Samuel por su parte tenía bien claro que salvar a Aaron era solo una de las miles de cosas que debía hacer para ganarse su amor y poder ser libre por fin del odio que creía que el menor le dedicaba, estaba convencido de que aún le faltaba un largo camino para llegar al perdón y para eliminar todos los rencores de ese chiquillo, pero aunque el camino estuviese lleno de brasas ardiendo y cristales punzantes él lo recorrería sin dudar un segundo, al igual que ahora no dudaba en pasear sus manos por el rostro y cuello del chico y por su espalda, tallando su piel con suaves caricias mientras sus labios fieros y su lengua predispuesta repetía ese mismo trabajo pero en la pequeña e inexperta boca que le acogía y le pedía su atención con timidez y algo de miedo.
El aire escaseaba, al menos para Aaron pues el sí necesitaba respirar, así que el vampiro se separó algo resignado pero completamente satisfecho de los pequeño belfos acalorado y observó el rostro del chiquillo, algo mojado por el sudor y totalmente acalorado en sus mejillas y labios, que ahora el menor repasaba con sus propios dedos acompañados de una mueca de incredulidad.
-¿Qué pasa pequeñajo?- preguntó Samuel burlón observando al chico, aún con cara de sorpresa mientras lo miraba a los ojos.
- B-Besas muy bien... bueno, yo no he besado a nadie más c-como para comparar, pero creo que lo haces muy bien- dijo el chiquillo sonrojándose mientras se tapaba la cara sin saber expresarse bien, bajo la sonrisa colmilluda del vampiro creyó haber parecido imbécil- O-Olvídalo... parezco tonto- dijo el chico en un murmullo mientras desviaba su vista hasta la mesa encontrándose con una vendeja rebosante de alimentos que despertó su enorme apetito haciendo que sus tripas rugiesen como el león hambriento que Aaron se sentía en ese momento.
Aaron volvió a taparse su roja cara con ambas manos tras el enorme ruido que ocasionó su tan pequeño estómago, era vergonzoso a más no poder.
- Te he preparado algo de comer- dijo Samuel emocionado y con una enorme sonrisa en la cara mientras nombraba los alimentos.- Charlotte dijo que cuando estaba enferma su abuela le preparaba sopas, así que he hecho una para ti y también te he hecho algo de carne a la plancha, no se cocinar muy bien, pero eso es algo sencillo- explicó poniendo los platos en el regazo del meno mientras este se incorporaba para apoyar su espalda en el cabecero.
Una ligera risa escapó de sus labios al pensar que ahora el hombre que lo había molido a golpes y violado le preparaba sopitas como si fuese una madre cuidado a su hijo. Samuel se percató de esa risa en el menor y, sabiendo el porqué de esta se sintió ridículo, pero siguió hablando- y también te he comprado una tarta, a los humanos os gustan las cosas dulces ¿verdad?- dijo poniendo finalmente sobre su regazo un pequeño pastel de limón y nata que tenía unos colores suaves y acaramelados, desde luego tenía muy buena pinta ¿De dónde había sacado eso?
- G-Gracias- dijo el chico contemplando todos esos alimentos y sonriendo avergonzado ¿de verdad el vampiro se había tomado tantas molestias por él? Con un silencio un tanto incómodo comenzó a comer mientras el vampiro lo observaba sonriendo ligeramente y lamiéndose los labios mientras miraba los labios, cuello y el cuerpo, del pequeño chico, imaginando cosas indecentes que mejor debía guardarse para él.
- ¿Cómo es comer?- preguntó Samuel sorprendiendo al pequeño que ya terminaba con la sopa, dejando el bol vacío en el buró mientras comenzaba a probar la carne a la plancha- Hace tanto que ya ni me acuerdo como se sentía.- explicó dejando ir una pequeña risa mientras el humano masticaba y tragaba la carne seca.
- Es... la verdad es que no se explicarlo- dijo el chico dándose cuenta de que algo tan normal y usual como comer o beber, algo que hacía y vivía diariamente era difícil de expresar con palabras, era como preguntarse qué se siente al respirar- Supongo que es parecido a beber sangre pero con cosas más sólidas y con más sabores- dijo el niño intentando dar un ejemplo válido, aunque se sintió un poco tonto al ver como el vampiro se descojonaba de la risa mientras chocaba la palma de su mano contra su rostro.
- Cariño, beber sangre y comer no son cosas para nada parecidas- dijo el vampiro aún riendo y sintiéndose orgulloso de ver como el menor se sonrojaba tiernamente ante ese apelativo cariñoso, se ruborizaba con facilidad y a los pocos segundos de oír eso se puso al nervioso, pero Samuel logró calmarlo con su cálida y viril voz- Beber sangre es como una droga, mil veces mejor que comer un manjar. Lo que se siente al beber sangre creo que incluso se puede comparar con un orgasmo, aunque es un placer muy distinto- el menor casi escupió la carne y se atragantó un poco con ella al escuchar esa palabra grosera, pues ciertamente era bastante mojigato.- Y hay más sabores de sangre que de comida humana, cada persona tiene un sabor distinto- dijo el vampiro ante el que ahora parecía su atento alumno. Aaron dejó el plato de la carne, apenas manchado, en la mesita junto al cuchillo y el tenedor, tomando ese postre dulce que tantas ganas tenía de probar.
- ¿Y mi sangre como sabe? Es decir ¿es amarga o algo así?- preguntó el chiquillo algo confiado, sintiéndose cómodo con esa conversación aunque el tema a tratar fuese un tema tabú para los humanos que se encontraban cerca de los vampiros.
Tomó una pequeña cucharada de aquel pequeño y claro pastel y sus papilas gustativas se estremecieron del gusto al probar algo tan cremoso y dulce como la nata en sintonía con el poco ácido limón, que le daba un gusto fuerte pero apetitoso al dulce.
- Es muy dulce, muchísimo, pero tiene un toque picante que me encanta.- explico viendo como el menor seguía comiéndose el dulce pastel mientras lo miraba y escuchaba atentamente, con cierta curiosidad en su mirada.
Tomando una cucharada de nata Aaron se manchó sin querer la punta de su nariz y Samuel le sonrió enternecido mientras recogía la nata del lugar con su dedo índice y lo acercaba con cariño a los labios del menor, que sonrojado usó el dedo del vampiro como cuchara para tomar aquella nata, lo lamió deprisa pues se sentía avergonzado, pero eso se intensificó cuando Samuel lamió con lentitud el lugar donde él había pasado su lengua.
La mirada del chico se tornó tímida y este apartó su rostro de los ojos del vampiro, aquello le había parecido endemoniadamente sexy, pero tener esos pensamientos le resultaba demasiado impuro, era vergonzoso imaginarse aquello que Aaron estaba recreando en su mente, y la verdad es que simplemente se estaba imaginando siendo besado de nuevo.
Samuel le sonrió de nuevo y le quitó el plato con los restos de la pequeña tarta para ponerlo en el buró junto a la cuchara y el resto de platos y cubiertos, una vez el regazo del menor estuvo libre, Samuel tomó la manta y lo destapó por completo. Lo había vestido con unos shorts tejanos y una camisa blanca que le iba algo holgada, pero igualmente a ese crío todo le quedaba bien.
Se acercó sigiloso y rápido como un felino acabando frente al rostro del chiquillo, que se iluminó sabiendo que sus pensamientos se harían realidad de nuevo, la verdad es que necesitaba ser besado y lo necesitaba más que nada.
Era increíble el cambio que había generado en Samuel, haciendo que pasase de ser un hombre escondido tras una coraza de sádico que lo golpeaba por solo hablar sin permiso a convertirlo en alguien libre sin miedo a expresar que era capaz de sentir algo más que odio o satisfacción por la tortura.
Aaron había librado a Samuel de la capa de maldad putrefacta en la que se escondía por el miedo a parecer débil, y ahora Samuel Hass se lo debía todo a Aaron Santorski ¿Cómo devolverle el favor a alguien que apenas tenía nada y que lo único que le quedaba se lo arrebataste?
Todo, todo y absolutamente todo lo que gracias a Aaron, Samuel ya no tenía que esconder, todo ese amor y esa pasión, todo ese cariño y esa ansia por proteger y cuidar, incluso todos esos celos y posesividad, todo lo colmaría en Aaron, llenándolo.
Samuel se encontraba ya tan cerca de la boca del menor que no pudo evitar morderse el labio cuando el chiquillo lo hizo de forma nerviosa. Sin poder evitarlo sus colmillos crecieron de golpe y sus ojos cambiaron de color, revelando el tan fiero carmesí, pero sin intenciones de comerse al chico así como sus instintos le pedían que hiciese, pues su aspecto se revelaba sin poder remediarlo cuando estaba cerca de algo que tanto deseaba como Aaron, quien se asustó de inmediato tomando aire con rapidez y tratando de apartarse del vampiro, pero este lo sujetó del cuello sin mucha delicadeza, el pobre no sabía muy bien cómo comportarse de forma dulce con su muchachito.
- No, no. No te asustes- dijo Samuel sacando su mano del menudo y tembloroso cuello una vez estuvo seguro de que el chico no huiría, más por miedo que por confianza.
- P-Pero tus colmillos y tus ojos...- musitó asustado señalando a los terroríficos elementos del rostro del otro que solo le daban un aspecto más dominante, incluso tenían algún punto morboso, pero a Aaron más bien le causaban pánico.- ¿t-te pasa eso cuando estás enfadado?- preguntó el chiquillo aterrado, después del tiempo que pasó con Iván y tras recordar lo que Samuel era capaz de hacer, el menor había perdido confianza y algo de valentía.
- Sí, pero este no es el caso. Me pasa cuando estoy cerca de ti porque hueles muy bien y me dan ganas de comerte- susurró sensualmente mientras el menor se tapaba el cuello de nuevo con ambas manos, evitando así que el vampiro ante él ''se lo comiese''- no me refiero a comerte solo de ese modo- dijo Samuel apartando las manos del chiquillo de su cuello para substituirlas por dulces besos que se la clavícula y la yugular pasaron al mentón y después a los labios del joven.
Al principio lo besaba lento y dulce, tomando los labios del más pequeño y acariciándolos con los suyos, después los besos se tornaron más voraces, casi parecía que literalmente le comiese la boca, de forma desesperada engullía esos labios y le pedía permiso para entrar lamiéndoselos lentamente, una y otra vez hasta que su lengua se metió en la boquita ajena, primero acarició la punta de la otra, queriendo despertarla, y después comenzó a explorar esa húmeda cavidad, todos los lugares, despacio y pasando una y otra vez por todos los sitios mientras también lamía la lengua del que no sabía cómo corresponder.
Aaron ahora estaba con sus piernas enrolladas en la cintura del vampiro nuevamente, pero esta vez no había sido él quien las había puesto así sino que el vampiro lo había tomado por los muslos obligándolo a hacer eso, mientras lo besaba se iba incorporando poco a poco, cargando al chico que tardó en darse cuenta de que estaba aferrado a Samu y que este estaba de pie, porque estaba tan sumido a los besos de su amo que apenas podía pensar en nada más. Lo besaba rápido y de forma demandante, un tanto sofocante, pero siempre muy caliente, y él se abrumaba sin saber que hacer desde su inexperiencia, dándole como respuesta un par de movimientos dulces y tranquilos con su lengua.
Samuel comenzó a andar una vez el beso se detuvo y el chiquillo se aferró a su cuello con las manos para no caer, se sentía de nuevo avergonzado por la posición en la que estaba y por el hecho de las manos del vampiro le sostenían para que no se cayese, primero estas estaban bajo sus muslos, pero con lentitud y para mayor comodidad y satisfacción del vampiro, este deslizó sus manos hasta el trasero del muchachito.
-¿A dónde vamos?- preguntó Aaron mientras el vampiro atravesaba el salón, dirigiéndose claramente a la puerta de salida.
- Saldremos un rato a pasear, nada de fiestas- explicó con una voz calmada, pero la piel del chiquillo se erizó- necesitas que te de un poco el aire- continuó, pero el chico lo detuvo gritando y moviéndose cual animal aterrorizado en sus brazos, casi cayendo de no ser porque Samuel lo sostuvo de la cintura.
- ¡No quiero! ¡Me quiero quedar aquí, no voy a salir!- chilló desesperado, calmándose inmediatamente al ver que el vampiro se frenaba en seco, examinándolo con curiosidad mientras él temblaba y lo tomaba con fuerza de las mangas de la camisa, arrugándolas.
- Hace unos días me rogabas por salir ¿Qué pasa ahora?- preguntó tranquilo dejándolo en el suelo algo separado de él, pero el pequeño corrió asustado y desprotegido a abrazarse al brazo de Samuel.
- Cuando salimos Iván me llevó con él, no quiero que vuelva a pasar. Aquí estoy seguro- explicó con la voz temblorosa mientras sus brazos de apretaban contra el de Samuel.
- Aaron, Iván está muerto, lo he matado con mis propias manos- dijo con un tono algo cruel y totalmente sombrío- Y esta vez nadie te pondrá un dedo encima, confía en mí. Yo no soy él Samuel Hass que conociste, yo te voy a proteger- dijo con buena fe acariciando los cabellos del muchacho mientras este se separaba lentamente de su brazo, dejando de apretarlo hasta el punto de cortarle la circulación (si es que hubiese tenido, pues Samuel estaba muerto), pero aún así no se soltó de la manga de la camiseta de Samuel, la cogía con fuerza arrugándola en su puño como un crío pequeño con miedo a perderse en el supermercado
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