Usaron su velocidad sobrehumana para desplazarse ágilmente e intentaron coger atajos por zonas boscosas o deshabitadas a las que los vampiros no solían acudir.
Pero aún su enorme velocidad no podían llegar en un santiamén, sus cuerpo se cansaban con facilidad ya que tanto Charlotte como Samuel hacía tiempo que no se alimentaban como era debido, y el uso de tan alta velocidad era uno de los poderes de los vampiros que más los agotaba, aunque no era comparable a lo rendidos que quedaban después de usar su fuerza.
Hacían paradas cada media hora (a veces paraban tras solo quince minutos de carrera) teniendo en cuenta que Charlotte, la más lenta de todos por su corta edad apenas podía alcanzar los quinientos quilómetros por hora (cosa que era ridícula a los ojos de Samuel, quien podía ir hasta diez veces más rápido). Jay también era un inconveniente, ir a tanta velocidad siendo cargado por Jason no le hacía bien pues se mareaba e incluso se quedaba helado al sentir el aire frío impactar con tanta fuerza contra su cuerpecillo.
Pero tras algo más de la mitad de la noche lograron llegar a casa de Derek, aunque también desperdiciaron algo de tiempo para encontrarla pues tuvieron que ir casa por casa dentro de ese barrio para poder ver si percibían el poder de un vampiro de cinco mil años. Para un vampiro con la edad de Samuel no era difícil identificar la edad de un vampiro con solo estar cerca de su presencia, pero en las condiciones de Samuel no pudo hacerlo tan rápido como debería.
Todos estaban agotados y algo desnutridos, excepto Jason, cuya comida iba junto a él llevando una pequeña mochila y una adorable sonrisa cubierta de pecas. Jay se asustó un poco estando con dos vampiros tan hambrientos que no sabía si eran de fiar, aunque claramente lo eran pues jamás morderían al humano de otro sin permiso de este, Jay no se separó de Jason ni un minuto.
- Wow, es aún más grande que tu casa, Jason- dijo Jay mientras guardaba una botella de agua en su mochila sin apartar los ojos de la enorme construcción que ante sus ojos se elevaba, su altura se perdía en la neblina del cielo y daba la sensación de ser infinitamente alta.
- Jo-der- Dijo Charlotte antes de que Jason pudiese responder al chico- es una pasada- añadió mientras sus ojos se abrían como platos.
- ¿Vamos?- preguntó Samuel puesto que era el menos intimidado por la poderosa presencia que se ocultaba tras esas puertas.
Todos se acercaron con lentitud y Samuel presionó el timbre, algo nervioso pensando que Aaron moriría si no conseguía la ayuda de Derek.
Las puertas se abrieron y un hombre de rostro aún más pálido que el de los presentes los recibió con cara de pocos amigos. Su pelo era oscuro, liso y largo y la verdad es que le daba un aspecto muy señorial, pero lo que llamó la atención de Samuel fueron sus preciosos ojos azules, eran fieros como los de Samuel, pero de color cielo como los de Aaron, y entonces un dolor en el pecho lo dejó mudo unos segundos. Charlotte por su lado se fijó en como de alto y ligeramente musculado era el chico, además analizó sus finas pero marcadas facciones encontrándolo altamente atractivo.
- ¿Qué queréis?- preguntó con un tono asqueado y arrugando la nariz.
- ¿Eres Derek, el creador de Aidan y Eidan?- Preguntó Samuel con una voz segura pero no impertinente mientras su otros acompañantes se encontraban más resignados y acobardados, en especial el pequeño Jay. Derek asintió con desgana y se frotó los ojos con las manos, parecía que acababa de despertar aunque fuese ya medianoche- Un vampiro llamado Iván, de menos de cuatrocientos años y sus dos familiares de mil años cada uno han raptado a mi humano, y creo que tus nos serías de ayuda para recuperarlo. Con cinco mil años te será facilismo acabar con esos dos vampiro, de Iván me encargaré yo- Habló educadamente sin decir nada de más o de menos, pero el vampiro solo hizo una mueca de molestia y rodó los ojos poniéndolo en blanco.
-No- dijo. Y se dispuso a cerrar la puerta pero Samuel se interpuso en su camino, ahora si que era amenazante. Derek lo miró con enfado y una pizca de curiosidad al encontrarse en esa situación, un vampiro que en comparación él era un mequetrefe se atrevía a desafiarlo de ese modo por un simple humano, aquello sonaba interesante.
- Te recompensaré bien.- dijo con una voz más amable de lo que sus actos y miradas eran- Puedo darte dinero o hacer los favores que tu pidas.- explicó, dispuesto a incluso arrodillarse y besarle los pies hasta desgastarle los zapatos si eso era necesario para salvar a Aaron.
- Tengo más dinero del que tu puedes soñar y tengo a gente que te dobla la edad para pedirle favores- explicó intentando cerrar la puerta de nuevo a modo de negativa, pero de nuevo Samuel se interpuso apoyándose entre el marco de la puerta y esa misma. Se giró mirando a Jason de manera algo apenada, quería disculparse por lo que su amigo se vería obligado a hacer.
- Seguro que en toda tu vida has bebido mucha sangre, pero ¿has probado alguna vez la de un hemofílico?- Derek pareció algo más interesado y dejó ir la puerta abriéndola más y asomándose para mirar al tímido humano que estaba siento rodeado por los brazos protectores de Jason.
- La verdad es que no ¿Me darías ese humano a cambio de que os ayudase?- dijo sonriendo de manera en que sus colmillos resaltaron, los ojos del pequeño Jay se abrieron en shock al ver como el vampiro lamía sus colmillos y tornaba sus ojos zafiro en dos perlas rojas.
- Para el carro, amigo- le advirtió Jason apretando más al muchacho contra él y a punto de gruñir como un animal rabioso para proteger a su presa de los buitres.
- No te lo daríamos, él es de Jason, pero dejaría que lo probases- Dijo intentando que su oferta pareciese interesante, pero los colmillos del otro menguaron y sus ojos volvieron a ser del color que tanto dañaba a Samuel. Retrocedió decepcionado y se dispuso a cerrar la puerta de nuevo, echando a ese grupo como si fuesen predicadores o pesados vendedores a domicilio.
-Si no lo puedo matar no lo quiero- dijo tratando de dar un portazo, pero una mano delgadas, refinada y elegante de uñas largas y fieras se lo impidió.
- Perdona, pero creo que yo puedo darte una oferta que nos dejará a todos satisfechos- dijo la pelirroja lamiéndose sensualmente sus enormes labios pintados de rojo y pestañeando una y otra vez mientras su mirada repasada de un negro fiero se tornaba roja y repasaba con seguridad el cuerpo de Derek. Puso una de sus manos arriba de su cintura y la deslizó hacia abajo, acariciándose a si misma de manera provocativa mientras hablaba- o quizás te deja con ganas de más y más y más- susurró en su oído, bajando el tono de voz con cada palabra y pronunciándolas lenta y agudamente, mientras una de sus piernas se acercaba a las del vampiro, viendo como sus shorts apenas tapaban esas altísimas extremidades.
Derek entonces si cerró, pero llevándose consigo a Charlotte dentro de esa casa mientras las narices de Jason, Samuel y Jay quedaba casi aplastadas por la puerta.
-Jason, creo que tenemos un pequeño problema- dijo Samuel, quien junto a su compañero estaba sentado en un banco cercano a la entrada de la mansión de Derek.
-¿Qué pasa?- preguntó este mientras Jay se encontraba en su regazo, sumiso y simplemente siendo abrazado por su depredador pues el frío le podía.
- No podemos volver a tu casa, si intentásemos ir ahora el amanecer nos pillaría a mitad de camino, debemos buscar un lugar donde pasar la noche- y como si el señor lo hubiese escuchado en su petición, después de la hora que llevaban allí esperando, Charlotte asomó la cabeza por la puerta.
Su pelo estaba alborotado y había más carmín rojo en el cuerpo de Derek que en los labios de la chica.
- Derek nos va ayudar, y además nos quedamos esta noche en su casa, por cierto Samuel él tiene humanos y podernos alimentarnos de ellos- explicó la chica abriendo totalmente la puerta, mostrando que su ropa estaba arrugada y puesta con prisas.
Los dos vampiros y el humano pasaron allí dentro y el lugar era grandioso.
Charlotte tenía algo de sangre en sus comisuras, así que habría comido y Jason hacía poco que se había alimentado de Jay, así que el único que quedaba por restablecer energías era Samuel.
-Samu, ves allí, esta Derek y te va a dar algo de comer- dijo la chica sonriendo dirigiendo a Jason y Jay hacia una habitación con cama de matrimonio para que ambos pudiesen pasar la noche.
Samuel hizo caso a su amiga y entró en una sala donde Derek le esperaba y tras él había decenas de humanos, muchos más de los que Jason tenía.
- Veo que estás menos borde, Derek- dijo Samuel observando la radiante sonrisa de Derek, se pintaba en su rostro de forma inusual, pero jamás era desagradable aquella sonrisilla traviesa.
-Tu amiga hace milagros- Dijo el otro riendo un poco.- No se si te acuestas con ella, pero te pediré que si lo hacías no lo vuelvas a hacer jamás, porque creo que ella y yo pasaremos mucho tiempo juntos- advirtió con una mirada punzante, marcando territorio como un macho alfa.
- Ella está soltera y a mí me interesan los chicos, además Jason ya tiene a ese humanos, así que tienes vía libre para ''pasar tiempo con Charlotte''- comentó Samuel divertido observando en el rostro del otro como una sonrisa satisfecha se formaba.
- Bueno, creo que tienes hambre, así que ¿Qué humanos te gustan? Por cierto puedes matar a tu presa si te place- preguntó Derek frotándose las manos mientras se giraba a observar a sus filas de mortales, que asustados tragaban saliva esperando no ser la cena de el invitado de su amo y señor.
- Los asustadizos, cuanto más jóvenes mejor- dijo mientras a Derek se le iluminaba el rostro y se giraba ante sus filas de humanos atemorizados, entre ellos habían chicos altos y musculosos de hasta 30 años y pequeñajos de 12 también, pero optó por un muchacho de 15 bastante bello que cerraba los ojos mientras unía sus manos rezando, pero una vez Derek tomó al muchacho por el hombro este abrió los ojos sorprendido mostrando un color avellana bastante lloroso- No, ese no- dijo Samuel con convicción, aún consciente de que esa presa había sido una fantástica elección- Quiero que tenga los ojos azules- dijo mientras Derek se extrañaba y pasaba a seleccionar otra presa. Era cierto que ningunos ojos zafiro podrían despertar lo que los de Aaron despertaban en Samuel, pero aún ese característico color de ojos le hacía recordar que mientras él estaba ahí, su pequeño estaba sufriendo a manos de Iván y los remordimientos lo hacían sentir culpable, casi deprimido, aunque por otra parte ansiaba poder estar con Aaron y necesitaba esos recuerdos aunque fuesen dolorosos.
-¿Mejor este?- preguntó Derek al ver que Samuel se quedaba distraído en sus pensamientos. Delante suyo se hallaban un chico de trece años, un niño mejor dicho, sus ojos eran azules (algo más oscuros que los de Aaron) y de pequeños destellos verdosos mientras que su pelo era negro carbón y caía, semi liso, hasta las caderas del chico, lo que daba a entender que esa enmarañada melena no había sido cortada en mucho tiempo.
Samuel vio ese cuerpo cubierto por apenas un pellejo de tela, las costillas del chico se marcaban mostrando lo famélico y mal cuidado que estaba, pero su piel pálida estaba limpia. Ese chico, que era incluso diez centímetros más bajo de lo que Aaron era, estaba llorando desconsoladamente a sabiendas de lo que le aguardaba. Samuel sonrió asintiendo y Derek le devolvió la sonrisa
- Disfrútalo.- dijo marchándose con el resto de humanos a un sala donde todos parecían convivir, dejando a Samuel a solas con el pequeño niño.
-Por cierto Samuel, si vas a matarlo hazlo fuera de aquí, esta sala está recién limpiada- dijo Derek pasando de nuevo por ahí antes de irse a su habitación, la cual esa noche compartió de nuevo con Charlotte.
Samuel tomó la niño del brazo y lo llevó hasta el salón mediante a violentos tirones. La expresión inocente de su rostro, su estatura baja, su cabello negro y sus ojos azules, le recordaban vagamente a Aaron y eso lo estaban enloqueciendo a cada segundo.
Rebuscó en uno de los cajones de Derek para encontrarse un unas tijeras mientras el humano se quedaba parado de pie delante suyo. Lo tomó por el cuello acercándolo a él y tomó la larguísima cabellera del muchacho como si fuese a hacerle una cola.
Pensando en la largaría del pelo de Aaron, Samuel cortó de forma exacta con las tijeras el cabello de aquel niño a fin de hacerlo más parecido al humano que ahora anhelaba.
Encontró una cómoda butaca donde se sentó viendo como el chiquillo lo seguía todo el rato como un perro faldero asustado y con el rabo entre las patas.
Samuel tomó al chiquillo por la muñeca y lo hizo caer violentamente sobre su regazo, sentándolo como antes hacía con Aaron, pero ahora con una pizca de repulsión consciente de que aquel chico desnutrido, cuyo peso apenas percibía sobre su regazo, no era Aaron.
- Di que te llamas Aaron- ordenó el vampiro sin saber muy bien el porqué de sus palabras ¿Tan desesperado estaba? Se asustó con la idea de que lo estaba intentando substituir, pero él sabía que no era así ni lo sería aunque quisiese. El crío entreabrió sus labios dispuesto a cumplir la orden, pero Samuel le cruzó la cara de un bofetón que además lo hizo caer al suelo- Y mírame a los ojos- añadió mientras el pequeño se levantaba volviendo a colocarse sobre ese regado tan helado, apenas podía hacerlo solo ¿Cuántos días llevaría sin comer o beber? Estaba tan débil que apenas parecía una persona, más bien daba el aspecto de un zombie.
Su boca estaba seca y por ello sus labios estaban cortados y su garganta rasposa.
- M-Me llam-llamo Aaron- consiguió articular el chico mientras sus ojos se quedaban fijos en los del vampiro, que dejando atrás su bello color se volvieron rojos de hambre y rabia. Al hablar, los labios del pequeño humano se cortaron aún más, abriendo las pequeñas heridas en ellos y por ello los belfos del niño comenzaron a ganar un color ligeramente más rojo despertando los instintos de Samuel.
Nada. Samuel no sintió nada, ni pena ni remordimientos, ni ganas de cuidarlo o protegerlo, ni una sola emoción. Definitivamente aquel chiquillo no podría aplacar sus ansias de tener a Aaron.
- Di que no me odias y que me perdonas- Dijo Samuel, ahora era él quien bajaba la mirada asustado por su fracaso, deseando mirar a los ojos azules de ese niño y sentir pena, porque necesitaba que alguien le hiciese sentir como Aaron, pero solo él podía y debía recuperarlo.
- N-No te o-odio- dijo el pequeño, cuya voz se acercaba más a la de una mujer que a la de un chico puesto que era solo un niño pequeño. Samuel tragó saliva intentando imaginar que aquel chico era Aaron. Nunca pensó que podría llegar a sufrir tanto por un humano.- te pe-per...dono- lloriqueó pensando que había caído en las manos de un vampiro loco o enfermo mental. Tenía tanto miedo que deseó estar con esos monstruos de debajo de la cama a los que tanto temía.
- Di que me quieres.- continuó Samuel dolido, incluso parecía un masoquista torturándose de esa manera. Ese chico no le hacía sentir nada y sin embargo lo sentía intentando ¿Porqué? ¿Qué estaba haciendo Samuel? No podía seguir con aquello, debía matarlo ya, pero él seguía intentando imaginar que aquel niño desnutrido era Aaron.
- T-T-Te qui...quie-quiero- ahora las lágrimas, cálidas, del niño comenzaron a manchar un poco la ropa de Samuel y este sintió ganas de golpear a ese chico hasta que dejase de llorar, pero de pensar que Aaron lloraba le daban ganas de consolarlo.
Pero aquel niño no era Aaron y esa confesión forzada no había hecho más que enfurecer a Samuel ''Solo Aaron puede quererme y perdonarme'' pensó con rabia mientras azotaba violentamente el rostro del niño con su mano, otro bofetón lo dejó aturdido mientras él tomaba su cabello recién cortado y con furia estiraba de él hacia atrás exponiendo el cuello del chiquillo, que vibró mientras gritaba pidiendo ayuda.
Pero los gritos cesaron pronto pues los colmillos y dientes de Samuel se hundieron rápidos y sin reparos en la tierna carne que se le ofrecía. Bebió tan ansioso de esa pequeña criaturita que lo dejó sin una gota de sangre en menos de un minuto.
Sin remordimientos lo dejó allí mientras se iba a dormir, el sol no tardaría en salir y él debía descansar, pero mientras él, Jason, Jay, Charlotte y Derek descansaban preparándose para la noche siguiente, estando seguros de que abatirían a Iván y sus dos matones, había alguien , que en la zona más alejada, no tuvo descanso en toda la noche.
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