Prólogo: cenizas

 - Jefe, he estado buscando, ya sabes, para poder cubrir el hueco que Stefan dejó cuando le pegaron un tiro, y creo que tengo al hombre perfecto. Podríamos ofrecerle un puesto. Te aseguro, jefe, que él puede superar al último gran sicario que tuvimos.

- Oh, Stefan...-el hombre suspiró con melancolía, pronunciando aquel nombre delicado con una voz rasposa y diabólica.- Ese hombre era la discreción en persona y era tan mortífero... Lo echaré de menos, supongo.- su tono frío al acabar de enunciar el recuerdo del muerto parecía cruel y burlón, como si su luto durase apenas unos segundos.-Cuéntame más sobre él.

- He averiguado todo sobre este nuevo hombre, incluso los chanchullos ilegales. Sabes que se me da bien jugar con la red. Ahora mismo conozco mejor su vida que él mismo.

- Entonces quiero saberlo todo.

- Primero mira su fotografía, entra por los ojos ¿A que si? Si no mata con armas los mata con la mirada, el hombre intimida.

Quien estaba a cargo de todo aquel negocio se reclinó hacia adelante en su silla para poder observar mejor la fotografía que se deslizaba hacia él sobre la madera de su escritorio.

La tomó entre sus dedos ásperos y gruesos y mientras con su lengua cambiaba de lado el puro que sus labios sostenían exhaló humo y un sonido de aprobación.

En aquella imagen estaba apuntada la altura del hombre, casi un metro con noventa, y el resto lo narraba la ilustración por si sola. Era un tipo joven pero maduro, de aspecto intimidante y grandes proporciones regalo de una genética que le dotaba de una envergadura considerable y de un arduo trabajo físico, en un gimnasio posiblemente. Su piel pálida se veía manchada por una sombra de barba que lo dotaba de cierta seriedad y su pelo corto, de un rubio apagado, parecía peinado hacia atrás de forma causal. Los ojos azules se veían pequeños pero profundos, escondidos bajo la sombra de unas cejas incipientes. Mirada de lobo, la sabía reconocer desde que había empezado con el negocio treinta y seis años atrás y la veía cada día en el espejo. Facciones duras y muy marcadas y, por último, un aura extraña y aterradora que agradeció.

Escrutó con la mirada aquel trozo de papel coloreado con la forma de aquel hombre extraño y casi sentía que esa mirada imprimida le perforaba el alma, o lo que él tuviera en su lugar. Un humano sin escrúpulos, lo podía sentir a través de su mirada, lo veía.

- Me gusta, parece muy capaz de esto, ahora ¿Lo es? Comienza, estoy dispuesto a escuchar toda su historia, por más larga que sea. Quiero conocer a todos y cada uno de los hombres que matan para mi.

- Se llama Einzel y ha tenido una vida muy movidita.

Nacido en Alemania en el 1990 era hijo de una familia acomodada formada por él y sus nueve hermanos. Su padre, un magnate de los negocios, estaba todo el día centrado en su única pasión, lo que movía su vida: ¡El trabajo! Su ambición superaba cualquier vínculo afectivo familiar. Su madre era la secretaria de la empresa que le hacía la competencia a su padre y, debido a su gran competitividad y al amor por su trabajo que compartían, parecían más enemistados que enamorados y, creeme, hay muchos testimonios de esto...

Se casaron para obtener beneficios y su madre pareció ser muy fértil pues se embarazo de quintillizos producto de un condón roto, más tarde de trillizos por culpa de lo mismo. Años más tarde, cuando todos los hijos odiaban y repudiaban a su dividida família a la que apenas veían nació Einzel a causa de una de las muchas infidelidades de su madre. Era el pequeño de la familia. Un pequeño diablo.

Vivió con unos padres distantes y fríos que creían que podían suplir la falta de vínculos afectivos dejándole al niño una tarjeta de crédito sin fondo y dándole pagas semanales cuantiosas cuando él solo quería lo que cualquier niño: un beso de buenas noches. O al menos eso dicen los informes del psicólogo de su escuela.

Una noche, a sus diez años, el padre de Einzel tuvo una fuerte discusión con su madre. Las infidelidades de ella habían salido inevitablemente a la luz, dando mala imagen a su marido y haciendo que corriera el riesgo de ser despedido pues en aquella empresa querían hombres que supieran aparentar una vida perfecta y serena. El alcohol y la ira desembocaron en el padre de Einzel arrojando a su mujer por las escaleras hasta causarle la muerte. El cadáver de la mujer aterrizó a los pies de su hijo menor, que se había desvelado. Einzel no dijo nada y se fue a dormir.

Pareciera que el niño no lo había visto, pero las cintas de seguridad de sus casa dicen lo contrario y, al parecer, los jueces sobornados opinan que la mujer murió accidentalmente.

Einzel, aparentemente, jamás habló del tema.

Al año el padre se casó con una modelo igual de vacía y plástica que la madre biológica de Einzel. En resumen, su madre murió y aún con esas su vida no había cambiado en absoluto. Da escalofríos si lo piensas bien.

Años más tarde sus hermanos ya eran mayores y tenían sus propias ocupaciones y problemas. Todos habían establecido relaciones fuera de su familia directa para eludirse de ese ambiente y poder integrarse en otras famílias más cálidas y pronto lo consiguieron, abandonado su hogar.

Einzel se quedó prácticamente solo por la marcha de sus hermanos a los doce años. No hablaba con nadie en la escuela ni en sus actividades deportivas excesivas extraescolares a las que los padres le apuntaban para tenerlo distraído y que no notara tanto la ausencia de las figuras paternales en su vida.

¿Ves por donde van os tiros, no? Un niño que crece sin amor y que elude el hecho de que ha visto a su padre asesinar a su madre, ya empezaba de joven a menospreciar la vida...

Durante su vida escolar fue denunciado por intento de homicidio siete veces. Einzel era un chico increíblemente fuerte y callado y cada vez que alguien lo convertía en su objeto de burla, él se lo hacía pagar de formas desmesuradas. Por suerte su padre sobornó a todos los padres de los estudiantes agredidos con sumas tan opulentas de dinero que las denuncias desaparecieron instantáneamente.

A los dieciocho estudió filosofía en una prestigiosa universidad y al poco de acabar sus estudios comenzó a dar clases a alumnos de importantes escuelas, ganándose muy bien la vida.

Además escribió un par de libros sobre la naturaleza humana. Esto es curioso, dice que los seres humanos somos solo animales que al tener capacidad de razonar hemos creado en nosotros una dimensión oscura en la que hemos sido lícitos de recapacitar sobre la propia naturaleza y hemos juzgado equívocamente el instinto animal que nos define.

En resumen, el hombre cree que el humano es un animal más y como tal debe comportarse, siguiendo sus instintos más bajos para satisfacerse y sobrevivir a costa de los demás sin remordimiento alguno.

También deja claro que el mundo interior propio del hombre no goza de valor alguno, sino que la vida es un simple estado de la naturaleza y la muerte tiene el mismo valor vacío, es decir, no cree que matar por intereses personales sea algo condenable.

A los 22 se independizó y su psicólogo concluyó que la soledad que ya conocía le parecía aún más tangible en una casa que era solo suya. Ahí comenzó a pensar en el egoísmo y el narcisismo como virtudes y aunque su psicólogo le aconsejó mil veces que eso no era bueno parece ser que Einzel hacía caso omiso al profesional.

¿Sabes? A leer tantos informes de psicólogos de Einzel me da la impresión de que él ya sabía lo que le iban a decir e iba precisamente para no hacerles caso, para desesperarles y burlarse de ellos. Pero bueno, quizás son cosas mías.

El resto de profesores del centro en el que trabajaba lo repudiaban por su carácter excéntrico y su aparente frialdad. Lo marginaban tachandolo de bicho raro. Los alumnos admiraban sus dotes intelectuales pero jamás se atrevían a preguntar en clase, tenían miedo de él. Ese temor no solo venía de su apariencia seria, hosca y musculosa, sino de un rumor cierto que corría por el instituto.

En una excursión del curso a la montaña programada por la facultad de filosofía, él tenía a su cargo a un total de quince estudiantes. Uno de ellos, desviándose del camino establecido, cayó por una zona rocosa y cuando Einzel lo fue a rescatar a la par que los demás llamaban a la ambulancia, el chico perdió demasiada sangre por sus lesiones como para recuperarse. El resto del alumnado vio como el chico moría en los brazos de Einzel, cuyo rostro apático no se ablandó.

Finalmente no hubo cargos contra él pues el chico murió a causa de una irregularidad del terreno que el dueño del lugar al que fueron no notificó al instituto, tal y como había sido pedido, y por tanto la culpa recayó en él.

A la edad de 23 años se compró un pastor alemán. En sus libros él lo describió como un animal más digno que el ser humano, un animal que acepta lo es pero que en el fondo da lástima porque el hombre ha amansado para hacerlo suyo, humanizarlo, culparlo de sus instintos y convertirlo en una aberración. Para él eso es lo que le ha pasado al hombre, ha dejado de ser un digno animal para convertirse en un monstruo domesticado.

Jefe, quizás no te interese todo este pensamiento filosófico, pero creo que esa es una de las cosas que más me han llevado a pensar que Einzel desearía trabajar para usted. Como sea, prosigo:

A los 24 sacando de paseo a Koi, el perro, un hombre armado pretendió atracarlo. Parece ser que el perro atacó al hombre y mordió su pierna, ganándose un tiro en la cabeza.

Einzel recibió un balazo en la pierna y el ladrón mal herido trató de huir. Ahí fue la primera vez que Einzel mató. Tomó el arma del hombre y le dio muerte a sangre fría.

Un balazo en el pecho a quemarropa con el arma del hombre al que mató. Impresionante para ser su primera vez y lo mejor de todo... Después de eso no presentó ningún tipo de crisis emocional. Le dio absolutamente igual.

Tras eso trató de eludir la ley gracias a la fortuna de su padre, quien mas que salvar a su hijo quiso mantener su reputación intacta pero lamentablemente lo único que pudo hacer fue aminorar la sentencia.

Einzel fue a la cárcel durante un año y esa fue una mancha en el nombre su familia que no se podía borrar. El padre de Einzel lo desheredó y se desentendió de él de todas las formas posibles, dejándolo solo en el mundo. De todos modos, era un vástago.

El hombre aprendió en la cárcel algo que llevaba cociéndose en su cabeza desde que nació: La vida humana no tenía valor, todos los hombres son monstruos.

Sobre esto el terpeua de la prisión tenía apuntada una frase curiosa de Einzel ¿Como era? ¡Ah, si, me acuerdo! ''Los hombres de aquí dicen que desprecio la vida porque mato sin necesidad, quizás tienen razón. Pero te diré algo, si mato es porque amo la vida. Mi vida.''

Allí se ganó una importante reputación pues sus tres primeros y únicos compañeros de celda, al ser de clase baja, lo despreciaron por su pasado rico y ostentoso y trataron de enfrentarlo e intimidarlo, hallando solo la muerte.

Una vez salió de la cárcel su carrera estaba arruinada y su vida se había quedado reducida a cenizas. No tenía nada y todo lo anterior a la cárcel había sido desterrado de su existencia, por lo que debía comenzar de cero. Y decidió vivir en la podredumbre del mundo, siendo una sanguijuela, una rata de alcantarilla, que mataba a otras por pan. Decidió ser sicario.

Actúa solo y apenas tiene reconocimiento, pero es una joya, te lo digo. Si trabaja para nosotros, créeme, es él quien nos hace un favor.

- Impresionante. Nada mal, de veras, nada mal. Me interesa ¿Has contactado con él?

- Sí, jefe, solo necesitaba tu aprobación.

- ¿Y que dijo cuando hablaste con él?

- Me dijo que estaba deseando trabajar con nosotros y que ''mataría'' por ello- una leve sonrisa se dibujó en el rostro de ambos producto de un retorcido humor y se miraron ansiosos.

El más cualificado exhaló satisfecho. Se sentía afortunado de encontrar aquella oportunidad.

Imaginó a esa bestia siguiendo sus órdenes y el vello de su cuerpo se erizó. Un diablillo como él podía tener de secuaz al mismo Satán.

- Le quiero aquí mañana.

- Oh, mi jefe, le prometo que ese hombre será lo primero que usted vea en el próximo amanecer.- sonrió entrecruzando sus dedos en un gesto de nerviosismo y anticipación.

Parecía ser que tras lo ardua que había sido su vida y los innumerables baches de su camino, Einzel iba a encontrar estabilidad en su más preciado oficio aquel invierno de 2015.



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