- M-Mañana... ¿y-ya podré comer y beber, amo?- preguntó jugando con sus manos, tocando sus uñas, estirando sus dedos, todo eran signos de ansiedad.
- Sí - dijo algo molesto por tener que decir algo que alegró al chico.- Abre la boca- dijo después de eso. El chiquillo lo miró con miedo observando que Samuel se había hecho un pequeño corte en el dedo- Si te llevo mañana a la fiesta debes ir presentable, no lleno de heridas que te has ganado por tu estupidez- ¿Qué culpa tenía él de esas injustificadas heridas? Fuese como fuese la situación, Aaron miró al otro con desconfianza y abrió ligeramente su boca dejando paso al dedo intruso.
Sin necesidad de lamer, la sangre se adentró en su garganta y sus heridas se curaron satisfactoriamente, pero jamás olvidaría el dolor y la humillación.
Aunque tanto las heridas de su cuerpo como la del dedo de Samuel ya estaban totalmente curadas, el dedo seguía en su boca, moviéndose lentamente y tocándole la lengua de maneras que no supo interpretar, pronto se adentró un segundo dedo y Aaron no entendía nada, solo podía quedarse quieto permitiendo aquello.
-Lámelos - Ordenó Samuel empujando de dentro a fuera de esa boca sus dedos, el chico no sabía bien el porqué de aquello, pero la manera inexperta en que su lengua repasaba torpemente la superficie de las falanges de Samuel solo logró que el vampiro lo encontrase sumamente erótico. Empujó sus dedos más al fondo haciendo toser al chico y cerrar un poco la boca tratando de retirarse.
-No los muerdas, o te partiré los dientes- amenazó al ver al chico atosigado por los dedos que se movían en su boca.
No le gustaba nada esa sensación, era sofocante y vergonzosa ¿Porque tenía que hacer aquello? Los dedo se empujaron más hasta su garganta y tosió de nuevo, cerrando un poco la boca y rozando con los dientes los largos dedos mas no los llegó a morder, aún así Samuel se sintió enfadado y metió un dedo más en esa boca, metiéndolos un poco y sacándolos ahora a un ritmo más rápido. El chico estaba poniéndose rojo para evitar toser o tener arcadas y solo pudo respirar tranquilo con su boca una vez vacía.
Estaba jadeando mientras veía como Samuel lamía los dedos que habían estado dentro de su boca, un extraño escalofrío de miedo y repulsión recorrió todo su cuerpo mientras sus pulmones se llenaban y su rostro recuperaba su color pálido habitual.
Con esas pocas habilidades Aaron no podría haber complacido a un hombre del calibre de Samuel de ningún modo, pero a Samuel le gustaba y a la vez le encendía esa inexperiencia del chico, quizás que fuese un inútil inexperto no sería tan malo, pero estaba claro que si no llegaba a complacerlo sufriría las consecuencias, y por consecuencias me refiero a golpes.
- ¿Eres vírgen?- preguntó haciendo que el chico se atragantase con esa pregunta tan inesperada. Pero después de entenderla se sintió profundamente aterrado ¿Aquel hombre no querría algo más que su sangre, verdad?
- S-Sí- dijo y ante la severa mirada de su señor añadió:-amo
Samuel se sujetó el puente de la nariz con los dedos, como quien tiene que enseñar a alguien una materia que el otro desconoce.
- ¿Y has practicado sexo oral?- negó con rapidez y sus mejillas sonrojadas.- ¿Masturbación?- otra negación, aquel chico parecía demasiado inexperto e inútil como para ser normal, pero Samuel tenía claro que se divertiría con él- Puto inútil...- susurró molestando al chico- Al menos sabrás tu orientación sexual, ¿no?- Levantó una ceja, no es que le importase si ese chiquillo se sentía cómodo con los temas y el sexo homosexual, pero tenía claro que si era hetero le sería más difícil educarlo en ese ámbito, aunque en parte eso era bueno, Samuel no buscaba que aquel humano quisiese aquello, pero si lo quería tampoco le desagradaría algo de colaboración sumisa por su parte.
- No... n-no lo sé- dijo el chico avergonzado. Era lógico pensar que un adolescente de 16 años tendría su sexualidad clara o al menos se habría planteado sus duda, pero él no había pensado en eso porque no era el típico chico de clase que mira a sus compañeros y saca conclusiones de lo que le gusta, tampoco era de los que llegaban a casa y buscaba apoyo en internet para saber era de su agrado ¡Claro que no! Eso era impensable, cuando todo el tema de los vampiros había empezado él era solo un niño, y todo eso que debía hacer durante la adolescencia se había substituido por lo que todo el mundo había agudizado en ese entonces: la supervivencia. Aaron no había tenido tiempo de desarrollarse sexualmente aún y todos esos temas le resultaban desconocidos, incluso llegó a preguntarse en ese momento como dos hombres podrían intimar, pero relacionándolo con conceptos que había aprendido de pequeño sobre la reproducción, pudo hacerse una vaga idea.
- ¿Cómo puedes no saberlo? Que estúpido- bufó molesto, le encantaban los adolescentes inocentes, pero ese lo era demasiado y no quería llegar a sentir pena, aunque si la sentía sabía cómo disimularla a la perfección.- Ven - dijo dando un par de palmadas en su regazo.
El chico se levantó y no lo hizo inmediatamente puesto se tambaleaba un poco por el hambre y la sed.
Una vez sobre su regazo, Samuel miró al pequeño y sonrió malicioso, le encantaba la manera que tenía el chiquillo de tragar saliva intentando olvidar la sensación de los dedos intrusos en su boca.
- Quítatela- dijo señalando el vendaje del cuello, hombro y parte del pecho del chico, ya no tenía ninguna herida que esconder y proteger.
Comenzó a quitarse las vendas lentamente primero su hombro y después descubrió su cuello, haciendo que su exquisito aroma se liberase más hacia el vampiro, pero la parte de la venda que quedaba estaba en su pecho bajo la camiseta. Se quedó inmóvil, mirando al suelo con los ojos acuosos, al quitarse el b¡vendaje sentía que se desnudaba suciamente como una prostituta. Todo era tan terrorífico y humillante, y no había salida.
- Sácate eso ¿O vas a quedarte pasmado como un idiota?- dijo señalando la camiseta que le impedía desenroscar la venda de su pecho.
Tomó los extremos de la camiseta y casi al borde del llanto, lo hizo, comenzó a desnudarse de verdad porque cada vez se sentía más vulnerable frente a ese hombre, más desnudo, pero ahora la situación era real. Y cuando ya nada cubría la parte superior de su cuerpo notó la nariz puntiaguda del otro contra su cuello, oliéndolo.
Por la sensación escalofriante y de heladez, sus pezones se endurecieron, claro que era por el frío, esa situación era demasiado forzada para resultara excitante, pero aún así el vampiro miró esa zona y sonrió.
- Bonito cuerpo - susurró en su oído mientras una de sus manos acariciaba la tripa del muchacho, quien no paraba de temblar.
- G-Gracias, amo- dijo tratando de no parecer descortés, pero las lágrimas que su acumulaban en sus ojos quitaban veracidad de sus palabras.
- Sería una pena que alguien lo cubriera de cicatrices- Aquella amenaza que no venía a cuento descolocó al pobre muchacho.
- P-Por favor, no lo hagas...- dijo Aaron con la voz quebrada y llena de angustia y dolor. Esa maldita voz había tenido el mismo efecto que su mirada, como una puñalada trapera para Samuel, quien sintió el maldito pinchazo al oír tan inocentes palabras, pero él no quería angustia ni dolor ni tristeza, esas cosas le hacían débil porque le apenaban y le hacían sentir compasión, él quería miedo porque eso le encantaba.
- Largo - lo hecho con la voz ronca tras la súplica del chiquillo en la que hasta le había pasado por alto no haberle llamado ''amo''.
Aaron no entendía en lo más mínimo el comportamiento de su captor, pero aún así se marchó, quizás si se echaba a dormir podría despertar al día siguiente y beber y comer. Ya encargaría mañana de buscar otra camiseta.
Por suerte el vampiro no lo molestó durante el resto de esa noche y pudo dormir tranquilo por el día, pero a la caída del sol notó como alguien que estaba de pie lo empujaba por el suelo como escombro.
-Despierta ya, vago- lo insultó el vampiro mientras su pie daba pequeños golpes al cuerpo casi sin fuerza.- Tienes una hora para estar presentable para la fiesta, de lo contrario te partiré las piernas y te curaré hasta que vuelva- la amenaza resonó en los oídos del pequeño chico, que se levantó de golpe mostrando con mucha vergüenza como su cuerpo perfectamente esbelto y delgado estaba desnudo de cintura para arriba.
- A-Amo- lo llamó, este se giró intrigado- ¿Puedo...?- dijo señalando a la cocina sin atreverse a terminar la frase para no parecer pesado en ese tema.
-Sí, ahora deja de hacerme perder el tiempo- bufó molesto. Aaron se fijó en que su amo vestía un elegante traje negro que aunque escondía su musculoso cuerpo le hacía quedar imponente.
Pasó más de media hora bebiendo agua y vaciando la nevera por su hambre, pero cuando quiso darse cuenta era ya tarde como para prepararse adecuadamente para la fiesta.
Temeroso de la posible reacción de Samuel si llegaban tarde, se duchó a toda prisa y se vistió con un traje igual al de su amo pero de su talla, en él no quedaba imponente, era más bien adorable, pero aún le faltaba la corbata.
- Nos vamos- dijo entrando en la habitación mientras guardaba su teléfono móvil en el bolsillo junto a un inconfundible paquete de cigarros- No me lo puedo creer...- dijo con fastidio al ver al niño con la corbata en la mano y mirándose extraño al espejo.
- L-Lo siento amo, yo...- se disculpó viendo como el hombre se acercaba imponente y lo tomaba por el cuello hasta acercarlo a él demasiado.
-No la necesitas. Además quedaría mal con el collar.- Le arrebató la corbata de las manos y la lanzó a la cama antes de tomarlo por la muñeca y arrastrarlo fuera de la casa.- ¿No puedes ir más deprisa?- preguntó Samuel de mala gana tirando del brazo del pequeño en medio del trayecto hasta la casa, como si de un perro se tratase y estuviera estirando de la correa.
En poco tiempo llegaron a una lujosa mansión de colores crema y decorados de estilo victoriano, aunque entraron en la impresionante propiedad abriendo unas altísimas rejas de metal, no entraron dentro de la mansión pues la fiesta sería al aire libre, en el enorme descampado con piscina que poseía ese lugar como ''jardín''.
Era enorme y estaba todo lleno de decorados maravillosos y mesas de manteles blancos, redondas pero sin estar rodeadas de sillas ya que sobre las mesas solo había depositadas estructuras circulares menguantes hechas con copas apiladas que parecían contener un líquido rojizo oscuro, el inocente Aaron pensó en vino ante esa refinada visión.
Allí reunidos había cientos de vampiros, solos, en parejas o grupos y todos vestidos con trajes refinados y que les hacían parecer importantes hombres de negocios, y las vampiresas no se quedaban atrás con sus largos y oscuros vestidos de fiesta, lo suficientemente apretados como para ser insinuantes pero no promiscuos, eran sexys pero guardaban la elegancia. Y en cada rostro un par de colmillos y ojos rojos, porque allí todos simpatizaban mostrando como no se avergonzaban de esconder su apariencia.
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