—Oh... —Paul se sorprende al abrir la puerta del baño y encontrarse al alfa plantado ahí de forma estoica. —¿Pasa algo?
—Querría preguntarle una cosa y no es algo que se suela decir en presencia de todo el mundo. —dice, conservando su todo educado, pero sonando ahora más serio. El padre de Lucas traga saliva, no es usual para un jovencito obtener una presencia tan intimidante.
Sea lo que sea que dirá, sabe que no está bromeando.
—Adelante. —dice risueño, aunque más por los nervios que por que se sienta a gusto.
—Quiero cortejar a su hijo.
Damián retiene la respiración después de hablar, esperando una respuesta. El padre de Lucas parece tierno y amable, pero sabe que tratándose de su hijo él será severo, como cualquier padre. Damián no quiere parecer nervioso y por suerte su porte elegante y varonil le ayuda a disimular un poco, pero el hecho de que esté jugando con sus anillos y mordiéndose el labio levemente lo delata.
—El... bueno, el permiso para cortejar a un omega se pide a su progenitor alfa. —aclara Paul, confundido. Él no tiene problema alguno en opinar sobre el tema y dar una sentencia u otra, de hecho, exige hacerlo, pero le sorprende que el alfa se esté dirigiendo a él y más cuando Paul ya ha dicho durante la cena que tiene alfa.
—No quiero faltarle al respeto a su pareja, pero usted ha criado a Lucas sin un alfa, sin su madre. Para mi usted es a quien debo pedirle permiso, es la persona que ha mantenido a Lucas a flote toda su vida, su ejemplo, su protector. Es mucho más respetable que muchos de los alfas que conocido. Por eso, me gustaría que me diese su permiso para cortejar a su hijo. —dice Damián, tratando de sonar formal aún con toda la emoción contenido en su voz. Quiere echarse a llorar y a abrazar a ese hombre solo con pensar en lo dura que debe haber sido su vida, en lo difícil de levantarse cada mañana y tener que darle a un pequeño omega motivos para hacerlo también.
—Vaya, que callado se lo tenía Lucas. —dice el padre, riendo. Él realmente había creído que Lucas se negaba a aceptar cualquier tipo de relación más que amistosa con el alfa.
—Uh, bueno, sé que es algo inusual, pero no se lo he dicho a Lucas aún. —comenta Damián, rascándose la nuca. Lo típico es que las parejas pasen del noviazgo al cortejo con la aprobación de los padres, pero él no sabe ni cómo llamar a su relación con Lucas ahora mismo, así que quizá se está confundiendo un poco con cómo debe de hacer las cosas. Él solo sabe que quiere a Lucas con su marca en el cuello. —Pero se lo diré dentro de un tiempo y le llenaré de regalos y le haré feliz. Voy a estar a su lado siempre y le consentiré y haré que ningún alfa le mira nunca jamás. Lucas estará como en el cielo en mis manos.
Quizá algún día a Lucas con un mini-él creciéndole en el vientre. Oh, no me puedo emocionar tanto... aún es pronto.
— Entonces te será más difícil ganarte su aprobación que la mía... —comenta el padre, negando con la cabeza y una suave sonrisa en sus labios. Suena compasivo y mira a Damián con cierta ternura. —Me parece fantástico que un alfa educado y bueno como tú quiera cortejar a mi hijo, así que tienes totalmente mi aprobación. —el corazón de Damián da un vuelco al oír eso, su alfa aúlla laureado y siente que le ha tocado la lotería. Sonríe sin poder evitarlo, aunque aún le queda la parte más dura. El padre de Lucas lo mira enternecido por la reacción, aunque después despega sus labios de nuevo, con la expresión serie y el ceño fruncido con cierta preocupación. —Pero quiero que sepas que daría mi vida por Lucas, del mismo modo en que daría todo lo que tengo por hacer de la tuya un infierno si te atreves a abandonarle. Él es todo lo que tengo y si le haces daño, aunque yo sea un omega, haré lo que sea porque te arrepientas toda tu vida. Sé lo doloroso que es que te rompan el corazón y si eso le llegase a pasar a mi hijo... creo que quizá yo acabaría entre rejas, pero te aseguro que el culpable no volvería hacer daño a nadie.
Damián traga saliva. El omega es pequeño, pero su tono sombrío y en su mirada el dolor se entremezcla con una chispa de valentía, haciendo arder todo el combustible de sus ojos. La misma mirada que vio en Lucas la primera vez que le retó, esos ojos cansados de luchar, pero que morirían en el campo de batalla solo por llevarse a un enemigo más. Es algo que jamás verá en la mirada de un alfa, esa desolación... es como si no tuviesen nada que perder, más que el miedo y fuesen capaces de enfrentarse a cualquier enemigo imposible para quedarse con nada más que la victoria o la muerte.
—Da usted más miedo que un alfa. —comenta, tratando de no sonar demasiado asustado, aunque lo está. —Aunque no tengo miedo... —añade, tomando una respiración profunda, sonriendo con sinceridad —ya que yo jamás le haría daño a Lucas.
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