La mano derecha de Aidan tomó al chico por el cuello y se deslizó por el hombro, bajó por el brazo para encontrarse con la mano derecha de Jeremy, quien con prisas y torpeza, entrelazó sus dedos en los del depredador, apretó muy fuerte esa gran mano mientras cerraba los ojos y se mordía el labio al notar la lengua sobre su garganta.
Esta vez fue distinta a las demás, Aidan no se dedicó a besar con amor y delicadez su cuello hasta el mordisco, no, estaba demasiado impaciente y unos segundos más eran los suficientes para arruinarlo todo, así que prefirió hacerlo rápido y mordió sin espera.
La piel cedió como el papel de calcar bajo unas tijeras, o más bien como la húmeda tierra del campa bajo la metálica y puntiaguda arada que removía su forma.
Todos los dientes ya estaba perforando el cuello y el chico fue tomado por sorpresa a causa de la rapidez con la que Aidan había hecho eso, no había podido gritar y a juzgar por la manera en la que se quedaba sin fuerzas (a gran velocidad), tampoco gritaría esa noche, ya no podía.
Pero aunque no salió de su garganta más que un que otro quejido, con su mano derecha había logrado hundir sus uñas en los dedos de Aidan, quien también sangraba por esas heridas, pero no le dolía en absoluto.
El elixir que estaba bebiendo de Jeremy era capaz de encerrarlo en su pequeña burbuja, alejado de todo y de todos, teniendo la sangre en su boca ya no había nada ni nadie más, pero una pequeña voz gritaba desde su interior diciéndole cuándo parar.
El ruido metálico y chirriante del cuchilla cayendo al suelo una vez las manos de Jeremy habían perdido su fuerza y se habían soltado de las del vampiro, fue lo que alertó a Aidan haciendo saber que había casi desangrado al chico por completo así que sin ningún tipo de conflicto interno o sin dudar ni un solo segundo, despegó sus dientes del cuello y con la sangre aún chorreando de sus comisuras como si se tratase de una grotesca fuente, usó sus uñas para abrirse las venas, desde el inicio de su muñeca hasta el final de su antebrazo. La sangre, ligeramente más espesa que la de un humano, corría a borbotones empapando más aún las sábanas, que se quedaban pegadas en los contornos de ambos cuerpos sangrantes.
Tomo a Jeremy en sus brazos y apegó al herida a su boca. Jeremy hizo un esfuerzo enorme por tragar la sangre del vampiro, porque entre la gran cantidad que se acumulaba en su boca haciéndolo creer que su ahogaría y el sabor nauseabundo de la sangre, Jeremy sentía que se desmayaría de un momento a otro.
Bebió y bebió esa sangre inmortal que parecía interminable, tenía ganas de vomitar y ya estaba llorando, pero se percató de que sus heridas se habían curado, al igual que las de Aidan, porque este lo estaba alejando de su brazo y ahora lo recostaba en la cama, todo se había acabado, todo se volvió negro para Jeremy.
Aidan sabía que el chico permanecería en la inconsciencia 24 horas y que debía esperar. Así lo hizo, pero no sin antes ir a ver a su compañero Alex, se encontraron en uno de los parques más cercanos de allí mientras cazaban.
Alex siempre apoyaba a Aidan, sobretodo aquella vez, porque realmente parecía que Aidan no aguantaría un disgusto más por parte de Jeremy.
Fue en una angustia impertinente donde Aidan se sumió hasta que el tiempo necesario pasó, dando paso al despertar de Jeremy, quien nada más abrir los ojos corrió a los brazos de Aidan y lo apretó fuerte y estrechamente contra él, haciéndole daño, pero no importaba porque Jeremy estaba bien y eso era lo único que importaba.
Ambos no dijeron ni una sola palabras esa noche, simplemente estuvieron atónitos y mudos ante la sorpresa de que todo hubiese salido bien. A cada cual más asustado durante la vinculación, pero los dos acabaron completamente emocionados y sorprendidos de que todo hubiese ido bien, no es que no se lo esperasen, pero el miedo les hacía pensar en todos los caminos incorrectos en los que podía derivar la vinculación.
Aunque Jeremy hubiese querido hablar, Aidan no le habría dejado, porque entre sus besos que o dejaban sin aliento devorándole la boca, sus caricias que lo hacían gemir y suspirar al ver que su piel seguía tan viva y tangible como siempre, entre sus miradas profundas en que el color blanquecino de los ojos del humano se reflejaba en los orbes casi negros del vampiro, entre todas las obscenidades morbosas, que aunque estaban cargadas de cariño por parte de Aidan, se le habían hecho una y otra vez a Jeremy, porque entre los suspiros de alivio y las risas de nerviosismo, porque entre el tacto de una piel que ardía por la sangre de sus venas y una helada que aunque muerta amaba la vida; porque entre todas esas cosas no hubo, en toda la noche, espacio para una sola palabra, pero tampoco había necesidad de ella, los dos se decían, ya fuera por miradas y gestos, quizás por cosas tan simples como una sonrisa traviesa o unos ojos aguados, todo aquello que querían expresar.
Porque esa noche no necesitaron nada, excepto el uno al otro.
Comentarios
Publicar un comentario
Comenta: