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Su cabeza se siente como a punto de estallar y la lengua le hormiguea teniendo deja vus del sabor de la piel de Harry, de su aroma a nueces y árboles y lluvia, de su dermis dura, curtida por la guerra, de la forma en que su cuerpo enorme se ha tensado con solo el lengüetazo de un inofensivo omega.

No quiere ir a su habitación y encerrarse, necesita despejar la cabeza, así que, aunque no tenga hambre, se da un paseo por el palacio mientras va a la cocina a buscar su comida. León está horriblemente nervioso, lleva poco ahí ¿Cómo va a sobrevivir toda una vida? Harry va a volverlo loco hasta que le dé un infarto. Se pierde un poco y el tener que centrarse para no quedar atrapado ahí dando vueltas le ayuda a distraerse de sus otros pensamientos. De un momento a otro se choca con algo pequeño y blando y baja la mirada para saber qué es.

—¡Ay! —dice un niño rubio frotándose el trasero ya que ha caído sobre él. —¡Eres el lobo raro! —chilla cuando mira hacia arriba y ve los cabellos de León, blancos y finos como hilo. León esperaría sentirse insultado por el comentario, pero la alegría con la que el chiquillo habla lo hace sentir más bien halagado. —¿Puedes convertirte? ¿Puedes?

—No, cariño, soy un omega —le explica con dulzura a Sanha. —, estoy buscando la cocina ¿Sabes dónde es?

El niño asiente fervorosamente y lo toma del pantalón con uno de sus puñitos, tirando de él mientras lo conduce por los pasillos.

—¿Y puedes volar?

—¿Qué? —pregunta león sonriendo. —Soy un humano normal, no un hada.

—Mamá dice que los lobos blancos sois espíritus mágicos ¡Y podéis volar! —Explica deteniéndose en su recorrido para mover sus pequeños y rechonchos brazos de arriba para abajo imitando el aleteo de algún ave.

—Quizá es que todavía no me han crecido las alas —murmura León pensativo, siguiéndole el juego al niño.

Este le mira con los ojos totalmente abiertos y brillantes, llenos de emoción cuando imagina a León con unas alas grandes y blancas como su cabello o su piel. Le recuerda a las palomas que le gusta perseguir cuando se transforma, son bonitas y parecen nubes con patas, así que ama hacerlas volar, aunque nunca pretende herirlas cuando les va detrás.

—Me gusta tu pelo —dice sonriente. León va a darle las gracias, pero entonces el niño luce decaído y añade: —, me hace feliz que haya alguien más en el castillo que no tenga el pelo oscuro. Solo somos yo y mami Paola, los demás tienen pelo negro o muy castaño ¿Sabes por qué yo lo tengo así? —pregunta recobrando su sonrisa y con el pecho henchido de alegría por poder enseñarle cosas a León.

Él siempre anda incordiando con preguntas, o eso le dicen los adultos, así que está feliz de que el nuevo omega no parezca molesto. León conoce la respuesta con obviedad, porque una de sus madres no es una loba negra, sino roja, aunque él es rubio, lo que desconcierta a León un poco. De todos modos, niega y pone su mejor cara de expectación para la que sea la respuesta del niño.

—¡Porque mami es extranjera! No sé qué significa, pero los otros de la manada la llaman así siempre y no se lo dicen a nadie más ¿Tú sabes que significa?

León traga saliva, el corazón se le encoge en el pecho y la respuesta le tiembla en los labios.

<<Quiere decir que no es bienvenida. Que es... como yo>>

—N-no, no lo sé, lo siento. —el chico le hace un puchero, pero después se distrae rápido y señala al frente. Han llegado ya a la cocina. —Much-

No tiene tiempo de agradecer, el niño sale corriendo hacia su madre, que abre sus brazos desde el otro lado de la sala. Paola viste un pomposo vestido color salmón, y su cachorrillo corre a sus pies para chocar contra los blandos vuelos del vestido y hundirse en ellos. Su madre lo toma por las axilas, lo alza y ríe con él. Después el otro niño, el pelinegro, hijo de los otros tíos de Harry, tira de las faldas de Paola y esta baja a su hijo para que ambos puedan jugar juntos.

León traga saliva, los dos chicos no se juzgan por sus diferentes razas, pero igual que el dulce Sanha ha empezado a su inocente edad a darse cuenta de que él y su mamá son distintos y señalados, Shin también se dará cuenta de que los de su clase no se acercan a los de la de Sanha y, cuando crezcan, las diferencias que no veían de niños los separaran abismalmente como adultos. Shin, como todo hijo de comandantes, aprenderá el oficio de coronel de su madre y su hermanita beta, aprenderá economía de su padre. Sanha será un alfa que quizá jamás llegue a ser suficiente digno para combatir y que aunque sea un comerciante excelente, como Paola, será llamado extranjero, incluso habiendo nacido en esas tierras.

A León le parte el corazón ver la forma en que Paola mira a su hijo jugar con una sonrisa grande en la cara y las manos apretadas en el regazo, nerviosas, asustadas, temiéndose que inevitablemente en un futuro su hijo tendrá que luchar para obtener el lugar que le pertenece.

La mujer, sin embargo, deja atrás a los dos chiquillos y se acerca a León con un semblante amable. Tiene las mejillas y los labios de color cereza, el cabello anaranjado y largo y su boca tiene forma de corazón. Además, es una mujer redonda por todos lados: dedos redonditos, cara ovalada, tirabuzones, pechos grandes, estómago definido por una suave curva saliente. León opina que si alguien en esa casa parece un hada es Paola.

—Hola, ayer no tuve oportunidad de hablar contigo ¿Te importa si te acompaño ahora? ¿Ibas a comer?

—No pasa nada, pero ¿No tienes que comer con el resto de la familia real? Es decir, soy solo un siervo, quizá es problemático si vienes conmigo en estos momentos —se excusa León, lleno de vergüenza.

Paola niega.

—Casi todos los alfas están de reunión militar, así que no pasa nada. Dime ¿Quieres venir a mi habitación?

León se pone rojo de pronto y asiente con lentitud, no sabiendo bien cómo tomarse lo cercana y confianzuda que le gente se pone cerca su presencia. Paola ordena que les traigan la comida a un criado, le agradece y después lo guía a su habitación, en la primera planta. No es tan grande como la de Harry, pero es muy bonita y tiene una cuna enorme para el pequeño alfita. El suelo está regazo de juguetes para niño, la mitad roídos, y la cama de Paola tiene un dosel blanco hermoso que la hace lucir como un nido.

Delante de la cama tiene una pequeña mesita con papeleo encima y León sobreentiende que será de comercio, ya que ella se dedica al exterior y su esposa al interior. Paola dice algo sobre que son una pareja desastrosa con el trabajo, ordena los papeles y los mete en un cajón, luego el siervo deja un par de bandejas sobre la mesa recién recogida: Puré con picatostes y pescado ahumado con verduras para Paola y un salteado de verduras y carne de pollo para León, ambas comidas con aromas apetecibles. Empiezan a comer, embelesados por la hermosura de los platos, y después hablan:

—En las tierras de mi gente —dice Paola tragando un gran trozo de pescado sin apenas masticar— he de decir que la comida no era tan buena y abundante como aquí.

—Eres un lobo rojo ¿Verdad? Si no es indiscreción preguntar.

—Oh, no, no, para nada. Soy una loba roja, sí, la hija mayor de la corona de la manada real Vento. Las tierras de Vento están justo al lado de las de la manada Kez, por desgracia. Me dijeron que tu habías pasado tres años con los lobos pardos de Kez.

—Así es, hui ciegamente de mi hogar cuando fue atacado, no sabía que las tierras de Vento estaban cerca de las Kez. De haber sabido algo del mundo exterior me habría dirigido a tu territorio, pero tuve mala suerte.

—Oh... ¿No sabes dónde están los territorios de las diferentes coronas? Es decir, sabía que tu pueblo estaba muy aislado, pero...

—Sé alguna que otra cosa, pero no demasiadas. Sé que el continente está partido en dos por las grandes montañas y que en este lado de las montañas los lobos negros sois los reyes, también hay lobos rubios, por lo que he oído, y castaños, pero no sé demasiado de eso. Y en mi... en el lado de las montañas donde estaba mi aldea yo sabía que había otros tipos de lobos, pero no tenía claro cuáles. Aún tengo un gran lío, el mundo es tan nuevo para mí, tan difícil...

Paola lo mira dejando de comer un momento, enternecida, y pone una mano sobre su pierna.

—Yo puedo explicarte un poco si quieres, no tienes que estar avergonzado por sentir que te desorientas. El reino de Vento está en la otra punta del mundo, así que cuando vine a las tierras de Seth me sentí tan, tan desorientada. Este lado del continente era nuevo para mí, jamás supe nada de lo que pasaba al otro lado de las montañas, pero poco a poco aprendí toda la historia de este lugar. Una historia escalofriante... Oh, pero no quiero quitarse el apetito, dejaré esa lección para otro día.

León la mira con intriga, pero no se atreve a insistir. Paola tiene la mirada perdida al hablar de la historia de esa mitad del continente, la mitad este, de la que él siempre oyó que solo había bárbaros y, entre ellos, los peores de todos eran los lobos negros.

—¿Cómo es que viniste de las tierras de Vento hasta aquí? Es decir, recorriste medio mundo.

Paola ríe y se tapa la boca. Sus mejillas rojas como fresas se iluminan todavía más y León se prepara para escuchar algo hermoso.

—Bueno... Primero deja que te explique cierta lección geográfica, para que entiendas todo mejor. No quiero sonar aburrida ¡Pero tampoco incoherente! Sabrás que en este lado del continente la manada Seth es la que más poder tiene. Luego hay una manada real de lobos castaños, la manada Herr, que es aliada con la Seth y, entre ambas, controlan casi la totalidad de esta parte del continente, y luego hay un montón de manadas reales de lobos rubios en la parte sud de este continente, son reinos distintos que antes formaron parte de un reino que se fragmentó, pero eso es otra historia. El caso es que la manada Seth no es ambiciosa, pero tampoco boba, y como controla casi todo este lado de las montañas supo que era tentador para otras casas del otro lado de las montañas atacar, así que se alió con mi casa, la casa Vento, que es la más grande allí en la parte oeste del continente. Es gracias a la casa Seth que mi casa tuvo suficiente poder como para volverse tan grande y controlar tanto la otra mitad del continente, así que a cambio mi casa se convertiría en su aliada para asegurarse de que ninguna manada real de esa parte del continente quisiera atacar a los Seth. Como imaginarás cada vez que algo pasaba y que los Seth se olían que iban a ser atacados por alguna de las manadas del otro lado de las montañas enviaban parte de su ejército a la casa Vento, para atacar por adelanto por si eso pasaba, pero lo hacían con disimulo: en vez de enviar tropas en una operación militar, fingían que se trataba de una operación comercial de alto valor, por eso siempre mandaban a Lendra, que es una conocidísima comerciante, y se encontraban conmigo en Vento, puesto que también soy comerciante, para mantener las apariencias de la falsa operación comercial y que el ejército se pudiese preparar por si había un ataque. Eso hizo que Lendra y yo nos encontrásemos... muchas, muchísimas veces y una vez vino con una flor y otra con chocolates traídos de una isla lejana y otra con una carta de amor y... nos enamoramos poco a poco llevando a cabo misiones militares encubiertas ¡Que locura! Así que decidimos casarnos y eso además reforzó el vínculo entre mi casa y la de Lendra, así que la manada Vento y Seth estabas contentísimas por la boda, puedes imaginarlo.

—Nunca pensé que el amor pudiese surgir de algo así —ríe León, emocionado por toda la complejidad táctica y militar de las operaciones del reino y, a la vez, por detalles como que en medio de dicha operación ambas mujeres tuviesen tiempo para regalitos de amor y flirteo. —, oír cosas como esas me da esperanzas de que incluso yo podré tener un alfa algún día.

—Cariño ¿Y por qué no ibas a tenerlo?

León niega, alzando una de sus manos, y haciendo un ademán. No le apetece hablar de ello.

—Cuéntame más sobre la historia de los Seth y sobre cómo la manada real se alía con las diferentes casas. Es tan interesante...

Paola acaricia la mejilla de León, es adorable y luminoso, como su pequeño, precioso hijo. Ambos curiosos cachorros que quieren aprender más del mundo. Paola reza cada noche porque el mundo no le enseñe a su hijo lecciones dolorosas y ahora acaba de decidir que incluirá a ese cachorro peliblanco en sus plegarias.

—La casa Seth solo se ha aliado con la casa Vento en el otro lado de las montañas y con la casa Herr en este. El cómo se aliaron con la casa Herr es algo... una historia antigua, se remonta al momento en que el reino de los lobos rubios dejó de ser uno para fragmentarse en muchos otros reinos y casas. Es una historia desagradable, te lo he dicho antes, y quizá no deba contártela sin el permiso de un lobo de sangre real. Es una historia muy sensible para ellos, es la historia de cómo perdieron a su reina.

—La... esposa del rey Towen, la mamá de Harry.

Paola asiente en silencio, afligida, y León corrobora lo que siempre ha sospechado: la reina está muerta y el aura de misterio que este hecho inspira se debe a que no fue una muerte apacible. León decide no preguntar más.

—Solo te diré una cosa más, León, una cosa que no debería decirte, pero que creo que necesitas oír. —el chico traga saliva y la escucha con atención, sin atreverse a respirar siquiera. —No te sientas nunca inferior por lo que eres, por ser un lobo blanco en el castillo de los lobos negros. La propia reina era tan extranjera como lo eres tú.

León siente que pierde el apetito y que la sangre se le hiela. La fortaleza de los lobos negros se erige sobre un misterio que lo hace sentir inquieto y que ansía descubrir.


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