- ¡Tachán!- dijo Jason señalando al pequeño chico de hombros encogidos que estaba a su lado, era más bajo que él y se notaba que aunque confiaba en Jason, estaba algo asustado.
- ¿Un humano?- preguntó el otro, Jason poseía a decenas de empleados, mayordomos y sirvientes humanos que compraba a los otros vampiros, no a cambio de dinero siempre, también era a cambio de favores o de cierto tipo de sangre o servicios que sus humanos podían realizar.
- Sí, pero no es un humano común- explicó este con emoción- Pasa, pasa, no seas tímido- dijo en un tono bajo al humano que, comenzando a caminar junto a él hacia el interior de la casa, se aferró a la manga de la chaqueta de Jason con fuerza, como si eso lo protegiese.
- ¿Y bien? ¿Qué tiene de especial?- dijo mientras su pequeño seguía sentado en su regazo, aunque no le tenía cara a cara y Aaron le daba la espalda, le resultaba reconfortante tener a ese humano de delicioso olor encima.
- ¡Es hemofílico! Solo uno de cada diez mil lo es, he pensado en hacerte el regalo de dejarte probar su sangre ¿Quieres probarlo? Su sabor es muy extraño, pero a mí me encanta-explicó. El chico se asustó al escuchar la pregunta que el otro le hizo a su amigo y retrocedió un poco, chocando con el fuerte pecho de Jason y mirándolo con miedo- Tranquilo, ya sabes que no dejaré que te muerda muy fuerte- le dijo a su pequeño siervo en un murmullo y lo miró con cariño. Hacía lo mismo con cada uno de sus cientos de sirvientes, fuesen chicos o chicas, mayores o menores, a todos los trataba de consolar de forma dulce cuando se asustaban, era la mejor forma de ganarse su confianza, pero con este pequeño parecía que tenía más dedicación.
- ¿Hemofílico? ¿Seguro que sabe bien? La sangre enferma no es de mi gusto- dijo dándole un par de palmaditas a Aaron para que se levantase de encima suyo, este lo hizo y sin encontrar bien su lugar en esa situación se quedó ahí, de pie, pensando que estorbaba, pero realmente estaba siendo ignorado.- Bueno, igualmente lo probaré, si te has molestado en traerlo aquí- dijo Samuel con poco interés, realmente después de probar la sangre de Aaron no creyó que ningún otro humano pudiese satisfacerle o al menos impresionarle.
-Ya verás cómo no te arrepientes- Dijo Jason con una sonrisa colmilluda pero radiante, parecía un mercader que acababa de vender su nuevo y prometedor producto.- Y tú, no me mires así- regañó al humano por lo bajo- después podrás pasar el resto de la noche en la piscina si quieres- le dijo entonces para animarlo, el chico de no más de diecisiete años sonrió como un infante al que le habían prometido un helado de su sabor favorito.
- Bueno, pues trae aquí ese mocoso- dijo Samuel ignorando los comentarios de su amigo hacia el chico que tenía delante suyo, lo tomó con poca fuerza del pelo y ladeó su cabeza disponiéndose a morder la yugular, le sorprendió que el chico se resistiese tanto, sabía que Jason tenía bien educados a sus humanos.
- Oh, no, no- Dijo el vampiro tomando un poco a ese humano y apartándolo del extrañado Samuel- A él no le gusta en el cuello, le da miedo- Explicó con un gesto amable y poniendo sus dos manos sobre el hombro de aquella pequeña presa que se vez en cuando miraba a Aaron de reojo- Ya te he dicho que no seas tímido- lo alentó un poco al verlo distraído, masajeó unos segundos los hombros pequeños del chico donde apoyaba sus enormes manos y Samuel bufó ante el gesto, pero un leve hormigueo le invadió imaginándose a él tratando de ese modo gentil a Aaron mientras este le tomaba confianza.
Descartó la idea con rapidez, la confianza era la puerta a la traición y a la irrespetuosidad que quería evitar mediante el miedo que le infundía al chico.
El adolescente se remangó un poco descubriendo su muñeca y se la tendió a Samuel, quien lo miró con una mueca extraña, como si le hubiesen prometido un banquete y ahora solo le diesen una pequeña cata de eso.
- Y muérdelo solo con los dos colmillos, no hinques el resto de dientes. Él no tolera bien el dolor, como la mayoría de humanos- Jason, después de vivir rodeado de humanos que aunque eran sus trabajadores e inferiores a veces llegaba a considerar como una familia, había podido presumir de ser uno de los vampiros con más conocimientos sobre los humanos del lugar.
- De acuerdo- bufó molesto.- ¿Puedo?- preguntó con retintín tomando la pequeña muñeca y mostrando los colmillos, después de tantas condiciones no le habría extrañado que al final Jason le dijese que no podía morder al humano, pero Jason asintió y dio paso a un mordisco de Samuel, pero no como los que le daba a Aaron, clavando todos los dientes de su boca (afilados o no), aquel mordisco era con solo esos dos colmillos, y además en la muñeca, dolería sí, pero menos que en el cuello.
El chico hizo una mueca de dolor al sentir los colmillos en su muñeca y se mordió el labio, una de las manos de su hombro bajó a la mano del libre del pequeño humano para que este la apretase, distrayéndose del dolor. Aaron creyó que ser una de las mascotas de Jason debía ser genial, las trataba tan bien.
Samuel bebió muy poco, la verdad, y después se alejó de la herida muñeca. Al ser hemofílico, ese chico no podría coagular la herida y sangraría por horas, atentando así hacia su salud, pero Jason dejó que un pequeño corte en su dedo de inmortal gotease en la boca del humano, y este se curó a los pocos segundos.
- Sabe diferente- dijo ante la ilusionada cara de su amigo, parecía que Samuel fuese un duro jurado juzgando el trabajo de un artista como Jason- pero no mejor, tampoco peor. Está bien, pero tampoco es cosa del otro mundo- dijo con indiferencia mirando como los ojos de Jason se dirigían hacia el pequeño, y ahora cabizbajo, chico humano.
- Una lástima, pensaba que te gustaría- dijo el otro, un poco desanimado pero no tanto como para parecer entristecido- Tú lo has hecho muy bien, puedes ir tirando para casa- le dijo al humano, quien sin mediar palabra le sonrió y comenzó a caminar de camino a la gran mansión del final de la calle.- ¿No me invitas a pasar?- preguntó Jason con una risa burlona y apoyándose en el marco de la puerta. Samuel era su amigo, pero sabía muy bien como de impertinente y molesto podía ser Jason, al igual que Charlotte.
- Estaba discutiendo unos asuntos con el humano- dijo señalando a Aaron, quien de golpe bajó la cabeza fingiendo que no escuchaba la conversación o que no había prestado atención a lo sucedido, pero nada más lejos de la verdad.- Ya sabes, sobre la obediencia y esas cosas- añadió desinteresado, queriendo echar a su amigo para seguir castigando a Aaron.
- Ajá, sigue contándomelo, yo te escucho- dijo el otro impertinente- Tengo todo el tiempo del mundo- añadió con malicia. Samuel suspiró rindiéndose.
- Anda, pasa- dijo separándose del marco de la abierta puerta y dejando que el otro accediese a su salón principal, sin preguntar siquiera se sentó en el sofá de Samuel y comenzó a hablar.
- El chico sería más obediente si lo tratases mejor y le dieses confianza- Dijo basándose en su método.
- Yo creo que el miedo y el castigo físico son las mejores formas de instruir a alguien, de adiestrarlo- sonrió de una manera que erizó todo el vello del cuerpo del humano.- Humano, después de los castigos que te he dado ¿Tienes ganas de faltarme al respeto o desobedecerme?- preguntó mirando fijamente a ese par de ojos azules, y de pronto se planteó internamente aquello de tratarlo bien y darle confianza, pero de nuevo negó en su cabeza. El chiquillo negó frenéticamente, su miedo podía, literalmente para los vampiros, olerse.- ¿Ves?- le dijo a su amigo.
- Un perro apaleado no te morderá por miedo, pero uno al que le des cariño te será fiel siempre- Aaron coincidió con la opinión de Jason, aunque encontró ofensivo que lo comparara con un chucho, aunque el collar en su cuello no decía lo contrario precisamente. Le habría gustado decir que Jason tenía razón, pero expresar su opinión si no era preguntada sería algo impensable en presencia de Samuel Hass.
-Jason, tus discursitos moralistas me aburren ¿Quieres algo a parte de molestar?- preguntó con media sonrisa, dando a entender que aunque dijese parte de la verdad, estaba bromeando.
-Sí, invitarte a otra fiesta, pero esa vez no la organizo yo, lo hace mi adorable vecino- y la penúltima palabra de su intervención la dijo en un tono excesivo de sarcasmo mientras hacía comillas con los dedos.- La joyita del barrio- dijo con ironía- pero una fiesta es una fiesta- lo miró suplicante- Es mañana, dime que vendrás, Charlotte lo haré, y nosotros sin ti seremos la pandilla incompleta- dijo divertido.
- ¿Qué somos, críos quinceañeros de fiesta?- rió un poco tras formular la pregunta con seriedad- Iré, él también- señaló a Aaron sin que este pudiese quejarse- Aunque ese tipo me cae fatal- bufó haciendo una mueca de asco.
- A todo el barrio, es más, a toda la zona le cae mal, pero todos quieren ir a todas las fiestas y pasarlo bien. Aunque el tipo es un hijo de puta, él si trata mal a los humanos- dijo echando un vistazo por encima de su hombro, topándose con la imagen de un Aaron que se sentaba en el suelo a cierta distancia de ellos- Y además es un prepotente- rugió con enfado- Sí, vale, tiene trescientos años, es muy fuerte y malo y bla bla bla... Pero eso no le da derecho a ser un chulo, deberías patearle el culo, Samuel tienes cien años más que él y mucha mala leche - dijo el otro bromeando.
- Al final acabaré echándote a ti a patadas- bromeó- ese tipo es un amargado, pero con suerte podremos ir a la fiesta sin encontrárnoslo-dijo sonriendo un poco mientas pensaba en lo infantil e inmaduro que sonaba el vocabulario de su amigo de apenas doscientos años.
- Eso espero- dijo el chico- Bueno, me voy antes de que me eches a patadas- dijo levantándose del asiento y caminando hacia el exterior.
- Cierra la puerta al salir- dijo el otro con un tono frío a modo de despedida, y su petición fue cumplida.- Tú- llamó señalando con el dedo a Aaron- Ven aquí ¿Por dónde nos habíamos quedado?- Aaron se fue acercando lentamente hasta quedar frente al vampiro, quien, sentado, esperaba que fuese el humano quien se tumbase en su regazo y esperase los azotes.
- ¿M-Me puedes perdonar el castigo por una vez, a-amo? Prometo que no sucederá de nuevo- Dijo asustado y sin recordar el motivo de su castigo, ni siquiera sabía que era eso que estaba prometiendo que no volvería a pasar.
- Ah, pequeño idiota tienes suerte de que Jason me haya puesto se buen humor- Pero más que eso, Jason le había hecho reflexionar un poco sobre ese chiquillo que tan culpable lo hacía sentir- Igualmente, ven aquí.- dijo dando un par de palmadas en su regazo.
- ¿P-Pero no me vas a- no pudo acabar su frase temerosa ya que Samuel lo tomó de la muñeca y lo jaló haciéndolo caer sobre sus piernas, teniéndolo sentando y cara a cara, como él quería.
-Maldito niño preguntón...- dejó ir con aburrimiento- No, no te castigaré ¿Contento?- preguntó con burla tomando al chico del collar para acercarlo más a él y comenzar a oler su cuello. Pasó la punta de su nariz por el cuello del chiquillo, rozando la piel tan finamente que los escalofríos temerosos no se hicieron tardar en el cuerpo del menor.- Que bien hueles, tú y tu sangre- dijo como a halago con los ojos cerrados, comenzando a deslizar su lengua por la dulce piel, notando como se movía cuando Aaron tragaba saliva.
- Si quieres sangre ¿Por qué no bebes del humano de Jason?- preguntó el chiquillo sin vacilar en un arranque de furia, no gritó claro está, pero su tono no fue del todo correcto. El vampiro se separó de su cuello, furioso, pero al ver el miedo en esos pequeños ojos azules quiso abrazar al muchacho y susurrarle que todo iría bien, que le hiciese sentir humano y que no tenía nada que temer, pero de nuevo escupió esas ideas fuera de su mente.
- ¿Qué coño te pasa?- preguntó ladeando la cabeza, dejando pasar un poco la insolencia del niño- ¿Acaso estás celoso?- preguntó con malicia queriendo molestar al humano, lo enterró en su pecho apretándolo con sus fuertes e inmovilizadores brazos y comenzó a dejar, lentamente, frías lamidas en su cuello- Tranquilo humano, tu cuello será el único que muerda, estos colmillos...- los hincó levemente en la carne haciendo sollozar al tembloroso menor-... son solo para ti- siseó con maldad.
- ¡No es eso!- Rebatió Aaron sin estar seguro de lo que decía. No sabía el porqué de su enfado anterior ¿Realmente podría haber estado celoso? Ni él lo sabía- Es solo que si tienes a otros a los que puedes morder n-no entiendo porque me lo haces a mi- dijo el chico cruzándose de brazos y esperando una bofetada, mordisco o insulto. Al ver que nada de lo anterior llegaba, a parte de las lamidas escalofriantes en su cuello, decidió seguir hablar- O al menos si muerdes a otros así, con solo los colmillos y e-en la muñeca, haz lo mismo conmigo, sino es tan doloroso... p-por favor, amo- concluyó con sus perfectos ojos cerrados y dejando escapar lagrimas.
Sintió por primera vez viniendo de ese hombre, algo bueno y gentil, el dorso de la mano del otro acariciaba su mejilla, y después su suave y gran palma la sostenía.
- Eres un chico muy valiente al atreverte a decirme eso- rió el vampiro- pero como ya he dicho, estoy de buen humor y lo pasaré por alto.- ¿De buen humor? Samuel lo que estaba era perdido en la compasión que esos ojos le hacían sentir y el cariño que quería tomarle al humano pero que el mismo se prohibía.- Es hora de irse a dormir- dijo levantándose bruscamente, casi haciendo a su pequeño caer de su regazo.
Tomó a Aaron de la muñeca y lo arrastró a la habitación, por suerte el chico lo siguió dócilmente dispuesto a dormir como un perro a los pies de la cama.
- Sube a la cama- ordenó, en un tono serio pero esta vez sin malas intenciones.
Observó al chiquillo mirarlo con sus pupilas contraídas, con miedo y horror, hiperventilando ante los recuerdos de la violación y mirando a la puerta con ganas de huir, pero antes de que diese el primer paso, Samuel lo tomó por la cintura y lo subió a la cama.
- ¡NO! ¡NO, OTRA VEZ NO! ¡Maldito violador, no!- chilló el pequeño al verse subido al lecho de aquel inmortal mientras este se subía también, haciendo crujir los muelles de la cama por el peso de los dos cuerpos y tomándolo de la cintura para evitar que escapase.
- ¡¿Quiere callarte de una puta vez?!- rugió tan fuerte y ronco, lleno de enfado mientras apretaba tanto la cintura del niño en sus manos que un par de lágrimas se le escaparon al chico.
- Debería haberme muerto...- susurró asustado pensando que sería abusado una vez más, y supo que si eso sucedía él no aguantaría tanto, quizás su cuerpo pudiese ser fuerte, pero su alma se partía en mil pedazos. Se quedó completamente quieto, temblando y llorando mientras sus manos tapaban su cara avergonzada por la reciente confesión y limpiaban las lágrimas que caían.
Una de las manos del vampiro se alejó de su cintura y acarició con delicadeza la mejilla del chico, quien cesó en su alarmante llanto cuando eso paso, a la vez que el agarre de su cintura disminuía, tornándose firme pero no doloroso.
-Había pensado que sería mejor para ti dormir en mi cama que en suelo, no iba a hacerte daño- susurró el vampiro con un extraño tono calmado y apenado mientras seguía acariciando la mejilla del chico, quien se sintió profundamente estúpido por haber reaccionado de ese modo tan cobarde e histérico sin conocer bien los propósitos del vampiro, aunque realmente no es que fuese fácil pensar que Samuel podía tener buenos propósitos.
Con la mano que aún lo agarraba de la cintura empujó el pecho del chico hacia atrás, haciendo que el pequeño se recostase contra la espalda de Samuel, quien ahora respiraba en su cuello mientras la mano que le acariciaba la mejillas de alejaba de ahí para volverlo a agarrar de la cintura, aunque le hubiese tranquilizado bastante no dudaba de que el chico usaría la mínima oportunidad para escapar de su contacto.
- Lo que has dicho antes ¿De verdad lo piensas?- preguntó con pena y curiosidad Samuel, quien pensó que era imposible que el chiquillo hubiese dicho para él algo tan cruel con el fin de hacer a Samuel compadecerse. El chico se estremeció y Samuel notó como la pequeña figura cuya espalda se apoyaba en su pecho se encogía un poco.
Realmente se sentía mal, peor que nunca, porque por mucho que le gustase asustar y maltratar físicamente a aquel chiquillo, hacer que el pobre quisiera suicidarse era algo muy diferente, y le hacía sentir mil veces más culpable. A él no le importaba matar, pero manipular a los demás para que quisiesen morir era algo que detestaba, le resultaba ruin y asqueroso jugar con la debilidad mental de alguien hasta el punto de hacerlo querer morir, pero ahora era él quien realizaba dicha hazaña. Era lógico pensar que un chico cuya familia y amigos los había perdido a los 14 años viendo al mundo sucumbir ante los vampiros y que había pasado dos años en la más absoluta soledad sobreviviendo como un animal, saqueando casas vacías y pasando por lugares abandonados, no reaccionaría bien si su primer contacto en tanto tiempo era con un vampiro que además no tenía un atisbo de piedad reservado para él.
- A-Algunas veces sí que lo pienso...- Admitió el chico jugando con sus manos y en apenas un murmullo tímido mientras echaba, ligeramente, su cuerpo hacia delante para no sentir a Samuel contra él, eso le resultaba intimidante.
- ¿Y cuando piensas eso?- Preguntó Samuel usando un tono calmado, se sentía apenado por haber escuchado al chico decir eso y además no quería asustarlo demasiado con sus preguntas hasta el punto de que pareciesen morbosas, él estaba realmente preocupado.
Antes de que el chiquillo pudiese responder puso de nuevo su mano en el pequeño pecho y lo empujó de nuevo atrás, haciendo que el chico se sobresaltase al verse de nuevo apoyado en el pecho del vampiro, quien notó como Aaron comenzaba a temblar pocos segundos antes de hablar.
- Cu-cuando me haces daño o si recuerdo aquello que... que m-me hiciste- confesó el chico mordiéndose el labio para evitar llorar o gritar que le dejase en paz, no soportaba esas preguntas ya no podía imaginar un fin que no fuese frío para ellas, pensando que Samuel se reiría de él por ello.
-Mierda...- pensó Samuel, pero sin querer la palabra escapó de sus labios dando a entender que sabía muy bien que le había cagado. Suspiró pensando en el lío en el que estaba metido, jamás debió haber dejado a Aaron con vida después de percatarse de que era capaz de sentir cosas hacia él, debía haber sabido que esos sentimientos solo se engrandecerían con el tiempo, volviéndose más nítidos y dejando más borrosa su realidad, esa realidad en la que se refugiaba en su faceta cruel para no parecer débil, para no parecer humano.
Samuel miró un momento al chico que estaba de espaldas a él, Aaron estaba demasiado nervioso y a cada segundo se movía hacia delante para estar al menos un poco lejos del vampiro.
Samuel dejó caer su peso y se estiró en la cama de lado mientras Aaron seguía en la cama, a su lado pero sentado como un indio. Como le era fácil manejar el cuerpo del chico simplemente tuvo que incorporarse un poco para poner sus manos en el chiquillo y derrumbarlo en la cama, haciendo que este quedase estirado a su lado, como si ambos tratasen de dormir. Parecían quizás una pareja distante o un par de amigos enfadados que debían compartir cama, quizás un par de hermanos de edades muy diferentes que se habían peleado y ahora se sentían mal, tristes.
Samuel alargó su mano hasta la cabecita del chico que le daba la espalda, y acarició su pelo con cuidado queriendo calmarle, aunque pensó que había hecho algo mal. Aaron comenzó a llorar, no como antes sino esta vez más fuerte, con unos sollozos angustiantes y encogiéndose, abrazándose a sus piernas mientras se lamentaba, moqueaba e hipeaba mientras su llanto alertaba al vampiro.
- ¿Ahora porque lloras?- preguntó Samuel tomando al chico y girándolo en su dirección para que dejase de darle la espalda.- ¿P-Pero que...?- preguntó el vampiro al notar como el chiquillo lo miraba directo a los ojos y después de eso se armaba de valor para extender sus pequeños brazo e intentar rodearlo con miedo mientras su llorosa cara se hundía en el enorme pecho de su amo. Aaron estaba abrazando a Samuel.
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