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Gabriel siente que su vida se ha ido al garete, bueno, lo sintió desde que le mandaron a la misión suicida, pero entonces solo creía que iba a morir, ahora está viendo telebasura a las dos de la mañana después de haber bajado al badulaque de la esquina a por una tarrina de helado de dudoso precio y una fecha de caducidad extrañamente difuminada.
Está cansado, cansado de esperar y no saber qué hacer. Ha pasado una semana, más o menos, desde que pasó esa locura con el vampiro inmortal y no ha recibido más noticias, ni del asqueroso asesino colmilludo ni del misterioso emisario de la carta. Ha intentado ir cada noche a casa del vampiro para hablar sobre cómo van a matarlo y para preguntarle sobre la carta, pero el tipo no le ha respondido nunca y aunque ha visitado algún que otro bar de la zona lleno de jóvenes embriagados que le resultarían presas fáciles, no ha logrado localizarlo.
Está seguro de que el otro le está simplemente ignorando y de hecho incluso el vampiro se lo advirtió <<No me gustan las personas, a menos que sean para cenar>>, él pensó que simplemente lo dijo como para dejar claro que estaban trabajando juntos en algo, no siendo amiguitos, lo que Gabriel aprobó con total énfasis, pero al parecer resulta que es solo una burda excusa para alejarse del chico como si fuese un ajo, aunque a los vampiros no les afecta el ajo, pero de todos modos huele mal, así que Gabriel supone que la metáfora sigue funcionando.
Además, no puede volver a la organización. Una vez uno va a una misión de objetivo único se le ingresa una suma no demasiado sustanciosa en la cuenta y se le deja a su suerte, atraviesa las puertas de la organización y solo puede volver a cruzarlas sin haber cumplido la misión en caso de emergencia -como cuando Norman perdió el brazo- o en un ataúd. De hecho, está seguro de que tras la misión que le asignaron a él ya le han dado por muerto, de lo contrario habrían enviado a alguien a devolverle su teléfono con localizador, como ha pasado anteriormente, cuando lo dejaba de forma muy poco accidental olvidado en su habitación. Incluso para quienes son enviados a la misión suicida es imprescindible ese dispositivo, así que se puede realizar un seguimiento de dónde está ese gran y peligroso vampiro, pero si nadie ha venido a lanzarle al aparato a Gabriel y reñirle por olvidarlo es que creen que ya la ha palmado.
No les culpa, él mismo se sorprende cuando se despierta después de dormir largamente y recuerda que no está muerto todavía.
—¿Qué estás viendo?
—¡Ostia puta!
Gabriel salta de su sofá tirando por todo el suelo el helado a medio derretir y golpeándose la rabadilla contra el piso de madera de su apartamento de alquiler. Después pasa una mano por su rostro, tratando de normalizar su respiración, alza la vista hacia el vampiro que está sentado cómodamente en su sofá y dice:
—¿Qué coño haces aquí? ¡Llevo días buscándote!
El vampiro curva sus labios circularmente, como si estuviese un poco sorprendido.
—Oh, es que he estado... —se muerde el labio y lleva sus pupilas al techo de sus ojos, pensativo. —Drogado, creo. No estoy seguro, a veces simplemente consumo lo que sea y después aparezco unos días más tarde con lagunas de memoria. Me he despertado hace como media hora, en un contenedor de dos calles más abajo ¿Qué día es?
Gabriel abre los ojos desmesuradamente y después los entrecierra, mirándolo con recelo mientras se pregunta internamente como semejante idiota puede ser inmortal ¡Es la definición de anti-evolutivo! Le recuerda a esos perros pequeños e idiotas que la gente tiene y que no sobrevivirían ni medio minuto en la naturaleza, la diferencia es que este chihuahua idiota es un vampiro de casi dos metros con el don de no verse afectado por la selección natural.
—Eres... eres realmente un inconsciente ¿Verdad? ¿Alguien te acaba de enviar un mensaje misterioso sobre que pueden averiguar como matarte y tú simplemente te vas de fiesta durante... seis días y quince horas seguidas? Es increíble, los vampiros sois tan imbéciles. —suspira, negando con la cabeza. —¿Y por qué estas aquí ahora? ¿Has recibido otra de esas cartas?
El vampiro niega lentamente, con ojos cansados y después le sonríe elevando solo una de sus comisuras, de forma que su gesto luce punzante y revela uno de los blancos colmillos que Gabriel tanto detesta.
—He tenido un antojo. —explica mientras el chico se levanta para volver a sentarse en el sofá, pero una vez le oye se paraliza y gira la cabeza mecánicamente hacia él con el ceño fruncido y una mirada dirigida hacia el inmortal.
—Ni se te ocurra. —le dice el chico, apuntándolo con el dedo y acercándose un par de pasos. —¿Con qué derecho crees que irrumpes en mi casa y además vienes a reclamar mi sangre? Asqueroso. —espeta, tomando al vampiro por el cuello de su camisa y alzándolo un poco para que sus frentes choquen. —Y ni se te ocurra intentar tomar mi sangre a la fuerza, no puedo matarte pero voy a atormentarte todo lo que quede de vida si siquiera lo piensas ¿Queda claro?
Él le mira con ojos ardientes, estallando en rabia, las palabras saliendo como humo denso de sus labios, quemando en su lengua, pero el vampiro solo sonríe con debilidad y tiene el rostro relajado, casi carente de expresión. Alza sus manos en son de paz, aunque por su gesto complaciente y su expresión sosegada Gabriel puede adivinar que no ha tomado su amenaza ni un poco en serio. Le suelta, bufando por la frustración, y de deja caer en el extremo del sofá más alejado del monstruo.
—Si no quieres no te preocupes, hay más personas en el mundo. Iré a cazar. —explica con voz tranquila, apoyándose en el reposabrazos del sofá para levantarse.
Su formidable altura ensombrece a Gabriel, y este se queda pensativo unos instantes antes de levantarse y tomar al vampiro de la muñeca, deteniendo su partida.
—¡Espera, cabezón! —grita cuando nota que el hombre es tan fuerte que apenas se percata de su agarre y sigue andando, arrastrándolo con él.
—¿Qué pasa? —pregunta el otro volteándose hacia él, la punta de su pie marcando un ritmo nervioso en el suelo.
—Con cazar ¿Te refieres que vas a matar a alguien? —Traga saliva tras la pregunta, no quiere realmente saber la respuesta.
El otro asiente con simpleza y a Gabriel se le forma un nudo en el estómago. Aprieta más fuerte su agarre y piensa.
Él siempre ha tenido las cosas fáciles: si ve a un vampiro a punto de asesinar a alguien lo mata, ya está, nunca ha fallado y de hacerlo se habría pegado un tiro con su propia arma. Los asesinos deben morir y si él falla deteniendo a uno tiene las manos igual de manchadas que él, así que necesita el mismo castigo. Ahora es más complejo, no puede simplemente matar a ese hombre, nadie puede, y quizá la única forma de detenerlo es darle un motivo para que se quede a su lado.
Él sabe lo que el vampiro quiere, sabe que lo tiene fluyendo por sus venas y sabe también que si accede va a sentirse repugnante toda su vida, pero prefiere ser una presa a dejar al cazador suelto. Total, él no tiene nada más que perder, si deja al vampiro irse quizá le arrebata a alguien todo lo que ya le fue robado a Gabriel cuando era niño. No puede permitir que la historia se repita, aunque deba ser un mártir que lleva toda su vida disfrazado de verdugo.
—¿Y si me mordieras a mí no me matarías?
—No, el de la carta te quiere con vida. —explica el otro como si fuese lo más obvio del mundo.
—Si puedes beber de mí sin matarme ¿Por qué no hacer lo mismo con los otros humanos? —pregunta enfadado, alzando su voz.
No puede creerlo, no puede creer que el hombre le esté mirando con total frialdad, encogiéndose de hombros. Roba vidas al azar sin necesidad alguna.
<<Lo único que tenemos son nuestras vidas, es lo único que nos queda a los humanos ¿Y monstruos como ellos las arrebatan para desperdiciarlas? Es tan asqueroso, es pura maldad.>>
—Por que no tengo motivos para contenerme y contigo sí.
—¡¿Qué no tienes motivos?! ¡¿Acaso no piensas, pedazo de mierda?! ¡Te odio, te odio tanto, odio a tu raza con todo mi ser, te odio! —chilla el chico, soltando el agarre de su muñeca y lanzándose contra el vampiro.
Golpea su pecho, lo ase por la camisa y trata de zarandearlo, lo patea y arremete contra él con puños y dientes mientras le insulta y las palabras salen rasgadas de su voz, hasta que ambos acaban en el suelo, Gabriel sobre el vampiro a horcajadas, con el cuello del hombre entre sus dedos y la presión buscando ahogar una vida que ni siquiera está ahí, y el vampiro bajo él mirándolo con solo una pizca de curiosidad y mucha calma.
—Te odio... —suspira, mordiéndose el labio y con los ojos llenos de lágrimas de frustración, pero parpadea rápido batiendo las rizadas pestañas y se deshace de la tristeza que le emborrona la vista sin llorar. —¿Acaso no entiendes? Cómo no va a ser motivo para ti pensar que estás matando a alguien, que le estás quitando todo por lo que ha luchado, todo lo que le queda por conseguir, es injusto, es tan injusto, cada vida es única y no se volverá a repetir nunca y tú solo acabas con ella como si hubiese miles y miles ¡Y no las hay! Cada persona muerta es irreemplazable, las personas que le aman nunca van a recuperarle ¿Sabes acaso lo que duele perder a un ser querido? ¿Perderlo por nada? ¿Perderlo por el egoísmo de una criatura imbécil como tú?
—He perdido a más seres queridos de los que tu podrás tener en toda tu vida. —replica el vampiro, con la mirada perdida en el techo y su boca entre abierta, debatiéndose internamente entre si seguir o no hablando. Suspira y decide hacerlo, ha tenido tantas veces esta conversación que puede apagar su cerebro y dejar su lengua en piloto automático si quiere. —Sé lo que duele y sé que es injusto, pero déjame desvelarte algo, niño, el mundo real es cruel. Mueren miles de personas a diario, miles de vidas irreemplazables, como tú dices, por accidentes, por enfermedades que no merecen, por otros humanos que matan sin necesidad, por injusticias del sistema ¿Por qué iba yo a contenerme? No soy ningún juez ni el mundo es justo, soy un depredador y actúo como tal. Tengo instintos y no voy a volver a luchar contra ellos, saldré perdiendo de nuevo. Tuve una época moralista, cuando aún era más humano que vampiro, no mataba y ¿Sabes qué? Cuando empecé a matar nada cambió, el mundo seguía siendo una absoluta mierda desde antes y lo siguió siendo después. No fui un héroe por no matar y no soy un villano por hacerlo. Yo no tengo por qué luchar por la raza de la que me alimento, no voy a ser bueno para mis presas.
Gabriel traga saliva y muerde su labio, no va a decirle a ese hombre que se equivoca, porque no lo hace, el mundo es un lugar horrible, en eso tiene razón ¡Pero lo es por las personas horribles! Él siempre ha tenido ese sentimiento en su corazón de que puede cambiar el mundo, sino ¿A dónde irá toda esa pasión que le mueve?
—Así que ahora, chico, quítate de encima porque tengo hambre e iré a cazar. —le dice el hombre, irguiéndose y haciendo que Gabriel se tambalee.
—Pero, no puedes... —se queja, aferrándose al vampiro, para no dejarlo ir, a lo que únicamente acaba con el hombre de pie y andando hacia la puerta con Gabriel rodeándole el cuello con las manos y la cintura con las piernas, como si su peso fuese a ralentizarle lo más mínimo. —Bien, tú ganas, puedes beber de mi s¡Uah!
El chico se sorprende cuando el hombre se deja caer nuevamente en el sofá, en vez de zafarse de su opresivo abrazo o simplemente darle un par de segundos para que él solito se baje de su cuerpo. Gabriel cae así sobre el vampiro, sentado sobre su regazo en una pose que le resulta vergonzosa pero que al otro no parece perturbarle ni un poco.
—¿Qué mierda haces? Esto es demasiado sexual, quita. —gruñe el muchacho, manoteando el vampiro, que ya extiende sus manos hacia el cuello de él, y saltando desde su regazo a cualquier otro sitio.
Aterriza a su lado en el sofá, a unos centímetros de él y lo mira con asco.
—Tranquilo, no me interesa tener sexo contigo. —le explica, a lo que Gabriel chasquea la lengua. El vampiro ni siquiera está tratando de ser ofensivo, simplemente tiene una boca muy grande y una sinceridad demasiado explícita, sobre todo cuando añade: —Follarte sería demasiado aburrido.
—¿Q-Qué? ¿Eso a qué viene? Ni siquiera sabes como lo hago, no seas prepotente. Imbécil. —le chilla el chico, rojo de pies a cabeza. El vampiro no entiende por qué un torrente de emociones ha inundado de dolor el rostro de chico, solo está siendo honesto con algo tan normal como el sexo.
—Eres virgen y joven, además de humano, no soléis dar muy buen sexo. Además, no me interesa demasiado tener relaciones con nadie, he estado con demasiada gente, me aburre.
—¿No se supone que el placer nunca aburre? —le dice el otro, acomodándose y sintiéndose algo más curioso respecto al vampiro.
—Bueno, después de un millón de orgasmos empiezan a ser un poco repetitivos. —explica con tono taciturno, la voz ronronea en su garganta cavernosa, saliendo raspada y varonil.
Gabriel admite que le gusta la forma en que ese hombre habla, no las cosas horribles que dice, pero si la lentitud en que arrastra las palabras y lo graves que suenan, aunque hay cierto tono melancólico en ellas que le hace querer callarlo, algo que las hace sonar como susurros, como ecos de suspiros, pero sin serlo del todo.
—Ugh, eso es bastante triste.
—Ya, bueno, ¿Por qué te crees que me quiero morir?
Es entonces que Gabriel no puede evitar soltar una carcajada, pero el otro mantiene el rostro estoico, mirándolo con extrañeza. Presupone que no es una broma ¡Pero es gracioso! No puede evitar reírse con el humor cruel y si es contra un asqueroso vampiro ¡Bienvenidos sean los chistes!
—Acércate, quiero morderte, tengo hambre. —insiste el vampiro, a lo que el chico se pone serio de pronto y asiente tragando saliva.
—¿No te cansa beber sangre del mismo modo en que te cansa el sexo?
—Sí, claro, pero mientas no me excite no tengo por qué follar, es fácil, con la sangre no tanto, toda me sabe ya casi igual, pero cada vez que tengo hambre tengo que beber o se hace insoportable.
—Entonces ¿Por qué se te antoja mi sangre? Digo, si toda te sabe mal...
El vampiro tuerce su boca un poco e inhala el aire.
—No sé qué es, pero la tuya es diferente, solo una pizca, pero ese poco... es algo único. No me aburre tantísimo como las demás, por eso tengo interés en ella, es una lástima que no pueda matarte. —se lamenta, dejando un suspiro salir de sus labios y sus ojos bajos.
Gabriel se siente ofendido cuando nota verdadera tristeza en el otro ¡Está triste por no poder asesinarle! Sí, definitivamente le odia.
—Y es una lástima que yo no pueda matarte a ti. —se burla el chico con el sarcasmo picándole en la lengua.
El vampiro ríe sin gracia y le responde:
—Por una vez coincidimos en algo. —Gabriel hace el mismo sonido monosílabo y lo mira mientras el hombre se voltea hacia él, entonando una pequeña y sombría sonrisa y lleva una de sus manos a su hombro derecho. —¿Y bien? ¿Empezamos? Me estoy impacientando.
Estos personajes son un desmadre :v en especial el señor vampiro ¿Quién se ha sorprendido por ver qué se drogaba por puro aburrimiento? :")
Y ohhh, se le ha antojado el pequeño cazador ¿No os parece cuqui? Al pobre chico no. Y ha dicho que su sangre es... un poquitín diferente ¿Por qué será?(ya os adelanto que es algo que medio explico en los que son los caps extras, aunque no es imprescindible leerlos si alguien no puede comprar el libro).
En este cap también han tenido una pequeña discusión acalorada ¿De parte de quién estáis? ¿O estás de parte de ninguno o ambos?
Y ¿Qué os parece que el chico se deje morder para salvar vidas? Puede parecer un egoísta, pero en el fondo es un buenazo <3
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