El tacto de sus labios

 Aaron estaba nervioso y era obvio que ese silencio, que se había formado mientras el vampiro lo observaba de arriba abajo dándose cuenta que no tardaría mucho en caer rendido a los pies del humanito, le resultó incómodo a más no poder y Samuel se percató de ello y se levantó haciendo que el chico se incorporase también y después fue a sentarse al sofá, atrayendo al pequeño hacia él con unos no muy delicados tirones de su muñeca.

A posta sentó al chico allí y después él se puso a su lado, pensando que quizás así el humano estaría más cómodo y sería más agradecido, quizás lo odiara menos o se mostrase más suelto.

- ¿Aún te sientes mareado?- preguntó Samuel, como quien no quiere la cosa y con el único fin de poder entablar una conversación, se sintió un poco envidioso sabiendo que su amigo Jason y aquel adorable humano hemofílico nunca se quedaban sin temas de conversación, cotorreando sin parar ¿Por qué se le venían esos dos a la cabeza? ¿Y porque sentía envidia de su situación?

- S-Sí, pero no es por la anestesia, es más por la falta de sangre, amo.- explicó el chico de forma tímida y simplona cortando la conversación, aunque su intención no había sido sonar tajante o frío.

- Quizás he bebido demasiado, es difícil controlarse cuando no opones resistencia- Se regodeó el vampiro recordando como el cuerpo indefenso y totalmente flácido del chiquillo dormido se había movido en sus manos a su total antojo, habría podido hacer lo que quisiera con el chico, porque esa pequeña resistencia que le encantaba pero a la vez e molestaba ligeramente, había desaparecido, como si la aguja se la hubiese llevado, como si en vez de inyectar el calmante en sus venas, hubiese extraído de ellas toda la oposición del pequeño- Incluso me dieron ganas de besarte- rio un poco el vampiro, aunque en su último momento esa risa dejó de ser tierna para tornarse amarga ante el recuerdo de que Aaron lo odiaba, o al menos eso decía.

El pequeño tocó sus labios incrédulo, habiendo entendido mal el mensaje.

- Tranquilo, no te he robado tu primer beso- y pensó que después de todo, después de tantos chupetones y lamidas eróticas en su cuello, después de tantos mordiscos salvajes en sus labios, después de haberle obligado a chupársela, después de habérselo follado, haberlo violado, después de todo no había hecho jamás algo tan simple y significativo como aquel gesto de cariño llamado beso.- Supongo que no querrás que tu primer beso te lo den mientras estás dormido- rio de nuevo, tratando de disimular la amargura y haciendo que los ojos del chiquillo brillasen un poco ante lo que iba a decir.

- Yo solo quiero que mi primer beso sea bonito- admitió subiendo sus pies al sofá, separándoles del suelo al que apenas llegaban para poder abrazarse a sus piernas, escondiendo entre estas su rostro avergonzado por su pequeña y, a su parecer cursi, confesión.

- ¿Y cómo sería un primer beso bonito?- preguntó Samuel algo intrigado por aquello, pero más que nada enternecido por aquella afirmación tan demandante de cariño del chiquillo, parecían tan solo y asustado, darle aquello que pedía no sería tan difícil, aunque para Samuel la palabra ''bonito'' no era más que un montón de letras sin significado aparente en su vida.

- Nunca me han besado ¿Cómo se supone que lo voy a saber?- preguntó el chico inocentemente elevando su cabeza, de nuevo moviendo sus ojos cerca de la mirada de Samuel, durante pequeños segundos se atrevió a cruzarlas, viendo en ella los ojos de una persona, y aunque rojos y amenazantes ya no eran fríos como dos grandes bolas de cristal tintadas, ahora sí parecían mirar con algo que no era odio. Se preguntó si el tema de conversación era el adecuado para hablar con Samuel, pero de todos modos él le haría lo que quisiese, hablasen de ello o no, así que no estaba de más intentar hablar con él, aunque fuese por crear una falsa sensación de seguridad o confianza.

- Tienes razón- rio el vampiro pasando su mano por el cabello negro del chico, lo acarició un poco, lentamente y haciendo que Aaron se sintiese como un gato con ganas de ronronear para pedir más mimos, con un movimiento no tan notorio como a Samuel le pareció, este acortó las distancias entre él y su pequeñas mascota humana y Aaron se percató, pero aunque su cuerpo temblaba como una gelatina no se movió ni un poco, porque por primera vez no veía amenaza en los gestos del vampiro.- ¿Tú crees que alguien que odias puede darte un primer beso bonito?- preguntó Samuel abalanzándose ligeramente sobre el chico, haciendo que este pasase de estar sentado a estirado en el sofá, bajo un Samuel que poco a poco gateaba hasta él.

Al principio el chico se había asustado mucho, Samuel no era el tipo de persona que dice las cosas con tacto y había sido demasiado brusco al acercarse al pequeño tan rápido y lanzado, pero Aaron se había calmado poco después meditando esa pregunta mientras sus aliento cálido y temeroso, algo excitado por toda aquella situación, golpeaba prácticamente los labios del vampiro que no estaba a más de dos centímetros de su cara.

La pregunta sonaba estúpida, y Aaron supo que cualquier persona habría respondido un ''NO'' irrefutable sin apenas pensárselo porque ¿Quién puede disfrutar de los labios de alguien que odia? Pero una respuesta que diese paso a ese beso tan imaginado por Aaron no sería tan mala idea. Si Samuel le había hecho sentir tan bien con aquellos abrazos que en momentos de ansiedad, miedo y depresión le había proporcionado ¿En que se diferenciaba eso de un beso? Un contacto piel con piel, íntimo y, al fin y al cabo, cariñoso. Era cierto que Aaron odiaba a Samuel, o al menos al Samuel de sus recuerdos que lo agredía y violaba, pero estaba dispuesto a dejar de hacer siempre y cuando ese vampiro se lo ganase y un buen primer beso serian muchos puntos a favor del perdón de Aaron, quizás Samuel fuese un inexperto en eso de ser bueno, cariñoso o romántico, pero parecía que por el momento no la estaba cagando demasiado.

- N-No... no lo sé- admitió el chico, dejando claro que no se negaría a darle una segunda oportunidad a Samuel para arreglarlo todo, una oportunidad en la que no sería benevolente sino estricto y al mínimo fallo de su amo lo odiaría de nuevo, pero también dejó claro, con esa respuesta, que tampoco sería tan fácilmente accesible, no saltaría a sus brazos cada vez que viese y jamás sería el perfecto chico sumiso que el otro buscaba, Aaron quería tener voz y voto, derechos. Su posición, lejos de ser negativa era neutral, cosa que Samuel agradeció pues temió que el chico reaccionase con rabia y asco, pero ahora solo se veían un ligero miedo y mucha curiosidad en esos ojos.

- ¿Quieres que lo averigüemos?- preguntó Samuel, susurrando cada vez más y más cerca del pequeño, notaba su corazón agitarse cada vez que sus labios rozaban por ''accidente'' los del pequeño, tan dulce e inocente, el chico solo miraba a los labios del vampiro mientras estos se acercaban y alejaban tanteándolo, esperando una respuesta. Samuel estaba prácticamente echado encima suyo, su enorme y musculoso cuerpo aplastaba al pequeño y delgadito humano contra el sofá, dejándolo totalmente inmóvil y sin escapatoria mientras una de sus manos que se apoyaba cerca de la cabeza de Aaron descendió comenzando a acariciar su pelo nuevamente, tomando mechones entre los dedos y jugando con ellos mientras la otra mano tomaba la mejilla del chico y la acariciaba con cuidado, pasando el dedo pulgar también por esos labios que ahora se entreabrían, pero Aaron aún no había respondido- ¿Sí o no, Aaron?- y el simple hecho de escuchar su nombre en boca de aquel ser casi le hizo perder la cordura, caer desmayado y morir de un maldito infarto ¿Cómo podía algo sonar tan dulce viniendo de Samuel Hass?

-Sí- Dijo el pequeño y tragó saliva al ver esos enormes colmillos que el vampiro mostraba al sonreír. Notó que la mano que acariciaba su cabello bajaba a la otra mejilla para sostenerla con cuidado y acariciar su piel con los dedos, de una manera tan lenta y agradable que casi jadeó por aquella nueva experiencia, pero apenas los labios de Samuel quisieron aplastarse contra los suyos, un fuerte estruendo, no tan grandioso como el de un rayo, pero si comparable con un enorme golpe, sonó.

Tras el enorme ruido, que había hecho que Aaron se sobresaltase, tensándose bajo el enorme cuerpo que sintió ese estremeciendo sobre su fría piel, una voz chillona habló.

- ¡Samu!- Lo llamó la característica voz de Charlotte, quien esta vez lucía preocupada, pero sus ojos apenas divagaron por la estancia pues se encontró con esa imagen que Samuel y Aaron representaban y, boquiabierta, usó un tono mil veces más tímido- ¿I-Interrumpo algo?- preguntó algo asustada de haber hecho lo que precisamente acababa de hacer. Sabía lo mucho que le iba a costar a Samuel ser bueno con ese humano que lo completaba y le devolvía sus sentimientos mortales, y a juzgar por la manera tierna en que acariciaba sus mejillas Samuel estaba haciendo un torpe primer intento de comportarse gentilmente, intento que la pelirroja acababa de interrumpir.

- Iba darle su primer beso- admitió Samuel con altanería mientras el pequeño se sorprendió por aquello y abrió los ojos de par en par. El vampiro ni siquiera se había molestado en separase del pequeño, que a menos de un centímetro tenía el rostro de su amo. Charlotte sonrió ante esa confesión y soltó una risilla cuando el humano se tapó la cara con ambas manos por la vergüenza.- ¿Pasa algo?- preguntó después, no muy preocupado pues Charlotte siempre exageraba las situaciones y además no era muy de meterse en problemas.

- Nada, solo que después de lo de la fiesta de Iván me preocupé un poco y ayer por la noche no recibí noticias tuyas así que pensé que a lo mejor había pasado algo contigo o que Iván le había hecho daño a él- dijo señalando, como un niña pequeña en el zoo, al avergonzado Aaron, que comenzaba a acalorarse por tener al vampiro tan completamente encima.

- Le he pedido a Jason que vigile un poco a los contactos de Iván y me avise si planean algo, pero no creo que pase nada grave, quizás nos encontramos y volvamos a pelear, pero nada más allá de eso- dijo con algo de aburrimiento, fastidiado por la interrupción pero, en parte, se alegraba de ver a su amiga de nuevo.

- Bueno, entonces yo me... me voy...- dijo la chica algo cabizbaja y ligeramente sonrojada ¿Qué le pasaba? Avanzó lentamente, demasiado lentamente, hasta la puerta, y cuando la tuvo delante fue incapaz de abrirla y marcharse, sino que se giró y miró a Samuel a los ojos.- Samu...- dijo con timidez, como una niña pequeña que se ha portado mal pero ahora debe pedirle algo a sus padres, como un perro con el rabo entre las patas- ¿Puedo quedarme y mirar como os besáis?- preguntó la chica usando sus colmillitos para morderse el labio mientras sus manos estaban entrelazadas a su espalda, parecía incluso inocente.

- Eres una enferma pervertida- se rió Samuel quitándole importancia al asunto, pero se sorprendió al ver a Aaron debajo suyo asustado y con los ojos acuosos, sintiéndose humillado expuesto, la idea de que miraran como a un fenómeno de circo ya le hacía sentir denigrado, pero que le miraran mientras se besaba con otro le resultaba una idea horrible, la poca dignidad que le quedaba no le sería arrebatada así.- Una enferma pervertida que se va a ir ahora mismo- dijo con una gran sonrisa mientras la chica hacía un puchero- Lo siento, pero así son las cosas- dijo el otro encogiéndose de hombros mientras la pecosa aceptaba que aquella noche no podría ver a su tan varonil amigo besar a aquel dulce chico que había conocido hacía poco. Los dos tan atractivos de formas tan opuesta, Charlotte moría y revivía mil veces imaginándose la escena del primer beso de ellos.

- Que lo paséis bien chicos, adiós- dijo con una sonrisa picarona en su cara y giñándole un ojo al pequeño y confundido Aaron.

- Bien ¿Por dónde íbamos?- dijo Samuel (Nota de la autora: Sí, he corregido lo de Alex, sorry u.u) aplastando aún más a su pequeño bajo él, una vez escuchó el portazo intencionado que indicaba que los dos se encontraban solos, volvió a tomar las mejillas del chico en sus manos y lo miró mordiéndose el labio.- Ah, sí, te iba a besar- dijo el otro malicioso, fingiendo acordarse de algo que tanto se adhería a su mente y lo haría después de aquello, en forma de recuerdos. Se acercó un poco al chico, listo para catar tan dulces labios.

- E-Espera ¿A-Amo puedes esperar un poco?- dijo el chico temeroso, temblando y con el corazón a mil mientras algunos de sus finos cabellos alborotados caían entorno a sus rojizas mejillas. Poniendo sus manos delante de su boca, a modo de escudo, logró que el vampiro le hiciese caso.

- ¿Por qué?- preguntó el otro, más molesto que curioso, mientras besaba una y otra vez las manos que cubrían la boca del chico, deseando que no estuviesen ahí y que aquello que apretaba contra sus fauces, en ver de ser los dedos de Aaron, fuesen sus deliciosos labios.

- E-Estoy nervioso...- admitió el chico, no se le entendía muy bien ya que sus labios rozaban las palmas de sus manos y el sonido se veía opacado por la cobertura que con sus manos creaba sobre su boquita. Samuel dejó ir un leve rugido, como cuando un animal peligroso comienza a enfadarse, y el chico simplemente cerró los ojos mientras seguí sintiendo besos en sus manos, no eran cariñosos sino demandantes.- Por favor... si es así no será un primer beso bonito...- dijo el chico con los comenzando a llenarse de lágrimas mientras el vampiro hacía los besos más lentos y livianos hasta hacerlos desaparecer.

Samuel suspiró desesperado, ganarse a ese chiquillo le sería imposible si las cosas seguían así y sobre todo si cuando conseguía un mínimo avance alguien entraba por la puerta de la casa gritando su nombre a pleno pulmón.

Se despegó del chico, incorporándose para sentarse en el sofá y ayudó al pequeño a que se levantase y se sentase a su lado. Aaron se sorprendió por el gesto del vampiro y vio como este se cruzaba de brazos molesto y apartaba la mirada. Avergonzado, Samuel estaba avergonzado de que Aaron hubiese tenido el poder de controlar sus acciones con no más de un puñado de palabras.

Aaron sonrió ante eso y se levantó un poco, apoyándose en el cabecero del sofá para acabar en una posición más alta, y entonces, de manera agradecida hacia aquella faceta de Samuel que era humana, plantó sus pequeño y perfectos labios en la mejilla del depredador, cuyo rostro estaba girado completamente y no advirtió lo que sucedía hasta que notó la tierna textura sonreír contra su mejilla para separarse de ella con rapidez.

Se giró de golpe, mirando al chiquillo con los ojos bien abiertos y mordiéndose el labio, ahora no habría peros que valiesen, Aaron le estaba, prácticamente, pidiendo a gritos que se le echase encima como un animal hambriento. Y eso hizo, antes de que el mortal pudiese decir nada o siquiera excusarse por su tan valiente e inesperada acción anterior, unos labios, más grandes y sabios que los suyos ya estaba atrapando su boca y moviéndose, abriéndose y cerrándose contra sus pequeños y ahora humedecidos belfos.

Era una sensación lenta, sintiendo como los dientes y colmillos del otro rozaban ocasionalmente el beso superficial que juntaba esos labios con las dos salivas, la boca de Aaron se sentía tan dulce que cada vez que Samuel la probaba a pequeños besos y bocaditos, sentía como si estuviese mascando chicle.

Por otro lado la boca de Samuel era fría, pero tenía la calidez de una fiera en sus movimientos, aunque carecía de ella en su temperatura. Controlaba a su antojo todo lo que el pequeño Aaron hacía, pues este solo trataba de imitar torpemente los movimientos del otro, notando un par de mordidas y succiones en sus labios no se atrevió a hacer eso, y la verdad es que le estaba resultando algo maravilloso aquello, estaba asustado y mucho, pero no le impidió disfrutar de un beso tan apasionado como aquel, todo era tan nuevo y desconocido que aunque aquello se hubiese estado repitiendo un millón de años él aún lo sentiría como algo nuevo.

Samuel pensó que si seguía así el chico acabaría derritiéndose en sus manos pues notaba como la temperatura del pequeño subía por las nubes mientras agarraba, con una firmeza poco tranquilizadora, sus caderas entre sus manos, apretando tanto que el pequeño soltó un pequeño gemido de dolor mientras sus dedos, finos y blanquecinos, tocaban las manos de su amo, pidiéndole con dulces roces que aflojase el agarre, cosa que hizo de inmediato.

Por su lado Aaron creía que si aquello no terminaba, Samuel se lo acabaría literalmente comiendo, por la manera en que el mayor trataba de devorar su boca mientras succionaba sus labios y los mordía ligeramente. Se sentía inmensamente extraño y asustado, el miedo lo conocía bien y muy de cerca, podía identificarlo y lo sentía, pero la excitación era algo que vivía por primera vez, era extraña y en los dos años en que tendría que haber experimentado con su cuerpo solo se preocupó de sobrevivir, sin tener tiempo a sentirse excitado como en ese momento. Así aquella sensación extraña y el miedo se fundían haciendo temblar al chico en manos de Samuel, quien harto de la castidad de aquello, adentró sin permiso su lengua en la boca del menor, asustándolo pues el chico no tenía ni idea de lo que pasaba. El creía que un beso era lo que había estado sintiendo hasta el momento, pero aquello sí era un beso de verdad y uno de los que Samuel Hass sabe dar.

Mientras su boca se notaba intranquila e hincaba sus dedos y uñas en los brazos de Samuel, Aaron sintió la húmeda y carnosa sensación de una lengua moverse en torno a la suya y acariciar todo aquello que en su boca alcanzaba, que no era poco precisamente.

El mayor no podía evitar sonreír durante el beso notando los gemiditos que su pequeño trataba de acallar, le resultó tan tierno cuando el chico trató de corresponderle tan torpemente que apenas sabía qué hacer con su lengua. Lo notaba temblar demasiado pegado a su cuerpo, y sentía cada poro del menor abrirse por el calor de cuerpo, cada vello de su cuerpo erizarse.

El pequeño se quedaba sin aire de una manera demasiado rápida y Samuel por su parte seguía moviendo y moviendo sus labios y su lengua mientras el pequeño bajo él se removía, sintió que el menor no aguantaría más, aquella nueva experiencia estaba siendo demasiado para él y además no había que olvidar que el menor le tenía un miedo considerable, así que con calma despegó su boca de la del pequeño, quien con lentitud fue abriendo los ojos.

- ¿Y bien? ¿Qué te ha parecido?- preguntó Samuel con un poco de burla en sus palabras, casi riendo ante la mirada anonadada del jovencito que, bajo él, respiraba agitadamente.


Comentarios