Cuando llega la medianoche

 -Despierta dormilón- dijo Aidan con dulzura mientras movía un poco a Jeremy en la cama, llevaba tanto tiempo durmiendo que le había dado tiempo de salir de caza y volver antes de que el muchachito despertase.

-Ah, Dios, mi cabeza- se quejó llevándose las manos a la parte del cuerpo que tanto le dolía y le daba vueltas, cualquier susurró era como un sartenazo en toda la sien- creo que... creo que tengo resaca- Aidan se acababa de acordar de que eso era lo que le pasaba a los humanos tras una noche ingiriendo demasiado alcohol, pero él no quería que su pequeño pasase por eso, parecía ser algo muy incómodo.

- ¡¿T-Te encuentras bien?!- dijo alarmado al ver a su pequeño cerrar los ojos por el dolor mientras se quejaba y revolvía un poco en la cama- Perdón- musitó al ver que había usado un tono demasiado alto. Quería cuidar a su humano, pero no tenía ni idea de cómo.

-Ah, me duele...mierda- decía el chico entre quejidos mientras notaba su garganta rasposa y su boca seca, además le asaltó una gran vergüenza al recordar todo, absolutamente todo, lo que la noche anterior dijo mientras estaba ebrio.

- ¿Qué tengo que hacer para que estés mejor? – preguntó Aidan cogiendo al chico y sentándose detrás suyo para ponerlo entre sus piernas y rodearlo con su cuerpo, Jeremy estaba frío y debía darle algo de calor.

- Ves a por algo para el dolor de cabeza, por favor- pidió el chico con la voz rasposa. De inmediato Aidan se esfumó apareciendo a los pocos segundos con un total de quince botes de pastillas, que tenían en una habitación por si alguna vez debían mantener con vida algún humano- Te has pasado- sonrió Jeremy tiernamente la ver como el vampiro se preocupaba excesivamente por él.

Jeremy sonrió al ver que Aidan le dejaba todos los medicamentos al lado y observaba impaciente y preocupado como se lo tomaba. Nada más tragarse la pastilla Aidan ya quería que Jeremy se recuperase, no soportaba verlo débil.

- ¿Ya estás mejor?- preguntó con impaciencia mientras Jeremy aún podía notar la pastilla deslizarse en su garganta directa a su estómago.

-Tarda un rato en hacer efecto- explicó con una sutil risilla al ver que el vampiro se avergonzaba de si mismo, parecía un niño impaciente- ¿Me puedes traer un vaso de agua?- pidió recordando como su garganta seca picaba.

Veloz como un rayo Aidan lo cumplió sin rechistar, Jeremy apenas pudo parpadear cuando vio delante suyo la imagen de Aidan con una botella de agua, extendiéndosela mientras lo miraba con ojos compasivos, solo tenía un poco de resaca pero no le gustaba nada verlo así.

-Gracias- sonrió con amabilidad mientras bebía un poco ansioso y, de unos sorbos logró vaciar el contenido de la botellita- Aidan no me mires así, en unas horas estaré mejor- el vampiro solo asintió iluminando el color en su mirada mientras descendía un poco, besó al menor con cuidado en su frente, de manera protectora y paternal, y después en sus mejillas, acariciando su tez con delicadeza.

-Ponte a dormir un rato, seguro que eso te ayuda- dijo Aidan destapando las sábanas de la cama, consciente del frío que hacía allí y que Jeremy soportaba por las noches al estar a su lado, pensó que era un poco irónico tener una casa tan completa que ni si quiera tenía una simple calefacción.

Se metió junto a él bajo las mantas y los tapó a ambos- me quedaré contigo ¿vale?- dijo mientras lo abrazaba con ternura y ponía su pequeña cabecita contra su duro pecho, lo sintió acomodarse y acurrucarse y cuando dejó de moverse lo abrazó con más fuerza para mantener la posición.

Pasó cinco horas mirándolo dormir y acariciando, con cautela para no despertarlo, tanto su tez como su pelo. Perdido en la belleza de su pequeño humano, dándose cuenta de que sin él no encontraría nada y de que hasta el momento en que lo encontró no había tenido nunca nada, ese muchachito era la primera cosa buena que le sucedía en la vida, el primer milagro que le iluminaba las noches como si fuese un sol que no le irritaba, como algo que no había sentido nunca.

Vio que el chico se removía mientras ponía una cara de calma preciosa, parecía que ya no se encontraba mal y estaba a punto de despertar, cosa que le dio una idea a Aidan. Giró sobre el menor poniéndose sobre su cuerpo a cuatro, tomó sus delgadas muñecas, que podía rodear perfectamente con sus manos, las cogió con fuerza y las sostuvo a los lados de ese pequeño cuerpo, bajó un poco topándose con esos ojos apacibles que ahora arrugaban sus párpados pues se iban a abrir.

Recorrió con rapidez el cuello del chico, moviendo esa afilada lengua sobre la piel, debía preparar al pequeño para que no sintiese tanto miedo del mordisco así que creyó que cuanto más miedo le hiciese afrontar al principio, más calmado se sentiría al final una vez lo acabase de combatir.

Se escuchó un gemido de molestia por parte del chico, quien se removió un poco buscando una posición más agradable, pero solo consiguió incomodarse por el agarre de sus brazos. Abrió los ojos de golpe, despertando asustado y sintiendo unos besos cálidos y lametones en su cuello, donde se hallaba enterrada la cara de su novio.

- ¿A-Aidan que haces?- preguntó con inseguridad sintiéndose cada vez más tenso, los lametones y los besos eran agradables y eróticos, pero no podía evitar tener miedo- P-Para, por favor- pidió moviendo con fuerza las muñecas y buscando la liberación de estas. Se movía nerviosamente mientras el vampiro no le respondía, seguía, muy a su pesar, saboreando el salado cuello de aquel adolescente demasiado asustado como para estarse quieto.

Subió sus piernas hasta el pecho del vampiro y las usó a modo de palanca, empujando con su cuerpo encorvado, usando más fuerza de la que tenía y obteniendo unos resultados nulos, el vampiro, que se apenaba de tener que hacer sufrir así a su pequeño para quitarle el miedo, no se movía.

- N-No lo hagas... no lo hagas más...- pidió llorosos cuando al haber usado todas sus fuerzas y quedado inmóvil tras desistir en sus intentos de liberarse, comenzó a sentir unos colmillos afilados como cuchillas morder tiernamente su carne y soltándola, como si lo estuviese probando antes de comérselo.

Suspiró mientras evitaba llorar, estaba convencido de que esa era solo una técnica bastante dura, a su parecer, de Aidan para hacerle perder el miedo, pero realmente lo estaba pasando mal, se sentía tan angustiado. Cada vez que sentía los dos filos tomar la carne suculenta de su cuello para jalarla y soltarla, sentía también esos filos delante de su agitado corazón, a punto de perforarlo, le dolía el pecho de la angustia.

Aidan estaba cada vez más angustiado también, sabía que debía hacer eso y sabía cómo, pero apresar a su pequeñín y asustarlo sin dirigirle apenas alguna palabra tranquilizadora estaba siendo más duro de lo que pensaba. Ver a esa pequeña delicia asustada y con su cuello tan delicioso bajos sus papilas gustativas era una maravilla que Aidan apreció, pero su conciencia lo castigaba, el amor que sentía por ese chico le golpeaba constantemente, hiriéndolo como si de una batalla se tratase.

Soltó sus manos y sin mediar palabra aún lo abrazó con fuerza, abrazó al que Jeremy correspondió sin rencor alguno.

-Aidan, es ha sido suficiente p-para esta noche ¿v-verdad?- preguntó sabiendo lo mal que lo pasaba gracias a su ''tratamiento'' que lo curaría de su pavor a ser mordido. Se aferró más a Aidan, sabía que cualquier respuesta que le diese la acataría sin rechistar, pero deseó no tener que pasar más por aquello.

-Claro Jeremy, lo has hecho muy bien- dijo sonriéndole mientras se tumbaba en la cama con su pequeño encajado a la perfección sobre su cuerpo de puro musculo.

-Aidan, cuando me vincules... ¿nunca más cambiaré mi aspecto?- preguntó imaginándose ilusionado como su cuerpo prevalecería joven e impoluto por siempre junto a su gran león de melena negra y ojos oscuros, junto a esa tosca fiera que lo protegía.

-No envejecerás, pero el pelo y las uñas te seguirán creciendo y respecto a tu peso... solo podrás adelgazar si estas muriendo de hambre, pero tu peso no subirá aunque comas mucho, aún no sé muy bien el porqué de esas cosas, pero es muy curioso. Ah, y no te podrás poner moreno, pero si podrás hacerte tatuajes, pero si te hieres y te curo con mi sangre esos tatuajes desaparecerán, y... creo que eso es todo pequeño ¿Qué te parece?- explicó acariciando el pelo liso de su chico, los finos cabellos blancos no eran gruesos, pero si abundantes, tanto que daban ganas de despeinar a Jeremy cada vez que asomaba su cabecita hueca cerca de Aidan.

-Entonces me quedaré igual que ahora... que pasada, nunca me hubiera imaginado que me pasase algo así, es increíble- sonrió como un chiquillo emocionado, lo cual derritió al frío ser que lo resguardaba- ¿y lo del tatuaje porque es? Yo siempre he querido tener uno, pequeñito y no muy vistoso, pero siempre he querido uno- dijo mirándose la muñeca derecha, lugar que en su mente tenía reservado para ponerse un tatuaje sutil, uno que significase algo para él, uno que decidiría con el paso de los años.

-Los tatuajes son como heridas, tinta metida de manera antinatural en la piel, por eso la sangre de vampiro los ''cura'', pero puedes hacerte uno si quieres, mientras no te hieras no necesitarás mi sangre para curarte- pensó que sería divertido acompañar a su muchacho a un estudio de tatuajes, viendo a ese pequeñín inocente rodeado de macarras cuyo cuerpo estuviese inundado en la tinta de macabros y numerosos tatuajes- ¿y qué te pondrías en el tatuaje?- preguntó sin ganas de merodear en la cabeza del otro, sabía que no necesitaba hacerlo, ese pequeño le diría todo cuanto quisiera saber.

-¿Qué te parece ''Propiedad de Aidan''?- dijo el chico riendo mientras abrazaba al predador, quien al oír eso sintió un poco de pena, Jeremy era suyo, sí, pero deseó que eso no se considerase como si tratase a Jeremy como un simple objeto del que tenía posesión- La verdad es que no sabría que ponerme, ya se me ocurrirá algo, o quizás me tatúo tu cara- bromeo de nuevo poniendo sus dedos en la comisuras de los labios de Aidan y estirando para que pareciese que el vampiro sonreía haciendo una mueca. Aidan rió y tomó una de las manos de Jeremy para besarla como si fuese un educado caballero, Jeremy solo sintió su rostro enrojecerse.

-Ven aquí, que ya te hago yo un tatuaje temporal- dijo abalanzándose sobre el chico y mordiéndole sin fuerzas el hombro para después bajar a su clavícula y succionar con cuidado, dejando un chupetón amoratado allí. Jeremy tiró la cabeza hacia atrás sintiendo como el vampiro succionaba su piel con esa boca que juraría que podría devorarlo sin más, arqueó un poco el cuerpo y con la cabeza hacia atrás se cruzó con la imagen del reloj ante sus ojos antes de cerrarlos, lo único que vio, antes de sumirse a los besos y caricias de su pareja, fue la hora que era: Medianoche.


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