Aidan llevaba tres horas hablando Jeremy para calmarlo y besándolo para darle seguridad, ninguno de los dos estaba realmente tranquilo, iba ser vinculado esa noche, pero Jeremy estaba demasiado nervioso, había olvidado cómo era el dolor del mordisco y le daba miedo recordarlo, pero aún más revivirlo.
-Aidan, no lo vas conseguir, no me vas a calmar. Solo vículame ya y hazlo rápido por dios- dijo el chico al borde de la desesperación, le encantaba sentir los labios y manos de Aidan sobre él, pero hoy no conseguirían nada, ninguna respuesta que no fuese el miedo. A Jeremy le daba igual eso, o al menos eso pretendía aparentar, quería ser vinculado de una vez por todas, pero Aidan lo veía demasiado asustado.
-Lo haré, pero pienso hacer que estés más tranquilo. No quiero hacerte daño tontito.- le susurró al oído. De pronto tuvo una idea, no era la mejor y tampoco era muy tranquilizadora, pero podría servir y eso ya era algo.
Aidan salió de la sala lo más rápido que pudo haciendo quedar al chico desconcertado. Apareció a los poco segundo y no de la mejor manera, Jeremy se asustó tanto al verlo de esa forma que retrocedió gateando en la cama hasta alejarse de él lo máximo posible mientras lo miraba con horror.
-A-Aidan- dijo el chico mirando con miedo a su predador, temiendo que hubiese perdido la cabeza, aunque descartó esa idea con rapidez.- ¿Q-Qué vas a hacer con eso?- preguntó señalando el instrumento que Aidan llevaba en la mano: un cuchillo reluciente y muy afilado, tanto que era como la comparación caricaturesca de uno de los colmillos que ahora resaltaban notoriamente entre sus labios.
-No te preocupes tontito ¿qué crees que voy a hacerte?-preguntó al borde de la carcajada viendo el miedo en su novio, en Aidan lo menos peligroso era el cuchillo.- Jeremy, voy a morderte ¿Vale?- dijo deslizando el cuchillo en la ropa del adolescente, recreándose un poco en el temor que eso generaba- y te cogeré de la mano todo el rato, si la suelto es que he perdido el control- el chico le escuchaba atentamente, aunque su mirada solo estaba sobre el filo que ahora descansaba , en manos de Aidan, sobre la parte del abdomen de su camiseta- Si eso pasa, si pierdo el control tu debes usar esto ¿Entendido?- dijo soltando el cuchillo y tomando una de las manos del chico para obligarlo a coger el arma que aún no estaba manchada de sangre.
- ¡¿Qué?! ¡No pienso a-acuchillarte!- dijo el chico sorprendido por la propuesta del vampiro que ahora parecía que lo miraba con un notorio enfado.
- ¡Jeremy! Aunque me apuñales cincuenta jodidas veces no tardaré ni media hora en curarme- dijo mostrándole que al ser inmortal no había peligro en aquello, que debía hacerlo por su seguridad humana-, pero yo a ti te puedo matar con la facilidad con la que aplastaría una maldita mosca-Si para su seguridad debía rugirle sin pena aquellas palabras, lo haría, y si aún así Jeremy no entraba en razón, Aidan estaba dispuesto a empotrarlo contra la pared y sujetarlo con facilidad, apretar sus colmillos fuertemente en su cuello y así demostrarle que lo que decía era cierto, pero rogó porque aquello no fuese necesario.
- ¡Lo sé! Pero aunque tengas razón, yo... no creo ser capaz de hacer eso- dijo el chico cabizbajo. Claro que Jeremy era lo suficientemente inteligente para afrontar aquello con perspectiva y comprender que la idea de Aidan era la mejor, era perfectamente lógica; pero lejos de la parte pensadora y lógica de Jeremy dominaba esa que paralizaría todo su cuerpo con tan solo pensar en clavar ese filo en el cuerpo de Aidan.
- Jeremy, estando conmigo vas a tener que afrontar muchas cosas, cosas que nunca querrías hacer- dijo dejando el cuchillo al lado de su pequeño, reposando al lado de la almohada- tienes que hacer esto. Sé que no quieres, pero si no lo haces no puedo vincularte- dijo con una voz sombría de ultratumba, exagerando aquello que estaba pasando porque claramente vincularía a su pequeño pasase lo que pasase, pero creyó que un poco de presión no le vendría mal para que aceptase aquella idea, de todos modos Aidan solo lo hacía por la seguridad de su chico, no podía permitirse ningún error.
- Lo haré, lo haré...- se dio por vencido el chiquillo sabiendo que ni en sus más extrañas pesadillas sería capaz de cumplir aquello que estaba diciendo, pero igualmente necesitaba creer que sería capaz porque necesitaba que Aidan lo vinculase, lo necesitaba ya.
- Entonces ¿empezamos?- preguntó Aidan acercándose más a quien estaba apoyado débilmente contra el cabecero de la cama.
Jeremy cerró sus ojos y suspiró, cogió el cuchillo con la mano izquierda y apretó el mango de este con fuerza, como un asesino en su primer crimen. Entonces asintió y el vampiro se acercó, gateando sobre la cama, hasta él para acariciar su rostro mientras lo miraba tranquilizadoramente.
-Tú mírame a los ojos Jeremy- le dijo con cariño manteniendo en su rostro una mirada de fingida calma, sus ojos atrapaban los del pequeño con una forma de mirarlo que era casi hipnótica, lo miraba con cariño, lo miraba con miedo de hacerlo mal, pero lo miraba tranquilizándole.
Intentaba que el chico ni apartase la mirada, pero cuando sus colmillos comenzaron a crecer preocupantemente pudo ver como los ojos nerviosos de su presa los miraban con miedo, eran grandes y afilados, dispuestos arrancarle la piel a mordiscos. Aidan tomó el rostro del chico con la mano obligándolo a dirigir de nuevo la mirada a sus ojos oscuros, parecían realmente negros aunque se podía apreciar el matiz del color castaño de un café bien cargado, sin embargo los de Jeremy eran opuestos, azules como una nube que se disuelve, apenas se podía apreciar ese color e incluso parecían grises, como si fuese a llover en sus ojos, como si fuese a llorar, expresaban tanta tristeza des del primer momento que Aidan los vió que inconscientemente se propuso que él cambiaría eso.
Aidan se acercó a la boca del chico y presionó con cuidado sus belfos, tratando de no hacerle sentir demasiado los colmillos, pero al chico no le importó y con su manos libre se aferró al cuello del vampiro, implorandole que profundizara el beso, y así lo hizo, aunque Jeremy siempre se mostraba tímido, aquella vez correspondió a la lengua del otro, moviéndose como si jamás fuera a usar su boca de nuevo, e incluso pasó por los colmillos como si el miedo no aflorase ya en su piel, sintiendo como podían cortarle la lengua.
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