50

 Lucas está sentado en clase entre Marcel y Damián. Usualmente le da algo de vergüenza sentarse a su lado, pero esta vez lo ha hecho por iniciativa del beta, quien ha querido estar cerca de su pareja. Ahora que alguien ya ha dado el primer paso, el omega se siente más relajado y emocionado porque sabe que a partir de este momento cada día, cuando entre a clase, en vez de torcer a la izquierda, lo hará a la derecha y se sentará con el alfa.

—Ahora estás mal delgadito. —comenta Damián, refiriéndose al otro pelinegro. Todos están hablando, aprovechando que el maestro ha anunciado que se demorará una media hora en llegar. —Pero te sienta bien, cuando parecías un alfa se te notaba como... incómodo.

—Aún me cuesta acostumbrarme. —responde Esteban, encogiéndose de hombros. Entonces eleva un brazo y lo flexiona. —Es raro, ya no tengo tanto músculo como antes, pero lo prefiero así, aunque sigue siendo raro. El otro día me costó abrir un jarro de mermelada, en esos momento preferiría ser un alfa. —se queja, bufando.

—Vivimos a dos metros, llámame y te lo abro yo, tontorrón. —ríe Damián, alzando su brazo e imitando a su amigo para burlarse.

Todos ríen, menos Marcel, que nunca lo hace, y Lucas, que está demasiado embobado viendo los marcados músculos del alfa como para encontrar cómica la comparación del monstruoso bíceps con el brazo de Esteban, que parece un fideo. Lucas está seguro de que podría intentar rodear esa enorme bola de músculo con sus manos y lo conseguiría. Su piel luce tersa, pero algunas venas resaltan un poco, el músculo fibroso se eleva con orgullo e incluso cuando Damián relaja el brazo es visible. Lucas ama a los alfas fuertes y sobretodo ama cuan fuerte es Damián. Ese poder, ese vigor, le parecen tan amenazantes como atractivos y no puede sino morderse el labio deseando besar con adoración del cuerpo que devora con la mirada.

De pronto todo se vuelve infernal, Lucas empieza a sudar y las puntas de sus dedos arden, así como sus labios; pulsan, rogando por un toque, por un cuerpo con el que compartir ese calor. Lucas se estremece y se alarma completamente cuando siente un gemido en el fondo de su garganta, queriendo salir.

—V-Voy al baño un momento. —anuncia con prisas, notando el aroma a excitación emanar de él y llamar la atención de todos los alfas.

Necesita ir al aseo y echarse agua fría en el rostro para quitarse esa calentura antes de que sea peligrosa. Oh, con lo jodidamente atrayente que es Damián tendré que golpearme la cabeza contra el lavamanos si quiero dejar de pensar en él.

El alfa le da una mirada coqueta mientras se aleja corriendo y Lucas solo lo ignora, muerto de vergüenza. Corre hacia el baño, escuchando la puerta del aula abrir y cerrarse tras él; puede ser Damián que va a molestarlo o cualquier otro alfa, que quiere ligar con él, al omega le da un poco igual cual de las dos opciones seas, va a enviar a quien le hable a la mierda porque en su estado es lo más inteligente que puede hacer. Aunque no piensa en eso o en qué le dirá al tipo que viene detrás, solo en llegar ya al baño. Cuando lo hace abre el grifo de un manotazo y mete la cara directamente debajo, sintiendo el agua empapar hasta sus cabellos y gotear hasta el cuello de su camisa.

Mucho mejor... Lucas ya puede pensar con claridad, sin el calor de su cuerpo hirviéndole el cerebro; un leve hormigueo continúa recorriendo su vientre bajo porque al fin y al cabo está excitado, pero al menos ahora ya no siente que su sangre es magma. Se mira en el espejo y suelta una pequeña risa al ver que parece un cachorro que acaba de caerse en un charco de agua; trata de retocar su pelo húmedo para que no se note tanto y mueve un poco el cuello de su camisa para airearlo que se seque. Entonces advierte por el rabillo del ojo como la puerta del baño se abre y se cierra.

El espejo muestra un cuerpo grande, aunque no tanto como el de Damián, aproximándose hacia su posición. Lucas rueda los ojos y evita el contacto visual a través del espejo porque sabe que el alfa lo está mirando, lo siente en la pequeña opresión de su pecho, en la forma en que aire es más pesado ahora.

Se voltea, tratando de ignorar la presencia e irse, pero entonces el sujeto habla y Lucas se paraliza.

—Hola... —conoce esa voz. Odio esa voz.

Lucas alza la vista con el ceño fruncido y aprieta la mandíbula con rabia. El hombre da un paso hacia él, el omega retrocede.

—¿Qué quieres maldito pedazo de mierda? —pregunta, escupiendo las palabras como si fuesen ácido. El otro solo ríe por su atrevimiento y avanza un paso más, haciendo recular a Lucas de nuevo, demostrando quien realmente está a cargo de la situación.

—Oh, yo de ti no me hablaría así, omega. ¿Sabes? Estoy algo enfadado, algunos amigos míos han sido expulsados y me aburro un poco. Al parecer algún gilipollas fue a quejarse a dirección de la forma en que yo y mis amigos nos divertimos y casi me echan. Habría sido una lástima ¿No? —pregunta, sonriendo sarcásticamente e inclinándose hacia Lucas. El muchacho aprieta los puños hasta que sus nudillos palidecen, conteniendo las ganas se saltarle a ese imbécil todos los dientes de su sonrisa.

—La lástima es que sigas aquí. Eres puta escoria. —gruñe, mirándole a los ojos. El azul de su iris ya no es un cielo calmado, sino una marea furiosa, con la diminuto pupila en el centro como si fuesen las negras y vengativas nubes de una tempestad. Quiere mirar a Matthew a la cara hasta que un rayo salga de la ira de su mirada y llene su cuerpo de electricidad y castigo, quiere ahogarlo en el mar de desprecio que siente cuando le ve.

Quiere vengarse de todos esos alfas que se han aprovechado de él. Pero no puede y lo odia; su impotencia solo queda más clara cuando el alfa lo toma del pelo con rudeza y sin darle tiempo a defenderse, lo golpea contra el lavamanos. Lucas forcejea sin lograr nada, e su lugar queda doblado sobre la superficie, con una mejilla aplastada contra el mármol y la ominosa mano del alfa empujando su cabeza sin piedad.

—Te he dicho que no me hables así ¿Acaso has olvidado el día en que no parabas de llorar y suplicarme que no tomara tu virginidad? Oh, fue en estos mismos baños, que divertido... —aprieta más la cabeza del omega contra la dura piedra y el chico grita al sentir la presión en su cráneo crecer, pensando que si sigue podrá ver en el espejo como una braza se forma en su cabeza. Gime por el dolor y el miedo y la risa del otro tapa ese sonido. —Sonabas exactamente así... —dice con todo obsceno, relamiéndose los labios.

Entonces aprovecha lo sumiso que Lucas está por el miedo y toma sus muñecas con presteza, reteniéndolas en una sola mano y empujándolas contra la espalda del muchacho para mantenerlo en esa posición.

—¿Qué crees? ¿Deberíamos repetirlo? Esta vez sin que nadie nos interrumpa... —murmura, tomando la mano libre y pasándola por el interior del elástico del pantalón de Lucas. El chico se resiste, sintiendo el dedo rozar cerca de su trasero, tocando una piel que no tiene el derecho de agenciarse. —Aunque si ahora te follo no estaría tomando tu virginidad ¿Cierto? Se la diste a ese imbécil de Damián, ahora eres su puta ¿No?

Lucas frunce el ceño con rabia. Él no es nada de nadie, solo la peor pesadilla de una alfa enamorado o el enemigo de todo alfa que pretenda ligárselo, pero no es de nadie. Y si va a ser algo de Damián, Lucas sabe que sea lo que sea no tendrá un nombre tan vulgar como ese, como... Puta. Se lo han llamado demasiadas veces en su vida, empezando por cuando aún no sabía ni deletrearlo. Lo escuchó más veces dirigido hacia su padre de lo que él le llamó papá al mismo. Esa palabra siempre está en la punta de la lengua de los alfas, a punto de ser disparada y todos aprietan el getillo sin saber lo que duele el impacto. Lo odia.

—¡Que te jodan! Llámame así una vez más y meteré tu propia lengua en tu culo, gilipollas. —Lucas farfulla, resistiéndose con más fuerza que antes. Solo logra tambalearse un poco y que el otro afirme el agarre hasta el punto que le duele y debe dejar de moverse; Matthew está usando ahora tanta fuerza para sostenerlo que sus muñecas palpitan contra los dedos opresores y siente que pronto se le cortará la circulación.

—No grites, pequeña puta... —se burla el otro, cortando el gruñido de Lucas al arañar su espalda baja con la mano libre, obligándolo a quejarse de dolor. —¿Sabes? No quiero que tu alfa vuelva ahora a molestar, si tardas mucho sé que lo hará, pero he venido a decirte algo y no me iré sin hacerlo. —susurra, bajando hasta el cuello de Lucas, donde deposita un pequeño mordisco. Lucas querría arrancarse la piel donde el otro ha posado sus labios y dientes, la siente sucia, asquerosa y desea frotarse con agua y jabón hasta dejarse el cuello en carne viva. —La próxima vez que decida disfrutar de tu cuerpo y follarte a mi gusto más te vale no decirle nada a nadie y mucho menor al personal de la universidad. Si lo haces te irá muy mal, de hecho, por haberte quejado esta vez, ya tengo algunas cosas planeadas para ti. La próxima vez que te pille a solas voy a hacer que desees estar muerto, omega.

El hombre tira del elástico del pantalón de Lucas, alejándolo de su piel y el temor de que baje esa prenda y lo use hace temblar al omega. El alfa solo suelta el elástico y este vuelve a la piel de Lucas, azotándola de forma algo dolorosa y haciéndolo saltar en su sitio.

El alfa ríe de lo asustado que está Lucas y lo empuja hacia el suelo antes de irse.


Comentarios