmedos del menor, quien tiritó de excitación al notar las manos gélidas del vampiro apretar su cintura mientras le comía la boca a besos.

- Viejo vampiro pervertido...- murmuró el otro entre risas y suspiros.

La decisión estaba tomada y aunque ese día apenas durmieron gracia a las estruendosas jugarretas del espíritu, a la noche siguiente estaban dispuestos a cumplir su mayor deseo y así lo hicieron.

- ¡Oh Dios!- chilló la voz fantasmal mientras el vampiro con ambas manos sujetando bidones de gasolina abiertos que dejaban que el hediondo contenido se vertiese sobre la casa iba apartando a Dean de su camino con el fin del protegerlo para que no sufriera daño- Gracias tío ¡Te quiero! ¡Olvida todo lo malo que he dicho de ti, te amo! Gracias, gracias de verdad ¡Y a ti también culito perfecto!- dijo hablándole ahora al menor, que buscaba en sus pantalones la caja de cerillas que había ido a comprar.

- ¡No hables de su hermoso culo si no quieres que pare ahora mismo con todo esto!- espíritu se calló de golpe mientras Adam dejaba que desde el piso de arriba la madera filtrarse los chorros de gasolina que dejaba caer en el suelo y que goteaban hasta la planta baja.

Llenó sus camas con el líquido de fuerte y desagradable olor y roció las paredes y las cortinas. Tampoco se olvidó de los muebles, aunque sí que rescató las pocas fotos que tenía con su amado (pues odiaba hacerse fotos pero sabía que a Dean le encantaban esos recuerdos plasmado en papel).

- ¡¿Ya estás Adam?!- preguntó el menor, tosiendo por el intenso hedor, desde la planta baja, apartándose de los charcos de combustible para no ser él parte de las próximas ruinas.

- ¡Sí! Sal de la casa- gritó desde arriba dejando que los bidones cayesen de sus manos como si no tuviera peso alguno, consiguiendo que varios de los tablones del suelo crujieron y se levantasen, como si la propia casa rechistase ante su injusta ejecución.

Dean estaba ya fuera de la casa sintiéndose rodeado y abrazado por el frío y la oscuridad de la noche y pronto unos brazos de una temperatura similar lo rodearon, duros y fuertes, protectores.

Adam le besó el cuello al pequeño mientras con su cuerpo lo cubría ante el viento que azotaba su joven cuerpo.

- Hazlo- murmuró en su oreja, besando la piel de nuevo y arrebatándole todo tipo de dudas y temor con su decidida y cálida voz.

Encendió la cerilla y miró con angustia el resplandor entre sus dedos, las puertas de la casa se abrieron dejando ver la alta, esbelta y difusa figura de niebla que los había atormentado anteriormente.

- ¡Gracias!- gritó la voz fantasmal mientras el viento movía con desdén el humo blanco, puro y sobrenatural desde donde esa voz provenía y Adam acertó a ver de nuevo esas dos manzanas verdes, ahora llenas de ilusión y, poco después, entre las llamas.

Dean había lanzado la cerilla y la madera de la casa habría crujido ante el estallido de fuego que rápidamente devoró todo su hogar consumiéndolo con furia y haciendo que una bomba de calor lo sofocase mientras la luz cegaba sus ojos con la desaparición de su casa.

Adam observó los lloroso y preocupados ojos del menor ante su decisión y viendo como la casa se caía a cachos negruzcos y requemados y dejaba que el humo se mezclase con el espíritu que corría hacia el cielo elevándose, incorpóreo y trascendental, tomó al pequeño entre sus brazos y lo cargó dispuesto a alejarlo del poderoso y temible fuego que tocarlo lo convertiría en una simple ramita, frágil y quemada.

Adam decidió que tras todo el ajetreo de esa noche lo mejor sería gastar un poco de dinero e ir a Brokeback en taxi, pues si llevaba al menor entre sus brazos durante la noche entera lo único que lograría es que dieran nauseas por la velocidad y un resfriado por la temperatura.

Apenas entraron en el vehículo el pequeño ya había caído rendido entre los brazos del vampiro y como un niño dormido se acurrucó a él murmurando dulcemente su nombre y pasó el trayecto entero en su regazo, sintiendo la calidez de las caricias de su chico, quien al ver que este tenía pesadillas y lloraba dormido, le limpió las lágrimas con gentileza y le besó en los labios, aunque murmurase incoherencias en sueños, hasta que se calmó.

Despertó en una cama que se le hacía conocida, pero cuando miró por la ventana de su vieja casa, esa por donde Nicolau una vez se lo había llevado, se topó con la visión de su antiguo pueblo bajo una capa de alegre modernismo.

El lugar era el mismo, pero todo estaba reformado y era mucho más alegre, las luces nocturnas eran cálidas y acogedoras y las calles, abarrotadas, estaban llenas de vida y color, como si Brokeback hubiese resurgido de entre sus cenizas y se alzase ahora como un ave Fénix lleno de mil colores chillones y alegres que parecían gritar de júbilo.

Nada más soltar una carcajada de pura alegría, sintió a Adam abrazándolo por detrás y besándole el cuello con todo el amor y la paciencia del mundo.

Estaba en la casa en la que más había sufrido y en el pueblo de sus pesadillas, pero gracias al paso del tiempo y al amor del único hombre para el que jamás tendría ojos, todo parecía idílico y perfecto.

Tenía la sensación de que se le estaba dando la oportunidad de vivir desde un inicio la vida feliz y maravillosa que jamás tuvo.

- ¿Qué tal estás?- preguntó el vampiro a su espalda acariciándole una mano mientras la tomaba entrelazando sus dedos y besaba su nuca con ternura.

- Enamorado... estoy enamorado- murmuró girándose para darle un tierno beso en los labios, uno que el vampiro profundizó tomándole de la cadera para convertirlo en uno cálido, lento y morboso que los despertó a ambos.

-No más que yo- respondió Adam mordiendo el dulce belfo del menor hasta hacerlo gemir del gusto.

Dean sintió un escalofrío al sentir una suavidad peluda contra su pierna y bajando la cabeza descubrió a un gato negro a sus piel, de ojos verdes como manzanas que de alguna forma se le hicieron familiares y, mientras lo tomaba entre sus brazos para acariciarlo Adam miró con el ceño fruncido al animalito y besó de nuevo a su amor, no sin llevarse un violento arañazo del animal que le ronroneaba a su novio, restregándose contra el chiquillo que se carcajeaba al ver el rostro de su amado rasgado por las uñas de un pequeño felino. Adam se curó deprisa y le sonrió con malicia al joven antes de estamparlo bruscamente de vuelta contra el colchón, haciendo al gato saltar de entre sus brazos, aunque no tardó en volver a incordiar a la parejita.

Y cada día que vivían juntos, al igual que cada noche, era como si renacieran ante una vida un poco mejor, porque cada uno se sentía a cada minuto más afortunado de estar al lado del otro.


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