-¿De verdad lo harás? A mi me gusta Jeremy y por nada del mundo lo dejaría ir, no es nada malo, solo afróntalo y haz que Liu lo afronte- explicó Aidan dando palmaditas en la espalda de Alex, estaba tan tenso y confuso, como odió verlo así.
-¡No puedo! A lo mejor tu eres capaz pero yo no, yo siempre he estado solo, el típico lobo solitario que no necesita compañía más allá de un amigo ¡Y siempre ha sido así! No puedo cambiar eso ahora, no puedo dejar que algo así me haga débil, me siente débil por sentir todo esto ¡Si fuera frío como antes sería totalmente invencible! No puedo dejar que él sea mi debilidad, no, es algo que me da demasiado miedo, nunca me ha pasado algo así y juro que jamás sucederá, aunque tenga que esperar a olvidar a Liu, no pienso verle de nuevo- sentenció.
-Haz lo que tu creas correcto, Alex- dijo Aidan abrazando a su amigo, notando como este dejaba de llorar, realmente era la primera vez que lo veía tan vulnerable- pero que sepas que si cambias de opinión de apoyaré igualmente, siempre que necesites ayuda o consejos estaré ahí-le dijo mirándolo directo a esos ojos que ya no parecían vacios, ahora estaban llenos de dolor.
-Voy a salir... un rato, necesito, ya sabes, despejarme- dijo Alex con una voz ronca mientras se levantaba del sofá, desviando la mirada, no quería tener contacto visual con Aidan, no quería que viese lo destrozado que estaba.
-Bébete hasta el último muchacho si es lo que necesitas, mata y disfruta, te sentirás mejor- Alex le sonrió mientras comenzaba a abrir la puerta con las palabras de su amigo de fondo- pero no olvides que todo vuelve- le dijo con amargura y el otro solo lo miró resentido pero buscando apoyo.
Alex se fue con rapidez mientras Aidan comenzaba a subir las escaleras con un brick de leche y un tazón de cereales para Jeremy.
Abrió la puerta de la habitación y se encontró con un Jeremy perfectamente despierto y sentado en la orilla de la cama mientras miraba al suelo. Jeremy elevó la cabeza dirigiendo sus blanquecinos ojos a la mirada demasiado oscura de Aidan y entonces le dedicó una de sus sinceras sonrisas, una de esas sonrisa que solo la gente que ha pasado por un verdadero infierno sabe hacer, mostrando que no todo es malo.
-Te he traído algo de comer- dijo Aidan acercándose la bandeja con su desayuno mientras se sentaba a su lado en la cama.
-Gracias- dijo tomando la leche y derramándola con cuidado en el tazón lleno de cereales de chocolate, los cuales dejaron que la leche adquiriese poco a poco un tono terroso oscuro- Supongo que esta noche yo también tengo que... d-darte algo de comer, como habíamos dicho-balbuceó nervioso mientras estiraba el cuello de la camisa que llevaba puesta, era una de esas camisas de Aidan que le iban enormes pero con las cuales conseguía una comodidad única, además aquella camisa olía totalmente varonil, era como si Aidan le abrazase.
-Me alegra que tengas la iniciativa de sacar el tú el tema- dijo Aidan colocándose detrás de Jeremy y abrazándolo mientras este se sentaba en su regazo. Aidan rodeaba con sus brazos la cinturita curva de Jeremy mientras este comía, sonrió al ver como el chico, al tomar la cuchara y comenzar a devorar los cereales no pudo disimular como sus manos temblaban por el miedo, ser mordido era algo que realmente odiaba, más doloroso que nada en el mundo y más espeluznante que la muerte misma- Pero no te preocupes, voy a relajarte antes de morderte, no quiero que acabes cogiéndome miedo- dijo apretándolo aún más y besando su cuello, primero eran pequeños besitos suaves depositados en su piel pero después fueron chupetones sonoros y lamidas lentas.
-Aidan, no puedo comer así, me encanta que me hagas esto pero...- dijo el chico riendo al ver como el predador hacía un puchero al separarse de su cuello. Continuó comiendo y recordando lo difícil que se había hecho esa tarea simple segundos atrás, cuando Aidan estaba comiéndoselo a besos y chupetones. Jeremy terminó su comida, debía reconocer que estaba realmente hambriento pues vivir con un vampiro era en parte muy agotador. Se levantó de las piernas del vampiro y caminó hasta el buró al lado de la cama, dejando sobre este la bandeja con un bol sucio, una cuchara y un cartón de leche a medio terminar. Sin saber lo mucho excitaba al vampiro continuó caminando, ahora hacia él y siendo inconsciente de cómo sus caderas se contoneaban al andar.
Jeremy volvió a sentarse sobre el regazo de Aidan y este lo apresó de nuevo con sus fuertes y musculosos brazos.
-Ahora sí que puedes hacerme lo que quieras- dijo Jeremy susurrando para encender más al vampiro, le encantaba ver esa ardiente mirada y saber que él era la causa de su calor, realmente adoraba a Aidan y todos sus gestos le resultaban espectaculares.
-Pues no hay tiempo que perder- contesto el otro volviendo directo a su cuello, besándolo y lamiéndolo como un animal hambriento, realmente se comportaba a veces como una bestia y ahora no era una excepción: lanzó a su pequeño fuera de su regazo para hacerlo aterrizar sobre la mullida superficie de la cama y volver a atacarlo con ferocidad. Y también se sentía hambriento, pero eso lo controlaría un poco más, quería morder al humano en el momento adecuado como para que este no estuviese asustado en exceso los primeros segundos de la mordida, quería morderlo una vez lo tuviese sobre su cama, completamente caliente y receptivo.
Aidan tomó al chico del cuello de la camiseta con brusquedad haciendo que su cuerpo se separase de la cama y estampando los torpes labios del menor contra los suyos. Metiendo sin cuidado la lengua en la boca del otro, hurgando con deseo en ella y sintiendo como la lengua humana trataba de llevar un ritmo inalcanzable para ella. Profundizando el beso y tomando al chico por el pelo comenzó a hacer crecer sus colmillos y la lengua desprevenida del chico se topó con ellos y retrocedió mientras Aidan seguía saboreando con pasión aquella húmeda cavidad que tan loco le volvía.
Se separó de él dejando que su cuerpo volviese a caer sobre la cama y acto seguido bajo hasta quedar totalmente cara a cara con el chico que solo jadeaba sonrojado.
-¿Quieres que siga?- preguntó malicioso y mirando como Jeremy no podía estar más encendido pero a la vez era tan inocente aquel chiquillo.
-Eres muy malo- dijo el chico riendo, sabía cuando deseaba Aidan jugar con él hasta el cansancio y deseaba seguir sintiendo sus besos y caricias sobre su piel, lo necesitaba.
-Soy el peor- respondió el otro en un susurro ronco antes de devorar lentamente la boca de Jeremy, metiendo despacito su lengua y moviéndola con un ritmo acertado como para que Jeremy pudiese seguirlo a la perfección, aunque desbocándose un poco al final del beso con una velocidad demasiado intensa.
La boca de Aidan llegó al cuello del chico, donde residían aún unas pequeñas marcas de cuando perdió el control y casi lo mordió en contra de su voluntad.
Succionando ese cuello exquisito para marcar la morena piel y lamiéndolo para degustar aquello que solo era suyo, descendió hasta la clavícula y la mordió demasiado fuerte, haciendo jadear al chico.
Movió, mientras besaba sus hombros, las manos bajo la ancha camiseta tomándolo de la cintura y repasando con dedos gráciles su contorno, notando como la cálida piel rebosaba de deseo.
Sin importarle mucho el estado de la ropa arrancó con facilidad la camiseta, que se deshilachó separándose bruscamente del cuerpo de Jeremy.
La lengua bajó y subió por su pecho, dejando ese rastro de saliva que solo lo encendía más. Esas manos expertas acariciando la cintura y el vientre, apretando lo justo y necesario para remarcar su presencia pero sin hacer daño, tocando todo a su alcance, pasando a veces por los tiernos muslos y estimulando su cuerpo cerca de una zona tan íntima. Lamiendo sus rosados pezones y erectos haciendo que el chico gimiera sin vergüenza lleno de placer.
-Ah...Dios...-logró gimotear el chico entre los besos y caricias sin descanso que le propinaba aquel vampiro experto, tan sutil y delicado unas veces, tan salvaje y vulgar otras- Dios... A-Aidan...ah...- seguía gimiendo mientras notaba el enorme y musculoso cuerpo restregarse contra el suyo, acariciándolo con todo su ser.
Aidan observó al chico de aceleradas respiraciones y supo que era el momento idóneo para morderlo, estaba casi delirando de lo caliente que lo había dejado y además no paraba de mirarlo con unos ojos profundos que se le hacían demasiado tentadores.
Con rapidez descendió a su cuello mostrando sus colmillos, aunque el chico no se percató de ello hasta que fue demasiado tarde pues sus ojos se mantuvieron cerrados hasta que de golpe se abrieron al notar las incisiones en la piel. Al principio había emitido un delicioso gemido al notar los colmillos a punto de romper la piel, confundiendo el placer con el dolor, pero una vez había atravesada la carne Jeremy solo sintió un frío y cruel dolor correrle des del mordisco hasta el corazón, helándole la sangre de las venas.
Cuando el resto de dientes le siguieron a los colmillos en la incisión Jeremy gritó hasta notar su cabeza vibrar por el alto sonido, agarrando con fuerza el enorme cuerpo sobre él y clavándole las uñas a Aidan en la espalda, trató de amortiguar el dolor.
Aidan estaba saboreando el néctar propio de los frutos salvajes del Edén, proveniente de ese cuerpo afrodisíaco que era suyo, todo en conjunto le pareció demasiado divino como para ser real, pero perdido en la deliciosa dulzura de la roja sangre comenzó a excederse y se dio cuenta una vez sintió a Jeremy golpearlo con los puños y patalear retorciéndose bajo su cuerpo, sin voz pero queriendo pedirle a gritos que parase de una vez, ''Ya esta Aidan, ya has bebido suficiente, ya esta... se va a quedar muy débil, ya, ya esta ¡Joder no me responde el cuerpo! Es tan deliciosa esta sangre y Jeremy ¡Oh! Jeremy, todo él es delicioso pero tengo que parar, lo mataré, lo mataré sino paro, tengo que parar ¿Por qué no paro?'' pensó Aidan comenzando a alarmarse al ver que Jeremy ya no oponía ningún tipo de resistencia, estaba quieto mientras sus extremidades caían como un peso muerto a su alrededor. Pero los malditos colmillos de Aidan solo sabían hacerse más y más grandes dentro del malherido cuello del humano. Aidan se levantó, aún con Jeremy entre sus fauces y tras luchar consigo mismo consiguió alejarlo de él tirándolo sobre la cama.
Parecía un animal salvaje, Aidan se lamía las manos llenas de sangre ansiando más de aquel líquido, necesitando más de Jeremy, lo quería tan egoístamente que había querido devorarlo por completo y que fuese solo suyo, que gran error impulsivo había cometido, su cuerpo a traición.
Sin miramientos se abrió una gran herida cuyo contenido vertió en la boca de Jeremy y aunque curó su herida el chico seguía inerte sobre el lecho.
Se acercó a él, escuchando como su corazón latía demasiado débilmente, preocupado lo zarandeó y lo llamó, hasta gritando, por su nombre pero el chico no abrió los parpados mostrando sus hermosas y etéreas perlas azuladas.
Sintiéndose más desesperado que nunca Aidan tomó al chico ensangrentado entre sus brazos y acercó su oído al pecho del chico temiendo que lo pensaba fuese cierto, y lo era: su corazón bombeaba cada vez más despacio, conduciéndolo a una muerte apacible, como si solo durmiese demasiado profundamente.
Aidan ya lo había curado con su sangre y el chico estaba a solo un paso de la muerte¿Qué más podía hacer? ¿A quién podía acudir? La primera idea descabellada que cruzó su mente le pareció un plan maestro así que en cuestión de segundos se hallaba atravesando las puertas del hospital e irrumpiendo en una gran sala blanca de recepción que manchaba con sus pisadas y goteo de color rojo intenso.
La recepcionista al ver la situación corrió en busca de un doctor, sin percatarse de que Aidan no ocultaba sus colmillos sino impactada por el dolor de sus ojos y por el chico aparentemente muerto que llevaba en sus brazos con sumo cuidado.
Un hombre mayor de bata blanca y pelo canoso que entró en la sala fue el objetivo de Aidan. Iba a acompañado por la enfermera que segundos antes se había ido y en una milésima Aidan apareció ante ellos, espantando a la chica que se marchó corriendo e intimidando al doctor.
-Ayúdalo- dijo Aidan señalando al chico entre sus brazos.
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