Cambiar es difícil

 La puerta de la habitación estaba entre abierta y aprovechó para ponerse detrás de esta, pudiendo asomarse lo justo para ver que Samuel estaba hablando por teléfono, aunque el sonido no era nítido del todo logró distinguir algunas frases o palabras sueltas.

- Sí hombre, no creo que sea muy caro, nos conocemos desde hace tiempo tampoco me los venderás muy caros ¿no?- decía Samuel con un tono amigable a esa persona misteriosa al otro lado del teléfono.- Pero tu antes era médico, debes tener un montón de esos, además es algo común, no te cuesta tanto- continuó en un tono de fastidio- ¿Cuánto? – preguntó entre sorprendido y enfadado- No te olvides los favores que te he hecho, se agradecido- Después de un largo silencio su tono se volvió amable- Perfecto, ''gratis'' era la palabra que necesitaba escuchar- Unos segundos después de eso no se escuchó nada más que el ruido que hacen los teléfonos al colgarse, pero ni un solo paso.

Por ello Aaron se sorprendió más que de costumbre cuando la puerta contra la que se apoyaba fue abierta de golpe por Samuel haciendo que el pequeño chico cayese de repente al suelo. Se asustó al ver la rígida figura del hombre que tanto le aterraba mirándolo con frialdad.

-Es de muy mal gusto espiar conversaciones ajenas- dijo el hombre agachándose un poco para acercarse al chiquillo que, en el suelo, intentaba gatear hasta la cama asustado, pero Samuel lo tomó del tobillo y lo acercó hasta él de un fuerte estirón- ¿A dónde crees que vas?- preguntó en tono malicioso cuando ya tenía al pequeño justo delante suyo y con su típica carita de niño asustado. Se relamió al verlo así pero supo que el castigo que Aaron se llevase recaería después sobre él en forma de la más pesada culpa.

-¡Lo siento, amo, lo siento! No he oído nada y no volverá a pasar, lo siento, amo de verdad lo siento mucho ¡Perdón!- gritó el chico, hablando tan rápido e hiperventilando tanto que apenas le daba tiempo a tartamudear por el miedo, como siempre hacía, ahogándose en sus palabras mientras temblaba.

Una fuerte bofetada, y muy sonora, lo dejó aturdido durante unos minutos y una segunda acabó de despertarlo haciéndolo sentir de nuevo un fuerte dolor en la mejilla. El chico puso sus dos manos en las abofeteadas mejillas, algo dormidas por el dolor y pronto sintió los dedos de Samuel sobre su cuello, y luego entorno a él. Comenzó a levantarse mientras tenía al pequeño chico cogido del cuello y mientras se quedaba sin aire fue levantado del suelo por ese imponente vampiro que no dejaba que respirase en paz.

Sus pies luchaban por mantener contacto con cualquier superficie, balanceándose inútilmente como dos columpios en el aire, sus manos luchaban por apartar esa garra sobre su cuello que se apretaba más y más impidiendo que respirase correctamente. Sus ojos no paraban de mirar a todos lados, viendo contornos borrosos, pero dos luces rojas que supo al instante que eran los ojos del vampiro.

Justo cuando el chico creyó que moriría asfixiado, Samuel lo soltó haciéndolo caer al suelo, en su cuello estaban las enormes marcas de los dedos de Samuel y también el collar, dibujado en los contornos de su piel pues al ser agarrado por el cuello con tanta fuerza el collar se había clavado ahí dejando marcas.

Aaron ahora estaba en el suelo, luchando por recobrar el aliento mientras Samuel se agachaba a recogerlo y sin más lo dejaba de nuevo sobre la cama.

- No vuelvas a espiarme, si lo haces recibirás un castigo de los de verdad ¿Queda claro?- dijo el otro mientras se subía también a la cama con el chico. Aaron respiraba tan rápida y desesperadamente, retorciéndose un poco sobre la cama, que no pudo hablar y se limitó a asentir.- Bien, pues ahora dúreme y no molestes más- sentenció serio y girando sobre si para quedar de espaldas al chiquillo, aunque esa pose no duró mucho pues durante el día y mientras Samuel dormía, Aaron notó como los enormes brazos del otro lo rodeaban por la cintura sin dejarle escapar.

La mañana, mediodía y tarde fueron tranquilas, aunque Aaron estaba despierto pero aprisionado por su amo, porque se encontraba tan sumamente a gusto en esa mullida cama que decidió aprovechar cada segundo de comodidad que, durmiendo en el suelo, no había podido tener antes.

Cuando él comenzó a percibir que el día estaba acabando supo que estaba en lo correcto porque sintió al vampiro removerse a su lado aún tomándolo de la cintura en su sueño. Murmuraba algunas cosas adormilado mientras su cuerpo se movía, pasó a estar de lado a tumbarse bocarriba y con ello tomó al pequeño por la cintura y lo subió sobre él.

Aaron se sintió extraño al estar colocado sobre el fuerte cuerpo de su amo y supo que este se enfadaría si lo veía así y que no atendería a razones si le trataba de explicar que él mismo lo había colocado sobre su cuerpo cuando estaba dormido. Aaron pensó que Samuel se tomaría a mal ese supuesto acercamiento y trató de salir de encima suyo, pero las manos que lo tenían cogido por las caderas lo sujetaban con una fuerza enormemente mayor a la del pequeño humano.

Por suerte Samuel volvió a girar sobre la cama quedando de lado justo al final de la orilla de esta, dejando su cuerpo al borde del lecho pero haciendo que el menor resbalase de encima suyo cayendo de bruces en el suelo, y aunque la caída dolió un poco procuró no hacer ningún sonido y fue al baño, donde vio en su cuello como las marcas del estrangulamiento de la noche anterior seguían ahí junto al collar de perro y aquel enorme y morado chupetón que le hacía sonrojarse de pensar en él. Aaron comió un poco, algo más animado que otros días pudo cocinar algo sencillo y más rico que la habitual comida ya preparada, se sentía mejor aquellas noches, porque aunque para él eso fuese un infierno y tuviese que vivir con miedo constante, se daba cuenta de que Samuel, poco a poco, dejaba de ser tan cruel, pensó que quizás le había cogido cariño o que simplemente se había aburrido de tratarlo así y no lo mataba pensando que no encontraría más humanos.

Aaron escuchó el ruido que hacía el interruptor de la luz al accionarse y supo que Samuel se habría despertado, esperando pasar desapercibido y no enfadarle o molestarse se sentó en el suelo a los pies del sofá, descansando un rato o simplemente dejando el tiempo pasar, pues realmente no tenía nada que hacer y aunque lo tuviese, estaba seguro de que ese vampiro no le permitiría ni dar un paso sin su permiso.

Samuel pasó por allí y vio al chiquillo en el suelo sentado, seguramente debía tener un dolor incómodo en todo su cuerpo al estar siempre sentado en el suelo y además ¿Qué necesidad había de eso? Aunque Samuel tratase a Aaron como su igual, la superioridad del vampiro, esa que tanto deseaba remarcar, se haría presente en todo momento, quizás el trato que le daba a ese pequeño era excesivo.

Fuese como fuese, Samuel se acercó algo malhumorado al chiquillo y una vez pasó, rápido, por su lado, lo tomó por el cuello de la camiseta, alzándolo bruscamente como si quisiese buscar pelea o amenazar a aquel chiquillo, pero ni le miró a los ojos, apenas pudo hacerlo mientras dejaba caer de nuevo al humano, esta vez en el amplio sofá en vez de en el suelo.

Aquello había sido confuso para ambos, sobre todo para Aaron, quien aunque supo ver que Samuel le había dado permiso para sentarse en lugares más allá del suelo mediante ese acto, fue incapaz de interpretar que aquel había sido un intento de acto de bondad por parte del vampiro, quien se fue tan rápido como había venido por la vergüenza de tratar de ese modo tan ''amable'' a un simple humano.

Samuel salió de la casa dejando al chico totalmente tenso en ese sofá tratando de asimilar lo que había pasado, pero él ahora necesitaba despejarse así que salió de la casa dispuesto a dar un paseo nocturno, no sería gran cosa, caminaría por los alrededores y quizás iría a algún bosque cercano a relajarse.

Tras no mucho tiempo caminando por las extrañamente solitarias calles alumbradas por las luces prendidas de las casa que estaban distribuidas por el vecindario, Samuel se topó con cierto chico humano que ya conocía de antes, se chocó con él accidentalmente y aunque él hubiese reaccionado violentamente si se tratase de un humano común, en esta ocasión no lo hizo sabiendo que se trataba de un humano cuyo propietario no querría que sufriese daños.

- Oh vaya, perdone- dijo el chico algo preocupado tras haber chocado con el enorme vampiro que ni se inmutó por el golpe.

- ¿Tú no eres uno de los humanos de Jason? ¿El hemofílico?- preguntó entonces enlazando el olor de esa sangre con el sabor que ya había degustado, algo extravagante para su gusto y poco dulce comparado con Aaron, aunque los dos se parecían mucho: jóvenes y con rostros inocentes, aunque el de ese pequeño aún no estaba corrompido, sus ojos no eran tristes.

- Emm... sí- dijo el chico tímidamente, sabiendo que no le gustaba en absoluto hablar con extraños.

- ¿Qué haces solo? Si te has escapado de casa de Jason ya te puedes ir preparando- dijo en un tono serio y colocándose imponentemente delante del chico para no dejarlo pasar, no se mostraba agresivo pues se trataba del humano de su amigo, pero era igual de dominante que con Aaron, tratando así de infundir respeto.

- No, no- se apresuró a negar el chico como si todo fuese un malentendido- Él nos deja salir a pasear cuando acabamos con nuestras tareas- dijo el chico plenamente convencido y tranquilo, decía la verdad y sabía que los vampiros jamás desconfiarían de alguien que hablaba tan seguro.

- Ah, entiendo- dijo el otro, ligeramente incómodo por la falsa acusación, y cuando el chico se dispuso a irse, Samuel lo tomó del brazo obligándolo a retroceder hacia él- ¿Tu odias a Jason?- preguntó Samuel aún sosteniendo al chico del brazo y sin ningún tipo de conversación previa que enlazase con el tema.

-Em... no ¿Por qué iba a odiarle?- dijo el chico algo extrañado por esa inusual y casi desesperada pregunta, se sintió aliviado al notar como la mano del otro soltaba su pequeño brazo.

- ¿Qué hace para que no lo odies?- preguntó el otro con curiosidad, aunque le parecía extremadamente raro ver a un humano pasear solo, le parecía que Jason les daba demasiada libertad.

- Bueno, no se... Él me cuida, como a los demás sirvientes de su casa, nos trata muy bien y mientras cumplamos las órdenes nos deja hacer lo que queramos... Algunos no lo soportan por ser vampiro, pero nadie le odia y siempre nos deja pasar tiempo con él si queremos. Es una persona muy agradable aunque un poco estricto- dijo el chico mientras observaba como el rostro de Samuel cambiaba de desconcertado a resignado.

- ¿Y no te castiga?- preguntó Samuel extrañado, él era un gran amigo de Jason, pero en cuanto a su trato con los humanos no tenía mucha idea de cómo se las ingeniaba para mantenerlos a raya.

- Bueno, si alguien le falta al respeto gravemente sí, y le pega, pero eso nunca pasa. A mí nunca me ha castigado, si hago algo mal solo lo dice y yo lo rectifico, aunque a veces me regaña demasiado.- explicó el chico sin poder evitar sonreír un poco pensando en lo dulce y amable que Jason era con él, nunca creyó que ser capturado por un vampiro fuese a ser tan bueno, aunque estaba claro que otros no tenían tan buena suerte.

- ¿Vas ya de vuelta a casa de Jason?- preguntó Samuel interesado, el chico asintió con algo de desconfianza y miedo, pero Jason ya le había dicho que jamás debía temer a nadie porque él siempre podría protegerlo- Entonces te acompaño, yo también tengo que ir a visitarlo- dijo apresurando el paso pero teniendo que bajar el ritmo, adecuándolo al del humano.

Le daba rabia no poder tomar a aquel crío del brazo e irlo jaloneado hasta llegar a casa de Jason, pero por suerte el camino fue corto y ambos se encontraron en las puertas de la casa en solo minutos.

Jason fue a abrir inmediatamente al percibir a esos dos juntos ¿Qué hacía Samuel con su humano?

- ¿Hola?- dijo abriendo la puerta y mirándolos extrañado.

- Hola Jason- dijo el chico pasando a la casa sin ser invitado a entrar y abrazando al gran vampiro lo que lo dejó pegarse a su cuerpo con ternura.

- ¿Samuel, que hacías con él?- preguntó, no desconfiado pues sabía que su amigo no era esa clase de persona, pero si extrañado.

- Quería venir a visitarte y me lo encontré.- explicó el otro con desgana y quitándole importancia al asunto mientras el pequeño humano seguía abrazado al vampiro, escondiendo su cara sonriente en el pecho del mayor, Samuel se imaginó en esa situación con Aaron abrazándolo de esa forma, no desesperada sino cariñosa.

-¿Venir a visitarme? ¡¿Quién eres tú y que has hecho con el Samuel amargado y antisocial que todos conocemos?!- preguntó el otro fingiendo un tono dramático mientras una de sus manos se apoyaba en la preciosa cabellera del humano hemofílico.

- Sé que es raro- rió, sabiendo que por muy buena amistad que tuviese con sus amigos él siempre esperaba a que ellos contactasen con él y no al contrario- Pero necesito tu ayuda en algo- dijo Samuel mientras el pequeño humano de labios acaramelados se quedaba al lado de Jason siendo sujetado por su cinturita.

- Ya sabes que estoy para lo que quieras, y es un gran avance que hayas aprendido a pedir ayuda en ver de guardarte tus problemas por orgullo- soltó Jason peinando un poco su cresta con las manos y dejando ver los numerosos tatuajes de su cuerpo moverse a la par que lo hacía este.- ¿Qué es lo que quieres?- continuó mientras el humano escuchaba la conversación algo incómodo, pero incapaz de irse y soltarse del dulce agarre del vampiro.

-Tú eres muy sociable, y aunque tus únicos amigos seamos Charlotte y yo, conoces bien a todos los de la zona así que me gustaría que estuvieses atento a los que hacen los más poderosos, sé que algunos son amigos de Iván y me gustaría saber si de verdad es tan vengativo e infantil como parece- dijo Samuel, casi susurrando pero manteniendo su tono firme e imponente.

-Será mejor que entres, peque- le dijo al pequeño humano que tenía a su lado, notando como el chico tiritaba de frío estando a su lado, justo en el marco de la puerta. El chico asintió y después de dedicarle una pequeña sonrisa, que fue le fue retornada, a Jason, se marchó- Tengo mucha reputación, amigo mío, así que puedo averiguarte hasta que champú usa Iván- dijo el otro sonriendo radiante y mostrando su perfecta dentadura donde los colmillos ahora apenas se mostraban- aunque no creo que sea uno muy bueno ¿has visto que pelos lleva?- bromeó Jason mientras se apoyaba contra el marco de la puerta de brazo cruzados sin invitar a pasar a su amigo como castigo por haber recibido el mismo trato en su última visita.

- Habló el señor ''punkye''- rió ligeramente Samuel mientras negaba con la cabeza- si ves algo sospechoso, avísame, ese cobarde de Iván es capaz de pedirle ayuda incluso a los que tienes más de mil años- bufó molesto mientras su amigo ponía su helada mano en el tosco hombro del señor Hass como un gesto tranquilizador.

- Tranquilo, te avisaré si pasa algo- dijo dándole un par de palmadas y dibujando en su rostro una mueca relajada.

- Gracias- le sonrió, aunque él no ocultaba sus colmillos.- Me voy, entonces- dijo girando sobre sus talones y marchando mientras su amigo movía la mano, despidiéndose.

Cada paso que daba más cerca de la que debía ser su casa, solo suya, se sentía más como si anduviera hacía el hogar de otro, sintiéndose un intruso en una morada ajena, porque mientras Aaron estuviese allí, él se sentiría extraño con esos remordimientos que no le dejarían pensar con claridad y esa imágenes melosas de Jason y el humano hemofílico que el deseaba representar junto a Aaron, pero no puedes tener el miedo y respeto de alguien junto a su amor y cariño.



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