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Antes del cap, aprovecho para enseñaron un dibujo preciosísimo que ha hecho una lectora. Es nuestro querido León y le ha quedado genial. Me parece super bonito que alguien haya decidido invertir su tiempo en dibujar a un personaje de mis historias ¡Muchas gracias! <3

Si os gusta su dibujo podéis seguirla en su instagram: @garciajimenasuarez

Tras un largo rato, cuando todos han acabado de comer, León escucha la puerta principal abrirse y alguien anuncia que los miembros de la manada real están por llegar, así que el omega corre a recoger sus platos y va a la habitación de Harry para p...

Tras un largo rato, cuando todos han acabado de comer, León escucha la puerta principal abrirse y alguien anuncia que los miembros de la manada real están por llegar, así que el omega corre a recoger sus platos y va a la habitación de Harry para prepararle un baño agradable. Lo hace con aceites aromáticos y soluciones espumosas, como la última vez, preparando una toalla húmeda por si necesita limpiar sus heridas y disponiendo sobre el mármol una pastilla de jabón.

El alfa entra al poco rato, inspira y sonríe, empezando a desnudarse en silencio mientras observa a León taparse los ojos al otro lado de la sala.

—No sabes lo bien que siente tener un baño caliente y un adorable omega esperándote después de un día largo. —dice el alfa con la voz ronca, tirando sus ropas sobre el tocador con desgaire.

León lo oye acercarse, pero no escucha el agua ser removida, sino sus pasos rebasando la bañera y acercándose directamente a él. León pone dos de sus temblorosas manos sobre los ojos y cuando nota las de Harry rodearle la cintura se queda petrificado, sin respirar. El alfa lo obliga a voltearse, mirando la pared, y pasea los dedos por el cordelito dorado que lleva en la cintura, buscando el nudo de la parte de atrás. Los dedos de Harry tiran, deshaciéndolo, y León siente el cordel caerle sobre los pies.

—Mi príncipe ¿Q-qué hace? —pregunta alarmado. Harry es el alfa más dulce ha conocido nunca, pero lo conoce de hace solo días, no puede confiar en él y menos tras las palabras que su hermano le ha dicho hoy.

—Tú también debes darte un baño, León, esta noche iremos a la celebración del fuego, así que quiero llevar a mi invitado especial bien hermoso y limpio ¿No te parece? —León asiente despacio, notando las manos de Harry acariciarle la cabeza, la nuca y deslizarse por los hombros, bajándole la ropa.

—Nos... ¿Nos bañaremos juntos, Harry? —su muerde el labio al llamar de esa forma confianzuda al príncipe sin querer y este ríe dulcemente en su oído.

—Puedo entrar en la bañera, taparme los ojos y abrirlos cuando estés dentro y no pueda verte completamente desnudo ¿Es eso? ¿Te apura que te vea sin ropa?

—Sí, mi señor. —confiesa sin aliento, temiendo que el alfa encaje sus colmillos en el cuello y le sisee cruelmente al oído que él es suyo y hará con él lo que quiera, tal como Gerard ha insinuado antes.

—Bien, perdona si soy directo. Nuestra cultura es poco pudorosa, de pequeño siempre me bañaba con mi hermano, a veces con Kajat o incluso en la sauna general, con omegas y betas sirvientes, por eso la desnudez no me afecta mucho. Supongo que a ti sí.

Las feromonas de Harry dejan de encerrarlo en un temible abrazo dominante y León escucha el agua moverse y bozar un poco. Se voltea, a medio desvestir, y ve a Harry en la bañera con los ojos cerrados.

—En mi pueblo éramos muy tímidos, nos bañábamos todos los omegas juntos en el río, luego los betas y luego los alfas —explica el chico desvistiéndose mientras no le quita el ojo del encima al alfa, que es fiel manteniendo su palabra de no mirar. —, a veces había algún mirón, pero los omegas siempre nos escondíamos cuando eso pasaba. Gracias por entenderme.

La suave tela roza la piel de León haciendo un ruido leve, pero que le pone la piel de punta Harry, como una caricia divina. Después se oyen un par de pasos descalzos y nota como el agua caliente sube un poco y se mueve.

—Ya estoy —dice el muchacho cerca de él, pero todavía en la otra punta de la tina.

Harry abre sus ojos observando que el chico es tan pequeño que al sentarse encogido en la bañera solo sobresale del agua su cabeza, como si fuese un honguito blanco creciendo en una laguna. Su pelo blanco ha crecido un poco en esos días que lleva ahí y a Harry le fascina lo bonito y suave que luce.

—¿Tiene heridas que deba limpiar, mi señor? —pregunta León con timidez, jugando con sus manos bajo el agua.

Harry asiente, señalando un arañazo en su pecho. Solo se notan tres garras, pero son anchas, espaciadas y han estado realmente cerca de romperle la piel, aunque por suerte no van a dejar cicatriz.

—Solo este, hoy lo he hecho mejor y he logrado esquivar más a Kajat. —explica con tranquilidad.

León toma la toalla húmeda y se acerca nerviosamente al alfa. El aroma de sus feromonas, del agua perfumada y del sol que entra por el hueco sobre sus cabeza lo hace sentir mareado. Harry tiene las gruesas piernas estiradas dentro del agua y León, para ponerse cerca y frotarle el pecho, debe subirse a horcajadas a él; lo hace, tratando de no tocarlo, pero cuando llega a un palmo de su pecho se relaja por el aroma del alfa y su omega lo traiciona, haciéndolo sentarse completamente sobre los muslos grandes y calientes de Harry con sus piernas abiertas y la tierna piel de su intimidad rozando al moreno.

León hace como si nada, se inclina hacia Harry, pasando una punta del trapo por el área de la herida para limpiar algo de tierra que hay cerca, y el alfa alza una mano tras él, ahuecada y llena de agua. El alfa deja caer el agua de su mano en la nuca del chico, que se estremece por el calor, y empieza así a mojar poco a poco su cabello, como si León se tratase de un niño.

—Mi príncipe ¿Cómo le ha ido hoy?

Harry se encoge de hombros y dice simplemente:

—Ha sido un día aburrido y cansado, no muy especial.

León asiente y se muerde las uñas por los pocos detalles que el príncipe le ha dado. Quiere oír más sobre por qué están reuniendo un ejército tan grande y sobre si se acerca o no una guerra.

—Luces preocupado ¿Qué pasa?

—Hoy he comido con otros siervos de la casa —explica el chico apresuradamente. —y me han dicho que la reunión militar de ayer y el hecho de que hayáis ido a recibir a alguien de Vento hoy es porque algo malo pasará con lobos de otro imperio. Me asustan las guerras, mi príncipe, me asustan muchísimo.

—Los lobos dorados, ese es su nombre. Los llamamos rubios aquí porque es más... vulgar. Son los que ocupan la mitad del terreno a este lado de las montañas, pero son muchos imperios chiquititos, así que ninguno es una amenaza, si eso es lo que te preocupa. Hemos pedidos al rey de Vento que nos devuelva unas tropas de lobos de Seth que estuvieron allí para una guerra que ya ha acabado. Ellos no necesitan a esos soldados y nosotros los vamos a mandar a un territorio que pertenece a nuestra corona pero que está muy alejado de aquí, está entre las tierras de esos lobos rubios, por eso queremos reforzar la seguridad ahí, es el lugar donde luché hace dos semanas y me rompí las costillas; los lobos rubios han estado comportándose extraños hace poco, así que queremos saber que traman. Pero pase lo que pase sus imperios son fragmentos de un gran imperio que ya no puede amenazarnos, podríamos aplastar a cada uno de sus imperios uno por uno, sin bajas, así que no temas.

León asiente, más calmado por la explicación de Harry, pero todavía sintiéndose inquieto. Hay cosas que no entiende como por qué si esos imperios son tan pequeños todavía preocupan al rey o por qué deberían vigilarlos si no son una amenaza.

—¿Y qué significa que se hayan comportado extraño? —empuja un poco más al alfa, tratando de obtener información que lo haga sentir seguro o al menos conocedor de lo que está por venir.

—Los reinos de los lobos dorados suelen ser muy orgullosos y distantes entre ellos, no se relacionan mucho, pero últimamente hay demasiado comercio y demasiadas reuniones entre líderes, así que queremos asegurarnos de que no tramen ningún ataque contra un aliado o contra nosotros. Pero no te preocupes, incluso si la mitad de ellos atacasen podríamos reducirlos.

León asiente, deja el trapo enrojecido a un lado y vierte agua con las manos sobre la herida jabonosa de Harry. Él sabe que el príncipe podría haber dicho que los asuntos de la corona no son de su incumbencia, pero ha sido tan amable y comprensivo explicándole todo para calmarlo que León no puede evitar sentirse un poquito especial.

—Es una suerte que esa raza esté tan fragmentada, señor, si fuesen un solo imperio...

—Lo fueron —dice Harry con dureza, mirándolo a los ojos con los suyos entrecerrados, suspicaces. La insinuación de León es muy concreta, así que Harry advierte que el chico debe haber estado preguntando por lo que se cuece en ese lado de las montañas y ha estado rebuscando en el pasado, aunque le queda claro que no sabe mucho. No quiere abrir viejas heridas ahora y explicar la historia de su reino la caída del reino dorado, pero no le hará mal darle un par de datos al chico. —, pero ya lo sabes ¿Cierto? ¿Quién te lo ha contado? —León se pone nervioso de repente y enrojece, balbucea alguna excusa sin sentido, pero Harry lo corta con una risa. —No pasa nada por que seas curioso, chico, pero todo a su tiempo. Una vez todos los lobos rubios eran parte del imperio Raghs, dominados por un rey cruel y mi padre es el motivo por el que rey está muerto y por el que el territorio está fragmentado tras la caída de la realeza, por eso siempre mantenemos un ojo sobre esa raza, nos tienen un merecido rencor. La porción de terreno que nosotros tenemos y que está en medio de la tierra de los lobos rubios es la antigua capital del reino de Raghs, mi padre la conquistó cuando mató al rey, así que desde ahí los vigilamos.

—Oh, entiendo... Su majestad el rey Towen debía ser un increíble guerrero como para acabar con un reino así. Parece... cuando lo veo siempre me parece un anciano apacible, pero se me ponen los pelos de punta al imaginarlo en batalla. Es como tú.

Harry tuerce su cabeza, divertido, y se alarga un poco para tomar la pastilla de jabón que León tiene detrás.

—¿Cómo yo? —pregunta confundido, empezando a frotar sus brazos y rostro.

—Sí, eres tan amable y tan bueno conmigo, pero luego te imagino siendo un guerrero y me aterroriza. Te imagino más fiero aún que los lobos pardos que atacaron mi aldea.

—Esos lobos son salvajes, no fieros. Y créeme que yo jamás atacaría un pueblito pacífico y sagrado como el tuyo. —León asiente, confía en su palabra suficiente como para creerla. —Ven, date la vuelta, quiero frotar tu espalda y enjabonar tu cabello.

—Uhm... Es usted un príncipe, no creo que sea correcto que esté enjabonando a un simple sirviente.

Harry lo toma de la cintura y aprovecha su peso de pluma junto a la ingravidez propia del agua para voltear al chicho y hacer que quede a horcajadas sobre su regazo, pero dándole la espalda. El alfa es consciente de lo erótica que es la posición y es por ello que se muerde el labio mientras empuja un poco al chico lejos de él, lo suficiente para que su trasero dulce y marcado, que ya nota sobre sus piernas, no llegue a rozar la erección que se está formando. Si de él dependiese tomaría a León de su angelical cabello y lo atraería, lo haría molerse contra la enorme excitación que ha provocado y bajo el manto lechoso del agua le haría de las peores obscenidades, pero sabe que el omega es su sirviente, no su consorte y que el chico, asustado como lo está por las horribles experiencias que los alfas pardos le han hecho vivir, jamás disfrutaría de algo así con un alfa grande e intimidante como él. Está seguro que de molerse contra el chico e incluso desvirgarlo él no diría nada, se quedaría quietecito y temblando, demasiado asustado por el poder de Harry como para defenderse o pedirle que se detuviese, pero el príncipe no desea eso para nada. León le prende, como a cualquier alfa con buena vista o, mínimo, buen olfato, pero no ve en él un pedazo de carne, sino una persona inteligente, amable y fuerte, un chico cerrado, pero carismático, al que desearía poder poseer en carne y alma.

Harry no es un iluso, sabe que sus deseos son imposibles, aunque a veces le reza mentalmente a los dioses por si pueden cumplirlos, pero eso no le impide disfrutar de la compañía de León, tan agradable, tan calmada. Nunca se había sentido tan cómodo con ninguna otra persona y él solo quiere hacer sentir igual al omega.

—Lobito blanco, lo correcto me importa una mierda.

León se tapa la boca por la sorpresa al escuchar una expresión soez venir de labios reales, y después se voltea como queriendo comprobar que ese tipo malhablado sigue siendo Harry.

—No pensé que los príncipes pudiesen hablar así.

—Pues te sorprendería saber las muchas maldiciones que digo y pienso constantemente. La primera de las del día y es cuando vienes a traerme el desayuno y pienso el nombre de los dioses en vano al ver lo bien que te queda la ropa blanca. Si no te conociese pensaría que eres un ángel, a veces lo pienso de todos modos.

—No seas... —León calla de golpe, soltando un enorme suspiro cuando las manos de Harry le recorren la espalda de la base hasta los hombros, viscosas por el jabón en increíblemente calientes. —zalamero —termina sin apenas voz. —. Mi príncipe, sus manos son tan grandes y agradables que no se siente correcto que me esté tocando así.

Harry se inclina sobre la espalda del chico y nota que León tiene las manos fuertemente afirmadas a los muslos bajo el agua, probablemente clavándose las uñas para contenerse y no gemir por el gusto de ser acariciado por las manos de un alfa de su tamaño. El príncipe sube y baja por su cuerpo, prensando los pulgares contra la línea de la columna y llegando con los dedos a los costados del muchachito.

—Y un cuerno que no se siente correcto, puedo notar como tiemblas y como te relajas. No tiene nada de malo que estés disfrutando, León, te mereces disfrutar.

—Pero... —le cuesta hablar, muerde su labio entre palabras y siente que la lengua se le riza pidiendo pronunciar el nombre de ese príncipe en un sonido obsceno. —¿A manos de un príncipe? Estoy siendo demasiado exigente ¿No crees?

—Tú no has exigido nada, simplemente resulta que me gusta mucho, muchísimo, consentirte y mimarte, es un extraño sentimiento —responde Harry, sorprendentemente cerca de su nuca, en ese punto donde el aroma exquisito de León no puede disimularse nunca.

Lame la pequeña protuberancia de sus cervicales, dejando la fuente de olor de León marcada con sus poderosas feromonas de alfa. León se arquea, echando la cabeza hacia atrás y ofreciéndole sumisamente el cuello al alfa.

—Oh, joder, joder...

—Tú también maldices mucho más de lo que esperaba —ríe el príncipe pasando sus dedos por la garganta de León y tomándola en su mano, sosteniéndolo quieto mientras da otro largo lametón en su cuello que deja salir feromonas masculinas y poderosas, llenas de una posesividad que León conoce ahora por primera vez.

—Por todos los dioses, esto no... esto... Has perdido la cabeza, Harry, me estás...

—¿Marcando con mi aroma de alfa? Sí. Dijiste que en la fiesta de hoy no querías llamar la atención de ningún alfa, pues créeme que ninguno se atreverá a poner una sola mano cerca de ti si hueles como el príncipe. —murmura roncamente en su oído entre la verdad y la mentira.

Es bien seguro que nadie tocará a León si el príncipe lo ha marcado, pero Harry también sabe que con su sola presencia habría bastado para mantener a los interesados a varios metros de distancia. Nunca está de más marcarlo con su aroma, es algo temporal y le servirá por si León se aleja, pero debe admitir que ha actuado por impulso, recordando cuando León lamió sus heridas y queriendo él también probar la piel del contrario.

—Mm... Harry, ya es... suficiente dice a duras penas, deshaciéndose como hielo bajo la lengua caliente del contrario.

Harry besa y lame su fuente de aroma, aferrándose al chico con las dos manos: una lo toma firmemente de la garganta para mantenerlo quieto y disponible, la otra, bajo el agua, dibuja pequeños círculos en la tripa de León para relajarlo. El omega siente que los ojos se le cierran el cuerpo le funciona solo: su brazos agarraran las piernas de Harry, su cabeza cae al frente, ofreciendo la nuca, y todo él está hecho más de temblores y vellos de punta que de carne y hueso.

—Harry, me vas a comer si sigues así —bromea el pequeño, ganándose una risa ronroneante contra su cuello.

—Sabes a fruta con miel, no me importaría comerte. —susurra contra su cuello dando otra lamida. —Eres tan adorable ¿Es la primera vez que un alfa te marca con su olor?

León niega, desconcertando a su señor.

—K-Kajat... —confiesa entre temblores, pero de repente Harry se detiene.

—¿Qué? —pregunta con una ceja enarcada y la mandíbula tensa.

Las caricias y agarres del alfa se detienen y su postura luce rígida, León siente que ha estropeado el momento, pero está tan disperso que apenas puede responder. El aroma en el aire le preocupa, un aroma enfadado que lo persigue, que le pincha en los pulmones y le pica en la nariz. No le gusta que Harry huela tan celoso.

—Él me marcó con su olor para calmarme cuando estábamos en el carruaje porque me alteré mucho y no paraba de pegarle. Me confundí y pensaba que estaba todavía con los guardias reales de Kez.

Harry deja ir aire por la nariz, relajándose de inmediato y acogiendo al chico entre sus brazos de nuevo. Con la pastilla de jabón le frota las mejillas, el cuello y los brazos y él hace que salga espuma acariciando esas partes del cuerpo de León.

—Me había asustado, Kajat no es del que hace esa clase de cosas, pero si es por eso lo entiendo. Dios, he estado a punto de gruñir por Kajat, le debo una disculpa. —ríe el príncipe, tomando espuma entre sus manos para empezar a enjabonar la cabecita de León. Él se está frotando también, asegurándose higienizar su cuerpo y desprenderse de las feromonas aterradoras que acaba de expulsar, pero mantiene siempre al menos una mano sobre el cuerpo de León, masajeando agradablemente. —Esos alfas de Kez... ¿Puedo saber qué hicieron? No es necesario que hables si no estás listo.

—Sigo siendo virgen si es eso lo que le preocupa —responde León con un hilillo de voz.

—Me preocupas tú, León. —le reprende el otro con tono duro, ofendido.

—En la posada no estoy seguro, me desmayé y los guardias me dijeron que me manosearon porque iban a violarme. En el carruaje... un alfa se masturbó y acabó en mi cara y otro hizo lo mismo atrás. —suelta con rabia, sin que la voz le flaquee por el miedo del recuerdo, sino llena de potencia por la frustración de no haberse defendido. —Y me... metieron un dedo dentro de mí, solo fue eso, pero fue tan humillante y doloroso.

—Mientras estés bajo mi cuidado, lobito blanco, cualquier alfa que pretenda siquiera decirte una obscenidad va a tener su lengua cortada por mis propias garras. —responde Harry, acercándolo más a él y besando su cuello enjabonado, ahora sin lamerlo.

—¿Y cuándo te deshagas de mí? —pregunta el chico con una sonrisa ácida.

—No soy partidario de dar reprimendas a mis empleados —susurra Harry en su oído, usando un tono escalofriante y rodeando la cintura de León con sus dos manos, recordándole lo pequeño que es a su lado. —, pero realmente tengo ganas de hacerte daño por lo que acabas de decir ¿Lo sabes? Es insultante para mí que pienses que te tiraría como a un objeto usado e insultante para ti pensar que podría querer deshacerme de ti.

—Llevo solo un par de días contigo, Harry, claro que estás emocionado por tener a un lobito blanco entre tus manos, pero cuando ya no pueda ofrecerte más, cuando sea solo un siervo aburrido que solo te prepara baños y te sirve el desayuno... oh, estoy seguro de que seré demasiado prescindible en tu vida.

—A veces dices tonterías propias de un bufón —Harry baja sus manos del cuello al pecho del chico, limpiándolo ahí y pasando muy suavemente su palma por los pezones. —. No me gustas solo porque tengas cosas que contarme sobre tu gente y su raza, eres una persona, no un libro, y cuando ya no tengas una sola cosa nueva que decirme seguirás siendo el omega que me hace sonreír cuando es osado, que me sorprende con su valentía o que me hechiza con lo tierno que es. Seguirás siendo alguien con quien quiero pasar el rato, el baño y el desayuno son prácticamente excusas. Pero sé que no me crees, tu pueblo fue asesinado por alfas la mitad de peligrosos que yo, mi palabrería no te convencerá, así que no tiene punto que te siga hablando. Mejor empleemos el tiempo en otra cosa: en salir de aquí, secarnos, e ir a celebrar a los dioses del fuego.


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