- ¿Cómo que equivocado?- decía Samuel hablando por teléfono, sentado en la orilla de la cama mientras el sonido de su voz despertaba al menor, quien por suerte no sentía su cuerpo demasiado dolorido, el vampiro lo había tratado muy bien y la única parte de su cuerpo que sí dolía horrores era su entrada trasera.
- Si no son sedantes, entonces... ¿Qué me distes?- preguntó el vampiro ciertamente aturdido dando a entender que el contenido de la caja sobre el buró no era lo él había pedido.- Yo no quiero eso para nada ¿Cuándo tardarás en traérmelos?-Aaron se frotó los ojos mientras se situaba en la conversación- ¿Qué? No puedo esperar tanto, tengo hambre y mucha-dijo en un tono rabioso, conteniéndose para no gritar pensando que su humano seguía dormido- Pues no, no puedo morderlo así, no quiero hacerle daño- Aaron comenzó a acercársele por detrás al vampiro notando que estaba muy alterado y queriendo calmarlo.-¡Ya sé que es un simple humano!- gritó y por ello el menor retrocedió durante unos instantes.- Pues sí, me importa- con cuidado y cautela Aaron colocó una de sus manos en los hombros del vampiro, fue demasiado silencioso y logró sobresaltar al ahora enfadado vampiro, que ante ese contacto se giró de golpe, alerta y apresando con fuerza la muñeca del muchacho.
Mostrando sus grandes colmillos y ojos rojos intentó asustar a quien se osaba a molestarle, pero pronto vio esa mirada azul cristalina llena de temor.
- Perdón- dijo Samuel relajando la mueca en su rostro y soltando la muñeca del chiquillo para tomarlo de la mano con cariño- Tú tráelos cuando puedas y deja de meterte en mi vida, es cosa mía lo que haga con el humano- ordenó por último al teléfono antes de colgar- ¿Te he asustado?- preguntó arrepentido dirigiéndose al menor.
- S-Sí... ¿Ha pasado algo?- Cuestionó el chico pensando en la conversación que había oído, a medias, segundos atrás.
- Mi amigo me dio mal las medicinas y no puedo dormirte para morderte, pero me muero de hambre- dijo el vampiro con la mirada en el techo de la habitación y una mano en su frente, subiendo para despeinar sus cabellos mientras bufaba con indignación.- Tendré que aguantar unos días más sin alimentarme- recriminó el viejo vampiro sabiendo que el aludido no se encontraba ahí, pero aún así rugió de rabia mientras pronunciaba, lento, la última palabra de su intervención.
Aaron pensó rápido y tubo una idea, quizás no la mejor pero sí las más práctica y satisfactoria para su amo.
Se acercó algo asustado al vampiro y cuando recibió toda la atención posible de esos ojos oscuros, tomó el borde del cuello de su camiseta y estiró hacia abajo con una mano mientras que con la otra desabrochaba su collar zafiro y más tarde, una vez lo hubo dejado sobre la almohada, retiraba su pelo de la blanca piel, exponiendo su vulnerable cuello ante un vampiro hambriento.
- U-Usa solo los colmillos, por favor- dijo bajito mientras ofrecía su cuello al vampiro, la voz le temblaba y todo su cuerpo hacía exactamente lo mismo, pero en parte se lo debía, Samuel podría haber hecho con él lo que le viniese en gana y ahora se estaba portando como todo un galán así que ¿Por qué no agradecérselo?
Ladeó la cabeza con miedo dejando que su yugular exquisitamente recubierta por una piel nívea llena de chupetones de la noche anterior se mostrase sin barreras, sin nada que la salvase del mordisco.
- Eres una dulzura- musitó Samuel en un tono tan bajo que el menor no supo si había oído bien. Tomó el cuello del pequeño como quien toma una copa y está dispuesto a bebérsela de una sola sentada, pero en vez de eso lo besó fugazmente antes de que su mano se arrastrase hasta las caderas del humano y lo impulsasen hasta hacerlo quedar sobre el regazo del señor Hass.
Aaron cerró los ojos y tomó aire mientras el vampiro miraba embobado su cuello, se mordía el labio y después lo lamía, deseoso ante la idea de comerse a ese niño que se entregaba por propia voluntad.
-Morderé cuidadosamente, intenta no gritar demasiado ¿vale?- dijo el vampiro abriendo la boca un poco para mostrar sus caninos crecientes, tan poderosamente afilados.
De forma rápida y sin dejar que el chiquillo respondiese a la pregunta, estos se clavaron con ímpetu en su cuello y pronto el humano desobedeció la petición del vampiro, aunque realmente deseaba acatarla. Chilló lo más alto que pudo porque esta vez el mordisco era solo con los dos colmillos y por tanto no perdería la conciencia, pero notar como esas armas filosas se hundían en la suave piel de su garganta lo estaba matando, era como si a cada segundo estuviesen más y más adentro, sentía como si le hubiesen arrancado la piel y estuviesen acariciando la herida con un cuchillo.
Era horriblemente doloroso, pero al cabo de un rato ya estaba lamiendo el dedo herido del vampiro en busca de la curación, que fue inmediata, de sus heridas.
-Qué alivio- dijo el pequeñajo limpiándose de los labios unas escasas gotas de sangre inmortal no sin cierta repugnancia mientras soltaba un bufido de liberación- dolía tanto- confesó con la mirada gacha aún sobre las musculosas piernas del vampiro.
- ¿Quieres que te lo compense de alguna forma?- preguntó el vampiro colocando su mano en el muslo izquierdo del chico, acariciando levemente y sonriendo de forma pícara, claramente usó un tono amable pero no sin cierto toque de promiscuidad en él.
El chico negó casi horrorizado al ver la facilidad que tenía el vampiro para pretender hacer que fuese más promiscuo y desvergonzado, se sentía avergonzado ante la pequeña excitación que había surgido al imaginar las posibilidades que abarcaría la mente del vampiro ante su propia pregunta.
Sin aviso previo el vampiro se abalanzó hasta su cuello para depositar un casto beso maravillado por la inocente ingenuidad de su chiquitín.
- M-Me gusta cuando me besas el cuello- se aventuró a admitir el humano tomando aire y preparándose para rebatir lo que el mismo acababa de decir pues pensó que había sido una mala idea, el vampiro rió enternecido mientras aún se hallaba sorprendido por lo que Aaron acababa de contarle ¿Acaso estaba pidiendo que le comiese el cuello a besos? Fuese así o no, Samuel lo haría.- Es agradable, p-pero solo si sé que no me vas a morder- continuó sabiendo que ofrecerle su cuello a un vampiro sería algo fácilmente malinterpretado y, además, casi un acto suicida.
Samuel sonrió notando que el chiquillo se sentía entre ansioso, liberado y asustado por estar sincerándose con él acerca de lo que poco experimentado cuerpo sentía, porque bastante era ya para Aaron el hecho de tener que asimilar lo que sentía, notaba y deseaba como para contárselo al vampiro de primeras. Realmente le había sentado bien decir eso, él nunca había sido un chico mentiroso ni callado así que siempre hablaba por los codos diciendo todo lo que pensaba, jamás mentía y casi nunca ocultaba cosas, más que nada porque era un buen chico y aquello le costaba bastante, se sentía mal al no decir la verdad, pero ahora, una vez la dijo, se sintió un tanto extraño quizás por el tema de conversación que había iniciado, pero realmente era reconfortante poder decir lo que quisiese sin tapujos ni miedos.
Con rápido movimiento Samuel tomó al pequeño y lo dejó bocarriba en la cama, sus ojos sorprendidos veían la silueta del vampiro sobre él, haciendo que estuviese a su total merced, y las pequeñas muñecas del menor fueron azotadas a los lados de su cabeza una vez las manos del más varonil las encerraron rudamente. Samuel sonrió de lado al haber dominado con tanta facilidad al menor, asustándolo un poco, pero pronto supo que el chiquillo había entendido sus intenciones pues giró ligeramente la cabeza, ladeo el cuello y elevó su rostro.
El cuello del adolescente era suyo, todo suyo.
- Vaya, vaya, el niño quiere mimitos- se burló Samuel poniendo una voz socarrona y sonriendo con algo de saña mientras el menor, inmóvil, se ponía rojo de la vergüenza a la vez que sus músculos se contraían por el miedo a la humillación. Samuel rió de nuevo, su grave voz carcajeante era entre tétrica y cálida, pero al humano le hizo sentir un escalofrío placentero. A Aaron le gustaba más Samuel de lo que quería admitir.
Bajó lentamente a su cuello, tal y como Aaron casi le había pedido con su comprometida y demandante confesión. Ese cuello exquisito se mostraba ante él, suave, tierno, dulce y completamente suyo; lo podría destrozar a mordiscos o lamerlo acojonando al chiquillo, lo podía encerrar en su puño hasta sentir la asfixia del otro recaer en su conciencia, lo podía partir, pero esa noche solo lo besaría.
Y eso hizo, sus labios se depositaban con cuidado y succionaban un poco dejando leves marquitas, su boca se pegaba la nívea piel causando suspiros y gemidos muy poco audibles, el chiquillo movía sus manos, nervioso, aunque estuviesen apresadas, y se mordía el labio por el placer. Su piel estaba erizada y hormigueaba bajo los besos de Samuel, que subían y bajaban desde detrás de su oreja, pasando por la sensible zona situada sobre la yugular, hasta llegar a las clavículas, donde mordía sin remordimientos, escuchando sonidos escapar de la dulce boquita del mortal.
Aaron comenzó a pensar lo poco que su mente inundada en placer le permitió, sabiendo que él lo pasaba tan bien al ser besado en una zona tan sensible como era para él el cuello, creyó que quizás el vampiro también necesitaría sentirse de ese mismo modo, experimentar ese placer, aunque la idea era pésima y el chico no estaba del todo como para pensar con lógica.
Se irguió un poquito dejando un molesto espacio entre su cuello y la boca colmilluda de Samuel, cuyo gélido y ancho cuello, cubierto por una muy ligera barba, fue besado efímeramente por el menor. Samuel sintió cierta excitación al ver la inexperiencia del chiquillo al ser tan atrevido y tener el valor suficiente como para creer que podría llevar las riendas en algún momento.
Samuel liberó las manos del chico y pronto lo tomó del cuello y lo azotó violentamente de vuelta contra el colchón, mostrando ahora aún más dominante.
- Aquí los besos los doy yo- remarcó el inmortal mientras sus ojos se tornaban de un color sangriento y sus colmillos crecían en su boca al igual que lo harían en las de un neófito hambriento ante semejante presa a la que degustar.
- P-Perdón- se disculpó el chiquillo siendo besado de nuevo, ahora eran besos violentos que le encendían y le asustaban, succionaban muy fuerte su piel y no la soltaban hasta dejarla roja en el mejor de los casos, pues en el peor su piel era mordisqueada feroz pero moderadamente.
- No te disculpes- sonrió el mayor antes de seguir besando al chico con dulzura. Había cambiado tanto, ahora sus labios besaban con ternura en vez de solo esconder unos colmillos que Aaron temía, y sus manos, lejos de golpear su cuerpo, lo acariciaban y mimaban, y sus palabras... sus palabras ya no eran de odio o desprecio, ahora incluso se veía una ligera obsesión, un desespero por ser correspondido.
Entre una cosa y la otra la noche pasó más rápido de lo que ambos pudieron imaginar. Besos, caricias, mordisquitos y algunas sonrisas adornaron a Aaron mientras se hacía tarde hasta el punto de que ambos tuvieron que irse a dormir, y la noche siguiente sería también especial.
Nada más despertar Aaron se encontró con el bello rostro de su depredador, mirándolo mientras acariciaba su cabello.
-¿P-Puedo salir a pasear hoy?- preguntó el muchachito deseando tomar algo de aire fresco para llenar sus pulmones con la helada brisa nocturna.
El vampiro lo miró pensativo unos segundos pero se rindió ante los ojos marinos mientras el chico se volvía a abrochar su collar azul.
-De acuerdo, pero iré contigo- dijo Samuel sabiendo que realmente era un gran avance el hecho de que su chico ya no temiese estar fuera de esa casa, expuesto ante un mundo que el chiquillo veía aún más cruel de lo que era.- ¿Te gustaría ir a la playa?- Los ojos de Aaron se abrieron al instante e incluso curvó un poco su boca preparando su risa para una broma tan pésima.
- ¿Hablas enserio?- preguntó el muchachito con los ojos y la boca desencajados de su lugar, sorprendido e impresionado ante la sincera y divertida afirmación de Samuel.
La idea de un vampiro en la playa le resultó tan cómica a Aaron que tuvo que contenerse para no reír a carcajadas delante del amable Samuel Hass.
-Hace tiempo dijiste que te gustaba la playa, así que he pensado que podría llevarte esta noche.- Aaron sonrió entusiasmado por la idea y entonces Samuel supo que había hecho bien proponiendo aquello.
Observó de arriba abajo el cuerpo menudo del menor y se relamió imaginándolo bañado en la fría agua marina, ante la luz de la luna llena incluso vería la sal y la arena adheridas a su cuerpo y ensuciando su piel, haciéndolo aún más imperfecto y por ello más bello y natural.
- Hace años que no iba...- admitió el chaval algo avergonzado al ver los ojos del vampiro clavarse como estacas sobre todo su cuerpo, siempre le incomodaba que lo mirase con tanto detalle, pero poco a poco se acostumbraba al carácter excéntrico del chupasangres- ¿t-tú has ido alguna vez?- preguntó el pequeñajo mientras se acercaba un poco más la depredador, sentándose a su lado en la orilla de la cama mientras se frotaba los ojos recién levantado.
- La verdad es que no, o al menos no lo recuerdo- admitió con una ligera sonrisa ¿Cómo un sitio tan común y normal como una playa podía convertirse en algo tan emocionante de visitar si Aaron estaba en ella?- Venga, vamos- lo animó el vampiro tomándolo de la cintura para levantarlo de la cama, claramente el chico no iba bien preparado para ir pues vestía solo una camisa ancha, unos bóxers y unos deliciosos pantaloncitos cortos que descubrían sus piernas.
Ni si quiera tenía calzado por no mencionar que no llevaba ropa de recambio ni bañador, tampoco traía una toalla para secarse, ni crema solar o sombrilla, pero eso último no lo necesitaría a esas horas.
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