Un mal día y una noche aún peor

 Liu caminaba desganado por las recónditas calles de la ciudad, había tenido un día desastroso, horrendamente fatalista, se había levantado a las cuatro de la mañana como siempre, a causa de su insomnio, al llegar al instituto se percató de que había olvidado hacer sus deberes, por lo cual su nota de matemáticas cayó un poco más y se gano una de las legendariamente monumentales broncas del profesor Fabio, parecía que ese hombre te apuñalara con las palabras, siempre riñendo a los despistados y los torpes. Por si no fuera poco los tres matones del instituto, unos chicos altos y fuertes que solo servían para jugar al rugby con una vasta brutalidad, le habían acorralado, se habían burlado de él y le habían golpeado en el estómago para tener más facilidad en el momento de robarle el poco dinero del que disponía. Para culminar había vuelto a su casa vacía, fría y falta de calor familiar, pues con tres años fue abandonado a las puertas de un orfanato que no tenía fama de ser afable con los niños, y ahora, con 16 por fin había salido de ese infierno, pero echaba de menos encontrar a alguien que hiciera una silenciosa compañía. Harto de su insufrible aburrimiento en medio del enano salón de la casa de alquiler decidió salir a dar un paseo para despejar la mente. Deseó tener amigos a quien contarle sus penurias, pero recordó que si no tienes amigos no te pueden traicionar, cosa que Liu temía mucho pues era tímido, inseguro y un inexperto en cuanto a vida social se habla. Caminando sin rumbo y acompañado de su reconfortante música, escuchada des de su mp5, perdió la noción del tiempo y cuando quiso darse cuenta la noche había caído sobre él con la rapidez con la que un agila se abalanzaría contra un ratoncillo. Observó sus alrededores, estaba muy oscuro y apenas podía ver más allá de sus narices, una niebla densa como la miel acompaño a la penumbra dificultando la visión de Liu, las calles estaban vacías y las farolas, por algún infortunio, no parecía que esa noche fueran a encenderse. Liu aceleró el ritmo de su paso, caminaba rápido y nervioso, sabía que de noche podían aparecer esos seres tan temidos por la población mundial, esos seres que se ocultaban en las sombras, pues el sol les molestaba mas no les mataba ni les hería, y que habían conseguido doblegar a la raza humana para que los mortales siguieran con sus vidas sabiendo que tales predadores les acecharían en la noche. Liu siempre se refería a ellos como Vampiros ya que eso es lo que eran, muchos los llamaban chupasangres, diablos de sangre, monstruos de la noche, sanguijuelas o inmortales, pero este último concepto no era nada acertado pues los vampiros no eran del todo inmortales, es cierto que todos los elementos del folklore sobrenatural como los ajos, el sol, las estacas o crucifijos eran una sarta de mentiras; pero si había una única cosa que podía matar a un vampiro: otro vampiro.Liu era de estatura normal, medía un metro con 65 cm, pesaba poco y estaba delgado, aunque tenía los músculos ligeramente marcados, su pelo era marrón canela, un color muy vulgar pero bonito, lo llevaba semi largo, lo dejaba caer por su frente en forma de flequillo ladeado y por su nuca como si se tratase de una cascada de finos cabellos lisos. Sus ojos eran también del mismo color, pero este era algo más oscuro, como el chocolate o el café, eran unos ojos grandes perfilados por unas finas cejas, tenía la nariz pequeña y respingona, los labios rosados, finos pero bien proporcionados, cada vez que hablaba parecía que un ángel abriera la boca. Su tez era algo pálida y estaba impregnada en una lluvia de pecas, no eran muchas pero adornaban su cutis de manera muy extravagante.

''¿en qué momento ha anochecido? Esto es un suicidio, como no regrese pronto voy a ser pasto de los vampiros'' pensó Liu preocupado, era un chico que no solía meterse en problemas y temía, como todos, a esos seres pálidos, cientos de veces más fuertes y rápidos que los humanos, de colmillos prominentes y ojos incapaces de ver hasta el más microscópico desperfecto; esos seres majestuosos sedientos de sangre y capaces de leer el pensamiento (claro que esto les costaba un esfuerzo considerable en ciertos casos), capaces de regenerarse y curar sus heridas en segundos... como les temía Liu, había oído noticias de cómo destripaban, desmembraban, torturaban y violaban esos vampiros a sus víctimas, de cómo les mordían no clavando solo dos afilados colmillos sino también el resto de los 30 dientes para desgarrar más la piel... Liu estaba sumido en sus pensamientos cuando se dio cuenta de una cosa, no recordaba el camino a casa, llevaba mucho andando y no tenía muy buena orientación.

'' mierda, este es un día de mierda... ¿se puede saber cómo he llegado aquí? Estas calles ni siquiera me suenan... tengo que concentrarme ¿Por qué camino he venido?'' pensó mientras caminaba a paso ligero, volteándose a cada seguro para corroborar que nadie estuviese siguiéndole, se alarmaba por cualquier ruido normal que perturbase la paz del silencio nocturno, des del sonido mismo de sus pasos hasta algún que otro ladrido de perro distante. Liu se dio cuenta después de un rato andando de que aquel camino que había cogido lo llevaba a una zona que desconocía aún más y decidió dar media vuelta sin saber bien como lo haría para regresar a su casa de una pieza.

Sin embargo el pobre chico mundano no era consciente de que estaba siendo observado por unos ojos que veían con maestría a través de la noche. Un vampiro milenario, de los más antiguos y fuertes, había puesto sus omnipotentes ojos sobre él pensando, tal vez, en cómo se sentiría su espesa sangre sobre sus papilas gustativas o como se filtrarían sus agonizantes gritos por sus orejas; pero lo que este vampiro quería no era matarlo ni torturarlo, ni tampoco violarlo como hacía con todas sus otras víctimas mortales. No, esa no era su intención, al menos no planeaba hacerle eso aquella noche concreta. El vampiro había decidido probar un juego nuevo y totalmente diferente a su habitual, lujurioso y despiadado modus operandi: quería acercarse a aquel mortal, conocerle y seducirle, ganarse su confianza y su amistad, para un día llevarlo a su lecho y besarlo gentilmente con su consentimiento hasta que el humano le pidiese que parase, y entonces, solo entonces continuaría con más violencia, mordiéndolo para succionar su sangre y pervirtiéndolo para profanar su cuerpo contra su voluntad. Sí, quería morderlo, violarlo, matarlo y torturarlo, quería asustarlo, pero antes quería que el mortal le conociese, le temiese pero fuese su amigo. Quería que el mortal le diese una invitación para comenzar el juego y que después, cuando se sintiese asustado le pidiese que parase, porque entonces él, el vampiro, no pararía y para él el juego acabaría de empezar y para el mortal su condena acabaría de comenzar.

Liu se sentó en un banco, exhausto en cuerpo y alma, harto de andar y andar sin poder orientarse, como un pájaro sin alas el chico se apagó agazapado en el banco, tenía frío y estaba cansado, también algo triste entrecerró los ojos y su cabeza cayó sobre el respaldo del banco, de golpe lo abrió ''no puedo dormirme! Tengo que regresar, ojalá hubiera alguien en la calle que me pudiese ayudar'' pensó mientras echaba a andar de nuevo, por un sendero distinto del de la última vez, cabizbajo sus pies se movían con pesadez. El vampiro , que daba el aspecto de un joven de 22 años, se hallaba recostado sobre las ramas de un árbol bien poblado de hojas, sus cabellos rubios y ondulados caían como una cascada de oro sobre sus hombros, sus ojos verdes, tan claros que casi parecía que se le pudiese ver su inexistente alma, eran duros, grandes y rasgados bajo dos largas cejas mezquinas, su rostro era duro y varonil, sus labios gruesos y al igual que su piel pálidos, como si se les hubiese arrebatado una parte de su color; era fornido, musculoso y bello, alto sin duda pues medía un metro con 92cm, una altura muy sorprendente puesto que era de otras épocas donde los humanos acostumbraban a ser más bien bajitos. Sus colmillos se mostraban pequeños y afilados, pero aún no eran amenazantes, su dueño los hizo crecer lentamente hasta que le parecieron totalmente temibles y filosos, como dos peligrosas navajas.El inmortal se dejó caer al suelo des del árbol con una precisión y un silencio felino, se acercó por detrás al pobre chico que andaba distraído sin reparar en la presencia del predador que a sus espaldas le acechaba. Liu sintió que su corazón se paraba del susto cuando unos largos y musculosos brazos rodearon con ímpetu su torso y sus brazos dejándolo inmóvil.

-¿Qué haces tan solo a estas horas pequeño humano?- preguntó el vampiro recostando su barbilla en la cabeza del chico. Liu trató de decir algo, abrió la boca pero no pudo ni hablar, el sonido de su acelerado corazón opacaba sus oídos, notaba como de un momento a otro moriría del miedo si ese ser no le mataba antes.

-Hummm- rió el vampiro al observar los ojos desorbitadamente abiertos del humano que temblaba como si fuese a explotar. Ya podía sentir la histérica sangre corriendo por sus venas hacia un corazón demandante que bombeaba a gran velocidad- veo que no eres muy hablador - prosiguió el vampiro en tono burlón- ¿Cómo te llamas delicia? Yo me llamo Alexander, pero puedes llamarme Alex-pasó a olfatear su cuello rozándolo con la nariz, haciendo cosquillas en la tersa piel del adolescente.

+ m-me llamo L-Liu- alcanzó a decir el chico notando como Alex lo rodeaba ahora con un solo brazo para apartar con el otro el cuello de su camisa- no me... hagas d-daño-pidió Liu estremeciéndose ante el frío contacto de la mano del otro contra su cuello. Liu se sobresaltó al notar como ahora algo húmedo recorría su cuello perfilando su yugular, el vampiro lo estaba lamiendo como si se tratase de un helado. A Liu le entró el pánico y se limitó a cerrar los ojos con fuerza, deseando que al abrirlos todo hubiese sido un sueño.

-Bonito nombre Liu- dijo el vampiro susurrando escalofriantemente en su oído antes de morder su lóbulo, el muchacho tensó sus músculos ante tal acción- te agradezco que no hayas gritado- ''pero si del miedo me he quedado sin voz, apenas soy capaz de pensar...'' pensó Liu al oír la frase de Alex- así es más fácil- sonrió e hizo un pequeño esfuerzo por leer los pensamientos del chico '' mierda, mierda, mierda... voy a morir, me va a comer, joder! Por favor que no me haga daño, ojalá me deje marchar... no quiero ser su cena, maldita sea me van devorar'' Alex rió ante los pensamientos de su presa- Tranquilo chaval, no te voy a comer- explicó, Liu dio por entendido que el vampiro acababa de leerle la mente- esta noche me he dado un festín y estoy lleno- mintió pues por mucho que los vampiros coman nunca se sienten llenos, la lujuria de la sangre les llama e incita a sobrealimentarse.

+ e-entonces me dejarás marchar?- preguntó Liu con un ápice de esperanza en sus ojos, aún así le preocupó no saber volver a su casa- ¿Por qué me... e-es decir, q-que es lo que quieres de mi? Si no me vas a... a c-comer- Liu dibujó en su asustada carita una mueca de confusión, acaso aquel vampiro solo le estaba gastando una broma?

-Solo me apetecía conocerte- dijo Alex con un tono afable, relajando el agarre del que tenía cogido a Liu- aunque si quieres que te muerda...- sonrió ladeando la cabeza y lamiendo de nuevo el cuello del chico.

+ NO! No por favor...- pidió Liu antes de oír la estridente carcajada de su captor. En ese momento Alex le liberó del agarre retirando el brazo con el que aprisionaba al muchacho. Liu ni se lo pensó, contradijo el cansancio que su cuerpo sentía y echó a correr como si sus piernas fueran independientes de su cuerpo, dio vueltas por lugares desconocidos sin importar a donde iba, solo quería perder de vista al vampiro pero en pocos minutos el subidón de adrenalina que había experimentado se marchó de su cuerpo dejándolo totalmente agotado, respirando con dificultad y recostado contra una pared;'' menos mal he conseguido escapar... esto ha sido lo más terrorífico de mi vida, joder nunca había corrido tan rápido'' pensó ya tranquilo al verse solo en la calle.


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