Aaron fue arrebatado de sus manos con fuerza y sus brazo estaban siendo sujetados, uno por cada vampiro mientras sus rodillas enfangadas se postraban en el suelo, como si se arrodillase ante Iván, quien tenía a Aaron delante suyo, cogido por el cuello con fuerza, alzándolo un poco y obligando al chico a que se quedase de rodillas.
- Quiero que mires esto- dijo Iván sonriendo mientras soltaba al chico y lo dejaba caer en el suelo. Samuel abrió bien sus ojos rojos con rabia y se revolvió intentando escapar de esos vampiros que le doblaban la edad, e incluso les hizo tambalearse, pero era imposible que los pudiese vencer. Sin importar que sus piernas estuviesen aún rotas trató de levantarse, pero esos dos colmilludos no le dejaron. Iván vio al humano que estaba en el suelo y le propinó una patada en la barriga que le hizo gritar y encogerse, la próxima fue en su rostro.
- ¡Rata cobarde! Sé un hombre y lucha contra mí ¡No siempre tendrás a alguien que te guarde las espaldas!- rugió el vampiro mientras se movía como un poseso buscando liberarse.
Iván solo río y levantó al pequeño, haciendo que el chico se apoyase ligeramente en su cuerpo lo apretó contra él y sus manos se dirigieron a las posaderas del chaval haciendo a Samuel arder de rabia, pero lo peor fue cuando Iván metió sus manos por dentro del pantalón del muchacho y apretó las nalgas con una fuerza que hizo dar un bote al humano.
Sacó sus manos de ahí y golpeó con fuerza el pequeño trasero, una, dos, tres veces hasta que por fin escuchó al chico llorar. Después lo tomó del rostro y apretó su mandíbula obligándolo a abrir la boca.
Movió un poco la boca y sonrió son sarna, y entonces escupió, no en el suelo sino en la pequeña y preciosa boca de Aaron.
- Ahora trágatelo, pequeña furcia- dijo dejando que un segundo hilo de saliva saliese de su enorme boca cayendo dentro de la de Aaron.
- ¡Hijo de puta! ¡Déjale en paz! Venga, va, pégame una paliza mientras tus matones me agarran, cobarde, pero ¡Déjale a él! ¡Déjale!- exclamó furioso mientras el pequeño caía al suelo de nuevo, fue recogido y acabó en los hombros de Iván mientras se marchaba.
A los pocos minutos Samuel se encontraba solo pues los matones se habían ido, no sin antes haberlo apalizado, porque mientras uno de los dos chupasangres lo agarraba para impedir que atacase, el otro golpeaba con fuerza. Pero Samuel jamás mostró dolor ante esos vampiros que podrían haberlo matado de haber querido.
Ahora todo se echaba a perder, todo el esfuerzo de Samuel por reconocer lo que sentía y por obtener el perdón del pequeño, parecía que todo se esfumaba dejando un enorme vacío.
No se dejaría vencer tan fácilmente.
- ¡Pero tengo que recuperarlo¡ ¡Joder, quien sabe lo que Iván y sus dos putos familiares le estarán haciendo!- bramaba Samuel enfurismado en medio de una conversación, algo acalorada, con Jason y Charlotte.
- Si vas ahora lo único que conseguirás es que te maten y a él también.- dijo la chica, cuya mano se cernía en un puño que atrapaba un pequeño pañuelo blanco donde reposaban las lágrimas que había derramado al saber lo que a Aaron podría sucederle.
- Tiene razón, Samuel, estas muy alertado y todo lo que hagas ahora solo perjudicará a Aaron- explicó su compañero Jason mientras ponía una mano en su hombro.
- ¡Esos dos hijos de puta tienen mil años Jason, mil años! Aunque puedo matar a Iván no podría ni enfrentarme con uno de esos cabrones ¡Dios... Aaron va a acabar muerto, o peor aún!- gritaba, más desconsolado que nunca y con la mirada de un hombre muy humano desesperándose ante la inminente locura una vez todo lo que amaba le había sido arrebatado.
- ¡Samu no digas eso! – chilló Charlotte, cuya voz se tornaba aguda y estridente cada vez que gritaba angustiada en esa pelea que no iba a ningún sitio.
Jason se levantó, dispuesto a hacer algo que posiblemente le costaría y de lo que se arrepentiría de por vida, y la verdad es que aunque mantuviese la compostura estaba algo asustado.
- Todo es mi puta culpa... pobre Aaron, merezco que me odi- y paró de hablar cuando la mano de Jason golpeó su mejilla girándole el rostro con una fuerza descomunal que aunque él superaba jamás hubiese esperado de su amigo.
- ¡Deja de lamentarte! Hay que pensar, existen vampiros de mucho más de mil años en esta zona ¿Qué nos impide que nos ayuden? Puede que debamos hacer cosas desagradables, pero podemos conseguir la ayuda de alguien- explicó Jason calmando un poco a su amigo, quien tras ese bofetón no se sintió ni mínimamente ofendido.
- Gracias, lo necesitaba- dijo sobándose la mejilla- Ya casi amanece, pero mañana iré a buscar alguien que se ofrezca a ayudarme a cambio de algún favor o algo- dijo sabiendo que sería capaz de hacer todo lo que otro vampiro poderoso le ordenase y de ejecutar a quien fuese con tal de poder salvar a Aaron.
- Nosotros también iremos – dijeron Charlotte y Jason al unísono.
- No quiero meteros en problemas- dijo con la voz ronca dispuesto a irse pues se aproximaba a la puerta.
- Pues te jodes, te vamos a ayudar y punto- espetó Jason de forma cortante mientras algunos sirvientes limpiaban la habitación sin hacer mucho caso de lo que su amo y sus amigos debatían.- Y además te vas quedar en mi casa hasta que Ivan tenga una estaca en el pecho- dijo muy convencido mientras se acercaba a Samuel por detrás y cerraba la puerta que daba a la calle, dejando claro que no aceptaría una negativa por respuesta de parte de su más poderoso amigo allí presente.
- ¿Y eso porque?- dijo poco convencido y mirando a Jason algo extrañado.
-Porque Iván sabe dónde vives, y conociendo a esa sanguijuela quizás manda a sus dos perros guardianes a por ti. Además, así ahorramos tiempo y podremos acabar con esto antes, por cierto Charlotte, tu también te quedas- dijo amputándola con el dedo. La pelirroja asintió convencida.
Unas horas antes del amanecer, Charlotte y Samuel fueron juntos a dormir a una de las habitaciones de invitados pues el resto estaban ocupadas por la decena de sirvientes de Jason, quien fue a su habitación pero pronto fue visitado por un dulce humano pelirrojo y de bellos ojos verdosos.
- J-Jason- dijo el muchacho humano cuya cabecita asomaba por la puerta entre abierta de la habitación.
- Pequeñín – dijo el otro sonriéndole mientras exclamaba ese apodo cariñoso hacia aquel humano hemofílico, extrañado porque aquel día el mortal había tarado en aparecer en su habitación como de costumbre, ya que aquel chiquillo no era un sirviente más.
- Te he oído discutir con tus amigos- comentó el pequeño acercándose un poco hasta quedar dentro de la habitación pero con el pomo de la puerta aún entreabierta en sus manos- ¿Ha pasado algo?- preguntó con algo de curiosidad pero avergonzado pues no quería parecer un entrometido.
- Se han llevado al humano de uno de mis amigos, pero cuando encontremos alguien lo suficientemente fuerte no habrá dificultades en eliminar a los energúmenos que han hecho eso- explicó seguro de sí mismo, sabiendo que aquello no podía salir mal pues había vampiros mucho más poderosos que los familiares de Iván por la zona.
- Oh vaya... dile a tu amigo que lo siento mucho por él, s-si puedo ayudar en algo...- comentó con una voz dulce e inocente mientras miraba al suelo, vergonzoso ante ese vampiro que tan bien le hacía sentir a cambio de casi nada. Jason no era su amo, para él era su protector, aquel vampiro que lo salvó de las garras de la bestia desalmada que era su antiguo dueño.
Jason sonrió un poco y se levantó acercándose al pequeño chico, cerró la puerta apoyando sus manos en esta y acorralando entre sus brazos al pequeño, cuyo cuello comenzó a oler con deseo.
- Tú ya sabes cómo puedes ayudarme- musitó en su cuello dando pequeños bocados con suavidad, estimulando al menor con sus manos que repasan su vientre y sus caderas- voy a comerte un poquito ¿vale?- dijo una vez sus colmillos hubieron crecido lo suficiente y su cuerpo ya estaba prácticamente pegado al del humano.
- E-En el cuello no, Jason- dijo tapándose la garganta con las manos ante la mirada divertida de aquel vampiro de pelo corto y desordenado.
- ¿Cuándo te he mordido yo en cuello, pequeño?- preguntó de forma retórica bajando entre besos a sus clavículas para succionarlas- Sé que te da miedo- añadió con dulzura dejando tiernos besos sobre esa yugular tan tentadora.
El chico se comenzó a remangar pero Jason se lo impidió con una ligera risilla y un corto beso en los labios.
- ¿Por qué no en la femoral?- preguntó acariciando el lugar del que hablaba, en la cara interior de los muslos del chico, cerca de su intimidad y entre sus dulces piernecitas.
El hemofílico comenzó a quitarse los pantalones sumisamente y Jason sonrió al verlo asustado cuando lo empujó con violencia contra la cama.
- ¿Quién es mi humano favorito?- preguntó el vampiro tomando las piernas del chico para ponerse entre ellas- ¿Quién me vuelve loco?- siguió mientras el chiquillo de unos diecisiete años se sonrojaba demasiado como para no taparse la cara- ¿Quién es mi comida preferida?- dijo por último sonriendo mientras lamía sus colmillos.
- ¡Oye, no soy una comida!- dijo el chico haciéndose el ofendido mientras se incorporaba un poco para que sus esmeraldas chocasen con los ojos rojos del vampiro.
- Pues ahora mismo voy a comerte ¿Cómo explicas eso?- preguntó burlón, y al ver al chico a punto de rebatir sus argumentos, enterró la cara entre las piernas encogidas del chico y mordió en la cara interior de su muslo haciéndolo soltar una exclamación. Ya casi estaba aprendiendo a no gritar tan fuerte, porque después de tantas veces, ser mordido por Jason era algo que podía soportar.
Pocos segundos después sintió la presión y succión alejarse de su herida y la sangre del vampiro cayó en su boca abierta por los gemidos dolorosos que había soltado, curándolo.
- Ahora duérmete- ordenó el otro rodeando al chiquillo con cariño y enterrándose en su cuello para poder conciliar el sueño.
Cuando llegó la noche siguiente Charlotte y Samuel despertaron casi al instante de ver el cielo oscurecerse y se encontraron con las miradas rojas nada más abrir los ojos, los dos estaban preocupados y ansiosos por acabar ya con todo, pero Samuel era el más angustiado con diferencia.
- Deberíamos ir a ver a unos amigos de Jason que tienen dos mil años, son dos gemelos, muy fuertes- dijo la chica sin siquiera dar los buenos días o dejar que el vampiro se sintiese del todo despierto.
- Buena idea- dijo el otro eufórico mientras se levantaba de la cama y la chica hacía exactamente lo mismo- vamos a despertar a Jason- dijo Samuel con nerviosismo, la pelirroja asintió pero el más mayor se adelantó hasta quedar frente a la puerta de la habitación de Jason, la cual abrió sin llamar o siquiera avisar y lo que allí vio lo sorprendió bastante.
Su amigo se hallaba en la cama, sí, en eso había acertado, pero no parecía dormido en absoluto, es más estaba despierto y desnudo, encima de aquel muchacho hemofílico y ¿Por qué no mencionarlo? Dentro suyo embistiéndolo de una forma bruta que parecía herir al chiquillo, aunque este estaba disfrutando también. La mano de Jason tapaba la pequeña boca del chico y este no dejaba de ahogar gemidos mientras el vampiro arremetía contra su trasero.
- ¡Joder!- exclamó Jason mientras no podía parar de follarse a ese pequeñajo, metiéndola una y otra vez intentando apartar los ojos de la cara sorprendida de Samuel.- Tío, dame solo diez minutos más- gruñó de placer mientras el pequeño tomaba un cojín y escondía su rostro en este, muerto de vergüenza.
- Te espero fuera- dijo Samuel con una sonrisa medio burlona medio sorprendida mientras cerraba la puerta de la habitación dejando a esos dos solos de nuevo, y por los incontrolables gemiditos de placer del pequeño, intuyó que no tardarían mucho.
- ¿Has llamado a Jason?- preguntó la chica, que en solo unos minutos se había vestido con una camiseta apretada pero tapada que se abotonaba con botones rojos que resaltaban sobre la tela blanca, y también se había puesto unos shorts tejanos algo desgastados junto a unos elegantes tacones rojos.
- En un rato sale- dijo el otro tapando su boca para no dejar ir una pequeña risa de incredulidad.
- ¿Qué le pasa?- dijo ella algo preocupada acercándose al pomo de la puerta con intenciones de girarlo.
- Charlotte... se está follando a ese humano, el hemofílico- dijo él retirando la pequeña y suave pero fría mano de la chica del pomo de la puerta, aunque sus largas y negras uñas lo rozaron unos segundos después de que sus manos se hubiesen desprendido de él.
Después de unos segundos de que esa acción transcurriese, la chica volvió a abalanzarse contra el pomo de la puerta de nuevo con una expresión sorprendida y emocionada en sus labios pintados de rojo fuerte y luminosos y sus ojos repasados con un color negro que se difuminaba junto a sus sombra de ojos, dando el efecto de que tenía unos ojazos aún más grandes y una mirada más fiera y profunda.
- ¿Estas sorda?- preguntó Samuel apartando a la chica del cobrizo pomo de la puerta por segunda vez.
- Quiero mirar un poquito- dijo ella poniendo ojos de cachorrito abandonado- va, Samu, déjame mirar unos segundos- puso una voz tierna y casi infantil, pero eso no aludió a su amigo.
- Eres una morbosa con cara de niñita inocente- dijo el otro mientras se ponía ante la puerta como un guardaespaldas, haciendo que ella hiciese un puchero y después una mueca de desagrado y decepción- déjalos follar tranquilos- añadió, justo cuando de allí salió un enérgico y feliz Jason que abotonaba sus pantalones mientras al fondo de la habitación un muchachito desnudo y exhausto reposaba, cansado e hiperventilando, bajo las finas sábanas que se adherían al sudor de su menudo cuerpo.
Charlotte miró un poco por el pequeño espacio que dejaba la puerta entre abierta, sonriendo lascivamente al imaginar el porqué de que ese chiquillo estuviese tan agotado que ni se levantaba de la cama para vestirse. Jason se percató de ello y le lanzó una mirada divertida y acusadora mientras cerraba la puerta y por fin acababa de abotonarse los pantalones.
Hubo unos segundos de incómodo silencio donde lo único que se escuchaban eran las respiraciones alteradas del humano al otro lado de la puerta, pero rompiendo aquel sonido, Samuel decidió hablar.
- Charlotte dice que conoces a dos gemelos de dos mil años ¿Crees que ellos accederán a ayudarnos?- preguntó con la voz tranquila, aunque internamente se moría por conseguir aliados lo antes posible.
- Son muy impredecibles, así que solo hay una forma de averiguarlo- dijo el de pelo corto mientras marchaba hacia la puerta seguido de sus compañeros. Llegó a la puerta en cuestión de segundos y salió a fuera junto a sus amigos, quienes lo miraron esperando que se les indicase el camino- Preparaos para correr bastante, viven algo lejos- dijo el otro con una pequeña mueca de duda en su rostro. Miró a ambos lados de la calle intentando recordar la ubicación exacta de aquella casa no demasiado grande, eran un par de gemelos bastante humiles aunque un poco siniestros.
Tras orientarse, Jason salió disparado de una forma que el ojos humano jamás hubiese podido ver y sus compañeros lo imitaron, siguiéndolo.
A Charlotte le resultaba algo difícil seguir el ritmo de los dos chicos debido a su corta edad como no-muerta, pero sin embargo Samuel podía adelantar a Jason con facilidad.
Pocos minutos después, Jason frenó en seco ante una casa bastante hogareña y llena de vegetación en su jardín principal, donde también había un fuente de tamaño considerable, pero allí no había agua. Lo que las sirenas esculpidas lanzaban desde sus jarrones de piedra era de color carmesí y despertó el apetito de los tres vampiros, y aunque desearon probar esa sangre decidieron no intentarlo, habría sido una falta de respeto.
Jason llamó a la puerta y pronto dos chicos de alta estatura pero complexión muy delgada, casi cadavérica, les atendieron.
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