- M-Me ha... g-gustado amo- dijo el chico con el mayor sonrojo de su vida en su rostro y con sud dedos repasando una y otra vez sus labios puesto que la suave textura de los del otro moviéndose contra los suyos aún perduraba en su boca y su lengua, la cual había sido demasiado tímida como para alcanzar el ritmo del otro.- ¿Y-Yo lo he hecho bien?- preguntó el muchacho algo preocupado, si desobedecer era algo que merecía un castigo severo ¿Por qué besar mal no tendría sus consecuencias? Quizás había dejado al vampiro insatisfecho, cosa que sería normal viniendo de alguien que acaba de dar su primer beso.
- Si lo hubieses hecho mal lo sabrías- dijo Samuel con una mezcla entre una sonrisa burlona y una mirada amenazante y tenebrosa. Miró al chico a los ojos mientras se levantaba y pensó sobre lo que ese humano le hacía sentir. Ese beso le había hecho sentir mejor incluso que cuando le pegaba, se podía comparar con la violación de semanas atrás, pero habían sido dos tipos de placer distinto, aunque el de ahora le comenzaba a fascinar, a encantar, casi podía sentirlo como una droga de la que le costaría abstenerse, y esa droga era sentir a ese chico, a Aaron sumiso ante él por propia voluntad. Lo que Samuel ahora quería era lo único que no podía tomar por la fuerza, quería que Aaron le correspondiese a todas esas sensaciones que lo devolvían prácticamente a la vida.- Oye, sé que me odias- dijo Samuel irguiéndose para poder acomodarse mejor, ahora estaban los dos sentados el uno al lado del otro.- pero ¿Te acuerdas que dijiste que del uno al diez me odiabas cinco?- el chico movió la cabeza afirmando- ¿Sigue siendo cinco?- preguntó Samuel mirándolo con algo de pena, pero el menor no vio más allá de rojo atemorizador de sus ojos.
- Cuatro...- admitió el chico, que debía admitir que le era sumamente difícil odiar a alguien por culpa de su buen corazón. Era lógico que el número bajase, como una cuenta regresiva, sabiendo que Samuel se estaba esforzando por no ser odiado y teniendo en cuenta que Aaron siempre perdonaba aquella situación de odio no podía ser demasiado duradera.
- ¿Qué pasará cuando llegue al cero?- preguntó Samuel, ansioso por poder volver a probar los labios de su pequeño, por poder volver a sentir aceptación, porque llevaba toda la vida siendo odiado ¿No es lógico que alguna vez necesitase ser amado? Pero Aaron no se lo pondría tan fácil.- Por curiosidad- añadió intentando parecer desesperado en vano.
- No es por curiosidad...- dijo el chico por lo bajo, en un susurro apenas audible, con ganas de decirle al vampiro que dejase de mentir, que él no diría nada que dañase la reputación del monstruo que pretendía ser y que todos creían que era.
- ¿Cómo dices?- se sorprendió Samuel ante las valientes intervenciones del chico, mas no se mostró apenas amenazante, estaba demasiado anonadado y la verdad es que comenzaba a descubrir que por muy asustado que estuviese, Aaron tenía carácter.
- S-Si sigues fingiendo, como durante toda tu vida, nunca serás tú y e-eso es lo quieres ser, el tú de verdad, amo- dijo el chico, porque aunque fuesen sus últimas palabras, serían las palabras más acertadas que había dicho jamás, porque por mucho que los puños de Samuel doliesen, las palabras de Aaron dolían mucho más cuando su agresor las escuchaba, cuando alguien tenían por fin la valentía suficiente de decirle la verdad, Samuel alzó al brazo, no dispuesto a castigar al chiquillo, solo quería pasarlo tras los hombros de su mascota para acercarlo más a él, pero Aaron malentendió el gesto, agazapándose en una posición defensiva mientras abrazaba a sus rodillas lloroso- ¡Lo siento!- exclamó como pidiendo clemencia.
- No te disculpes por tener razón- dijo Samuel pasando su mano entorno a los hombros del chico, dejando que este apoyase su nuca desconfiadamente en su brazo- ¿Me sigues teniendo el mismo miedo de antes?- preguntó, recordando aquel nueve de diez que tanto le había gustado en su momento ¡Cuánto temor infundía en el pequeño!, pero que ahora le hacía sentir mal, aquel chico vivía constantemente con miedo, tan asustadito y angustiado.
- S-Sí, amo- admitió el chico, se sentía bien cuando Samuel le hablaba sin gritos, insultos, amenazas o humillaciones, pero el miedo nunca abandonaba su cuerpo sabiendo que en cualquier momento Samuel podía saltar encima suyo y realmente devorarlo, comérselo como un animal salvaje o algo peor, mucho peor.
-Será mejor que vayamos a dormir, pronto amanecerá- dijo Samuel tras un largo suspiro lleno de pesadez, después de eso dejó que un pequeño bostezo le ditrayese unos momentos, los necesarios como para que Aaron se hubiese levantado por su cuenta y ya estuviese caminando hasta la habitación.
Samuel le siguió de cerca y cuando el muchachito cayó rendido en la cama las luces murieron bajo el dedo de su amo, quien acababa de apagar el interruptor pero veía como si todo estuviese fuertemente iluminado, y pudo ver a la perfección el rostro del menor, que cegado por la falta de luz, buscaba desesperado a Samuel, queriendo saber desde donde podía ser atacado, pero un rápido beso en su cuello lo dejó atónito y casi le robó el sueño, pero al poco rato ambos se habían dormido profundamente.
A la noche siguiente Samuel despertó escuchando pequeños quejidos y movimientos bruscos que venían de muy cerca suyo, cuyo origen se hallaba en un pequeño muchachito entre las sábanas, que decía cosas inentendibles y se removía con violencia, cuyos ojos cerrados escondían una pesadilla. Le pareció enternecedor ver al humano soñar, aunque se tratase de una pesadilla, y sonrió mientras acariciaba su cabeza, queriendo calmarle un poco, pero la sonrisa socarrona de su rostro se disolvió al entender por fin lo que decía.
- No, amo, no por favor, no me hagas más daño. No, en la cama no amo, en la cama no. Pégame si quieres, pero no me lleves a la cama, amo, amo por favor, amo haré lo que quieras, pero eso no, amo, amo.- suplicaba, y aun con sus ojos cerrados los apretaba tanto que alguna lágrima escapaba.
- Ni en sueños te libras de mi ¿Eh?- dijo Samuel con una amarga melancolía mientras movía al chico un poco, tomándolo por los hombros para despertarlo, lo sacaba de una pesadilla para meterlo en otra.
- ¿Q-Que pasa, amo?- dijo el chico frotándose los ojos mientras se incorporaba vagamente una vez fue despertado, su cuerpo lucía empapado en sudor y sus ojos estaban algo rojos por el llanto ¿Desde cuándo estaba soñando eso?
- Estabas teniendo una pesadilla- lo informó Samuel, y por la expresión asustada y avergonzada del rostro del menor supo que el pequeño recordaba con claridad aquel sueño que quizás solo eran sus recuerdos volviendo a su mente para torturarlo cuando él solo pretendía descansar- Ves a darte una ducha, después quiero hablar- Aaron asintió, más preocupado por la próxima charla de la que el vampiro le había hablado que feliz por su tan necesitaba ducha.
Cuando apenas la toalla logró secar el húmedo cuerpo del muchacho este se apresuró a vestirse y dirigirse a la habitación, sentándose en la cama con miedo e impaciencia para saber que era aquello de lo que Samuel quería hablarle con seriedad, porque fuese lo que fuese, Aaron solo quería que terminase rápido.
- No quiero que me llames más amo- dejó ir el vampiro inesperadamente, haciendo que el chico se extrañase pero al instante se relajó al ver que no era algo grave, aunque aún así el rostro del vampiro lucía preocupado, y con razón, Samuel estaba preocupado de ser tan débil como se sentía, tan fácil de atravesar como una hoja de papel, tan fácil de herir como un animal doméstico.
- ¿E-Entonces debo llamarte señor?- preguntó el pequeño con inocencia sin saber a qué se debían o que significaban realmente las palabras del vampiro. Samuel rió bajo y negó con la cabeza, su sonrisa se tornó algo juguetona.- Pues... ¿Señor Hass?- dijo el chico tratando de pensar en alguna posibilidad que pudiese satisfacer más al vampiro. De nuevo, Samuel negó con la sonrisa en su rostro- No entiendo... ¿Cómo debo llamarte?- preguntó el menor lleno de curiosidad y, como siempre, con algo de miedo.
- Como tú quieras- susurró el vampiro dejando ir una pequeña risa entre nerviosa y burlona de sus labios, le parecía increíble que por primera vez estuviese dándole a un humano la libertad de hacer lo que quisiera en algo que siempre controlaba con tanta severidad como la manera en que debía ser llamado. El enorme vampiro giró su rostro hasta el de Aaron y este lo miró fijamente con agradecimiento y una sorpresa muy notable. Era cierto que hacía falta voluntad para cambiar, para ser alguien real tras una vida donde siempre se ha fingido, pero Samuel parecía tener más voluntad que el monstruo que había aparentado durante tantos años- Un vez me llamaste de una manera muy adorable por error ¿Cómo era?- sonrió tratando de recordar y consiguiéndolo.- Ah, sí, me llamaste Sami- dijo el hombre mientras el chico lo miraba avergonzado. Ese mote sonaba incluso más dulce e inocente que el chillón ''Samu'' con el que Charlotte lo llamaba.
- ¿ e-entonces puedo llamarte como quiera, incluso así?- preguntó Aaron, jugando de nuevo con sus manos, nervioso porque ahora que se había acostumbrado a llamarlo ''amo'' le resultaría humillante darse cuenta de que esa palabra salía de sus labios por acto reflejo. Se preguntó si aquello significaba que Samuel ya no era su amo, pero la pregunta tenía una clara respuesta: Era de Samuel Hass y eso no cambiaría nunca. Samuel asintió sonriendo por la manera en que el chico lo miraba, algo desconcertado, entonces decidió hacer la pregunta que rondaba su cabeza y que el mismo respondía de mil formas distintas- ¿Entonces ya no eres mi a-amo? ¿Soy... libre?- preguntó el chico, porque a pesar de todas las comodidades que le pudiese aportar Samuel, lo que él quería era la libertad de escoger si quería vivir con él y esas comodidades o marcharse lejos de todo aquello.
-No- respondió contundente, dándose cuenta de que el chico había malinterpretado desmesuradamente su pequeño acto de gentileza. Lo tomó del cuello y lo movió lanzándolo a la cama en la que estaban sentados, haciendo que el chico se removiese asustado por ser empujado con tanta fuerza. Aaron estaba bocabajo cuando Samuel se puso encima suyo impidiéndole que se moviera- Tu ere mío, mío y solo mío ¿Entiendes? Eres mío- bramó sobre el pobre muchacho que no paraba de temblar al sentir ese enorme cuerpo pegado al suyo.- No quiero que me odies, pero no por ello voy a dejarte libre, si lo hago sé que te irás y no pienso consentir eso- rugió cerca de su oído, inspirando en el cuello del menor, asustándolo así para dejar bien claro que, no, Aaron no era libre.- ¿Te ha quedado claro?- preguntó mientras sus colmillos se preparaban para pasearse por el cuello del chico en caso de una respuesta negativa.
- S-Sí, amo...- dijo con sumisión notando al mayor salir de encima de él y aunque no encontró nada cómico en sus palabras, escuchó a Samuel reírse y entonces entendió el motivo de esa sonrisilla burlona por parte de Samuel, lo había llamado ''amo'', convencido de que eso ahora era lo más normal del mundo.
- Venga, no tengas tanto miedo- le dijo, intentando ser amable pero sonando irritado por error, mientras acariciaba su pelo y lo ayudaba a incorporarse.- Hoy iré con Charlotte a hablar sobre ciertos asuntos así que debes quedarte aquí. Ni se te ocurra intentar escapar.- le advirtió, de nuevo su tono era severo, pero una dulce sonrisilla asomó en su boca cuando jaló al humano hasta hacerlo sentarse en sus piernas.
- Dices que no quieres que te odie...- comenzó a hablar el chico con la mirada apartada del rostro del depredador, cada vez sus pequeñas rebeliones se hacían más frecuentes, pero era algo lógico ¿Quién no reclamaría por sus derechos?-... pero me tienes todo el día y la noche encerrado a-aquí como un animal- acabó la frase con la voz temblorosa y su corazón a punto de salirse de su pecho, no quería enfadar al vampiro, pero él era una persona, no un maldito pájaro enjaulado, tenía sus derechos y necesidades y por mucho que Samuel no le golpease, Aaron no se sentiría bien aún.
- ¿Y para que quieres salir, eh?- Preguntó Samuel algo enfadado tomando al pequeño por el collar y aproximándolo hasta su rostro, mostrándole sus colmillos de la misma manera en que lo haría un perro rabioso.- Allí afuera solo hay más vampiros como yo ¿Quieres que te coman por andar a solas de noche? ¿O simplemente es porque me quieres perder de vista?- preguntó con una cierta ironía en sus palabras, que le resultaban aún más hirientes a él al imaginar como el chico prefería vagabundear por la noche en un terreno desconocido a estar con él a pesar de los grandes esfuerzos que estaba haciendo para tratar bien a aquel chico que con una sola mirada, gesto o palabra lo podía hacer sentir mil cosas distintas. Porque el amor no correspondido es hiriente, pero si Samuel Hass está de por medio puede serlo aún más.
- ¡No! Yo solo quiero salir, t-tomar el aire... no tienes idea de lo mal que me hace sentir estar aquí y solo salir cuando tu lo haces, como si me sacases a pasear como a un perro... por favor- dijo el chico al borde del llanto ¿Por qué todo lo que él quería debía ser aprobado primero por ese vampiro estúpido? Era cierto que ya no lo odiaba tanto por el trato que le estaba dando, quizás porque estaba demostrando cambiar por él, pero aún así no le iba a pasar por alto esas cosas que le herían.
Aquel tono de voz dolido y aterrado tan dulce e inocente conmovió a Samuel y entonces entendió algo que se negó a pensar, que incluso negó haber admitido alguna vez dentro de su cabeza: Por muy bien que aprendiese a tratar a ese chico, mientras lo tuviese cautivo contra su voluntad y mientras fuese suyo se iría muriendo por dentro día a día, pudriéndose por sus ansias de ser libre. Porque los pájaros más bonitos no pueden ser enjaulados, su plumaje es hermoso, pero si no son libres mueren.
- ¡De acuerdo!- espetó furioso, levantándose bruscamente y haciendo que el menor se cayese al suelo por ello, se golpeó por culpa de la caída en la cintura, pero no fue nada grave aunque era reacción lo sorprendió- ¡Haz lo que quieras!- dijo Samuel temblando de rabia. Rabia al ver que enorme influencia tenía aquel chiquillo sobre él.- Pero te quiero aquí antes de que amanezca- bramó mientras corría hasta la puerta sin mirar atrás.
Solo consiguió calmarse un poco cuando por fin pasó a casa de Charlotte, apenas escuchó lo que ella le había dicho al principio, aunque no sería más que un saludo o un ''¿Qué te pasa?'' Intuyó que el niño ya debía estar fuera de la casa, por ahí haciendo quien sabe que sin su supervisión, y le enfadó demasiado no poder negarle sus caprichos a Aaron.
-Samu ¡Samuel!- gritó la chica mientras conducía al furioso Samuel Hass hasta uno de los sillones que rodeaban la mesa de su salón principal. Se dio cuenta de que el aludido había estado bastante rato divagando en sus furiosos pensamientos como para escucharla.- ¿Qué ha pasado? Es la primera vez que te veo preocupado ¿Es por Aaron?- aquella chica no sería la más fuerte, ni ágil, tampoco la más ingeniosa, pero era capaz de calarte con una sola mirada, era muy perspicaz y jamás se le escapaba nada.
-Dios, sí...- dijo el otro, sintiéndose estresado- Estoy harto de sentirme culpable, lo trato lo mejor que puedo... sé que no es mucho, pero para mí ya es bastante difícil no molerlo a golpes cada vez que me mira a los ojos y me siento tan humano. Pero no lo soporto, de verdad, la culpa es horrible y no desaparece y no lo hará hasta que Aaron deje de odiarme y sé que solo dejará de odiarme cuando lo deje libre y desaparezca de su vida... Joder, no puedo con esta culpa, no me gusta, Charlotte ¿Cómo puedo hacer que pare?- La chica lo miró con pena, no pensó que se desencadenasen tantos problemas si Samuel aceptaba sus sentimientos, pero al parecer Aaron era alguien poco manipulable, él no era una marioneta así que odiaría a su titiritero hasta que este cortase los hilos que le apretaban las muñecas y tobillos
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