Dudas

 Para cuando llegó la noche del viernes ambos estaban radiantes e incluso se habían despertado antes de lo habitual y, con un buen humor que jamás habían experimentado, comenzaron a hablar de todo.

- ¿Por qué me dijiste eso de que en una semana ya no tendría miedo de quererte?- preguntó el menor desconcertado, ya había esperado cinco noches y solo quedaban dos para que el vampiro cumpliese su palabra de hacer desaparecer todos esos restos de traumático miedo en el menor, pero aún se hallaba desconcertado- ¿No puedes hacer que no lo tenga ahora?- preguntó, impaciente y sentado, por propia voluntad, sobre el regazo del que aún era, desgraciadamente, su amo.

- Pequeño, ten paciencia.- dijo Samuel dejando ir un melancólico suspiro que extrañó a Aaron, pero de inmediato Samuel sonrió colmilludamente para enmendar su error- Pasado mañana por la noche ya verás el porqué- le dijo acariciando con cuidado su mejilla y dejando que el destello de los ojos de Aaron lo hipnotizase, era atrapante y hermoso.

-Vale...- dijo este poco convencido y cruzándose de brazos mientras aparaba la mirada, le resultaba incómodo ver que Samuel le estaba ocultando algo o quizás que le estaba mintiendo.

- Confía en mí- dijo Samuel abrazando al chiquillo con cuidado y besando de forma leve sus pequeños labios- Es una orden- añadió de manera juguetona y dominante susurrando las palabras de forma grave en su oído.

- Bastante órdenes me has dado ya ¿No?- preguntó el menor con un pequeño tono burlón, usando de forma ciertamente ácida el retintín de su voz.

Samuel sonrió ante la osadía del niño y volvió sus ojos de color rojo, queriendo saber hasta dónde llegaría la valentía de su pequeño, que por ver esos temibles ojos se acobardó, temblando un poco.

- ¿Qué decías?- preguntó el vampiro sonriendo mientras seguía jugando a ese juego de poder que parecía comenzar a interesarle a Aaron, quien trató de regular su respiración aunque no pudo evitar seguir temblando.

- Que ya me has dado suficientes órdenes- recalcó con un tono decidido el pequeñajo asustado que, ocultando su miedo, frunció el ceño y le recriminó aquello al vampiro apuntándolo con el dedo.

- A que te como- lo amenazó Samuel con una voz ciertamente provocativa y una mirada roja que, lejos de estar llena de furia, se colmaba de interés y algo de morbo.

- ¡A que te como yo a ti!- replicó el niño, burlón y totalmente nervioso pues el vampiro lo acaba de levantar tomándolo de las caderas y obligándolo a rodearle con las piernas fuertemente.

Aaron no dudó ni un instante en cumplir su graciosa y ridícula amenaza, tomando como punto de apoyo el hombro del vampiro para sujetar sus manos y ladear su cabeza hasta que consiguió morder el enorme y endurecido bíceps del vampiro.

Claramente no mordió con fuerza y, por las risillas que escapaban de su boca, no lo pretendía. El vampiro sonrió por la inocente y atrevida broma y dudó en segundo en tomar al menor por el pescuezo y sujetarlo agarrando su pelo con fuerza y cuidado, sentándolo en su regado y manteniéndolo quieto de forma dominante.

-Mi turno- se pavoneó Samuel Hass antes de lanzarse al cuello del niño y recorrerlo con sus besos ansiosos y sus colmillos, que se clavaban en la piel de forma cuidadosa con el objetivo de arrancar pequeño gemidos por parte de Aaron, quien simplemente se dejaba hacer mientras las manos del vampiro recorrían su ropa acariciando su fino cuerpo.

- Siempre me besas y me acaricias mucho...- musitó el humano dejando escapar livianos suspiros mientras sus palabras se verificaban mediante las acciones del vampiro, quien con una mano apartaba el cuello de su camiseta para hacerse espacio en las sabrosas clavículas y con la otra tallaba su espalda, pasando con sus largos dedos por la columna y la nuca del chico, erizando todo el vello de su piel.- y-y yo nunca hago nada...- siguió hablando el menor, después de una larga pausa que necesitó pues se quedaba sin aire cada vez que la carnosa lengua del vampiro se aplastaba contra su piel y la humedecía. Era suave y lenta y se movía despacio, como queriendo saborearlo.

- ¿Y?- cuestionó el vampiro con un tono divertido pero ronco, echando su gélido aliento en la nuca del menor antes de besarla y ascender por su mandíbula, besándola con cuidado también, para acceder a sus mejillas y pómulos.

- ¿N-No te molesta que siempre tengas que hacerlo tu todo?- preguntó el chiquillo con cierta vergüenza, si el vampiro respondía afirmativamente recaería sobre él la responsabilidad de excitar al vampiro con sus propias acciones en vez de con su sumisión, cosa que jamás había intentado.

- No, a mi me gusta tener el control, mandar- afirmó su amo al que ya no podía nombrar, por orden suya, como lo que era.- Pero si tu quieres probar, intentémoslo- sonrió cínicamente, sabiendo que Aaron estaba demasiado asustado por llevar la iniciativa.

La imagen de Aaron desnudando y besando a Samuel, con manos y labios temblorosos y tímidos, recorrió fugazmente la imaginación del vampiro, haciéndole sentir una electrizante curiosidad por saber si aquello sería tan divertido y tierno como se presentaba en su mente.

Tomó al menor de las caderas y lo alzó para imponer más respeto en él, siempre le gustaba ver la forma tímida en la que las piernas del menor se enroscaban en su cintura mientras Aaron se sentía nervioso y manipulado.

Lo aventó a la cama con fuerza y subió a ella junto a su pequeña amante mortal, sinceramente le resultó extraño no gatear sobre él como de costumbre para dominarlo, pero aquello sería interesante. Al fin y al cabo siempre se tenían que probar cosas nuevas.

El vampiro se tumbó bocarriba en la cama y cruzó las piernas cómodamente, también cruzó sus brazos, pero estos se situaron tras su cabellera rubia y el vampiro cerró los ojos a la par que sonreía burlonamente, su cuerpo había adoptado una postura despreocupada, pero su rostro reflejaba una expresión ciertamente maliciosa.

Aaron no comprendió bien su cometido hasta que el vampiro extendió una mano para señalar su regazo y la devolvió a la parte trasera de su cabeza, acomodándose de nuevo.

El humano sacudió la cabeza deshaciéndose de todas las inseguridades que, obviamente, seguían allí y se acercó al vampiro, parecía que estuviese durmiendo si se exceptuaba esa sonrisilla maligna que dejaba entrever sus colmillos.

Su piel se erizó cuando puso sus piernas a los lados de la cadera del vampiro y se sentó justo encima de su entrepierna. Le avergonzó tener que abrir tanto sus delgadas piernecillas para sentarse sobre el vampiro, pero la diferencia de tamaños era realmente notoria, incluso Samuel la consideraba cómica pues a veces se veía a si mismo como a un león con un precioso gatito.

Aaron se acomodó y suspiró algo avergonzado.

- Deja de reirte de mi y dime que tengo que hacer, no seas malo- Recriminó el pequeño con una pequeña mueca de inconformidad y cruzando los brazos, Samuel le sonrió divertido al verlo enfrentarse a él.

- No se, cuando yo hago cosas tu nunca dices que debo hacer- se burló un poco, molestando demasiado a su pequeño, quien enrojeció al instante por su comentario- Haz lo que tu quieras- dijo el vampiro sonriendo y dejando caer sus dos brazos sobre su cabeza de forma exageradamente dramática, como si se entregase a una muerte segura.

Aaron sonrió un poco ante las tonterías del vampiro y se decidió a intentar tomar la iniciativa, tal y como su vampiro le había ofrecido.

Comenzó apoyando sus manos en el robusto pecho de Samuel y descendiendo para besarle los labios, aunque sus colmillos afilados y peligrosos hicieron que el muchacho fuese algo más despacio en su camino.

Por fin Aaron llegó a besar los labios de Samuel, pero no lo hizo de la misma manera en que el vampiro se lo hacía a él, sino que simplemente dejaba en su voraz boca pequeños besitos que apenas lograban saciar su apetito. Samuel sonreía mientras el menor lo besaba con ternura, sus labios temblaban tal y como había imaginado.

Después el chico se envalentono y comenzó a besar las mejillas de Samuel, que a diferencia de las suyas, pinchaban por una ligera y varonil barba que las cubría. El pequeño se sintió bastante emocionado al estar besando a Samuel de esa forma y tuvo la osadía de bajar por el ancho cuello del vampiro con sus tiernos y pequeños besitos.

Samuel deseaba agarrar a Aaron del cuello y estamparlo contra la cama duramente mientras le mordisqueaba todo el cuerpo, no soportaba estarse quieto teniendo a su pequeño tan predispuesto, pero por otra parte quería ver hasta dónde sería capaz de llegar el menor.

Aaron comenzaba a sentirse extraño, estaba muy nervioso y por su mente no paraban de pasar imágenes en las que Samuel se levantaba bruscamente y se lo comía a besos, pero sabía bien que eso no pasaría.


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