22

 Lucas sale del baño con una toalla sobre la cabeza, luciendo como si estuviese disfrazado de monja. Damián ríe al pensar que, con lo inocente que es, podría perfectamente ser un disfraz que le venga como anillo al dedo. Lucas frota la toalla contra su cuero cabelludo con fuerza y la lanza dentro del baño, antes de apagar la luz; su cabello negro queda algo húmedo y despeinado sobre su rostro, algunos de sus cabellos se adhieren por el agua a su frente, además luce relajado y tranquilo, vestido con un pijama ancho y luminoso. Damián se pregunta si Lucas debe lucir así después del sexo: adormilado, desarreglado y adorable. Quiere descubrirlo, lo desea tanto. Pero ahora más que nunca tiene que contenerse para no asustar al chico, sobretodo sabiendo lo que está a punto de hacer.

—¿Se ha descargado? —pregunta el chico señalando el portátil de Damián; el alfa asiente.

Lucas se siente intrigado por saber qué película habrá escogido su compañero, realmente espera que no sea una sangrienta o de miedo, no quiere acabar aterrorizado o vomitando por todo el lugar. Lucas mira a Damián, él es simple y entretenido, así que está casi seguro del género que habrá escogido.

—¿Es una de acción? —pregunta mientras se sienta a su lado y mira la pantalla en negro, con el botón de iniciar la película en el centro.

—Bueno... sí. Hay mucha acción. —dice Damián pareciendo algo distraído. —Da igual, solo veámosla.

Lucas asiente enérgicamente y Damián toma una larga respiración antes de darle al click. Está nervioso, no sabe cómo Lucas reaccionará a su pequeño experimento, pero tiene tantas ganas de saberlo... incluso si la respuesta es un puñetazo en su maldita cara.

Damián mira el rostro de Lucas con atención y el omega observa la pantalla. El primer plano es una sala espaciosa y con mucha luz; pareces blancas, sofá color crema y algún que otro jarrón con flores de plástico. Demasiado obvio, el decorado es demasiado obvio, ningún director de cine con buen gusto haría algo tan antinatural. Un lindo omega aparece hablando por teléfono con un amigo, diciéndole que está aburrido y solo en casa esa noche y que acaba de pedir una pizza. No, no... es tan estereotípico. El omega le cuelga a su amigo cuando alguien pica al timbre oportunamente y encaja las llaves en la puerta, al girarlas el horno emite un pitido desde la cocina y el chico va a revisar, advirtiendo al repartidor que la puerta está abierta para que él entre. Y lo hace, entra el repartidos y dos tipos más, los tres enormes, musculosos alfas que cierran la puerta a sus espaldas y echan la llave antes de guardársela. Uno de ellos deja la caja de pizza sobre una mesa grande y vacía, a la altura de su cintura. El chico vuelve de la cocina, sin siquiera llevar el dinero para pagar, y exclama por la sorpresa de ver a los tres hombres en su casa.

Lucas se inclina un poco hacia la pantalla y entorna los ojos, confundido por el extraño argumento de la película. Entonces el pequeño omega mira dentro de la caja de pizza sin dejar que se vea su contenido ante las cámaras y les dice a los repartidores que él no ha pedido eso. ''No, pero te encantará.'' Es la frase de uno de los repartidores que desencadena toda la acción. Uno de los hombres abre la caja, dejando a la vista juguetes sexuales, cuerdas y mordazas, otro sostiene al chico desde detrás y el tercero le arranca la ropa como si fuese un animal salvaje.

—¿Qué mierda... —Lucas exclama alejándose de la pantalla pero sin poder despegar sus ojos de ella. Un hombre gruñe mientras soba el bulto en sus pantalones y para ese entonces el omega ya está desnudo, con la ropa hecha jirones. —D-Damián... —reclama, asustado mientras ve el trato violento de los alfas con el omega. Damián sabe que eso puede dar algo de miedo al principio, pero él conoce bien la página de donde ha sacado la pornografía y sabe que el consenso ahí es primordial; además, está en los instintos más primarios de los omegas amar a un amante agresivo, aunque solo si lo es cuando toca.

—No has visto porno antes ¿Verdad? —Lucas niega, tragando saliva. El brazo de Damián pasa por sus hombros y se siente pesado, restrictivo. Lucas huele a miedo y el lobo de Damián se siente grandioso y hambriento. —¿Y no te da curiosidad?

Lucas traga saliva de nuevo. No quiere mentir, pero la situación es extraña y se siente asustado. En ese momento recuerda a Marcel diciéndole que debería preguntarle sobre sexo a un alfa y, bueno... quizá esta sea una oportunidad para que Damián le dé un par de lecciones sobre el tema. Mira al alfa, mordiéndose el labio, con las feromonas enloquecidas y el pantalón apretándole demasiado. No, definitivamente no va a arriesgarse.

—No me interesa. —dice él, manteniendo una expresión ecuánime.

—¿No te gusta lo que ves? —pregunta el otro señalando la pantalla. Ahora el plano ha cambiado y muchas cosas han sucedido, el omega está arrodillado con las manos atadas a la espalda y una venda en sus ojos; la polla enorme de uno de los alfas está forzándose hasta su garganta y mientras un alfa le jalonea del pelo mientras se masturba, el tercero sonríe, embarrando un dildo con lubricante.

Lucas no puede evitar preguntarse cómo debe sentirse eso. El miedo lo conoce, pero no la excitación o el chispazo de emoción del peligro. La polla del omega del video esta dura y gime con cada estocada que abulta en su garganta; Lucas se pregunta cómo debe ser ser poseído por un verdadero alfa. Uno como Damián. Se muerde el labio con frustración cuando siente su cuerpo calentarse.

—No, odio a los alfas. Un video donde haya alfas no puede gustarme. —dice Lucas tratando de conservar la compostura, cruzándose brazos. Damián sonríe.

—Entonces no tendrás problema en ver el video entero ¿No? Has acabado tu tarea y no tienes nada más que hacer esta tarde, así que podrías verlo... a menos que te asuste que pueda gustarte lo que ves. —Lucas lo mira retador por sus palabras y sabe, sabe perfectamente que es una trampa, que quiere lograr que se quede y demostrarle que como omega, se pondrá cachondo por un video de alfas, pero aunque Lucas no quiere caer en su trampa, también quiere demostrarle que él no siente nada por los alfas, que realmente les odia hasta el punto de llevarlo en la sangre.

Además... No cuenta como caer en una trampa si tú mismo te lanzas a ella, ¿no? Después de asestarle una mirada retadora, Lucas vuelve los ojos al monitor. Sí, está convencido de que verá el video hasta el final, no se inmutará y podrá demostrar que él realmente odia con todo su ser a los alfas. Lucas los odia, pero el omega en él no parece tan seguro cuando el chico siente que la habitación se ha calentado de repente.

—Si te gusta no tienes de que avergonzarte, es natural... Oh, estás rojo, eres tan tierno. —Damián ríe mientras el chico ve al alfa follarle la boca al pequeño omega. El chico tiembla y su trasero gotea lubricante. Uno de los alfas se acerca a él con un consolador y el otro solo se masturba, sentado cómodamente en al sofá. Lucas se percata de que Damián es mucho más grande que esos tipos y, al ver los tamaños de sus pollas, inevitablemente desliza la mirada hacia la parte baja del alfa. ¡Lucas! Se reprende mentalmente, antes de volver al video. —Es tu primera porno, así que hazme preguntas si lo necesitas. No quiero que estés incómodo, pequeño omega... —susurra cerca de su oído, el brazo musculoso del alfa sigue en sus hombros y no sabe por qué no lo está quitando de ahí de un manotazo.

De golpe Lucas se siente tan sumiso, tan complaciente... Solo no quiere molestar a Damián pidiéndole que no le toque y su piel se siente tan bien que... ¿Por qué no permitir que tenga el brazo ahí? Simplemente no dejaré que llegue más lejos. Lucas traga saliva cuando el hombre mete el enorme dildo en el culo del omega sin preparación alguna. El chiquillo grita largamente, pero el hombre lo empuja hacia abajo con gran fuerza para obligarle a sentarse sobre ese ancho pene de plástico; la entrada del omega luce húmeda, abierta y enrojecida y Lucas solo puede pensar en lo doloroso que debe ser el sexo. El alfa al que le está haciendo una felación lo toma de la nuca y le obliga a tomar toda su polla mientras ruje. Ve la minúscula manzana de adán del chico moviéndose, tragando y tragando semen, mucho rato pasa y el pobre parece no poder apenas respirar.

—Esto... ¿Esto es lo que os gusta hacer a los alfas con los omegas? —pregunta Lucas, el dulce aroma de su miedo llena la habitación entera y Damián se siente culpable; cachondo y culpable. Asiente. —Oh, es horrible... —murmura. El omega es liberado y cae al suelo sin poder apenas respirar, un alfa retira el dildo de su culo y da un grito angustiado. Lucas no puede imaginarse haciendo algo de eso con un alfa nunca, tendría tanto miedo que quiere llorar ahora mismo. —Ese omega no parece estar pasándolo bien.

—Está actuando, pero esa es su fantasía. En los videos los actores no tienen miedo ni quieren realmente que las cosas paren, aunque lo parezca. No estés asustado, es solo una fantasía. Mira, el omega está disfrutando. —de pronto el brazo de Damián desaparece de los hombros del chico y el omega de Lucas está a punto de gemir de la lástima, pero entonces se paraliza. Una mano está en su muslo, reposando de forma confiada, pero aterradora.

En el video han obligado al muchacho a doblase sobre la mesa y un tipo lo ha penetrado de una sola estocada; cuando ha intentado gritar, el otro le ha colocado una mordaza. ''Te voy a dar una verdadera razón para gritar, pequeño omega'' dice el tipo del video antes de empezar a follarlo tan fuerte que Lucas tiene que taparse la boca de lo escandalizado que está. Otro alfa azota el culo del chico y separa sus nalgas para la cámara, Lucas puede ver perfectamente como el muchacho apenas puede tomar la enorme polla del tipo.

—Parece doloroso...

—A veces el sexo con alfas es doloroso para omegas, sobre todo cuando os azotan o cuando estáis con alfas duros, pero... la mayoría de omegas disfrutan de ser tratados como presas. —Lucas traga saliva, la mano en su muslo aprieta, tiene miedo, pero por alguna razón su piel quema y empieza a sentir su trasero ardiendo, la sensación cosquilleante naciendo ahí y recorriéndole la columna. Es la primera vez en su vida que está excitado. —¿No te gustaría, pequeño, ser tomado por un alfa grande y malo que no te dé más dolor del que puedas soportar pero sí más placer del que puedes tomar?

Damián se siente fuera de control, fuera de sí; literalmente, ahora ya no habla él, ni sus intenciones amables o sus ganas de hacer sentir a Lucas tranquilo y seguro, ahora habla solo el lobo, su instinto, su hambre. Y Lucas luce vulnerable y apetitoso. Es como si estuviese viendo sus acciones y escuchando sus palabras a través de un cristal, se siente lejano al hombre que empieza a apretar el muslo de Lucas o que olisquea su cuello buscando la fuente de feromonas; sin embargo, siente bien cerca el calor del omega, y su olor y... oh, su sabor. Desliza la lengua por el cuello del chico mientras los gemidos del video suenan alto; son ahora dos alfas los que están penetrando al amordazado chico y Lucas solo luce paralizado frente a la pantalla.

La lengua arde sobre su piel y manda descargas de placer directas a su polla, Lucas enmudece cuando se da cuenta de que está duro. Respira hondo, para un omega tener una erección no es tan grave, él solo espera que su cuerpo no... Oh, alfa, por favor, alfa... Damián está besando su cuello lentamente, labios grandes y cálidos se deslizar por su piel erizada con sonidos chiclosos, ascendiendo hasta llegar al lóbulo de su oreja; lo muerda y duele, pero Lucas solo logra reprimir un gemido y que su cuerpo no le responda. No está seguro de si está aterrado o caliente, quizá son las dos y sea cual sea, quiere sacarse a ese alfa de encima, pero su omega solo quiere tener a ese alfa encima. Los ojos siguen en la pantalla, viendo ahora en el omega a Lucas mismo y en los enormes alfas que lo follan a Damián. No, no, esto no...

—Dulce, bonito omega ¿Cómo podrías odiar a todos los alfas? —la mano del muslo aprieta más y Lucas se muerde el labio con deseo, realmente quiere gritarle y pegarle a Damián, decirle que solo un tonto creería que va a dejarse usar por él; pero Lucas se está sintiendo realmente como un tonto. —¿Cómo podrás odiarme cuando estés pidiéndome por más, cosa preciosa? ¿Acaso no quieres a un alfa grande para que haga que no seas incapaz de olvidar tu primera vez?

Lucas suspira, un sollozo nace en sus labios, pero no llega a llorar. Su cuerpo quema horriblemente y se pregunta si es así como los alfas atrapan a los omegas, como los usan y les hacen quedarse antes de abandonarlos; su cuerpo está pidiendo por Damián, realmente siente que el frío en el ambiente le calará en los huesos si un cuerpo grande y ardiente no le protege de él, pero sabe que está equivocado, que su instinto no sabe lo que quiere. Lucas solo quiere que no le rompan el corazón. No quiere sexo por mucho que su lobo lo pida, no quiere estar en la cama con alguien si a la mañana siguiente no habrá nadie.

¿Si pido que vuelva por navidad, lo hará? Los ojos de Lucas se llenan de lágrimas, no quiere esto, no quiere ser usado y desechado. No quiere a Damián dejando de hablarle después de esa noche, dejando de sonreírle de esa forma hermosa. Claro, cariño, solo deséalo muy fuerte. La voz resuena en su cabeza, odia las mentiras desde entonces, pero... No quiere que Damián deje de fingir que siente interés en él más allá del sexo. Pero eso hice también el año pasado... Lágrimas acumulándose peligrosamente en sus ojos, pero Damián no las ve, solo toma al chico de las caderas con fuerza y lo mueve a su antojo.

Lucas queda bocabajo en el sofá, su cara golpeando la almohada y el trasero alzado, gracias a las manos en sus caderas. No. Entonces sucede lo peor que podría suceder en esa situación, empieza a lubricar.

Damián se siente tan deseoso, ha estado pensando en detenerse desde que vio un leve brillo en los ojos del menor, como si fuese a llorar, pero de nuevo su alfa ha tomado el control y ahora no parece querer cederlo de ningún modo. Sin poder evitarlo mantiene las caderas del chico alzadas y baja tanto sus pantalones como su tierna ropa interior de corazones de un violento tirón. Lucas suelta una exclamación por la sorpresa, pero Damián aprieta una mano sobre la cabeza del chico, acallándolo con la almohada y observando lujuriosamente el trasero del chico. Su espalda inclinada y el trasero del chico puesto hacia arriba, haciéndolo demasiado accesible, las piernas temblando por el miedo y pequeñas protestas que apenas pasan de la almohada, Damián se lame los labios, las feromonas de alfa penetran en el chico como una amenaza y todo su cuerpo se estremece, Lucas no resiste tanto, aunque odia que su cuerpo sea sumiso a costa de su mente. Damián usa su mano libre para apretar una nalga con fuerza, suave y tierna, ama esa piel; la separa bruscamente, revelando la virginal entrada del chico. Por un segundo Damián contiene la respiración viendo la forma en que la virginidad de Lucas se le ofrece, tan fácil... con lubricante natural derramándose entre sus piernas y en anillo rosado esperando por él. Realmente quiere follarlo sin piedad, aunque sea virgen y posiblemente duela, aunque acabe con un omega destrozado y tembloroso sollozando entre cobijas. Damián, para. Para, tengo que parar, para, para, para... El alfa roza la entrada con un dedo, deslizándolo sobre la húmeda superficie, solo tiene que empujar y el pequeño se quedará inmóvil, rogando por no ser follado demasiado duro la primer vez. Sabe que está mal, que Lucas está llorando y que sus cuerpos no se comportan como ellos quieren, pero su cabeza se llena de tantas imágenes deliciosas. Ahora mismo Damián solo tiene que desabrochar su bragueta, que está cerca de explotar, y sacar su enorme polla para que la diversión empiece. Puede imaginarse cuan delicioso se sentirá tomar las caderas de Lucas cuando se empuje dentro y el omega trate de huir, como lo apretará con su calor cuando le haga daño al llegar al fondo cuando suplique por no ser lastimado, como se verá cuando use su voz para pedirle que cierre la boca y lleve sus manos a su propio trasero para abrirse para él.

Oh, mierda, mierda, mierda. No puedo violarlo, no puedo... Me odiará, odiará su vida. No puedo hacerle esto...

Lucas logra gritar más que el lobo y aunque no gana el control sobre su cuerpo, al menos tiene el de su lengua. La excitación es suficientemente grande como para tenerlo en cuatro mientras el alfa a sus espaldas planea como desvirgarlo, pero el miedo es más grande aún.

—Damián, por favor, no... No quiero hacer esto. Por favor, detente... —Damián cree que la voz rota del chico y sus ojos llorosos deberían servir para ablandar su corazón y lo hacen, se siente un monstruo.

Pero el monstruo dentro de él, el alfa, ama con todo su ser esa desesperación del pequeño y en ella encuentra pábulo como para hacerse fuerte, más que Damián y lo muy mierda que se siente por estar haciendo algo así.

La mano de Damián se aparta del cabello del chico y Lucas es volteado violentamente; trata de dar un grito, pero cuatro dedos se entierran en su boca, amordazándolo y entrando y saliendo para quedar empapados en saliva.

—Cállate, omega, y sé obediente cuando un alfa quiera tu cuerpo. —Lucas llora cuando Damián se hecha las piernas de Lucas a sus hombros y se inclina hacia adelante, dejándolo expuesto y con las piernas adoloridas. Un dedo rodea su ano, jugueteando para que el omega sepa que quiera o no, pasará. —Ahora, bebé, sé bueno, no quieres a un alfa enfadado en tu primera vez. —Lucas se rinde, su cuerpo ya no responde y la voz ronca del alfa está haciendo que se moje cada vez más y más, como si él fuese la puta como la que todos los alfas le tratan.

Se siente tan horrible, tan... débil. Y odia que ser débil esté en su sangre y que su cuerpo ame ser débil. No quiere ser violado, no quiere disfrutarlo por culpa de un cuerpo que no conoce el bien o el mal y solo reclama el placer; Lucas es un omega, pero también es un hombre, un humano. Detrás de los instintos hay un corazón y no quiere que nadie lo haga añicos nunca más. Su cuerpo está quiero, la respiración descontrolada y los ojos cerrados. No puede luchar más, su cuerpo no le deja, Damián no le deja. Todo el mundo está en contra suyo. Lo único que hará es cerrar los ojos y rogar porque una parte de la amabilidad de Damián sea real y el alfa decida no destrozarlo; sabe que los alfas suelen mandar al hospital a los omegas cuando no se controlan en el sexo, así que solo espera que el hombre encima suyo tenga algo de consideración.

Haz algo, Lucas, haz algo, escapa... Huye de mí, por favor. Damián se muerde el labio con fuerza, sintiendo la sangre en su boca. Ni siquiera el dolor es suficiente para que su parte animal se detenga; es un monstruo.

—Ven, quiero que sientas todo lo que vas tener que tomar... —susurra el alfa, el tono sádico punteando sus palabras.

Toma la mano de Lucas y la dirige a su entrepierna, después de bajar la cremallera. Lo obliga a rodear a duras penas el bulto sobre los calzoncillos y Lucas solo gime al sentir el calor y el tamaño de ese hombre. Su omega se siente tan deseoso de ser destrozado por un verdadero alfa, pero Lucas solo puede llorar al respecto.

—Oh, pequeño... te dolerá tanto, pero te tendré rogando por más. —Lucas abre los ojos, mirándolo lloroso; sus dedos enroscados en la virilidad del alfas y las manos de este separándole las nalgas con maldad.

¿Y qué más da que después me vaya gustar? El placer no vale la pena, no si pierdo lo único que he tenido nunca: un poco de poder sobre mi cuerpo. Una lágrima resbala por la mejilla de Lucas y piensa en él, en su padre, en todo lo que perderá. En que posiblemente deje la universidad debido a la depresión que obtendrá y a la que lleva enfrentado toda su vida; a que posiblemente se case con un alfa rico y acabe como su padre: con una mordida ponzoñosa ocupando su cuello y un espacio sin dueño en su corazón.

Lucas no sabe de donde saca las fuerzas, pero logra obtenerlas y lo siguiente que sucede es que la mano sobre la polla de Damián se agarrota, con las uñas apretadas contra la tela, tratando de hundirse en la piel. Damián gruñe de dolor y empuja al chico del sofá, haciéndolo caer al suelo. Damián se lleva las manos a la entrepierna quejándose, pero en nada el dolor empieza a remitir. Los alfas están hechos para seguir la cacería, aunque estén heridos, pero Damián no quiere morder a su presa.

Volviendo en sí, Damián logra hablar mirando a Lucas:

—Estamos... Mierda, omega, estamos descontrolados. Ves al baño, enciérrate, soy peligroso.

Lucas lo mira con los ojos totalmente abiertos desde el suelo. Damián ¿También está luchando contra sus instintos? Cuando empezó a decirle obscenidades y a tocarlo, Lucas supuso que el hombre había dejado al lobo tomar el control e iba a disfrutar follándolo hasta tenerlo llorando, sin remordimientos, pero las palabras del tipo suenan como si realmente no quisiera hacerle daño, como si todo lo que ha pasado no hubiese sido su voluntad.

—N-No puedo moverme. —confiesa el chico aterrado desde el suelo; ha gastado toda su voluntad en atacar a Damián y ya no le quedan fuerzas; los omegas son demasiado débiles incluso como para vencer a sus propios instintos y Lucas ya no puede más.

Lucas traga saliva cuando el alfa se levanta. Ya está, ya no puedo hacer más. Lo siento, lo siento tanto... Me he fallado.


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