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—¿H-hola?

La voz de Tomás tiembla, es la primera vez en seis años y medio que le hace una llamada a un amigo y está tan contento, pero tan nervioso, que tan siquiera se le pueden atorar las palabras en la garganta porque tiene la cabeza en blanco ¿Qué dirá? ¿Y si Brandon no quiere hablar con él? Se escuchan pitidos al otro lado de la línea. Tiene que esperar a que contesten la llamada antes de hablar. Se ríe por haberse olvidado de algo así y quedar como un completo bobo y de repente recibe un beso en la mejilla. Las manos de Desmond aprietan sus hombros y los sueltan, repitiendo el proceso varias veces con la intención de masajearlo.

—Diviértete. —murmura en su oído antes de alejarse de irse.

Los pitidos siguen sonando, espaciados, lentos y chirriantes. Su corazón late veinte veces por lo menos entre cada una de esas estridencias, hasta que oye una voz.

—¿Desmond?

—¡Ho-hola Martha! Soy Tomás. —dice al principio y después de calla, deseoso de escuchar la voz al otro lado de la línea.

Se sienta en el suelo con un nudo hecho con el cable telefónico en los dedos y al aparato tan pegado a su oreja que va a dejar marca.

—¿Tom? ¿Estás bien? ¿Desmond ha hecho algo y necesitas ayuda? —susurra la muchacha, asustada. —Si está tratando de hacerte daño déjame habl-

—¡No, no! Él no está... él está siendo mucho mejor conmigo. Me ha dejado llamarte. —confiesa poniéndose en pie con un pequeño saltito de emoción que solo él ve, pero que aun así le hace enrojecer.

—¡Eso es fantástico! Entonces supongo que querrás hablar con Brandon ¿Sabes? Tiene ganas de verte, le hará tanta ilusión saber que has llamado... Ahora se lo digo.

—¿Puedo preguntarte algo antes? —dice acelerado, casi interrumpiéndola. —Oí que tenías un humano, un chico llamado Todd y yo me separé en la casa de crianza de un amigo llamado así, pensé que quizá podría ser él ¿Puede ponerse al teléfono?

Al otro lado forma un pequeño silencio que lo inquieta y escucha a Martha vacilar y finalmente oye un suspiro. Son malas noticias. Su corazón se detiene a la espera de las palabras de su interlocutora:

—Creo que no es el Todd que buscas... el mío no sabe hablar, nació hace un año en una casa de crianza y lo compré para que no tuviese que crecer allí.

—Oh... Entiendo.

Tom desconecta mientras Martha dice algo que suena como palabras de ánimo y después deja el teléfono solo para ir a buscar a Brandon. No es su Todd y quien sabe si el pobre chico seguirá vivo. Quiere llorar, lo más posible es que no, como con el autor del diario, la diferencia es que con chico anónimo la muerte es una certeza, un final arruinado que sosiega su lectura, con Todd es un sinvivir constante. Le da esperanzas, pero también terror.

—¡Hola, hola! Veo que el rancio por fin te deja hablar ¿Cómo lo has logrado? Desmond es tan recto con las normas de sus humanos que parece que traiga un palo de escoba metido por atrás ¡Por cierto! En unas semanas quizá Martha tenga que pasarse por ahí cerca, iré si puedo a hacerte una visita, uf estoy agotado de tanto viaje de negocios, pero si es por ti ando dos días más —el hombre suelta un gruesa y amigable risa que contagia a Tomás. No puede parar de sonreír porque Brandon ha hecho lo mismo que la última vez: parlotear como una cotorra y demostrar que debe tener los pulmones del tamaño de una bombona de oxígeno como para hablar tanto rato seguido sin un solo respiro. — ¿Cómo estás tú? ¿Todo bien?

—Bueno, es extraño... —murmura con timidez, entonces se forma otro silencio y Tom quiere llenarlo y hablar, muere de ganas de hacerlo, pero se siente reservado e inseguro. Hace muchos años que no habla así con nadie ¿Qué debería hacer? ¿Y si parece aburrido? ¿O inmaduro? Masca su labio, como de costumbre, y finalmente decide extenderse más porque sabe que podría no tener otra oportunidad como esa. —Víctor está viviendo aquí y ahora es mi médico ¡Y será mi profe! Me va a enseñar cosas de medicina y me hace mucha ilusión, espero que me haga exámenes y me ponga notas, como en el colegio, no tendré a nadie a quien pasarle notas y tirarle bolitas de papel, pero será divertido igual. Y también está aquí Vlad —Tom sabe que no necesita explicarse cuando oye un suspiro al otro lado de la línea seguido de un molesto ''¿Aún?'' —, sí, es super grosero conmigo y sobre todo con su chico... querría hablarle, pero casi nunca lo deja salir de su habitación y si lo hace él no tiene permitido hablarme, me da mucha pena y odio a Vlad, es tan horrible... Pero Desmond no le hace caso cuando le dice que me trate mal. Me ha dicho que... tiene sentimientos por mí y no quiere hacerme daño, así que ahora se está esforzando mucho en ser bueno y yo estoy mejor. Mis heridas están sanando también y Desmond me ha prometido que no volverá a morderme como antes, dice que me ayudará a estar tranquilo y-

—Tomás... —lo corta Brandon con un tono serio y extrañamente culposo. —Martha y yo tuvimos que escuchar lo que te sucedió... aquella noche —traga saliva —y sé que fue horrible ¿Estás bien después de eso?

El pequeño se atraganta. Es reconfortante saber que su amigo se preocupa por él, pero a la par recordar esa noche y sabiendo ahora además que sus gritos fueron escuchados por todos le resulta extramente humillante. Desmond lo tomó incluso cuando había invitados cercas y podían oírlo llorar y suplicar por su vida.

—Pasé una época muy —Tom trata de buscar la palabra adecuada, mira sus muñecas cosidas y suspira diciendo: —mala después de eso, pero ahora Desmond está cambiando.

—Está buscando tu perdón —dice el otro duramente al otro lado de la línea. Es una afirmación, no una duda, pero Tomás la corrobora con un bajo asentimiento. —, él te debe más de un millón de disculpas. —añade mientras aprieta los dientes. —Y tú, tú que sepas que no le debes ni un solo perdón, da igual lo bien que se porte, él no puede obligarte a perdonarlo ¿Entiendes?

Tomás asiente, pero recordando que sigue al teléfono, decide hablar con voz dulce y calmada:

—Lo sé, pero no siento ganas de vengarme, yo solo quiero ser feliz y olvidarme de todo aquello. Dejemos el tema.

—Claro —responde comprensivo. —, cuando vaya a tu distrito ¿Qué quieres que hagamos? No estaré por más de dos o tres noches, así que debemos planear bien las cosas para no perder el tiempo ¿Sabes en lo que estoy pensando? En que nos vayamos tú y yo juntos a comer a algún sitio y después me enseñes la ciudad, casi nunca puedo visitarla, así que podríamos recorrerla entera y sería genial.

—Oh... —los mofletes de Tomás se colorean cuando se imagina a sí mismo junto con Brandon correteando por calles atestadas de personas, yendo a comprar, a comer, riendo mientras pasean en el ocaso e incluso haciéndose fotos. Como un par de amigos normales. Eso le hace aletear el corazón de alegría, pero segundos más tarde suspira con amargura. —No conozco nada del distrito, la única que vez que he ido más allá del jardín de la mansión Gaard fue cuando fui a casa de Vlad y me da miedo que Desmond no me deje salir a la calle, nunca lo ha hecho.

—¡Entonces traeré películas! Y palomitas dulces, ya verás, nos los pasaremos genial sea dentro o fuera de la casa, te lo prometo y ¡Oh! Tengo que colgar, el pequeño Todd se ha despertado de la siesta y alguien tiene que hacer que deje de chillar como un demonio en miniatura ¡Me alegro de saber que te va mejor!

—G-Gracias —responde emocionado, riendo pocos segundos después al oír el sonido de fondo de un berrinche. Escucha también a Martha hacer voces bobaliconas y después el llanto se intensifica más aún. —, adiós.

Su amigo le manda un sonoro beso que hace que el sonido del auricular se entrecorte un poco y a los segundos el pitido que indica el corte de la conexión suena intermitentemente. Tom cuelga el teléfono y desenrosca de sus dedos el cable rizado. Suspira mirando el aparato, realmente está ansioso por ver a Brandon de nuevo y poder hacer cosas con él, aunque le asusta un poco pedirle permiso a Desmond. Ahora es más flexible, pero eso no significa que vaya a ser permisivo con todo y teme que cuanto más pedigüeño se ponga, más se enfade el vampiro por abusar de su bondad recién estrenada. Prefiere no decirle nada ahora, cuando llegue el momento, si es que tiene valor, le pedirá si puede ver películas con su amigo y comer chucherías de mientras. Con solo imaginarlo su corazón se acelera tanto que debe llevarse una mano al pecho. Si puede, y con la ayuda de Brandon, hará que el humano de Vlad vaya con ellos y pase un buen rato.

Tomás sale del despacho de Desmond con una sonrisa de oreja a oreja por haber tenido la primera conversación con un amigo en años, aunque se siente ciertamente decepcionado al seguir sin saber nada de Todd.

Quiere buscar a su amo para agradecerle por haberle dejado hacer la llamada, así que se asoma al piso de abajo. Ahí ve a Vlad y se le escama la piel al contemplar como grita a su pobre chico, lo toma por el pelo y lo arrastra de un lugar a otro mientras golpea su cabeza contra mesas, sillas y paredes; parece inconsciente por su nula reacción, pero al fijarse se percata de sus ojos abiertos. Quiere ir corriendo y darle un abrazo, pero sabe que ambos son hombres muertos si intenta defenderlo. Traga grueso, apartando los ojos de la escena, y va a buscar a Desmond a su habitación. Está tan consternado por lo que acaba de ver que se equivoca dos veces hasta llegar al lugar que andaba buscando, la primera vez entra en la habitación de Víctor y antes de cerrar la puerta y disculparse rápidamente este lo saluda, dejando por un momento de lado su tarea, que parecía ser algo así como anotar cosas en un libro. Su segundo error no es tan curioso y amable como el primero, sino algo que lo devuelve a la escena que ha visto en el comedor: abre la puerta del dormitorio de Vlad.

Todo está impoluto, el suelo brilla como estuviese encerado y no hay sobre él un solo cabello o pelusa, el tocador está impecable también, con solo polvos a la derecha y un cepillo alineado sobre el borde en la parte izquierda. Después está la cama, sábanas color vino tan bien estiradas que no hay una sola sombra de arruga en ellas, pero lo último que ve es lo que logra alterarlo tanto. El escritorio.

La mesa está encharcada en sangre y hay papeleo a un lado, apartado para que no estropee, mientras en el resto de la extensión pueden distinguir distintos objetos empapados de ese aterrador líquido. Una navaja. Un encendedor. Una fusta. Lo siguiente que ve es la puerta cerrándose de golpe cuando él mismo lo hace, al borde de tener una arcada.

Siente asco por Vlad, lo odia hasta el tuétano de sus huesos y si realmente pudiese pedir un deseo querría mucho que ese hombre desapareciese de la faz de la tierra. Le recuerda al monstruo indomable que el diario describe, no es nada comparado con su amo ahora.

Tom entra entonces en la habitación de su amo, sintiéndose algo nauseoso, pero está vacía. Va a la biblioteca, deseando que esté ahí y que no deba bajar y pasar al lado del torturado peliblanco como si no fuese la gran cosa. Afortunadamente halla a Desmond en su escritorio y cuando él entra el vampiro guarda inmediatamente el libro.

Lo guarda en el primer cajón.

Es el diario.

Tomás quiere preguntar por qué lo conserva, por qué lo lee, pero, es consciente de que se ganará el rey de los castigos si su amo se entera que lleva desobedeciéndolo metódicamente al leerlo.

—Oh, hola —saluda el vampiro separándose un poco de la mesa y mirando a Tomás con intensos y atentos ojos. El chico baja los suyos, como ha aprendido hace mucho. —, ven aquí —dice palmeando su regazo como de costumbre—, cuéntame que tal la llamada.

Tomás sube sobre sus piernas. Sabe que el vampiro disfruta de tenerlo abierto y expuesto sobre él, especialmente vistiendo ropas tan reveladoras como las que tiene, pero el chico prueba suerte y se sienta dándole la espalda, apoyándola en su pecho. El vampiro hace un ruido de molestia, pero parece conformarse y simplemente se apoya en su cabeza y lo abraza con detrás. La forma en que lo toca de modo tan cariñoso le hace sentir especial y cuidado, ama cuando Desmond le hace olvidar que es su amo solo con el tacto de su piel.

—Al final el Todd de Martha no era mi amigo, pero he podido hablar con Brandon. Ha sido muy divertido, gracias, mi señor. —el vampiro asiente comprensivamente ante sus palabras y baja un poco la cabeza, accediendo a su oído.

—¿Estás feliz de haber podido hablar con él? —pregunta en tono ronco. Su habla eriza la piel del chico mientras asiente. El vampiro no pierde el tiempo y tras la respuesta sonríe sobre la piel del cuello del chico y empieza a mover los labios en ella. La sensación es agradable, cálida, algo húmeda y muy suave, pero Tom sabe que esa es la clase de calma que viene antes de la tormenta. —No voy a morder, solo estoy besando tu piel. —aclara al advertir que el chico se ha tensado tan pronto su boca se ha acercado a la yugular.

Tomás trata de relajarse en sus brazos. Una mano del vampiro se cuela bajo la ropa, buscando el espacio generoso que hay entre los botones de su bata. Acaricia con la punta de sus dedos el vientre del chico, trazado suaves círculos que le hacen contener la respiración. Está totalmente nervioso y muerto de miedo cuando el vampiro junta a las caricias los besos húmedos en el cuello que había dejado en hiato con sus palabras.

Lame la curva de su garganta, deteniéndose un poco en su pequeña nuez que se mueve al tragar, después prensa los labios, chupa su piel para soltarla con un sonido lascivo y un leve enrojecimiento y cuando Tom jadea de temor se dedica a dar pequeños y sonoros besos, casi con un tono infantil. La mano en su tripa sigue con los mismos movimientos relajantes, solo que sus dedos están fríos y la peligrosa cercanía con sus genitales desnudos le llena de preocupación.

—Eres tan suave y agradable—dice el vampiro casi ronroneando en su oído. —, tu pobre corazón se está volviendo loco ¿Qué debo hacer para que disfrutes mis caricias? Quiero que lo pases bien, darte cariño y que deshagas en mis manos, Tomi, no quiero hacerte daño.

El chico es dócil en sus manos, pero reacio a aceptar el regalo de placer que pretenden darle. Desmond se siente mal por saber que el chico solo está dejándose tocar por miedo, pero a la vez está feliz de no verlo tan terriblemente asustado como siempre. Ha tenido un avance con Tom y jamás había tenido ninguno con ninguna mascota anterior.

Suspira.

<<Me duele leer eso de nuevo, pero si esa es la forma de recordarme en qué no quiero convertirme, lo haré alguna vez más.>>

—Me da miedo cuando está besando mi cuello y acariciándome de ese modo, parece que vaya a hacer algo más y me hace sentir inseguro... —comenta el muchacho jugando con sus manos. —¿Puedo tener besos en la boca? De esos que son pequeñitos y tiernos, me hacen sentir bien.

Desmond siente que se le rompe el corazón por una petición tan adorable y asiente. Se levanta cuidadosamente, haciendo al chico ponerse en pie también para después tomarlo de las caderas, girarlo y hacerlo sentarse sobre la mesa. Él vuelve a la silla y la aproxima al escritorio, quedando entre las piernas del chico y con el rostro a su misma altura. Lo toma de la mejilla con cuidado y se acerca, dando besos diminutos y superficiales por toda su boca.

Empieza en las comisuras, besos rápidos que viajan de una a otra fugazmente, después migra hacia el centro con gestos más calmados y finalmente planta sus labios justo sobre los del menor, deleitándose con una lentitud que le permite saborear desde su dulce aroma hasta que pequeño escalofrío. El chico se relaja con esos contactos inocentes, pero Desmond sabe que él mismo no puede aguantar mucho más.

—Quiero besarte de verdad. —dice sobre sus labios con toda su fogosidad contenida en ese aliento.

—¿Esto son besos de mentira? —pregunta desconcertado, torciendo la cabeza. El vampiro opina que es tan rematadamente adorable que no puede aguantar más la espera.

Se lanza hacia su boca de nuevo, ahora atrapando los belfos del menor entre los suyos, tirando de ellos con la poca voracidad que puede permitirse sin asustar al menor. Tom se apoya con sus palmas en la mesa para no caer hacia atrás de la impresión y, aunque el primer contacto le asusta por lo novedosa que es para él la sensación, se da un tiempo para saborearla, para conocerla. El vampiro le muerde el labio inferior y tira de él, gime asustado y dolorido por el pellizco, pero antes de que el sonido escape hacia el aire, Desmond lo devora y no pierde ni un instante para lamer su rosada boca recién mordida; la lengua sobre sus labios es tan húmeda y agradable que suelta un suspiro desde el fondo de sus pulmones, permitiéndola entrar en su boca.

De pronto tiene una mano tras la nuca y la lengua del vampiro buscando la suya en el calor de su aliento. Los labios se abren y se cierran buscando los besos más que el ansiado aire, la lengua del vampiro es larga y hábil, se mueve rodeando la suya, humecta los labios entre beso y beso para que el roce sea más lábil, más cómodo y erótico, y finalmente le recorre la boca, como queriendo dejarlo si palabras.

Y vaya si lo hace.

Al separarse de él, Desmond ve al chico colorado hasta las orejas, con la respiración agitada, los labios rojos como cerezas y brillando intensamente por sus salivas. La imagen es tan jodidamente sexual y hermosa que no está seguro de si quiere arrodillarse frente a él y orar a los dioses agradeciendo por semejante belleza o hacer que Tom se arrodille delante de él.

—¿Te ha gustado?

Tom menea la cabeza tratando de concentrar y bajar de la nube en la que siente que está y que le aleja cada vez más y más de la realidad. Entonces se toca los labios incrédulamente y dice:

—S-Sí, amo, ha sido agradable. —Desmond sonríe orgulloso por sus palabras y da un beso en su frente como recompensa, queriendo hacerle sentir cuidado. —El sexo... ¿El sexo se siente así de bien cuando no se hace como me lo hiciste tú?

El rubio se queda estático al escucharlo. Una parte de él está sorprendida y rebosando de emoción al ver que el chico se interesa mínimamente en el tema, esa puede ser una fantástica oportunidad para seguir labrando su camino hacia la confianza del menor. Sin embargo, otra parte de él se quiebra poco a poco y duele mucho, Tom lo pregunta con tanta inseguridad y miedo, realmente escupiendo esa palabra como si no fuese más que el nombre del método de tortura más abyecto que conoce. Y lo es.

—Mucho, mucho mejor. —susurra en su oído, ahora haciendo que la mano de su vientre lo rodee por la espalda y lo atraiga hacia él. El chico tiembla por la cercanía, pero entonces Desmond le besa de nuevo. Un beso corto, pero demandante, muerde sus labios con algo más de fuerza, lo lame como un gato arrepentido haciendo que un delicioso escozor erice los bellos de su cuerpo y después da una caricia traviesa a la lengua de Tom con la propia. —Un día te lo mostraré, ya verás.

El chico asiente bajito.

¿Os ha gustado el cap?

¿Qué pensáis del desarrollo que está tendiendo la kk andante de Desmond?

¿Y Tomás?

¿Os gusta el personaje de Martha?

¿Qué creéis que pasará más adelante?

Gracias por leer, nos vemos en el próximo cap OvO

Por cierto, quería enseñaros un dibujo precioso que ha hecho una lectora, espero que os guste tantísimo como a mí y sería genial que fueseis a darle mucho amor y apoyo. 
El dibujo es de Tomás con su querido diario y le ha quedado genial. Agradezco enormemente el tiempo y la dedicación <3
La persona que lo ha hecho es Laura Viviana Chávez Grandez (nombre de FB).

 Agradezco enormemente el tiempo y la dedicación <3La persona que lo ha hecho es Laura Viviana Chávez Grandez (nombre de FB)        


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