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—¡Cuidado! —advierte Paola, pero es demasiado tarde.

Lendra se resbala y el tazón con harina acaba por dejar al pobre León más pálido que de costumbre. El chico tose, creando una nube blanca, y ayuda a la mujer de cabellos platinados a levantarse.

—Perdona, nunca he cocinado —se disculpa Lendra, pasando un trapo de cocina por la cara de León y quitando algo de la harina que le ha prácticamente arrojado.

—No pasa nada, apenas se me nota. —ríe el omega, señalando a su pelo blanco.

León, Lendra y Paola han ocupado la cocina esta tarde y, bajo la supervisión de los cocineros, se han puesto a preparar galletas de arándano. Lendra y León han coincidido en que deberían ser los sirvientes quien las horneen, pero el instinto maternal de Paola ha logrado convencerles a todos de que no, de que debía ser ella. A veces la omega tiene caprichos extraños y León ha aprendido que esos pequeños arrebatos son irrefutables, así que se ha ofrecido a ayudar.

Además, eso le ayuda a distraerse del hecho de que Harry está en una reunión militar donde se leerá la carta llegada de Vento y se decidirá si deben ir o no a por más soldados al imperio costero. Lleva todo el día angustiado pensando en eso, en que Harry se irá.

—Os dejo a mi sirviente preferido un par de horas y así me lo devolvéis... —León se voltea sorprendido hacia la voz de Harry y lo ve apoyado en el marco de la puerta de la cocina, negando con ironía.

—Ha sido ella —se excusa Paola, señalando a su esposa, que apenas puede balbucear una excusa.

—Torpe como siempre. —la chincha su sobrino, sonriendo con grandes hoyuelos. Lendra le arroja una cuchara de madera, pero Harry la esquiva sin perder su estilo. —Espero que podáis cocinar bien sin León, porque me lo llevo ¿Vamos?

El omega asiente vigorosamente, deseoso de saber si el príncipe será enviado a Vento y cansado ya tengo amasar bajo las órdenes de la estricta omega de ojos grandes.

—¿Qué han dicho al final? —pregunta el pequeño, poniéndose bajo el brazo de Harry mientras camina junto a él.

El alfa se inclina para darle un beso en la nariz y luego mira a su alrededor, asegurándose de que ningún fisgón los esté escuchando.

—El rey de Vento ha dicho que puede devolvernos a más soldados, pero no a todos. Está dispuesto a negociar, así que hay que volver a Vento. —León muerde su labio, preocupar, pero Harry pasa su dedo por el belfo, tocando con la yema la hendidura que han dejado sus sientes. Después susurra. —No temas, irá mi padre. Un rey siempre intimida más que un príncipe en las negociaciones, sobre todo uno como él. Además, yo suelo ir en estos viajes porque corro velozmente, pero este viaje no será para nada así. Tendrá que ser de incógnito, sería peligroso dejar a Vento sin defensas y mostrar que nosotros las estamos reuniendo o hacer evidente que nuestro rey ha dejado el reino, otros imperios podrían usar esa información para atacar a los lobos rojos o para atacarnos a nosotros en ausencia del rey, es peligroso. Lo disfrazaremos todo como un acuerdo comercial, padre irá en un carruaje de mercaderías escondido y los soldados que traigamos harán lo mismo. Tendré que estar algo ausente algunos días, estaré en muchas reuniones aquí en palacio y enviando cartas para que parezca que padre sigue así, pero no me voy a ninguna parte.

León salta de alegría a los brazos del príncipe, que lo coge y lo alza por encima del suelo, llevándolo en volandas.

—Me alegro de que no tengas que ir. Supongo que esto significa que no tengo por qué seguir entrenando si no te acompañaré en ese viaje. —canturrea el omega, aliviado.

Harry lo deja en el suelo.

—Tu entrenamiento sigue en pie, señorito. Haré más viajes y aunque no los hiciese eres parte de este palacio ahora, mereces ser tratado y entrenado como si hubieses nacido aquí.

Dicho eso, Harry hace llamar a Kajat, le ordena que vaya a buscar la espada de su habitación y lo cita en el patio de entrenamiento del jardín real. León sigue a su príncipe con nerviosismo, replicándole una y otra vez y el otro solo lo ignora felizmente hasta que llegan al sitio donde Harry y Kajat siempre entrenan.

—De verdad, me da algo de miedo... —murmura León, achantado.

—Alguien que lucha por su vida y no tiene miedo es un necio —responde Kajat, llegando con su espada en mano. En comparación a las espadas que lleva a la espalda, una suya y la otra del príncipe, la del omega parece de juguete.

León coge su espada cuando Kajat se la da empujándosela contra el pecho y después desenvaina una de sus largas y filosas hojas.

—Harry, a un lado. León, veamos qué sabes hacer y no te contengas o voy a darte una paliza.

El omega traga saliva, Harry ríe malévolamente mientras se siente a unos metros de la escena, contemplando el espectáculo, y Kajat se pone en posición de ataque, luciendo como si fuese a machacar a León por cada paso en falso. El omega recuerda, de todos los días que ha estado mirando como Harry entrenaba, que el coronel es un entrenador duro. Muy duro.

El muchacho va corriendo hacia él, la espada en alto y lo poco que le ha enseñado Harry abandonando su cabeza por los nervios. Ondea la espada en el aire, visualizando un corte en el esternón, pero Kajat de un paso a la izquierda, la espada de León no golpea nada y él golpea el suelo. El azabache se agacha a su altura, le sube la cabeza cogiéndolo del pelo y pone el filo contra su cuello.

—Muerto —susurra tenebrosamente en su oído. -Menos fuerza, más precisión. Prepárate para dar muchos golpes y fallar muchos golpes, sin que un fallo te lance al suelo ¿Si? —León apenas tiene tiempo de responder o procesar cuando el lobo lo toma por debajo de la axilas y lo alza.

León, en pie nuevamente, no tiene tiempo a nada cuando ve la espada de Kajat cernirse sobre él a lo que el omega alza la suya, bloqueando el ataque, solo que la espada del coronel nunca llega a tocar la suya.

—Muerto otra vez. —anuncia, aunque León no sabe por qué. —Soy un alfa, tengo más fuerza en un brazo que en todo tu cuerpo, no puedes bloquear mi ataque y menos con tu espadita, te la atravesaría y luego te partiría por la mitad. Tienes que esquivar.

León asiente y le coge el ritmo poco a poco. El próximo ataque de su oponente da contra el suelo porque el omega aprovecha su agilidad de ladrón, saltando varios metros a la derecha. Su adversario le sonríe y entonces ataca más fuerte y más rápido, poniéndolo a prueba. León va a saltar, pero su espalda choca con un árbol y queda acorralado, con el filo de la espada de Kajat alzándole el mentón hacia el alfa.

—Muerto —canturrea —atento a tu entorno ¡Siempre! Y recuerda que esquivar no es solo alejarse, sino también acercarse. Cuando te ataco no me puedo cubrir, aprovecha eso.

Blande su espalda en el aire, horizontalmente, con un movimiento que León pronostica que lo decapitará, así que se agacha, rueda en el suelo y asesta un espadazo de abajo hacia arriba. Kajat lo esquiva fácilmente, pero dice:

—Si fuese un alfa despistado me habrías atravesado la cadera. Muy, muy bien, omega. Ahora ¡Harry!

El pequeño momento de gloria de León se acaba rápido cuando Kajat lanza la espada que lleva a la espalda, Harry salta y la atrapa en el aire, sonriendo con crueldad y acercándose para apabullar al pobre omega.

—Si alguna vez debes luchar contra un alfa —le dice Kajat, el rostro serio y las palabras sonando graves —no van a intentar matarte, no al principio, intentarán violarte: úsalo en su contra. Si ves que no puedes ganar hazte el vulnerable y atácales cuando no lo esperen, el resto del tiempo lucha cuanto puedas.

—¡Lobito! —lo llama Harry felizmente, saltando en el aire con el filo de la espada apuntando hacia él. León grita, lo esquiva es un salto, pero ve por el rabillo del ojos la espada de Kajat.

El chico se agacha, haciendo su mejor trabajo. Nota que Kajat ha tenido que desviar un poco la trayectoria para no cortarle el hombro, pero, aun así, habría salido herido del ataque, no muerto. Escucha a Harry arrancar su espada del suelo a sus espaldas, pero no puede quitarle el ojo de encima al pelinegro, que luce como si preparase otro ataque. Ahí aprende algo sin necesidad de que nadie se lo diga: no darle la espalda a un enemigo nunca.

Por suerte las feromonas de Harry son poderosas y su olfato ha aprendido a leerlas e interpretarlas. Puede sentir el ataque sin verlo. Lo esquiva con una precisión pasmosa cuando el alfa corta el aire cerca suyo. León mira al suelo, ha cortado sus cabellos blancos, haciendo que su melena llegue ahora por los hombros. Todos están tomando en serio el entrenamiento.

León recula con rapidez, dando pequeños saltos en zigzag, logrando que ambos queden frente a él. Sus sentidos agudizados le permiten oír golpes y jadeos cerca, Hermalias está entrenando a Gerard en el segundo patio de adiestramiento, cerca de ellos. León se alegra de oírlo, eso significa que en batalla sus sentidos serían capaces de captar a nuevos enemigos.

Harry ataca por la derecha, Kajat por la izquierda, sus cuerpos están juntos, evitándole al lobo pasar entre ellos y sus espadas se mueven con un rango increíble, cerrándolo para que no pueda ni ir hacia los lados sin ser cortado, ni tener tiempo a retroceder más. El corte de ambos es inclinado, empieza en la cabeza de León y terminará en el suelo, así que no puede agacharse tampoco. León hace un movimiento arriesgado aprovechando que ambos alfas han dejado su cuerpo descubierto para el ataque perfecto: lanza su espada en el aire, como una daga, hacia el centro del cuerpo de Kajat. El alfa logra cogerla en el aire, pero al precio de ralentizar su ataque, abriendo un pequeño hueco entre él y Harry por el que el chico salta, evitando el ataque por los pelos.

León respira agitadamente, orgulloso, pero ve su espada en el suelo, tras los dos guerreros, y cae en la cuenta de que se ha salvado, pero ahora no tiene arma. Los alfas le barran en el camino y se acercan a él, confiados y sonriendo.

—Alguien se ha quedado indefenso —sisea cruelmente Kajat en un tono que le escama la piel. La forma lasciva en que el coronel lo mira le índice que está adoptando el papel de un enemigo dispuesto a humillarlo, así que el entrenamiento no ha acabado.

—Un bonito omega ¿Qué será de ti, pequeño? —se burla Harry, acercándose poco a poco.

León sabe que todo es una ficción, una forma de prepararlo por si llega el día en que vuelve a estar cara a cara con lobos enemigos y huir ya no es una opción. León sabe que esto es solo una forma en que Harry le grita <<¡Lucha antes de caer en las garras de un alfa!>>. Aun así, se siente oprimido y angustiado.

Ve el cadáver de su madre, aunque no esté ahí, huele el humo de las casas de su pueblo quemándose y Harry y Kajat de pronto ya no tienen cara, son dos alfas desconocidos, dos alfas pardos. Se le aguan los ojos y le duele el corazón, pero León vuelve a ese terrible momento no para pensar en suicidarse, sino para pensar en vivir esta vez.

Harry lo toma de una muñeca, Kajat de otra, poniéndolo contra un árbol y dejándolo indefenso a los deseos de ambos alfas. El coronel no lo toca más que eso, pero Harry le acaricia el pecho por encima de la ropa para darle a entender que en una situación real un alfa no se detendría ahí. Paralelamente, el príncipe libera sus feromonas más dulces, las llamadas calmantes, que logran hacer sentir a León más seguro y recordarle que todo eso es solo entrenamiento.

Ya más lúcido y aprovechando el firme agarre al que los dos alfas lo tienen sometido, León usa toda su fuerza para impulsar una patada hacia la entrepierna del príncipe, lamentándolo muchísimo por dentro. El alfa le para el golpe atrapando su pie con las rodillas, pero se lo suelta y finge el dolor de haber recibido un golpe en los bajos porque en una situación real ningún alfa se habría defendido con tal presteza. Ahora queda Kajat, que viendo lo que le ha pasado a su compañero no caerá en un truco tan viejo. León se ha caído al suelo por la patada, así que aprovecha eso para lanzar un puñado de tierra a los ojos el pelinegro, que lo suelta para llevarse las manos a la cara.

León corre todo lo que sus piernas le permiten, llegando a coger su espada. Se pone de pie, listo para girarse y atacar a sus dos enemigos, pero se petrifica cuando ve a Gerard ir corriendo hacia él con rabia.

—¿Se puede saber qué mierda haces con la espada de mi madre? —brama el alfa, furioso, quitándole de un manotazo el arma a León.



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