Una vez acabó Samuel no le dio ropa, solo le hizo un gesto para que se acercara y estando los dos de pie y el uno delante del otro, Samuel agarró la desnuda cintura del crío con una mano y con la otra tomó su cabello, estirando para ladearle la cabeza.
- No me hagas daño... hago todo lo que me pides, por favor... amo- Cada vez que decía esa palabra la encontraba más humillante, más degradante, en su interior el miedo y el odio ardían por igual haciéndolo desear estar muerto y haciéndolo desear la muerte de ese hombre.
- Cállate- le ordenó, se dio cuenta de que aún haber salido casi desnudo de la ducha, a excepción de la toalla, ese chico también se había puesto su collar y eso hizo sonreír a Samuel- Hueles bien - siseó oliéndole el cuello y pasando su lengua por ahí.
Aunque podía recordar el agua de la ducha cayéndole encima, la lengua de ese hombre sobre su cuello le hacía sentir sucio, se deslizaba arriba y abajo junto con esa nariz que lo olisqueaba como un perro. Entonces Samuel paró y se sentó en el sofá encendiendo la televisión y puso un canal donde solo había música, eso lo relajaba mucho.- Al suelo- ordenó, el chico se sentó al instante frente a él.- Así no, a cuatro patas- Con cada palabra lo odiaba más, no entendía porque debía ponerse en esa humillante posición como si fuese un jodido, perro, pero pronto entendió los odioso motivos de su amo. Samuel estiró sus pies y los apoyó en la pequeña espalda desnuda del chico mientras este soportaba las ganas de gritarle el monstruo que era.
Mientras escuchaba la música fumaba un cigarrillo y de vez en cuando le daba pequeños toques haciendo que unas cenizas cayeran fuera del cigarro, pero ¿Donde? No tenía cenicero, así que también usaba la pequeña espalda del chico para esa humillación, ensuciando su cuerpo de nuevo.
- ¿Puedo dormir? Ya me duele estar en esa pose- dijo el chico armándose de valor para encarar de esa pequeña forma a su superior.
- No- la respuesta del mayor lo dejó descolocado, entendiendo que aunque recibiese castigos por su mal comportamiento, o lo que Samuel interpretaba como tal, jamás recibiría premios por su obediencia.
- Pero tengo sueño ¡Es injusto! además estoy muy incómodo, amo- añadió esa última palabra tratando de resultar dócil ante su dominante, cada vez tenía más miedo, pero necesitaba decir lo que pensaba.
Iba a negarle eso, pero Samuel recordó la paliza que le había dado el día anterior y como esos ojos azules, tristes y desolados, habían atravesado su persona de esa forma tan culpable.
- Haz lo que te dé la gana- farfulló de malas maneras- pero no vuelvas a tomar tanta confianza conmigo, a la próxima que me pidas algo, te partiré la cara- el chico asintió asustado y solo se hizo una bolita a sus pies para tratar de dormir, el sueño era lo mejor que tenía, si no estaba despierto podía huir de la realidad.
Cuando despertó ya era la noche siguiente, últimamente dormía mucho, pero era normal, su realidad era agotadora y no podía soportar estar despierto junto a ese hombre.
A menos esa vez despertó solo y pudo ir a la habitación de Samuel a por algo de ropa de su talla, que se puso con rapidez agradeciendo que el sujeto no estuviese en su habitación.
- Tengo que ser fuerte...- suspiró mientras se colocaba una camiseta gris, algo ancha y unos pantalones cortos tejanos. Lo que no sabía era que Samuel lo observaba desde una mínima distancia, apoyado en el marco de la puerta.
- No sabes conjuntar la ropa- rió, al menos esta vez sin insultarle, pero su pícara sonrisa imponía mucho más que eso, tramaba algo.
El chico se giró totalmente asustado por su presencia y solo bajó la cabeza, aún no se había calzado, pero a Samuel le dio igual porque lo tomó de la muñeca con fuerza.
- Hoy tengo algo especial planeado para tí- dijo haciéndolo arrodillarse frente a la cama, poco después su enorme e imponente figura se sentó delante.- Abre la boca- ordenó y el chico lo miró dudoso, pero la mirada del vampiro cambió a carmesí y no dudó ni un instante más.
Una sensación conocida y poco agradable le invadió, tres dedos largos entraban y salían de su boquita, tocando la lengua con malas intenciones.
- ¿Recuerdas esto?- preguntó llevando sus dedos hasta el fondo de la garganta para luego seguir embistiendo su boca poco a poco. Aaron asintió deseando que todo acabase ya- Pues hoy lo haré... más interesante- susurró inclinándose para hacerlo en su oído mientras sacaba los dedos su boca haciéndolo jadear.
Sobo el enorme bulto que se elevaba en su entrepierna y Aaron, cuyos ojos aún no habían pasado por ahí, se fijó en la enormidad que crecía bajo el pantalón del vampiro y entró en pánico sabiendo lo que aquel hombre quería.
- ¡No!- dijo incorporándose y mirando con terror a su alrededor, comenzando a temblar e hiperventilar- ¡No voy a hacer eso! ¡No quiero!- De pronto el vampiro se levantó también quedando muy por encima de él y lo agarró con fuerza imposibilitándole el movimiento. Un brazo lo contenía contra el enorme cuerpo del vampiro y notaba la erección crecer contra su vientre, no podía ser tan grande. Iba morir de la vergüenza hasta que notó dos colmillos en su cuello.
- Te daré dos opciones- dijo el vampiro en un tono ronco que hizo flaquear las piernas del chiquillo.- O me la comes, o te como yo a tí- dijo con malicia apretando esos colmillos afilados contra su cuello y esa erección contra su vientre. Todo en el cuerpo de ese hombre parecía tan intimidante que era incapaz hasta de pensar en su nombre sin temblar.
Sin decir una palabra, Samuel sabía la decisión que su pequeña mascota había tomado, sabía cuán desagradable le resultaría eso al chiquillo, pero tenía claro que ese niño haría cualquier cosa por vivir.
Aaron deseó poder coger una estaca y cuando el vampiro durmiese en la mañana, apuñalarlo, pero no solo le faltaba el valor, sino que sabía que los vampiros dormían en un estado de defensa en que si su cuerpo percibe una amenaza se mueven inconscientemente, matando aunque estén dormidos.
Aaron respiró hondo tratando de calmarse, pero cuando escuchó la bagueta bajarse sintió los nervios a flor de piel.
Cerró los ojos, lo que solo causó una risa en el sádico vampiro que ya deseaba a ese chico a su merced, pero cuando los abrió quedó impactado. Era la primera vez que veía el miembro de otro hombre, y encima totalmente erecto y venoso deseando ser saciado, pero que más destacaba era su enorme tamaño, aquello no resultaba normal a los ojos del pequeño sumiso, claro que el cuerpo de Samuel aparentaba 25 años mientras él solo tenía 16. Además ser más mayor, el vampiro era enorme en ese aspecto y notó como el pequeño comenzaba a ponerse nervioso por ello.
- N-No se como hacerlo...- admitió sin mentir y con unas mínimas esperanzas de librarse de aquello.
- Me da igual, vas a complacerme y si usas los dientes... yo usaré los míos- amenazó mostrando sus más que enormes colmillos.
Aaron asintió asustado ante el imponente miembro que tenía delante. Acercó su mano con miedo para sostenerlo, pero la retiró sintiendo el calor aún sin tocarlo, tragó saliva. Debía ser fuerte y complacerlo para algún día poder salvarse de todo aquello, así que llevó su mano al falo de Samuel y rodeó la base con ella, era caliente, húmedo, duro pero carnoso, palpitante.
Se sintió extraño y avergonzado, aquello era algo muy íntimo que solo quería compartir con alguien muy especial, pero Samuel le estaba arrebatando esa posibilidad.
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