Si no queréis esperar más actualizaciones, podéis comprar el libro completo (más de 400 páginas) podéis obtenerlo por menos de 5$ en amazon.com, seáis del país que seáis. Podéis buscarlo en amazon o sino pedirme el link tanto aquí como por privado :D Comprando el libro obtenéis no solo todos los capítulos que quedan hasta el final, sino algunos capítulos extras que no serán publicados en wattpad :)
—¡Ah! ¡¿Pero que maldita mierda haces?!
Román le mira alzando una ceja con molestia, Gabriel solo se dedica a sudar, sangrar e hiperventilar mientras mira con los ojos bien abiertos al hombre que acaba de sacarle de su sueño con un horrible dolor.
—Arrancarte una bala de la pierna. De nada. —le responde el otro, tirando el proyectil ensangrentado a la frente de Gabriel.
Este entonces recuerda con claridad lo que acaba de pasar y abre su mano derecha ¡Y ahí está!
—¡Joder, sí! —exclama con los ojos iluminados de emoción.
—¿Ahora eres masoquista? No he notado que se te empalme cuando te muerdo, que raro...
—Imbécil —le reprende el menor, golpeando al vampiro con la palma de su mano en la frente. El tipo nota algo frío y alargado en el golpe y por tanto mira lo que tiene el chico entre sus dedos. Abre su boca con sorpresa viendo el vial lleno hasta la mitad de sangre. De sangre de Herr. —¿Qué? —pregunta con una sonrisa altanera, agitando el frasquito frente a sus ojos. —¿Sorprendido?
—No porque hayas conseguido la sangre, sino porque hayas sido tan idiota de arriesgarte solo para esa estupidez. —le reprende el otro, arrancándole el objeto de los dedos tan rápido que ni se da cuenta. Lo lanza a la mesa y Gabriel le mira con el ceño fruncido y una réplica en sus labios, pero Román le corta. —Podría haberlo hecho yo perfectamente ¿Por qué mierda has intervenido?
Gabriel suelta una exclamación, ofendido, y se cruza de brazos después de apartar al vampiro de un empujón. Ahora están ambos en el sofá, uno sentado al lado del otro.
—¿Tú? —pregunta con ironía y apoya el brazo en su pierna. Nota, no sin sorpresa, que ya no le duele, así que intuye que el vampiro debe haberle dado de su sangre en su inconsciencia, curando su herida de bala. No le agrada la idea, pero tampoco la de ir por ahí con un hoyo en el muslo. —Eres un patán, habrías hecho que te descubriesen y habría sido catastrófico. Al final he tenido razón yo. Me las he apañado solo y lo he logrado.
—Si no fuese por mí Herr te habría aplastado como a un insecto.
—¿Qué? —pregunta Gabriel, con fingida sorpresa —¡Pero si lo tenía controlado todo, hombre! Además, he estado en misiones peores y he salido con vida ¡Ja!
Román rueda los ojos y se pregunta cómo puede ser la misma persona ese niñato arrogante y mentiroso que el pequeño herido que tenía en sus brazos hace unas horas, agradeciéndole con una pueril sinceridad y suplicándole que no le dejase morir. Está seguro de que Gabriel deliraba por la pérdida de sangre, pero también está seguro de que estaba siendo él en cierto modo.
—¿Si? Dime una.
—Pues una vez me mandaron a la misión de asesinar a un vampiro que no moría y ¡Aquí estoy! Vivito y coleando. —se vanagloria, abriendo los brazos en un gesto triunfal.
Román le mira con la boca abierta, realmente dudando de si Gabriel puede o no ser más caradura.
—Que yo sepa —le dice, tirando de su oreja hasta que el chico emite un quejido y le manotea, borrando esa expresión altanera de su rostro —esa misión aún no está terminada, así que no cantes victoria tan pronto. Podrías morir en el proceso.
Gabriel bufa sonoramente, dejando ir una profunda risa irónica.
—¿Y quien me matará? ¿Tú? —se burla, sonriéndole de una forma que Román no puede leer como nada que no sea provocación.
Gabriel es la presa perfecta ¿No es así? Parece tan pequeño y fácil de atrapar, pero luego se mueve ágil cual bailarina y se escurre de entre sus manos. Es cazador, pero su carácter parece una invitación a ser cazado y es una extraña mezcla entre alguien rudo y alguien tierno.
—Puede... —dice el vampiro, acercándosele un poco, como si fuera a besarle.
Gabriel enrojece de golpe, pero advierte que la vista del vampiro obvia sus labios -y no sabe por qué, él los considera hermosos, finos y de aspecto acaramelado ¿Por qué no se pararía a mirarlos?- y baja directo a su cuello. Román, ya lo sabe, no tiene tiempo para besos, o mejor dicho: ha tenido ya demasiado. Él solo quiere una cosa y Gabriel es consciente de que nada tiene que ver con él, sino con un peculiar sistema circulatorio que bien podría no tener.
<<A Román no le gusto, le gustan mis putas venas.>>
—Quita imbécil, he perdido mucha sangre ya.
Gabriel pone una mano en la embobada cara del vampiro y la aparta con un movimiento brusco. Este parece a punto de sonreír y decirle algo que posiblemente dance entre la lascivia y la irrespetuosidad, una de sus bobas frases inmorales -Román diría que son inmortales- que logran sacar al muchacho de sus casillas. Pero no lo hace, se calle, mira a Gabriel con la confusión con la que miraría a un unicornio y pregunta:
—¿Cómo sabías lo de Herr?
Ahí Gabriel baja la cabeza y recuerda algo: Leoren.
—Su magia... fue débil, por eso pude oír vuestra conversación.
—Hay que darse prisa o perderá al bebé.
A Gabriel se le encoge el estómago al oír la frase, Román no le ha dicho nada que él no sepa, sin embargo, lo ha dicho. Ha verbalizado algo que tanto miedo le da y eso hace que el enfrentamiento a esa posibilidad sea más real. Se siente enfermo. Entonces nota algo: preocupación. Román está preocupado por Leoren y aunque no es humana, tampoco es vampira, ella es una vida más, como todas las vidas, y Román se ha preocupado por ello ¡Es maravilloso! O lo sería si no estuviesen en una situación tan peligrosa para la dulce anciana.
—Sí. —responde Gabriel, con la garganta seca.
Ambos se miran un segundo y no necesitan decirse nada para hablar. Ambos están muertos de la preocupación y se lo están diciendo al otro, quieran o no. Gabriel, con sus ojos avellana temblando y vidriosos y Román con sus iris de fuego luciendo extrañamente fríos. Dicen que los ojos son la puerta del alma y Gabriel, la primera vez que vio ese aberrante color en los iris de Román, pensó que eran más bien la puerta al infierno y que su alma era el diablo. Ahora, cuando los ve, tristones, sufriendo, piensa que más bien Román es un eterno condenado.
Y se compadece.
Se compadece porque si él llevase una vida que no termina, acabaría loco y quien sabe si siendo un loco asesino.
Gabriel tiene un labio tembloroso mientras piensa en ello, en Leoren y en Urobthos, todo junto y revuelto en un amasijo de problemas para los que no le da el corazón abasto. Mira al suelo, no quiere llorar pero por alguna razón tiene muchísimas ganas de hacerlo. Su madre murió porque él se quedó llorando mientras le arrancaban la vida, no para de pensar en las posibilidades en el pesado que hubiese sucedido si, no para de crear presentes idílicos donde en vez de llorar, actúo. No quiere que Leoren sea un ''que hubiese pasado si...'', quiere salvarla, no llorar por que es incapaz de intentarlo. Y aun así tiene tantas ganas y se siente tan frustrado ¿Y si está muerta ya? ¿Y si Herr la mató con el hechizó que usó en ella? Dios, si Herr la ha matado por lo sucedido eso significaría que es culpa de Gabriel. Si el no hubiese ido ahí y hubiese dejado a Román hacer el trabajo nada de eso habría sucedido, Román tiene razón: la ha jodido.
Y es que esa es la historia de su vida: joderlo todo. Tenía una hermosa familia y lo jodió todo siendo incapaz de proteger a quienes amaba, tenía un futuro brillante en la organización y lo jodió todo por no esperar unos segundos más, tenía la oportunidad de salvar a la humanidad y a Leoren y a su pequeño bebé que posiblemente vaya a llamarse como él y la vuelto a joder. Gabriel hipea, se muerde el labio y ríe sin gracia.
<<Genial, ahora estoy llorando como un imbécil delante del enemigo.>>
Una mano se desliza sobre su pierna, sorprendido, la mira y piensa en apartarla de un golpe, como siempre hace, hasta que el vampiro llega a su mano y la toma, enlazando los dedos. Contiene la respiración y el pulgar de Román acaricia sus nudillos con cuidado. Gabriel exhala, sintiendo que todo el dolor se va de su cuerpo, de repente ya no tiene tantas ganas de llorar.
<<Quizá no estar solo no sea tan malo.>>
Mira a Román a la cara y le sonríe con cierta ternura, es vergonzoso lo que está sucediendo, pero agradece tener una mano a la que agarrarse cuando siente que se ahoga, así que le recompensará con una de sus escasas expresiones sinceras.
—No estés preocupado —le dice el vampiro y ve la desesperación en sus ojos, la frustración de saber que va a perder a alguien y no puede hacer nada para remediarlo. Él la ha visto en sí mismo demasiadas veces y sabe que no hay remedio para ello, sabe que no puede prometerle que salvará a Leoren, pero sí que puede recordarle lo que ya le prometió: —No estés mal, recuerda, voy a protegerte.
Gabriel asiente y aparta la mirada, él la sigue y se topa con el vial de sangre de la mesa.
Con la sangre de Herr y la capacidad de hallar al informador que Román tiene tras haber probado su sangre, todo lo que Leoren había pedido está listo. Todo está saliendo bien, así ambos se repiten que las cosas van a funcionar.
Solo uno de ellos se lo cree del todo.
Comentarios
Publicar un comentario
Comenta: