Samuel hubiese querido preguntar si Aaron de verdad estaba seguro de querer hacer eso, pero la respuesta se halló ante sus ojos cuando el humano, sonrojado a más no poder y apartando la mirada con vergüenza y pudor, alargó sus manos hasta el inicio de sus pantalones para comenzar a desabotonar su bragueta, dándole vía libre al vampiro para que le bajase los pantalones, cosa que hizo con una gran rapidez, incluso arañó ligeramente la piel del chiquillo al arrebatarle la prenda con tanta violencia.
Samuel subió de nuevo tras aquello y se llevó a la boca uno de los pezones del muchacho, que gimió alto si saber que esa parte de su cuerpo podía llegar a ser tan estimulante en buenas manos. Primero solo trazaba círculos con la lengua sobre él, para no asustar demasiado a un muchacho tan inexperto, pero después comenzó a succionar su pezón ligeramente, haciendo al pequeño retorcerse mientras se tapaba la boca con vergüenza, pero no pudo reprimir un chillido al sentir que su tetilla era mordida, por suerte aquello no fue con los colmillos.
Bajo en un camino de besos hasta llegar al bóxer del chico y lamió sobre la tela de este, no era la primera vez que hacía eso y por lo tanto supo que eso y menos era lo necesario para excitar al chico al extremo.
Samuel se sacó su camiseta mostrando un cuerpo tan bello y perfecto.
- Joder- jadeó el menor esa palabra malsonante al ver esos duros abdominales tan marcados que parecían hechos con un cincel sobre esa piel fría como el mármol, esos pectorales tan varoniles, propios de un vikingo, esos brazos fuertes y enormes que no podría rodear ni aunque tuviese cuatro manos- Joder- gimió bajito de nuevo con el corazón a mil viendo como era el vampiro quien se quitaba ahora los pantalones, dejando a la vista una piernas largas y amplias por sus enormes músculos, estaba seguro de que una patada de Samuel podía demoler la casa entera- joder...- dijo ahora ligeramente preocupado al ver lo que apretaba contra la tela del bóxer de Samuel, quien sonrió ante el nerviosismo y el miedo con el que el menor observaba su más que abultada erección.
- No te asustes, no haré nada que tu no quieras- dijo el vampiro divertido al ver como el chiquillo asentía con la cabeza sin despegar su mirada de todo su cuerpo, recorriéndolo una y otra vez con el azul de sus ojos, con un tono incrédulo e impresionado, aunque un pequeño brillo de lascivia se podía ver en esos ojos inocentes que apenas sabían bien lo que sentían.
Aaron comenzó a respirar con aún más rapidez cuando el vampiro se abalanzó sobre él destruyendo cualquier distancia entre sus cuerpos y haciendo que el delgadito Aaron notase como era aplastado por el fornido cuerpo del otro.
- Date la vuela pequeñajo- dijo el vampiro sonriéndole al nervioso muchacho y separándose un poco de él.
- ¿Y-Ya?- preguntó algo alarmado uniendo sus manos en su pecho y apretándolas con fuerza, estaba más nervioso de lo que parecía, pero a su vez también temblaba de excitación pues llevaba tiempo deseoso de ser tratado de forma erótica y gentil a partes iguales por el vampiro.
-Cállate y quédate quieto- dijo Samuel tomando las caderas del chico y girándolo de forma brusca sobre la cama, sacando su lado dominante en el tono de voz autoritario que había usado logró asustar más al menor, pero poco después rectificó- aún no lo haremos, pero tú hazme caso, tengo que prepararte- dijo bajo mientras comenzaba a besar los omóplatos del muchachito revoltoso, este se movía nerviosamente sintiendo aquella dura erección apretar cerca de su trasero.
- ¿Qué es eso de ''p-prepararme''?- preguntó el inexperto sacando una fuerte risotada por parte del mayor, que antes de hablar siguió besando la espalda del muchacho.
- Te voy a dilatar para que no te duela cuando entre, pero no tengo lubricante- dijo el vampiro con un tono paciente mientas sus manos subían y bajaban por la espalda del chiquillo, abriendo todo sus poros y haciéndolo suspirar, mientas la boca del vampiro se pegaba a su nuca para aspirar su aroma y sonar más profundo mientras hablaba.
- ¿Dilatar? ¿L-Lubricante?- preguntó confuso, para Aaron todo aquello que Samuel decía le sonaba a chino, como si hablase otro idioma o usase otra jerga, pero él ya sabía que el único problema de compresión allí era debido a su inocencia e ingenuidad, aún así le asustaba y abrumaba todo aquel vocabulario sexual, tenía la sensación de que Samuel iba a hacerle de todo y él ni entendería lo que pasaba.
- Déjalo- dijo Samuel riendo mientras seguía centrado en acariciar su espalda y ahora besar su nuca con ternura, el chico temblaba a causa de los nervios y sus puños se apretaban con fuerza agarrando la almohada, por tanto Samuel debería trabajar muy duro para lograr relajar a ese chiquillo tan tenso.
Salió de encima suyo, no sin antes situar su lengua al final de la espalda del más menudo y deslizarla siguiendo el contorno de la columna hasta llegar a la nuca del humano, con esa lamida rápida logró que el pequeño cuerpo tiritase por un escalofrío y que el menor gimiese bajito.
Abrió las piernas del chiquitín con cuidado de no hacerlo demasiado, pero por suerte Aaron era muy elástico y no se quejó, así que Samuel pudo acomodarse a la perfección entre sus muslos.
Comenzó a apretar las nalgas del humano en sus manos de forma ansiosa, las separaba un poco pero notó que eso asustaba a Aaron, así que evitó hacerlo, pero aún así se moría de ganas de follarlo sin parar.
-Pequeñajo, si en algún momento quieres que pare, solo dímelo- advirtió el vampiro al ver que su niñito de tez blanca estaba demasiado asustado e inquieto, pero al parecer Aaron realmente deseaba eso pues simplemente asintió.
- ¿A-Ahora que vas a hacer?- preguntó el muchachito, cuyos músculos estaban menos tensos pues el vampiro llevaba unos minutos masajeando sus redondas nalgas de forma estimulante, por suerte su respiración de había calmado bastante así que podía hablar con claridad- ¿M-Me estás preparando?- preguntó Aaron sintiendo como las manos del vampiro seguían masajeando sus nalgas, pensando de forma inocente que aquello era su preparación, pues realmente no tenía ni idea.
-No- respondió el otro de forma rápida antes de bajar al culo del chaval y comenzar a besar sus cachetes. Eran besos tiernos al principio e incluso hacían que ambos se pusieran más duros, sintiendo la excitación de los besos en ese lugar recorrer sus cuerpos, pero después también mordió allí e hizo un par de dolorosos chupetones, consiguiendo así que Aaron girase, nervioso y asustado, su cabeza un par de veces para analizar lo que sucedía.
Ahora Samuel sí que tomó sus nalgas fuertemente, dejando los dedos marcados en ellas y las separó sin pudor, dejando la virginal y rosada entrada del chico a su disposición, se contraía y relajaba ligeramente por el miedo, pero por suerte no parecía que su humano quisieses que eso parase.
- ¿Q-Que vas a hacer?- preguntó de nuevo curioso y con la voz temerosa, se hacía algo irritante que a cada paso de los preliminares el muchacho preguntase pues no había tenido experiencias anteriores, excepto la violación, pero a Samuel le encantaba saber que su niñito era un ingenuo y él le daría sus primeras lecciones sobre sexo.
-Estate calladito, cariño, pronto lo sabrás- dijo el vampiro con un tono tan dominante que Aaron cerró la boca en un instante, sintiéndose totalmente sumiso ante el hombre que podía destrozarle hasta con el dedo meñique.
Aaron sintió que Samuel se acercaba a su intimidad, e incluso sintió las mejillas del vampiro contra sus nalgas, asustándose ¿Qué diablos pretendía hacer? Pero cuando una sensación larga y húmeda se deslizó sobre la superficie de su ano no pudo pensar más.
Gimió de placer al sentir el primer lengüetazo y nunca pensó que ser lamido en ese lugar pudiese gustarle tanto, era un placer lento y húmedo, muy morboso y dejando bien clara la dominación de Samuel, allí se mostraba a la perfección quien comía y quien era comido, pues las metáforas de presa y depredador se representaban a cada segundo.
Aaron pensó que por suerte estaba bien aseado y esa zona de su cuerpo estaría limpia, pero eso no le quitaba lo vergonzoso a la situación. Samuel tomaba con fuerza sus nalgas, no solo abriéndolas sino también sujetando al chico pues no paraba de moverse, buscando más placer o quizás huyendo de una sensación tan rara.
Pero el vampiro siguió lamiendo esa superficie totalmente caliente y húmeda que su humano le cedía con algo de miedo, incluso intentó forzar su pequeña entrada con la lengua, probándolo más a fondo, pero el pequeño no lo permitía pues su cuerpo se tensaba ante ese nuevo placer.
Era muy diferente a cualquier cosa que Aaron hubiese sentido, incluso era raro comparado con aquella vez que Samuel le hizo una mamada, descubría a cada segundo que en su cuerpo había más lugares placenteros de los que él pensaba. Aaron jamás imaginó en hacer nada con su cerradita intimidad, ni se le había pasado por la cabeza tal idea, pero la manera en que Samuel lamía su culo lo llenaba de placer, era todo tan morboso y caliente, dulces descargas de fuego calentaban ambas entrepiernas y hacían a Aaron sudar de excitación.
Samuel paró pues creyó que si seguía el chico iba a correrse con tan solo ser lamido un poco y no quiso que eso sucediese, aún.
Sin mucha dilación llevó sus largos dedos a la mojada entrada del muchacho y los deslizó por la superficie apretando un poco y masajeando a la par que describía círculos alrededor del pequeño hoyo. Aaron gemía ahora de forma más ahogada y sus quejidos eran bajitos, oprimidos contra la almohada que él mismo aplastaba en su cara.
La idea de avisar al niño de que lo que en ese momento venía iba a dolerle al menos un poco era lógica, pero Samuel la descartó con rapidez al ver que el pobre ya estaba bastante asustado y que decirle eso podría hacer que el pequeño se negase a tal rendición, pero aún así Samuel lo trataría con cariño, intentando dáñalo lo menos posible.
Unos dos centímetro del dedo índice de Samuel se introdujeron de golpe en el pequeño agujero del humano, quien chilló bajito al sentir la intromisión.
- ¡Dijiste que no dolería!- chilló recriminándole mientras giraba su cabeza, sus ojos ligeramente cristalizados por el miedo recordaron el dolor de ser violado por ese hombre, pero de nuevo Samuel intervino tomando la cabeza del chico y poniéndola contra la almohada con más fuerza de la necesaria, acercándose a él para hablarle de forma dominante pero tranquilizadora.
- Quieto- susurró al principio mientras un poco más de su dedo entraba en el menor, forzando el esfínter y causándole un ligero ardor- Dolerá un poco al principio, pero luego te gustará- lamió con lujuria la oreja del chico causando que este se estremeciese y entonces notó la actitud sumisa de este, volviendo a su tarea de preparar al chiquillo que ahora parecía no resistirse.
Con algo de paciencia y mucha delicadeza logró meter el primer dedo hasta el final y parecía que Aaron ya se había acostumbrado pues su cuerpo no parecía tensarse tanto como al principio, movió este en círculos dentro del menor, escuchando ligeros gemidos de dolor, pero pronto se acallaron contra la almohada, aunque Aaron no pudo contener su voz una vez el dedo entraba y salía de él.
Cuando el chaval pareció algo más relajado, Samuel adentró un dedo más, lo hizo mal pues lo metió de golpe consiguiendo que el pequeño gritase y se removiese, pero por suerte Samuel fue rápido y lo inmovilizó sin sacar sus dedos de dentro del menor nervioso que se movía desesperadamente. Besó su espalda con ternura hasta que lo calmó y entonces prosiguió con su labor.
El estrecho Aaron se iba dilatando poco a poco pues esos dos dedos que entraban y salían dejaron de ser dolorosos para ser una curiosa molestia tras unos minutos. En una de las embestidas que esas falanges daban, Aaron sintió algo extraño, la sensación del calor recorrer su cuerpo ya la conocía bien, la había sentido al ser lamido en su pene y su entrada, pero el placer directo era, de nuevo, diferente y maravilloso.
El tercer dedo entró de lleno y el menor trató de no quejarse, lo cual fue una dificultosa tarea, pero aún así lo consiguió.
- Sami...- lo llamó del chiquillo con la voz entrecortada mientras el mayor movía sus dedos dentro y fuera del orificio del menor, causando que el pequeño tuviese escalofríos algo dolorosos pero que se sintiese bien cuando los dedos tocaban ese ''algo'' dentro suyo- después de esto... d-después de hacerlo ya habrás conseguido lo que querías... ¿n-no me volverás a tratar como antes, verdad?- preguntó temeroso de darle al vampiro lo que ambos ansiaban pero solo uno conocía.
-Aaron, lo que quiero es a ti- dijo el otro divertido mientras seguía embistiendo al muchachito con sus dedos- no pienso tratarte mal, aunque ya sabes que tengo una actitud un poco ''dominante''- añadió comenzando a besar y morder la espalda del pequeñajo bajo él.
Aaron dejó ir un suspiro de alivio más por las palabras de su amo que por el hecho de que ahora los tres dedos abandonaban su cuerpo paulatinamente, deslizándose fuera de su interior con cuidado.
El vampiro acarició su espalda y sus nalgas sin olvidarse de sus muslos, pasaba los dedos finamente sobre su piel relajándolo y preparándolo para lo que el inocente chico ya sabía que venía, su cuerpo entero ardía bajo el tacto de las yemas del vampiro, que irónicamente estaban bastante frías por su condición.
Tomándolo firmemente de las caderas el vampiro logró, de un solo y rápido movimiento, girar al chico sobre el colchón, mostrando así como su cara sonrojada ya no se aplastaba contra la almohada y dando una perfecta vista de la excitación creciente que se había formado en la entrepierna del menor.
Aaron se extrañó al estar bocarriba recordando que durante su violación, su cuerpo había estado en otra pose. No es que le gustase recordar aquellos momentos terribles en que el vampiro lo había poseído sin su consentimiento, pero realmente aquello era lo único que sabía sobre sexo, solo conocía aquello que vivió en la violación, y como era normal, pensaba que solo podía tener sexo en la posición en que su cuerpo fue usurpado aquella vez, pero poco a poco Samuel iba a enseñarle todo sobre ese mundillo perverso.
- ¿Qué pasa?- preguntó Samuel viendo como el chico se quedaba bocarriba, nervioso y mirándolo como si esperase respuestas a alguna pregunta. Estaba estirado sobre el lecho, pero no como debería ser sino que todo su cuerpo temblaba de los nervios y el chiquillo estaba rígido como un palo, asustado de no complacer al vampiro o de salir herido, y además sus piernas se hallaban cerradas con fuerza por acto reflejo.
- E-Es que no entiendo qué debo hacer...- admitió avergonzado el pequeño cuya ropa interior había desaparecido hacía ya un buen rato para acabar en algún lugar que, francamente, a nadie le importaba conocer.
Samuel rió de forma grave, bastante seductora a los ojos de Aaron pero intimidante a su vez por el tono gutural. Con seguridad y calma el vampiro comenzó a acariciar las rodillas del menor subiendo por sus muslos y muy lentamente esperó a que sus caricias relajasen al chaval para poder abrirle las piernas, cosa que no hizo se forma exagerada, aunque por suerte Aaron era muy elástico y aquello se hizo notar cuando el chiquillo ni se inmutó al sentir sus piernas abrirse demasiado.
Samuel se metió entre sus finos muslos y se quedó ahí mirando al chico durante unos segundos, embobado porque el azul de sus ojos se veía exactamente igual al del colgante del menor, el cual era la única prenda que Aaron no se había quitado esa noche.
- Tú relájate pequeño, voy a ser muy bueno contigo- dijo Samuel pareciendo todo un galán mientras se apresuraba a tomar la cintura del chiquillo y apretarla entre sus manos antes de comenzar a sobar todo su cuerpo con caricias casi desesperadas, apretaba a sus nalgas con fuerza y deseo y pronto su lengua comenzó a lamer desde su ombligo hasta su cuello, sin parecer un baboso, sino siendo sensual y frenético en sus roces.
Aaron se encontraba con los ojos cerrados e intentando destensar sus músculos mientras todo su cuerpo era acariciado y besado por el vampiro, que lentamente se deshizo también de su ropa interior, liberando su erección monstruosa y suspirando de placer ante la imagen que sus ojos grababan en sus pupilas de por vida.
Aaron también lo necesitaba, él no era un entendido en el tema del sexo, pero sí que sabía que él podía llegar a asentir placer y que esa era la finalidad de hacer el amor, y quería hacerlo, lo necesitaba porque después de todo era incapaz de odiar a Samuel, pues tenía demasiado buen corazón, pero a su vez tampoco podía amarlo pues el miedo lo inundaba. Para él, Samuel era el dios del dolor, aquel que solo estaba ahí para causar sufrimiento y para herirlo y pensó, alocadamente, que si él le hacía sentir placer tal vez pudiese quererlo al ver su miedo al dolor disiparse, pero aunque Aaron no lo sabía, aquel era un gran paso pero no el último, Aaron necesitaba, algo más, aunque él no lo sabía, pero Samuel sí.
Las respiraciones del humano se volvieron más intensas cuando notó el palpitante y duro miembro del otro rozar su entrada, se deslizaba sobre la superficie mojadita, pasando toda su longitud sobre aquel orificio que Samuel se había dedicado a preparar concienzudamente.
El menor gemía bajito notando aquel húmedo pene tan cerca de su intimidad, rozándose, frotándose, parecía que le estaba pidiendo permiso para entrar, pero el chiquillo no estaba en condiciones de hacerle saber a Samuel lo que quería, porque sus ojos se encontraban fuertemente cerrados y sus manos se enterraban en el colchón, sus labios los hería él mismo mordiéndoselos con fuerza por los nervios. Su corazón parecía a punto de estallar.
Samuel miraba al chico de forma insinuante y como pidiéndole permiso para entrar pues no estaba del todo seguro de que el pequeño no quisiese echarse atrás, más que nada porque el menor temblaba y jadeaba pareciendo bastante asustado, pero eso no parecía frenar las ansias del menor porque aquel momento llegase.
Aaron solo abrió un poquito más sus piernas facilitando el acceso del vampiro a su entrada y, a su vez, ladeó un poco la cabeza dejando espacio libre en su cuello donde Samuel se apresuró a aventurar sus dientes y su lengua, saboreando la salada piel y besándola con sus labios mientras su erección seguía contra aquel culo listo para recibirlo.
La sesión de tiernos besos duró lo suficiente para calmar un poco a Aaron y eso alegró a Samuel, quien con algo de prisa se incorporó y sujetó su propio miembro por la base, dirigiéndolo al ano de su muchachito.
Al principio el chico se mordía los labios con ferocidad al notar tamaña presión en un lugar tan cerrado, pero al sentir la cabeza forzar el esfínter y entrar dentro de él tensando todo su angosto canal, el menor no pudo reprimir un chillido.
- Iré poco a poco, no temas- susurró en el oído del tembloroso chico, cuyos ojos se cerraban con fuerza arrugando así los párpados y cuyas manos se aferraban a las sábanas con desesperación, sí, aquello era tan doloroso como había imaginado.
Sin ser consciente de ello Samuel logró que su humano se excitase bastante, subió su libido de forma impresionante, porque aunque Sami no lo supiese y Aaron tampoco se diese mucha cuenta de ello, al humano le ponía a cien que su vampiro lo dominase pero a la vez le dijese cosas tiernas al oído. Le encantaba saber que el monstruo con el que estaba se iba a comportar lo más humanamente posible.
Se adentró un par de centímetros más y se quedó quieto al escuchar un grito ahogado, Aaron tardó dos minutos en acostumbrarse a tener esa parte de la enormidad de Samuel dentro de su culo, pero los quejidos se redujeron y de forma paulatina, sin pausas pero con mucho cuidado, Samuel empujó su polla dentro del menor, viendo como la palpitante y dura, excitadísima, carne entraba a fondo a través de esas nalgas, como se deslizaba dentro de ese húmedo y virginal agujero, y por cada poco que entraba Aaron dejaba pequeño quejidos y algún que otro gemido, pero sus ruiditos de dolor y placer solo servían para que él sintiese algo volverse aún más duro entre en sus nalgas, sentía ese miembro enorme crecer en su interior y Samuel lo notaba tan apretado que no podía esperar a correrse y a hacer al niño correrse también, se volvería loco si esa noche no conseguía su objetivo.
Aaron se relajó notando que Samuel no se movería en un buen rato con tal de hacer que se acostumbrase a tener a alguien dentro suyo y bien a fondo, entonces el chiquillo se percató de un detalle que saltaba bastante a la vista. Miró su erección con horror y se tapó las manos ante tal vergüenza ¿Cómo podía estar abierto de piernas mostrando su excitación sin pudor alguno? Se sintió sucio y despreciable, pero eso cambio cuando el vampiro le obligó a retirar sus manitas de su cara, descubriendo un rostro tan bello que costaba de creer, algo lloroso, sí, pero bellísimo.
Samuel bajó una de sus manos entre los muslos del menor y tomó la pequeña virilidad en su mano, la cubría con total facilidad y masturbarlo sería fácil por su pequeño tamaño. Comenzó a mover de forma lenta su mano arriba y abajo, apretando un poco para que su tacto fuese más intenso, el menor gemía y jadeaba, tan a punto de correrse que no parecía que aquello acabase de empezar.
Samuel paró en seco, no quería que el pequeño se corriese, así que soltó su miembro y apoyó sus manos a los lados de la pequeña cabecita, muy despacio comenzó a salir de él y el chico solo se mordió los labios entre suspiros, las sensaciones eran demasiado nuevas, no recordaba nada parecido de aquella asquerosa violación, pero no pudo ni imaginar ni recordar, apenas pensar cuando el vampiro volvió a entrar de golpe y de una sola estocada hasta l el fondo, haciéndolo ahogar un grito.
No le había dolido demasiado, aunque sí que notaba un ligero dolor pues él era muy estrecho Y Sami muy grande, pero podía aguantar aquello, había gritado por aquella extraña sensación, era todo muy raro y nunca en su vida había imaginado sentir aquello, sentir como lo llenaban de esa forma.
Samuel volvió a ver al chiquillo morderse los labios cuando comenzó a sacar su pene por segunda vez, pero no lo permitió sino que bajó su cabeza comenzando a besar esa dulce boca que le llamaba, lamió y succionó con cariño esos mordisqueados labios mientras se adentraba de nuevo dentro del niño, lo notaba gemir en su boca por el nuevo placer que sentía.
Estaba preparado para ir más rápido y ambos lo supieron, Samuel comenzó a hacer un lento pero jamás pausado vaivén con sus caderas, haciendo que su pene saliese y entrase lenta y cuidadosamente de Aaron, cada vez que volvía a entrar el pequeño no podía contener sus pequeños gemidos, pero sus respiraciones comenzaron a descontrolarse opacando el sonidito de su voz cuando Samuel besó su cuello y comenzó a lamerlo a la vez que entraba y salía de nuevo.
Todo el cuerpo del chico se movía conforme a les embestidas cada vez más veloces y profundas de Samuel, quien sentía al pequeño apretarlo y acogerlo, también le resultaba agradable el ligero temblor asustado del cuerpo ajeno, pero la manera en que gemía cada vez que él entraba a fondo lo volvía loco.
Se separó un poco del cuerpo que prácticamente ardía, irguiéndose mientras sus caderas seguían con la placentera tarea de bombear su miembro dentro y fuera de ese humano, follándolo de forma ruda, pero jamás desconsiderada. Tomó en sus manos los finos tobillos, alzándolos y sosteniéndolos mientras seguía con sus arremetidas y embestidas, notaba cómo su miembro palpitaba y a su alrededor las tiernas, húmedas y estrechas paredes del chico lo devoraban, lo atrapaban y, en cierto modo, también lo hacían suyo, porque Samuel era de Aaron, porque Samuel estaba cayendo rendido a sus pies, pero eso no debía saberlo nadie.
Era adorable la manera en que Aaron gemía maravillado pues por primera vez en toda su vida estaba sintiendo un placer al que creía que jamás tendría derecho, aquello era exactamente lo opuesto a la tan temida violación que recordó una vez supo que esa noche Samuel le haría el amor. Y bien que Samuel le estaba haciendo el amor, se lo estaba haciendo como nunca nadie más podría ni tendría la oportunidad.
Se sentía ahogarse cuando el miembro comenzaba a salir de él dejando un repentino e incómodo vacío, pero sus pulmones no daban abasto una vez la punta del pene del vampiro arremetía contra ese lugar tan lleno de placer de Aaron, liberando su voz en mil gemidos de puro éxtasis. Le encantaba y, sí, seguía asustado al saber que quien provocaba todo eso era Samuel, pero jamás lo volvería a odiar, y si eso ya lo tenía claro antes, ahora quedaba totalmente remarcado.
Ambos chicos estaban acelerados y a mil, con ganas de terminar y culminar con aquella perfecta noche, pues los dos se sentían al límite. Samuel rugía de placer, literalmente, al sentirse dentro del muchacho y no podía esperar a correrse en ese bonito trasero y Aaron, por su parte, estaba ya a punto de caramelo, sintiendo que los constantes y cada vez más fuertes y vigorosos golpes sobre su punto G lo volverían loco de placer en cualquier momento.
Samuel sabía que el final se acercaba y totalmente decidido comenzó a arremeter con más fuerza contra el chiquillo, haciendo chocar su pelvis contra el pequeño trasero hasta dejarlo rojo, escuchando los gritos del menor mezclando dolor y placer mientras las pequeñas manos buscaban las suyas. Con una de sus enormes manos atrapó una de las del pequeño y la apretó fuerte haciéndole saber que él se hallaba ahí, que tenía control y que no le heriría; y con la otra mano comenzó a masturbar al humano, de arriba abajo sus dedos de movían apretando el pequeño pene lo suficiente para hacer su presencia más dominante pero sin dejar de ser placentera, Aaron no aguantó más de un minuto y con un estruendoso y deliciosos gemido se corrió, atrapado por la mano de Samuel y manchando su propio vientre.
Todo su pequeño cuerpo se contrajo, tensando los músculos y cerrando los ojos, apretando los puños y, sobretodo, contrayendo su pequeño recto, cerniéndolo sobre el pene de Samuel y ejerciendo así una presión totalmente placentera, estrujándolo hasta que se corrió dentro suyo haciéndolo sentir un calor impropio de un inmortal.
Poco a poco Samuel salió del chico y este jadeo en respuesta al acto, con tan solo unos quince segundos y una velocidad de vampiro, Samuel ya se había vestido con unos jeans y una camiseta de tirantes negra, pero el humano solo se había quedado en la cama respirando como loco, como si fuese la primera vez en mucho tiempo que sus pulmones probaban aire fresco.
-Te voy a ayudar ¿Vale? pareces muy cansado- dijo Samuel echándose de nuevo sobre el menor y sonriéndole- ¿Qué tal ha estado?- preguntó con una enorme sonrisa en su rostro, mostrando unos colmillos que aunque amenazadores, eran blancos como perlas.
- Ha sido impresionante... ¿S-Se siente así de bien cada vez que se hace el amor?- preguntó el pequeño impresionado no solo por las dotes sexuales del otro (pues en una relación el sexo no es lo más importante precisamente) sino por el cuidado con el que lo había tratado y el cariño que le había demostrado.
- Solo si estás con la persona indicada- señaló el rubio mientras sonreía pícaramente, pensando en que dentro de seis días, sin contar ese, debería retirar todo miedo y rencor del corazón de ese pequeño y sabía perfectamente cómo hacerlo.- Venga, ven aquí- dijo acercándose a él y tomándolo en brazos, sintiendo como su cuerpo aún seguía cálido y empapado en sudor, además de tener el vientre manchado de su propio semen.
El chiquillo sintió bastante vergüenza al estar desnudo, pero nada más entrar al baño se distrajo pensando en lo tierno que era por parte de Samuel que este estuviese llenándole la bañera con agua caliente y que lentamente comenzase a meterlo dentro de esta.
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